07 noviembre 2013

Juegos de guerra

La década de los 80 fue un terreno muy fértil para que proliferaran multitud de obras de ciencia ficción que presentaban futuros distópicos o historias alternativas en los que siempre había gobiernos totalitarios, o la amenaza de una guerra que podía destruir el planeta, o sistemas de control de la población que, en aras de la seguridad y el orden, eliminaba cualquier derecho a la intimidad y a la individualidad que poseyera. La todavía muy palpable amenaza de la Guerra Fría (que "The Americans" muestra perfectamente), la presencia de gobiernos muy conservadores (por decirlo finamente) en buena parte de los países occidentales más importantes y la ola de de conservadurismo social que siguió al hippismo de los 70 llevaron a que, en esos años, aparecieran cosas como "Juegos de guerra", "Watchmen" y "V de Vendetta", "Robocop", "Perseguido" o "El juego de Ender", que el muy controvertido Orson Scott Card (y no sólo por sus opiniones contra el matrimonio homosexual) publicó en 1985.

El libro nos sitúa en una Tierra futura que se prepara para resistir de nuevo a los insectores, una raza extraterrestre que intentó conquistar el planeta y a la que se expulsó después de una cruenta guerra y del acto de heroísmo de un piloto llamado Mazor Rackham. La Flota Internacional se ha pasado décadas preparándose para que una contienda así no vuelva a repetirse, y se dedica a buscar y entrenar a los niños que consideran más prometedores para ser los grandes estrategas de la nueva táctica de defensa que va a adoptarse en  caso de otra eventual invasión. Ender es uno de esos niños, nacido el tercero, con un permiso especial, sólo para poder aspirar a entrar en la selectiva Escuela de Batalla, donde esos chavales han de convertirse en soldados a través de lo que parecen ser nada más que juegos. Pero, por supuesto, no basta con que sean entrenados y preparados a conciencia; ellos tienen que tener ciertas "cualidades" innatas que los altos mandos determinan que los hacen mejores candidatos para liderar, en el futuro, la flota contra los insectores.

Hollywood llevaba bastante tiempo intentando adaptarlo al cine hasta que Gavin Hood fue el elegido para dirigir la película. Es un libro bastante complejo de trasladar al cine no sólo por estar contado enteramente desde el punto de vista de Ender, sino por las luchas internas de él ante todo lo que le pasa y porque su tono podía irse tanto del lado de la crítica antibelicista como de la exaltación (algo que, por cierto, acarreó muchas polémicas ya al libro). Además, en su versión cinematográfica, "El juego de Ender" tenía que aspirar a ser un blockbuster que se moviera en la línea de la ciencia ficción de "jóvenes adultos" que tan bien ha explotado "Los juegos del hambre" (y que intentará aprovechar la próxima "Divergente"), lo que acaba limando cualquier atisbo de complejidad. Considerando todo esto, la película (que se estrena en España mañana) resulta ser una adaptación bastante efectiva cuyo principal problema puede ser la velocidad a la que avanza su trama, y que puede hacer que nos perdamos algunos pasos importantes en la evolución de Ender.

Hood intenta mostrar todos los lados de la historia (la forma en la que se muestra a Ender en algunos momentos de la simulación final es muy significativa, por ejemplo), y es cierto que la película es fría y cuesta empatizar con nadie. Una crítica estadounidense apuntaba que esa visión inhumana y aséptica puede verse como un quedarse a medias, o como una opción buscada teniendo en cuenta lo que "El juego de Ender" está contando, y probablemente haya de todo un poco (aunque yo me inclino más por la segunda opción). Eso sí, visualmente, la Sala de Batalla es todo un acierto.

2 comentarios:

Renaissance dijo...

Teniendo en cuenta el trasfondo de Ender, no ha venido mal que pasaran unos cuantos años hasta su adopción al cine. Aunque vistas algunas secuencias y cosas de la adopción, a mi me tiende a parecer bastante aséptica.

Unknown dijo...

Es muy fría, la verdad. No le habría venido mal que pudiéramos entender mejor a Ender.