ALERTA SPOILERS: El aviso de hoy es doble, y atañe a los finales de media temporada de "The Blacklist" ("Anslo Garrick. Part 2") y "The Walking Dead" ("Too far gone"). Ya sabéis cómo funciona esto.
Un buscado terrorista internacional se entrega al FBI y le da una lista de 150 criminales a los que va a ayudar a capturar. Como punto de partida de una serie, es ciertamente intrigante, pero también impone sobre ella la estructura de la persecución de un miembro de esa lista por episodio, siempre con el terrorista colaborador entre rejas y ocultando cuáles son sus motivaciones reales detrás de todo, y con la amenaza de que esta excusa para montar la serie se agote más pronto que tarde. Bastantes series superan su punto de partida, y se salen de su estructura, al final de la primera temporada, y luego están otras como "The Blacklist", que deciden romperla en el final de media temporada de su entrega de debut; es decir, en el capítulo 10. En realidad, lo que quieren contar no es esa persecución de los 150 integrantes de la lista negra de Reddington, sino la conspiración urdida alrededor de él y de Elizabeth Keen, que ahora van a estar en una nueva situación que puede ser interesante.
El doble capítulo "Anslo Garrick" tenía los peores defectos de la serie (siempre buscando el giro sorpresa definitivo, siempre poniendo a sus personajes al borde del abismo, dándole a Red unos monólogos imposibles sólo para que James Spader pueda lucirse), pero también entregaba algunas cosas interesantes. Sobre todo, resulta realmente divertido ver a Keen convertida de repente en John McClane, y también comprobar que Red es lo suficiente fan de "Con la muerte de los talones" para tener a su propio señor Kaplan. Como es habitual desde el principio, son ellos dos y los enigmas a su alrededor lo más entretenido de "The Blacklist", porque los agentes del FBI continúan con su incompetencia general. Esa advertencia final de Reddington a Lizzy de que tenga cuidado con su marido, y la negación de que sea su padre (en otro dejá vù hacia Hannibal Lecter y Clarice), son realmente el cliffhanger con el que nos quedamos hasta enero. Y que los fans no sufran, que la NBC ya la ha renovado por una segunda temporada.
Los ocho capítulos iniciales de la cuarta temporada de "The Walking Dead" han estado articulados alrededor de los viajes paralelos de Rick y el Gobernador, unos viajes en los que, en teoría, intentan recuperar su esencia humana después de todas las brutalidades que llevaron a cabo durante el arco de Woodbury. El tema que más se ha repetido en ellos es el que Hershel ha estado expresando hasta el mismo momento de su muerte; que pueden volver a ser ellos mismos, que no están todavía tan perdidos como para que no lo sean. La serie dedicó dos capítulos en exclusiva al Gobernador para que viéramos su viaje y su esfuerzo por ser de nuevo Brian, pero la verdad es que nunca se vio como algo en lo que él pusiera especial empeño. Parecía más bien una huida hacia delante, un intento por dejar atrás el pasado y empezar de nuevo. Pero no es posible. Los sentimientos de venganza lo consumen. El Gobernador nunca podrá dejar de ser el Gobernador.
A la vez, hemos asistido a la lenta asunción de Rick de que no puede dedicarse a la vida contemplativa, a delegar la toma de decisiones complicadas en un consejo. Su reticencia a ejercer aquella "ricktadura", su desgana por actuar, lleva a que otros, como Carol, tomen la responsabilidad de pensar y actuar por el bien de la mayoría. Necesita despertar del letargo enloquecido en el que se sumió tras la muerte de Lori, porque la situación en la que se encuentran todos no es provisional. Ha resultado curioso ver cómo la principal diferencia de "The Walking Dead" bajo su nuevo showrunner, Scott Gimple, ha sido de ritmo. La acción se ha ralentizado, se ha intentado dejar que las cosas se coloquen en su sitio para que la resolución final tenga más fuerza, y se ha hecho un esfuerzo por enfocar mejor a unos personajes cuyo dibujo nunca ha sido el fuerte de la serie. Como de costumbre, ha tenido sus altibajos, pero es un acercamiento bastante interesante, uno que pone de relieve otra vez que son las personas, los vivos, los protagonistas y los villanos de la historia. Ahora que la prisión ha quedado atrás, veremos cómo se desenvuelve todo el grupo otra vez en la carretera, y si Rick despierta definitivamente.
3 comentarios:
Sobre The Walking Dead, lo que han hecho con el personaje del Gobernador respecto del cómic es denunciable. Por muy bien que lo haga el actor, no es el monstruo que debería. El odio de Michonne es absurdo. Que su segundo grupo decida liarse a tiros por la cárcel es absurdo. Además, todo circular. Buff...
Anónimo, no podéis seguir viendo la serie comparándola constantemente con el cómic. No es lo mismo. La serie tiene que sostenerse por sí misma, no en relación a si es fiel al cómic o no.
La vuelta del gobernador paralela a la actitud de Rick me pareció interesante, aunque como suele pasar, las reacciones del primero y la forma de resolverlo, un poco arbitraria...Cosas de la serie, que ya he aceptado.
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