Con tanta celebración del 50º aniversario de "Doctor Who", era inevitable que se recordaran también los spinoffs que tuvo la serie bajo el mando de Russell T. Davies. Uno fue "The Sarah Jane Adventures", aquél más orientado al público infantil y hecho para Elisabeth Sladen, y el otro era "Torchwood", creado alrededor del capitán Jack Harkness de John Barrowman y con un tono más adulto, como recuerdan hoy en El Diario Vasco. "Torchwood" (cuyo título es un anagrama con las letras de "Doctor Who", y cuyo germen se presentó inicialmente durante la segunda temporada de esa serie) entroncaba con otra de las influencias de Davies a la hora de poner en marcha de nuevo al venerable Doctor, las series de Joss Whedon, y esa influencia camparía a sus anchas en las peripecias de Harkness y el grupo de colaboradores con los que debe proteger a la Tierra de toda la "escoria" extraterrestre que entre a través de la brecha temporal abierta justo en la bahía de Cardiff.
"Torchwood" era, en ese aspecto, una serie más convencional. Entrábamos en ella a la vez que la policía Gwen Cooper se topa con el equipo del capitán, y ella nos sirve de introducción a los personajes y al mundo en el que se mueven. Quienes hubieran visto ya las dos primeras temporadas de "Doctor Who" conocían de sobra a Harkness, pero si el espectador no estaba versado en ellas tampoco pasaba nada, porque desde el principio sabías que Jack era inmortal (y que esa inmortalidad lo había vuelto taciturno y serio), que sabía más cosas de las que dejaba entrever y que guardaba secretos, como esa misteriosa mano conservada en un enorme tarro burbujeante. Y que quería que Gwen fuera la nueva integrante de Torchwood. De hecho, la relación de los dos es una de las cosas mejor conseguidas a lo largo de las cuatro temporadas de la serie, con sus cambios de formato y de escenario.
Todo el mundo elogia justamente la tercera, aquella especie de miniserie de cinco capítulos titulada "Children of Earth", y pocos fans consiguieron llegar al final de "Miracle day", la última, co-producida entre BBC y Starz, pero las dos entregas iniciales tampoco hay que despreciarlas porque sí. Llevan un esquema un poco más convencional, cada una con sus trece episodios y sus casos autoconclusivos en cada episodio, y es cierto que "Torchwood" necesita varios capítulos para que pula algunos de sus peores momentos (la pobre cibermujer es el punto crítico). Sobre todo, la serie va ganando enteros conforme Gwen va evolucionando y ganando más peso, y aunque en la primera temporada tiene varios episodios que están realmente bien, en la segunda es donde da un salto adelante que la vuelve mucho más disfrutable, sin perder cierto toque oscuro. Al fin y al cabo, los agentes de Torchwood trabajan con la misma amenaza sobre sus cabezas que los del almacén de "Warehouse 13", y ésa es que tienden a sufrir algún percance, muchas veces mortal, bastante jóvenes.
Hemos estado toda la semana dando listas de los mejores capítulos de "Doctor Who", entre otras cosas, y casi descartando "Torchwood" como nada más que una curiosidad, y tampoco lo merece. Si alguien, por ejemplo, quisiera hacerse una idea de cómo es la serie en cinco episodios de sus dos primeras entregas, podrían recomendarse "Random shoes" y "Out of time" de la primera temporada, y "Adam", "Adrift" y el final doble de la segunda temporada, aunque toda ésta está bastante bien, y tiene a James Marsters haciendo básicamente de una versión de Spike en Agente del Tiempo.
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