13 febrero 2014

Los trapos sucios de la inteligencia americana

Hay un aspecto de "Intelligence" que puede convertirla en una serie más interesante y menos genérica, y es el hecho de que las misiones en las que Gabriel participa casi siempre acaban apuntando a alguna maniobra clandestina y oscura de alguna agencia del gobierno estadounidense. Ya pueden ser agentes de la CIA "disfrazados" de periodistas, narcotraficantes a sueldo del gobierno al norte del río Grande o contratistas privados del ejército llevando a cabo experimentos entre la población, es muy curioso que una serie de este tipo (y tan noventera en su forma) haya decidido que los malos o están conectados con alguien del gobierno, o forman parte directamente del gobierno. Es de suponer que, después de los escándalos de Abu Ghraib y las cárceles secretas de la CIA, el auge de los "ejércitos privados" y tras saberse que nadie está a salvo de la NSA (y mucho menos en suelo norteamericano), este clima tenía que acabar calando en las series de acción.

En los 90, los héroes se encontraban de vez en cuando con algún operativo estadounidense de inteligencia que hacía la guerra por su cuenta, pero en "Intelligence" es lo más habitual. Y no sólo eso, sino que la parte que pinta mejor es aquella en la que Lillian Strand, la jefa del Cibercomando (hasta en ese nombre es deudora de otras épocas), se ve envuelta en rencillas, operaciones secretas y juegos de poder variados entre las diversas agencias gubernamentales. Raro es el episodio en el que no tiene que enfrentarse con el director de la CIA o con un poderoso general para que le expliquen qué demonios está pasando allí, y aún más raro es el momento en el que no se nota que las demás están celosas del Cibercomando y de ese programa Clockwork supervisado directamente por la Casa Blanca. Pinta un panorama de desconfianza en la comunidad de inteligencia que le da un toque ligeramente diferente a la serie, y que podría ser uno de sus puntos fuertes si lo exploran en mayor profundidad.

"Intelligence", por ahora, no está yendo más allá de una serie de acción en la que sus protagonistas viajan a un lugar diferente cada semana, intentado detener una nueva amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos en cada episodio. Sí, el misterio alrededor de la mujer de Gabriel,  y el destino de esa versión suya en femenino, están al fondo, esperando el capítulo apropiado para volver a poner en aprietos a los personajes y, probablemente, para adentrarse aún más por ese lado oscuro de las agencias de inteligencia. Si las maniobras de Reddington, y su dúo con la agente Keen, son lo más entretenido de ver en "The Blacklist", aquí son los rencores y secretos entre departamentos lo que le otorga algo más de interés a "Intelligence". Porque es divertido ver a Gabriel y Riley "pincharse" mutuamente (Josh Holloway y Meghan Ory tienen una buena química), pero la serie necesita algo menos ligero a lo que agarrarse.

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