En los últimos años, con la proliferación de entregas de premios en Hollywood a partir de mediados de diciembre, o así, y hasta que llegan los Oscars, no es nada extraño que quienes sigamos estas cosas más de cerca podamos ver el nacimiento, crecimiento, maduración y culminación de una campaña de promoción para conseguir la preciada estatuilla, especialmente si el candidato es uno de los favoritos más claros y se pasa tres meses recolectando premios. La carrera el año pasado de Anne Hathaway hasta lograr su Oscar por "Los miserables" fue una de las mejores pruebas de esto, o la de Natalie Portman cuando ganó por "Cisne negro". Eran ambas tan favoritas, que de los discursos más o menos naturales y simpáticos que podían dar en festivales de segunda como el de Palm Springs, o hasta en los Globos de Oro, acabaron culminando en cosas mucho más controladas y hasta aburridas en los Oscar (y, en el caso de Hathaway, tan ensayado que daba hasta un poco de grima).
Algunos oscarólogos creen que los discursos que den los candidatos en los actos previos a la gran gala de febrero-marzo cuentan también para decidir si ganan la estatuilla o no, y tal vez por eso cada vez están más medidos que los del presidente de Estados Unidos. El resultado es que resulta cada vez más difícil encontrarse con muestras de alegría genuinas como las de Melissa Leo, que hasta estuvo flirteando con Kirk Douglas, las del reparto de "Downton Abbey" al llevarse el año pasado el SAG a mejor reparto de drama o aquel abrazo grupal de oso de los hermanos de Jennifer Lawrence después de que ganara el Oscar a mejor actriz (ya ni nos remontamos a las abdominales con un solo brazo de Jack Palance, porque parecen historia antigua). El perfeccionamiento de las "tácticas Weinstein" para diseñar estas campañas de promoción ha restado mucha espontaneidad al asunto y hasta emoción por ver quién puede ganar.
Se pueden adivinar los movimientos de los publicistas, intentando colocar a sus clientes en la mejor situación posible antes de que empiece oficialmente la temporada de premios, simplemente echando un vistazo a los componentes de las diferentes mesas redondas de The Hollywood Reporter, o viendo quiénes ocupan las portadas de Vanity Fair o se pasean por todos los talk shows que importan (es decir, como mínimo "The Tonight Show" y "Late show with David Letterman"). Estos movimientos ya se aprecian a finales de octubre, cuando unas cuantas de esas películas aspirantes al Oscar aún no han comenzado a verse y todo el sistema funciona según lo que quieran las distribuidoras y los agentes, por lo que resulta muy curioso comprobar después las que se caen antes de tiempo (tipo "The Monuments Men", retrasada hasta el año que viene) y quienes han invertido en una campaña temprana que no ha servido para nada y que, probablemente, ni siquiera tuvo demasiadas opciones para empezar.
Además, todos los años hay alguien que concentra toda la atención, al menos hasta que se anuncien las nominaciones a los Globos de Oro, y si el año pasado fue Anne Hathaway la que se paseó por mesas redondas, talk shows y demás, este año es la debutante Lupita Nyong'o, que aspira a una candidatura a la mejor secundaria por "12 años de esclavitud", la que está por todas partes compartiendo mesas con Oprah Winfrey. ¿Funcionará ese empujón promocional?
2 comentarios:
Y si ya encima consigues que te hagan un hueco en Saturday Night Live en plena temporada de premios no se te escapa seguro, como le pasó el año pasado a Anne Hathaway (noviembre), Jennifer Lawrence (justo después de ganar el Globo de Oro) y Christoph Waltz (una semana antes de los Oscar). Eso se llama tener unos buenos agentes :D
Y si aprovechan a gente que está de promoción, la publicidad que SNL tiene de paso también ayuda. Todo el mundo gana :)
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