31 marzo 2014

La longevidad de las comedias

Nueve temporadas en antena son muchas para cualquier serie. Incluso las que son capaces de reinventarse, renovar a casi  todo su reparto y superar las quince entregas, tipo "Urgencias" o "Ley y orden", atraviesan baches y les cuesta mantener el nivel y, sobre todo, la frescura de sus primeras entregas. En las comedias, donde es más complicado entregar todas las semanas capítulos hilarantes, con una historia bien armada y que hagan que los personajes no se vean como una mera caricatura, alcanzar esa longevidad implica atravesar por un periodo acomodado y en el que funcionan casi con el piloto automático. Sus guionistas pueden haber gastado todas las buenas ideas en las cinco primeras temporadas, y ahora se dedican a reutilizar las cosas que saben que funcionan y que son más del agrado de los fans. Ninguna comedia se libra de este declive, o casi ninguna, y lo más que pueden conseguir es disimularlo con mayor o menor éxito. "Cómo conocí a vuestra madre", que termina esta noche en CBS, no ha podido evitarlo tampoco, y hasta ejemplifica también uno de los recursos más habituales en estas sitcoms muy longevas; ir más a por los momentos más emocionales y dramáticos que a por las situaciones más divertidas.

La comedia de Craig Thomas y Carter Bays siempre ha mezclado esos instantes con los chistes, y si bien en este último aspecto ha podido decaer con el paso de las temporadas, en la muestra de instantes muy importantes para sus personajes, y que suelen implicar sus dosis de drama, rara vez tropiezan. La breve ruptura de Marshall y Lily, el descubrimiento de Robin de que no puede tener hijos o el funeral del padre de Marshall son algunos de esos momentos en los que la serie se ha puesto un poco más seria, pero sin olvidar el centro emocional de dichos personajes. Con el paso de los años, algunos chistes terminaron haciéndose a costa de ellos, más que a partir de ellos, pero no era así si había que tocar alguna decisión crucial en sus vidas. Es, como decimos, el recurso más habitual en las comedias muy veteranas, y "Cómo conocí a vuestra madre" no iba a librarse de él con su estructura de comedia romántica. Por otro lado, aquellos juegos temporales y narrativos que le sirvieron para salirse un poco de los cánones de la sitcom de toda la vida han perdido, a la fuerza, fuelle, y el último gran juego, el de situar toda la última temporada en el espacio de un fin de semana tiene tantos detractores como defensores, pero es una maniobra muy típica de Thomas y Bays.

Éstos han tenido un gran toque para despistarnos y esconder las grandes revelaciones de los episodios (sobre todo, en la resolución de dos tramas románticas relacionadas con Robin al final de la segunda y de la tercera temporadas), y han demostrado igualmente tener un buen oído para las bromas musicales y para darle un giro cómico a situaciones que todos hemos vivido en algún momento. Aunque la "percha" de la comedia sea la búsqueda de Ted de la que será la futura madre de sus hijos, en realidad lo que hemos visto es cómo ese grupo de amigos pasaban juntos por algunos de los momentos más definitorios de sus vidas, desde su primer triunfo profesional a bodas, nacimientos, muertes y descubrimientos de pasados como reyes del pop adolescente. "Cómo conocí a vuestra madre" tuvo su mejor época en sus tres primeras entregas (que eran también en las que la CBS la renovaba siempre más tarde, casi el mismo día de los upfronts), y después ha conseguido colar casi siempre algún momento divertido y memorablem y hay que reconocer que la estrategia de presentar a la Madre con antelación ha sido un acierto. Gracias, Linus.

Música de la semana: "Cómo conocí a vuestra madre" también ha solido tener un buen oído para elegir canciones que ambienten algunos de los momentos claves en esa búsqueda de Ted de la mujer de su vida. Una de ellas fue, al final de la cuarta temporada (y en el punto álgido de la historia con Stella), "Glad girls", de Guided By Voices.

27 marzo 2014

Kiera Cameron va a por todas

ALERTA SPOILERS: "Continuum" ha regresado a Showcase con su tercera temporada (en la que hasta estrenan títulos de crédito al formato tradicional), y si estáis perdidos con tanto viaje temporal y no váis al día, es mejor que no sigáis adelante.

Rachel Nichols, la protagonista de "Continuum", decía en una entrevista de promoción por su tercera temporada que Simon Barry, el creador, se había lanzado de cabeza a desarrollar la trama serializada que, al principio, había estado un poco más al fondo, y que no se molestaba en resumir lo que había pasado antes para los no iniciados que se subieran ahora al carro. Este inicio de tercera temporada está orientado a los fans, a los que ya tienen la experiencia previa de haber visto a Keira Cameron, Alec Sadler, Carlos Fonnegra y los chicos de Liber8 persiguiéndose mutuamente por las calles de Vancouver, y la trama no hace más que complicarse. Para empezar, el primer capítulo nos muestra a Alec saltando una semana atrás en el tiempo para intentar salvar a su amada (y traidora) Emily, y termina con una Keira asesinada en el suelo del laboratorio. Y ese "una" está bien expresado porque la agente Cameron también vuelve a viajar al pasado, esta vez para impedir que Alec cambie el continuo temporal, así que tenemos a dos Keiras y dos Alecs, y sólo pueden sobrevivir los que vayan a mantener intacta la línea temporal "original".

Si eso de mantener la integridad de la línea temporal os suena un poco a los Observadores de "Fringe", no os preocupéis, porque los freelancers que hemos estado viendo como unos villanos misteriosos se dedican exactamente a eso, y aún no está muy claro si podemos fiarnos de ellos. Ni siquiera Kiera lo tiene claro, lo que representa un interesante paso más en su evolución. Sigue empeñada en regresar a casa, a su versión de 2077 con su marido y su hijo, pero cada vez parece decirlo con menos convicción. Da la sensación de que, finalmente, está dándose cuenta de que hay cosas más importantes en juego, pero eso también quiere decir que los riegos son todavía mayores. Una cosa hay que reconocerle a "Continuum", y es el hecho de que ninguno de los personajes afirme saberlo todo sobre las consecuencias que puede tener viajar al pasado. De hecho, por lo que vemos, simplemente por el hecho de realizar ese viaje ya cambian la línea temporal, como si al volver sobre sus pasos lo hicieran por esa bifurcación del camino que antes no siguieron.

El propio Alec reconoce al final de la segunda temporada que nadie sabe nada sobre los viajes en el tiempo, y que puedes estar creando todo tipo de modificaciones y problemas incluso aunque te propongas no hacer nada. Desde luego, el panorama que abre la tercera temporada de la serie parece aún más amplio que antes. Ahora sí que conocemos a todas las partes en juego, aunque no sepamos qué vayan a hacer, y esa sensación de imprevisibilidad le viene muy bien a una serie que, cuando empezó, nunca terminaba de desarrollar el potencial que se apreciaba bajo sus historias autoconclusivas. Que la relación entre Alec y Kiera se vuelva más complicada también aporta otro punto de interés porque, de repente, tienen objetivos distintos en mente, objetivos que, además, pueden entrar en conflicto y enredarlo aún más todo. Ambos parecen ser más "adultos" y estar más centrados en estos dos nuevos capítulos, pero veremos si son capaces de soportar las pruebas que se les pongan por delante. ¿Realmente se puede preservar la integridad del continuo temporal? ¿Eliminará Kiera al Alec que represente un problema en ese sentido? ¿Hay todavía un futuro al que ella pueda regresar?

26 marzo 2014

¿A qué categoría de los Emmy mando mi serie?

La temporada televisiva todavía no ha terminado, por lo que las campañas de promoción de cara a los Emmy están aún en su infancia, pero ya empiezan a conocerse algunos de los movimientos de las cadenas con ciertos estrenos. Estas estrategias se encaminan a buscar más reconocimiento (como hizo PBS cuando movió "Downton Abbey" de miniseries a drama) o a posicionar sus series en aquellas categorías donde creen que pueden tener más opciones de rascar unas cuantas nominaciones, primero, y de traducir algunas de ellas en premios, después, y no obedecen a mucho más. No es raro que algunas de esas candidaturas nos parezcan peculiares, como poco, porque igual no terminamos de ver que "Nurse Jackie" sea una comedia, por ejemplo, pero no son decisiones que se tomen a la ligera. Cuando FX decidió enviar "American Horror Story" a las categorías de miniseries tenía la excusa de que en cada temporada cuenta una historia diferente, y ahí tenía más sencillo que Jessica Lange ganara ese Emmy a al mejor secundaria que todo el mundo daba como algo cantado.

Esta lógica está detrás de los últimos movimientos que hemos conocido de cara a la próxima entrega de estos galardones, que la NBC emitirá el 25 de agosto (lunes, para evitar conflicto con la pretemporada de la NFL y con los MTV Video Music Awards). Lo primero que supimos es que Netflix optaba por presentar "Orange is the new black" a las categorías de comedia, en lugar de a las de drama, donde compitió en los Globos de Oro, y apenas unos días después, Showtime seguía su ejemplo con "Shameless". Las dos cadenas parecen haber detectado que la posición de "Modern family" como gran favorita es débil, pues aunque el año pasado se llevó su cuarto galardón a la mejor comedia, ninguno de sus actores pudo continuar la racha de victorias en las categorías de secundarios, así que van a intentar que, en un campo con menos competencia que en drama (donde hay una superpoblación de posibles nominados), estos dos títulos llamen la atención de los votantes. Las comedias "puras" de estreno de esta temporada no parecen tampoco ser grandes rivales, así que sobre todo "Orange is the new black" tiene ante sí una gran oportunidad para afianzar la posición de Netflix como actor importante en esto de la ficción de producción propia.

El otro movimiento hecho público hace poco es que HBO va a ir a por todas y va a enviar "True Detective" a drama, y no a miniserie, como los críticos pensaban que haría dada su naturaleza antológica. No lo va a tener fácil precisamente por la entidad, y cantidad, de los rivales a los que tendrá que enfrentarse, empezando por los últimos episodios de "Breaking Bad" y terminando con "House of Cards", que resulta difícil pensar que no volverá a estar entre las nominadas a mejor drama. Además, los Emmy anunciaron hace poco que el número de candidatos podría ampliarse hasta a siete con el nuevo método de votación, así que la cadena parece estar muy segura de lo que tiene entre manos. Desde luego, el hype de la serie está por las nubes, y se va a beneficiar indirectamente del Oscar que Matthew McConaughey ganó por "Dallas Buyers Club", y siendo sólo ocho episodios, HBO puede enviar la temporada completa a los académicos (una maniobra que DirecTV hizo, con éxito, en la cuarta temporada de "Friday Night Lights", y es posible que hasta en la última).

"True Detective" es un candidato formidable, pero su inclusión en drama puede perjudicar a compañeras de cadena que, hasta ahora, habían intentado, sin suerte, desbancar a los títulos de AMC de lo más alto del podio. "Boardwalk Empire" tiene realmente complicado volver a una categoría de la que se cayó el año pasado, y la falta de tracción de "Juego de tronos" más allá de sus nominaciones técnicas, en mejor drama y para Peter Dinklage puede pasarle factura en julio (aunque Emilia Clarke logró colarse el año pasado entre las mejores secundarias). Con esta serie, cada año repetimos que está ante una oportunidad de oro para que la academia reconozca su condición de fenómeno global, pero ese reconocimiento bien puede no llegarle nunca. Y las que es probable que se despidan de la nominación "gorda" son "The Good Wife" (que no estuvo tampoco el año pasado, y pese a haber logrado una enorme visibilidad en la quinta temporada) y "Downton Abbey", que no ha perdido el favor del público estadounidense, pero da la sensación de ser una candidata más liviana. Esto si suponemos que "True Detective" cautivará a los Emmy del mismo modo que lo hizo con la crítica. El 10 de julio lo averiguaremos.

25 marzo 2014

Lo importante son las consecuencias

ALERTA SPOILERS:  Sí, me temo que vamos a desvelar ese giro del episodio del domingo de "The Good Wife". Y que vamos a compararlo con otros que han sucedido en "Mad Men" y en "Downton Abbey". Para que estéis sobre aviso.

La muerte por sorpresa de un personaje principal es uno de los trucos más viejos en el manual de las series que quieren sacudir un poco las cosas cuando llevan ya un tiempo en antena. Pero como en todo, que ese truco funcione mejor o peor depende del modo en el que se lleve a cabo. Por supuesto, de buenas a primeras, deja al espectador en estado de shock, pero lo interesante es comprobar qué consecuencias tiene esa muerte para el resto de personajes y para la evolución de la serie. "The Vampire Diaries" vivía de esos fallecimientos espectaculares en cada final de temporada, pero ya lo han hecho tantas veces (y los muertos han resucitado también en tantas ocasiones), que es un recurso que para ellos ha quedado vacío y gastado. Todos estamos al tanto también de la querencia de "Juego de tronos" por las muertes violentas de sus protagonistas, que aquí se encuadran en ese mundo medieval en guerra en el que tiene lugar la acción, y el escenario post-apocalíptico de "The Walking Dead" permite que este recurso se emplee con frecuencia. La diferencia está en los momentos en los que otro tipo de series opta por él.

Y no estamos hablando de los títulos de Shonda Rhimes, muy aficionada a que tanto "Anatomía de Grey" como "Sin cita previa" y, sobre todo, "Scandal" acumulen tiroteos, bombas, accidentes de avión, secuestros de bebés (extirpados directamente del vientre materno) y todo tipo de asesinatos y conspiraciones casi sólo por el placer que le debe dar a la guionista leer las sucesiones de "OMFG!!!!" en Twitter al terminar el capítulo en cuestión. Estamos refiriéndonos más a cosas como "Dramatics, your honor", el episodio de "The Good Wife" que ha tomado al asalto las redes sociales por culpa de ese giro en sus últimos cinco o seis minutos, un giro en el que un universitario al que Will Gardner defiende de un cargo de asesinato, y del que vemos varias pinceladas de que no está precisamente en su mejor estado mental, la emprende a tiros contra todos los presentes en el tribunal y, como resultado, mata a Will. El revuelo organizado ha sido mayúsculo, con el respetable dividido entre quienes se sienten traicionados y quienes creen que puede ser un interesante revulsivo, y hasta que no veamos los siguientes episodios, lo más que podemos comentar es el modo en el que este giro se ejecuta.

En ese aspecto, no se sale del estilo habitual de "The Good Wife". No llegamos a ver el tiroteo, sino las reacciones de Diane y Kalinda al sonido de los disparos, primero, y después al tribunal con la gente escondida tras los bancos y rastros de sangre en el suelo. Y en el hospital, en el momento en el que descubrimos que Will ha muerto, siguen siendo ellas las que centran la atención, indicándonos que lo que importa no es tanto esa tragedia que acabamos de ver, sino las consecuencias que va a tener, y el tratamiento de esas consecuencias determinará si la serie realmente ha "saltado el tiburón" o si utilizan este hecho para continuar evolucionando. Esto no podremos comprobarlo hasta que no haya terminado esta quinta entrega, pero es cierto que el fallecimiento repentino e impactante de Will ha traído a la memoria otros dos ejemplos muy recientes de series que hicieron algo similar, sacándose también una muerte de la nada.

El suicidio de Lane Pryce en la quinta temporada de "Mad Men", por ejemplo, fue igualmente algo inesperado y que dividió a los fans, y lo mismo puede decirse del accidente de coche que le cuesta la vida a Matthew al final de la tercera entrega de "Downton Abbey". Tanto su muerte como la de Sybil (ambas igualmente repentinas) sí tienen consecuencias que se aprecian no sólo en los capítulos que las siguieron sino también en la cuarta temporada, en la que la serie no se ha olvidado de que Lady Mary, Branson e Isobel Crawley perdieron a personas muy importantes en sus vidas. Es cierto que, últimamente, las series estadounidenses parecen haberle cogido el gusto a "cargarse" personajes principales para impactar al personal y sus propios cimientos (hasta "Teen Wolf" lo hizo recientemente), y se recurre a esas muertes para justificar la marcha de los actores de las series, pero al final no es tanto lo que se ha hecho como los efectos que ese hecho tenga más adelante. Ahí veremos si "The Good Wife" acertó en su despedida de Will.

24 marzo 2014

Las razones de los showrunners

Esta mañana, Internet estaba revolucionado por algo que había pasado en el último capítulo de "The Good Wife", algo que había llevado a sus dos showrunners, Robert y Michelle King, a publicar en el Facebook oficial de la serie una carta explicando por qué habían decidido hacerlo. Sin entrar a considerar ese giro, (principalmente, porque no he podido verlo todavía) lo curioso de esa maniobra de los King es como ejemplifica a la perfección la nueva relación que las series tienen con sus seguidores, una relación que se ha vuelto más estrecha porque, ahora, cualquiera puede decirle directamente a sus creadores lo que opina de sus últimos capítulos a través de Twitter o Facebook. La respuesta del público a la última locura ideada por Shonda Rhimes en "Scandal" es inmediata a través de las redes sociales, con lo que los showrunners saben enseguida si determinado giro en la trama ha funcionado como ellos pretendían, o si han sobreestimado su posible relevancia.

Sin embargo, también parece que hace creer al público que tiene el derecho, y la posibilidad, de influir en la marcha de dichas series. Hace algún tiempo, cuando todavía era productor ejecutivo de "Doctor Who", Russell T. Davies apuntaba que los foros de la serie en la web de la BBC estaban cerrados porque no querían dejarse influenciar por las opiniones de los fans, preferían tomar cierta distancia, pero hay otros guionistas que fomentan esa interacción con el público. Como siempre, esta nueva situación puede tanto ser beneficiosa como perjudicial para esas series, y el asunto se pone un poco más complicado cuando los showrunners se ven obligados a justificar y explicar sus decisiones. Puede resultar interesante leer sus comentarios cuando se termina una temporada, como ocurre con esos "Walkthrough" que hace The AV Club periódicamente, pero también puede eliminar cierto aura de misterio, por decirlo de alguna manera, alrededor de las sorpresas o de los giros inesperados. Que sus responsables sientan la necesidad de explicarlos puede transmitir la impresión de que creen que el público no está preparado para encontrar dicha explicación por su cuenta, o que temen que vayan a lincharlos metafóricamente por tomar una decisión que puede ser impopular.

Esto no quiere decir que realmente sea el caso de muchas de esas entrevistas que los guionistas dan para clarificar algunos aspectos, o para ofrecernos un vistazo al proceso de escritura y rodaje, pero a veces da la sensación de que un poco de enigma no vendría nada mal. ¿Cuál de las dos posturas es la más adecuada? David Chase, por ejemplo, se negó a dar ninguna entrevista tras el final de "Los Soprano", diciendo que no tenía nada que explicar sobre él, mientras Damon Lindelof y Carlton Cuse sí se mostraron abiertos a hablar sobre el de "Perdidos" unos días después de que se emitiera. También es verdad que ellos dos fomentaron una interacción con los espectadores más cercana, por lo que habría sido extraño que no comentaran el cierre de la serie, pero quizás no hacía falta que dieran tantas explicaciones a lo que acabábamos de ver. Había a quien le gustó, y había quien lo odió, y eso no iba a cambiar por muchas entrevistas que dieran. La mejor justificación debería estar integrada en la serie; el giro impactante que los showrunners sienten la necesidad de explicar debería habérselo ganado la trama, tendría que ser una evolución de todo lo que hemos visto hasta ese momento. Y el público debería también aprender a relajarse un poco.

23 marzo 2014

Una crisis de alto concepto

La expresión "high concept" hace referencia a series cuyo punto de partida es algo muy espectacular, un evento o una idea que suele tener un misterio detrás que implica a muchos personajes y que se cristaliza en una trama serializada que, en teoría, debería enganchar al espectador por esa intriga de averiguar qué está pasando ahí, y por lo espectacular de dicho punto de partida. En el caso de "Crisis", es el secuestro de un autobús escolar de un instituto de Washington al que asisten los hijos de los ricos y poderosos del país, incluido el del presidente de Estados Unidos. Por supuesto, detrás de ese secuestro hay, además, un grupo de personas que parece conocer a la perfección el modo de funcionamiento de las agencias del orden estadounidenses, y utiliza ese conocimiento en su beneficio. A esto hay que añadir que los padres son todos gente acostumbrada a salirse con la suya, y que harán cualquier cosa con tal de salvar a sus hijos, y ya tenemos los ingredientes para montar una temporada de giros de guión por todas partes.

Evidentemente, siempre está la duda de si estas series como "Crisis" podrán aguantar el misterio durante trece capítulos, y qué harán si la cadena las renueva. ¿Estiran todo lo que puedan la historia, hacen borrón y cuenta nueva, o cambian sustancialmente la trama? No ha habido tantos casos en los que hayamos podido comprobarlo; títulos como "The Event", "FlashForward" o hasta "Last resort" no vieron una segunda entrega para que viéramos qué opción tomaban, y en el caso de otro estreno de esta temporada como "Hostages", no está muy claro que CBS vaya a concederle esa oportunidad. Está claro que el secuestro de los chavales, y el plan del cerebro detrás de todo esto, tiene fecha de caducidad, no puede extenderse eternamente sin que se empiece a resentir, pero todavía no hay manera de saberlo. El creador de la serie es Rand Ravich, que en "Life" manejaba también una conspiración que, francamente, no sólo no era lo más importante sino que no terminaba de tener demasiado sentido. Ahí, no obstante, estaban Charlie Crews y Dani Reese para que nos engancháramos a los capítulos, y "Crisis" aún no dispone de unos personajes que puedan proporcionar el gancho.

A los que vemos más en el piloto es a Meg Fitch, la poderosa empresaria a la que interpreta Gillian Anderson, y a su hermana Susie (Rachael Taylor), agente del FBI encargada de investigar el secuestro y averiguar qué se proponen sus perpetradores. Sabemos que no tienen precisamente la mejor relación, complicada por ciertos eventos de su pasado, pero no mucho más, y tampoco acaban de perfilarse del todo los dos o tres chicos que, teóricamente, vamos a seguir más de cerca entre el grupo de rehenes. Y en cuanto a los propósitos del malo de la función, sabemos que lo tiene todo muy planeado y se adivina el motivo detrás de todo esto, pero nos falta por saber si hay algo de sustancia ahí, si no es todo un juego de manos muy retorcido pero, en el fondo, vacío. Es otro riesgo de las series high concept, que no haya detrás para apoyar toda la pirotecnia.

Música de la semana: Esta semana ha habido más estrenos, como el de "Los 100" en The CW, que utiliza una canción de Imagine Dragons muy acorde con su tema de la Tierra arasada por un apocalipsis nuclear, "Radioactive". Sin embargo, este grupo ya empezó a sonar entre los espectadores gracias a "On top of the world", que fue la sintonía de la malograda sitcom "Partners", en CBS.

19 marzo 2014

El deber de un policía

Las series británicas de policías no suelen ser las que más atención reciben entre la blogosfera aficionada a la televisión (tampoco las de abogados, si tenemos en cuenta la poca repercusión que tuvo en los foros interneteriles "Law & Order UK" o la que tiene "Silk"). Se les presta más atención cuando tienen algún protagonista famoso, como pasó con David Tennant y "Broadchurch", o cuando se presentan con un envoltorio con ciertas ínfulas, tipo "The shadow line" o hasta "The fall", pero si dan la sensación de primeras de ser un policiaco sin más, no es raro que pasen desapercibidas. Algo así pasa con "Line of duty", una serie de BBC 2 que está a punto de acabar su segunda temporada y que es bastante más que otro título de detectives. Para empezar, que sus protagonistas  trabajen para AC-12 (lo que en una serie americana se llamaría Asuntos Internos), le da un toque original, y luego tenemos que esos mismos personajes están igual de enfangados en los secretos personales, la tentación de dejarse corromper y la burocracia que entorpece su trabajo que los detectives a los que investigan.

En estos nuevos capítulos, las dudas éticas, los principios morales que parecen inamovibles (y que los agentes se saltan si se refieren a algo personal) y la torpeza de unos mandos que sólo quieren salvar su puesto rondan a una Lindsey Denton que no sólo es el objetivo de esa investigación de AC-12, sino que presenta desde el principio un camino realmente interesante. Verse en el ojo del huracán la saca de la vida gris y a trompicones que ha llevado hasta ese momento, y la obliga a dar un paso adelante y a contraatacar. Pero al principio nunca está claro de si ella siempre fue culpable de lo que se le acusa, o si en realidad los agentes de AC-12, y la presión de los medios y los jefes, empujó a una mujer inocente a tomar un curso de acción que no habría seguido de otra manera. El retrato de Denton está siendo más interesante que el que se hizo en la primera temporada del "villano" de turno entonces, un Tony Gates que no terminaba de escapar del cliché del detective corrupto que se oculta bajo el reconocimiento que recibe de todo el departamento por sus resultados estelares.

El caso que Hastings, Flemming y Arnott tienen que desenredar esta vez es más complejo y, lo que es mejor, los enfrenta a sus propios secretos y "atajos" éticos. Buscan y denuncian en otros los "pecados" que ellos cometen en privado, con lo que tenemos una serie en la que ni siquiera los protagonistas terminan de ser los "buenos" de verdad. De hecho, en ese aspecto, Kate Flemming bien puede ser la más interesante de los tres porque buena parte de su trabajo consiste en trabajar como agente encubierto, añadiendo todavía más capas de secretos y mentiras a las que "Line of duty" ya maneja de manera habitual. Esos grises éticos y ese muro burocrático y de mediocridad de los jefes que acaba coartando la capacidad de los policías para cumplir con su deber son los temas que la serie maneja habitualmente, pero cuando hay personajes complejos e interesantes al frente, todo resulta más atrayente.

Aviso: Este blog va a estar un poco parado hasta el domingo porque ciertos deberes laborales me llevan lejos del ordenador. Si queréis pasar el rato, podéis probar también con los números musicales de La tele que canta o con las disertaciones junto a Crítico en serie en Yo disparé a JR.

18 marzo 2014

El Big Bang de 2004

El pasado fin de semana, se produjo una curiosa conjunción que nos retrotraía a diez años atrás en el tiempo, a una época en la que términos como "segunda pantalla", "hate-watching" o "televisión social" no se habían convertido aún en asuntos discutidos hasta la saciedad en Internet, una época en la que faltaba un año para el nacimiento de YouTube, dos para que se fundara Twitter y hacía sólo unos meses que Facebook había entrado en funcionamiento. Aquel otoño de 2004 volvía de repente a primera línea de actualidad gracias a la celebración en el Paley Fest del décimo aniversario del estreno de "Perdidos" y al estreno de la película de "Veronica Mars", dos de los títulos que aterrizaron en las networks entre los meses de septiembre y octubre de aquel año. Cuando la segunda fue cancelada, en 2007, una crítica estadounidense recordaba lo diferentes entre sí que habían sido los pilotos de aquella temporada, cómo una buena parte de aquellas series desplegaba desde el principio una personalidad definida y se atrevía a probar algo distinto.

El programa número 100 de Yo disparé a JR ha sido otra excusa para recordar aquella añada, una en la que la distancia, especialmente de los finales de bastantes de esas series, puede ayudarnos mejor a apreciar sus aportes al panorama televisivo de los últimos 25 años. Por ejemplo, los cinco primeros minutos del piloto de "Mujeres desesperadas" dan un golpe en la mesa inesperado en aquel momento, y que no es tan fácil de igualar como parece. Y por mucho que se ha intentado copiar (y hasta superar), el piloto doble de "Perdidos" continúa funcionando mucho mejor de lo que, probablemente, se merecía, abriendo un mundo entero de posibilidades al mismo tiempo que presentaba a un puñado de personajes que constituían el verdadero misterio, porque terminábamos el capítulo sin saber en realidad quiénes eran (algo que no suele ser lo habitual de estos primeros episodios). Esa sensación de que estábamos viendo algo fresco y distinto se tenía tanto cuando Verónica Mars fotografiaba la ventana de un motel desde su coche, como cuando el doctor House entraba a la consulta haciendo toda una declaración de intenciones ante los pacientes, y es lo que más distingue a esa cosecha de 2004 de las que llegaron después.

La onda expansiva se notó también en la midseason,  con la evolución natural del melodrama médico y depuración de todos sus arquetipos de "Anatomía de Grey", o con el retrato familiar disfrazado de serie realmente inquietante que era "Medium", e incluso en el cable, donde la "revolución" había empezado años antes con "Los Soprano", aparecieron títulos que también gritaban desde el primer capítulo que eran diferentes, tipo el mundo brutal y de inmersión total de "Deadwood" o la alegoría post 11-S de "Battlestar Galactica". La mezcla de géneros sin ningún tipo de complejo es una de las características comunes de casi todas aquellas series, y hasta podían esconder una gran ambición narrativa en un envoltorio de entretenimiento para todos los públicos (un caso muy curioso es "Jack & Bobby" y su historia sobre el futuro presidente de Estados Unidos contada desde que es niño). Aunque HBO hubiera iniciado la carrera por aplicar esa expresión, ya prácticamente un cliché, de "series cinematográficas", y empezara a difuminar las fronteras en la pequeña pantalla y la grande, fue la explosión de creatividad que se vivió en las networks lo que contribuyó a cambiarlo todo.

Y eso que, como hemos dicho, había vida antes de "Perdidos" (y de "Los Soprano"), y muchos de estos títulos no habrían sido posibles sin la experiencia de grandes series de los 80 y los 90 que subvirtieron las reglas imperantes entonces, pero también es cierto que lo que hizo destacar esa temporada fue, precisamente, que tantos proyectos distintos vieran la luz casi al mismo tiempo (en esa midseason debutó igualmente la versión estadounidense de "The Office", con ese aspecto de falso documental entonces muy novedoso en televisión). La expansión del universo seriéfilo que se originó a partir de 2004 se dejó sentir hasta en Europa, donde la televisión británica vería cómo, un par de años más tarde, el éxito de "Life on Mars" animaría a probar más suerte con títulos que también picoteaban de varios géneros y que no tenían miedo de zambullirse en un misterio muy serializado que la audiencia podría diseccionar en Internet semana a semana. Más que en 1999 y en HBO, la culpa de esta afición por las series ahora tan extendida habría que situarla más en 2004 y en la ABC.

17 marzo 2014

Dentro de un sueño

David Chase ha dicho en más de una ocasión que, siempre que mostraban algún sueño de Tony Soprano en "Los Soprano", copiaban vilmente a "Twin Peaks", y que nunca lograron acercarse siquiera a las imágenes que David Lynch y Mark Frost consiguieron en esa serie. Retratar en pantalla la lógica extraña y las visiones a veces alucinadas de los sueños (o de las pesadillas) no es tarea fácil. Mientras soñamos, esas imágenes pueden llegar a ser muy reales para nosotros, aunque no tengan ningún sentido, y tienen una cualidad un poco peculiar que hace tan difícil pillarles el tono justo. Deben parecer reales, pero no demasiado, y totalmente alienígenas, como si dijéramos, pero sin pasarse. "Twin Peaks" se beneficiaba de la buena mano que Lynch ha tenido casi siempre para enfrentarnos a un surrealismo desestabilizador e inquietante, con unas imágenes que gritaban bien a las claras que eran sueños, pero que para los personajes formaban parte al mismo tiempo de su realidad.

No es un secreto que "Hannibal" bien puede ser la alumna más aventajada de las peripecias del agente Cooper en ese aspecto. Su especialidad son las pesadillas y las alucinaciones, y resultan sumamente inquietantes (el manejo del sonido es muy importante para sumergirnos con Will en sus visiones aterradoras). Toda la serie es como estar dentro de un mal sueño en el que, como decían en "True Detective", hay un monstruo al final, y un monstruo que ha estado escondido a simple vista durante todo este tiempo. Teniendo en cuenta que los protagonistas principales son psiquiatras, y que están constantemente hablando sobre el estado mental de los asesinos que persiguen, no es extraño que "Hannibal" haya optado por ese look otoñal y decadente que se vuelve directamente desasosegante cada vez que se deciden a mostrarnos alguna pesadilla.

"True Detective", como decíamos, también ha utilizado su ración de visiones en su primera temporada. En su caso, se centraban en el cerebro maltratado por las drogas de Rust Cohle, y eran otra de las múltiples referencias de la serie al horror cósmico. Ayudaban a crear esa atmósfera inquietante y malsana que facilitaba que surgieran asesinos como el que Cohle y Hart persiguen. Y, últimamente, un título que ha incluido una curiosa secuencia onírica ha sido "The Walking Dead", que nos muestra el pasado de Michonne a través de un sueño en el que aspectos de su vida presente van entrando poco a poco en su recuerdo de cómo era su mundo antes de que los zombies caminaran sobre la tierra (como esa katana para cortar la comida). No es que fuera una escena estilísticamente tan alambicada como las de "Twin Peaks" o "Hannibal" (o hasta "Doctor en Alaska", en otro registro diferente), pero resultaba muy efectiva.

16 marzo 2014

Adictos a Neptune

ALERTA SPOILERS: Si no habéis visto la película de "Veronica Mars", y no sabéis a que viene todo eso de la adicción, podéis dejar de leer aquí. 

El detective que es incapaz de abandonar el negocio es uno de los arquetipos más clásicos del noir. Pese a que sabe que no es lo mejor para él y a pesar, por ejemplo, de que tiene una oferta de un trabajo más respetable o una mujer que lo tratará bien esperándolo, prefiere seguir pateándose calles de mala muerte solucionando los desaguisados de sus clientes ricos y cayendo una y otra vez en las redes de la misma mujer fatal que no le conviene, que lo utiliza y lo arrastra a la oscuridad. Hasta en el cómic "Blacksad" se recurre a esta historia en más de una ocasión, así que no es extraño que Rob Thomas la emplee también como hilo conductor de la película de "Veronica Mars", ese proyecto financiado con dinero de los fans mediante crowdfunding y que se ha estrenado al mismo tiempo en cines y en plataformas online de vídeo bajo demanda. En el caso de Verónica, parece que ha conseguido escapar, dejando atrás Neptune, los casos de su padre y a Logan Echolls, y estando a punto de convertirse en abogada para una importante firma de Nueva York. Pero como ella misma cuenta a través de la voz en off, los adictos no siempre logran apartarse de su adicción.


Es realmente curioso, y muy en sintonía con el espíritu de la serie, que Thomas no se olvide de que Verónica siempre tuvo una cierta oscuridad latiendo bajo la superficie, la oscuridad que la llevó a investigar hasta el final el asesinato de Lilly Kane a pesar de que su propia vida corriera peligro, o a buscar a su madre sin importarle lo que pudiera encontrar finalmente, y el dolor que eso pudiera causar. Su sentido de la justicia, y de que ella debía actuar cuando creía que no se estaba respetando, era su principal motivación, aparte de ese "cuelgue" de la emoción y la adrenalina de la persecución de un chantajista, por ejemplo. El retrato de Verónica nunca se perdió de vista durante las tres temporadas de la serie, y tampoco lo hace en la película, una película claramente orientada a los fans (que la han pagado, al fin y al cabo). Recupera a un montón de personajes que, probablemente, no habrían sido incluidos de otra manera, y se centra quizás demasiado en la relación con Logan también por eso. Pero no deja que Verónica salga indemne. ¿Es su elección final la más apropiada para ella?

Además, lo más interesante de todo es que esa última elección, la que nos la presenta regresando a Neptune y asumiendo el mando de Investigaciones Mars, no está motivada por Logan, sino por su padre. Sí, vuelve a la ciudad por su homme fatale particular (aunque él ha perdido un poco de punch con el paso de los años), pero es el caso de Weevil, la corrupción en el departamento de policía y las consecuencias que esto tiene para Keith lo que impulsa a Verónica a quedarse. En muchos sitios se ha comentado que, tal y como termina la película, deja con ganas de ver una secuela, y es completamente cierto. Verónica se ha convertido finalmente en lo que estaba destinada a convertirse, y sería muy entretenido verla en acción ya como detective privada adulta con todas las de la ley, un suerte de Kinsey Millhone más luminosa. La puerta para una secuela está abierta, y todo dependerá de cómo sea la acogida de esta primera cinta, más allá de esos más de 91.000 fans que pusieron su dinero para verla convertida su realidad.

Probablemente, Warner vaya a estar más atenta a la distribución digital que a la taquilla convencional, pues la idea original era que su paso por los cines fuera más testimonial que otra cosa, pero también es cierto que, en la semana del estreno, Rob Thomas y Kristen Bell se han paseado por todos los programas posibles (ella ha estado desde en "Good Morning, America" al talk show de Queen Latifah y "The Tonight Show"). El nombre de "Veronica Mars" ha recibido más visibilidad en estos días, siete años después de su cancelación, que mientras estuvo en emisión, así que podemos cruzar los dedos esperando que exista una pequeña posibilidad de que volvamos a tenerla en acción. Porque eso es otra cosa que logra la película, recordarte por qué te gustaba la serie en un principio. A pesar de que el misterio sea bastante sencillo (pero entronque con el tema de la injusticia social en Neptune que tanto le importa a Verónica), todos esos guiños para los fans se encaminan en esa dirección. Y aunque tenemos los toques de ironía y humor, y a Dick Casablancas en su salsa, al final hay dos escenas que definen perfectamente al personaje. Una es esa última comida con Wallace en el patio del instituto, cuando Verónica ve a una chica comiendo sola, igual que ella en el piloto. Y la otra es esa frase con la que ella cierra la historia y que encapsula ese lado un poco oscuro que nunca se ha intentado maquillar: "Me llamo Verónica Mars y soy una adicta. Hola, Verónica". Bienvenida de nuevo.

Música de la semana: No hay otra elección posible esta semana que "We used to be friends", la canción de The Dandy Warhols que primero popularizó "The OC" y después pasó a ser la sintonía de "Veronica Mars", y que hasta suena en los títulos de crédito finales de la película.

14 marzo 2014

Los diez mejores casos de Veronica Mars

Siete años después de su cancelación (y diez después de su estreno), "Veronica Mars" vuelve hoy a la vida en formato película. El camino hasta llegar a este punto no ha sido el habitual en Hollywood, porque ya estamos todos al tanto que la financiación para rodarla se logró a través de una campaña de crowdfunding y que su distribución tampoco va a seguir el modelo tradicional. Aunque en Estados Unidos y algunos otros países se ha estrenado en cines, lo hace al mismo tiempo que se pone a disposición de los clientes de multitud de plataformas de vídeo bajo demanda, y a es a través de ellas como va a llegar a su público. Este pequeño experimento de lanzar una película al mismo tiempo en cines y en VOD se va a seguir muy de cerca en Hollywood por las implicaciones que puede acarrear para la distribución de cintas pequeñas, más que de las superproducciones, pero el éxito real de "Veronica Mars" va a tardar en comprobarse.

De momento, y hasta que veamos la película, lo que nos queda es recordar la serie, que es la razón de que se haya organizado este revuelo desde hace un año. Hace algún tiempo comentamos un poco las virtudes que tenía, sobre todo para intentar captar nuevos marshmallows, pero lo que no hicimos fue un top 10, una lista de los mejores capítulos (o mis preferidos, simplemente) de las tres temporadas que nuestra detective privada favorita de Neptune estuvo en antena. Es cierto que, cuando "Veronica Mars" acabó, sí hubo una lista de ocho episodios, pero nunca es tarde para recordar lo sumamente entretenida que podía ser esta serie (si un capítulo de 42 minutos se pasa como si durara diez, es ya una señal).

  • "Piloto" (1x01): Pocas series arrancan ya formadas desde el principio, con el tono perfectamente expresado y su personaje central delimitado de forma redonda, y "Veronica Mars" es una de ellas. A veces, los nuevos espectadores preguntan que si la serie "mejora" a partir de determinado capítulo; ésta es así desde el primero.
  • "An Echolls family Christmas" (1x10): Las tensiones entre los ricos y los pobres (o menos ricos) de Neptune formaban parte importante de la serie, y la partida de póker de este episodio es una buena prueba.
  • "Mars vs Mars" (1x14): Veronica y su padre Keith tenían una de las mejores relaciones de la televisión, pero no estaba exenta de momentos complicados.
  • "A trip to the dentist" (1x21): Durante las dos primeras temporadas, la fiesta en la que Veronica fue violada era una de las cosas que ella intentaba "resolver" (y por las que quería vengarse), y aquí se hacen unas cuantas revelaciones interesantes.
  • "Normal is the watchword" (2x01): Como resumen de lo visto en la temporada anterior y presentación del nuevo misterio, este episodio funciona estupendamente.
  • "Donut run" (2x11): La capacidad de Veronica de hacer planes y engañar a todo el mundo (incluida Lucy Lawless como agente del FBI) lucen aquí en todo su esplendor, además en un caso especialmente emocional para ella.
  • "Ain't no magic mountain high enough" (2x13): La diversión que proporcionaba ver a la protagonista en acción pocas veces ha estado más en forma que en su intento por encontrar el ladrón del dinero recaudado durante una feria.
  • "Not pictured" (2x22): Los finales de temporada eran una de las especialidades de la serie. De algún modo, siempre se las arreglaban para resolver los cabos sueltos del misterio y proporcionar algún momento que tuviera un gran impacto en Veronica, y el de la segunda temporada bien puede ser el mejor que hicieron, sobre todo por el gran número de asuntos que se tocan.
  • "Welcome wagon" (3x01): Nuevo escenario para Veronica y también nueva situación para la serie, que estrenaba nueva cadena (The CW) y compañera de noche ("Las chicas Gilmore"). No es que la tercera entrega fuera la mejor, pero los diálogos seguían siendo muy divertidos.
  • "The bitch is back" (3x20): El final de la serie deja un sabor agridulce porque Rob Thomas se negó a darle un cierre, esperando contra todo pronóstico que la cadena les concediera una nueva temporada. No obstante, Veronica vuelve a ser la persona enfadada y vengativa del principio de la serie, y las últimas escenas acaban teniendo un tono que casa muy bien con el de un título cuya protagonista empezaba el piloto habiéndolo perdido prácticamente todo, menos su dignidad y su capacidad de resistencia.

12 marzo 2014

La mayor apuesta de Amazon

Netflix le ha tomado la delantera, pero Amazon parece estar dispuesta a presentar batalla en la arena de las series originales en streaming. Lo comentamos al hablar de los dos pilotos de drama que había presentado a sus usuarios para que opinaran sobre ellos, "Bosch" y "The After", y una vez que sabemos que ha decidido seguir adelante con ellos, y también con las comedias "Mozart in the jungle" y "Transparent", ha quedado mucho más claro que esta cosecha de ficción de producción propia va a por todas. Ya no busca sólo llamar la atención de algunos críticos y de parte de sus usuarios, sino que tiene como objetivo crear el mismo ruido que hacen series como "Girls". Y ese objetivo está centralizado en esa dramedia de 20 minutos que es "Transparent", creada por Jill Soloway que enseguida llamó poderosamente la atención de los críticos.

Soloway es una guionista veterana que pasó por, entre otras, "A dos metros bajo tierra" y "United States of Tara", y que el año pasado dejó una grata impresión en los circuitos indies con "Afternoon delight", una cinta que seguía a una madre ama de casa que se sentía frustrada por su mediocre vida sexual y porque no había conseguido que su carrera laboral fuera a alguna parte. Sólo por esas credenciales ya había cierta curiosidad por ver qué hacía al centrarse en esos tres hermanos ya adultos que, sin embargo, no tienen claro quiénes son, y a su padre, que guarda un secreto que queda meridianamente claro para los espectadores casi enseguida, pero no para sus hijos, demasiado egocéntricos como para darse cuenta de lo que su padre intenta decirles. El juego sobre lo que revelamos de nosotros, lo que escondemos y lo que termina siendo transparente a pesar de que procuremos ocultarlo es la base sobre la que gira "Transparent", que tiene potencial para ser tan discutida como cualquier comedia de HBO.

Por eso, muy pocos dudaban de que Amazon no fuera a quedarse con ella. Aunque tenga "The After" como cebo para que sea discutida en las redes sociales, es con la comedia de Soloway con la que puede de verdad generar lo que los americanos llaman buzz, esa anticipación y curiosidad por verla que lleva a que mucha más gente termine dándole una oportunidad de la que podría hacerlo por su temática o por su tono. Sí que puede recordar a la exploración de la familia de "A dos metros bajo tierra", y también puede terminar presentando a los personajes  menos autoconscientes de sus defectos desde "Girls", pero puede resultar una propuesta muy interesante. ¿Tendrá capacidad para situar a Amazon al mismo nivel que Netflix?

11 marzo 2014

La "lostificación" de "True Detective"

El sobreanálisis es uno de los "daños colaterales" de esta nueva forma de ver series fomentada por Internet y las redes sociales, y uno que, además, sesga casi irreparablemente el punto de vista desde el que nos acercamos a algunas de esas series. Desde el momento en el que empezó a comentarse la influencia de "El rey de amarillo" y el terror cósmico en "True Detective", muchos fans pasaron a verla casi con los mismos ojos con los que veían "Perdidos", buscando pistas ocultas e intentando adelantarse a su final con sus propias teorías sobre lo que podía estar ocurriendo ahí y quién podía ser el asesino de Dora Lange. La especulación loca puede resultar muy entretenida, pero también tiene el riesgo de que se cargue nuestra experiencia de visionado, pues estaremos más pendientes de buscar referencias por todas partes que de lo que de verdad está ocurriendo en el capítulo.

A ese fenómeno podríamos llamarlo lostificación, en el sentido de que se aplica el mismo nivel de escrutinio al que se sometió a "Perdidos" (y a su última temporada) a todo tipo de series que jueguen aunque sea con un mínimo de misterio. "Doctor Who" es una de las que más sufre este tipo de visionado (alimentado por el propio Steven Moffat), y "True Detective" se ha convertido en el último ejemplo, y además uno realmente sorprendente porque no es un título que favorezca la lostificación. Pero no hay más que acordarse de la sexta temporada de "Mad Men", y las teorías completamente idas de madre sobre el futuro de Megan Draper y la identidad de Bob Benson, para darse cuenta de que nadie está libre de ser diseccionado como si le estuvieran practicando una autopsia. Luego, cuando llega el final y ninguna de esas especulaciones se han visto reflejadas en la serie, o han tenido respuesta, se suceden las voces que critican que "el último capítulo no ha resuelto nada". Tal vez es que nosotros estábamos haciendo las preguntas incorrectas.

A raíz del final de temporada de "True Detective", en The Huffington Post exploran precisamente eso, cómo Internet ha estropeado toda la diversión de esos últimos episodios (lo explicitan en el título al decir que "tu final de serie es una mierda, aunque probablemente no lo es"). O, en realidad, cómo tiene el potencial de estropear todo el visionado de la temporada. En lugar de ver la serie y dejarnos llevar por su propuesta, nos dedicamos a buscarle unos significados que probablemente los guionistas no busquen, y creamos unas expectativas tan abusurdamente altas, que es imposible que el capítulo final esté a la altura. Sí, puede ser muy curioso y hasta divertido captar las referencias de "True Detective" a la literatura gótica, a las historias de cultos perturbadores en zonas rurales abandonadas a su suerte por las instituciones, y hasta especular con si conoceremos en algún momento a ese Rey Amarillo que la serie menciona de vez en cuando, pero si nos centramos exclusivamente en eso, podemos perdernos lo que sí es su centro, que es el retrato de Rust Cohle y Martin Hart y la evolución de su relación. Para no repetir lo que he comentado en ¡Vaya Tele!, lo dejamos aquí.

10 marzo 2014

Tres días de Muestra

Los festivales cinematográficos suelen servir para acercar a determinados públicos películas que, de otros modos, no tendrían la oportunidad de ver. En concreto, algunas de las propuestas de género que pueden verse en la Muestra Syfy desde hace once ediciones (y que vienen en muchos casos del Festival de Sitges) ni siquiera llegan a conseguir distribuidor en España, y lo más que pueden aspirar es a convencer a algunas de las plataformas de VOD para que se estrenen ahí. En el caso de películas como "Almost human" (no la confundais con la serie de Fox), no se pierde nada porque no llegue a verse en cines en nuestro país, porque esa historia de abducciones y "monstruos" asesinos es de un amateurismo que duele, pero cosas como "Snowpiercer" (que sí tiene distribución en España, pero aún no fecha de estreno), "Coherence" (ganadora del premio al mejor guión en Sitges y que se vio en septiembre en el Fantastic Fest de Austin) y hasta "In fear" no tienen otro modo de llegar, por lo menos, al sector del público que iría a verlas seguro si se proyectaran comercialmente.

La Muestra, de todas maneras, alterna historias indies, el ya tradicional terror asiático o pequeños experimentos formales como "Maniac" con preestrenos podríamos decir que grandes, como el que siempre la inaugura el jueves, y que este año fue "300. El origen de un imperio", o como la nueva versión de "La bella y la bestia", esta vez de acción real y dirigida por Christophe Gans, alguien que termina supeditando casi siempre la historia o la tridimensionalidad de los personajes a un aspecto visual que suele ser digno de verse. Ya sucedía en "El pacto de los lobos" y le vuelve a pasar otra vez aquí, sin terminar de hacernos llegar el enamoramiento entre los personajes que interpretan Lea Seydoux y Vincent Cassell, y que en teoría es el centro de todo. La comparación con "La bella y la bestia" de Disney, que tiene ya más de 20 años y que se proyectó en sesión matinal infantil en la versión especial en 3D, no es demasiado positiva para la cinta francesa.

Esa táctica de juntar dos versiones de la misma historia ya funcionó el año pasado, cuando "Oz, un mundo de fantasía" compartió programación con el pase matinal de "El mago de Oz", y las proyecciones de clásicos con ya unos cuantos a las espaldas suele funcionar bastante bien. Desde luego, en esta 11ª edición, se puede decir que, con contadas excepciones, las mejores películas fueron precisamente las que tenían ya más de dos décadas, entre "La bella y la bestia" y "La mosca", que compartió sesión doble de Phenomena con "Depredador". La cinta de David Cronenberg sobrelleva muy bien los casi treinta años que tiene, mostrando perfectamente los riesgos que la ambición científica sin límite tiene para su protagonista. El momento Phenomena encapsula también un aspecto muy destacable de la Muestra, que es el ambiente festivo que preside las proyecciones. El público aplaude en los momentazos y, si la película no está convenciendo, no son raros los comentarios en voz alta y las risas del respetable, aunque también es verdad que, a veces, hay siempre algunos espectadores que no saben cuándo parar o cuándo sus bromas no están siendo bien recibidas, y terminan siendo un incordio.

El balance de la 11ª edición es irregular en cuanto a la calidad general de las películas, con alguna propuesta interesante pero fallida y otras que directamente eran un desastre, pero aparte de los clásicos (y de "Snowpiercer"), quizás la cinta que tuvo un mejor recibimiento fue la ya mencionada "Coherence", una historia que saca petróleo de su bajo presupuesto y su única localización para contar cómo varios personajes se ven afectados por el paso de un cometa. Es preferible no contar mucho más para no estropear el estupendo manejo de las revelaciones que va haciendo, y el retrato de cómo la relación entre los protagonistas evoluciona, y se deteriora, conforme avanza la noche en la que transcurre la película. No llega a ser tan complicada como "Primer", pero es igualmente interesante e imaginativa.

09 marzo 2014

Salva a la niña, sálvate a ti mismo

Alfonso Cuarón y J.J. Abrams. La unión de esos dos nombres ha hecho que una serie de midseason de NBC como "Believe" haya recibido mucha más atención de la que habría tenido si sólo supiéramos de ella que su co-creador es Mark Friedman (el de "The Forgotten") y que gira en torno a una niña con habilidades especiales a la que quieren controlar dos facciones diferentes, y cuya protección se encarga a un preso que escapa del corredor de la muerte. Sin Cuarón de director del piloto, y con ese Oscar por "Gravity" todavía reciente, no habría tanta expectación alrededor de una serie que tiene una premisa sacada directamente de la década de los 80, pero con un look en el primer capítulo más inmediato y un plano secuencia inicial dentro de un coche muy marca de la casa. También son marca de la casa los temas emocionales y espirituales que se tocan en él, y lo son tanto para Cuarón como para Abrams. La extensión de los "poderes" de Bo no está todavía clara, pero lo que sí parece es que tiene la capacidad de "leer" a las personas, conocer sus sentimientos y anhelos y lograr una mejor conexión de unas con otras, y al mismo tiempo con ellos mismos.

Si esto os recuerda a "Touch", no pasa nada, porque la historias de niños especiales en peligro no es que sean lo más original del mundo. Todo depende de cómo se lleven a cabo, y en el caso de "Believe", aún no sabemos cómo ocurrirá eso. El piloto nos presenta a las dos facciones rivales y a Tate, el nuevo protector de la niña, y ya podemos hacernos una idea de que, para él, va a ser más una misión interior que otra cosa. Bo le ayudará a aceptarse y conocerse a sí mismo mejor, a salvarse, como quien dice. No es que esto vaya a ser "Autopista hacia el cielo" (quizás una de las series más ñoñas de la televisión), pero podría degenerar a ese terreno. Está claro que es el lado espiritual lo que más interesa a la serie, al menos en su punto de partida, pero es difícil sostener ese interés sólo con él. Especialmente, porque la cursilería acecha constantemente a la vuelta del siguiente giro de guión.

"Believe" no se estrena en NBC hasta mañana por la noche, cuando habrá un lanzamiento especial detrás de "The Voice", y aunque no lo parezca, es una de las apuestas más claras de la cadena para estos meses de ya casi primavera. Los nombres asociados a ella así lo indican, pero está por ver si los resultados estarán a la altura. El piloto no es demasiado destacable, y tampoco parece haber un gancho especial para mantener la curiosidad de la audiencia. Siempre puede evolucionar hacia algo más notable, por supuesto, pero todo depende de si la audiencia está dispuesta a darle una oportunidad.

Música de la semana: Ayer hablábamos de "Snowpiercer", la última película de Bong Joon-ho, y curiosamente, una de las canciones que se escucha en ella es una de las preferidas de Walter Bishop en "Fringe", "Strange brew", de Cream.

08 marzo 2014

El rompenieves

A Harvey Weinstein se le conoce desde hace años por un par de cosas; una es su capacidad de reconocer películas con calidad y posibilidades antes que nadie, y apoyarlas al máximo para que arrasen en taquilla o en los Oscars (o ambas cosas). La otra es que tiene sus opiniones sobre esas películas, las hace saber y quiere que se lleven a cabo. Sus "propuestas" de remontajes de cintas y recortes de duración son célebres desde los primeros tiempos de Miramax en los 90, y el paso del tiempo no ha ablandado en lo más mínimo al magnate. Una de sus últimas polémicas es la del estreno estadounidense de "Snowpiercer", la primera aventura en inglés, pero con financiación coreana, de Bong Joon-ho, director de culto de obras como "The host" y "Mother", y producida por otro cineasta de culto como Park Chan-wook, respomsable de "Oldboy" y "Stoker". La película adapta un cómic distópico francés, "Le Transperceneige", que traslada la acción a un futuro en el que los intentos de reducir el rampante cambio climático y las altas temperaturas en la Tierra consiguen el extremo opuesto, una nueva era glacial que acaba con casi toda la vida en el planeta.

Los únicos supervivientes son los más de mil pasajeros del Rompenieves, un tren que nunca deja de moverse, y en el que 17 años de convivencia han llevado al desarrollo de un sistema de clases que retrotrae a la Revolución Industrial, pero concentrada en un puñado de vagones. Los de la parte trasera quieren mejorar sus paupérrimas condiciones de vida organizando una revolución que los lleve hasta la parte delantera, hasta el mismísimo motor, pero los de delante harán todo lo posible por impedirlo. Desde luego, es el argumento de un potencial taquillazo de ciencia ficción, y en Corea del Sur, desde luego, lo fue el verano pasado, recaudando unos 60 millones de dólares. y en Francia, estrenada el mismo fin de semana que "Thor. El mundo oscuro", se colocó la segunda en la taquilla, sólo por detrás del superhéroe de Marvel. En Estados Unidos, sin embargo, aún no se ha podido ver. Harvey Weinstein compró sus derechos de distribución y exigió un remontaje que la dejara por debajo de las dos horas (y que la acercara a las sensibilidades del espectador medio americano, según Weinstein), a lo que Bong se negó. Al final, se verá la versión del director en un estreno limitado, aunque sin fecha confirmada.

Es una lástima que "Snowpiercer" tarde tanto en alcanzar otros mercados, porque es una película que merece mucho la pena. Como distopía, es de las más originales de los últimos tiempos, y la situación social del tren, en la que se mantiene sometidos a los de la cola diciéndoles que la perduración del orden establecido que permite la supervivencia de la humanidad, pues facilita que el tren nunca se pare, ofrece comentarios políticos y sociales muy interesantes, pero que no se fuerzan sobre el espectador. Es una cinta con acción muy bien llevada, con un buen grupo de actores internacionales, encabezado por Chris Evans, y con un gran look. Desde luego, fue un buen cierre del primer día de la Muestra Syfy, que alternó entre experimentos formales vacíos como "Maniac" e historias malrolleras que pierden fuelle al final como "We are what we are".

07 marzo 2014

Sangre a cámara lenta

En 2006, Zack Snyder revolucionó el mundo de los taquillazos con "300", la adaptación del cómic de Frank Miller sobre la batalla de las Termópilas entre los 300 soldados espartanos de Leónidas y el numeroso ejército del rey persa Jerjes. Aquella película buscaba representar el aspecto visual del cómic del modo más fiel, siguiendo un poco el camino abierto por "Sin City" el año anterior, y aquellas imágenes tan retocadas en post-producción, la sangre saliendo a borbotones, y a cámara lenta, de las heridas y las composiciones de los cuerpos de los espartanos dando patadas en el aire o asestando mandobles con sus cortas espadas, o de los persas cayendo por un precipicio, marcaron buena parte del cine comercial hecho después. Incluso una serie de televisión como "Spartacus" tomó prestados bastantes de los rasgos estilísticos de "300" para llamar la atención en su estreno en Starz.

Cualquier secuela que fuera a hacerse de ella tenía que mantener, como mínimo, ese look, y "300. El origen de un imperio" ahí funciona a las mil maravillas. Las tomas bajo el agua de los barcos hundidos y los soldados caídos son todo un espectáculo, por ejemplo, y hay bastantes escenas que no es nada complicado imaginar dibujadas y entintadas en las páginas de un cómic (los créditos finales sí van más por ese look animado). Es lo mínimo que se le pide a una cinta como ésta, y cumple. Los problemas se pueden encontrar en otros lados. Ahora, asistimos a otra parte de la guerra contra los persas, una parte que involucra a los atenienses y a su héroe Temístocles, y que transcurre paralela a la acción de Leónidas en "300". Por eso mismo, evidentemente, vemos poco de Esparta y también poco de Jerjes (que da título al cómic de Frank Miller en el que se basa esta segunda parte), y a quien seguimos más en el lado de los "malos" es a su comandante Artemisia, que es probablemente lo mejor de toda la película.

Artemisia es sanguinaria, despiadada y maquiavélica, y Eva Green le da cierta chispa que está bastante ausente en Sullivan Stapleton, encargado de dar vida a Temístocles. Le falta la presencia que Gerard Butler tenía como Leónidas y hasta resulta más envarado de lo normal en una película en la que los discursos trascendentales sobre la libertad y la lucha se repiten cada tres minutos y terminan por hacer parecer un aburrido con ínfulas de inmortalidad a cualquiera. Hasta la voz en off de Lena Headey tiene más gancho que él. Pero como espectáculo de entretenimiento sin más puede funcionar, y como tal ha servido para inaugurar la 11ª Muestra Syfy en Madrid, que vuelve a reunir, durante un fin de semana en el cine Callao, una programación casi maratoniana de títulos de ciencia ficción, fantasía y terror del último año. Su proyección estuvo acompañada de "Aningaaq", el corto que Jonás Cuarón ha dirigido para completar cierto momento importante de "Gravity" y que se incluye como extra en el DVD. Teniendo en cuenta eso, es simpático.

05 marzo 2014

El amor en los tiempos de Siri

Hace algo más de diez años, los críticos de cine se preguntaban si el personaje del marido fotógrafo de Scarlett Johansson en "Lost in translation" no era una especie de parodia, y puya, de Sofia Coppola al que entonces era aún su esposo, Spike Jonze. En aquella película, Giovanni Ribisi se dedicaba a recorrer todo Tokio con la modelo a la que tenía que fotografiar, dejando a su mujer sola y aburrida en el hotel. Es curioso guardar ese recuerdo de aquella película (por la que Coppola ganó el Oscar a mejor guión original) cuando se ve "Her", la cinta por la que Jonze se ha llevado, curiosamente, el Oscar a mejor guión original, y que a veces recuerda a "Lost in translation" en sus planos de esa ciudad futurista, mezcla de Los Ángeles y Shanghai. Sus protagonistas no son una chica joven recién casada y un actor de capa caída que está rodando un anuncio para el mercado japonés, sino un hombre normal y corriente que se encuentra solo, que está teniendo dificultad para asumir que su matrimonio se ha terminado y que se compra un nuevo sistema operativo con el que se relaciona a través de la voz.

Ese sistema operativo representa un enorme salto adelante porque está impulsado por una inteligencia artificial que no sólo permite una gestión mucho más eficaz de las tareas que se le asignen, sino que puede hablar con su usuario, interactuar con él hasta el punto de que ambos, máquina y humano, se hagan amigos, o que puedan incluso enamorarse, como le ocurre a Theodore con Samantha. Esa voz sin cuerpo que habla con él a cualquier ahora es su tabla de salvación en medio de su soledad de amplios ventanales, pisos diáfanos y videojuegos en una pantalla virtual digna de "Black Mirror", y lo que más destaca de "Her" es la delicadeza y la humanidad con la que nos muestra la evolución de la relación de Theodore con Samantha. Joaquin Phoenix lleva sin problema el peso de una película en la que se pasa gran parte del tiempo sosteniendo planos muy cercanos en los que no tiene nada más que hacer que escuchar, y Scarlett Johansson logra que, sólo escuchando su voz, nos imaginemos un personaje totalmente tridimensional y con personalidad. Su sistema operativo es más un Hal-9000 más equilibrado, y con mayor capacidad para aprender sutilezas, que una Siri, y el dúo que ambos forman sin verse es lo que sostiene "Her".

No es lo único que tiene, claro. Crea un futuro muy próximo en el que la tecnología está ya totalmente integrada en nuestras vidas, hasta el punto de que a nadie le parece raro que Theodore esté "saliendo" con Samantha, pero en el que seguimos siendo nosotros, con nuestras debilidades, defectos y virtudes, quienes tenemos la llave para acercarnos a otras personas, para fracasar en nuestras relaciones con ellas o para fomentar nuevas amistades. En ese aspecto, sí que tiene un punto de vista muy "Black Mirror", que está más interesada en la naturaleza humana que en los avances tecnológicos por sí solos, y también resultaría una sesión doble muy curiosa con "Olvídate de mí", aquella especie de historia de amor al revés de Michel Gondry en el que una pareja se sometía a un borrado de memoria parta intentar superar su ruptura, sólo para que viéramos que los sentimientos no pueden encajonarse tan fácilmente.

El retrato que "Her" hace de Theodore y Samantha no es diferente del que podría hacerse de una pareja "normal", como si dijéramos. Las emociones que despliegan no son virtuales ni un producto de algoritmos y programas informáticos; son reales, como real es la diferente evolución que uno y otro llevan. Como decían en Domingo de cine, esta historia de amor es universal, habla de todas las relaciones y de cómo sólo nosotros tenemos la clave para mejorar o empeorar nuestras vidas.

04 marzo 2014

Las pesadillas de Will Graham

ALERTA SPOILERS: Como el primer capítulo de la segunda temporada de "Hannibal" empieza con fuerza, es mejor avisar de lo que podéis encontraros por aquí si no lo habéis visto.

La primera temporada de "Hannibal" empezaba a poner las piezas que deben llevarnos hasta "El Dragón Rojo", el primer libro de Thomas Harris que presentaba al doctor Lecter, ya entre rejas, y que Bryan Fuller ha afirmado que adaptarían en una hipotética cuarta temporada. En aquel libro se contaban algunas cosas de la relación pasada entre Will Graham y Lecter, pero nunca se especificaba qué había pasado (si yo no recuerdo mal), más allá de que Graham había tenido que estar una temporada apartado del servicio. En esa segunda entrega vamos a ver esa temporada que el asesor del FBI pasó en ese hospital psiquiátrico donde el doctor Chilton cada vez se parece más al que vimos en "El silencio de los corderos" (los homenajes a esa película siguen siendo constantes), y donde trata de limpiar su nombre ahora que, por fin, ve con claridad quién es y lo que le ocurre. Y eso no es otra cosa que Hannibal Lecter le tendió una trampa, y que él es el psicópata muy inteligente que están buscando.

Lecter se presenta en este episodio en una inversión de roles con respecto a Will. Ya no es un agente "pasivo", que sólo escucha y, cuando hace algún movimiento, es subrepticio; ahora juega un papel mucho más activo en la investigación de los crímenes del FBI y parece estar dando los pasos para actuar de una manera más abierta. Da la sensación de que, a pesar de ser el culpable de que Will esté acusado de los asesinatos que él cometió, realmente quiere ayudarle y se preocupa por él, y esa dicotomía resulta interesante de ver. ¿Será ésa la razón por la que terminaremos viendo esa pelea entre Hannibal y Jack Crawford en su cocina, una pelea que parece indicar que su verdadera naturaleza como el Destripador de Chesapeake va a ser descubierta? ¿Cómo conseguirá Will librarse de ésta? Aunque Alana está dispuesta a ayudarle, y hasta Jack lo está, los dos se sienten más inclinados a creer que es culpable, pero que no recuerda haber hecho nada, que a pensar que es inocente y nada más que otra víctima de Lecter.

"Hannibal" sigue apostando por un aspecto visual que la distingue de todo el resto de la ficción que está haciéndose en televisión ahora mismo (diría que sólo "True Detective" le sigue el paso). Entre esos sueños de Will que parecen sacados de los títulos de crédito de "Los hombres que no amaban a las mujeres", esa fotografía de luz otoñal y decadente y esos crímenes horribles y hermosos al mismo tiempo (más unos efectos de sonido magistrales), estamos todo el rato metidos en los malos sueños de Will Graham, en su mente todavía alucinada y que se aferra a lo que sabe que es real ahora que ya no tiene que ponerse en la piel de esos asesinos en serie que perseguía. Ahora tiene que ponerse en su propia piel para averiguar exactamente qué le hizo Hannibal.

03 marzo 2014

Los Oscars de diciembre

Cuando se anunciaron las nominaciones a los Oscar, a mediados de enero, los expertos ya tenían una quiniela de favoritos que habían confeccionado con los premios de la crítica y las candidaturas a los Globos de Oro y los galardones de los sindicatos. Esas apuestas de diciembre sufrieron algún que otro sobresalto en los SAG y en los BAFTA, con lo que parecía un surgimiento desde atrás de "La gran estafa americana", pero al final se quedó en un espejismo, y los ganadores finales fueron, ni más ni menos, que los que oscarólogos daban como tales en diciembre. Desde el reparto de película y director entre "12 años de esclavitud" y "Gravity" a los premios de actuación (para Cate Blanchet, Matthew McConaughey, Jared Leto y Lupita Nyong'o), incluyendo el guión original para "Her" y los triunfos de "Frozen" en canción original y película de animación, sólo la victoria de "A 20 pasos de la fama" sobre "The act of killing" se salió del guión (pero así Darlene Love pudo cantar), y hasta Ellen DeGeneres cumplió las expectativas de quienes pensaban que volvería a ser una presentadora más bien sosilla.

DeGeneres sí dejó algún que otro apunte en su interacción con el patio de butacas, desde la autofoto más llena de estrellas a su reparto de pizzas entre el respetable, pero de lo que más se habla el día después no es de su labor sobre el escenario, sino de los discursos de algunos de los premiados (como el de Lupita Nyong'o) o del hecho de que los galardones acabaran bastante repartidos excepto en los apartados técnicos, en los que arrasó "Gravity". Que fuera la carrera más abierta de los últimos años, como se repetía en todos los medios especializados, no cristalizó en sorpresas reales, y parece que en la gala en sí tampoco hubo instantes que destacaran demasiado, con algunas excepciones. Por ejemplo, Bill Murray coló un breve homenaje a Harold Ramis, fallecido unos días antes, al final de la lectura de los candidatos a mejor fotografía, y John Travolta fue incapaz de pronunciar bien el nombre de Idina Menzel, llamándola en su lugar Adele Dazim, o algo así (y cuando Robert López y Kristen Andres-López ganaron por "Let it go", dieron un discurso rimado).

Las interpretaciones de las cuatro canciones nominadas (en versiones abreviadas) fueron de los escasos momentos musicales de la gala (ni siquiera hubo un número de introducción, que esto no son los Tony) y tuvieron su punto; U2 y su medio tiempo de estadio, la sensibilidad indie de Karen O y Ezra Koenig (de Vampire Weekend), el showstopper de Broadway de Idina Menzel y la fiesta buenrrollera de Pharrell Williams (que les sacó sus bailecitos a Lupita Nyong'o, Meryl Streep y Amy Adams). Sí, hubo homenaje a "El mago de Oz" con P!nk cantando "Over the rainbow", pero esta vez se habían propuesto sustituir las canciones de la gala del año pasado por montajes de diferentes temáticas. Lo que se mantuvo son esas combinaciones de presentadores que a veces resultan muy curiosas, como Joseph Gordon-Levitt y Emma Watson en plan mono, Viola Davis y Ewan McGregor (con un peinado extraño), Michael B. Jordan y Kristen Bell (o Vince y Veronica), Benedict Cumberbatch y Jennifer Garner, ese peculiar dúo de Angelina Jolie y Sidney Poitier y los guapos Chris Hemsworth y Charlize Theron. Pero, como siempre, las mejores galerías son las del backstage.

02 marzo 2014

Los premios no reconocen la calidad

Cada vez que estamos en el día que se entregan los Oscars, se repiten las mismas tertulias sobre las posibilidades de tal o cual película, y en ellas siempre se cae en el mismo error, que es suponer que es la calidad de esas películas lo que va a decidir si son merecedoras del premio. Esto lo hemos comentado en bastantes ocasiones anteriores, tanto referido a los Oscar como los Emmy, y es que no se puede ignorar la campaña de promoción hecha para posicionar mejor la película de cara a los galardones, para otorgarle mayor visibilidad que sus rivales o, simplemente, para situarla en el radar de los académicos, y que les suene cuando reciban los DVD.

Resulta un poco aburrido escuchar siempre las mismas quejas cuando la cinta que nosotros queremos que gane es derrotada por otra que nos parfece inferior; que si a los académicos no les gusta porque son unos conservadores, que si Los Ángeles estaba empapelada de carteles, que si sus responsables se han paseado por todos los eventos y programas durante los dos meses previos a la gala... Se esgrimen razones extracinematográficas como si fueran defectos, cuando en realidad son las que hacen que esas películas terminen alzándose con la estatuilla. Da lo mismo que tengas una obra maestra indiscutible si a nadie le suena, si su DVD se va al final de la pila de todos los que se envían a los académicos entre noviembre y diciembre, si no son capaces de poner cara a ninguno de los involucrados en ella. Podemos quejarnos de que este sistema de campañas de relaciones públicas no es justo y favorece a quienes tienen más dinero y una maquinaria mejor engrasada detrás (y es cierto), pero es así como funcionan los premios, y no puede ignorarse cuando se habla de ellos.

No se puede omitir que si "Crash" ganó a "Brokeback Mountain" fue, en parte, porque los votantes se vieron más representados en una historia coral de diferentes personas en Los Ángeles que, además, les podía hacer sentir mejor al tener personajes multirraciales. O que Harvey Weinstein y sus largas y acaparadoras campañas de promoción le dieron el premio a "Shakespeare in love", o que el secundario roba-escenas es más fácil que sea premiado porque es con el que la gente se queda enseguida al salir de ver la cinta, como pasaba con Penélope Cruz en "Vicky Cristina Barcelona" u Octavia Spencer en "Criadas y señoras". Y también nos empeñamos en descartar algunas ganadoras diciendo que "claro, es que son más del gusto americano", como si los Oscar se entregaran en Berlín. Precisamente, el gusto de los académicos, que en su gran mayoría son estadounidenses, determina quiénes se llevan los Oscars.

Podemos criticar todo lo que queramos el método actual de decisión de los nominados y de los ganadores, pero no se puede ignorar cuando se habla de las posibilidades de determinadas películas de ganar, o se intenta explicar por qué unas se quedaron fuera y otras acapararon nominaciones en casi todas las candidaturas. Tal vez la campaña de unas fue poco acertada y no llamó la atención de los votantes, u otras tocaban un tema que les interesaba inherentemente más. Pero sólo con su calidad no pueden aspirar a ganar nada, excepto nuestra admiración.

Música de la semana: Ya que estamos hablando de los Oscars, esta semana nos quedaremos con una de las canciones nominadas, "Happy", que Pharrel Williams interpretó para la banda sonora de "Gru 2".