"The Shield" es una de las series que lanzó aquella nueva época en la ficción televisiva que todavía disfrutamos ahora. Estrenada en 2002, sirvió no sólo para que Vic Mackey continuara estableciendo ese nuevo arquetipo del anihéroe como protagonista de las series, sino también para que FX fuera creándose una imagen de marca propia y definida. En su caso, estaba más dirigida a un público masculino y se prestaba a tomar riesgos y a ir un poco más allá en los temas que podían tratarse, y en cómo podían mostrarse, en el cable ("Nip/Tuck" bien puede ser el mejor ejemplo). La creación de Shawn Ryan impulsó rápidamente la producción de series en la cadena, pero aunque encontraban una buena recepción crítica, no terminaban de asentarse en los Emmy, paso imprescindible para medirse cara a cara con HBO y, más tarde, con Showtime y AMC.
Sea por las razones que sean, FX siempre ha estado un poco en segundo plano en ese aspecto. Sí, ha conseguido varios Emmy a lo largo de su historia (como los que Michael Chiklis y Glenn Close ganaron por "The Shield" y "Damages"), y últimamente tiene a las diferentes entregas de "American Horror Story" dominando las nominaciones en las categorías de miniseries, pero en los premios gordos, los de mejor drama y comedia, termina casi siempre ninguneada. Tomemos este año como ejemplo. FX tenía uno de los estrenos mejor valorados por la crítica, "The Americans", y al que los expertos daban como más que posible candidato en varias categorías, pero al final sólo pudo arañar una nominación a mejor invitada en drama para Margo Martindale, que es la representación del último gran éxito de la cadena en los Emmy, la segunda temporada de "Justified".
Y sin embargo, ese éxito aquel año, en el que hasta Timothy Olyphant y Walton Goggins estuvieron nominados, fue un poco la excepción en la acogida de los Emmy a esa serie. Aparece con cuentagotas entre las categorías menores (Jeremy Davies se llevó el año pasado el premio a mejor invitado en drama), y luego desaparece por completo en ediciones como la de este año. La gran esperanza de FX es "Louie", la comedia de Louis CK que sí ha logrado obtener el factor cool imprescindible para figurar en estos premios. ¿Pero qué pasa con los dramas? ¿Y con "It's always sunny in Philadelphia"? El terreno en drama está superpoblado, es cierto, pero ni Diane Kruger por "The Bridge" parece tener suficiente empuje como para aguantar hasta el año que viene y lograr una nominación por su retrato de la peculiar detective Sonya Cross. Puede ser un tema de percepción del público, de que FX no domina el arte de las campañas promocionales en la temporada de nominaciones, o vaya usted a saber qué. Lo cierto es que es un canal que hace series muy estimables que, después, no encuentran reconocimiento en los premios y, a veces, hasta les cuesta colarse en las listas de lo mejor del año entre tanta saturación de HBO y AMC. "Justified" y "Louie" son sus bazas más visibles ahora mismo, pero no son lo único que tienen.
30 agosto 2013
28 agosto 2013
Los ejemplos de Karen Cartwright y Skyler White
Dos de las series que están emitiéndose ahora en canales de cable "de prestigio", como están considerados AMC y HBO, tienen en su centro a un personaje que ejemplifica un aspecto bastante curioso que puede hacer derrapar una serie o que, por otro lado, representa un filtro que afecta a parte del público y de la crítica, y del que hablan en Tuned In en mayor profundidad.
El primer ejemplo es lo que podríamos llamar "el problema de Karen Cartwright", y que afecta (o afectaba) a los periodistas de "The Newsroom". Lo comentamos en el último programa de "Yo disparé a JR", para los que no son fanes fatales de Sorkin, esa serie siempre tuvo el problema del endiosamiento de Will McAvoy, el presentador de "News Night" y al que nos presentan no sólo como guardián de las esencias de lo que debe ser el buen periodismo, sino también de los valores del auténtico partido republicano y de los Estados Unidos de verdad, del camino que deben seguir como nación y como sociedad para volver a ser el mejor país del mundo. Cuando sitúas de partida a tu protagonista en semejante pedestal, tiene que estar siempre a la altura (lo que debe ser un trabajo extenuante), tiene que ser siempre genial. No vale con ser simplemente bueno; hay que ser mejor que una combinación de The Beatles, Leonardo Da Vinci, Bach y William Shakespeare para dar la talla de las expectativas que la propia serie ha construido a su alrededor.
Es un problema que autosaboteó a "Smash" prácticamente desde el segundo episodio, el de tener un personaje que debía ser una sensación irrepetible e innegable (Karen) y ver cómo la hipotética mala (Ivy) la ensombrecía sin demasiado esfuerzo. Karen no lo hacía mal, pero no era tan perfecta como nos la presentaban. Algunos fans de "Nashville" han apuntado que Scarlett, la que debe ser la Juliette Barnes de Juliette Barnes (haciendo que Juliette sea en este caso Rayna), sufre del mismo síndrome, y en la primera temporada de "The Newsroom" no era sólo Will el aquejado por la "karenitis", sino prácticamente toda la redacción del informativo. En la segunda entrega, Sorkin ha introducido una trama que los muestra fallando de forma estrepitosa, pero dejaré que sean los que la están viendo los que me digan si funciona o no.
Lo del filtro misógino que tienen algunas críticas hacia Skyler White en "Breaking Bad" es algo que ya hemos comentado otras veces, pero el tema ha resurgido conforme la serie se acerca a su final definitivo, y gracias a un artículo de opinión que Anna Gunn, su intérprete, escribió no hace mucho para The New York Times. Lo más interesante de lo que cuenta ahí es cómo Skyler y Walter no están sujetos a los mismos estándares por parte de la audiencia, cómo hay un doble rasero a la hora de juzgar al profesor enfermo de cáncer que fabrica y vende metanfetaminas y a su mujer, que tiene que reaccionar como buenamente puede a la cada vez mayor borrachera de poder de Walter al transformarse en Heisenberg. Como yo no estoy al día con "Breaking Bad", no puedo profundizar más en el tema de Skyler, pero es curioso también como su caso ejemplifica también la óptica más masculina, en general, desde la que se hace buena parte de la crítica televisiva.
Este asunto, que también lleva un tiempo siendo discutido en los blogs del ramo en Estados Unidos, se ha vuelto a comentar tras la publicación de "Difficult men", un libro que habla sobre los hombres que crearon algunas de las series más veneradas e influyentes de los últimos años, y del que se ha comentado que descarta de un modo un poco condescendiente a una serie de HBO, creada también por un hombre (Darren Star), pero protagonizada por cuatro mujeres como "Sexo en Nueva York". Asesino en serie detalla un poco más todo ese tema, que se entronca en la sensación de que la crítica televisiva tiene un filtro escorado hacia lo masculino a la hora de decidir qué series son buenas y clásicas y cuáles no están a la altura de sus estándares. Es un asunto bastante más complejo de analizar de lo que puedo yo contar aquí, pero es cierto que, a veces, aparecen ciertos dobles raseros con series como "Girls", o la propia "Sexo en Nueva York" o, en su momento, "Mujeres desesperadas", cuya primera temporada es un pequeño clásico en sí mismo. También es verdad que su último episodio y las dos películas han tenido mucha culpa del desprestigio que ha sufrido la serie de Carrie Bradshaw, pero es un tema que merecería la pena explorar algo más.
El primer ejemplo es lo que podríamos llamar "el problema de Karen Cartwright", y que afecta (o afectaba) a los periodistas de "The Newsroom". Lo comentamos en el último programa de "Yo disparé a JR", para los que no son fanes fatales de Sorkin, esa serie siempre tuvo el problema del endiosamiento de Will McAvoy, el presentador de "News Night" y al que nos presentan no sólo como guardián de las esencias de lo que debe ser el buen periodismo, sino también de los valores del auténtico partido republicano y de los Estados Unidos de verdad, del camino que deben seguir como nación y como sociedad para volver a ser el mejor país del mundo. Cuando sitúas de partida a tu protagonista en semejante pedestal, tiene que estar siempre a la altura (lo que debe ser un trabajo extenuante), tiene que ser siempre genial. No vale con ser simplemente bueno; hay que ser mejor que una combinación de The Beatles, Leonardo Da Vinci, Bach y William Shakespeare para dar la talla de las expectativas que la propia serie ha construido a su alrededor.
Es un problema que autosaboteó a "Smash" prácticamente desde el segundo episodio, el de tener un personaje que debía ser una sensación irrepetible e innegable (Karen) y ver cómo la hipotética mala (Ivy) la ensombrecía sin demasiado esfuerzo. Karen no lo hacía mal, pero no era tan perfecta como nos la presentaban. Algunos fans de "Nashville" han apuntado que Scarlett, la que debe ser la Juliette Barnes de Juliette Barnes (haciendo que Juliette sea en este caso Rayna), sufre del mismo síndrome, y en la primera temporada de "The Newsroom" no era sólo Will el aquejado por la "karenitis", sino prácticamente toda la redacción del informativo. En la segunda entrega, Sorkin ha introducido una trama que los muestra fallando de forma estrepitosa, pero dejaré que sean los que la están viendo los que me digan si funciona o no.
Lo del filtro misógino que tienen algunas críticas hacia Skyler White en "Breaking Bad" es algo que ya hemos comentado otras veces, pero el tema ha resurgido conforme la serie se acerca a su final definitivo, y gracias a un artículo de opinión que Anna Gunn, su intérprete, escribió no hace mucho para The New York Times. Lo más interesante de lo que cuenta ahí es cómo Skyler y Walter no están sujetos a los mismos estándares por parte de la audiencia, cómo hay un doble rasero a la hora de juzgar al profesor enfermo de cáncer que fabrica y vende metanfetaminas y a su mujer, que tiene que reaccionar como buenamente puede a la cada vez mayor borrachera de poder de Walter al transformarse en Heisenberg. Como yo no estoy al día con "Breaking Bad", no puedo profundizar más en el tema de Skyler, pero es curioso también como su caso ejemplifica también la óptica más masculina, en general, desde la que se hace buena parte de la crítica televisiva.
Este asunto, que también lleva un tiempo siendo discutido en los blogs del ramo en Estados Unidos, se ha vuelto a comentar tras la publicación de "Difficult men", un libro que habla sobre los hombres que crearon algunas de las series más veneradas e influyentes de los últimos años, y del que se ha comentado que descarta de un modo un poco condescendiente a una serie de HBO, creada también por un hombre (Darren Star), pero protagonizada por cuatro mujeres como "Sexo en Nueva York". Asesino en serie detalla un poco más todo ese tema, que se entronca en la sensación de que la crítica televisiva tiene un filtro escorado hacia lo masculino a la hora de decidir qué series son buenas y clásicas y cuáles no están a la altura de sus estándares. Es un asunto bastante más complejo de analizar de lo que puedo yo contar aquí, pero es cierto que, a veces, aparecen ciertos dobles raseros con series como "Girls", o la propia "Sexo en Nueva York" o, en su momento, "Mujeres desesperadas", cuya primera temporada es un pequeño clásico en sí mismo. También es verdad que su último episodio y las dos películas han tenido mucha culpa del desprestigio que ha sufrido la serie de Carrie Bradshaw, pero es un tema que merecería la pena explorar algo más.
23 agosto 2013
Las que visten el naranja
"Orange is the new black" ha sido una de las series del verano, eso puede decirse que es indiscutible, y su buena aceptación general ha llevado a que hubiera un gran interés por su reparto, compuesto en su mayor parte por actrices que, hasta ahora, no habían tenido su oportunidad en televisión, o para las que esta serie es practicamente su primer trabajo importante. Hay contadas excepciones, que son las que tienen los momentos de "casi famosos" más curiosos.
Empezamos por Natasha Lyonne, que empezó en el negocio en "Pee Wee's Playhouse", siendo todavía una niña, y que empezó a hacerse conocida gracias a "Colgados en Beverly Hills", a la que pertenece el fotograma, y en la que interpretaba a una adolescente de clase media baja que vivía con su excéntrica familia en Los Ángeles, en 1976. Al año siguiente, con 20 años, participaría en "American Pie" (junto a Jason Biggs, que también está en "Orange is the new black"), y tuvo unos años bastante turbulentos marcados por la noche neoyorquina y las drogas. De hecho, la cicatriz que luce en el pecho en la serie no es maquillaje; es suya. Lyonne también pasó previamente por "Weeds", como parte del reparto.
Taylor Schilling no tenía un currículum demasiado largo antes de que lograra el papel de Piper Chapman; "The lucky one" con Zac Efron, una breve aparición en "Argo", la primera parte de "Atlas shrugged" (un proyecto digamos que controvertido por las ideas de su autora, Ayn Rand) y el protagonismo en "Mercy", aquella especie de "Anatomía de Grey" con enfermeras que fracasó en NBC, y a la que pertenece la foto. Ahí, Schilling, aparece junto a James Van Der Beek y Michelle Trachtenberg.
Como buena parte del reparto de "Orange is the new black", Pablo Schreiber apareció en "Weeds" y se dedica más al teatro, pero para muchos espectadores siempre será Nick Sobotka, el hijo del jefe del sindicato de estibadores del puerto de Baltimore en la segunda temporada de "The Wire". Hermanastro de Liev Schrieber, este otoño se le verá en "Ironside", en NBC, y sí, lo habéis visto en multitud de series con anterioridad, ya fuera en "A gifted man", "Lights out", "White Collar" o, por supuesto, "The good wife", que está sacando a casi todos los actores de "The Wire" radicados en Nueva York que puede.
Alex Vause, la ex de Piper, es uno de los personajes de la serie que ha reunido un club de fans más nutrido (el lío que hay montado sobre si saldrá o no en la segunda temporada es realmente curioso) y dividido entre los que la adoran y los que no la soportan. Su actriz, Laura Prepon, tuvo un debut en Hollywood realmente exitoso con "Aquellosos maravillosos 70", una sitcom que se mantuvo en FOX durante ocho años y que hizo famosos también a Topher Grace, Mila Kunis y Ashton Kutcher. Prepon era allí Donna, la vecina y, eventualmente, novia de Eric, el protagonista de la serie. Cuando ésta acabó, y teñida de rubia, se la vio en "October Road" y, el año pasado, en la malograda "Are you there, Chelsea?", entre otras cosas.
Sí, Kate Mulgrew será siempre la capitana Janeway, adicta al café, de "Star Trek: Voyager" para muchos espectadores, pero entre sus primeros trabajos hay cosas tan curiosas como "La señora de Colombo", una serie que duró una única temporada a finales de los 70 y en la que, efectivamente, era la mujer del detective Colombo, resolviendo sus propios casos. Mulgrew ha estado en un montón de series, pasando por "Cheers", "Los hermanos Donnelly", poniendo voz a una de las "Gargoyles", coincidiendo en "Mercy" con Taylor Schilling y hasta interpretando a la madre de Pete Lattimer en "Warehouse 13". Cualquier vídeo de Janeway pidiendo café es genial. Ah, y ella también estuvo en la reunión de los cinco capitanes de la saga que se celebró en una convención en Londres el año pasado.
P.D.: Septiembre, y el regreso a la actividad normal del blog, está ya a la vuelta de la esquina, pero mientras tanto nos tomaremos un descanso hasta el próximo miércoles. Tened cuidado ahí fuera.
Empezamos por Natasha Lyonne, que empezó en el negocio en "Pee Wee's Playhouse", siendo todavía una niña, y que empezó a hacerse conocida gracias a "Colgados en Beverly Hills", a la que pertenece el fotograma, y en la que interpretaba a una adolescente de clase media baja que vivía con su excéntrica familia en Los Ángeles, en 1976. Al año siguiente, con 20 años, participaría en "American Pie" (junto a Jason Biggs, que también está en "Orange is the new black"), y tuvo unos años bastante turbulentos marcados por la noche neoyorquina y las drogas. De hecho, la cicatriz que luce en el pecho en la serie no es maquillaje; es suya. Lyonne también pasó previamente por "Weeds", como parte del reparto.
Taylor Schilling no tenía un currículum demasiado largo antes de que lograra el papel de Piper Chapman; "The lucky one" con Zac Efron, una breve aparición en "Argo", la primera parte de "Atlas shrugged" (un proyecto digamos que controvertido por las ideas de su autora, Ayn Rand) y el protagonismo en "Mercy", aquella especie de "Anatomía de Grey" con enfermeras que fracasó en NBC, y a la que pertenece la foto. Ahí, Schilling, aparece junto a James Van Der Beek y Michelle Trachtenberg.
Como buena parte del reparto de "Orange is the new black", Pablo Schreiber apareció en "Weeds" y se dedica más al teatro, pero para muchos espectadores siempre será Nick Sobotka, el hijo del jefe del sindicato de estibadores del puerto de Baltimore en la segunda temporada de "The Wire". Hermanastro de Liev Schrieber, este otoño se le verá en "Ironside", en NBC, y sí, lo habéis visto en multitud de series con anterioridad, ya fuera en "A gifted man", "Lights out", "White Collar" o, por supuesto, "The good wife", que está sacando a casi todos los actores de "The Wire" radicados en Nueva York que puede.
Alex Vause, la ex de Piper, es uno de los personajes de la serie que ha reunido un club de fans más nutrido (el lío que hay montado sobre si saldrá o no en la segunda temporada es realmente curioso) y dividido entre los que la adoran y los que no la soportan. Su actriz, Laura Prepon, tuvo un debut en Hollywood realmente exitoso con "Aquellosos maravillosos 70", una sitcom que se mantuvo en FOX durante ocho años y que hizo famosos también a Topher Grace, Mila Kunis y Ashton Kutcher. Prepon era allí Donna, la vecina y, eventualmente, novia de Eric, el protagonista de la serie. Cuando ésta acabó, y teñida de rubia, se la vio en "October Road" y, el año pasado, en la malograda "Are you there, Chelsea?", entre otras cosas.
Sí, Kate Mulgrew será siempre la capitana Janeway, adicta al café, de "Star Trek: Voyager" para muchos espectadores, pero entre sus primeros trabajos hay cosas tan curiosas como "La señora de Colombo", una serie que duró una única temporada a finales de los 70 y en la que, efectivamente, era la mujer del detective Colombo, resolviendo sus propios casos. Mulgrew ha estado en un montón de series, pasando por "Cheers", "Los hermanos Donnelly", poniendo voz a una de las "Gargoyles", coincidiendo en "Mercy" con Taylor Schilling y hasta interpretando a la madre de Pete Lattimer en "Warehouse 13". Cualquier vídeo de Janeway pidiendo café es genial. Ah, y ella también estuvo en la reunión de los cinco capitanes de la saga que se celebró en una convención en Londres el año pasado.
P.D.: Septiembre, y el regreso a la actividad normal del blog, está ya a la vuelta de la esquina, pero mientras tanto nos tomaremos un descanso hasta el próximo miércoles. Tened cuidado ahí fuera.
22 agosto 2013
¿Y si "Los Soprano" nunca hubiera existido?
En "The revolution was televised" y en "Difficult men", dos libros que tratan sobre la "edad de oro" de las series lanzada desde principios de los 2000, se pone el mismo punto de partida a esta época de las series de calidad, los showrunners como autores y el dominio del cable en los premios y en las listas de los mejores títulos de la historia. Ese punto de partida es siempre el 13 de enero de 1999, el día que HBO estrenó "Los Soprano". Con la llegada de Tony a su casa, tras haberse recorrido la autopista que une Nueva York y Nueva Jersey, comenzó a cambiar la ficción televisiva, y lo hizo no tanto porque David Chase creara una gran serie, o porque James Gandolfini se convirtiera en una gran estrella tras años de hacer papeles secundarios en el cine, sino porque tuvo un éxito enorme casi desde el principio. Esa primera temporada debutó con 3,4 millones de espectadores, que se convirtieron en 5,4 en su último episodio, y para el primero de la tercera, la audiencia superaba ya ampliamente los diez millones de espectadores. Esa unión de éxito de crítica y público llevó a que los ejecutivos de otras cadenas buscaran su propia "Los Soprano" (como hizo FX con "The Shield") y puso los cimientos de la revolución que cambió la ficción televisiva para siempre. Pero todo esto bien pudo no haber pasado nunca.
Precisamente en "The revolution was televised" su autor, Alan Sepinwall, cuenta que HBO tenía dos proyectos sobre la mesa para decidir con qué serie continuaban tras el final de "Oz". Uno era "Los Soprano", que David Chase había presentado en otras cadenas sin interesarlas demasiado (quizás por la cercanía de "Una terapia peligrosa", aunque había sido un taquillazo y no tuviera mucho que ver con la serie de Chase, en realidad), y el otro era una idea de Winnie Holzman, la creadora de "Es mi vida", sobre una ejecutiva de una empresa de juguetes. ¿Qué habría pasado si ésta última hubiera sido la elegida por HBO? El propio Sepinwall especula sobre esa posibilidad en HitFix, apuntando que probablemente "Los Soprano" nunca hubiera visto la luz, ya que HBO era prácticamente su última esperanza, lo que a su vez quizás hubiera provocado que menos hombres blancos frustrados por una crisis de la mediana edad protagonizaran las series con aspiraciones de calidad, y tal vez más actrices veteranas hubieran pasado del cine a la tele antes de lo que, por ejemplo, lo hizo Glenn Close, cuyo primer trabajo en la pequeña pantalla fue la cuarta temporada de "The Shield", en 2005.
Lo que sí está claro es que, si la serie de Holzman no hubiera sido un éxito al nivel que alcanzó "Los Soprano", HBO podría no haber podido utilizarla como gancho para atraer a creadores como Alan Ball, que justo después de ganar su Oscar al mejor guión por "American Beauty" se fue allí a crear "A dos metros bajo tierra". Y los fans de los musicales tal vez se habrían quedado sin "Wicked", de cuyo libreto se encargó Holzman en 2003. El panorama habría sido, probablemente, muy diferente del que conocemos en la actualidad, pero no hay modo de saberlo. HBO optó por "Los Soprano" quizás porque veían más potencial comercial en la historia de una familia mafiosa italoamericana de Nueva Jersey (la sombra de "El padrino" es alargada), y acertaron de pleno. Eso sí, lo más curioso es que detrás de buena parte de la oferta de ficción de la cadena desde 1999 hasta 2008 estaba una mujer, Carolyn Strauss, que supervisó el desarrollo no sólo de "Los Soprano", sino también de "Roma", "Deadwood", "The Wire" o "Sexo en Nueva York", y que ahora es una de las productoras de "Treme" y de "Juego de tronos".
Con "Juego de tronos", de hecho, la salida de Strauss de la cadena llegó a hacer dudar de su viabilidad, pues su aprobación fue de las últimas cosas que hizo como presidenta de entretenimiento. Así que, a lo mejor, también habría que preguntarse qué habría pasado si ella no hubiera entrado en HBO a finales de los 80, y no hubiera estado allí durante la época en la que el canal no tenía nada que perder, que es siempre el momento en el que se toman riesgos. Así estaba AMC cuando se decantó por "Mad Men" y "Breaking Bad" (dos series que quizás no se habrían hecho realidad sin "Los Soprano) y así estaba ABC el otoño que estrenó "Perdidos" y "Mujeres desesperadas".
20 agosto 2013
El puente de El Paso a Copenhague
ALERTA SPOILERS: Si no habéis visto hasta el sexto capítulo de "The Bridge", puede que se desvele aquí alguna que otra cosa que a lo mejor prefiráis no saber. Eso sí, intentaré no destripar demasiado de "Bron/Broen".
Comparar original y remake es algo casi inevitable, aunque a veces no sea demasiado justo para el segundo si está haciendo algo interesante por sí mismo, además de adaptar para otro público (o para otra época) la trama del primero. Sin embargo, a veces las similitudes o las diferencias son tan claras, que no hay más que apuntarlas. Entre "The Bridge" y "Bron/Broen", por ejemplo, parece que la localización está haciendo mucho más que separar ambas series a través de su fotografía o de los idiomas que hablen sus protagonistas. Aunque parecen haber presentado ya a cierto personaje del mismo modo que lo hace la escandinava, Marco adquiere en el sexto capítulo una historia pasada que hace sospechar que, tal vez, la resolución del caso vaya a a tener una explicación ligeramente diferente en el remake (dicha explicación es de los puntos más débiles de "Bron/Broen", a pesar de las implicaciones emocionales para Martin). Que esa historia pasada lo relacione más con Fausto Galván, el narcotraficante que domina la frontera (y que es uno de los hallazgos de la serie), promete cosas muy interesantes para el futuro.
Ese sexto episodio, titulado "ID", también ofrece el vistazo más completo al trauma que Sonya arrastra tras la muerte de su hermana, pero que no la hizo ser como es ahora. Sonya siempre ha sido así, y por eso intenta averiguar las razones detrás del asesinato de su hermana y por qué Jim Dobbs lo hizo. Que su jefe fuera el investigador a cargo de ese caso ilumina un poco más la relación que tienen los dos, y también muestra cómo Sonya es ligeramente diferente a Saga. Las experiencias pasadas de ambas son diferentes, así que su comportamiento en determinadas situaciones es un poco distinto. Ha resultado curioso ver cómo "The Bridge" condensa la trama de la adolescente en apenas dos episodios, y cómo la integra con los actos del asesino. De hecho, todos los asesinatos de la estadounidense parecen estar más relacionados entre sí que los de la escandinava, cuyo nexo de unión era la denuncia social y no tanto que buena parte de los implicados en ellos hubieran cruzado sus caminos.
Al principio, parecía que "The Bridge" no iba a aportar gran cosa para los que hubieran visto "Bron/Broen", pero está apuntando a que bien puede hacerlo. Como ya hemos dicho, situar toda la historia entre El Paso y Ciudad Juárez marca el cariz de los crímenes y qué tipo de personajes se mueven a su alrededor. El tráfico de drogas y personas a través de la frontera no "llama" a la misma gente que vimos en la serie escandinava, y la de FX es recomendable e interesante por sí misma. El trío que forman Demián Bichir, Diane Kruger y Ted Levine es de los que ver hasta leyendo la guía de teléfonos, y los dos periodistas de El Paso Times son también entretenidos por el contraste entre el supuesto pasotismo de Frye y la determinación de su novata compañera. Y me intriga mucho todo lo relacionado con la casa de la muerte en la que aparece la mitad superior de la prostituta que dejan en el puente. No sería raro que ahí estuviera el quid de toda la serie.
Comparar original y remake es algo casi inevitable, aunque a veces no sea demasiado justo para el segundo si está haciendo algo interesante por sí mismo, además de adaptar para otro público (o para otra época) la trama del primero. Sin embargo, a veces las similitudes o las diferencias son tan claras, que no hay más que apuntarlas. Entre "The Bridge" y "Bron/Broen", por ejemplo, parece que la localización está haciendo mucho más que separar ambas series a través de su fotografía o de los idiomas que hablen sus protagonistas. Aunque parecen haber presentado ya a cierto personaje del mismo modo que lo hace la escandinava, Marco adquiere en el sexto capítulo una historia pasada que hace sospechar que, tal vez, la resolución del caso vaya a a tener una explicación ligeramente diferente en el remake (dicha explicación es de los puntos más débiles de "Bron/Broen", a pesar de las implicaciones emocionales para Martin). Que esa historia pasada lo relacione más con Fausto Galván, el narcotraficante que domina la frontera (y que es uno de los hallazgos de la serie), promete cosas muy interesantes para el futuro.
Ese sexto episodio, titulado "ID", también ofrece el vistazo más completo al trauma que Sonya arrastra tras la muerte de su hermana, pero que no la hizo ser como es ahora. Sonya siempre ha sido así, y por eso intenta averiguar las razones detrás del asesinato de su hermana y por qué Jim Dobbs lo hizo. Que su jefe fuera el investigador a cargo de ese caso ilumina un poco más la relación que tienen los dos, y también muestra cómo Sonya es ligeramente diferente a Saga. Las experiencias pasadas de ambas son diferentes, así que su comportamiento en determinadas situaciones es un poco distinto. Ha resultado curioso ver cómo "The Bridge" condensa la trama de la adolescente en apenas dos episodios, y cómo la integra con los actos del asesino. De hecho, todos los asesinatos de la estadounidense parecen estar más relacionados entre sí que los de la escandinava, cuyo nexo de unión era la denuncia social y no tanto que buena parte de los implicados en ellos hubieran cruzado sus caminos.
Al principio, parecía que "The Bridge" no iba a aportar gran cosa para los que hubieran visto "Bron/Broen", pero está apuntando a que bien puede hacerlo. Como ya hemos dicho, situar toda la historia entre El Paso y Ciudad Juárez marca el cariz de los crímenes y qué tipo de personajes se mueven a su alrededor. El tráfico de drogas y personas a través de la frontera no "llama" a la misma gente que vimos en la serie escandinava, y la de FX es recomendable e interesante por sí misma. El trío que forman Demián Bichir, Diane Kruger y Ted Levine es de los que ver hasta leyendo la guía de teléfonos, y los dos periodistas de El Paso Times son también entretenidos por el contraste entre el supuesto pasotismo de Frye y la determinación de su novata compañera. Y me intriga mucho todo lo relacionado con la casa de la muerte en la que aparece la mitad superior de la prostituta que dejan en el puente. No sería raro que ahí estuviera el quid de toda la serie.
18 agosto 2013
Éxitos a fuego lento
El domingo pasado, casi seis millones de espectadores vieron el principio de la recta final de la quinta y definitiva temporada de "Breaking Bad". Es una cifra realmente impresionante para una serie de cable, y todavía más si tenemos en cuenta que esa serie debutó, en 2007, con 1,4 millones (por comparar, "Juego de tronos" terminó su tercera entrega con 5,5 millones, y todos sabemos que "Mad Men" roza los tres millones en sus buenos momentos). El crecimiento en audiencia de "Breaking Bad" ha sido progresivo año a año, experimentando el inicio de esta explosión a partir de la tercera temporada, cuando cada vez más críticos y más público se subían al carro de las metanfetaminas de Walter White, y ha concluido en todo un récord para iniciar sus ocho últimos capítulos. Esta lenta conversión de "Breaking Bad" en LA serie que todo el mundo debería ver ha llevado a que varios medios en Estados Unidos hayan querido extraer conclusiones y enseñanzas que podrían aplicar otras cadenas y, especialmente, las networks.
En Slate y en Vulture apuntaban, por ejemplo, la importancia que tenía muchas veces la paciencia de los programadores con las series que igual no se estrenan con grandes cifras, pero que gustan y que podrían ser descubiertas por nuevos espectadores durante sus hiatos. Es algo que ocurre con más frecuencia en el cable, donde algunos de sus títulos ganan audiencia recogiendo a la gente que se pone al día entre temporadas, viendo la serie en DVD o a través de Netflix o la sindicación (que ha sido importante, por ejemplo, para incrementar las audiencias de "Cómo conocí a vuestra madre" en sus últimas entregas). Hace algunos años, las cadenas utilizaban el verano para repetir las temporadas de algunas de sus series, y así lograban que títulos como "Expediente X" fueran creciendo poco a poco. Pero en cuanto el cable comenzó a aprovechar los meses estivales para estrenar sus propias series, esa práctica se fue abandonando en favor de realities más baratos, y la labor de "pescar" nuevos espectadores recayó en los servicios de streaming y en los DVD.
Sin embargo, la paciencia en cultivar estos posibles éxitos, en mimar estas series que al principio son más bien minoritarias, pero cuya buena recepción entre los críticos puede despertar la curiosidad entre un público algo más amplio, parece ser cada vez más escasa entre los responsables de las networks. Durante la última gira de la TCA, Jennifer Salke, una de las ejecutivas de NBC, afirmó ante los periodistas que "con audiencias que se deterioran, la tolerancia con una serie en dificultades es más corta de lo que era antes. Así que es frustrante para todos nosotros que no puedas tomarte el tiempo en cuidar una serie y aumentar su audiencia como nos gustaría hacer". ¿Pero realmente funciona la táctica de cancelar todo lo que se quede a medias entre la cancelación segura y la renovación automática? "Parenthood" es un ejemplo en la misma NBC de que la paciencia con una serie siempre "en la burbuja" puede dar frutos, pues ha terminado siendo una de las series que mejor les funciona en audiencias, y no hay más que recordar el caso de CBS con "Moonlight", una serie de vampiros que se adelantó un año a la moda de los "chupasangres" de "True Blood" y "Crepúsculo", y que la cadena canceló a pesar de que sus audiencias los viernes no eran del todo malas. Si la hubieran aguantado un año más, quizás habrían tenido un éxito mayor entre manos.
Música de la semana: La tercera temporada de "American Horror Story", apodada "Coven", ya está empezando a bombardear con teasers casi todos los días, todos con escaleras y cuerpos femeninos suspendidos sobre ellas, y unos breves versos correspondientes a "House of the Rising Sun", una canción muy popular de la que, tal vez, la versión más conocida sea la que The Animals hicieron a mediados de los 60.
En Slate y en Vulture apuntaban, por ejemplo, la importancia que tenía muchas veces la paciencia de los programadores con las series que igual no se estrenan con grandes cifras, pero que gustan y que podrían ser descubiertas por nuevos espectadores durante sus hiatos. Es algo que ocurre con más frecuencia en el cable, donde algunos de sus títulos ganan audiencia recogiendo a la gente que se pone al día entre temporadas, viendo la serie en DVD o a través de Netflix o la sindicación (que ha sido importante, por ejemplo, para incrementar las audiencias de "Cómo conocí a vuestra madre" en sus últimas entregas). Hace algunos años, las cadenas utilizaban el verano para repetir las temporadas de algunas de sus series, y así lograban que títulos como "Expediente X" fueran creciendo poco a poco. Pero en cuanto el cable comenzó a aprovechar los meses estivales para estrenar sus propias series, esa práctica se fue abandonando en favor de realities más baratos, y la labor de "pescar" nuevos espectadores recayó en los servicios de streaming y en los DVD.
Sin embargo, la paciencia en cultivar estos posibles éxitos, en mimar estas series que al principio son más bien minoritarias, pero cuya buena recepción entre los críticos puede despertar la curiosidad entre un público algo más amplio, parece ser cada vez más escasa entre los responsables de las networks. Durante la última gira de la TCA, Jennifer Salke, una de las ejecutivas de NBC, afirmó ante los periodistas que "con audiencias que se deterioran, la tolerancia con una serie en dificultades es más corta de lo que era antes. Así que es frustrante para todos nosotros que no puedas tomarte el tiempo en cuidar una serie y aumentar su audiencia como nos gustaría hacer". ¿Pero realmente funciona la táctica de cancelar todo lo que se quede a medias entre la cancelación segura y la renovación automática? "Parenthood" es un ejemplo en la misma NBC de que la paciencia con una serie siempre "en la burbuja" puede dar frutos, pues ha terminado siendo una de las series que mejor les funciona en audiencias, y no hay más que recordar el caso de CBS con "Moonlight", una serie de vampiros que se adelantó un año a la moda de los "chupasangres" de "True Blood" y "Crepúsculo", y que la cadena canceló a pesar de que sus audiencias los viernes no eran del todo malas. Si la hubieran aguantado un año más, quizás habrían tenido un éxito mayor entre manos.
Música de la semana: La tercera temporada de "American Horror Story", apodada "Coven", ya está empezando a bombardear con teasers casi todos los días, todos con escaleras y cuerpos femeninos suspendidos sobre ellas, y unos breves versos correspondientes a "House of the Rising Sun", una canción muy popular de la que, tal vez, la versión más conocida sea la que The Animals hicieron a mediados de los 60.
15 agosto 2013
La escotilla de la cúpula
ALERTA SPOILERS: Si hay alguien que, como yo, tiene curiosidad por ver qué está pasando en Chester's Mill pero aún no ha visto el octavo capítulo de "Under the dome", es mejor que no pase de este punto.
Y, en el séptimo episodio, "Under the dome" abrazó la herencia de "Perdidos" y puso en juego su propia escotilla, otra cúpula en miniatura escondida en el bosque que alberga en su interior la versión en huevo, y en más pequeño, del monolito de "2001, una odisea del espacio". De este modo, la mitología de la cúpula, de sus propósitos y de su explicación pasa al frente de la serie y le da cierto interés, o al menos, una excusa para que pueda picarnos la curiosidad por ver adónde va todo esto a parar. Al mismo tiempo, lo que parecía un pueblecito relativamente feliz termina por descoserse con la disputa entre Big Jim y Ollie por el agua y el propano, una disputa más de película del Oeste y de villanos que quieren beneficiarse de la situación.
Es todo muy de manual, y sin que los personajes hayan terminado de funcionar del todo bien, pero el misterio de la cúpula ofrece algo a lo que agarrarse. Y le da otro propósito a gente como Julia, que estaba quedándose demasiado parada una vez que se le ha pasado la preocupación por su marido (y ha decidido que Barbie es más guapo). También están rehabilitando un poco a Angie, cuya subtrama encerrada en el refugio de Junior era de lo más irritante de los primeros episodios, y que de repente entra de lleno en todo el lado mitológico (tanto plano de su tatuaje de la mariposa y de las mariposas monarcas cerca de la cúpula no podía ser casual). No es que sea lo más interesante que se pasea por Chester's Mill, pero cualquier evolución de sus habitantes es bienvenida, aunque implique una profecía que sabemos que luego no será para tanto.
Es lo que pasa con estas historias con mitologías basadas en incógnitas que parecen enrevesadas y casi omnipotentes; la presentación del misterio puede ser atrayente y entretenido, pero la resolución, inevitablemente, se siente como si fuera un bajonazo. Es muy pronto para saber si "Under the dome" va a poder aguantar su arco serializado de fondo, y si sus personajes serán suficiente para que haya algo más de cierto interés en la serie aparte de su mitología, pero haber introducido su propia escotilla ha sido un acierto. Y el séptimo capítulo, con esa muerte predicha por una aparición, ha sido el más interesante hasta ahora. Eso sí, hay que ser muy consciente que estamos viendo algo que bien podría haberse emitido en los 90, y que las sutilezas sociales y éticas no son lo suyo. Pero si te pica la curiosidad por averiguar los poderes de ese misterioso huevo, puedes encontrar razones para entretenerte.
P.D. podcastero: "Yo disparé a JR" vuelve brevemente con un especial veraniego en el que repasamos algunas de las series que se han visto en estas semanas, como éstas:
- 0’: "Orange is the new black"
- 23’: "The Bridge"
- 35’: "Under the Dome" (spoilers hasta el 1x07)
- 48’: "The Newsroom"
- 62’: "The Killing" (spoilers de la tercera temporada)
Y, en el séptimo episodio, "Under the dome" abrazó la herencia de "Perdidos" y puso en juego su propia escotilla, otra cúpula en miniatura escondida en el bosque que alberga en su interior la versión en huevo, y en más pequeño, del monolito de "2001, una odisea del espacio". De este modo, la mitología de la cúpula, de sus propósitos y de su explicación pasa al frente de la serie y le da cierto interés, o al menos, una excusa para que pueda picarnos la curiosidad por ver adónde va todo esto a parar. Al mismo tiempo, lo que parecía un pueblecito relativamente feliz termina por descoserse con la disputa entre Big Jim y Ollie por el agua y el propano, una disputa más de película del Oeste y de villanos que quieren beneficiarse de la situación.
Es todo muy de manual, y sin que los personajes hayan terminado de funcionar del todo bien, pero el misterio de la cúpula ofrece algo a lo que agarrarse. Y le da otro propósito a gente como Julia, que estaba quedándose demasiado parada una vez que se le ha pasado la preocupación por su marido (y ha decidido que Barbie es más guapo). También están rehabilitando un poco a Angie, cuya subtrama encerrada en el refugio de Junior era de lo más irritante de los primeros episodios, y que de repente entra de lleno en todo el lado mitológico (tanto plano de su tatuaje de la mariposa y de las mariposas monarcas cerca de la cúpula no podía ser casual). No es que sea lo más interesante que se pasea por Chester's Mill, pero cualquier evolución de sus habitantes es bienvenida, aunque implique una profecía que sabemos que luego no será para tanto.
Es lo que pasa con estas historias con mitologías basadas en incógnitas que parecen enrevesadas y casi omnipotentes; la presentación del misterio puede ser atrayente y entretenido, pero la resolución, inevitablemente, se siente como si fuera un bajonazo. Es muy pronto para saber si "Under the dome" va a poder aguantar su arco serializado de fondo, y si sus personajes serán suficiente para que haya algo más de cierto interés en la serie aparte de su mitología, pero haber introducido su propia escotilla ha sido un acierto. Y el séptimo capítulo, con esa muerte predicha por una aparición, ha sido el más interesante hasta ahora. Eso sí, hay que ser muy consciente que estamos viendo algo que bien podría haberse emitido en los 90, y que las sutilezas sociales y éticas no son lo suyo. Pero si te pica la curiosidad por averiguar los poderes de ese misterioso huevo, puedes encontrar razones para entretenerte.
P.D. podcastero: "Yo disparé a JR" vuelve brevemente con un especial veraniego en el que repasamos algunas de las series que se han visto en estas semanas, como éstas:
- 0’: "Orange is the new black"
- 23’: "The Bridge"
- 35’: "Under the Dome" (spoilers hasta el 1x07)
- 48’: "The Newsroom"
- 62’: "The Killing" (spoilers de la tercera temporada)
13 agosto 2013
Piper Chapman no es trigo limpio
ALERTA SPOILERS: Ahora que ya he llegado al final de la primera temporada de "Orange is the new black", es momento de comentar algunas cosas, más allá de esa monada que es Little Boo.
El final de la primera temporada de "Orange is the new black" recoge algo que Piper Chapman, su protagonista, le explica a una joven delincuente juvenil en silla de ruedas durante una visita a la cárcel; allí dentro, no hay modo de saber si estás perdiendo tu identidad, y convirtiéndote en otra persona, o si realmente eres quien has sido desde el principio, alguien de la que ya no es posible seguir huyendo con las distracciones de tu vida normal fuera de esas cuatro paredes. Piper siempre ha sido así de narcisista, manipuladora y siempre se ha autoengañado y se ha empeñado en mantenerse en un estado de negación en situaciones que no eran como ella las había imaginado y, como todo el mundo, tiene un punto de ruptura, un punto a partir del que ya no puede soportarlo más. La animadversión del consejero Healy, los engaños con Larry y con Alex y las constantes amenazas de Pennsatucky acaban por hacerla estallar; porque Chapman da mucho más miedo que Tucky, que hace cosas muy chungas pero da la sensación de que le falta algo para dar el paso definitivo. Cuando Chapman actúa, actúa, no habla ni avisa, simplemente, no es capaz de seguir funcionando al modo tradicional de su familia, el de negar todos sus problemas y continuar como si no pasara nada.
Piper toma la iniciativa en dos ocasiones; tras salir de aislamiento, cuando se va directa a enrollarse con Alex en la capilla, y después de la función de Navidad, cuando Tucky está en medio con su cruz de madera afilada en el momento en el que la olla a presión no es capaz de aguantar más. En las dos ocasiones, actúa después de pensar que no iba a poder sobrevivir en la cárcel, cuando tiene que enfrentarse a la verdad de quién es y de su situación y se convierte en alguien imprevisible. Arrinconada contra la pared, puede ser más peligrosa la rubia con cara de mosquita muerta que la yonqui cristiana renacida que no hace más que hablar y hablar. Y ese estallido de Chapman cierra una primera temporada en la que su personaje se ha encuadrado en esa línea de protagonistas femeninos más complejos de lo habitual en estos casos, más en la línea de la Hanna Horvath de "Girls", o hasta de la Nancy Botwin de "Weeds", la primera serie que creó Jenji Kohan. Son personajes que pueden ser egoístas, divertidos, patéticos, ingeniosos, sexys y mezquinos, todo al mismo tiempo, y eso los convierte en polarizantes entre la audiencia, y mucho más interesantes de ver.
Lo que más destaca de "Orange is the new black" es precisamente eso, sus personajes, pues todos son tratados del mismo modo que Piper, de todos nos muestran varias facetas, procuran que las entendamos sin juzgar sus comportamientos. Hasta Tucky, que podría ser la más caricaturesca de todas, que parece salida de los calabozos de la oficina de los marshals en "Justified", tiene algunos detalles que le confieren otra dimensión, especialmente cuando acaba internada en psiquiatría por esa elaborada trama urdida por Alex (y que resulta muy divertida de ver, la verdad). Todos tienen algo que las hace destacar, ya sea la amistad entre Poussey y Taystee, el estoicismo de Mrs. Claudette, la socarronería de Nicky o el carisma de Alex, que en teoría debería ser la "mala" (porque ella delató a Piper ante el FBI y forzó su entrada en prisión) y acaba mostrando tanto múltiples lados suyos como de Chapman, con la que mantiene una relación compleja pero interesante. No resulta nada raro ver por qué Piper se sentía atraída por Alex inicialmente, y por qué no puede dejar de sentir algo por ella a pesar de estar a punto de casarse con Larry, que es más el chico bueno y estable, aunque más sosillo. Justo pensar que ha perdido también a Larry hace saltar la espita finalmente en Piper, del mismo modo que Claudette ataca a la guardia cuando ya sabe que tardará años en salir de la cárcel, y que no debería haberse permitido albergar ninguna esperanza. En el momento en el que estas mujeres se sienten solas y sin nada que perder, es cuando son capaces de cualquier cosa.
Podríamos estar hablando horas y horas sobre todas las reclusas de Litchfield, como las relaciones entre Sophia Burset y la hermana Ingalls (que me parece un nombre genial para una monja) o entre Yoga Jones y la estrella del atletismo de instituto, pero ya tendremos tiempo de hacerlo en la larga espera hasta que Netflix cuelgue la segunda temporada. Desde luego, "Orange is the new black" ha terminado ganando por la mano a "House of Cards", el gran estreno de la plataforma, porque es menos autoconsciente de que debe lograr un estatus de "serie de calidad", es menos cerebral y calculadora y logra construir personajes a los que es más entretenido seguir episodio a episodio. Al tener menos aspiraciones (y llegar con menos expectativas), acaba funcionando mejor incluso en el potencial de visionado en maratón. Frank Underwood se esfuerza mucho por ser intrigante e interesante, algo que Alex Vause logra simplemente subiéndose las gafas, lo que no le quita méritos a "House of Cards", pero inclina un poco más la balanza a favor de "Orange is the new black".
P.D.: Decía Alx el otro día por Twitter que había sido una temporada bastante destacada para la presencia de lesbianas en televisión, y no le falta razón. Estaba la viuda cabreada de "Go on", varias de las reclusas de "Orange is the new black", una de las patrulleras de "The Fall", una paramédica de "Chicago Fire", la pareja de lesbianas con su hija adolescente en "Under the dome", Cosima en "Orphan Black", una de las protagonistas de "Dates" y una reportera en "The Bridge".
El final de la primera temporada de "Orange is the new black" recoge algo que Piper Chapman, su protagonista, le explica a una joven delincuente juvenil en silla de ruedas durante una visita a la cárcel; allí dentro, no hay modo de saber si estás perdiendo tu identidad, y convirtiéndote en otra persona, o si realmente eres quien has sido desde el principio, alguien de la que ya no es posible seguir huyendo con las distracciones de tu vida normal fuera de esas cuatro paredes. Piper siempre ha sido así de narcisista, manipuladora y siempre se ha autoengañado y se ha empeñado en mantenerse en un estado de negación en situaciones que no eran como ella las había imaginado y, como todo el mundo, tiene un punto de ruptura, un punto a partir del que ya no puede soportarlo más. La animadversión del consejero Healy, los engaños con Larry y con Alex y las constantes amenazas de Pennsatucky acaban por hacerla estallar; porque Chapman da mucho más miedo que Tucky, que hace cosas muy chungas pero da la sensación de que le falta algo para dar el paso definitivo. Cuando Chapman actúa, actúa, no habla ni avisa, simplemente, no es capaz de seguir funcionando al modo tradicional de su familia, el de negar todos sus problemas y continuar como si no pasara nada.
Piper toma la iniciativa en dos ocasiones; tras salir de aislamiento, cuando se va directa a enrollarse con Alex en la capilla, y después de la función de Navidad, cuando Tucky está en medio con su cruz de madera afilada en el momento en el que la olla a presión no es capaz de aguantar más. En las dos ocasiones, actúa después de pensar que no iba a poder sobrevivir en la cárcel, cuando tiene que enfrentarse a la verdad de quién es y de su situación y se convierte en alguien imprevisible. Arrinconada contra la pared, puede ser más peligrosa la rubia con cara de mosquita muerta que la yonqui cristiana renacida que no hace más que hablar y hablar. Y ese estallido de Chapman cierra una primera temporada en la que su personaje se ha encuadrado en esa línea de protagonistas femeninos más complejos de lo habitual en estos casos, más en la línea de la Hanna Horvath de "Girls", o hasta de la Nancy Botwin de "Weeds", la primera serie que creó Jenji Kohan. Son personajes que pueden ser egoístas, divertidos, patéticos, ingeniosos, sexys y mezquinos, todo al mismo tiempo, y eso los convierte en polarizantes entre la audiencia, y mucho más interesantes de ver.
Lo que más destaca de "Orange is the new black" es precisamente eso, sus personajes, pues todos son tratados del mismo modo que Piper, de todos nos muestran varias facetas, procuran que las entendamos sin juzgar sus comportamientos. Hasta Tucky, que podría ser la más caricaturesca de todas, que parece salida de los calabozos de la oficina de los marshals en "Justified", tiene algunos detalles que le confieren otra dimensión, especialmente cuando acaba internada en psiquiatría por esa elaborada trama urdida por Alex (y que resulta muy divertida de ver, la verdad). Todos tienen algo que las hace destacar, ya sea la amistad entre Poussey y Taystee, el estoicismo de Mrs. Claudette, la socarronería de Nicky o el carisma de Alex, que en teoría debería ser la "mala" (porque ella delató a Piper ante el FBI y forzó su entrada en prisión) y acaba mostrando tanto múltiples lados suyos como de Chapman, con la que mantiene una relación compleja pero interesante. No resulta nada raro ver por qué Piper se sentía atraída por Alex inicialmente, y por qué no puede dejar de sentir algo por ella a pesar de estar a punto de casarse con Larry, que es más el chico bueno y estable, aunque más sosillo. Justo pensar que ha perdido también a Larry hace saltar la espita finalmente en Piper, del mismo modo que Claudette ataca a la guardia cuando ya sabe que tardará años en salir de la cárcel, y que no debería haberse permitido albergar ninguna esperanza. En el momento en el que estas mujeres se sienten solas y sin nada que perder, es cuando son capaces de cualquier cosa.
Podríamos estar hablando horas y horas sobre todas las reclusas de Litchfield, como las relaciones entre Sophia Burset y la hermana Ingalls (que me parece un nombre genial para una monja) o entre Yoga Jones y la estrella del atletismo de instituto, pero ya tendremos tiempo de hacerlo en la larga espera hasta que Netflix cuelgue la segunda temporada. Desde luego, "Orange is the new black" ha terminado ganando por la mano a "House of Cards", el gran estreno de la plataforma, porque es menos autoconsciente de que debe lograr un estatus de "serie de calidad", es menos cerebral y calculadora y logra construir personajes a los que es más entretenido seguir episodio a episodio. Al tener menos aspiraciones (y llegar con menos expectativas), acaba funcionando mejor incluso en el potencial de visionado en maratón. Frank Underwood se esfuerza mucho por ser intrigante e interesante, algo que Alex Vause logra simplemente subiéndose las gafas, lo que no le quita méritos a "House of Cards", pero inclina un poco más la balanza a favor de "Orange is the new black".
P.D.: Decía Alx el otro día por Twitter que había sido una temporada bastante destacada para la presencia de lesbianas en televisión, y no le falta razón. Estaba la viuda cabreada de "Go on", varias de las reclusas de "Orange is the new black", una de las patrulleras de "The Fall", una paramédica de "Chicago Fire", la pareja de lesbianas con su hija adolescente en "Under the dome", Cosima en "Orphan Black", una de las protagonistas de "Dates" y una reportera en "The Bridge".
12 agosto 2013
"Spoilerófobos" unidos
"Unfollow a quien spoilee "Juego de tronos"". "Nada de spoilers de "Homeland" o mato a alguien". "Como contéis algo de "Survivor", os mando unos sicarios". En el último año, o así, se ha vuelto mucho más común leer algunas de estas advertencias por Twitter al día siguiente de que se emitiera cualquiera de las series más comentadas por las redes sociales. Los que no podían ver el episodio enseguida se dedicaban a amenazar a aquellos que ya lo habían hecho y que podían estar tentados de comentar algo sobre él, para que no les desvelaran casi ni si había sido bueno o malo. En las últimas semanas, entre el final de "Dexter" y la vuelta de "Breaking Bad" con sus capítulos finales, la fobia hacia los spoilers ha alcanzado unos niveles casi de histeria colectiva, similares a los que había el lunes después de que HBO emitiera "The rains of Castamere", el ya célebre capítulo 3x09 de "Juego de tronos", unos niveles que vuelven a traer a colación esa vieja discusiçon sobre qué hacer con los spoilers.
Ya no hablamos de qué puede considerarse spoiler y qué no, una definición que depende de región geográfica y fecha de emisión del episodio (eso de quejarse de spoilers en los vídeos recopilatorios de los Emmy siempre me ha parecido absurdo). Nos referimos más bien a las actitudes alrededor de estos destripes, en las que quienes no quieren ser spoileados suponen que los que lo hacen están movidos sólo por el impulso de fastidiar al personal, y los que quieren comentar algo de lo que les ha parecido el capítulo se indignan porque les coartan esa posibilidad. Twitter acaba convertido en un campo de minas y quejas varias, y casi se pierde parte de la diversión de utilizar esta red social para ver series. Pero aquí estamos como con todo (que diría Jesulín); el sentido común es el que debería imperar en todo esto, porque, evidentemente, no hay un juego de normas que te diga cómo operar en estos casos de información tan sensible.
En el mes que casi ha transcurrido desde que Netflix colgó "Orange is the new black", por ejemplo, ha sido una de las series más comentadas por Twitter (especialmente en lo concerniente al "Team Alex" contra el "Team Larry"), pero a pesar de que se ha hablado de qué episodios habían gustado más o qué personajes dejaban una impresión más duradera, no se contaron, en general, aspectos específicos de la trama. Con la famosa Boda Roja de "Juego de tronos", los lectores de los libros dieron (dimos) mucho la lata con que el episodio nueve de esa tercera temporada iba a ser especial, pero no llegamos a describir con pelos y señales lo que pasaba (aunque aquí sí hubo algunos destripes un poco gratuitos en los comentarios de las entradas que hablaban sobre este asunto). Es cierto que decir que un episodio ha sido muy bueno, o que ha tenido un impactante final, puede considerarse spoiler, pero ya estamos entrando entonces en un terreno casi patológico, en el que prácticamente no podrías recomendarle nada a nadie porque sólo con decirle que "Friday Night Lights" está muy bien y no va en realidad de un equipo de fútbol americano de instituto estarías destripando algo.
Aurea mediocritas, que decían los romanos, y que es algo que se ha perdido por completo con las opiniones inmediatas a través de las redes sociales. Las cosas son obras maestras o basuras infectas, sin término medio, y quienes no quieren saber nada sobre los nuevos capítulos de "Breaking Bad", por ejemplo, casi que les confiscarían los ordenadores a los que ya los han visto. Más de una vez hemos comentado que, en esto de los spoilers, todo queda supeditado a nuestra responsabilidad personal; si somos malas personas y queremos destripar el final de la segunda temporada de "Homeland", o si somos demasiado sensibles y no queremos saber ni el título del final definitivo de "Mad Men". Uno puede seguir ciertas directrices para no "comerse" spoilers innecesarios, como no entrar en determinados blogs y páginas de Facebook americanos la mañana siguiente del cierre de la octava temporada de "Cómo conocí a vuestra madre", o filtrar determinadas palabras en Twitter o sí, dejar de seguir a los usuarios que, igual sin darse cuenta, más destripan en sus TL. No hace falta convertirse en un mártir de los spoilers, y tampoco hace falta ir contando a diestro y siniestro si Walter White morirá o no.
Música de la semana: Ya que hemos citado "Orange is the new black", vamos a quedarnos con una de las canciones que cierran sus episodios, como "Walking backwards", del grupo de Nashville, Leagues.
Ya no hablamos de qué puede considerarse spoiler y qué no, una definición que depende de región geográfica y fecha de emisión del episodio (eso de quejarse de spoilers en los vídeos recopilatorios de los Emmy siempre me ha parecido absurdo). Nos referimos más bien a las actitudes alrededor de estos destripes, en las que quienes no quieren ser spoileados suponen que los que lo hacen están movidos sólo por el impulso de fastidiar al personal, y los que quieren comentar algo de lo que les ha parecido el capítulo se indignan porque les coartan esa posibilidad. Twitter acaba convertido en un campo de minas y quejas varias, y casi se pierde parte de la diversión de utilizar esta red social para ver series. Pero aquí estamos como con todo (que diría Jesulín); el sentido común es el que debería imperar en todo esto, porque, evidentemente, no hay un juego de normas que te diga cómo operar en estos casos de información tan sensible.
En el mes que casi ha transcurrido desde que Netflix colgó "Orange is the new black", por ejemplo, ha sido una de las series más comentadas por Twitter (especialmente en lo concerniente al "Team Alex" contra el "Team Larry"), pero a pesar de que se ha hablado de qué episodios habían gustado más o qué personajes dejaban una impresión más duradera, no se contaron, en general, aspectos específicos de la trama. Con la famosa Boda Roja de "Juego de tronos", los lectores de los libros dieron (dimos) mucho la lata con que el episodio nueve de esa tercera temporada iba a ser especial, pero no llegamos a describir con pelos y señales lo que pasaba (aunque aquí sí hubo algunos destripes un poco gratuitos en los comentarios de las entradas que hablaban sobre este asunto). Es cierto que decir que un episodio ha sido muy bueno, o que ha tenido un impactante final, puede considerarse spoiler, pero ya estamos entrando entonces en un terreno casi patológico, en el que prácticamente no podrías recomendarle nada a nadie porque sólo con decirle que "Friday Night Lights" está muy bien y no va en realidad de un equipo de fútbol americano de instituto estarías destripando algo.
Aurea mediocritas, que decían los romanos, y que es algo que se ha perdido por completo con las opiniones inmediatas a través de las redes sociales. Las cosas son obras maestras o basuras infectas, sin término medio, y quienes no quieren saber nada sobre los nuevos capítulos de "Breaking Bad", por ejemplo, casi que les confiscarían los ordenadores a los que ya los han visto. Más de una vez hemos comentado que, en esto de los spoilers, todo queda supeditado a nuestra responsabilidad personal; si somos malas personas y queremos destripar el final de la segunda temporada de "Homeland", o si somos demasiado sensibles y no queremos saber ni el título del final definitivo de "Mad Men". Uno puede seguir ciertas directrices para no "comerse" spoilers innecesarios, como no entrar en determinados blogs y páginas de Facebook americanos la mañana siguiente del cierre de la octava temporada de "Cómo conocí a vuestra madre", o filtrar determinadas palabras en Twitter o sí, dejar de seguir a los usuarios que, igual sin darse cuenta, más destripan en sus TL. No hace falta convertirse en un mártir de los spoilers, y tampoco hace falta ir contando a diestro y siniestro si Walter White morirá o no.
Música de la semana: Ya que hemos citado "Orange is the new black", vamos a quedarnos con una de las canciones que cierran sus episodios, como "Walking backwards", del grupo de Nashville, Leagues.
09 agosto 2013
Viernes musical (36): "Popular"
La primera serie que Ryan Murphy tuvo en antena fue "Popular", una comedia de instituto co-creada por Gina Matthews y que The WB emitió entre 1999 y 2001. Seguía a dos chicas, una muy popular y otra no, que se veían forzadas a compartir sus vidas cuando el padre de una y la madre de otra se conocían en un crucero y empezaban a verse, y alrededor de las dos veíamos al resto de los personajes que poblaban el instituto. Teníamos al quarterback que, secretamente, quería participar en el musical de la escuela, a las animadoras bitches y fans de Gwyneth Paltrow, al vecino simpático de una de las protagonistas que es su mejor amigo, a la chica gordita que quiere ser animadora... Y a Mary Cherry, una villana de culebrón tremendamente divertida y alocada, y'all. En "Popular" está el germen de muchasde las cosas que Murphy haría después en "Glee", especialmente en ese humor ácido y, a veces, muy metarreferencial que alcanzó su punto álgido en el final de la primera temporada. Allí, metieron todos los clichés posibles sobre los cierres de temporada y se cachondearon de todos; hubo boda, muertes y hasta un número musical, y cada vez que se veía alguna de esas cosas, en pantalla indicaban claramente que aquello era un "cebo" para buscar más audiencia.
07 agosto 2013
Vancouver, de 2077 a 2012
Estos últimos días, coincidiendo con el final de la segunda temporada de "Continuum", ha habido bastante gente que se preguntaba si debía darle una oportunidad a este título de ciencia ficción del canal canadiense Showcase. The Guardian lo destacaba también al mencionar las tres mejores series de este género que están emitiéndose actualmente en la televisión británica (junto a "Falling Skies" y "Defiance"), y todo esto parece haber picado la curiosidad de quienes echaron un vistazo al piloto el verano pasado y decidieron que no era para ellos, o de quienes ni siquiera vieron los primeros cinco minutos porque, en ese momento, les llamaron más la atención otros estrenos. Pero ya se sabe, como estamos en verano, estamos más dispuestos a concederles una oportunidad a series que al principio no nos atraían, y teniendo en cuenta que "Continuum" tiene, entre sus dos temporadas, 23 capítulos, puede ser otra opción de ésas para hacer maratón, sin necesidad de tirar de las ofertas de Netflix.
Lo primero que hay que saber sobre esta serie es que está creada por Simon Barry, antiguo operador de cámara que antes de esto había escrito el guión de "El arte de la guerra", con Wesley Snipes (y que cuenta un poco el germen de la historia en esta entrevista), y su protagonista es Rachel Nichols, que tuvo uno de sus papeles más conocidos en la última temporada de "Alias", como Rachel Gibson, y que alguno quizás hayáis visto en el remake de "Conan, el bárbaro", en "Mentes criminales", en "G.I. Joe" o pintada de verde en la primera película de "Star Trek" dirigida por J.J. Abrams. Nichols es Kiera Cameron, una agente de policía "robocopizada" del año 2077, que tiene implantado en su cabeza un chip que graba todo lo que ve y que le permite analizar escenas del crimen y detectar si un testigo está mintiendo. Además, lleva un traje que puede hacer absolutamente de todo, desde volverla invisible a crear un escudo deflector contra las balas (y que yo creo que tiene por ahí también conexión a Spotify, Twitter, Gmail, Facebook y Wi-Fi propio).
Kiera es asignada a supervisar la ejecución de un grupo de terroristas que matan a miles de personas en un atentado contra las grandes empresas que controlan en el futuro al gobierno y al mundo, en general, y que han implantado un estado policial. Los terroristas, sin embargo, han trazado un plan que debe hacerlos viajar en el tiempo, hasta 2072, para poder iniciar una revolución que haga caer al gobierno corporativo, pero acaban por error en 2012. Y Kiera viaja con ellos al pasado en lo que parece un accidente, hasta que vamos descubriendo que podría no serlo. Los terroristas quieren poner en marcha su plan para cambiar el futuro, y Kiera quiere volver a casa (e impedir que ese futuro cambie, pues entonces no puede estar segura de que su marido y su hijo vayan a seguir allí), así que ya tenemos las líneas básicas sobre las que se construye "Continuum". Ésta sin embargo, introduce al principio un elemento procedimental, ya que Kiera empieza a trabajar con la policía de Vancouver en la búsqueda de Liber8 (que es el nombre del grupo terrorista), y tarda bastante en deshacerse de él (los casos de la semana son, en la primera temporada, lo más flojo de la serie).
Sin embargo, si "Continuum" merece la pena por algo, es por esa idea que está siempre flotando sobre ella, la idea de que los terroristas pueden ser los "buenos" y Kiera puede estar trabajando para los "malos", y todo lo relacionado con el futuro logra casi siempre historias entretenidas. La agente Cameron va humanizándose poco a poco, pero nunca pierde ese lado casi de superheroína que aportan los "poderes" que le confieren tanto su chip como su traje, y es un personaje lo suficientemente interesante para ocupar el centro de la serie. No obstante, el adolescente con el que entra en contacto nada más llegar a 2012 también va adquiriendo importancia progresivamente, y hasta bien puede acabar siendo el gran protagonista de toda la historia. "Continuum" es ciencia ficción entretenida y que ha ampliado mucho su mundo de la primera a la segunda temporada, pero que tarda un poco en echar a rodar y en encontrar su ritmo.
P.D.: Agosto es sinónimo de vacaciones en este rincón bloguero, así que, en las próximas semanas, quizás haya un ritmo de actualización bastante más relajado. De todos modos, recientemente he tenido otras participaciones por ahí que a lo mejor os pueden interesar, como un comentario en La Script, de la SER, sobre los estrenos del verano en Estados Unidos, y una charla en Adictos al Espectáculo sobre lo más destacado de la última Comic-Con. Y, si queréis, también podéis escuchar los programas anteriores de Yo disparé a JR, ese podcast con Crítico en Serie que va a volver muy pronto de su hiato veraniego.
Lo primero que hay que saber sobre esta serie es que está creada por Simon Barry, antiguo operador de cámara que antes de esto había escrito el guión de "El arte de la guerra", con Wesley Snipes (y que cuenta un poco el germen de la historia en esta entrevista), y su protagonista es Rachel Nichols, que tuvo uno de sus papeles más conocidos en la última temporada de "Alias", como Rachel Gibson, y que alguno quizás hayáis visto en el remake de "Conan, el bárbaro", en "Mentes criminales", en "G.I. Joe" o pintada de verde en la primera película de "Star Trek" dirigida por J.J. Abrams. Nichols es Kiera Cameron, una agente de policía "robocopizada" del año 2077, que tiene implantado en su cabeza un chip que graba todo lo que ve y que le permite analizar escenas del crimen y detectar si un testigo está mintiendo. Además, lleva un traje que puede hacer absolutamente de todo, desde volverla invisible a crear un escudo deflector contra las balas (y que yo creo que tiene por ahí también conexión a Spotify, Twitter, Gmail, Facebook y Wi-Fi propio).
Kiera es asignada a supervisar la ejecución de un grupo de terroristas que matan a miles de personas en un atentado contra las grandes empresas que controlan en el futuro al gobierno y al mundo, en general, y que han implantado un estado policial. Los terroristas, sin embargo, han trazado un plan que debe hacerlos viajar en el tiempo, hasta 2072, para poder iniciar una revolución que haga caer al gobierno corporativo, pero acaban por error en 2012. Y Kiera viaja con ellos al pasado en lo que parece un accidente, hasta que vamos descubriendo que podría no serlo. Los terroristas quieren poner en marcha su plan para cambiar el futuro, y Kiera quiere volver a casa (e impedir que ese futuro cambie, pues entonces no puede estar segura de que su marido y su hijo vayan a seguir allí), así que ya tenemos las líneas básicas sobre las que se construye "Continuum". Ésta sin embargo, introduce al principio un elemento procedimental, ya que Kiera empieza a trabajar con la policía de Vancouver en la búsqueda de Liber8 (que es el nombre del grupo terrorista), y tarda bastante en deshacerse de él (los casos de la semana son, en la primera temporada, lo más flojo de la serie).
Sin embargo, si "Continuum" merece la pena por algo, es por esa idea que está siempre flotando sobre ella, la idea de que los terroristas pueden ser los "buenos" y Kiera puede estar trabajando para los "malos", y todo lo relacionado con el futuro logra casi siempre historias entretenidas. La agente Cameron va humanizándose poco a poco, pero nunca pierde ese lado casi de superheroína que aportan los "poderes" que le confieren tanto su chip como su traje, y es un personaje lo suficientemente interesante para ocupar el centro de la serie. No obstante, el adolescente con el que entra en contacto nada más llegar a 2012 también va adquiriendo importancia progresivamente, y hasta bien puede acabar siendo el gran protagonista de toda la historia. "Continuum" es ciencia ficción entretenida y que ha ampliado mucho su mundo de la primera a la segunda temporada, pero que tarda un poco en echar a rodar y en encontrar su ritmo.
P.D.: Agosto es sinónimo de vacaciones en este rincón bloguero, así que, en las próximas semanas, quizás haya un ritmo de actualización bastante más relajado. De todos modos, recientemente he tenido otras participaciones por ahí que a lo mejor os pueden interesar, como un comentario en La Script, de la SER, sobre los estrenos del verano en Estados Unidos, y una charla en Adictos al Espectáculo sobre lo más destacado de la última Comic-Con. Y, si queréis, también podéis escuchar los programas anteriores de Yo disparé a JR, ese podcast con Crítico en Serie que va a volver muy pronto de su hiato veraniego.
06 agosto 2013
La oscura noche de Sarah Linden
ALERTA SPOILERS: Como parece que unos cuantos habéis seguido con la tercera temporada de "The Killing", he de avisaros que, si no habéis visto su final, es preferible que no sigáis leyendo.
Es curioso que "The Killing" haya decidido terminar su tercera temporada recordando a la primera de "Forbrydelsen" justo en el año en el que se despega por completo de su sombra. Presentar un nuevo caso que no adapte la serie danesa ha resultado ser toda una bendición para la serie, que ses ha redimido un poco ante los ojos de los críticos estadounidenses, aunque en audiencia no haya mejorado con respecto a su segunda temporada, y si en la resolución de la investigación de ese asesino en serie podemos tener algunas reservas, no las hay en el retrato que ha hecho de todos sus personajes. Sólo por esa breve y simpática conversación de Linden y Holder en el coche, cuando creen que tienen al culpable y que van a empezar en un caso nuevo, merece la pena todo lo que pasa en el doble final de temporada (y ejemplifica que la dinámica entre Mireille Enos y Stephen Holder ha sido siempre el principal punto fuerte de la serie), un final que vuelve a centrarse en los demonios de Linden y en el modo en el que su pasado vuelve para torturarla.
Que Skinner, su jefe, ex compañero y ocasional amante, termine siendo el asesino es una revelación que busca, precisamente, llevarla al extremo, a su punto de ruptura. ¿Cuánto más puede soportar Linden después de no haber sido capaz de salvar a Ray Seward, que es ejecutado a pesar de no haber matado a su mujer, después de ver que, por mucho que lo intente, le es imposible dejar un trabajo que la va carcomiendo poco a poco? La solución a lo "Seven" empieza a intuirse desde el mismo momento en el que Linden apunta a Skinner con la pistola en el coche (de hecho, yo llegué a pensar que le pegaría un tiro mucho antes de que llegaran a la casa del lago), y aunque no está mal resuelta, es cierto que pierde parte de fuerza porque sus referentes están meridianamente claros, y porque "The Killing" había entregado antes tres o cuatro capítulos mucho más efectivos y realmente notables.
El más destacado es el díptico que forman "Reckoning" y "Six minutes", en el que vemos las consecuencias emocionales de la muerte de Bullet y la ejecución de Ray, y en el que las dos temporadas previas de relación entre Linden y Holder tienen un punto culminante en el intento de beso de Holder y, después, las bromas que él hace con eso para intentar animarla a ella. La serie no le da mayor importancia, pero son detalles que muestran justo ese mejor manejo de los personajes que ha tenido la tercera temporada, que ha mantenido la atmósfera deprimente y oscura de sus inicios. AMC no se ha pronunciado sobre si"The Killing" continuará con esta inesperada segunda vida o si su resurrección será flor de un día, y a lo mejor prefieren esperar a que Netflix la suba a su servicio de streaming antes de decidir nada, ya que el acuerdo con la plataforma online tuvo buena parte de culpa de que hayamos visto algo más de las vidas de Holder y Linden. Si hay cuarta temporada, desde luego que será interesante ver dónde van la serie y sus protagonistas desde aquí, porque sí parece que, como decía Nietzsche, de tanto luchar contra monstruos, Linden bien puede haberse convertido en uno.
05 agosto 2013
Una oportunidad para 'The Hour'
El anuncio de la BBC de que Peter Capaldi va a ser el 12º Doctor, sucediendo a Matt Smith cuando éste abandone "Doctor Who" tras el especial de Navidad, ha llevado a que su sucedan los artículos explicando quién es este actor escocés de 55 años, famoso en el Reino Unido por interpretar a Malcolm Tucker, el maleducado y expeditivo asesor gubernamental de "The thick of it". Sin embargo, de todos los trabajos que podríamos recomendar de él, no está mal recordar uno de los más recientes, su participación como el nuevo jefe de Bel Rowley en la segunda, y última, temporada de "The Hour". Esta serie de BBC puede, además, ser una opción más que viable para ver en verano, pues en total sólo tiene doce episodios, y puede ser interesante verla al mismo tiempo que HBO está en plena emisión de la segunda entrega de "The newsroom".
"The Hour" nos lleva a finales de los años 50, a una BBC totalmente anquilosada en un modelo caduco y complaciente de dar las noticias, y sitúa en su centro a tres personas a las que se les encarga poner en marcha un informativo semanal que sacuda un poco a la institución. La productora Bel Rowley (Romola Garai), el reportero Freddie Lyon (Ben Wishaw) y el presentador Hector Madden (Dominic West) se ven en la tesitura de montar un programa moderno, que dé respuesta a las inquietudes de la sociedad británica de la época, resistiendo al mismo tiempo las presiones para no incomodar al Gobierno y para no salirse de la línea tradicional de la cadena. Todo esto se complica con la crisis del canal de Suez, con una trama de espionaje que salpica indirectamente a Freddie y con la complicada relación personal de los tres; Bel y Freddie son amigos desde hace tiempo, y siempre flota la sensación de que podrían ser algo más, pero Bel y Hector (que está casado) se sienten atraídos el uno por el otro.
Las dos temporadas son bastante independientes entre sí, en el sentido de que la historia principal que investigan los periodistas de "The Hour" en una y otra son diferentes, pero lo que realmente destaca en ambas son sus personajes. Se van revelando y consolidando poco a poco, y es sumamente entretenido ver cómo evoluciona la dinámica entre Bel y Freddie a lo largo de esos doce únicos capítulos. También hay secundarios que van ganando más peso y matices, como Marnie (Oona Chaplin), la mujer de Hector, que de primeras representa el papel de la esposa perfecta de los 50, y como Lix (Anna Chancelor), la reportera experta en temas internacionales, totalmente entregada a su trabajo y que tiene un pasado que ninguno de los dos quiere revelar con Randall Brown, el personaje que interpreta Capaldi en la segunda temporada. Randall y Lix, de hecho, habrían merecido un spin off para ellos solos (y yo ya estoy pidiendo que Chancellor sea la próxima acompañante del Doctor).
"The Hour", creada por Abi Morgan, no es ni de lejos una serie perfecta, sobre todo en lo concerniente a sus misterios para toda la temporada, pero sí cuenta con buenos actores y logra mostrar unas dinámicas entre sus personajes que merecen la pena ver. Tiene menos pretensiones de las que parece a simple vista porque, al final, lo que le interesa es más mostrar qué mueve a Bel, Freddie, Hector y compañía que hacer un comentario social o político, o establecer paralelismos entre aquella época y la actual (aunque sea un lado que no olvidan). Y no, no es la "Mad Men" de la BBC, por mucho que se la comparara con ella antes de su estreno. Morgan ya dijo que se había inspirado más en "Al filo de la noticia".
"The Hour" nos lleva a finales de los años 50, a una BBC totalmente anquilosada en un modelo caduco y complaciente de dar las noticias, y sitúa en su centro a tres personas a las que se les encarga poner en marcha un informativo semanal que sacuda un poco a la institución. La productora Bel Rowley (Romola Garai), el reportero Freddie Lyon (Ben Wishaw) y el presentador Hector Madden (Dominic West) se ven en la tesitura de montar un programa moderno, que dé respuesta a las inquietudes de la sociedad británica de la época, resistiendo al mismo tiempo las presiones para no incomodar al Gobierno y para no salirse de la línea tradicional de la cadena. Todo esto se complica con la crisis del canal de Suez, con una trama de espionaje que salpica indirectamente a Freddie y con la complicada relación personal de los tres; Bel y Freddie son amigos desde hace tiempo, y siempre flota la sensación de que podrían ser algo más, pero Bel y Hector (que está casado) se sienten atraídos el uno por el otro.
Las dos temporadas son bastante independientes entre sí, en el sentido de que la historia principal que investigan los periodistas de "The Hour" en una y otra son diferentes, pero lo que realmente destaca en ambas son sus personajes. Se van revelando y consolidando poco a poco, y es sumamente entretenido ver cómo evoluciona la dinámica entre Bel y Freddie a lo largo de esos doce únicos capítulos. También hay secundarios que van ganando más peso y matices, como Marnie (Oona Chaplin), la mujer de Hector, que de primeras representa el papel de la esposa perfecta de los 50, y como Lix (Anna Chancelor), la reportera experta en temas internacionales, totalmente entregada a su trabajo y que tiene un pasado que ninguno de los dos quiere revelar con Randall Brown, el personaje que interpreta Capaldi en la segunda temporada. Randall y Lix, de hecho, habrían merecido un spin off para ellos solos (y yo ya estoy pidiendo que Chancellor sea la próxima acompañante del Doctor).
"The Hour", creada por Abi Morgan, no es ni de lejos una serie perfecta, sobre todo en lo concerniente a sus misterios para toda la temporada, pero sí cuenta con buenos actores y logra mostrar unas dinámicas entre sus personajes que merecen la pena ver. Tiene menos pretensiones de las que parece a simple vista porque, al final, lo que le interesa es más mostrar qué mueve a Bel, Freddie, Hector y compañía que hacer un comentario social o político, o establecer paralelismos entre aquella época y la actual (aunque sea un lado que no olvidan). Y no, no es la "Mad Men" de la BBC, por mucho que se la comparara con ella antes de su estreno. Morgan ya dijo que se había inspirado más en "Al filo de la noticia".
04 agosto 2013
La Mujer
Las "modernizaciones" y adaptaciones de clásicos muy conocidos a la pequeña pantalla siempre tienen sus problemas. El público conoce las líneas básicas de ese clásico, las características principales de sus personaje principal y cuáles son los retos más importantes a los que se enfrenta, y eso resta parte de su potencial interés a la adaptación. Si ya sé todo lo que puede pasar, porque lo he visto en un montón de variaciones del mismo tema, ¿por qué debería ver esto? Es uno de los problemas más serios a los que se enfrenta cualquier serie o película que se atreva a traer de vuelta a Sherlock Holmes, y las dos series actuales que lo han hecho lo han solucionado de diferente manera. "Sherlock" ha optado por la agilidad, la inventiva y la traslación al Londres moderno de las historias más clásicas de Arthur Conan Doyle, mientras "Elementary", que tiene el formato de un procedimental de CBS, ha optado por la vía de explorar el lado oscuro de sus personajes y, en concreto, por darle un giro distinto a Irene Adler, que para Holmes era la Mujer.
Es curioso que, de hecho, sean los dos únicos personajes femeninos de peso de la serie los que la hagan salirse del molde de "El mentalista". Evidentemente, el papel de Joan Watson es más determinante porque es la co-protagonista y, como tal, se preocupan por darle una historia pasada que le confiera el mismo interés que a Holmes, con sus adicciones, pero lo que la sombra de Irene aporta al final de temporada es curioso porque lleva a "Elementary" por un camino no tanto más oscuro, sino más interesante que el de un mero procedimental. Sí, el truco de "veamos en el pasado de este personaje por qué tiene esos demonios, y veamos sus ganas de venganza" está muy gastado pero, de algún modo, funciona bien aquí. Al igual que con Patrick Jane en "El mentalista" y con Charlie Crews en "Life", la da cierta imprevisibilidad, la sensación de que hay cosas muy oscuras y muy retorcidas en su interior que lo sitúan justo en el límite de convertirse en otro criminal como Red John o como Moriarty. Ese arista de la personalidad de Holmes va apareciendo aquí y allá a lo largo de la temporada, cada vez que se menciona a Irene o tiene que enfrentarse a algún secuaz de Moriarty, y hay menos engaños al público que en "El mentalista", donde acabaron convirtiéndose casi en el único modo de Jane para resolver los casos.
Es un poco complicado hablar sobre Irene Adler y su papel en el desarrollo del personaje de Jonny Lee Miller sin desvelar spoilers, así que lo dejaremos en que aporta un toque más interesante a "Elementary", siguiendo un poco la línea que la serie ya se marcó con Watson. Había críticas que decían que el principal inconveniente que tiene es que sus dos protagonistas se llamen Holmes y Watson, y no les falta razón. Pone determinadas expectativas e ideas preconcebidas sobre ellos que luego la serie no sigue (para bien), y cuando lo hace, suena un poco extraño. Lo que sí han logrado desde el principio es una buena dinámica entre Miller y Lucy Liu, y que verlos resolver casos, interactuar de diferentes maneras y pelear cada uno con las sombras de su pasado sea entretenido de ver. En la segunda temporada parece que veremos algo más del pasado de Watson, ¿pero aportará ese giro diferente que dio Irene Adler?
Música de la semana: Parecía extraño que en "Under the dome" no utilizaran ninguna canción sobre "el fin del mundo", pero al final decidieron elegir una de las más clásicas, "The end of the world", de Skeeter Davis,en el quinto episodio.
Es curioso que, de hecho, sean los dos únicos personajes femeninos de peso de la serie los que la hagan salirse del molde de "El mentalista". Evidentemente, el papel de Joan Watson es más determinante porque es la co-protagonista y, como tal, se preocupan por darle una historia pasada que le confiera el mismo interés que a Holmes, con sus adicciones, pero lo que la sombra de Irene aporta al final de temporada es curioso porque lleva a "Elementary" por un camino no tanto más oscuro, sino más interesante que el de un mero procedimental. Sí, el truco de "veamos en el pasado de este personaje por qué tiene esos demonios, y veamos sus ganas de venganza" está muy gastado pero, de algún modo, funciona bien aquí. Al igual que con Patrick Jane en "El mentalista" y con Charlie Crews en "Life", la da cierta imprevisibilidad, la sensación de que hay cosas muy oscuras y muy retorcidas en su interior que lo sitúan justo en el límite de convertirse en otro criminal como Red John o como Moriarty. Ese arista de la personalidad de Holmes va apareciendo aquí y allá a lo largo de la temporada, cada vez que se menciona a Irene o tiene que enfrentarse a algún secuaz de Moriarty, y hay menos engaños al público que en "El mentalista", donde acabaron convirtiéndose casi en el único modo de Jane para resolver los casos.
Es un poco complicado hablar sobre Irene Adler y su papel en el desarrollo del personaje de Jonny Lee Miller sin desvelar spoilers, así que lo dejaremos en que aporta un toque más interesante a "Elementary", siguiendo un poco la línea que la serie ya se marcó con Watson. Había críticas que decían que el principal inconveniente que tiene es que sus dos protagonistas se llamen Holmes y Watson, y no les falta razón. Pone determinadas expectativas e ideas preconcebidas sobre ellos que luego la serie no sigue (para bien), y cuando lo hace, suena un poco extraño. Lo que sí han logrado desde el principio es una buena dinámica entre Miller y Lucy Liu, y que verlos resolver casos, interactuar de diferentes maneras y pelear cada uno con las sombras de su pasado sea entretenido de ver. En la segunda temporada parece que veremos algo más del pasado de Watson, ¿pero aportará ese giro diferente que dio Irene Adler?
Música de la semana: Parecía extraño que en "Under the dome" no utilizaran ninguna canción sobre "el fin del mundo", pero al final decidieron elegir una de las más clásicas, "The end of the world", de Skeeter Davis,en el quinto episodio.
02 agosto 2013
Viernes musical (35): "Aquellos maravillosos 70"
Entre 1998 y 2006, FOX emitió una sitcom que trasladaba las historias de adolescentes que se hacían adultos y familias que intentaban salir adelante a mediados de los 70, la llenó de jóvenes actores que luego se harían famosos y la tituló "Aquellos maravillosos 70" (o "That '70s show"). Las historias se centraban en Eric Foreman, sus padres y sus amigos en un pueblo sin demasiadas salidas del Medio Oeste, y el pasatiempo favorito de todos era fumar porros en el sótano de Eric. Con la excusa de las drogas, y de que Fez quiere participar en el musical del instituto, pero tiene miedo de que ninguno de sus amigos vaya a verla, se pasa todo el capítulo fantaseando con canciones y números de todo tipo. Por supuesto, todas las canciones que se cantaban (malamente, por cierto) eran grandes éxitos de los 70, incluyendo ese "Happy together" de The Turtles del vídeo de arriba. Repetirían la jugada alguna que otra vez más adelante, con "You're the one that I want" en la sexta temporada, por ejemplo.
01 agosto 2013
Historias de la cárcel
Hasta el momento, la respuesta crítica a las series originales de Netflix ha sido más bien tibia. "House of Cards" gustó, pero el consenso crítico en Estados Unidos es que estaba bien, pero no era una obra maestra, y que quizás se le veían demasiado las pretensiones de arrasar en las nominaciones de los Emmy (como acabó haciendo). "Arrested Development" dejó fría a bastante gente, en este caso presa de las expectativas por ver el regreso de una comedia de culto cancelada en la tercera temporada, y en cuanto a "Hemlock Grove", que se haya hablado poco de ella ya quiere decir algo. Con ese panorama, llegábamos al 11 de julio, fecha de estreno de los 13 primeros capítulos de "Orange is the new black", y nadie esperaba gran cosa de un drama cómico de Jenji Kohan ("Weeds") que adapta a televisión un libro que cuenta el año que su autora, Piper Kerman, pasó en prisión por haber llevado una maleta con dinero de una red de narcotráfico a Europa.
Pero da la casualidad de que ésa ha sido la serie que ha llevado a los críticos a hablar menos del nuevo modelo de negocio de Netflix, y de si pondrá de moda el maratón de capítulos o no, y a dedicar más atención a la calidad del producto. Con "House of Cards", la conversación se dirigía hacia ese ya tan manido tema de cómo está cambiando la experiencia de visionado de las series, tal vez por ser la primera, y con "Orange is the new black" se comentan más los capítulos y si te la has visto en un fin de semana o has tardado algo más de una semana. Estrenarse la última y en pleno verano, sin tener que competir con otros títulos del cable de más renombre, ha beneficiado el boca a boca a su alrededor, haciendo que en su primera semana de disponibilidad en Netflix prácticamente no se hablara de otra serie en Twitter y en los blogs televisivos estadounidenses. El tono elegido por Kohan, más amable de lo que podríamos pensar al juntar las palabras "cárcel", "mujeres" y "dinero del narcotráfico", puede tener seguramente buena parte de culpa de que haya tenido tan buena aceptación, además de que presenta enseguida a personajes que resultan interesantes y entretenidos de ver.
La historia de Piper Chapman es la típica del pez fuera del agua, más todavía cuando su ex novia (que era la que dirigía la red de tráfico de drogas) está en la misma cárcel que ella y Piper se ha esforzado mucho en olvidarla. Hasta está prometida para casarse con su novio, un chico judío llamado Larry. Y aunque Chapman es la típica rubia de clase media que podría ser amiga de Marnie en "Girls" (tiene con su amiga una línea de productos artesanales de baño), sus interacciones en la cárcel buscan más la comedia, y está rodeada de un grupo de personajes a los que la serie mira con cariño. Sí, hay algunas mujeres vengativas y peligrosas, pero se busca mostrar su humanidad, quiénes eran antes de entrar en prisión y qué aspectos las hacen interesantes como personajes. Y las interpreta un grupo de actrices bastante sólido, en el que las caras más conocidas pueden ser, además de Taylor Schilling, Kate Mulgrew (la capitana Janeway de "Star Trek: Voyager", y que parece ser la única más adicta al café que LOrelai Gilmore) y Laura Prepon ("Aquellos maravillosos 70"), que debe tener la voz femenina más grave de todo Hollywood.
"Orange is the new black" estaba renovada para una segunda temporada antes de su estreno, y da la sensación de que Netflix acertó de pleno al hacerlo. Se le puede criticar que no sea más oscura (aunque ya desde el principio dicen que esto no es "Oz"), pero no deja de ser refrescante que opten por la comedia amable y por construir personajes redondos. A ver si va a ser verdad que, como decían los críticos americanos, ésta es la serie buena de Netflix.
Pero da la casualidad de que ésa ha sido la serie que ha llevado a los críticos a hablar menos del nuevo modelo de negocio de Netflix, y de si pondrá de moda el maratón de capítulos o no, y a dedicar más atención a la calidad del producto. Con "House of Cards", la conversación se dirigía hacia ese ya tan manido tema de cómo está cambiando la experiencia de visionado de las series, tal vez por ser la primera, y con "Orange is the new black" se comentan más los capítulos y si te la has visto en un fin de semana o has tardado algo más de una semana. Estrenarse la última y en pleno verano, sin tener que competir con otros títulos del cable de más renombre, ha beneficiado el boca a boca a su alrededor, haciendo que en su primera semana de disponibilidad en Netflix prácticamente no se hablara de otra serie en Twitter y en los blogs televisivos estadounidenses. El tono elegido por Kohan, más amable de lo que podríamos pensar al juntar las palabras "cárcel", "mujeres" y "dinero del narcotráfico", puede tener seguramente buena parte de culpa de que haya tenido tan buena aceptación, además de que presenta enseguida a personajes que resultan interesantes y entretenidos de ver.
La historia de Piper Chapman es la típica del pez fuera del agua, más todavía cuando su ex novia (que era la que dirigía la red de tráfico de drogas) está en la misma cárcel que ella y Piper se ha esforzado mucho en olvidarla. Hasta está prometida para casarse con su novio, un chico judío llamado Larry. Y aunque Chapman es la típica rubia de clase media que podría ser amiga de Marnie en "Girls" (tiene con su amiga una línea de productos artesanales de baño), sus interacciones en la cárcel buscan más la comedia, y está rodeada de un grupo de personajes a los que la serie mira con cariño. Sí, hay algunas mujeres vengativas y peligrosas, pero se busca mostrar su humanidad, quiénes eran antes de entrar en prisión y qué aspectos las hacen interesantes como personajes. Y las interpreta un grupo de actrices bastante sólido, en el que las caras más conocidas pueden ser, además de Taylor Schilling, Kate Mulgrew (la capitana Janeway de "Star Trek: Voyager", y que parece ser la única más adicta al café que LOrelai Gilmore) y Laura Prepon ("Aquellos maravillosos 70"), que debe tener la voz femenina más grave de todo Hollywood.
"Orange is the new black" estaba renovada para una segunda temporada antes de su estreno, y da la sensación de que Netflix acertó de pleno al hacerlo. Se le puede criticar que no sea más oscura (aunque ya desde el principio dicen que esto no es "Oz"), pero no deja de ser refrescante que opten por la comedia amable y por construir personajes redondos. A ver si va a ser verdad que, como decían los críticos americanos, ésta es la serie buena de Netflix.
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