El pasado otoño, cuando la carrera de los Oscars todavía estaba muy al principio, había dos películas con estreno previsto en diciembre que los críticos habían saludado como posibles candidatas a estos premios sin haber visto casi ni fotos del rodaje, sólo basándose en los nombres asociados con ellas y en su temática. Una era "El lobo de Wall Street", de Martin Scorsese, y la otra era "The Monuments Men", la nueva cinta dirigida por George Clooney que, después de llevarse el Oscar a mejor película como productor de "Argo", había levantado grandes expectativas. Era una historia ambientada en un lado poco conocido de la Segunda Guerra Mundial, el de los expertos en arte que intentaron salvar las obras más importantes que aún sobrevivían en Europa ya cerca del final de la contienda, y su reparto está repleto de nombres con tirón para la academia, desde el propio Clooney y Matt Damon a John Goodman, Cate Blanchett, Bill Murray y hasta Jean Dujardin (ganador por "The Artist") y un Hugh Bonneville lanzado gracias a "Downton Abbey".
Sin embargo, ambas películas empezaron a atravesar diversas dificultades que ponían en peligro su elegibilidad para los Oscars. Mientras en "El lobo de Wall Street" todo se reducía al montaje, que estuvo listo por fuera de juego para su estreno en Navidad, en "The Monuments Men" se dio la excusa de que los efectos especiales no estaban terminados y que no iba a dar tiempo a que lo estuvieran a tiempo para poder ser considerada por la academia de Hollywood, así que el estudio decidió retrasarla hasta febrero, una época en la que se suelen estrenar cintas descartadas de la carrera que no cumplían las expectativas puestas en ellas. A la última de Clooney le pasa algo así; tiene todos los ingredientes para ser una cinta muy interesante, y que podría haber llamado mucho la atención de los académicos, pero se queda a medias de prácticamente todo lo que busca, y especialmente de los referentes de "La gran evasión" y "Los violentos de Kelly" que él mismo ha reconocido en varias entrevistas promocionales.
La película sigue a un grupo de expertos en arte que son reclutados por Frank Stokes, en 1943 y en una misión aprobada directamente por el presidente Roosevelt, para aconsejar al ejército estadounidense sobre qué monumentos pueden bombardear y cuáles no en su avance a través de Europa. La misión, sin embargo, pronto cambia sus objetivos cuando descubren que los nazis han estado saqueando y llevándose sistemáticamente todo tipo de obras de arte de los museos, iglesias y colecciones privadas de las ciudades que han ido ocupando. Stokes y su grupo, formado por gente demasiado mayor para alistarse y sin entrenamiento militar, se dedica a moverse en la retaguardia del ejército aliado buscando esas obras de arte robadas. Todo esto se cuenta con un tono de aventuras ligeras que contrasta con el lado un poco más serio de la subtrama del personaje de Cate Blanchett, empleada en un museo parisino que ve de primera mano como Hermann Göring supervisa qué obras confiscar y enviar a Alemania para que formen parte de ese Museo del Führer que Hitler quería construir en Linz (Austria).
Esa subtrama toca también uno de los temas que Stokes utiliza para convencer a Roosevelt de que apruebe su misión; el hecho de que, si se destruyen las expresiones artísticas de un pueblo, de una cultura, es como si ésta nunca hubiera existido, y ahí entraban las apropiaciones, por parte de los nazis, de las posesiones artísticas de cierto valor de las familias judías que deportaban a los campos de concentración, y que constituían su historia a través de generaciones. Es un tema potente, pero que nunca acaba de cuajar, y tampoco termina de hacerlo el lado más de aventuras de la persecución de las obras robadas por Bélgica y Alemania. "The Monuments Men" se queda en algo ligero y entretenido, pero que tenía un potencial para ser algo más que queda desaprovechado. Y más cuando hay muchos de aquellos cuadros que siguen perdidos, tal vez para siempre, y otros han aparecido recientemente en sitios tan insospechados como un piso en Munich.
Se puede hacer una curiosa sesión doble con esta película y con "La hora de los valientes", una cinta que Antonio Mercero dirigió en 1998 sobre un vigilante del Museo del Prado que, cuando gran parte de sus obras son evacuadas por el gobierno republicano y enviadas a Valencia, para evitar su destrucción durante los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil, encuentra un autorretrato de Goya olvidado y se lo lleva a casa para protegerlo, y devolverlo cuando la guerra termine.
Música de la semana: Siempre que "Girls" está en emisión, ofrece un buen catálogo de canciones entre el que elegir la selección musical de la semana. Esta vez nos quedaremos con "There's a beast and we all feed them", del jovencito Jake Bugg, que suena en esa visita que Hannah hace al cementerio en el cuarto episodio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario