Cuando se acerca la temporada de premios, no es raro que entre las películas que buscan llamar la atención de los críticos y de los académicos de Hollywood figure siempre alguna que busca hacerse notar a través de algo que podría parecer mala publicidad pero que, en el fondo, no deja de ser una calculada maniobra de relaciones públicas. Harvey Weinstein es un maestro en estas lides, y su última obra son todos los rumores de mal rollo entre Julia Roberts y Meryl Streep en el rodaje de "Agosto", alimentados por los supuestos cambios de final que barajó su director, John Wells, y por la ausencia de Streep en los actor promocionales de la película, hasta ahora. Teniendo en cuenta que su paso por el festival de Toronto no fue todo lo bueno que se esperaba, esas historias de peleas de gatas entre las dos estrellas bien puede ser verdad y, al mismo tiempo, formar parte de la campaña de Weinstein para darle visibilidad a la cinta, pero todo esto palidece ante la polémica real, y documentada en los periódicos con luz y taquígrafos, alrededor de "La vida de Adèle".
Los hechos objetivos sobre ella es que es un adaptación del cómic "El azul es un color cálido", de Julie Maroh, y que es la quinta película del director tunecino Abdellatif Kechiche. Se llevó la Palma de Oro en Cannes, otorgada en conjunto a él y a sus dos protagonistas, Léa Seydoux y la estupenda (y debutante) Adèle Exarchopoulos, en una decisión sin precedentes en la historia del festival (explicada aquí por Steven Spielberg, presidente del jurado), y Francia ha optado por "Renoir" en su lugar para competir por el Oscar a mejor película extranjera. Hasta ahí, todo está bastante claro. El clima empieza a enrarecerse cuando Seydoux, principalmente, y Exarchopoulos dan varias entrevistas para promocionar el filme, y cuentan que el rodaje fue largo y complicado, con muchas repeticiones de escenas, mucha intensidad emocional, y terminan por reconocer que nunca más trabajarán con Kechiche. Son entrevistas sorprendentes porque resultan muy honestas y claras, no están filtradas por ningún publicista, y no ponen paños calientes a lo que las dos experimentaron durante los meses que tardaron en completar "La vida de Adèle".
A partir de ahí, se monta la de San Quintín. Vulture recoge un calendario del cruce de acusaciones y contraataques entre Kechiche, Seydoux y hasta el principal sindicato cinematográfico francés, que dice que las condiciones de trabajo en el set eran estajanovistas. Todo esto no hace más que alimentar el fuego de la controversia que ya había suscitado el tema de la película y, en concreto, sus escenas de sexo muy explícito (y la mirada posiblemente voyeurística de Kechiche, en palabras de Manohla Dargis, del New York Times), y amenaza con devorar a "La vida de Adèle" como cinta y como expresión artística. Las críticas a su representación de las escenas sexuales o al modo en el que la cámara muestra a Adèle durmiendo, por ejemplo, son perfectamente válidas, porque es comprensible que haya no pocos espectadores que consideren que pueden ser un poco pornográficas y, como dice Dargis, una representación de los deseos de Kechiche, más que un modo de trasladarnos toda la experiencia de, como dice claramente el título francés de la cinta, cómo es la vida de Adèle.
Porque lo más notable de la película es sensación de realismo y de naturalismo, de estar viendo una historia visceral de un primer amor vivido al máximo, y de una ruptura de la que se tiene la sensación de que uno nunca se va a recuperar. A ello ayuda que Seydoux y Exarchopoulos se dejan la piel (y más) en pantalla, y que la segunda es Adèle y es la película. Resulta impresionante que una actriz debutante y que no tenía ni 20 años durante el rodaje pueda llevar sobre sus hombros sin problema la carga de una cinta de tres horas tan intensa, y en la que la gran mayoría del tiempo ella está encuadrada en primeros planos, primeros planos que nos muestran sus ganas de comerse la vida, literalmente (su modo de comer, por ejemplo, encuentra una continuación muy clara en su modo de besar a Emma). Y lo que quizás sea más interesante, y a lo que se le está dando menos cancha, es al comentario socioeconómico que subyace en "La vida de Adèle", a como las diferencias de clase de las dos amantes son, al final, las que las condenan.
Música de la semana: "Reign", la serie de The CW sobre la adolescencia de María Estuardo, reina de los escoceses, puede intentar ser en la superficie un culebrón juvenil histórico, pero en su banda sonora ya demuestra claramente sus intenciones de hacer algo más moderno. Por ejemplo, con esta "Scotland", de The Lumineers.
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