Es curioso cómo puede evolucionar la respuesta a una serie con el paso de los capítulos. Tomemos como ejemplo dos títulos estrenados con sólo una semana de diferencia y que han sido competencia en casi todos sus episodios, "Bajo sospecha" y "El Ministerio del Tiempo". La primera es un misterio a lo nórdico sobre la desaparición de una niña, los secretos que guarda su familia y la investigación que hacen los dos policías infiltrados en el pueblo, y es la que ha ganado la partida de la audiencia, superando el 19% de share la semana pasada. La otra es una serie de aventuras sobre una organización cuyos agentes viajan por el tiempo para evitar que se pueda cambiar la historia, y aunque en audiencias anda alicaída, donde se ha llevado al público de calle ha sido en redes sociales. Es curiosa esta dicotomía; "Bajo sospecha" busca, claramente, impulsar la misma conversación que rodeó a la primera temporada de "Broadchurch" en el Reino Unido, con los espectadores especulando por todas partes quién podía ser el asesino de Danny Lattimer. De hecho, en la web de Antena 3 hay hasta un pequeño juego para que intentemos adivinar quién secuestró a Alicia Vega.
Sin embargo, su tirón entre la audiencia social ha sido bastante más limitado que entre la convencional. Ahí, los ministéricos han desbordado todas las previsiones, llenando Twitter de trending topics relacionados con la serie y animándose hasta a subtitular cada capítulo al italiano, aprovechando el buen momento que la ficción española está viviendo en el país transalpino. "El Ministerio del Tiempo" no estaba tan diseñada buscando esa conversación, pero la ha encontrado, mientras "Bajo sospecha" está pasando un poco más desapercibida en ese aspecto. No obstante, tampoco está la situación para quejarse. El movimiento de Antena 3 de moverla al lunes para contrarrestar a "La Voz" en Telecinco no le ha ido nada mal, por ahora, y a falta de sólo dos episodios para el final, tal vez las discusiones sobre ella se vuelven más comunes y ruidosas en Internet.
Lo cierto es que "Bajo sospecha" es, en parte, un título un poco frustrante. La familia Vega y su empeño por mostrarse misteriosa, por protegerse unos a otros a cualquier precio y, al mismo tiempo, por ocultarse información importante de forma sistemática puede colmar la paciencia del espectador más pintado. Todos quieren saber quién secuestró a Alicia, pero nadie colabora para que se descubra, como no sea dando palizas al primero que se les pone por delante. El giro que ha dado la madre es una de las pocas cosas verdaderamente interesantes ahí, porque sí que insinúa que hay algo oscuro en los Vega, y lo hace de un modo más efectivo que todas esas charlas que empiezan con un "te he dicho que no me llames aquí", o con un "nadie más puede saber esto". El centro en la familia, además, ha diluido bastante a los dos policías, Víctor y Laura, que se han quedado para perseguir hilos argumentales más que para que viéramos a dos personajes atractivos (lo que debería ser la prioridad porque, si hay segunda temporada, sólo ellos y el comisario Casas repetirían).
En ese aspecto, recuerda inevitablemente a "Desaparecida", la primera serie que Bambú produjo a nivel nacional y en la que una pareja de guardias civiles investigaba la desaparición de una adolescente. La familia también tenía bastante peso, pero porque se contaba su proceso de duelo de una forma no muy diferente de como lo hacía "Forbrydelsen", y ese peso terminaba por apartar el foco de atención de Sierra y Andrún y su investigación, que era lo más logrado de la serie. Llegaba un punto en el que ver sufrir constantemente a Carlos Hipólito y Luisa Martín, por muy bien que estuvieran, agotaba, y veíamos demasiado poco a los investigadores. En "Bajo sospecha" está pasando en parte esto; Yon González y Blanca Romero podrían desarrollar una relación muy entretenida e interesante si la serie les diera un poco más de cancha, pero ésta está más interesada en seguir gritándonos que la familia Vega tiene muchos secretos. Desde el principio quedó claro que el culpable se encontraba entre ellos, no es necesario machacarlo tanto.
31 marzo 2015
29 marzo 2015
Los críticos
Hace algunos días, Bluper publicaba un artículo en el que defendía la necesidad de que en España empezara a surgir una crítica televisiva de verdad, especialmente en lo referido a las series. Las cadenas llevan un tiempo animándose a probar otras temáticas y otros formatos, pero hasta hace no demasiado tiempo, parecían reticentes a enseñar las series a los periodistas antes de su estreno. Al revés que en el cine, en el que las críticas de las películas se escriben antes de que lleguen a los cines, para ofrecer al espectador una idea de si merecen la pena, en televisión todo acaba yendo a posteriori; las opiniones sobre un primer capítulo se publican al día siguiente, con lo que se elimina esa primera opinión de los críticos. Sí, para algunos programas puede ser muy beneficioso huir de unas críticas feroces, pero para otros, esas opiniones pre-debut pueden ser un acicate para la curiosidad de la audiencia, o de ciertos sectores de la audiencia.
"El Ministerio del Tiempo" puede ser el último ejemplo de cómo ofrecer a los críticos la posibilidad de ver el primer episodio antes de tiempo puede resultar muy beneficioso para fomentar el interés del público por verlo cuando se emita, pero no es el único. En ese aspecto, el FesTVal de Vitoria (y su recién estrenada sede primaveral en Murcia) ha ayudado bastante a cambiar el panorama de la relación entre las cadenas (y las productoras, sobre todo) y los periodistas, fomentando una mayor cercanía entre ellas. Es algo así como nuestra versión patria de las dos giras anuales de la Asociación de Críticos de Televisión de Estados Unidos, en las que los canales (incluidos los de cable, PBS y hasta Univisión) presentan a los periodistas sus novedades para el otoño (en julio, justo después de la Comic-Con) y para el invierno y la primavera (en enero). Los críticos tienen entonces la oportunidad de hablar con los ejecutivos de las cadenas, con los creadores de las series y hasta con sus protagonistas, y van acercando a los espectadores esos nuevos títulos.
La labor de la crítica siempre ha sido ésa, y no otra. Entre todas las ofertas cinematográficas, literarias, artísticas y teatrales que van surgiendo, los críticos "filtran" las que pueden ser más interesantes o curiosas (o mejores, si queréis decirlo así) y se las proponen al público, que ya decide si realmente quiere seguir esas recomendaciones o no. En España, sin embargo, la crítica televisiva nunca se ha percibido como algo a la altura de las demás (hay pocos críticos en los medios convencionales que se dediquen sólo a ella), y ha tardado mucho en ponerse al día de este interés por las series que ya está aquí como algo más que la moda del momento. ¿Cuántos periodistas estadounidenses que sólo hablen de series podríais mencionar así, de sopetón? A vuela pluma, salen Alan Sepinwall, Maureen Ryan, Willa Paskin, Todd VanDerWeff o Emily Nussbaum, aunque es cierto que, de todos ellos, sólo la última escribe todavía para un medio en papel (la revista The New Yorker). Evidentemente, compararse con un país en el que el estado de la industria y la necesidad de segmentar audiencias (300 millones de personas son muchos) lo convierten en un caso particular no es tal vez lo más adecuado, pero se puede aprender del funcionamiento de su industria televisiva.
Las cadenas españolas están empezando a darse cuenta de que una relación más continua con la crítica es beneficiosa para ellas. Como decimos, el FesTVal ayudó en su momento a que "El tiempo entre costuras" entrara en el radar de bastantes de sus posibles espectadores, y puede haber hecho lo mismo recientemente con "Allí abajo". Algunas cadenas y productoras (da la sensación que más éstas últimas) han ido acostumbrándose a hacer pases de prensa de algunas de sus series, a ofrecer más información sobre ellas mientras están en producción, y esa relación más estrecha ha hecho, al mismo tiempo, que los nombres de los creativos detrás de ellas cada vez se hagan más conocidos. Ésa es todavía a gran asignatura pendiente de la ficción española, que los guionistas responsables de las ficciones sean tan conocidos como sus protagonistas. Es una de las principales consecuencias de esa manoseada segunda edad de oro de las televisión, y ha hecho mucho por aumentar el interés y la visibilidad de la ficción para televisión.
Al mismo tiempo, en España estamos comenzando a ver cómo pueden beneficiarse mutuamente Internet, las redes sociales y las series. No vale sólo con sobreimpresionar en pantalla el hashtag para comentar en directo cada capítulo, se necesita una interacción con el espectador más continua para construir un fandom, que al final es lo que puede garantizar la popularidad y la supervivencia de esos títulos. Los visionados a través de las webs de las cadenas cada vez toman más relevancia, y empezamos a tener la misma conversación que se está teniendo en Estados Unidos sobre la eficacia de los métodos actuales de medición de audiencia. Cuando una parte notable de tu público está viendo tu serie a través de servicios de VOD, la web o simplemente en diferido, ¿realmente es representativa la información que se obtiene de los audímetros, esas entidades mitológicas?
Música de la semana: "Powers" no está haciendo demasiado ruido de momento, lo que tal vez no sea buena señal para los propósitos de PlayStation Network. Sin embargo, vamos a quedarnos con una de las canciones que suenan en el club que frecuentan los "poderes", ese Here and Gone en el que se puede escuchar "eez-eh", el lado bailongo de Kasabian.
27 marzo 2015
El estilo Cartoon Network
Durante la década de los 90, la animación estadounidense viviría una interesante renovación gracias a Cartoon Network, un canal dedicado exclusivamente a los dibujos animados que Turner Broadcasting había lanzado como una vía para emitir su extensa librería de animación clásica. Turner poseía los títulos clásicos de MGM (como los cortos de "Looney Tunes") y acababa de comprar Hanna-Barbera, y no tenía hueco en TNT para dar salida a tantos cortos y series. Pero claro, si un canal quiere ganarse una imagen de marca y empezar a llamar la atención de los espectadores, necesita también programas de producción propia, y ahí empezó lo que podemos denominar el "estilo Cartoon Network", unas series animadas que tienen siempre un toque un poco diferente, un poco más edgy, como dicen los anglos (y como apuntan también en ¡Vaya Tele! al hablar de "Historias corrientes").
Aquellos dibujos de los 90 podían estar protagonizados por un niño científico megalómano que estaba constantemente peleándose con su hermana ("El laboratorio de Dexter"), un guapo joven con tupé que se dedica a ligar con todas las chicas que veía ("Johnny Bravo") o por dos hermanos que, en realidad, eran una vaca y un pollo, y acercaban a los niños el estilo desquiciado y loco de Tex Avery y a historias un poco más surrealistas y menos "fáciles" y edulcoradas, como quien dice. El dibujo en sus series siempre ha sido muy variado, y sus creadores venían de los sitios también más diversos, y esa línea editorial, como si dijéramos, se ha mantenido hasta la actualidad. Es cierto que el canal tiene una sección nocturna, Adult Swim, en la que sus dibujos están dirigidos directamente a adultos, pero lo interesante es ver las series que emite en los horarios para niños.
Probablemente, la más exitosa de todas las últimas de Cartoon Network sea "Hora de aventuras", que no deja de ser una historia postapocalíptica sobre un niño que bien puede ser el único superviviente humano y un perro mágico por culpa de la radiación, y la mezcla de cómic underground, canciones pegadizas, chistes absurdos, aventuras infantiles y un subtexto a veces muy dramático parece haber revigorizado de nuevo a la plantilla de series de ese canal. Las mentes pensantes detrás de esos títulos fueron todos a clase a la Escuela de Artes Visuales de California y algunos hasta han trabajado juntos, así que no es extraño que haya algunos denominadores comunes que recorren las series que han creado por sí solos.
Tomemos como ejemplo las dos últimas joyas salidas del canal, y desarrolladas por guionistas y animadores que se han formado en "Hora de aventuras". Una es "Over the garden wall", un curiosísimo (y muy recomendable) compendio de historias de Halloween tradicionales, música de los años 20, cuentos de niños perdidos en el bosque y un sorprendente giro final; y la otra es "Steven Universe", la primera serie de Cartoon Network creada en solitario por una mujer (Rebecca Sugar). Ésta arranca como una suerte de variación de "Sailor Moon" y "Las Supernenas", con un grupo de tres chicas y un niño que poseen gemas de poder. Al igual que en buena parte de estas nuevas series, se notan las influencias del cine de los 80, el anime y los videojuegos, y no tiene problemas en tocar temas como la representación de personajes homosexuales que, no hace mucho tiempo, habrían sido tabú en la animación infantil. Ya comentamos no hace mucho que, hasta en la animación estadounidense más convencional, se estaban haciendo cosas muy interesantes en televisión.
Aquellos dibujos de los 90 podían estar protagonizados por un niño científico megalómano que estaba constantemente peleándose con su hermana ("El laboratorio de Dexter"), un guapo joven con tupé que se dedica a ligar con todas las chicas que veía ("Johnny Bravo") o por dos hermanos que, en realidad, eran una vaca y un pollo, y acercaban a los niños el estilo desquiciado y loco de Tex Avery y a historias un poco más surrealistas y menos "fáciles" y edulcoradas, como quien dice. El dibujo en sus series siempre ha sido muy variado, y sus creadores venían de los sitios también más diversos, y esa línea editorial, como si dijéramos, se ha mantenido hasta la actualidad. Es cierto que el canal tiene una sección nocturna, Adult Swim, en la que sus dibujos están dirigidos directamente a adultos, pero lo interesante es ver las series que emite en los horarios para niños.
Probablemente, la más exitosa de todas las últimas de Cartoon Network sea "Hora de aventuras", que no deja de ser una historia postapocalíptica sobre un niño que bien puede ser el único superviviente humano y un perro mágico por culpa de la radiación, y la mezcla de cómic underground, canciones pegadizas, chistes absurdos, aventuras infantiles y un subtexto a veces muy dramático parece haber revigorizado de nuevo a la plantilla de series de ese canal. Las mentes pensantes detrás de esos títulos fueron todos a clase a la Escuela de Artes Visuales de California y algunos hasta han trabajado juntos, así que no es extraño que haya algunos denominadores comunes que recorren las series que han creado por sí solos.
Tomemos como ejemplo las dos últimas joyas salidas del canal, y desarrolladas por guionistas y animadores que se han formado en "Hora de aventuras". Una es "Over the garden wall", un curiosísimo (y muy recomendable) compendio de historias de Halloween tradicionales, música de los años 20, cuentos de niños perdidos en el bosque y un sorprendente giro final; y la otra es "Steven Universe", la primera serie de Cartoon Network creada en solitario por una mujer (Rebecca Sugar). Ésta arranca como una suerte de variación de "Sailor Moon" y "Las Supernenas", con un grupo de tres chicas y un niño que poseen gemas de poder. Al igual que en buena parte de estas nuevas series, se notan las influencias del cine de los 80, el anime y los videojuegos, y no tiene problemas en tocar temas como la representación de personajes homosexuales que, no hace mucho tiempo, habrían sido tabú en la animación infantil. Ya comentamos no hace mucho que, hasta en la animación estadounidense más convencional, se estaban haciendo cosas muy interesantes en televisión.
26 marzo 2015
Una década en la TARDIS
Tal día como hoy, 26 de marzo, de hace diez años, la BBC resucitaba "Doctor Who". Una serie que había sido uno de sus buques insignia durante más de veinte años, pero que llevaba fuera de antena, de forma regular, unos 17, volvía a un panorama televisivo en el que las aventuras de ciencia ficción y fantasía adoptaban, en general, un tono más serio y, además, casi no se hacían ya en televisión. Sí, estaba la saga de "Stargate", pero no era lo mismo. ¿Cómo aceptaría una audiencia que se había enganchado a "Los Soprano" el regreso de ese alienígena que viaja por el espacio y el tiempo en una cabina de teléfonos azul, y cuyos principales villanos tienen pinta de saleros gigantes?
La respuesta fue mucho mejor de lo que nadie podía esperar, poniendo a "Doctor Who" de nuevo en el camino a recuperar la popularidad de que gozó entre los 60 y los 90 y, además, saltando las fronteras del Reino Unido y asaltando, ahora sí, el mercado estadounidense. Russell T. Davies, Christopher Ecclestone y Billie Piper, principales cabezas visibles de aquella primera temporada, relanzaron la serie sin olvidarse de toda su historia pasada, recuperando villanos clásicos y dando un toque más moderno a las aventuras del Doctor, especialmente en la personalidad sus acompañantes. Rose, la primera, estaba claramente bajo la sombra de Buffy y las heroínas de Joss Whedon, y en la mezcla de aventura, humor y momentos emocionalmente importantes para sus personajes se notaba también la influencia del guionista estadounidense.
La nueva "Doctor Who", sin embargo, ha desarrollado también su propia personalidad a través de Davies y de Steven Moffat, actual productor ejecutivo, y de los cuatro actores que han interpretado al Doctor en estos diez años de vida. Las tramas han podido ir complicándose con misterios de todo tipo, las relaciones entre Doctores y acompañantes han podido ir desde la amistad reticente a cierta tensión sexual no resuelta (o resuelta en una dimensión paralela), y los capítulos de los guionistas invitados han podido ser o geniales o poco memorables, pero lo cierto es que sí se ha mantenido un cierto sentimiento de juego y de diversión por debajo de todo. Los "fantastic" de Nueve, los discursos entrecortados por nuevas ideas de Diez, la obsesión por el fez de Once o las cejas con vida propia de Doce responden a ese mismo cometido, el de saber que, por muchos monstruos aterradores que incluya, "Doctor Who" es, en su corazón, una serie de aventuras para ver con toda la familia los sábados por la tarde.
La revista Radio Times pidió a los fans de la serie que eligieran sus diez capítulos favoritos de estos diez años de nueva era de "Doctor Who", una lista que finaliza con "The end of time" (que es la despedida de David Tennant) y que coronan "Blink", "Vincent and the Doctor" y el doble "The stolen Earth-Journey's end", y en la que no se incluye mi opción personal, otro doble capítulo: "Human nature"-"The Family of Blood". Pero es que me da la sensación de que yo tengo más cariño por la tercera temporada de la serie que muchos whovians. De hecho, para desearle feliz cumpleaños al Doctor, lo haremos con una canción justo de esa temporada, "My angel put the devil in me". Y allons-y.
La respuesta fue mucho mejor de lo que nadie podía esperar, poniendo a "Doctor Who" de nuevo en el camino a recuperar la popularidad de que gozó entre los 60 y los 90 y, además, saltando las fronteras del Reino Unido y asaltando, ahora sí, el mercado estadounidense. Russell T. Davies, Christopher Ecclestone y Billie Piper, principales cabezas visibles de aquella primera temporada, relanzaron la serie sin olvidarse de toda su historia pasada, recuperando villanos clásicos y dando un toque más moderno a las aventuras del Doctor, especialmente en la personalidad sus acompañantes. Rose, la primera, estaba claramente bajo la sombra de Buffy y las heroínas de Joss Whedon, y en la mezcla de aventura, humor y momentos emocionalmente importantes para sus personajes se notaba también la influencia del guionista estadounidense.
La nueva "Doctor Who", sin embargo, ha desarrollado también su propia personalidad a través de Davies y de Steven Moffat, actual productor ejecutivo, y de los cuatro actores que han interpretado al Doctor en estos diez años de vida. Las tramas han podido ir complicándose con misterios de todo tipo, las relaciones entre Doctores y acompañantes han podido ir desde la amistad reticente a cierta tensión sexual no resuelta (o resuelta en una dimensión paralela), y los capítulos de los guionistas invitados han podido ser o geniales o poco memorables, pero lo cierto es que sí se ha mantenido un cierto sentimiento de juego y de diversión por debajo de todo. Los "fantastic" de Nueve, los discursos entrecortados por nuevas ideas de Diez, la obsesión por el fez de Once o las cejas con vida propia de Doce responden a ese mismo cometido, el de saber que, por muchos monstruos aterradores que incluya, "Doctor Who" es, en su corazón, una serie de aventuras para ver con toda la familia los sábados por la tarde.
La revista Radio Times pidió a los fans de la serie que eligieran sus diez capítulos favoritos de estos diez años de nueva era de "Doctor Who", una lista que finaliza con "The end of time" (que es la despedida de David Tennant) y que coronan "Blink", "Vincent and the Doctor" y el doble "The stolen Earth-Journey's end", y en la que no se incluye mi opción personal, otro doble capítulo: "Human nature"-"The Family of Blood". Pero es que me da la sensación de que yo tengo más cariño por la tercera temporada de la serie que muchos whovians. De hecho, para desearle feliz cumpleaños al Doctor, lo haremos con una canción justo de esa temporada, "My angel put the devil in me". Y allons-y.
25 marzo 2015
Hollywood blanco
"Hubo un significativo giro hacia contratar actores de minorías la pasada temporada, con más papeles para actores étnicos, un término de casting utilizado para intérpretes no-caucásicos". Así empieza un artículo en Deadline que ha generado una tormenta de reacciones en las webs televisivas en Estados Unidos (como ésta en Salon) por incluir declaraciones anónimas de agentes que afirman que "básicamente, el 50% de los papeles en un piloto tienen que ser étnicos, y ese mandato se extiende hasta los actores invitados". El artículo parece analizar la mayor inclusión de actores negros e hispanos en los proyectos de series para la próxima temporada, aprovechando el éxito que han tenido títulos como "Empire" o "Jane the virgin", pero acaba desprendiendo cierto tufillo a "los negros e hispanos están robando los papeles a los actores blancos".
Es una controversia realmente curiosa teniendo en cuenta las críticas que tuvieron este año las nominaciones a los Oscar por estar dominadas por actores blancos, y después de que Paul Lee, ejecutivo de ABC, explicara el razonamiento detrás de algunas de sus nuevas comedias familiares de esta temporada, como "Black-ish" y "Fresh off the boat", como una representación más acertada de cómo es la sociedad estadounidense actual. Lo que suele criticarse habitualmente es que las series, en este caso, tienen repartos dominados generalmente por actores no sólo caucásicos, sino directamente WASP (blanco, anglosajón y protestante), y que no hay hueco para personajes que se salgan un poco de ese molde. Espectadores que no pertenezcan a esa mayoría de población no tienen la oportunidad de verse reflejados en la televisión, y acaba dando la sensación de que los personajes "étnicos" no son más que comparsas de los caucásicos, incapaces de escapar de clichés como la amiga negra sassy (descarada).
Si "Empire" ha sido todo un bombazo, lo ha sido en parte porque los espectadores afroamericanos han abrazado una propuesta de network en la que sus protagonistas eran como ellos. La serie no estaba concebida para un nicho de población, sino para llegar a la mayor audiencia posible, pero tener a Terrence Howard y Taraji P. Henson ayudó a alcanzar un público que no suele verse reflejado de ese modo en las series. Es cierto que, en Hollywood, un éxito llama enseguida a imitaciones e intentos de repetirlo copiando sus características básicas, pero que los repartos de las series de éxito sean más diversos no es algo que deba descartarse como "es la moda de ahora". Es algo que Hollywood les debe desde hace tiempo, y no sólo delante de las cámaras.
El artículo de Deadline es sorprendente porque, en parte, parece pintar un panorama en el que los actores blancos no tienen oportunidades y las "pocas" que se les presentan, se están yendo a minorías. Cualquiera que tenga algo de sentido común sabe que eso no se corresponde con la realidad, y que los anuncios de casting más diversos son una deuda que Hollywood tiene sin resolver. Cosas como la posibilidad de que Iris West (que es negra) y Barry Allen (blanco) puedan acabar juntos en "The Flash" es algo todavía muy inusual, casi más que una serie con una mayoría de protagonistas latinos.
24 marzo 2015
El drama y la alegría de la renovación
En la primavera de 2006, los fans de "Verónica Mars" casi no tenían ya uñas esperando ver qué destino le deparaba a la serie la unión de UPN y The WB en The CW. Las audiencias de su segunda temporada no habían sido especialmente buenas y, con la fusión de ambas cadenas, sólo unos pocos títulos de ambas podrían dar el salto a la nueva cadena. Los fans de "Verónica Mars" ya habían vivido una renovación in extremis en la primera temporada, y en la segunda, y tocaba sufrir de nuevo de cara a una tercera en la que estar pendiente de sus audiencias semanalmente se convirtió en una nueva forma favorita de tortura. Esa tortura la comparten todos los fans de series seguidas por una audiencia muy fiel y ruidosa, pero no lo suficientemente numerosa como para que la cadena no tenga que pensarse si no sería mejor cancelarla.
Habitualmente, estas noticias de campañas de renovación suelen llegarnos desde Estados Unidos, y los seriéfilos de este lado del charco nos dedicamos a seguir desde la distancia las dificultades de nuestras series favoritas. La preocupación casi continua, y la alegría desmedida, de las renovaciones de "Fringe" a partir, prácticamente, de su segunda entrega son uno de los ejemplos más claros de los últimos años, junto con el pesimismo constante de los fans de "The good wife", convencidos que ni las buenas críticas ni las nominaciones a los Emmy pueden ser suficientes para que CBS quiera seguir con una serie por debajo de los diez millones de espectadores. Pero Alicia Florrick resiste, y del mismo modo ha resistido "El Ministerio del Tiempo", cuya renovación por una segunda temporada ha sido la noticia televisiva del día, con permiso del regreso a FOX de "Expediente X" en forma de miniserie de seis capítulos.
Desde un punto de vista totalmente personal, el alivio y la alegría que me ha dado esa noticia eran comparables a esas renovaciones de "Fringe" o de "Verónica Mars", o incluso cuando Syfy anunció que, a pesar de unas pobres audiencias en su tercera temporada, "Battlestar Galactica" tendría una cuarta entrega, aunque sería la última. Si nos evadimos por un momento de las razones puramente empresariales, estos anuncios son algunas de las cosas que mejor pueden pasarles a los fans. La explosión de alegría que se vive en Twitter en uno de esos momentos merece la pena vivirse, aunque en el fondo seamos conscientes de que esas series pueden tener nuevas temporadas por causas que, a lo mejor, nada tienen que ver con su calidad, o la fidelidad de sus seguidores. Da igual, porque en ese momento, nadie puede quitarles el cielo a los fans, como decían en "Firefly".
Seguir la marcha en audiencias de una serie puede ser toda una montaña rusa emocional, más cuando esa serie es una en cuyo futuro sí que podemos influir directamente. Y también es verdad que, una vez que ya se sabe que habrá nueva temporada, empieza otra preocupación, la de ver qué harán en esos nuevos capítulos. El director de TVE ha apuntado en el FesTVal de Murcia que podían introducirse cambios en "El Ministerio del Tiempo" para hacerla más accesible a la audiencia, sin especificar a qué se estaba refiriendo (y sin sorprenderse de que una serie como ésta, de puro entretenimiento, tenga que hacerse "más accesible". ¿Accesible a quiénes?)
Habitualmente, estas noticias de campañas de renovación suelen llegarnos desde Estados Unidos, y los seriéfilos de este lado del charco nos dedicamos a seguir desde la distancia las dificultades de nuestras series favoritas. La preocupación casi continua, y la alegría desmedida, de las renovaciones de "Fringe" a partir, prácticamente, de su segunda entrega son uno de los ejemplos más claros de los últimos años, junto con el pesimismo constante de los fans de "The good wife", convencidos que ni las buenas críticas ni las nominaciones a los Emmy pueden ser suficientes para que CBS quiera seguir con una serie por debajo de los diez millones de espectadores. Pero Alicia Florrick resiste, y del mismo modo ha resistido "El Ministerio del Tiempo", cuya renovación por una segunda temporada ha sido la noticia televisiva del día, con permiso del regreso a FOX de "Expediente X" en forma de miniserie de seis capítulos.
Desde un punto de vista totalmente personal, el alivio y la alegría que me ha dado esa noticia eran comparables a esas renovaciones de "Fringe" o de "Verónica Mars", o incluso cuando Syfy anunció que, a pesar de unas pobres audiencias en su tercera temporada, "Battlestar Galactica" tendría una cuarta entrega, aunque sería la última. Si nos evadimos por un momento de las razones puramente empresariales, estos anuncios son algunas de las cosas que mejor pueden pasarles a los fans. La explosión de alegría que se vive en Twitter en uno de esos momentos merece la pena vivirse, aunque en el fondo seamos conscientes de que esas series pueden tener nuevas temporadas por causas que, a lo mejor, nada tienen que ver con su calidad, o la fidelidad de sus seguidores. Da igual, porque en ese momento, nadie puede quitarles el cielo a los fans, como decían en "Firefly".
Seguir la marcha en audiencias de una serie puede ser toda una montaña rusa emocional, más cuando esa serie es una en cuyo futuro sí que podemos influir directamente. Y también es verdad que, una vez que ya se sabe que habrá nueva temporada, empieza otra preocupación, la de ver qué harán en esos nuevos capítulos. El director de TVE ha apuntado en el FesTVal de Murcia que podían introducirse cambios en "El Ministerio del Tiempo" para hacerla más accesible a la audiencia, sin especificar a qué se estaba refiriendo (y sin sorprenderse de que una serie como ésta, de puro entretenimiento, tenga que hacerse "más accesible". ¿Accesible a quiénes?)
23 marzo 2015
El pasado de los ministéricos
Lunes, lo que quiere decir que hoy va a ser el día en el que Twitter se inunda de trending topics relacionados con "El Ministerio del Tiempo". El fandom organizado alrededor de esa serie es, desde luego, de los fenómenos más interesantes que ha dado la ficción española reciente (full disclosure, que dirían los anglos, yo soy "ministérica oficial"), y como es uno de los títulos que más se comenta a través de redes sociales y blogs, es un candidato perfecto para recuperar los "casi famosos". Sobre todo teniendo en cuenta que los protagonistas principales de la serie son casi todos actores veteranos con una larga carrera a sus espaldas, lo que quiere decir que habrá también cosas curiosas si buceamos en sus páginas de IMDB, la que todo lo sabe.
Nuestra primera parada es Rodolfo Sancho, cuyo personaje, Julián, es nuestra puerta de entrada en el Ministerio. Sancho tuvo algunas apariciones de niño en series de su padre, Sancho Gracia, como "Los desastres de la guerra", y luego fue trabajando en diversas series hasta que cayó en "Al salir de clase", gran cantera del cine español de los últimos años. En la foto de arriba, Sancho está en el centro, justo al lado de Elsa Pataky y delante de Víctor "Lope de Vega" Clavijo. A partir de ahí, apareció en "Policías", en "Lobos" (donde estaba también Cayetana Guillén-Cuervo, además de su padre) y encadenó lo que puede ser su trilogía de galanes románticos de época con "Amar en tiempos revueltos", "La señora" e "Isabel".
Curiosamente, Aura Garrido, que da vida a Amelia Folch, pasó por otra cantera de jóvenes actores mucho más reciente, "Física o química", y en su currículum hay mucha televisión, y bastante variada. Probablemente, entró en el radar de muchos espectadores gracias a "Ángel o demonio", aquella historia sobrenatural desarrollada para Cuatro justo cuando la compró Telecinco, y acabó en aquella cadena, pero también se la ha podido ver en "Imperium", en "La pecera de Eva" y en "Crematorio", donde era la hija de Alicia Borrachero y la nieta de Pepe Sancho. En cine, tiene un par de papeles muy curiosos, por lo diferente de las propuestas, en "Los ilusos" (esa película de Jonás Trueba con una exhibición itinerante) y en "Stockholm". Y, por cierto, también anda en "Las aventuras del Capitán Alatriste".
Esto va hoy de canteras, sólo que ahora saltamos a TV3 y a "El cor de la ciutat", aquella telenovela de la que salieron, por ejemplo, Quim Gutiérrez o Marina Salas. Por allí pasó Nacho Fresneda mucho antes de enfundarse el uniforme de los Tercios de Flandes, en este caso dando vida a un futbolista de la U.E. Sant Andreu. Fresneda trabajó bastante en TV3, de hecho, antes de dar el salto a las cadenas a nivel nacional y participar, entre otras, en "Hospital Central", "Familia" o en "Víctor Ros". Ésta última es otra serie creada por Javier Olivares, guionista con el que los tres protagonistas de "El Ministerio del Tiempo" han trabajado en algún momento. Sin embargo, Fresneda puede muy bien ser su actor fetiche.
¿Alguien en la sala se acuerda de "Colegio Mayor", una comedia sobre los residentes de un colegio mayor madrileño, y una de las pocas producciones de ficción de Telemadrid? El póster de arriba, tan de los 90, incluye a Cayetana Guillén Cuervo, perteneciente a una familia de actores formada por su hermano Fernando y sus padres, Fernando Guillén y Gemma Cuervo, y que en aquella década alcanzó bastante reconocimiento por sus participaciones en "Historias del Kronen" o "Más que amor, frenesí". Era una de las Raquel de "Raquel busca su sitio" (la otra era Leonor Watling) y ha pasado también por "Amar en tiempos revueltos" en su renacimiento en Antena 3, como "Amar es para siempre".
Ya que hemos estado hablando de canteras de actores españoles, justo es reconocer que, en los 60 y los 70, las obras de teatro filmadas de "Estudio 1" lo fueron para muchos jóvenes que, años después, se convirtieron en todos unos veteranos de la interpretación. Jaime Blanch fue uno de ellos (la foto pertenece a "Los caciques", de Carlos Arniches), y hacer un listado de todo lo que ha hecho desde entonces nos llevaría demasiado tiempo. Basta decir que, en los últimos años, se le ha visto en "Amar es para siempre" y en "Círculo rojo", aquel intento de repetir el éxito de "Motivos personales". Además, ha tenido dos colaboraciones con Alex de la Iglesia en dos películas tan peculiares como "Acción mutante" y "El día de la bestia".
La villana de la serie es Natalia Millán, una actriz que ahora es más conocida por su participación en el musical "Cabaret" o por haber sido una de las profesoras de "Un paso adelante", pero donde empezó a hacerse notar fue en el culebrón "El super", que Telecinco hizo con un ojo puesto en las telenovelas diarias que tanto éxito tenían en TV3. Era una historia de intrigas y luchas por el poder en el seno de una familia que tenía un supermercado, y fue todo un éxito en 1996. Millán ha estado después en los sitios más variopintos, de "Policías" a "Dreamland", y ha formado parte también de la galería de secundarios de "Velvet".
Nuestra primera parada es Rodolfo Sancho, cuyo personaje, Julián, es nuestra puerta de entrada en el Ministerio. Sancho tuvo algunas apariciones de niño en series de su padre, Sancho Gracia, como "Los desastres de la guerra", y luego fue trabajando en diversas series hasta que cayó en "Al salir de clase", gran cantera del cine español de los últimos años. En la foto de arriba, Sancho está en el centro, justo al lado de Elsa Pataky y delante de Víctor "Lope de Vega" Clavijo. A partir de ahí, apareció en "Policías", en "Lobos" (donde estaba también Cayetana Guillén-Cuervo, además de su padre) y encadenó lo que puede ser su trilogía de galanes románticos de época con "Amar en tiempos revueltos", "La señora" e "Isabel".
Curiosamente, Aura Garrido, que da vida a Amelia Folch, pasó por otra cantera de jóvenes actores mucho más reciente, "Física o química", y en su currículum hay mucha televisión, y bastante variada. Probablemente, entró en el radar de muchos espectadores gracias a "Ángel o demonio", aquella historia sobrenatural desarrollada para Cuatro justo cuando la compró Telecinco, y acabó en aquella cadena, pero también se la ha podido ver en "Imperium", en "La pecera de Eva" y en "Crematorio", donde era la hija de Alicia Borrachero y la nieta de Pepe Sancho. En cine, tiene un par de papeles muy curiosos, por lo diferente de las propuestas, en "Los ilusos" (esa película de Jonás Trueba con una exhibición itinerante) y en "Stockholm". Y, por cierto, también anda en "Las aventuras del Capitán Alatriste".
Esto va hoy de canteras, sólo que ahora saltamos a TV3 y a "El cor de la ciutat", aquella telenovela de la que salieron, por ejemplo, Quim Gutiérrez o Marina Salas. Por allí pasó Nacho Fresneda mucho antes de enfundarse el uniforme de los Tercios de Flandes, en este caso dando vida a un futbolista de la U.E. Sant Andreu. Fresneda trabajó bastante en TV3, de hecho, antes de dar el salto a las cadenas a nivel nacional y participar, entre otras, en "Hospital Central", "Familia" o en "Víctor Ros". Ésta última es otra serie creada por Javier Olivares, guionista con el que los tres protagonistas de "El Ministerio del Tiempo" han trabajado en algún momento. Sin embargo, Fresneda puede muy bien ser su actor fetiche.
¿Alguien en la sala se acuerda de "Colegio Mayor", una comedia sobre los residentes de un colegio mayor madrileño, y una de las pocas producciones de ficción de Telemadrid? El póster de arriba, tan de los 90, incluye a Cayetana Guillén Cuervo, perteneciente a una familia de actores formada por su hermano Fernando y sus padres, Fernando Guillén y Gemma Cuervo, y que en aquella década alcanzó bastante reconocimiento por sus participaciones en "Historias del Kronen" o "Más que amor, frenesí". Era una de las Raquel de "Raquel busca su sitio" (la otra era Leonor Watling) y ha pasado también por "Amar en tiempos revueltos" en su renacimiento en Antena 3, como "Amar es para siempre".
Ya que hemos estado hablando de canteras de actores españoles, justo es reconocer que, en los 60 y los 70, las obras de teatro filmadas de "Estudio 1" lo fueron para muchos jóvenes que, años después, se convirtieron en todos unos veteranos de la interpretación. Jaime Blanch fue uno de ellos (la foto pertenece a "Los caciques", de Carlos Arniches), y hacer un listado de todo lo que ha hecho desde entonces nos llevaría demasiado tiempo. Basta decir que, en los últimos años, se le ha visto en "Amar es para siempre" y en "Círculo rojo", aquel intento de repetir el éxito de "Motivos personales". Además, ha tenido dos colaboraciones con Alex de la Iglesia en dos películas tan peculiares como "Acción mutante" y "El día de la bestia".
La villana de la serie es Natalia Millán, una actriz que ahora es más conocida por su participación en el musical "Cabaret" o por haber sido una de las profesoras de "Un paso adelante", pero donde empezó a hacerse notar fue en el culebrón "El super", que Telecinco hizo con un ojo puesto en las telenovelas diarias que tanto éxito tenían en TV3. Era una historia de intrigas y luchas por el poder en el seno de una familia que tenía un supermercado, y fue todo un éxito en 1996. Millán ha estado después en los sitios más variopintos, de "Policías" a "Dreamland", y ha formado parte también de la galería de secundarios de "Velvet".
22 marzo 2015
Liv es una zombie
Zombies y cómics parece ser la fórmula ganadora últimamente, y no sólo por el fenómeno que es "The Walking Dead". Los muertos vivientes siguen atrayendo el interés del público y, por otro lado, las cadenas se han dado cuenta de que hay una mina de oro esperando en los catálogos de Marvel, DC y de sus "hermanas pequeñas" e independientes como Vertigo, la editorial que publicó los tomos en los que se basa "iZombie", la nueva serie de The CW. Ésta adapta libremente el cómic de Chris Roberson y Michael Allred sobre una joven que, después de un "accidente", como quien dice, descubre que es una zombie. En la serie, supervisada por Rob Thomas y Diane Ruggiero-Wright, esa joven es Liv Moore, una estudiante de Medicina que se dea cuenta no sólo de que ahora es una no-muerta, sino que si quiere mantener una apariencia más o menos humana, necesita comer cerebros. Así que empieza a trabajar en un depósito de cadáveres para acceder más fácilmente a ellos, pero su dieta incluye algunos efectos secundarios que no esperaba, como adquirir los recuerdos y algunos de los rasgos de la personalidad de los propietarios de esos cerebros.
Con ese truco, Thomas se saca de la manga la fórmula semanal de la serie, que es la de los asesinatos que Liv ayuda a resolver, y lo hace de una manera que, inevitablemente, tiene que recordar a "Verónica Mars", la serie que lo hizo conocido. Hasta tenemos narración con voz en off incluida y cierta querencia por el sarcasmo por parte de Liv, pero también parece, por ahora, que no es la misma persona que Veronica. Thomas ha explicado en varias entrevistas que la protagonista de "iZombie" no tiene un lado oscuro tan pronunciado como el personaje que interpretaba Kristen Bell, y que es más optimista y alegre que ella, aunque ser una zombie no sea lo mejor que haya podido pasarle en esta vida. La verdad es que, si algo tiene a su favor el piloto, es que construye rápidamente a Liv y nos deja ver que su intérprete, Rose McIver, puede ser todo un hallazgo. Puede manejar los ligeros cambios de personalidad que cada nuevo cerebro imprime en Liv, y eso ya es una gran ventaja. Acordaos que la falta de destreza de Eliza Dushku en eso mismo era uno de los puntos más débiles de "Dollhouse".
De todos modos, sólo hemos visto el primer capítulo de "iZombie". No es nada espectacular, pero sí deja entrever potencial para ser un entretenimiento divertido y con su pequeño misterio de fondo (¿quién es el tipo que repartió la droga "zombificadora" en la fiesta en el barco? ¿Y realmente puede desarrollarse una cura para Liv?). La familia de la protagonista puede no ser, de momento, especialmente memorable, pero la dinámica entre el detective novato, Liv y el forense sí empieza a dejar buenos síntomas. "Verónica Mars" y "Party down" le han concedido a Rob Thomas bastante margen para que confiemos en que puede convertir "iZombie" en algo, como mínimo, a la altura de los últimos estrenos de The CW, que han terminado siendo mejores de lo que todo el mundo esperaba. Por lo menos, hacer que sus zombies existan en un mundo en el que las películas de zombies existen, y pueden emplearse como "documentación", ya es un paso en la buena dirección.
Música de la semana: Si en "The Americans" suena una canción de Fleetwood Mac, sabemos que esa escena va a ser importante. Eso ocurrió hace un par de semanas, cuando "The chain" ambientó una operación para atrapar a un agente sudafricano.
Con ese truco, Thomas se saca de la manga la fórmula semanal de la serie, que es la de los asesinatos que Liv ayuda a resolver, y lo hace de una manera que, inevitablemente, tiene que recordar a "Verónica Mars", la serie que lo hizo conocido. Hasta tenemos narración con voz en off incluida y cierta querencia por el sarcasmo por parte de Liv, pero también parece, por ahora, que no es la misma persona que Veronica. Thomas ha explicado en varias entrevistas que la protagonista de "iZombie" no tiene un lado oscuro tan pronunciado como el personaje que interpretaba Kristen Bell, y que es más optimista y alegre que ella, aunque ser una zombie no sea lo mejor que haya podido pasarle en esta vida. La verdad es que, si algo tiene a su favor el piloto, es que construye rápidamente a Liv y nos deja ver que su intérprete, Rose McIver, puede ser todo un hallazgo. Puede manejar los ligeros cambios de personalidad que cada nuevo cerebro imprime en Liv, y eso ya es una gran ventaja. Acordaos que la falta de destreza de Eliza Dushku en eso mismo era uno de los puntos más débiles de "Dollhouse".
De todos modos, sólo hemos visto el primer capítulo de "iZombie". No es nada espectacular, pero sí deja entrever potencial para ser un entretenimiento divertido y con su pequeño misterio de fondo (¿quién es el tipo que repartió la droga "zombificadora" en la fiesta en el barco? ¿Y realmente puede desarrollarse una cura para Liv?). La familia de la protagonista puede no ser, de momento, especialmente memorable, pero la dinámica entre el detective novato, Liv y el forense sí empieza a dejar buenos síntomas. "Verónica Mars" y "Party down" le han concedido a Rob Thomas bastante margen para que confiemos en que puede convertir "iZombie" en algo, como mínimo, a la altura de los últimos estrenos de The CW, que han terminado siendo mejores de lo que todo el mundo esperaba. Por lo menos, hacer que sus zombies existan en un mundo en el que las películas de zombies existen, y pueden emplearse como "documentación", ya es un paso en la buena dirección.
Música de la semana: Si en "The Americans" suena una canción de Fleetwood Mac, sabemos que esa escena va a ser importante. Eso ocurrió hace un par de semanas, cuando "The chain" ambientó una operación para atrapar a un agente sudafricano.
20 marzo 2015
En glorioso blanco y negro
En 1995, aprovechando que se celebraba el centenario de la primera proyección pública del cine, a cargo de los hermanos Lumière, La 2 de TVE estrenaba "Qué grande es el cine", un programa que debía celebrar ese siglo a través de algunas de las mejores películas de su historia. Presentado por José Luis Garci, debutó con "El buscavidas" y tenía un esquema muy sencillo; cada lunes por la noche, Garci reunía a varios amigos suyos alrededor de una mesa y entre todos comentaban la película que se emitía esa semana. En Verne recordaban hace unos días este espacio, señalando que los coloquios (ambientados por un considerable humo de cigarrillos) podían tener a veces un tono un poco apolillado y un sesgo muy masculino, pero que "Qué grande es el cine" sirvió, en sus diez años en antena, para acercar un tipo de cine clásico a generaciones de espectadores que, si no, no habrían visto una película en blanco y negro ni atados a la silla en el mejor estilo del método Ludovico.
Hace algún tiempo, teníamos una discusión por Twitter sobre lo difícil que era ver películas "viejas" por la tele en la actualidad. Sí, TCM está dedicado, por ejemplo, sólo al cine clásico, pero las sobremesas en abierto de los fines de semana, que hace décadas podían poner westerns de John Ford o comedias de los hermanos Marx, están reservadas para los telefilms de vecinos que son en realidad letales asesinos acosadores, o de alemanes de vacaciones en el Caribe para intentar superar su último revés amoroso. Algunos tuiteros lamentaban que ya no hubiera esa exposición al cine clásico, mientras otros decían que era más fácil que nunca encontrarlo si tenías el interés de buscarlo. Ahí justo está el quid de la cuestión, en el interés. Si no te exponen a, por ejemplo, "Lo que el viento se llevó" un domingo a las cuatro de la tarde, aunque sean cinco minutos zapeando entre realities de vestidos de novia y subastas de trasteros, no tiene por qué generarse en tí esa curiosidad no sólo por ver cómo termina la historia de Escarlata O'Hara, sino por ver igual la otra gran película de 1939, "El mago de Oz".
En ese aspecto, "Qué grande es el cine" hizo, de algún modo, un servicio muy acorde con lo que debe ser una televisión pública. Incluso aunque no vieras todas las películas que incluyeron, sirvió para que te sonaran nombres como los de Jean Vigo o Carl Theodor Dreyer (este último, por ejemplo, resultó muy útil cuando Lars Von Trier empezó a llamar la atención con "Rompiendo las olas"), o para que descubrieras historias de misterio tan bien llevadas, y tan efectivas, como las de Robert Siodmak y "La escalera de caracol". Había que unir a eso que en La 2 era muy habitual que hubiera ciclos de cine dedicados a directores concretos, o a actores (el de Marilyn Monroe, por ejemplo, fue muy completo), y que de madrugada se programaran películas en versión original subtitulada, y en blanco y negro, claro. A horas intempestivas se pudieron ver comedias tan divertidas como "La cena de los acusados" o "Al servicio de las damas" (ambas con el insuperable William Powell).
Esta perorata puede sonar a abuela Cebolleta, o a alguna de las viejuneces que podían decirse en "Qué grande es el cine", pero realmente es una lástima que las televisiones hayan desterrado el cine de sus programaciones. Sí, emiten los últimos taquillazos, pero poco más. Del mismo modo que los programas musicales han pasado a ser piezas de museo, las películas anteriores al año 2000 se han quedado para los canales temáticos, y si hablamos de títulos producidos antes de 1980, la cosa se reduce todavía más. A veces, para conseguir que haya gente interesada en la música y en el cine, en sentido amplio, hay que ofrecerles la posibilidad de verse expuesta a ellos de manera gratuita, sin tener que buscarlos. La cultura no tiene que ser algo para nichos, que es lo que termina ocurriendo si sólo puede encontrarse en canales de pago.
Hace algún tiempo, teníamos una discusión por Twitter sobre lo difícil que era ver películas "viejas" por la tele en la actualidad. Sí, TCM está dedicado, por ejemplo, sólo al cine clásico, pero las sobremesas en abierto de los fines de semana, que hace décadas podían poner westerns de John Ford o comedias de los hermanos Marx, están reservadas para los telefilms de vecinos que son en realidad letales asesinos acosadores, o de alemanes de vacaciones en el Caribe para intentar superar su último revés amoroso. Algunos tuiteros lamentaban que ya no hubiera esa exposición al cine clásico, mientras otros decían que era más fácil que nunca encontrarlo si tenías el interés de buscarlo. Ahí justo está el quid de la cuestión, en el interés. Si no te exponen a, por ejemplo, "Lo que el viento se llevó" un domingo a las cuatro de la tarde, aunque sean cinco minutos zapeando entre realities de vestidos de novia y subastas de trasteros, no tiene por qué generarse en tí esa curiosidad no sólo por ver cómo termina la historia de Escarlata O'Hara, sino por ver igual la otra gran película de 1939, "El mago de Oz".
En ese aspecto, "Qué grande es el cine" hizo, de algún modo, un servicio muy acorde con lo que debe ser una televisión pública. Incluso aunque no vieras todas las películas que incluyeron, sirvió para que te sonaran nombres como los de Jean Vigo o Carl Theodor Dreyer (este último, por ejemplo, resultó muy útil cuando Lars Von Trier empezó a llamar la atención con "Rompiendo las olas"), o para que descubrieras historias de misterio tan bien llevadas, y tan efectivas, como las de Robert Siodmak y "La escalera de caracol". Había que unir a eso que en La 2 era muy habitual que hubiera ciclos de cine dedicados a directores concretos, o a actores (el de Marilyn Monroe, por ejemplo, fue muy completo), y que de madrugada se programaran películas en versión original subtitulada, y en blanco y negro, claro. A horas intempestivas se pudieron ver comedias tan divertidas como "La cena de los acusados" o "Al servicio de las damas" (ambas con el insuperable William Powell).
Esta perorata puede sonar a abuela Cebolleta, o a alguna de las viejuneces que podían decirse en "Qué grande es el cine", pero realmente es una lástima que las televisiones hayan desterrado el cine de sus programaciones. Sí, emiten los últimos taquillazos, pero poco más. Del mismo modo que los programas musicales han pasado a ser piezas de museo, las películas anteriores al año 2000 se han quedado para los canales temáticos, y si hablamos de títulos producidos antes de 1980, la cosa se reduce todavía más. A veces, para conseguir que haya gente interesada en la música y en el cine, en sentido amplio, hay que ofrecerles la posibilidad de verse expuesta a ellos de manera gratuita, sin tener que buscarlos. La cultura no tiene que ser algo para nichos, que es lo que termina ocurriendo si sólo puede encontrarse en canales de pago.
19 marzo 2015
El Terminator de "The Flash"
Así que Harrison Wells quiere matar a Barry Allen. O, al menos, era ése su propósito cuando viajó al pasado y terminó asesinando a Nora, la madre de Barry. "Out of time", el capítulo que se zambulle de lleno en los viajes temporales de "The Flash", suelta esa bomba, entre otras, en sus minutos finales, presentando una situación muy de "Terminator" para la serie. Harrison, o Eobard Thawne, volvió atrás en el tiempo para asesinar a Barry cuando aún era un niño, antes de que pudiera convertirse en The Flash. ¿Pero por qué? ¿Qué relación tiene con ese periódico del futuro que guarda en su habitación secreta en STAR Labs? ¿Y estará realmente muerto Cisco?
Los capítulos que incluyen un viaje atrás en el tiempo, como hace éste en su cierre, siempre representan un reto para la serie. "Héroes" incluía de vez en cuando visitas al futuro que presentaban interesantes desarrollos para sus personajes, pero éstos nunca se producían porque ya se había encargado alguien de impedir que tuvieran lugar. "The Flash" da varios pasos muy significativos en este episodio, por ejemplo, que sería muy tentador eliminar en el próximo. No sólo está la revelación de los planes, y la verdadera identidad, de Harrison Wells, sino que Iris descubre que Barry es el Relámpago Rojo, además de que se resuelve por fin ese cuadrado amoroso que no termina de cuajar. Alguna vez hemos comentado que el principal problema de Iris es el mismo que tenía Laurel en las primeras dos temporadas de "Arrow"; no saber quién se esconde tras la máscara del superhéroe. La mayor de las Lance da un importante paso adelante en cuanto entra plenamente en el círculo de confianza de Oliver, y a Iris le vendría muy bien que la serie no decida volver a sumirla en la ignorancia.
Barry sólo viaja un día atrás en el tiempo, y hay algunas cosas que no puede impedir que sucedan porque no sabe que han pasado, como ocurre con la trama de Wells. Puede intentar detener a Clyde Mardon antes de que ataque la comisaría, por ejemplo, y puede procurar que Iris no siga investigando STAR Labs, ¿pero lo hará? La tentación de que estos episodios sean un borrón y cuenta nueva con todos los avances del anterior está siempre ahí, y sería una lástima que algunos de ellos desaparecieran por arte de magia. No parece probable, por ejemplo, que se descubra que Wells es Reverse Flash, pero si ocurre, "The Flash" habrá dado un salto muy interesante de cara a su tramo final de capítulos.
Hay que tener en cuenta que Firestorm todavía anda por ahí suelo, que hemos tenido nuestro primer vistazo a Grodd, el gorila que parece sacado la Tierra radioactiva de "Los 100", y que, teniendo en cuenta lo que Andrew Kreisberg y Greg Berlanti contaron en la sesión del Paley Fest de que no son muy partidarios de ocultar durante mucho tiempo la identidad superheroica de sus protagonistas a las personas más cercanas a ellos, es probable que Iris West descubra la verdad más pronto que tarde. Aunque "The Flash" apueste más por la diversión y la ligereza que "Arrow", da la sensación de que va a ponerse un poco más seria conforme se acerque el final de la temporada. ¿Averiguará Barry la verdad sobre la muerte de su madre? ¿Tendremos una explicación más clara de los propósitos de Wells?
18 marzo 2015
Poderes sin responsabilidad
"Un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Esa frase de "Spider-man" puede ser una de las mas famosas del cine de superhéroes, y una de las que mejor describe el enfoque que se les da a esas películas. El superhéroe no puede tomarse esas habilidades sobrehumanas a la ligera, tiene que ser consciente de que, si las ha recibido, no puede desperdiciarlas; es su responsabilidad hacer algo con ellas, a ser posible, algo de provecho. Sin embargo, el tío de Peter Parker estaba dando por supuesto ahí que los superhéroes son personas decentes, que son mejores, moralmente, que el común de los mortales. Sin embargo, aunque sean capaces de volar y sean más fuertes que una viga de hormigón, no dejan de ser hombres y mujeres como todos los demás. Sí, tienen superpoderes; también tienen los mismos defectos que los que no los tienen.
Aquí entra en acción "Powers", el cómic de Brian Michael Bendis y Michael Avon Oeming y la serie de televisión que PlayStation Network estrenó la semana pasada, metiéndose de lleno en una guerra (la de la ficción de producción propia) en la que XBox no ha tenido de momento suerte con su adaptación de "Halo". El punto de partida de este título es más o menos ése; los superhéroes son igual de imbéciles, o hasta más, que todos los demás, con la diferencia de que ellos tienen revistas y programas de televisión dedicados a ellos y hasta sus propios groupies. Imaginaos un mundo en el que Superman y Lobezno fueran tertulianos de "Sálvame" y a lo mejor os hacéis una idea de la realidad en la que se mueven los detectives Christian Walker y Deena Pilgrim.
Los dos forman parte de una división especial de la policía de Los Ángeles que investiga casos en los que hay involucrados "poderes", y cuentan con la ventaja de que Walker fue un superhéroe en su momento. Sin embargo, perdió su capacidad de volar en un enfrentamiento con el malvado Wolfe, y desde entonces está reciclado en un policía que todavía siente a veces el impulso de lanzarse desde el balcón de su casa a rescatar a alguien que esté en peligro. Su pasado, de todos modos, vuelve a por él cuando tiene que investigar la muerte del superhéroe Olympia y acaba adentrándose en el submundo de los adolescentes que quieren tener poderes, y de la gente que se aprovecha de ellos.
PlayStation lanzó los tres primeros episodios del tirón, lo que es una buena estrategia para que el espectador decida si "Powers" le convence o no. Estéticamente, resulta un poco decepcionante que se haya optado por un look tan de policíaco convencional de los 90, aunque eso también ayuda a transmitirnos la sensación de que los superhéroes son lo más normal en ese mundo. Hay potencial para que salga algo interesante, especialmente en cuanto entra en acción Retro Girl y comenzamos a ver algo más de la dinámica entre Walker y Pilgrim. También se va construyendo un poco mejor a Johnny Royale y nos van ofreciendo más datos sobre ese pasado de Walker que va a resultar, parece, fundamental para resolver el caso. Sin embargo, "Powers" no está haciendo demasiado ruido, por ahora, entre las webs especializadas estadounidenses. Dependiendo de cómo evolucione, veremos si eso cambia.
16 marzo 2015
Perdidos más allá del jardín
Cartoon Network tiene desde hace tiempo reputación de emitir series animadas con un toque extra. Puede ser un punto surrealista, o absurdo, o con un subtexto más adulto de lo que parece, y aunque no llega al nivel de Adult Swim (que son dibujos directamente para adultos), es el canal infantil un poco más "avanzado", como quien dice. "Hora de aventuras" no podría emitirse en Nickelodeon, por ejemplo. Sin embargo, hasta para ellos resulta especial algo como "Over the garden wall" (o "Más allá del jardín", que es como Boing empieza a emitirla en España esta noche), un peculiar cuento que parte de la premisa más clásica de esas historias; dos hermanos se pierden en el bosque mientras regresan a su casa. Lo que podría ser una versión animada de Perrault o los hermanos Grimm es, en realidad, algo bastante más original y hasta delicado, salido de la mente de un veterano de las series del canal como Patrick McHale.
McHale sitúa a dos niños, en principio, clásicos de los cuentos de hadas en el centro de esta miniserie de diez capítulos, de apenas once minutos cada uno, y en su camino se encuentran con otros clásicos como el leñador, la Bestia, los animales que hablan o los pueblos misteriosos, pero sus aventuras no son las que podríamos esperar. En "Over the garden wall" tiene bastante importancia el folclore tradicional estadounidense (algunos capítulos podrían haber sido incluidos en un libro de Washington Irving) y la música de los años 20, y cada episodio tiene alguna canción en ese estilo, canciones que siempre nos ayudan a ver otro lado de la historia que se nos está contando en ese momento y a construir la atmósfera casi de sueño, de tiempo perdido, que permea la miniserie.
Las aventuras de Wirt y Gregg (y el pájaro Beatrice) presentan la visión muy personal de su creador, y tienen una evolución muy curiosa y sumamente interesante hacia el final, evolución que sitúa todo lo que hemos visto antes bajo una luz diferente. Pero no le quita mérito en absoluto. Esa artesanal labor de melancolía y, al mismo tiempo, entusiasmo infantil (representado en Gregg), la música, lo especial de los cuentos narrados en cada episodio (que lo mismo dan miedo, que son entrañables) convierten "Over the garden wall" en una rareza y una pequeña joya digna de verse. No se parece a nada que pueda verse en la televisión, en general, actualmente, y tiene también una estupenda labor detrás de los actores que prestan sus voces a sus personajes (entre ellos, en la versión original, Elijah Wood y Melanie Lynskey).
"Over the garden wall" lleva un paso más allá esa tendencia que comentábamos recientemente de que se hagan series de animación para niños (o adolescentes) que vayan un poco más allá, que no se queden en los chistes habituales. Mientras las comedias de acción real orientadas a ese público parecen haberse quedado un poco estancadas, los dibujos animados están explorando avenidas que, a priori, no parecía que fueran a tratarse en títulos de ese estilo. La miniserie de Cartoon Network es, de todos modos, algo diferente y especial, como un hermoso pájaro en peligro de extinción.
McHale sitúa a dos niños, en principio, clásicos de los cuentos de hadas en el centro de esta miniserie de diez capítulos, de apenas once minutos cada uno, y en su camino se encuentran con otros clásicos como el leñador, la Bestia, los animales que hablan o los pueblos misteriosos, pero sus aventuras no son las que podríamos esperar. En "Over the garden wall" tiene bastante importancia el folclore tradicional estadounidense (algunos capítulos podrían haber sido incluidos en un libro de Washington Irving) y la música de los años 20, y cada episodio tiene alguna canción en ese estilo, canciones que siempre nos ayudan a ver otro lado de la historia que se nos está contando en ese momento y a construir la atmósfera casi de sueño, de tiempo perdido, que permea la miniserie.
Las aventuras de Wirt y Gregg (y el pájaro Beatrice) presentan la visión muy personal de su creador, y tienen una evolución muy curiosa y sumamente interesante hacia el final, evolución que sitúa todo lo que hemos visto antes bajo una luz diferente. Pero no le quita mérito en absoluto. Esa artesanal labor de melancolía y, al mismo tiempo, entusiasmo infantil (representado en Gregg), la música, lo especial de los cuentos narrados en cada episodio (que lo mismo dan miedo, que son entrañables) convierten "Over the garden wall" en una rareza y una pequeña joya digna de verse. No se parece a nada que pueda verse en la televisión, en general, actualmente, y tiene también una estupenda labor detrás de los actores que prestan sus voces a sus personajes (entre ellos, en la versión original, Elijah Wood y Melanie Lynskey).
"Over the garden wall" lleva un paso más allá esa tendencia que comentábamos recientemente de que se hagan series de animación para niños (o adolescentes) que vayan un poco más allá, que no se queden en los chistes habituales. Mientras las comedias de acción real orientadas a ese público parecen haberse quedado un poco estancadas, los dibujos animados están explorando avenidas que, a priori, no parecía que fueran a tratarse en títulos de ese estilo. La miniserie de Cartoon Network es, de todos modos, algo diferente y especial, como un hermoso pájaro en peligro de extinción.
15 marzo 2015
Kimmy Schmidt, siempre a flote
Cuando una serie muy apreciada, o muy exitosa, termina, es inevitable que los periodistas pregunten a sus creadores y a sus protagonistas cuáles van a ser sus próximos proyectos. Cada nueva serie de Matthew Perry se presenta invariablemente como su regreso a la televisión, aunque eso ya ocurriera inicialmente en 2006 con "Studio 60", y en cuanto "30 Rock" echó el cierre, todo el mundo quería saber qué iba a hacer Tina Fey después. Como actriz, se ha dedicado al cine y a presentar tres ediciones de los Globos de Oro junto a Amy Poehler, pero como guionista, su siguiente creación, al lado de Robert Carlock, ha sido "Unbreakable Kimmy Schmidt", una serie tan resistente a ser hundida como su propia protagonista.
La comedia, hecha a la medida de Ellie Kemper, sigue a una superviviente de una secta apocalíptica que ha pasado quince años encerrada en un búnker. Cuando la rescatan, decide quedarse a vivir en Nueva York y hacer todo lo que no hizo entonces, para lo que cuenta con Titus, su extravagante compañero de piso, y Jacqueline Voorhees, la ricachona locuela del Upper East Side para la que trabaja. El proyecto se desarrolló para la midseason de NBC, pero cuando llegó el momento de estrenarla, la cadena no sabía qué hacer con ella. Su tipo de comedia ya no es del estilo de Fey y Carlock, como quedó claro con la apresurada emisión del final de "Parks and Recreation", y la mudanza al jueves de "The Blacklist" terminaba de confirmar el final de aquella "Comedy night done right". Que "Unbreakable Kimmy Schmidt" no tuviera fecha de estreno no parecía el mejor de los augurios, pero lo que poca gente esperaba es que la NBC decidiera cancelarla sin haberla estrenado y, apenas unos días después, se la vendiera a Netflix.
Ese movimiento probablemente haya sido de lo más inteligente que se ha visto esta temporada en la televisión estadounidense. Netflix sigue engordando su catálogo, que es su principal objetivo para este 2015, y lo hace con una comedia (género del que apenas tienen nada propio) de dos creadores tan respetados como Fey y Carlock, y NBC le sacará rentabilidad a una serie que ellos mismos producen, que ya está renovada para una segunda temporada y que, si se hubiera quedado en esa cadena, probablemente habría sido cancelada al cuarto episodio. Así, "Unbreakable Kimmy Schmidt" puede encontrar su público y darle la oportunidad de que decidan si les divierte el optimismo a cualquier precio de Kimmy (y la sensacional interpretación de Kemper, que debería ser una de las novedades en los próximos Emmy).
Es muy cierto que el tono y el sentido del humor de esta serie es muy similar a "30 Rock", especialmente a sus dos primeras temporadas, pero también es verdad que los personajes de "Unbreakable Kimmy Schmidt" tienen un poso un poco más dramático. Tanto Kimmy como Titus y Jacqueline se han reinventado como personas, han querido dejar atrás sus pasados y buscan ser felices sin acordarse de ellos, y aunque muchas situaciones y chistes absurdos, el ritmo es un poco menos acelerado que el de "TGS with Tracy Jordan". Como viene siendo habitual recientemente, algunos críticos enseguida han criticado su manejo de algunas cuestiones raciales (puede no ser lo más logrado de la serie, pero también da la sensación de se ofende por ellas quien está buscando ser ofendido), pero la opinión más habitual es que consigue que una premisa, a priori, bastante malrrollera y oscura sea muy divertida, y que sus toques excéntricos no fagociten el componente humano que late por debajo. El dúo Tituss-Kimmy (trío, si contamos con su casera Lillian) es ya una de las mejores novedades en comedia de este año.
Música de la semana: Ya hablamos hace unos días de "Mind's eye", el capítulo de "The good wife" que nos metía en la cabeza de Alicia Florrick, pero lo que nos dejamos en el tintero fueron las canciones que Alicia escuchaba cuando decidió salir a despejarse un poco. La primera de todas ellas fue toda una sorpresa, "Pa' bailar", una muestra del electro-tango de Bajofondo, en este caso con la colaboración de Julieta Venegas.
La comedia, hecha a la medida de Ellie Kemper, sigue a una superviviente de una secta apocalíptica que ha pasado quince años encerrada en un búnker. Cuando la rescatan, decide quedarse a vivir en Nueva York y hacer todo lo que no hizo entonces, para lo que cuenta con Titus, su extravagante compañero de piso, y Jacqueline Voorhees, la ricachona locuela del Upper East Side para la que trabaja. El proyecto se desarrolló para la midseason de NBC, pero cuando llegó el momento de estrenarla, la cadena no sabía qué hacer con ella. Su tipo de comedia ya no es del estilo de Fey y Carlock, como quedó claro con la apresurada emisión del final de "Parks and Recreation", y la mudanza al jueves de "The Blacklist" terminaba de confirmar el final de aquella "Comedy night done right". Que "Unbreakable Kimmy Schmidt" no tuviera fecha de estreno no parecía el mejor de los augurios, pero lo que poca gente esperaba es que la NBC decidiera cancelarla sin haberla estrenado y, apenas unos días después, se la vendiera a Netflix.
Ese movimiento probablemente haya sido de lo más inteligente que se ha visto esta temporada en la televisión estadounidense. Netflix sigue engordando su catálogo, que es su principal objetivo para este 2015, y lo hace con una comedia (género del que apenas tienen nada propio) de dos creadores tan respetados como Fey y Carlock, y NBC le sacará rentabilidad a una serie que ellos mismos producen, que ya está renovada para una segunda temporada y que, si se hubiera quedado en esa cadena, probablemente habría sido cancelada al cuarto episodio. Así, "Unbreakable Kimmy Schmidt" puede encontrar su público y darle la oportunidad de que decidan si les divierte el optimismo a cualquier precio de Kimmy (y la sensacional interpretación de Kemper, que debería ser una de las novedades en los próximos Emmy).
Es muy cierto que el tono y el sentido del humor de esta serie es muy similar a "30 Rock", especialmente a sus dos primeras temporadas, pero también es verdad que los personajes de "Unbreakable Kimmy Schmidt" tienen un poso un poco más dramático. Tanto Kimmy como Titus y Jacqueline se han reinventado como personas, han querido dejar atrás sus pasados y buscan ser felices sin acordarse de ellos, y aunque muchas situaciones y chistes absurdos, el ritmo es un poco menos acelerado que el de "TGS with Tracy Jordan". Como viene siendo habitual recientemente, algunos críticos enseguida han criticado su manejo de algunas cuestiones raciales (puede no ser lo más logrado de la serie, pero también da la sensación de se ofende por ellas quien está buscando ser ofendido), pero la opinión más habitual es que consigue que una premisa, a priori, bastante malrrollera y oscura sea muy divertida, y que sus toques excéntricos no fagociten el componente humano que late por debajo. El dúo Tituss-Kimmy (trío, si contamos con su casera Lillian) es ya una de las mejores novedades en comedia de este año.
Música de la semana: Ya hablamos hace unos días de "Mind's eye", el capítulo de "The good wife" que nos metía en la cabeza de Alicia Florrick, pero lo que nos dejamos en el tintero fueron las canciones que Alicia escuchaba cuando decidió salir a despejarse un poco. La primera de todas ellas fue toda una sorpresa, "Pa' bailar", una muestra del electro-tango de Bajofondo, en este caso con la colaboración de Julieta Venegas.
13 marzo 2015
El secreto del Mystery Shack
ALERTA SPOILERS: Puede resultar un poco extraño encontrarse este aviso en una entrada sobre "Gravity Falls", pero es que la serie de Disney XD se presta a estas cosas. Si no sabéis el secreto del tío Stan, no sigáis leyendo.
Es interesante prestar un poco de atención, aunque sólo sea de vez en cuando, a la animación para niños y adolescentes que se está haciendo en Nickelodeon, Cartoon Network y hasta Disney XD. Unas cuantas de esas series se han imbuido de referencias tan pintorescas como el Studio Ghibli, "Perdidos", el cómic underground o los cuentos de hadas del siglo XIX para entregar títulos que ofrecen a los chavales algo más que chistes fáciles de trompazos y episodios divididos en dos partes independientes de diez minutos cada una. No renuncian a llegar a todos los públicos y a ser un éxito un poco al estilo de Pixar, pero lo entrelazan con una visión, una voz, muy personal y particular de sus creadores.
En el caso de "Gravity Falls", el carisma a prueba de bombas de sus personajes se une con la querencia de su creador, Alex Hirsch, por las películas de aventuras de los 80, por "Los Simpson" y por "Expediente X", y de ese modo ha estructurado las dos temporadas emitidas hasta ahora de su serie. Dipper se ha pasado casi todos los capítulos investigando quién es el autor de un misterioso diario, con el número 3 impreso en su cubierta, en el que se detallan todas las cosas y criaturas extrañas que han aparecido en Gravity Falls, y esa investigación le ha llevado a cruzarse en el camino de malvados monstruos cambiaformas y hasta del triángulo de los billetes de dólar, convertido aquí en un ente totalmente mefistofélico.
Sin embargo, el misterio del diario no se alarga más de la cuenta. En la segunda temporada, Dipper va descubriendo más cosas sobre lo que significa en realidad y, finalmente, hasta loigra averiguar quién lo escribió. Lo que no esperaba, seguramente, es que fuera el hermano gemelo perdido de su tío Stan, y que éste haya construido una especie de Stargate que puede destruir el Universo en el sótano del Mystery Shack. Ese episodio es una muestra concentrada de todo lo que "Gravity Falls" sabe hacer; humor tontorrón a costa, sobre todo, de Soos, desarrollo de su mitología de un modo entretenido y en el que se desvelan cosas nuevas, y un cliffhanger que no tiene nada que envidiar a cualquier serie para adultos que mueve a fans obsesos por Tumblr.
¿Cómo cambiará la serie a partir de ahora? Dipper y Mabel han descubierto el secreto de su tío y hasta de los diarios, pero seguramente esto no quedará aquí. La historia alrededor del pueblo y sus habitantes es lo suficientemente rica como para que tengan misterios nuevos que investigar, y para que tengan que huir varias veces de agentes del FBI doblados por Nick Offerman. La única lástima es la programación de Disney XD, más errática que los parones primaverales de CBS.
Es interesante prestar un poco de atención, aunque sólo sea de vez en cuando, a la animación para niños y adolescentes que se está haciendo en Nickelodeon, Cartoon Network y hasta Disney XD. Unas cuantas de esas series se han imbuido de referencias tan pintorescas como el Studio Ghibli, "Perdidos", el cómic underground o los cuentos de hadas del siglo XIX para entregar títulos que ofrecen a los chavales algo más que chistes fáciles de trompazos y episodios divididos en dos partes independientes de diez minutos cada una. No renuncian a llegar a todos los públicos y a ser un éxito un poco al estilo de Pixar, pero lo entrelazan con una visión, una voz, muy personal y particular de sus creadores.
En el caso de "Gravity Falls", el carisma a prueba de bombas de sus personajes se une con la querencia de su creador, Alex Hirsch, por las películas de aventuras de los 80, por "Los Simpson" y por "Expediente X", y de ese modo ha estructurado las dos temporadas emitidas hasta ahora de su serie. Dipper se ha pasado casi todos los capítulos investigando quién es el autor de un misterioso diario, con el número 3 impreso en su cubierta, en el que se detallan todas las cosas y criaturas extrañas que han aparecido en Gravity Falls, y esa investigación le ha llevado a cruzarse en el camino de malvados monstruos cambiaformas y hasta del triángulo de los billetes de dólar, convertido aquí en un ente totalmente mefistofélico.
Sin embargo, el misterio del diario no se alarga más de la cuenta. En la segunda temporada, Dipper va descubriendo más cosas sobre lo que significa en realidad y, finalmente, hasta loigra averiguar quién lo escribió. Lo que no esperaba, seguramente, es que fuera el hermano gemelo perdido de su tío Stan, y que éste haya construido una especie de Stargate que puede destruir el Universo en el sótano del Mystery Shack. Ese episodio es una muestra concentrada de todo lo que "Gravity Falls" sabe hacer; humor tontorrón a costa, sobre todo, de Soos, desarrollo de su mitología de un modo entretenido y en el que se desvelan cosas nuevas, y un cliffhanger que no tiene nada que envidiar a cualquier serie para adultos que mueve a fans obsesos por Tumblr.
¿Cómo cambiará la serie a partir de ahora? Dipper y Mabel han descubierto el secreto de su tío y hasta de los diarios, pero seguramente esto no quedará aquí. La historia alrededor del pueblo y sus habitantes es lo suficientemente rica como para que tengan misterios nuevos que investigar, y para que tengan que huir varias veces de agentes del FBI doblados por Nick Offerman. La única lástima es la programación de Disney XD, más errática que los parones primaverales de CBS.
12 marzo 2015
Avatar Clarke
AVISO: En esta entrada se va a hablar sobre el final de "Avatar. The last airbender" y el cierre de la segunda temporada de "Los 100". En ambos casos va a haber spoilers, más en el segundo que en el primero, sobre todo porque la serie de Nickelodeon terminó hace ya siete años. Principalmente, si no habéis visto ese momento con "Werewolves of London", de Warren Zevo, saltaos la parte de "Los 100".
Hay que quitarse el sombrero ante el mundo que Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko crearon para Nickelodeon en 2005. Tanto "Avatar. The last airbender" como su continuación, "The legend of Korra", son series infantiles-juveniles con un universo detrás muy trabajado, muy creíble y en el que las cosas acaban siendo más grises de lo que parecía en un principio. Las peripecias de Aang, el último maestro del aire, para convertirse en el avatar y derrotar al malvado Señor del Fuego son muy entretenidas y están llenas de humor y diversión, pero también tienen un poso más serio conforme se aproxima el épico final de la serie. Aang tiene unos claros principios morales que no puede saltarse en la batalla final porque traicionarían quien es en realidad, así que tiene que buscar otra posibilidad para derrotar definitivamente a Ozai.
Sus dilemas impulsan buena parte del último libro, el tercero, y se ven reflejados en el paralelismo con el camino que Zuko emprende por su cuenta. Él tambien que encontrar su propio destino, que descubrir su verdadera identidad, y termina siendo uno de los personajes más interesantes de la serie. Para aportar la diversión ya está Toph, y para poner el corazón (y la resolución, porque es implacable si se lo propone) tenemos a Katara. Es muy curioso ir encontrando los guiños y paralelismos que hace "The legend of Korra" a su serie madre, y también ver la importancia que "Avatar" le da al mundo de los espíritus y al intento de que comprendamos a los otros. Sólo cuando Aang domina los cuatro elementos y, esencialmente, aprende a pensar como cada una de las otras tres naciones de la tierra, es cuando puede restaurar el equilibrio. ¿Es muy caro tener un Appa?
Decía Jason Rothenberg, showrunner de "Los 100", ha comentado en varias entrevistas sobre el final de la segunda temporada que el tema que unía todos sus capítulos era "¿qué serías capaz de hacer para garantizar la supervivencia tuya y de tu gente? ¿Qué líneas traspasarías?" Las decisiones que el presidente Dante, en Monte Weather, Clarke y Lexa toman siguen todas las respuestas a esas preguntas, aunque al final es sólo Clarke la que termina haciendo lo inimaginable para salvar a sus amigos. El último capítulo la deja rota emocionalmente, apartada de todo el mundo, pero como de ella hemos hablado ya bastante, y hace muy poco, comentemos mejor esos últimos minutos del episodio, los que se marcan un "Perdidos" en toda regla y dejan un cliffhanger muy interesante de cara a la tercera entrega.
¿Han encontrado Murphy y Jaha pistas sobre lo que pasó en la Tierra casi un siglo atrás, sobre los responsables del holocausto nuclear que cambió el planeta para siempre? Es, desde luego, un salto que puede irle muy bien a "Los 100" una vez que ha dejado atrás la trama del Monte Weather. ¿Quién es ese holograma, esa inteligencia artificial que tiene el misil con el que Jaha regresó a la superficie? Mientras Clarke y los terrícolas están a sus (brutales) cosas, la búsqueda casi religiosa de Jaha permite a la serie ampliar mucho más su mundo y profundizar en su mitología. No vamos a decir más porque en ¡Vaya Tele! ya he escrito largo y tendido sobre este "Blood must have blood", pero seguro que hablaremos de nuevo sobre "Los 100". May we meet again.
Hay que quitarse el sombrero ante el mundo que Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko crearon para Nickelodeon en 2005. Tanto "Avatar. The last airbender" como su continuación, "The legend of Korra", son series infantiles-juveniles con un universo detrás muy trabajado, muy creíble y en el que las cosas acaban siendo más grises de lo que parecía en un principio. Las peripecias de Aang, el último maestro del aire, para convertirse en el avatar y derrotar al malvado Señor del Fuego son muy entretenidas y están llenas de humor y diversión, pero también tienen un poso más serio conforme se aproxima el épico final de la serie. Aang tiene unos claros principios morales que no puede saltarse en la batalla final porque traicionarían quien es en realidad, así que tiene que buscar otra posibilidad para derrotar definitivamente a Ozai.
Sus dilemas impulsan buena parte del último libro, el tercero, y se ven reflejados en el paralelismo con el camino que Zuko emprende por su cuenta. Él tambien que encontrar su propio destino, que descubrir su verdadera identidad, y termina siendo uno de los personajes más interesantes de la serie. Para aportar la diversión ya está Toph, y para poner el corazón (y la resolución, porque es implacable si se lo propone) tenemos a Katara. Es muy curioso ir encontrando los guiños y paralelismos que hace "The legend of Korra" a su serie madre, y también ver la importancia que "Avatar" le da al mundo de los espíritus y al intento de que comprendamos a los otros. Sólo cuando Aang domina los cuatro elementos y, esencialmente, aprende a pensar como cada una de las otras tres naciones de la tierra, es cuando puede restaurar el equilibrio. ¿Es muy caro tener un Appa?
Decía Jason Rothenberg, showrunner de "Los 100", ha comentado en varias entrevistas sobre el final de la segunda temporada que el tema que unía todos sus capítulos era "¿qué serías capaz de hacer para garantizar la supervivencia tuya y de tu gente? ¿Qué líneas traspasarías?" Las decisiones que el presidente Dante, en Monte Weather, Clarke y Lexa toman siguen todas las respuestas a esas preguntas, aunque al final es sólo Clarke la que termina haciendo lo inimaginable para salvar a sus amigos. El último capítulo la deja rota emocionalmente, apartada de todo el mundo, pero como de ella hemos hablado ya bastante, y hace muy poco, comentemos mejor esos últimos minutos del episodio, los que se marcan un "Perdidos" en toda regla y dejan un cliffhanger muy interesante de cara a la tercera entrega.
¿Han encontrado Murphy y Jaha pistas sobre lo que pasó en la Tierra casi un siglo atrás, sobre los responsables del holocausto nuclear que cambió el planeta para siempre? Es, desde luego, un salto que puede irle muy bien a "Los 100" una vez que ha dejado atrás la trama del Monte Weather. ¿Quién es ese holograma, esa inteligencia artificial que tiene el misil con el que Jaha regresó a la superficie? Mientras Clarke y los terrícolas están a sus (brutales) cosas, la búsqueda casi religiosa de Jaha permite a la serie ampliar mucho más su mundo y profundizar en su mitología. No vamos a decir más porque en ¡Vaya Tele! ya he escrito largo y tendido sobre este "Blood must have blood", pero seguro que hablaremos de nuevo sobre "Los 100". May we meet again.
11 marzo 2015
Alicia Florrick, ¿sí o no?
La sexta temporada de "The good wife" puede ser una de las que mejor represente una curiosa división que se da entre sus seguidores desde hace ya tres entregas, o así; quienes no soportan a Alicia Florrick y quienes siguen encontrándola un personaje muy interesante. La trama que está siguiendo en estos capítulos la ha aislado de Diane, Cary y del trabajo diario del bufete, casi partiendo en dos (y en tres, si contamos la subtrama de Kalinda) cada episodio. Alicia está volando sola, y la serie lo aprovecha para explorar un poco más a fondo su personalidad, sus dudas, sus principios y hasta sus pensamientos, como ocurrió con "Mind's eye", el capítulo del pasado domingo. Es cierto que guardaba puntos de contacto con aquel episodio en el que vemos a Will preparar su interrogatorio de, precisamente, Alicia durante un juicio, y lo cierto es que la sombra del señor Gardner planea durante todo el metraje.
Lo hace porque la protagonista de la serie está planeando su propia estrategia ante una importante entrevista, por un lado, y ante una amenaza de demanda de Louis Canning, y ese proceso la obliga a plantearse ciertas cosas que, hasta ese momento, podían haber estado más en su subconsciente. Si pasamos un capítulo dentro de la cabeza de Elsbeth Tascioni, tenían que mostrarnos en algún momento cómo piensa Alicia, su debate constante entre lo que está bien y lo que una abogada como ella diría que está bien. Es casi una culminación de ese proceso de adaptación de Alicia a un mundo laboral en el que va ascendiendo, ganando nuevas responsabilidades y, por tanto, habitando una cima en la que aire ético está más enrarecido, en la que casi nadie se mueve por motivos altruistas y donde el mundo está coloreado por infinitas tonalidades de gris.
Esta evolución en la situación vital de Alicia ha llevado a que unos cuantos fans de "The good wife" digan que ella no les cae bien, que su trama política de esta temporada les aburre y que, en general, se muestren bastante desinteresados por lo que le pase. La complejidad que el carácter de la señora Florrick ha ido adquiriendo ha dejado por el camino la admiración de algunos fans, pero la ha convertido en uno de los personajes más interesantes de la televisión reciente. No es una antiheroína, que sería la moda si estuviéramos ante una serie "de prestigio", sino ante una persona corriente que tiene que conciliar su educación, sus principios y su personalidad con las reglas de un mundo tan traicionero como el de la política, dominado en su mayor parte por las apariencias y por la manera en la que se dice algo, no por lo que se ha dicho.
Desde el primer episodio de "The good wife" sabemos que Alicia, por ejemplo, no tolera la deslealtad y la mentira (el modo en el que nos enseñan cómo todavía ve a Kalinda y Peter en su mente es muy significativo), que tiene unos principios éticos muy claros y que no está dispuesta a que su vida privada familiar acabe siendo tema de discusión en late nights y blogs políticos. Pero conforme se adentra en las aguas de las altas instituciones del estado de Illinois, la situación se vuelve mucho más confusa. ¿Qué es la verdad? ¿Está más cerca de aquella palabra con la que ironizaba Stephen Colbert hace tiempo, o con el concepto que de ella puede tener Grace? Es interesante que Alicia le preocupe que Grace pueda tener una crisis de fe. Alicia se mueve en un mundo en el que casi no hay constantes, y las que hay, dependen de la percepción del público al que te diriges en ese preciso momento. Grace, por el contrario, tiene una constante en su vida. Y Alicia está todavía encontrando su voz.
Lo hace porque la protagonista de la serie está planeando su propia estrategia ante una importante entrevista, por un lado, y ante una amenaza de demanda de Louis Canning, y ese proceso la obliga a plantearse ciertas cosas que, hasta ese momento, podían haber estado más en su subconsciente. Si pasamos un capítulo dentro de la cabeza de Elsbeth Tascioni, tenían que mostrarnos en algún momento cómo piensa Alicia, su debate constante entre lo que está bien y lo que una abogada como ella diría que está bien. Es casi una culminación de ese proceso de adaptación de Alicia a un mundo laboral en el que va ascendiendo, ganando nuevas responsabilidades y, por tanto, habitando una cima en la que aire ético está más enrarecido, en la que casi nadie se mueve por motivos altruistas y donde el mundo está coloreado por infinitas tonalidades de gris.
Esta evolución en la situación vital de Alicia ha llevado a que unos cuantos fans de "The good wife" digan que ella no les cae bien, que su trama política de esta temporada les aburre y que, en general, se muestren bastante desinteresados por lo que le pase. La complejidad que el carácter de la señora Florrick ha ido adquiriendo ha dejado por el camino la admiración de algunos fans, pero la ha convertido en uno de los personajes más interesantes de la televisión reciente. No es una antiheroína, que sería la moda si estuviéramos ante una serie "de prestigio", sino ante una persona corriente que tiene que conciliar su educación, sus principios y su personalidad con las reglas de un mundo tan traicionero como el de la política, dominado en su mayor parte por las apariencias y por la manera en la que se dice algo, no por lo que se ha dicho.
Desde el primer episodio de "The good wife" sabemos que Alicia, por ejemplo, no tolera la deslealtad y la mentira (el modo en el que nos enseñan cómo todavía ve a Kalinda y Peter en su mente es muy significativo), que tiene unos principios éticos muy claros y que no está dispuesta a que su vida privada familiar acabe siendo tema de discusión en late nights y blogs políticos. Pero conforme se adentra en las aguas de las altas instituciones del estado de Illinois, la situación se vuelve mucho más confusa. ¿Qué es la verdad? ¿Está más cerca de aquella palabra con la que ironizaba Stephen Colbert hace tiempo, o con el concepto que de ella puede tener Grace? Es interesante que Alicia le preocupe que Grace pueda tener una crisis de fe. Alicia se mueve en un mundo en el que casi no hay constantes, y las que hay, dependen de la percepción del público al que te diriges en ese preciso momento. Grace, por el contrario, tiene una constante en su vida. Y Alicia está todavía encontrando su voz.
10 marzo 2015
La comedia del fin del mundo
Las historias postapocalípticas son últimamente tan omnipresentes como las películas y series de superhéroes. No hay temporada televisiva que pase sin que se estrene, o se anuncie, un proyecto sobre los supervivientes de una epidemia zombie, un holocausto nuclear, un virus mortal, un genocidio extraterrestre... Lo que se os ocurra. Esos supervivientes siempre tienen que decidir cómo quieren vivir, si prefieren mantener cierto atisbo de civilización o si se entregan a lo salvaje (dicotomía sobre la que está construida toda "The Walking Dead"), y como la situación es muy seria, lo habitual es que se trate bajo el prisma de un drama muy serio en el que lo que está en juego es siempre muy importante. Al fin y al cabo, la raza humana está al borde de la extinción.
Will Forte, Chris Miller y Phil Lord, sin embargo, deciden presentar el fin del mundo de otra manera, como una comedia sobre un tipo solitario a la fuerza (que enseguida deja de serlo, y aquí no estamos destripando nada) que tiene a su disposición todo el tiempo y todo el espacio del mundo. "The last man on Earth" era uno de los estrenos más esperados de la midseason porque su punto de partida no invitaba a que saliera de ahí una comedia para FOX, sino más bien un corto para el Fantastic Fest de Austin. Pero como apuntan en esta entrada de Grantland, Miller y Lord son expertos en tomar una idea que parecía terrible, y convertirla en algo divertido, interesante y que acaba siendo un éxito, y esta serie parece estar siguiendo el mismo patrón que siguió, por ejemplo, "La LEGO Película".
Phil Miller (así se llama el personaje de Forte) es un tipo muy corriente que hace lo mismo que, seguramente, haríamos todos si nos encontráramos en su situación. Sus imaginativas maneras de pasar la tarde destrozando cosas son uno de los puntos álgidos de los dos primeros capítulos, pero aunque él acabe entregándose a la dejadez y a la suciedad, Forte consigue que veamos a Phil como alguien realmente muy humano. ¿Qué harías tú si fueras él? Es lo que parece preguntarse la serie muchas veces, y si hemos visto a Forte interpretando a Paul, el admirador-imitador de Jenna, en "30 Rock", sabemos que puede coger personajes realmente raros y hasta inquietantes y darles un giro humano, conseguir que los entendamos.
El concepto de "The last man on Earth" es ciertamente complicado para extraer una comedia de network, pero su arranque apunta a que sus responsables son capaces de hacerlo. No les interesa en absoluto el apocalipsis pasado, sino las peripecias muy cotidianas, y muy humanas, de su protagonista. La audiencia en Estados Unidos está respondiendo muy favorablemente, por ahora, y es que Phil no deja de ser alguien como tú y como yo, un hombre corriente en una situación extraordinaria, que echa de menos a la gente, con un sentido del humor que a veces no encuentra quien lo comprenda y que es mejor persona, y más comprensivo, de lo que parece a simple vista. Aunque no tenga demasiada suerte con las maniquíes.
Will Forte, Chris Miller y Phil Lord, sin embargo, deciden presentar el fin del mundo de otra manera, como una comedia sobre un tipo solitario a la fuerza (que enseguida deja de serlo, y aquí no estamos destripando nada) que tiene a su disposición todo el tiempo y todo el espacio del mundo. "The last man on Earth" era uno de los estrenos más esperados de la midseason porque su punto de partida no invitaba a que saliera de ahí una comedia para FOX, sino más bien un corto para el Fantastic Fest de Austin. Pero como apuntan en esta entrada de Grantland, Miller y Lord son expertos en tomar una idea que parecía terrible, y convertirla en algo divertido, interesante y que acaba siendo un éxito, y esta serie parece estar siguiendo el mismo patrón que siguió, por ejemplo, "La LEGO Película".
Phil Miller (así se llama el personaje de Forte) es un tipo muy corriente que hace lo mismo que, seguramente, haríamos todos si nos encontráramos en su situación. Sus imaginativas maneras de pasar la tarde destrozando cosas son uno de los puntos álgidos de los dos primeros capítulos, pero aunque él acabe entregándose a la dejadez y a la suciedad, Forte consigue que veamos a Phil como alguien realmente muy humano. ¿Qué harías tú si fueras él? Es lo que parece preguntarse la serie muchas veces, y si hemos visto a Forte interpretando a Paul, el admirador-imitador de Jenna, en "30 Rock", sabemos que puede coger personajes realmente raros y hasta inquietantes y darles un giro humano, conseguir que los entendamos.
El concepto de "The last man on Earth" es ciertamente complicado para extraer una comedia de network, pero su arranque apunta a que sus responsables son capaces de hacerlo. No les interesa en absoluto el apocalipsis pasado, sino las peripecias muy cotidianas, y muy humanas, de su protagonista. La audiencia en Estados Unidos está respondiendo muy favorablemente, por ahora, y es que Phil no deja de ser alguien como tú y como yo, un hombre corriente en una situación extraordinaria, que echa de menos a la gente, con un sentido del humor que a veces no encuentra quien lo comprenda y que es mejor persona, y más comprensivo, de lo que parece a simple vista. Aunque no tenga demasiada suerte con las maniquíes.
09 marzo 2015
Un quinteto de la Muestra Syfy
Y otro año más, ese pedacito del Festival de Sitges en Madrid que es la Muestra Syfy ha llegado a su fin. Entre el pasado jueves y ayer, se proyectaron 16 largometrajes (incluyendo el preestreno de "Chappie" que la inauguró) y cuatro cortos, bastantes de ellos sin estrenar y, lo que es peor, sin distribución en España. De este modo, los maratones en el cine Callao son en ocasiones la única manera (legal) de ver cintas que pasarían desapercibidas de otra manera. En esta 12ª edición ha habido varias constantes, como que las películas que se proyectaban a las 15:30 han sido, en general, de lo más destacado de la Muestra, que las sesiones golfas han dejado bastante que desear, y que el dúo electrónico Die Antwoord ha acabado teniendo más presencia de la prevista, primero como co-protagonistas de "Chappie" y, luego, como una de las inspiraciones de la directora de "A girl walks home alone at night", Anna Lily Amirpour.
Ha habido, además, una amplia variedad geográfica, con cintas neozelandesas, japonesas, irlandesas y hasta suecas, y se han mantenido tradiciones como la de aplaudir como locos en cuanto hay un plano de la luna llena (tradición instaurada por "Boneboys" hace un par de años). También ha habido, curiosamente, un par de días más o menos temáticos, con el viernes dominado por las comedias y el domingo, por las propuestas más indies, y de todo lo visto, esto va a ser un personal top 5 de mis favoritas. Faltarán algunas de las más comentadas (como "Spring", que no vi), lo que es inevitable, y las que están se presentan en riguroso orden de proyección.
"Housebound": La primera de las películas neozelandesas de la Muestra cuenta la historia de una joven delincuente que se ve obligada a pasar siete meses en arresto domiciliario en casa de su madre, que siempre ha sostenido que dicha casa está encantada. Los toques de comedia, basados en los clichés de este subgénero, están muy bien distribuidos y, en general, funcionan bastante bien, y la relación entre la madre y la hija (que es, al final, lo que de verdad le interesa a la cinta) es muy entretenida. Fue una de las sorpresas del certamen porque nadie esperaba gran cosa de ella.
"Lo que hacemos en las sombras": Segunda cinta llegada desde Nueva Zelanda, y otra que encaja en otra de las tendencias de la Muestra, que fue encontrarse actores televisivos por todas partes (especialmente en "Jamie Marks is dead"). Aquí está una de las mitades de "Flight of the Conchords", Jemaine Clement, co-director y co-protagonista de este falso documental sobre cuatro vampiros que comparten casa en Wellington. Tiene un sentido del humor a prueba de bombas, sacando provecho de las convenciones del cine de vampiros y de las situaciones cotidianas de cuatro tipos viviendo bajo el mismo techo, y hasta hace chistes de lo absurdo que es que haya cámaras siguiéndolos a todas partes.
"Song of the sea": Nominada este año al Oscar a mejor película de animación, la segunda cinta de Tomm Moore es una preciosa y delicada historia sobre un padre y sus hijos que pierden a su esposa y madre, respectivamente, y cómo ese duelo se relaciona con el mito irlandés (celta, más bien) de las selkies, criaturas mitológicas que adoptan la forma de focas y que pueden transformarse en hombres o mujeres de gran belleza. El dibujo es muy artístico, la historia tiene encanto (aunque sea muy sencilla) y hay mucha emoción impulsándola siempre. Y tiene igualmente unas bonitas canciones en gaélico.
"A girl walks home alone at night": Tal vez, la mayor curiosidad del certamen haya sido esta película estadounidense hablada en farsi, en blanco y negro, concebida por una directora de origen iraní y que sigue a una vampiresa que va siempre con una camiseta de rayas y un chador negro hasta los pies. El año pasado fue una de las sensaciones del ciruito festivalero, y no es difícil ver por qué. La mezcla de referentes entre el cine iraní, David Lynch, los spaghetti westerns, los cómics y Anne Rice deja una película sumamente interesante, con una fotografía a veces de cine mudo sensacional y muy original. Y es otra llena de actores que se ganan la vida en las series de las networks (Sheila Vand, la chica del título, ha estado esta temporada en "State of affairs" en NBC).
"Under the skin": Del experimento de Jonathan Glazer hablamos en verano, pero merece la pena recordarla porque verla en pantalla grande le hace ganar enteros, si conectamos con ella y con esa Scarlett Johansson a un tiempo tan alien, tan implacable y tan vulnerable.
"Mi vecino Totoro" (bonus): Confieso que, en los tres años que llevo yendo a la Muestra Syfy, la proyección infantil del sábado por la mañana es uno de mis momentos favoritos. Esta vez, se optó por uno de los clásicos de Hayao Miyazaki y el Studio Ghibli, la historia de unas niñas y su fantasmal vecino, un gato gigante lleno de encanto.
Ha habido, además, una amplia variedad geográfica, con cintas neozelandesas, japonesas, irlandesas y hasta suecas, y se han mantenido tradiciones como la de aplaudir como locos en cuanto hay un plano de la luna llena (tradición instaurada por "Boneboys" hace un par de años). También ha habido, curiosamente, un par de días más o menos temáticos, con el viernes dominado por las comedias y el domingo, por las propuestas más indies, y de todo lo visto, esto va a ser un personal top 5 de mis favoritas. Faltarán algunas de las más comentadas (como "Spring", que no vi), lo que es inevitable, y las que están se presentan en riguroso orden de proyección.
"Housebound": La primera de las películas neozelandesas de la Muestra cuenta la historia de una joven delincuente que se ve obligada a pasar siete meses en arresto domiciliario en casa de su madre, que siempre ha sostenido que dicha casa está encantada. Los toques de comedia, basados en los clichés de este subgénero, están muy bien distribuidos y, en general, funcionan bastante bien, y la relación entre la madre y la hija (que es, al final, lo que de verdad le interesa a la cinta) es muy entretenida. Fue una de las sorpresas del certamen porque nadie esperaba gran cosa de ella.
"Lo que hacemos en las sombras": Segunda cinta llegada desde Nueva Zelanda, y otra que encaja en otra de las tendencias de la Muestra, que fue encontrarse actores televisivos por todas partes (especialmente en "Jamie Marks is dead"). Aquí está una de las mitades de "Flight of the Conchords", Jemaine Clement, co-director y co-protagonista de este falso documental sobre cuatro vampiros que comparten casa en Wellington. Tiene un sentido del humor a prueba de bombas, sacando provecho de las convenciones del cine de vampiros y de las situaciones cotidianas de cuatro tipos viviendo bajo el mismo techo, y hasta hace chistes de lo absurdo que es que haya cámaras siguiéndolos a todas partes.
"Song of the sea": Nominada este año al Oscar a mejor película de animación, la segunda cinta de Tomm Moore es una preciosa y delicada historia sobre un padre y sus hijos que pierden a su esposa y madre, respectivamente, y cómo ese duelo se relaciona con el mito irlandés (celta, más bien) de las selkies, criaturas mitológicas que adoptan la forma de focas y que pueden transformarse en hombres o mujeres de gran belleza. El dibujo es muy artístico, la historia tiene encanto (aunque sea muy sencilla) y hay mucha emoción impulsándola siempre. Y tiene igualmente unas bonitas canciones en gaélico.
"A girl walks home alone at night": Tal vez, la mayor curiosidad del certamen haya sido esta película estadounidense hablada en farsi, en blanco y negro, concebida por una directora de origen iraní y que sigue a una vampiresa que va siempre con una camiseta de rayas y un chador negro hasta los pies. El año pasado fue una de las sensaciones del ciruito festivalero, y no es difícil ver por qué. La mezcla de referentes entre el cine iraní, David Lynch, los spaghetti westerns, los cómics y Anne Rice deja una película sumamente interesante, con una fotografía a veces de cine mudo sensacional y muy original. Y es otra llena de actores que se ganan la vida en las series de las networks (Sheila Vand, la chica del título, ha estado esta temporada en "State of affairs" en NBC).
"Under the skin": Del experimento de Jonathan Glazer hablamos en verano, pero merece la pena recordarla porque verla en pantalla grande le hace ganar enteros, si conectamos con ella y con esa Scarlett Johansson a un tiempo tan alien, tan implacable y tan vulnerable.
"Mi vecino Totoro" (bonus): Confieso que, en los tres años que llevo yendo a la Muestra Syfy, la proyección infantil del sábado por la mañana es uno de mis momentos favoritos. Esta vez, se optó por uno de los clásicos de Hayao Miyazaki y el Studio Ghibli, la historia de unas niñas y su fantasmal vecino, un gato gigante lleno de encanto.
08 marzo 2015
Las 100
Desde que empezó la segunda temporada de "Los 100", hemos comentado varias veces que es una serie con agallas, que no tiene miedo de tomar decisiones difíciles, y que es el título que a Syfy le gustaría tener en su parrilla en Estados Unidos (en España justo la emite ese canal), pero aunque todo eso define bastante bien la serie, hay otro aspecto que la hace destacar, especialmente en el Día Internacional de la Mujer, y es el hecho de que sean ellas las que ocupan casi todas las posiciones de poder. Desde el momento en el que los 100 originales aterrizan, en el primer capítulo, es Clarke quien se postula como líder del grupo, aunque ella no tenga muy claro si quiere serlo y aunque, en un principio, sea Bellamy quien actúe como el jefe de todos los adolescentes.
Si se compara la serie ahora, a punto de finalizar su segunda temporada, con como era en su arranque, una de las cosas que más destaca es el viaje de Clarke para convertirse en la líder de facto por lo menos de la Gente del Cielo. Anteriormente hemos apuntado que dicho viaje no es demasiado diferente del que sigue Jack Shephard en las primeras temporadas de "Perdidos", y también guarda sus puntos de contacto con el de Rick Grimes en "The Walking Dead" cuando tiene elegir no si quiere ser el jefe de su grupo de supervivientes, sino qué tipo de líder decide ser. Si para él, su espejo era el Gobernador, para Clarke lo es Lexa, la comandante de los terrícolas, que apuesta por un estilo de liderazgo más duro y estratégico, en el que las razones sentimentales no tienen cabida.
Lexa es, precisamente, el mejor ejemplo de cómo Jason Rothenberg, el showrunner de "Los 100", ha poblado la serie de mujeres jóvenes de cuyas decisiones dependen grandes grupos de personas. Es significativo que el único lugar donde manden los hombres sea el Monte Weather, porque hasta en el Arca es Abby la que tiene más ascendente sobre los supervivientes. Entre los terrícolas, los tres líderes de mayor rango, como quien dice, que nos hemos encontrado han sido todos mujeres, y cuando se realiza la operación para liberar a los que están atrapados entre los "hombres de la montaña", es una de las prisioneras la que queda al mando. Esto no quiere decir que los personajes masculinos estén supeditados a los femeninos, porque no es así, pero no deja de ser curioso que sean ellas las que acaben tomando las riendas.
De hecho, tal vez lo más particular de esta manera que tiene Rothenberg de enfocar su serie sea que Jaha, el antiguo canciller del Arca, esté embarcado en una misión casi de obsesión religiosa, mientras que la joven Raven sea la experta en tecnología. Es cierto que "Los 100" no es la única serie en la que las mujeres acaban teniendo más peso en la trama (y si "Los juegos del hambre" no hubiera sido el éxito que es, tal vez Clarke no habría sido la gran protagonista). Hace mucho que yo no veo "Once upon a time", pero allí eran los personajes femeninos los que impulsaban la trama, y en el universo de Avatar, la serie de Nickelodeon, no era nada raro encontrarse con villanas y con mujeres poderosas cada dos por tres. Como comentamos hace unos días, Xena tuvo muchas hijas.
Música de la semana: "Last man on Earth" ha sido uno de los estrenos más destacados de los últimos días, y su protagonista, interpretado por Will Forte, tiene cierta querencia por The Kinks y "Apeman".
Si se compara la serie ahora, a punto de finalizar su segunda temporada, con como era en su arranque, una de las cosas que más destaca es el viaje de Clarke para convertirse en la líder de facto por lo menos de la Gente del Cielo. Anteriormente hemos apuntado que dicho viaje no es demasiado diferente del que sigue Jack Shephard en las primeras temporadas de "Perdidos", y también guarda sus puntos de contacto con el de Rick Grimes en "The Walking Dead" cuando tiene elegir no si quiere ser el jefe de su grupo de supervivientes, sino qué tipo de líder decide ser. Si para él, su espejo era el Gobernador, para Clarke lo es Lexa, la comandante de los terrícolas, que apuesta por un estilo de liderazgo más duro y estratégico, en el que las razones sentimentales no tienen cabida.
Lexa es, precisamente, el mejor ejemplo de cómo Jason Rothenberg, el showrunner de "Los 100", ha poblado la serie de mujeres jóvenes de cuyas decisiones dependen grandes grupos de personas. Es significativo que el único lugar donde manden los hombres sea el Monte Weather, porque hasta en el Arca es Abby la que tiene más ascendente sobre los supervivientes. Entre los terrícolas, los tres líderes de mayor rango, como quien dice, que nos hemos encontrado han sido todos mujeres, y cuando se realiza la operación para liberar a los que están atrapados entre los "hombres de la montaña", es una de las prisioneras la que queda al mando. Esto no quiere decir que los personajes masculinos estén supeditados a los femeninos, porque no es así, pero no deja de ser curioso que sean ellas las que acaben tomando las riendas.
De hecho, tal vez lo más particular de esta manera que tiene Rothenberg de enfocar su serie sea que Jaha, el antiguo canciller del Arca, esté embarcado en una misión casi de obsesión religiosa, mientras que la joven Raven sea la experta en tecnología. Es cierto que "Los 100" no es la única serie en la que las mujeres acaban teniendo más peso en la trama (y si "Los juegos del hambre" no hubiera sido el éxito que es, tal vez Clarke no habría sido la gran protagonista). Hace mucho que yo no veo "Once upon a time", pero allí eran los personajes femeninos los que impulsaban la trama, y en el universo de Avatar, la serie de Nickelodeon, no era nada raro encontrarse con villanas y con mujeres poderosas cada dos por tres. Como comentamos hace unos días, Xena tuvo muchas hijas.
Música de la semana: "Last man on Earth" ha sido uno de los estrenos más destacados de los últimos días, y su protagonista, interpretado por Will Forte, tiene cierta querencia por The Kinks y "Apeman".
06 marzo 2015
El niño de hierro
¿Puede un androide desarrollar consciencia, sentimientos, ser capaz de evolucionar y aprender? ¿Puede un androide mirarse al espejo y reconocerse a sí mismo? ¿Puede un androide estar vivo? Todas esas preguntas burbujean en "Chappie", la tercera película de Neill Blomkamp y la encargada de inaugurar la 12ª Muestra Syfy en Madrid. Esta historia de inteligencias artificiales y cómo el entorno influye en la evolución de una persona es la vuelta de Blomkamp al terreno de "District 9", arrancando la cinta con la misma estrategia de los reportajes periodísticos y la mirada a una Johannesburgo fracturada socialmente hasta el punto de que la policía recurre a unos robots denominados Scouts, y que no pueden evitar sus deudas con "Robocop" incluso aunque ellos no tengan ningún elemento humano en su interior.
Los Scouts son la creación de un joven ingeniero que está obsesionado con la posibilidad de generar no tanto una inteligencia artificial, como una consciencia artificial, un ser cibernético que pueda aprender, adaptarse a su entorno y evolucionar. Sin embargo, su idea de utilizar para ello un scout descartado resulta ser la peor que podía tener, pues cae en manos de unos ladrones de muy poca monta que necesitan dar un gran golpe para librarse de la amenaza de un criminal local. Las peripecias que Chappie va pasando recuerdan al principio a cosas como "Frankenstein" y, por supuesto, a los alienígenas exiliados de "District 9". Como ocurría en aquella película, los prejuicios y el egoísmo de los humanos empuja a los que son diferentes a un camino por el que ellos, en realidad, no quieren ir.
Blomkamp no es nada sutil, así que los malos son muy malos y tienen una visión del mundo muy cerrada (y llevan un peinado y en estilismo tan loco, y tan de "Cocodrilo Dundee", como el de Hugh Jackman), y el final tira de un sentimentalismo que no acaba de estar bien hilado. Tampoco se acaba de explorar bien la idea de partida de la posibilidad de que una inteligencia artificial esté "viva", sea algo más que una máquina, pero lo cierto es que Chappie es un robot simpático y del que no resulta difícil querer que las cosas le vayan bien. El encargado de darle voz (y vida a través de la captura de movimientos) es Sharlto Copley, y aunque en ocasiones roce peligrosamente el terreno Jar-Jar Binks, le da bastante humanidad a lo que no es más que un tween de titanio que aprende de unos macarras interpretados por Die Antwoord.
"Chappie" es muy entretenida, y aunque no vaya a redimir a Blomkamp de los palos que se llevó por "Elysium" (y lo va a tener difícil para escapar de las definiciones tipo "el robot de "Cortocircuito" en versión delincuente"), al menos despliega energía y tiene algunos buenos puntos, como el momento en el que Chappie ve la cabecera de "He-Man". Ha sido un buen arranque para una Muestra Syfy que apunta este año a ser bastante ecléctica. No hay este año una "La cabaña en el bosque" o una "Snowpiercer" en cuanto a expectación, pero no tiene por qué haberla siempre.
Los Scouts son la creación de un joven ingeniero que está obsesionado con la posibilidad de generar no tanto una inteligencia artificial, como una consciencia artificial, un ser cibernético que pueda aprender, adaptarse a su entorno y evolucionar. Sin embargo, su idea de utilizar para ello un scout descartado resulta ser la peor que podía tener, pues cae en manos de unos ladrones de muy poca monta que necesitan dar un gran golpe para librarse de la amenaza de un criminal local. Las peripecias que Chappie va pasando recuerdan al principio a cosas como "Frankenstein" y, por supuesto, a los alienígenas exiliados de "District 9". Como ocurría en aquella película, los prejuicios y el egoísmo de los humanos empuja a los que son diferentes a un camino por el que ellos, en realidad, no quieren ir.
Blomkamp no es nada sutil, así que los malos son muy malos y tienen una visión del mundo muy cerrada (y llevan un peinado y en estilismo tan loco, y tan de "Cocodrilo Dundee", como el de Hugh Jackman), y el final tira de un sentimentalismo que no acaba de estar bien hilado. Tampoco se acaba de explorar bien la idea de partida de la posibilidad de que una inteligencia artificial esté "viva", sea algo más que una máquina, pero lo cierto es que Chappie es un robot simpático y del que no resulta difícil querer que las cosas le vayan bien. El encargado de darle voz (y vida a través de la captura de movimientos) es Sharlto Copley, y aunque en ocasiones roce peligrosamente el terreno Jar-Jar Binks, le da bastante humanidad a lo que no es más que un tween de titanio que aprende de unos macarras interpretados por Die Antwoord.
"Chappie" es muy entretenida, y aunque no vaya a redimir a Blomkamp de los palos que se llevó por "Elysium" (y lo va a tener difícil para escapar de las definiciones tipo "el robot de "Cortocircuito" en versión delincuente"), al menos despliega energía y tiene algunos buenos puntos, como el momento en el que Chappie ve la cabecera de "He-Man". Ha sido un buen arranque para una Muestra Syfy que apunta este año a ser bastante ecléctica. No hay este año una "La cabaña en el bosque" o una "Snowpiercer" en cuanto a expectación, pero no tiene por qué haberla siempre.
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