ALERTA SPOILERS: Por si sois especialmente sensibles con este tema, hay que avisar que se van a comentar unas pocas cosas de los dos primeros capítulos de la sexta temporada de "The good wife". Pues eso.
Es sumamente de curioso que una serie de network (de CBS, para más inri) haya necesitado llegar a la sexta temporada para que los críticos estadounidenses decidan que verla es mucho más cool que estar todavía especulando sobre qué pasaba en “The Leftovers”. Ése es el camino que ha seguido “The Good Wife”, cuya explosiva quinta entrega (y que los Emmy la ignoraran entre las nominadas a mejor drama) hizo que la crítica dejara de andarse con paños calientes y reconociera definitivamente que está a la misma altura que los “Mad Men”, “Juego de tronos”, “Breaking Bad” o “Boardwalk Empire” que se mencionan sin descanso cuando llegan los ya clásicos reportajes sobre “la edad de oro de las series” (Tumblr mata un gatito cada vez que se menciona esa frase). No es que estuviera volando bajo el radar hasta ahora, sino que se le añadía siempre la coletilla “de network”, como si estuviera en segunda división, y esa etiqueta se ha abandonado ya. Ahora, nadie se rasga las vestiduras porque un crítico diga que es uno de los mejores dramas en emisión, y nada más.
Eso sí, lo que no puede negarse es que, después del triple mortal sin red que se marcaron el año pasado, Robert y Michelle King se enfrentan a una reválida bastante más complicada que la de ganarse la admiración de los críticos; mantenerla. Deben romper la maldición de Sísifo e impedir que la roca vuelva a caer montaña abajo, y para ello han decidido embarcarse en la mayor serialización que la serie ha visto hasta ahora. Los cinco primeros capítulos de la quinta entrega eran prácticamente uno solo, con el final de uno continuando en el principio de otro como si, en lugar de haber pasado una semana en la emisión del segundo, sólo lo hubieran hecho los diez segundos que Netflix tarda en arrancar el siguiente episodio. Sin embargo, la fórmula se mantenía más o menos familiar; sí, la revuelta en Lockhard/Gardner era el nexo de unión entre todos los capítulos, pero seguía habiendo casos y tramas autoconclusivas en cada uno. Con la sexta temporada, los King declararon a The Daily Beast que quieren probar con la serialización, que quieren hacer algo diferente que mantenga el nivel y la frescura de la serie.
El “algo diferente” de este primer tramo de la temporada va a ser la acusación de Cary de haber ayudado a Lemond Bishop a transportar más de un millón de dólares en heroína. Es diferente no sólo porque Florrick & Agos se ve atacada directamente por la fiscalía, sino porque les obliga a afrontar, también directamente, las implicaciones de tener como cliente a un poderoso narcotraficante. La desesperación de Will Gardner por conseguir dinero que le llevó a atraerlo como cliente va a explotar en la cara de Alicia, metida aquí de lleno en el fango moral y ético en el que “The Good Wife” da lo mejor de sí. La línea por la que tiene que moverse es muy fina, no sólo por las consecuencias legales que puede tener para ella, sino porque realmente están jugando con la vida de ciertas personas (recordar las amenazas de Lemond Bishop hacia Kalinda en la tercera temporada aún es bastante inquietante). Es un tema en el que la serie ha entrado otras veces, pero no con esta extensión.
Sin embargo, aunque está claro que es algo importante en el arranque de la sexta temporada, no sería “The Good Wife” si no estuviera manejando al mismo tiempo otras dos tramas igualmente importantes; la marcha de Diane de Lockhart/Gardner y los constantes intentos de Eli Gold de convencer a Alicia de que se presente a las elecciones a fiscal del distrito. Siempre que Eli opera en su modo más liante es cuando es más divertido y entretenido de ver, y cuando se mueve más cerca de Alicia, el respeto y la comprensión que tiene de cómo es ella le confieren a sus interacciones una capa extra muy interesante. Esta última etapa en la educación de Alicia Florrick, la que implica su reconocimiento de que tal vez, subconscientemente, sí quiere presentarse otorga más complejidad a su personaje y le hace enfrentarse cara a cara a ese tema sobre la seducción del poder que siempre ha tratado “The Good Wife”. La sexta temporada no ha podido empezar mejor.