Es inevitable que estemos siempre comparando, muchas veces desfavorablemente, la ficción que se hace en nuestros países con la que nos llega de fuera. Esas comparaciones no siempre son justas porque si vivimos en España, por ejemplo, vemos todo lo malo y lo bueno que se hace, mientras que es probable que de las series inglesas sólo veamos las buenas y, a lo mejor, sólo un 15% de toda la ficción propia que se emita allí. Nunca estamos contentos con lo que tenemos. En Estados Unidos, los críticos se quejan de que las temporadas de 22 capítulos y las series que se alargan sin que se sepa cuándo podrán terminar acaban volviéndose en contra de su calidad o de la toma de decisiones arriesgadas. Abogan por un modelo más parecido al del cable y sus temporadas de 13 episodios, y a veces expresan su envidia por las cortas entregas de las series británicas, de seis u ocho capítulos, que permiten planear historias con estructuras más cerradas.
Sin embargo, al otro lado del canal de la Mancha no se ve su modelo de producción de series como un dechado de virtudes. "The Guardian" publica una breve disección de lo que funciona y lo que no en las series británicas, que ahora miran con envidia a los títulos del otro lado del Atlántico (los del cable sobre todo y, en concreto, los de HBO). Es curioso porque identifica como debilidades algunas de las características que nosotros solemos poner como ejemplo de esas series, como que sus temporadas sean muy cortas (algo impulsado por la figura del guionista-autor que escribe casi todos los capítulos, en lugar del trabajo de equipo de las ficciones estadounidenses, necesario para poder hacer 22 capítulos) y que las cadenas tarden mucho en decidir qué hacer con ellas, lo que lleva a que los éxitos estén fuera de emisión demasiado tiempo. También señala como una de sus debilidades que, mayoritariamente, hay muy poca variedad racial en las series británicas. Pone como ejemplo "Midsomer Murders", un exitoso policíaco en el que todo su reparto es blanco, y la aparición de un extra negro hace unos días ha llevado a que esta cuestión esté más de actualidad que nunca. Curiosamente, y como hemos comentado en otras ocasiones, es "Doctor Who" una de las series con menos "prejuicios", por llamarlos de algún modo, raciales y sexuales de la parrilla británica, y sí hay títulos cuyo reparto no es totalmente blanco anglosajón. Ahí tenemos "Luther", por ejemplo, pero es significativo que, en esa serie, Idris Elba sea el único actor no caucásico de todo el reparto (junto con Indira Varma, que interpreta a su ex mujer), aunque sea el personaje central.
También se quejan de que la temática de las series más longevas es muy similar (o policías o médicos), pero no se olvidan de que cuentan con algunos rasgos de los que pueden presumir, y no sólo de su pericia y excelencia en las adaptaciones literarias de época. Entre los puntos fuertes de la ficción británica, el diario apunta su tono más realista (y austero, que para los policíacos es muy acertado), la gran calidad de los actores que hacen televisión habitualmente (los americanos añadirían aquí su acento, pero porque les fascina el acento inglés) y que hay productoras, como Kudos, que parecen haber patentado la fórmula del éxito.No es mucho para contrarrestar la batería de debilidades que expone al principio, pero por lo menos no pinta el panorama tan negro (y añade que la BBC no tenga publicidad a las ventajas).
A veces tenemos a la ficción británica muy idolatrada. Hacen cosas muy buenas y, a veces, muy originales, pero que una serie venga de allí no le pone automáticamente el sello de "clásico instantáneo", del mismo modo que HBO, Showtime y AMC tampoco son infalibles. Evidentemente, en algunas cosas no pueden medirse a las series estadounidenses porque, simplemente, no tienen el presupuesto para ello, pero en otras son capaces de lograr ficciones muy interesantes precisamente por sus constricciones de capítulos por temporada. Sin embargo, no hay que meter en el mismo saco "State of Play", "Sherlock", "Testigo mudo" o "Spooks". cada una ofrece algo diferente y debe ser medida por un rasero diferente. Es una perogrullada, es verdad, pero a veces solemos olvidarlo.
3 comentarios:
Entiendo a los propios británicos: sus temporadas supercortas también se hacen demasiado breves. ¿Esperar un año sólo para que te ocupen un mes y medio de programación? Muy justito. Quizá sí que molaría que todas las series pudieran hacer temporadas de cable, de 13 episodios. Pero lo que comportaría en cuanto a promoción y encargo de proyectos en las generalistas sería terrible. El doble de todo. Y, mientras Fringe y The Good Wife estén en las grandes cadenas, no me quejaré porque tengan más de 20 episodios. (Dos que se beneficiarían, en cambio, serían Grey y las Mujeres Desesperadas, que tienen arcos anuales que deben dilatarse demasiado, provocando lo que se llama "episodios de relleno". Bueno, que conste que Wisteria Lane está a otro 'level', ¿eh?). ;)
Y el tema racial es complicado. Luther justamente tiene un negro como protagonista y, por más que digan, ya es mucho aunque no haya ninguna otra persona de color en el reparto. Que no es el caso, por cierto. Hay que encontrar balance porque, queramos o no, debes hacer productos que enganchen a la gente.
En las series adolescentes, en cambio, esto no ocurre por lo menos ahora. Tanto Skins como Misfits son muy plurales en cuanto al tema raza. De hecho, la tercera generación de Skins (que no la segunda, que era blanca) es mitad de color (dos negros, dos chicos que parecen mitad indios y cuatro blancos).
Es que si ya no poco razonable idolatrar a cualquier serie por ser de determinada cadena... ya hacerlo por ser de determinado país roza el racismo positivo (si es que eso existe xD). Y sobre el número de episodios yo creo que es imposible crear un standard válido para todo tipo de historias, porque, por ejemplo ¿Cómo decides cuántos capítulos le vienen a bien a un procedimental 100% (bueno 95%, que del todo es imposible serlo)?
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