09 abril 2018

Los asesinos opuestos


"Barry" y "Killing Eve" son dos curiosas apuestas de los estrenos de series de esta primavera. La primera, de HBO, está cocreada por Bill Hader y Alec Berg y su protagonista es un asesino a sueldo que odia su trabajo, aunque es muy bueno en él. La segunda, de BBC America, es obra de Phoebe Waller-Bridge y tiene a una asesina a sueldo muy eficiente y creativa, una psicópata que adora su trabajo. Los responsables de ambas series se han hecho conocidos creando comedias (Berg es uno de los productores de "Silicon Valley" y Waller-Bridge lanzó "Fleabag"), pero ahora han decidido pasarse a un tema que, habitualmente, suele dar pie más a thrillers oscuros.

Y justo oscuridad no es lo que hay en estas series. "Barry", de hecho, es más directamente una comedia, pero de las deadpan, como dicen los anglos, aquellas en las que los personajes sueltan los chistes completamente serios. A Bill Hader se le da muy bien ese estoicismo, que encaja perfectamente en su personaje, un ex marine que, al volver a casa, trabaja de lo que mejor se le da, que es matar gente. Pero ese trabajo es como un vampiro que le sorbe lentamente el alma. Barry está desganado, sin un objetivo en la vida, va de misión en misión como un sonámbulo. Hasta que, durante una de ellas, se topa con, probablemente, la clase de interpretación más pretenciosa y con los alumnos con menos talento de todo Los Ángeles, y descubre que ser actor sí que lo llena.

El contraste entre la personalidad de Barry, su trabajo, la intensidad de pega de la clase, lo realizado que se siente en ella (aunque sea mal actor) y lo peculiares que son los mafiosos chechenos que lo contratan para ese trabajo es el motor de todos los chistes. Todos los personajes tienen un concepto demasiado elevado de sí mismos, lo que siempre favorece el humor, y es curioso lo rápido que Hader consigue que quieras que a Barry le salgan las cosas bien. Sobre todo porque está rodeado de incompetentes que no hacen más que complicarle la vida.

"Killing Eve", por su parte, cuenta el juego del gato y el ratón entre una asesina internacional y una aburrida agente del MI5 para la que esta investigación es lo más emocionante que le ha pasado nunca. Las dos se entregan a sus respectivas misiones con entusiasmo. La asesina, Villanelle (Jodie Comer), no se priva de las mejores cosas, ya sea ropa de cama de diseño italiano, deliciosa comida o compañeros sexuales. Eve (Sandra Oh), la agente que le sigue la pista, necesita un trabajo que estimule su cerebro y tiene una vida familiar rutinaria y asentada. El primer episodio destaca por un sentido del humor un poco retorcido y juguetón, y por construir a dos protagonistas femeninas mejor dibujadas en sus escenas de presentación que otras en cuatro capítulos.

Que coincidan en emisión estas miradas humorísticas a los asesinos a sueldo es digno de mención, y también que sean tan diferentes. "Barry" se centra en un hombre en crisis buscando un sentido a su vida; "Killing Eve", en dos mujeres que saben que sus trabajos se les dan mejor que bien. Las dos apuestan por el humor sin banalizar los asesinatos que sus protagonistas cometen. Son dos refrescantes caras de la misma moneda.