"Los idus de marzo" no es la primera película que se hace sobre una campaña política. Tim Robbins debutó en la dirección haciendo mucho ruido con "Ciudadano Bob Roberts", una película que era más una sátira bastante ácida de dichas campañas, y Mike Nicholls adaptó hace algunos años "Primary colors", el libro que contaba, no muy disimuladamente, la primera campaña de Bill Clinton a presidente de Estados Unidos. Hay bastantes más, por supuesto, incluida "El candidato", con Robert Redford, y todas ellas muestran siempre cómo se manejan los hilos de la imagen que el público recibe de los presidenciables, o de los aspirantes al Senado, o de los Peter Florricks de la vida. En "Los idus de marzo" son justo esos "cocineros" entre bambalinas los que ganan todo el protagonismo porque al candidato, el gobernador de Pensilvania esperando ganar la nominación del partido demócrata para presentarse a presidente, lo vemos más bien poco. Lo que interesa aquí es el viaje de Stephen Meyer, su joven responsable de todo lo relacionado con los medios y, además, el que escribe los discursos.
Stephen es, en teoría, un poco más idealista que todos los demás implicados en la campaña, preocupados sólo por ganar, pero como es inevitable, las circunstancias le harán cambiar de opinión. O, mejor dicho, le harán decidir qué camino quiere seguir en la política y qué tipo de persona quiere ser. Los idus del título se refieren a él, él es Julio César, y las traiciones y maniobras por conseguir más poder desplegadas a su alrededor amenazan con hacerle caer del caballo y ver la luz, como a San Pablo. Este papel es por el que Ryan Gosling tenía más posibilidades de estar nominado al Oscar, más que por "Drive", pero parece que los académicos no quisieron dar más crédito a "Los idus de marzo" en plenas primarias republicanas para elegir candidato a presidente, más allá de su guión adaptado. En los festivales de Toronto y Venecia, parecía que la cuarta cinta como director de George Clooney era de las principales favoritas, pero quizás el panorama que pinta de esas campañas políticas no terminara de ser del agrado de los académicos. Y eso que no descubre nada nuevo, lo que no quiere decir que no sea una estupenda acompañante para otra de las películas de Clooney, "Buenas noches y buena suerte". Oh, y por "Los idus de marzo" también podría haber sido candidato al Oscar Alexandre Desplat.
Esta temporada se está extendiendo la táctica de los "preestrenos" de series nuevas bastantes semanas antes de su estreno oficial (la "táctica Glee"), y no a través de Internet sino en televisión, aprovechando algún momento especial de mayor audiencia. Lo hizo HBO con "Luck" al término de la segunda temporada de "Boardwalk Empire" y lo ha repetido Fox con "Touch" detrás de una de las primeras emisiones de "American Idol". Esta serie, creada por Tim Kring y protagonizada por Kiefer Sutherland, no tiene nada que enseñar cuando se anunció su puesta en marcha en los pasados upfronts, así que había cierta curiosidad por ver en qué quedaba esa premisa de padre que, tras perder a su mujer en los atentados del 11-S, empieza a tener algunos problemas para salir adelante y para cuidar de su hijo, un niño autista que tiene, sin embargo, el don de encontrar patrones numéricos entre eventos y personas aparentemente sin ninguna relación, y conseguir así predecir, de algún modo, y evitar que ocurran ciertas cosas. Es un poco como la habilidad de aquel tipo de "Fringe" que calculaba las probabilidades de que algo pasara y las utilizaba en su favor.
Algunos críticos yanquies han comparado el piloto de "Touch" con "Tan fuerte, tan cerca" (lo que allí no es especialmente bueno) y, como apunta "Crítico en serie", hay un evidente rollo a lo "Babel" en toda esa muestra de que el mundo está conectado por esos invisibles hilos rojos del destino, que busca ir directamente a buscar, a su vez, la conexión emocional con el espectador. Ha habido opiniones para todos los gustos sobre este piloto, y mucho me temo que yo soy de los que no se han visto especialmente "tocados" por él. Ese intento de ir a por la fibra sensible me resulta demasiado telegrafiado y evidente, pero tampoco sabemos si este esquema se va a repetir a lo largo de la serie. Además de que no logro sacarme de la cabeza la sensación de que Kiefer Sutherland puede terminar siendo un serio error de casting. Veremos qué pasa cuando "Touch" se estrene, ya en marzo, y si no sigo pensando que, para esto, es mucho mejor leer "El curioso incidente del perro a medianoche".
Música de la semana: "Sherlock" ha terminado explotando todo lo que ha podido "El problema final", el relsto en el que Arthur Conan Doyle quiso librarse de una vez por todas de un personaje que, para su gusto, se había hecho tan famoso, que era una losa (algo que el propio Sherlock experimenta en este episodio). Será interesante ver cómo se continúa todo en la tercera temporada, que no veremos hasta 2013, y hasta entonces nos quedaremos con el acompañamiento de "Sinnerman", de Nina Simone, que suena durante cierta secuencia con Moriarty.
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