Una de las bromas recurrentes más populares de "Frasier" era lo terrible persona que era Maris, la mujer de Niles Crane. Siempre que él llegaba a cada de su hermano, tenía alguna cosa que contar sobre lo mezquina que había sido su esposa en tal acto benéfico, o como era tan delgada que se la podía confundir con el atizador de la chimenea, o como lo tenía a él totalmente esclavizado. Cada historia de Maris estaba más pasada de rosca, y era más divertida, que la anterior, y terminaron construyendo un personaje que conocíamos perfectamente sin llegar a verlo ni una sola vez en pantalla en las once temporadas que "Frasier" estuvo en antena (si descontamos aquella vez en la que vislumbramos algo así como su sombra durante un crucero). Los guionistas no pretendían mantenerla "oculta", como la esposa de Norm en "Cheers", sino que iban a hacerla aparecer por fin en pantalla, pero cuando estaban preparando ese momento, se dieron cuenta de que ninguna actriz y ninguna situación podrían estar a la altura de lo que llevaban años contando sobre ella, así que decidieron no enseñarla nunca.
Con el anuncio de que la próxima temporada de "Cómo conocí a vuestra madre", su novena, va a ser la última, esa comedia se va a ver ante un dilema similar al de "Frasier" con Maris. ¿Qué hacer con la Madre? ¿Nos la desvelan antes del final? ¿Justo en el último capítulo? ¿Lo hacen en el último episodio de esta octava temporada? ¿O nunca llegamos a verla más que como la hemos visto hasta ahora, oculta detrás del famoso paraguas amarillo? Por mi parte, confieso que cada vez me convence más esa última idea, que nunca lleguemos a verla, porque, ¿qué actriz podría estar a la altura de nueve años de expectativas? ¿Nicole Kidman? A pesar de que esto pueda sonar repetitivo, merece la pena repetir que la Madre nunca fue más que una excusa para arrancar la serie, el truco para que el Ted del futuro les contara a sus hijos, y por ende a nosotros, todas sus aventuras en Nueva York cuando estaba al principio de la treintena y pasaba los días con su mejor amigo de la universidad, Marshall, su futura mujer Lily, el amigo peculiar Barney y Robin, la chica que le "mueve el piso" por primera vez y de que acaba siendo también una de sus mejores amigas.
La Madre permitió a la serie utilizar todas las convenciones de las comedias románticas y darles un giro realmente divertido sin necesidad de que fuera original, y trató a sus personajes no como si fueran los estereotipos de las sitcom, que se mantienen más o menos iguales a lo largo de los años, sino como personajes de dramas que van evolucionando y creciendo. Los Barney y Robin de esta octava entrega no son exactamente iguales que los que vimos en el piloto, por ejemplo. Y sus juegos temporales y narrativos, más todos los easter egg con la Madre, le dan un toque que hace que "Cómo conocí a vuestra madre" no pueda terminar como lo haría "The Big Bang theory", porque tiene una mitología detrás que debe resolver, como si fuera una serie de Bad Robot. ¿Será una de esas respuestas la identidad de la Madre? ¿Se atreverán a sacar a Lyndsy Fonseca, que era la hija de Ted en el sofá y que ahora tiene ya 26 años, como la Madre? Tampoco sería un mal giro.
31 enero 2013
30 enero 2013
Adiós, Liz Lemon
Siete temporadas después de aquel piloto que no parecía augurar un futuro demasiado largo, "30 Rock" echa mañana definitivamente el cierre con un capítulo especial de una hora en el que veremos no sólo el último programa de "TGS with Tracy Jordan", sino la despedida de todo un grupo de personajes y de unos guiones repletos de chistes y gags que fueron durante bastante tiempo el estándar en el que se miraba todo el género de las sitcom en la televisión estadounidense. Los tres Emmys seguidos a mejor comedia que se llevó entre 2007 y 2009, correspondientes a sus tres primeras temporadas, eran la primera vez que una misma serie conseguía un back-to-back desde que "Frasier" lo había hecho a finales de los 90, y tras una época en la que títulos como "Ally McBeal", "Everybody loves Raymond", "Arrested development", "Will & Grace" y "The Office" fueron alternándose a principios de los 2000, y abrió también la puerta al dominio actual de "Modern family", que lleva también tres Emmys seguidos a la mejor comedia.
Aquellos galardones, y el gran reconocimiento crítico que recibió, permitieron a la serie sobrevivir al cambio de régimen en NBC (se marchó Kevin Reilly, que fue quien le dio luz verde, al final de la primera temporada y llegó Ben Silverman, con quien empezó una etapa bastante "oscura" en la cadena) y a las bajas audiencias, que de todos modos no eran tan terribles si se tenía en cuenta el conjunto de la oferta del canal durante buena parte de los últimos seis años. Además, su creadora y protagonista principal, Tina Fey, comenzó a aparecer por todas partes y terminó de hacerse famosa imitando a Sarah Palin en "Saturday Night Live", y eso también ayudó a mantener abierto "TGS" algo más de tiempo. "30 Rock" siempre tuvo un humor muy urbanita, muy orientado a las costas (que ya sabemos que son distintas del resto de Estados Unidos) y repleto de referencias a personalidades de la televisión, la política y de cualquier otro aspecto que estuviera de actualidad en ese momento. El arco paródico con Kim Jong-Il es sólo un ejemplo de hasta dónde podía llegar la serie en ese aspecto junto con "Cooter", un capítulo de la segunda temporada que es una de las mayores sátiras hechas del gobierno de George W. Bush.
Pero por lo que "30 Rock" será recordada, probablemente, será más por su voluntad de burlarse del negocio de la televisión y, en particular, de las dificultades que atravesaba la NBC mientras estuvo en antena. Nada era demasiado sagrado para ellos (Jack llegó a venderle a Samsung la E de GE, los dueños de la cadena antes de que la comprara Comcast), y la colección de series y realities que se inventaron ha sido uno de los aspectos más divertidos de la serie, que a pesar de todo destilaba un gran amor por la tele que quedó muy claro en su segundo episodio en directo. Por supuesto, también quedará el gran dúo que forman Liz y Jack y la gran interpretación de Alec Baldwin, reconvertido definitivamente a un actor cómico con un timing insuperable y un modo de decir los chistes que les aporta un giro extra todavía más divertido. Jamás, en siete temporadas, dijo igual uno de sus múltiples "Good God, Lemon".
La última temporada ha ofrecido a "30 Rock" la oportunidad de dar un cierre a las historias de sus personajes, incluso dándole a Kenneth un regalo realmente bonito para él, y sus guionistas han puesto toda la carne en el asador, marcándose unos capítulos en los que la comedia se veía fresca, divertida e imaginativa, como si el anuncio de que se acababa los hubiera revitalizado. Se les echará de menos, nerds.
Aquellos galardones, y el gran reconocimiento crítico que recibió, permitieron a la serie sobrevivir al cambio de régimen en NBC (se marchó Kevin Reilly, que fue quien le dio luz verde, al final de la primera temporada y llegó Ben Silverman, con quien empezó una etapa bastante "oscura" en la cadena) y a las bajas audiencias, que de todos modos no eran tan terribles si se tenía en cuenta el conjunto de la oferta del canal durante buena parte de los últimos seis años. Además, su creadora y protagonista principal, Tina Fey, comenzó a aparecer por todas partes y terminó de hacerse famosa imitando a Sarah Palin en "Saturday Night Live", y eso también ayudó a mantener abierto "TGS" algo más de tiempo. "30 Rock" siempre tuvo un humor muy urbanita, muy orientado a las costas (que ya sabemos que son distintas del resto de Estados Unidos) y repleto de referencias a personalidades de la televisión, la política y de cualquier otro aspecto que estuviera de actualidad en ese momento. El arco paródico con Kim Jong-Il es sólo un ejemplo de hasta dónde podía llegar la serie en ese aspecto junto con "Cooter", un capítulo de la segunda temporada que es una de las mayores sátiras hechas del gobierno de George W. Bush.
Pero por lo que "30 Rock" será recordada, probablemente, será más por su voluntad de burlarse del negocio de la televisión y, en particular, de las dificultades que atravesaba la NBC mientras estuvo en antena. Nada era demasiado sagrado para ellos (Jack llegó a venderle a Samsung la E de GE, los dueños de la cadena antes de que la comprara Comcast), y la colección de series y realities que se inventaron ha sido uno de los aspectos más divertidos de la serie, que a pesar de todo destilaba un gran amor por la tele que quedó muy claro en su segundo episodio en directo. Por supuesto, también quedará el gran dúo que forman Liz y Jack y la gran interpretación de Alec Baldwin, reconvertido definitivamente a un actor cómico con un timing insuperable y un modo de decir los chistes que les aporta un giro extra todavía más divertido. Jamás, en siete temporadas, dijo igual uno de sus múltiples "Good God, Lemon".
La última temporada ha ofrecido a "30 Rock" la oportunidad de dar un cierre a las historias de sus personajes, incluso dándole a Kenneth un regalo realmente bonito para él, y sus guionistas han puesto toda la carne en el asador, marcándose unos capítulos en los que la comedia se veía fresca, divertida e imaginativa, como si el anuncio de que se acababa los hubiera revitalizado. Se les echará de menos, nerds.
29 enero 2013
Retrato en gris de Alicia Florrick
ALERTA SPOILERS: ¿Estáis al tanto de la oferta que Diane y Will le hicieron a Alicia en "The seven day rule", el último capítulo emitido hasta ahora de la cuarta temporada de "The good wife"? Pues deberíais buscar los Lacasitos de David Lee y verlo antes de continuar.
Cuando se habla de la sutileza de "The good wife", o de que aporta la sensibilidad del cable a la CBS (con lo que yo no termino de estar de acuerdo), no se habla tanto de sus insinuaciones sexuales o del tratamiento de las relaciones entre algunos de sus personajes como del área moralmente ambigua y éticamente muy gris en la que se mueven todos. Decían en "The AV Club" que estamos ante una serie cínica, y llevan toda la razón. Aquí casi nadie se mueve por nada que no sea su propio interés, hasta cuando se persigue un fin noble (no por nada, durante buena parte de la segunda temporada parecía que Patty Hewes iba a aparecer por las oficinas de Lockhart & Gardner, sin desentonar nada en asboluto). No es sólo que gente como Louis Canning manipule con todas las armas a su alcance para salir victorioso, es que también lo hacen, y de forma muy consciente, los supuestos héroes del show, personajes como Diane y Will, de los que somos fans y de los que queremos pensar que quieren también lo mejor para Alicia.
Pero como ha quedado muy claro una y otra vez desde el principio de la serie, la prioridad de Will y Diane es la supervivencia de la empresa, y más el primero que la segunda están dispuestos a prácticamente cualquier cosa con tal de garantizarla. La diferencia entre ambos es que Will puede intentar autoengañarse o disimular ante los demás si una decisión suya es mala, pero Diane jamás lo hace; sabe perfectamente dónde está metiéndose y las repercusiones que puede tener, y al final del episodio quiere que Alicia entienda esa postura y comprenda que debe aprovechar las oportunidades que le pasen por delante, aunque le lleguen con fines ocultos. "The good wife" es un poco la historia de la "corrupción" de Alicia, del modo en el que una mujer que tiene sus principios, y que en el inicio no parece una mala persona, va aprendiendo que, para sobrevivir en el mundo en el que ella vive, hay que adoptar compromisos éticos que pueden ir en contra de algunos de sus principios, y que terminan iluminándola con una luz mucho más matizada y difusa que la que Eli Gold quiere que muestre en la campaña de Peter a gobernador.
La dicotomía entre la imagen pública y la privada es uno de los asuntos que la serie más explora a través de los tejemanejes de Eli y de cómo intenta implicar a Alicia en la campaña ("Santa Alicia", necesita que sea para él), y parte del viaje de la señora Florrick desde el piloto ha consistido en aprender a hacer las cosas por sí misma, a decir que no y a ser más independiente y segura de sus posibilidades. Pero si "Mad Men" nos cuenta la caída de Don Draper desde la cima, "The good wife" muestra el ascenso de Alicia hacia la posición de Don, un ascenso en el que no hay sitio para ingenuos ni idealistas, a no ser que esos idealistas no tengan casi ningún escrúpulo. O podría decirse que es, como decíamos antes, la historia de la "corrupción" moral de Alicia, de su evolución desde un personaje que veía el mundo en blanco y negro a otro que se mueve entre los grises y entre los matices, un personaje para el que los términos absolutos ya no existen, porque el panorama es siempre mucho más complejo y está dominado por muchas más variables que sólo lo bueno y lo malo.
La asistencia de Alicia a esa fiesta para celebrar la prórroga del plazo para pagar su deuda de Lockhart & Gardner, y para agradecer que le hayan propuesto ser socia del bufete, es su paso definitivo al Lado Oscuro, un paso dado desde la consciencia de lo que está haciendo y que puede tener consecuencias imprevisibles. ¿Se quedará tan tranquila Alicia, a pesar de sentir que Diane y Will la han utilizado como un peón cualquiera para lograr sus propósitos? Al final, el punto de vista de "The good wife" no es demasiado diferente del que tiene Kalinda sobre la gente; todo el mundo puede ser comprado (o seducido) y todo el mundo se mueve según sus propios intereses. Definitivamente, Alicia Florrick ya no es la buena esposa.
P.D.: Alicia y Kalinda comparten muy pocas escenas esta temporada, pero me resultó muy gracioso que en "Boom de ya da", el capítulo en el que Alicia tiene que ir a una remota cabaña a interrogar a un empresario que se dedica a darle largas, incluyeran una escena en la habitación del hotel con Kalinda hablando por teléfono en primer plano, y Alicia poniéndose una chaqueta al fondo, que parecía jugar con todos los shippers que el dúo tiene por Internet.
Cuando se habla de la sutileza de "The good wife", o de que aporta la sensibilidad del cable a la CBS (con lo que yo no termino de estar de acuerdo), no se habla tanto de sus insinuaciones sexuales o del tratamiento de las relaciones entre algunos de sus personajes como del área moralmente ambigua y éticamente muy gris en la que se mueven todos. Decían en "The AV Club" que estamos ante una serie cínica, y llevan toda la razón. Aquí casi nadie se mueve por nada que no sea su propio interés, hasta cuando se persigue un fin noble (no por nada, durante buena parte de la segunda temporada parecía que Patty Hewes iba a aparecer por las oficinas de Lockhart & Gardner, sin desentonar nada en asboluto). No es sólo que gente como Louis Canning manipule con todas las armas a su alcance para salir victorioso, es que también lo hacen, y de forma muy consciente, los supuestos héroes del show, personajes como Diane y Will, de los que somos fans y de los que queremos pensar que quieren también lo mejor para Alicia.
Pero como ha quedado muy claro una y otra vez desde el principio de la serie, la prioridad de Will y Diane es la supervivencia de la empresa, y más el primero que la segunda están dispuestos a prácticamente cualquier cosa con tal de garantizarla. La diferencia entre ambos es que Will puede intentar autoengañarse o disimular ante los demás si una decisión suya es mala, pero Diane jamás lo hace; sabe perfectamente dónde está metiéndose y las repercusiones que puede tener, y al final del episodio quiere que Alicia entienda esa postura y comprenda que debe aprovechar las oportunidades que le pasen por delante, aunque le lleguen con fines ocultos. "The good wife" es un poco la historia de la "corrupción" de Alicia, del modo en el que una mujer que tiene sus principios, y que en el inicio no parece una mala persona, va aprendiendo que, para sobrevivir en el mundo en el que ella vive, hay que adoptar compromisos éticos que pueden ir en contra de algunos de sus principios, y que terminan iluminándola con una luz mucho más matizada y difusa que la que Eli Gold quiere que muestre en la campaña de Peter a gobernador.
La dicotomía entre la imagen pública y la privada es uno de los asuntos que la serie más explora a través de los tejemanejes de Eli y de cómo intenta implicar a Alicia en la campaña ("Santa Alicia", necesita que sea para él), y parte del viaje de la señora Florrick desde el piloto ha consistido en aprender a hacer las cosas por sí misma, a decir que no y a ser más independiente y segura de sus posibilidades. Pero si "Mad Men" nos cuenta la caída de Don Draper desde la cima, "The good wife" muestra el ascenso de Alicia hacia la posición de Don, un ascenso en el que no hay sitio para ingenuos ni idealistas, a no ser que esos idealistas no tengan casi ningún escrúpulo. O podría decirse que es, como decíamos antes, la historia de la "corrupción" moral de Alicia, de su evolución desde un personaje que veía el mundo en blanco y negro a otro que se mueve entre los grises y entre los matices, un personaje para el que los términos absolutos ya no existen, porque el panorama es siempre mucho más complejo y está dominado por muchas más variables que sólo lo bueno y lo malo.
La asistencia de Alicia a esa fiesta para celebrar la prórroga del plazo para pagar su deuda de Lockhart & Gardner, y para agradecer que le hayan propuesto ser socia del bufete, es su paso definitivo al Lado Oscuro, un paso dado desde la consciencia de lo que está haciendo y que puede tener consecuencias imprevisibles. ¿Se quedará tan tranquila Alicia, a pesar de sentir que Diane y Will la han utilizado como un peón cualquiera para lograr sus propósitos? Al final, el punto de vista de "The good wife" no es demasiado diferente del que tiene Kalinda sobre la gente; todo el mundo puede ser comprado (o seducido) y todo el mundo se mueve según sus propios intereses. Definitivamente, Alicia Florrick ya no es la buena esposa.
P.D.: Alicia y Kalinda comparten muy pocas escenas esta temporada, pero me resultó muy gracioso que en "Boom de ya da", el capítulo en el que Alicia tiene que ir a una remota cabaña a interrogar a un empresario que se dedica a darle largas, incluyeran una escena en la habitación del hotel con Kalinda hablando por teléfono en primer plano, y Alicia poniéndose una chaqueta al fondo, que parecía jugar con todos los shippers que el dúo tiene por Internet.
28 enero 2013
El último plan de Marcus Chaplin
ALERTA SPOILERS: Cancelada hace semanas por ABC, "Last resort" terminó su única temporada la semana pasada. ¿Lograría el USS Colorado volver a casa? Por cierto, que si queréis saber cómo habría seguido la serie, leed esta entrevista con uno de sus creadores, Karl Gajdusek.
De todos los estrenos de las networks del otoño, "Last resort" era de los que más destacaba porque intentaba algo diferente del resto, una historia de conspiraciones políticas y tensiones entre los marineros del submarino atrapado en la isla de Santa Marina que remitía, como hemos dicho muchas veces, a las películas sobre la paranoia de la Guerra Fría que se hacían en los 80. Sin embargo, ese intento de hacer algo un poco diferente necesitaba de algo de tiempo para asentarse y para descubrir qué funcionaba y qué no, y los espectadores no han tenido tanta paciencia. Ya fuera porque la serie tardó unos cinco episodios en cumplir parte de las promesas de su piloto, o porque el jueves a las 8 es un horario totalmente maldito para ABC (tal vez las 10 habría casado mejor con la temática de la serie), "Last resort" se ha quedado más en una miniserie de 13 episodios que fue concebida originalmente como algo que podía durar varios años.
De hecho, sus creadores, Shawn Ryan y Karl Gajdusek, han afirmado en varias entrevistas que el golpe de estado frustrado y el motín en el submarino iban a ser de todos modos sus tramas de final de esos trece capítulos iniciales, abriendo luego historias que debían llevar a que el capitán Chaplin empezara a creerse el rey de la isla y a que Kylie, la contratista armamentística de Washington involucrada en el golpe, se introdujera en tramas algo más oscuras y más conspiranoicas en el círculo cercano del presidente. También iba a desarrollarse aquel añadido de los minerales de la isla que, en un principio, no tenía mucho sentido, y que parecía que iba a ganar peso si hubieran tenido segunda temporada, en la que Chaplin tendría que lidiar con sus propios delirios de grandeza. Pero todo esto sólo son hipótesis, porque de algunas de esas historias no vimos más que un tímido principio y otras ni llegamos a olerlas. Y aunque el desenlace final se nota apresurado, lo cierto es que hacer que Chaplin se sacrifique con el submarino es una nota muy coherente con sus principios.
El motín es una de las mejores historias que la serie ha hecho, incluso a pesar de que costaba un poco creerse a Anders como el gran villano porque, desde que Chaplin lo destierra tras su juicio por violación, no habíamos vuelto a verlo. Tenía un buen manejo de la tensión y situaba en el centro la complicada relación entre Chaplin y Sam Kendall y la gradual evolución hacia una mayor seguridad en su autoridad en la teniente Shephard, que podría haber formado más adelante un buen equipo con el contramaestre (Robert Patrick) si éste no hubiera estado tan empeñado en sabotear a Chaplin. La trama del submarino y ese complejo golpe de estado, que daba para unas ramificaciones sumamente interesantes, le dan unos toques de urgencia a los dos últimos episodios que hacen que nos olvidemos de que la isla y Serrat nunca terminaron de encajar del todo, y sólo por ese "Marea roja" en miniatura del capítulo final ya merece la pena verlo. Además, no deja de ser interesante que el cierre de la serie no sea totalmente feliz (esa mirada de Grace buscando sin éxito a su padre entre la gente que recibe a la tripulación del USS Colorado en el aeropuerto...).
"Last resort" era, desde luego, bastante ambiciosa y, aunque esa ambición no cuajara entre el gran público y no siempre se resolviera bien, ha resultado interesante y entretenida por su intento de trasladar el género de las conspiraciones políticas y militares a la televisión, intentando también pintar un panorama bastante más complejo y en el que no hay decisiones fáciles ni resultados demasiado claros. Y como nota curiosa, seguía con esa tendencia de contratar actores australianos para que interpretaran a estadounidenses, en este caso con Daniel Lissing (el SEAL King) y Daisy Betts (Shephard).
P.D. podcastero: Nuevo lunes, nuevo programa de "Yo disparé a JR", con algunas de las series que han regresado, o que se han estrenado, estos últimos días en Estados Unidos y el Reino Unido, incluida "The Following".
Ir a descargar
- 0':"The Following"
- 16': "Utopia"
- 27': "1600 Penn"
- 35': "Justified" (spoilers hasta el 4x03)
- 50': "Once upon a time" (spoilers hasta el 2x12)
De todos los estrenos de las networks del otoño, "Last resort" era de los que más destacaba porque intentaba algo diferente del resto, una historia de conspiraciones políticas y tensiones entre los marineros del submarino atrapado en la isla de Santa Marina que remitía, como hemos dicho muchas veces, a las películas sobre la paranoia de la Guerra Fría que se hacían en los 80. Sin embargo, ese intento de hacer algo un poco diferente necesitaba de algo de tiempo para asentarse y para descubrir qué funcionaba y qué no, y los espectadores no han tenido tanta paciencia. Ya fuera porque la serie tardó unos cinco episodios en cumplir parte de las promesas de su piloto, o porque el jueves a las 8 es un horario totalmente maldito para ABC (tal vez las 10 habría casado mejor con la temática de la serie), "Last resort" se ha quedado más en una miniserie de 13 episodios que fue concebida originalmente como algo que podía durar varios años.
De hecho, sus creadores, Shawn Ryan y Karl Gajdusek, han afirmado en varias entrevistas que el golpe de estado frustrado y el motín en el submarino iban a ser de todos modos sus tramas de final de esos trece capítulos iniciales, abriendo luego historias que debían llevar a que el capitán Chaplin empezara a creerse el rey de la isla y a que Kylie, la contratista armamentística de Washington involucrada en el golpe, se introdujera en tramas algo más oscuras y más conspiranoicas en el círculo cercano del presidente. También iba a desarrollarse aquel añadido de los minerales de la isla que, en un principio, no tenía mucho sentido, y que parecía que iba a ganar peso si hubieran tenido segunda temporada, en la que Chaplin tendría que lidiar con sus propios delirios de grandeza. Pero todo esto sólo son hipótesis, porque de algunas de esas historias no vimos más que un tímido principio y otras ni llegamos a olerlas. Y aunque el desenlace final se nota apresurado, lo cierto es que hacer que Chaplin se sacrifique con el submarino es una nota muy coherente con sus principios.
El motín es una de las mejores historias que la serie ha hecho, incluso a pesar de que costaba un poco creerse a Anders como el gran villano porque, desde que Chaplin lo destierra tras su juicio por violación, no habíamos vuelto a verlo. Tenía un buen manejo de la tensión y situaba en el centro la complicada relación entre Chaplin y Sam Kendall y la gradual evolución hacia una mayor seguridad en su autoridad en la teniente Shephard, que podría haber formado más adelante un buen equipo con el contramaestre (Robert Patrick) si éste no hubiera estado tan empeñado en sabotear a Chaplin. La trama del submarino y ese complejo golpe de estado, que daba para unas ramificaciones sumamente interesantes, le dan unos toques de urgencia a los dos últimos episodios que hacen que nos olvidemos de que la isla y Serrat nunca terminaron de encajar del todo, y sólo por ese "Marea roja" en miniatura del capítulo final ya merece la pena verlo. Además, no deja de ser interesante que el cierre de la serie no sea totalmente feliz (esa mirada de Grace buscando sin éxito a su padre entre la gente que recibe a la tripulación del USS Colorado en el aeropuerto...).
"Last resort" era, desde luego, bastante ambiciosa y, aunque esa ambición no cuajara entre el gran público y no siempre se resolviera bien, ha resultado interesante y entretenida por su intento de trasladar el género de las conspiraciones políticas y militares a la televisión, intentando también pintar un panorama bastante más complejo y en el que no hay decisiones fáciles ni resultados demasiado claros. Y como nota curiosa, seguía con esa tendencia de contratar actores australianos para que interpretaran a estadounidenses, en este caso con Daniel Lissing (el SEAL King) y Daisy Betts (Shephard).
P.D. podcastero: Nuevo lunes, nuevo programa de "Yo disparé a JR", con algunas de las series que han regresado, o que se han estrenado, estos últimos días en Estados Unidos y el Reino Unido, incluida "The Following".
Ir a descargar
- 0':"The Following"
- 16': "Utopia"
- 27': "1600 Penn"
- 35': "Justified" (spoilers hasta el 4x03)
- 50': "Once upon a time" (spoilers hasta el 2x12)
27 enero 2013
El asesino del puente
Tras el gran éxito de "Forbrydelsen", no es raro que todas las televisiones europeas se hayan lanzado a buscar el nuevo policíaco escandinavo que encandile a las audiencias, y hasta se han animado a intentar sus propias producciones con esa atmósfera nocturna y fría que acompaña a los detectives llegados de Suecia o Dinamarca. El noir del norte de Europa, además, aprovecha el género para mostrar todo lo que oculta la fachada de sociedades perfectas de esos países, algo que iniciaron los escritores suecos Maj Sjöwall y Per Wahlöö allá por los 60, inspirados por los Dashiell Hammett y Raymond Chandler estadounidenses, y títulos como "Bron/Broen", o "The bridge", siguen esa estela del mismo modo que lo hacían los casos que investigaba Sarah Lund.
Lo diferente de "The bridge" es que el caso se desarrolla a un lado y al otro del puente de Öresund, que une Suecia y Dinamarca salvando el estrecho del mismo nombre, ya aque el cadáver en cuestión aparece justo en lo que sería la frontera entre ambos países, en medio del puente. Por esa razón, los detectives que investigan el caso son el danés Martin Rohde y la sueca Saga Norén, a los que les separa más que la nacionalidad, el hecho de que ella sea una persona extremadamente racional con escasas habilidades sociales, rayana seguramente en la enfermedad de Asperger. A lo largo de los diez episodios de la primera temporada, los dos se enfrentan a un asesino un poco en la línea de "Seven", con una gran necesidad de llamar la atención, aunque luego esté motivado por algo de escala bastanter menor, y que organiza complicados montajes que pretenden llamar la atención sobre ciertos problemas sociales que comparten los dos países, desde el trato que se da a los sin techo a la integración de los inmigrantes o las empresas que tienen a niños trabajando en sus fábricas de las naciones en vías de desarrollo.
El lado eminentemente social del asesino en "The bridge" es una de las cosas que la distinguen del resto de ofertas del mismo estilo, aunque al final el asunto se vuelve mucho más personal para Martin y Saga. La serie presenta a veces tramas que parecen no tener nada que ver con la principal, pero que acaban teniendo su importancia, por muy externas y aleatorias que parezcan, y donde acaba funcionando como un reloj es en el retrato de sus dos detectives, que lentamente aprenden a trabajar uno con el otro y hasta a ver el mundo un poco a través de los ojos de su compañero. Saga emprende con Martin un camino de apertura no muy diferente del que hacía, a otro nivel, Brennan con Booth en las primeras temporadas de "Bones", y Martin tiene que asumir las dolorosas repercusiones que pueden tener algunos de sus actos. La trama se despliega a un ritmo que atrapa y que no te deja apartar la vista, pero si no tuviera dos personajes como los interpretados por Kim Bodnia y Sofia Hellin en su centro, perdería gran parte de su interés.
Lo más curioso de todo es que "The bridge" (que es una co-producción entre Suecia, Dinamarca y Alemania) ha impulsado un par de remakes en lengua inglesa que pueden ser interesantes. El último en ser anunciado es el que harán la británica Sky Atlantic y la francesa Canal +, en el que el centro del asesinato inicial será el túnel que une ambos países por debajo del canal de la Mancha, pero confieso que por el que yo tengo más curiosidad es por el que FX está preparando, ambientado en su caso en un lugar tan violento ya de por sí como es la frontera entre Estados Unidos y México. Tengo curiosidad por las propia idiosincrasia del lugar, y cómo la serie puede reflejar asuntos que van desde el trabajo de los "coyotes" llevando inmigrantes ilegales al norte, a las patrullas de ciudadanos estadounidenses que buscan a dichos inmigrantes, a las tratas de los narcotraficantes a los impunes asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez. Los protagonistas de la serie serán Diane Kruger y Demián Bichir, y el director del piloto será Gerardo Naranjo, conocido en los circuitos indies por "Miss Bala", una película centrada en una miss involucrada en un caso de narcotráfico. Si lo hacen bien, este remake tiene potencial para superar y ser totalmente diferente del original.
Música de la semana: "Girls" ha regresado a HBO, y con ella lo han hecho las curiosas selecciones musicales con la que ambientan los capítulos, que lo mismo van desde Demi Lovato a Solange, la hermana de Beyoncé, a M. Ward, cuyo "I get ideas" no sólo daba título al segundo capítulo, sino que también lo cerraba. Por cierto, que esa canción, en realidad, fue popularizada por Louis Armstrong en su versión en inglés, quedándose sólo con la música del tango "Adiós, muchachos".
Lo diferente de "The bridge" es que el caso se desarrolla a un lado y al otro del puente de Öresund, que une Suecia y Dinamarca salvando el estrecho del mismo nombre, ya aque el cadáver en cuestión aparece justo en lo que sería la frontera entre ambos países, en medio del puente. Por esa razón, los detectives que investigan el caso son el danés Martin Rohde y la sueca Saga Norén, a los que les separa más que la nacionalidad, el hecho de que ella sea una persona extremadamente racional con escasas habilidades sociales, rayana seguramente en la enfermedad de Asperger. A lo largo de los diez episodios de la primera temporada, los dos se enfrentan a un asesino un poco en la línea de "Seven", con una gran necesidad de llamar la atención, aunque luego esté motivado por algo de escala bastanter menor, y que organiza complicados montajes que pretenden llamar la atención sobre ciertos problemas sociales que comparten los dos países, desde el trato que se da a los sin techo a la integración de los inmigrantes o las empresas que tienen a niños trabajando en sus fábricas de las naciones en vías de desarrollo.
El lado eminentemente social del asesino en "The bridge" es una de las cosas que la distinguen del resto de ofertas del mismo estilo, aunque al final el asunto se vuelve mucho más personal para Martin y Saga. La serie presenta a veces tramas que parecen no tener nada que ver con la principal, pero que acaban teniendo su importancia, por muy externas y aleatorias que parezcan, y donde acaba funcionando como un reloj es en el retrato de sus dos detectives, que lentamente aprenden a trabajar uno con el otro y hasta a ver el mundo un poco a través de los ojos de su compañero. Saga emprende con Martin un camino de apertura no muy diferente del que hacía, a otro nivel, Brennan con Booth en las primeras temporadas de "Bones", y Martin tiene que asumir las dolorosas repercusiones que pueden tener algunos de sus actos. La trama se despliega a un ritmo que atrapa y que no te deja apartar la vista, pero si no tuviera dos personajes como los interpretados por Kim Bodnia y Sofia Hellin en su centro, perdería gran parte de su interés.
Lo más curioso de todo es que "The bridge" (que es una co-producción entre Suecia, Dinamarca y Alemania) ha impulsado un par de remakes en lengua inglesa que pueden ser interesantes. El último en ser anunciado es el que harán la británica Sky Atlantic y la francesa Canal +, en el que el centro del asesinato inicial será el túnel que une ambos países por debajo del canal de la Mancha, pero confieso que por el que yo tengo más curiosidad es por el que FX está preparando, ambientado en su caso en un lugar tan violento ya de por sí como es la frontera entre Estados Unidos y México. Tengo curiosidad por las propia idiosincrasia del lugar, y cómo la serie puede reflejar asuntos que van desde el trabajo de los "coyotes" llevando inmigrantes ilegales al norte, a las patrullas de ciudadanos estadounidenses que buscan a dichos inmigrantes, a las tratas de los narcotraficantes a los impunes asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez. Los protagonistas de la serie serán Diane Kruger y Demián Bichir, y el director del piloto será Gerardo Naranjo, conocido en los circuitos indies por "Miss Bala", una película centrada en una miss involucrada en un caso de narcotráfico. Si lo hacen bien, este remake tiene potencial para superar y ser totalmente diferente del original.
Música de la semana: "Girls" ha regresado a HBO, y con ella lo han hecho las curiosas selecciones musicales con la que ambientan los capítulos, que lo mismo van desde Demi Lovato a Solange, la hermana de Beyoncé, a M. Ward, cuyo "I get ideas" no sólo daba título al segundo capítulo, sino que también lo cerraba. Por cierto, que esa canción, en realidad, fue popularizada por Louis Armstrong en su versión en inglés, quedándose sólo con la música del tango "Adiós, muchachos".
25 enero 2013
Viernes musical (16): "Pushing daisies"
Entre 2007 y 2009, justo antes de que "Glee" aterrizara en FOX, ABC tuvo en antena lo más parecido a una serie musical que podía verse en aquel entonces, un pequeño experimento burtoniano de Bryan Fuller llamado "Pushing daisies". No es que en todos los capítulos hubiera elaborados números de baile, pero el ritmo que llevaban los acercaban bastante al de un musical y, de vez en cuando, aprovechaban la experiencia en Broadway de Kristin Chenoweth (y de Ellen Greene) para marcarse unos breves momentos en los que su personaje, Olive, rompía a cantar porque, como dice el Narrador en el vídeo de arriba, a veces su corazón no podía resistir tanta emoción y se abría a la música. El vídeo, por cierto, y la versión de "Hopelessly devoted to you" (que hizo famosa originalmente Olivia-Newton John en "Grease"), fue la primera vez que Chenoweth expresaba los sentimientos de Olive sobre el pastelero Ned, enamorado de su novia "cadáver" Chuck, en forma de canción, aunque no sería la última (la última sería a través de este "Hello" de Lionel Ritchie). Y, por cierto, que "Pushing daisies", cancelada en su segunda temporada, sigue teniendo hasta ahora la mejor frase para cerrar una serie que yo he visto en televisión: "Ocurrieron eventos que no son, no fueron y no deberían considerarse un final. Porque los finales, como sabemos, es donde empezamos".
24 enero 2013
Las señas de identidad de Bad Robot
Desde principios de la última década, la productora Bad Robot ha producido algunas de las series más seguidas por el fandom en la televisión estadounidense, series que los espectadores suelen identificar con el nombre su productor ejecutivo, J.J. Abrams, aunque él no haya hecho más que ayudar a su creador a ponerlas en pie. El sucesor de Steven Spielberg como rey del entretenimiento mainstream en Hollywood hace tiempo que está más dedicado al cine (su próxima película es la secuela de su reboot de "Star Trek"), pero su asociación con la televisión no se rompe porque, todas las temporadas, Bad Robot tiene algún que otro título en antena. Con el final de "Fringe" el pasado viernes, ahora mismo esa selección de títulos se reduce a "Person of interest", en CBS, y "Revolution" en NBC, pero el año que viene puede volver a aumentar.
Lo curioso es que, aunque Abrams ya no se involucre en la creación de ninguna de esas series desde la fallida "Undercovers", todas ellas acaban guardando los mismos puntos en común, como si el bueno de J.J. les hubiera dado un último repasito antes de que empezaran a tomar forma. Esos puntos se trasladan también en muchas ocasiones a las películas ("Super 8" es un pequeño compendio de muchos de sus intereses), pero donde es más divertido encontrárselos una y otra vez es en la televisión. En ocasiones, nos ayudan a distinguir una serie producida por Bad Robot antes de que veamos los títulos de crédito.
- Protagonistas femeninas fuertes: Las dos primeras series de Abrams fueron "Felicity" y "Alias", que son los ejemplos más claros de esa tendencia de tener a una mujer en el centro de buena parte de las tramas (así empezó también "Fringe", la protagonista central de "Alcatraz" era una detective y una chica era nuestra puerta de entrada a "Revolution"). No es raro que acaben siendo heroínas de acción y las tipas más duras del lugar. Fijaos en la Kate de las dos primeras temporadas de "Perdidos", por ejemplo.
- Saltos temporales: Los viajes en el tiempo y sus derivados son otro aspecto muy querido por Abrams, que ha producido títulos como "Alcatraz", con una premisa totalmente comprometida por un viaje temporal, y otros en los que acaba habiendo paradojas y bucles temporales de diversa índole. "Perdidos" y "Fringe" quizás sean los ejemplos más claros.
- Trama serializada: Incluso cuando intentan crear series más autoconclusivas, los chicos de Bad Robot incluyen de fondo siempre una mitología que acaba teniendo más importancia de la que parecía en un principio. Hasta en "Person of interest" se da esta situación.
- Relaciones paterno-filiales: Lo más habitual es que alguno de los protagonistas tenga una relación difícil con su padre, llena de conflictos sin resolver. Ya sean Sydney y Jack Bristow, Jack y Christian Shephard, Peter y Walter Bishop, o hasta Charlie Matheson con su madre, más que con su padre, en "Revolution", las series de Bad Robot siempre tienen en su centro algún tipo de problema entre los hijos y sus padres.
- Muertes inesperadas: No siempre funcionan, pero estos títulos no tienen miedo de matar a algún personaje que parecía muy importante para forzar una evolución en el resto.
- Los cliffhangers: Evidentemente, Abrams y sus colaboradores no inventaron los cliffhangers, pero suelen sacarles un gran provecho. Series como "Alias", "Perdidos" y "Fringe" han tenido cliffhangers de final de temporada que figuran entre los más sorprendentes y, en general, los mejores de los últimos años, y de lo que no se puede acusar a sus series es de no evolucionar, aunque luego las evoluciones no funcionen como se esperaba.
- Y, por supuesto, las bolas rojas.
P.D.: De "Fringe", J.J. Abrams y cómo muchas de sus series serializadas intentan no repetir los errores de "Alias" hablaremos el sábado en la primera edición del BirraSeries Alicante.
Lo curioso es que, aunque Abrams ya no se involucre en la creación de ninguna de esas series desde la fallida "Undercovers", todas ellas acaban guardando los mismos puntos en común, como si el bueno de J.J. les hubiera dado un último repasito antes de que empezaran a tomar forma. Esos puntos se trasladan también en muchas ocasiones a las películas ("Super 8" es un pequeño compendio de muchos de sus intereses), pero donde es más divertido encontrárselos una y otra vez es en la televisión. En ocasiones, nos ayudan a distinguir una serie producida por Bad Robot antes de que veamos los títulos de crédito.
- Protagonistas femeninas fuertes: Las dos primeras series de Abrams fueron "Felicity" y "Alias", que son los ejemplos más claros de esa tendencia de tener a una mujer en el centro de buena parte de las tramas (así empezó también "Fringe", la protagonista central de "Alcatraz" era una detective y una chica era nuestra puerta de entrada a "Revolution"). No es raro que acaben siendo heroínas de acción y las tipas más duras del lugar. Fijaos en la Kate de las dos primeras temporadas de "Perdidos", por ejemplo.
- Saltos temporales: Los viajes en el tiempo y sus derivados son otro aspecto muy querido por Abrams, que ha producido títulos como "Alcatraz", con una premisa totalmente comprometida por un viaje temporal, y otros en los que acaba habiendo paradojas y bucles temporales de diversa índole. "Perdidos" y "Fringe" quizás sean los ejemplos más claros.
- Trama serializada: Incluso cuando intentan crear series más autoconclusivas, los chicos de Bad Robot incluyen de fondo siempre una mitología que acaba teniendo más importancia de la que parecía en un principio. Hasta en "Person of interest" se da esta situación.
- Relaciones paterno-filiales: Lo más habitual es que alguno de los protagonistas tenga una relación difícil con su padre, llena de conflictos sin resolver. Ya sean Sydney y Jack Bristow, Jack y Christian Shephard, Peter y Walter Bishop, o hasta Charlie Matheson con su madre, más que con su padre, en "Revolution", las series de Bad Robot siempre tienen en su centro algún tipo de problema entre los hijos y sus padres.
- Muertes inesperadas: No siempre funcionan, pero estos títulos no tienen miedo de matar a algún personaje que parecía muy importante para forzar una evolución en el resto.
- Los cliffhangers: Evidentemente, Abrams y sus colaboradores no inventaron los cliffhangers, pero suelen sacarles un gran provecho. Series como "Alias", "Perdidos" y "Fringe" han tenido cliffhangers de final de temporada que figuran entre los más sorprendentes y, en general, los mejores de los últimos años, y de lo que no se puede acusar a sus series es de no evolucionar, aunque luego las evoluciones no funcionen como se esperaba.
- Y, por supuesto, las bolas rojas.
P.D.: De "Fringe", J.J. Abrams y cómo muchas de sus series serializadas intentan no repetir los errores de "Alias" hablaremos el sábado en la primera edición del BirraSeries Alicante.
23 enero 2013
Presidentes sin esclavos y amores bipolares
Los caminos de la taquilla son, la mitad de las veces, inescrutables, y si no, no hay más que mirar a "Lincoln". ¿Cómo una película sobre la trastienda de las negociaciones y corruptelas que necesitó Abraham Lincoln para incluir en la Constitución la enmienda que abolía la esclavitud ha podido amasar más de 150 millones de dólares desde su estreno en noviembre en Estados Unidos? ¿Cómo es posible que una cinta en la que, básicamente, lo único que vemos durante dos horas y media es a un montón de hombres circunspectos discutiendo se haya convertido la nominada más taquillera de las nueve que compiten este año por el Oscar a la mejor película? En el podcast "La sexta nominada" tienen la teoría de que la promoción que se ha hecho de "Lincoln", convirtiéndola en una película acontecimiento de las que se lleva a los escolares a ver en una excursión de la clase de Historia, puede haber tenido buena parte de culpa, y no hay que descartar que sea así.
"Lincoln" es muy densa (como también lo era la obra por la que su guionista, Tony Kushner, es más conocido, "Angels in America"), y aunque se esfuerza por que quede muy claro quién era quién y cuáles eran los pasos que había que seguir para que el Congreso aprobara la 13ª Enmienda, a veces es inevitable no sentirse un poco apabullado por semejante torrente de información, y por las largas anécdotas que Lincoln cuenta para establecer metáforas con lo que quiere conseguir (un personaje llega a marcharse de la habitación ante una de esas anécdotas, harto de escucharlas a todas horas), y todo esto lleva a que la película sea mucho más intelectual que emocional, por mucho que Spielberg dé el último toque con el personaje de Tommy Lee Jones (que tiene una última escena estupenda, por cierto). Por supuesto, el trabajo de ambientación es sensacional y Daniel Day-Lewis está como siempre, con sus breves toques histriónicos cuando el presidente se enfada, pero hay que ser consciente de lo que se va a ver con "Lincoln".
Desde hace algún tiempo, los críticos de cine estadounidenses se preguntan por qué ya no se hacen comedias románticas. El género solía ser sinónimo de personajes con personalidades bien definidas, cuyo choque llevaba a los chistes, que en bastantes ocasiones eran ingeniosos y no iban buscando el mínimo común denominador humorístico, pero desde hace bastante tiempo está muy devaluado y prácticamente aparcado por los grandes estudios. Las series de televisión y las produciones más o menos independientes parecen ser su último reducto, y "El lado bueno de las cosas", uno de sus pocos faros de esperanza. Porque la cinta de David O. Russell, otra de las grandes favoritas de cara a los próximos Oscar, es justamente eso, una romcom bien hecha, con sus protagonistas que empiezan más bien enfrentados, sus secundarios graciosetes (en esta ocasión, el amigo de Pat que no para de fugarse del hospital psiquiátrico) y la tarea en la que la pareja en cuestión se ve forzada a colaborar, enamorándose en el proceso.
El toque diferente aquí es que casi todos sus personajes tienen algún tipo de trastorno o enfermedad mental. Pat es bipolar, Tiffany atravesó una severa depresión, el padre de Pat es un obsesivo compulsivo cuya afición a los Philadelphia Eagles de la NFL es, evidentemente, enfermiza, y todos ellos deben aprender a convivir con esa condición para poder ser felices. En ese aspecto, su originalidad exterior esconde una película mucho más convencional (algo que pasaba también con "The Fighter"), pero su optimismo y su humanidad acaban ganando la partida. La química que despliegan en pantalla Bradley Cooper y Jennifer Lawrence hacen el resto, demostrando que un par de protagonistas que funcionen bien juntos ya justifican cualquier comedia romántica, algo que también se ha ido perdiendo con el tiempo. Y el estilo más naturalista que Russell utiliza le va muy bien a la película, especialmente en las escenas familiares de Pat.
"Lincoln" es muy densa (como también lo era la obra por la que su guionista, Tony Kushner, es más conocido, "Angels in America"), y aunque se esfuerza por que quede muy claro quién era quién y cuáles eran los pasos que había que seguir para que el Congreso aprobara la 13ª Enmienda, a veces es inevitable no sentirse un poco apabullado por semejante torrente de información, y por las largas anécdotas que Lincoln cuenta para establecer metáforas con lo que quiere conseguir (un personaje llega a marcharse de la habitación ante una de esas anécdotas, harto de escucharlas a todas horas), y todo esto lleva a que la película sea mucho más intelectual que emocional, por mucho que Spielberg dé el último toque con el personaje de Tommy Lee Jones (que tiene una última escena estupenda, por cierto). Por supuesto, el trabajo de ambientación es sensacional y Daniel Day-Lewis está como siempre, con sus breves toques histriónicos cuando el presidente se enfada, pero hay que ser consciente de lo que se va a ver con "Lincoln".
Desde hace algún tiempo, los críticos de cine estadounidenses se preguntan por qué ya no se hacen comedias románticas. El género solía ser sinónimo de personajes con personalidades bien definidas, cuyo choque llevaba a los chistes, que en bastantes ocasiones eran ingeniosos y no iban buscando el mínimo común denominador humorístico, pero desde hace bastante tiempo está muy devaluado y prácticamente aparcado por los grandes estudios. Las series de televisión y las produciones más o menos independientes parecen ser su último reducto, y "El lado bueno de las cosas", uno de sus pocos faros de esperanza. Porque la cinta de David O. Russell, otra de las grandes favoritas de cara a los próximos Oscar, es justamente eso, una romcom bien hecha, con sus protagonistas que empiezan más bien enfrentados, sus secundarios graciosetes (en esta ocasión, el amigo de Pat que no para de fugarse del hospital psiquiátrico) y la tarea en la que la pareja en cuestión se ve forzada a colaborar, enamorándose en el proceso.
El toque diferente aquí es que casi todos sus personajes tienen algún tipo de trastorno o enfermedad mental. Pat es bipolar, Tiffany atravesó una severa depresión, el padre de Pat es un obsesivo compulsivo cuya afición a los Philadelphia Eagles de la NFL es, evidentemente, enfermiza, y todos ellos deben aprender a convivir con esa condición para poder ser felices. En ese aspecto, su originalidad exterior esconde una película mucho más convencional (algo que pasaba también con "The Fighter"), pero su optimismo y su humanidad acaban ganando la partida. La química que despliegan en pantalla Bradley Cooper y Jennifer Lawrence hacen el resto, demostrando que un par de protagonistas que funcionen bien juntos ya justifican cualquier comedia romántica, algo que también se ha ido perdiendo con el tiempo. Y el estilo más naturalista que Russell utiliza le va muy bien a la película, especialmente en las escenas familiares de Pat.
22 enero 2013
El culto del asesino
Las películas de asesinos en serie no son un invento de los 90. "Frenesí", sin ir más lejos, es una cinta centrada en uno de estos psicópatas, y hasta podemos remontarnos a las historias que ficcionalizan los crímenes de Jack el Destripador. Sin embargo, sí puede decirse que en esa década, con el éxito de "El silencio de los corderos" y "Seven", se puso de moda la tendencia de que todos los thrillers medianamente policiacos tuvieran en su centro a un asesino en serie no sólo mataba a, por ejemplo, chicas rubias que fueran de uniforme, sino que tenía que hacerlo motivado por alguna cosa en concreto, algo que debía poner o el toque literario cultureta o el toque extra inquietante. Podían ser los siete pecados capitales como en "Seven", el ejemplo de otros asesinos como en "Copycat" o tener de protagonista a un policía tetrapléjico como en "El coleccionista de huesos", pero siempre tenía que haber un detalle que distinguiera a esa historia de las demás.
Esos psicópatas que dominaron el cine de los 90, "Scream" incluida, dejan sentir su sombra con fuerza en "The Following", la nueva serie de midseason de FOX (que en España emitirá TNT a partir del próximo martes), en la que tenemos a un ex agente del FBI investigando a un carismático asesino en serie que ya atrapó hace diez años, y que en ese tiempo se ha procurado una legión de seguidores, al estilo de la Familia Manson, que andan por ahí cometiendo crímenes en su nombre. El detalle que distingue a Joe Carroll de los numerosos sucesores de Hannibal Lecter, tipo Ed Harris en "Causa justa", es su admiración por Edgar Allan Poe, de donde extrae algunos de los toques más macabros de sus asesinatos. Y el que distingue a Ryan Hardy, el ex FBI, es que aquella investigación inicial lo dejó con un marcapasos y una creciente afición por el vodka. Ellos dos, interpretados por James Purefoy y Kevin Bacon, van a ser, probablemente, las principales atracciones de una serie que ha suscitado en Estados Unidos no poca controversia por el gore tan noventero que presenta para una network, una controversia encuadrada dentro del debate más amplio de la violencia en televisión que se generó después del tiroteo en la escuela Sandy Hook, y que el propio Purefoy comenta en esta entrevista.
Además, hay otro asunto externo a la serie que la ha puesto de relevancia estos días y es la estrategia de promoción de FOX, recordando a los espectadores que no se olviden de grabarla. En Vulture intentan analizar dicha estrategia y si tiene algo que ver con el otoño tan malo en audiencias que ha tenido el canal, que ha visto cómo algunas de sus series tenían casi mejores números en los visionados en diferido que en directo. Además, es una promoción muy consciente de que "The Following" va a ser bastante serializada (a no ser que se vuelva "Mentes criminales" y se dediquen a atrapar a un nuevo seguir de Carroll cada semana), que es un tipo de serie que siempre funciona mejor en los datos del DVR (que se lo digan a "Fringe"). Todo esto, de todos modos, obvia si la serie es entretenida o no, y lo cierto es que, juzgando por el piloto, no es fácil de saber.
Nos bombardea con tal cantidad de referencias my obvias a Poe (a "El cuervo" y el evidente paralelismo entre el marcapasos de Hardy y "El corazón delator") y con esa condensación de la trama de una película de dos horas en 42 minutos, que no acaba de funcionar del todo. Cuando la trama y los personajes estén más asentados, igual "The Following" da un salto y la relación del gato y el ratón entre Carroll y Hardy la lleva a un lugar interesante, pero el piloto se queda en una historia de asesinos en serie bastante estándar y, eso sí, muy Kevin Williamson, que es su creador y que sabe jugar con nuestras expectativas de cuándo van a darnos un susto. ¿Será "The Following" la respuesta a las cuitas en las audiencias de FOX en los últimos meses?
Esos psicópatas que dominaron el cine de los 90, "Scream" incluida, dejan sentir su sombra con fuerza en "The Following", la nueva serie de midseason de FOX (que en España emitirá TNT a partir del próximo martes), en la que tenemos a un ex agente del FBI investigando a un carismático asesino en serie que ya atrapó hace diez años, y que en ese tiempo se ha procurado una legión de seguidores, al estilo de la Familia Manson, que andan por ahí cometiendo crímenes en su nombre. El detalle que distingue a Joe Carroll de los numerosos sucesores de Hannibal Lecter, tipo Ed Harris en "Causa justa", es su admiración por Edgar Allan Poe, de donde extrae algunos de los toques más macabros de sus asesinatos. Y el que distingue a Ryan Hardy, el ex FBI, es que aquella investigación inicial lo dejó con un marcapasos y una creciente afición por el vodka. Ellos dos, interpretados por James Purefoy y Kevin Bacon, van a ser, probablemente, las principales atracciones de una serie que ha suscitado en Estados Unidos no poca controversia por el gore tan noventero que presenta para una network, una controversia encuadrada dentro del debate más amplio de la violencia en televisión que se generó después del tiroteo en la escuela Sandy Hook, y que el propio Purefoy comenta en esta entrevista.
Además, hay otro asunto externo a la serie que la ha puesto de relevancia estos días y es la estrategia de promoción de FOX, recordando a los espectadores que no se olviden de grabarla. En Vulture intentan analizar dicha estrategia y si tiene algo que ver con el otoño tan malo en audiencias que ha tenido el canal, que ha visto cómo algunas de sus series tenían casi mejores números en los visionados en diferido que en directo. Además, es una promoción muy consciente de que "The Following" va a ser bastante serializada (a no ser que se vuelva "Mentes criminales" y se dediquen a atrapar a un nuevo seguir de Carroll cada semana), que es un tipo de serie que siempre funciona mejor en los datos del DVR (que se lo digan a "Fringe"). Todo esto, de todos modos, obvia si la serie es entretenida o no, y lo cierto es que, juzgando por el piloto, no es fácil de saber.
Nos bombardea con tal cantidad de referencias my obvias a Poe (a "El cuervo" y el evidente paralelismo entre el marcapasos de Hardy y "El corazón delator") y con esa condensación de la trama de una película de dos horas en 42 minutos, que no acaba de funcionar del todo. Cuando la trama y los personajes estén más asentados, igual "The Following" da un salto y la relación del gato y el ratón entre Carroll y Hardy la lleva a un lugar interesante, pero el piloto se queda en una historia de asesinos en serie bastante estándar y, eso sí, muy Kevin Williamson, que es su creador y que sabe jugar con nuestras expectativas de cuándo van a darnos un susto. ¿Será "The Following" la respuesta a las cuitas en las audiencias de FOX en los últimos meses?
21 enero 2013
El cómic de Foucault
Tras el enorme éxito que tuvo "El nombre de la rosa", Umberto Eco decidió que su segundo libro sería "El péndulo de Foucault", una historia de conspiraciones que atravesaban la historia y que asaltaban a un grupo de estudiosos con querencia por inventarse planes de dominación mundial de sociedades ultrasecretas y peligrosas. ¿O esos planes, que mezclaban todas las teorías conspiranoicas que se os puedan ocurrir, rosacruces e Illuminati incluidos, no eran tan imaginarios? Ese libro (del que "El código da Vinci" no es más que una pálida y descafeinada copia) viene a la mente sin necesidad de esforzarse mucho al ver el primer capítulo de "Utopia", una serie del británico Channel 4 en la que el libro maldito no es el de las profecías de Nostradamus, sino una novela gráfica escrita por un enfermo mental a mediados de los 80, y que parece profetizar todos los desastres que ocurren décadas más tarde.
Escrita por Dennis Kelly (co-guionista de, entre todas las cosas, la versión musical de "Matilda" para el West End londinense), "Utopia" sigue a un grupo de fans de ese cómic, que se conoce a través de un foro dedicado a él, y que pronto se ven perseguidos por dos misteriosos matones (uno de los cuales parece salido de un videoclip de Madness), que buscan el manuscrito del segundo tomo de "Utopia" y, de paso, a una tal Jessica Hyde, sin detenerse ante nadie. Para colmo, de repente parece haber una enorme conspiración que convierte las vidas de esos fans en un completo infierno burocrático, y en la cristalización de todas las ideas conspiranoicas de uno de ellos, Wilson Wilson, al que seguramente le caería mejor que bien el doctor Hodgins de "Bones". Todas las paranoias que podían ocurrírsele a Mulder entran en juego en "Utopia", y lo cierto es que la serie, a pesar de presentarnos una ingente cantidad de información en el primer episodio, logra crear una atmósfera bastante malsana e impredecible, y el recurso hitchcockiano de meter a unas personas normales y corrientes en lo que no puede ser para ellos más que una pesadilla funciona perfectamente.
¿Quién era Mark Dane, el autor de "Utopia"? ¿Quién es esa tal Jessica Hyde y por qué la buscan? ¿Y qué tipo de poderes fácticos al más alto nivel están detrás de todo esto? ¿Qué predice ese segundo tomo del cómic, que en teoría no existía? Las conspiraciones, por supuesto, no pueden más que perder interés conforme se van desenredando y despejando, aunque la serie, por ahora, cuenta con la ventaja de su logrado ambiente de que nadie está salvo de quienes estén moviendo los hilos. ¿Habrá una explicación sobrenatural? ? ¿Algo en la línea de los Illuminati? A los protagonistas de "El péndulo de Foucault" se les va completamente de las manos algo que ellos pensaban que era una broma; para los personajes de "Utopia", esto va totalmente en serio.
P.D. podcastero: Para retomar nuestro ritmo normal de podcasts después de los resúmenes especiales de 2012, en "Yo disparé a JR" nos lanzamos a comentar los temas que podéis encontrar en este menú:
Ir a descargar
- 0': Globos de Oro y "Girls".
- 18': "Banshee".
- 30': "Deception".
- 37': "Smash".
- 52': El final de "Fringe" (con spoilers).
Escrita por Dennis Kelly (co-guionista de, entre todas las cosas, la versión musical de "Matilda" para el West End londinense), "Utopia" sigue a un grupo de fans de ese cómic, que se conoce a través de un foro dedicado a él, y que pronto se ven perseguidos por dos misteriosos matones (uno de los cuales parece salido de un videoclip de Madness), que buscan el manuscrito del segundo tomo de "Utopia" y, de paso, a una tal Jessica Hyde, sin detenerse ante nadie. Para colmo, de repente parece haber una enorme conspiración que convierte las vidas de esos fans en un completo infierno burocrático, y en la cristalización de todas las ideas conspiranoicas de uno de ellos, Wilson Wilson, al que seguramente le caería mejor que bien el doctor Hodgins de "Bones". Todas las paranoias que podían ocurrírsele a Mulder entran en juego en "Utopia", y lo cierto es que la serie, a pesar de presentarnos una ingente cantidad de información en el primer episodio, logra crear una atmósfera bastante malsana e impredecible, y el recurso hitchcockiano de meter a unas personas normales y corrientes en lo que no puede ser para ellos más que una pesadilla funciona perfectamente.
¿Quién era Mark Dane, el autor de "Utopia"? ¿Quién es esa tal Jessica Hyde y por qué la buscan? ¿Y qué tipo de poderes fácticos al más alto nivel están detrás de todo esto? ¿Qué predice ese segundo tomo del cómic, que en teoría no existía? Las conspiraciones, por supuesto, no pueden más que perder interés conforme se van desenredando y despejando, aunque la serie, por ahora, cuenta con la ventaja de su logrado ambiente de que nadie está salvo de quienes estén moviendo los hilos. ¿Habrá una explicación sobrenatural? ? ¿Algo en la línea de los Illuminati? A los protagonistas de "El péndulo de Foucault" se les va completamente de las manos algo que ellos pensaban que era una broma; para los personajes de "Utopia", esto va totalmente en serio.
P.D. podcastero: Para retomar nuestro ritmo normal de podcasts después de los resúmenes especiales de 2012, en "Yo disparé a JR" nos lanzamos a comentar los temas que podéis encontrar en este menú:
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- 0': Globos de Oro y "Girls".
- 18': "Banshee".
- 30': "Deception".
- 37': "Smash".
- 52': El final de "Fringe" (con spoilers).
20 enero 2013
Sobre la marcha
"Se lo inventan sobre lo marcha". Seguro que habéis leído o escuchado esa frase lanzada como acusación hacia series que tienen algún tipo de mitología serializada que recorre todas sus temporadas, aunque sea muy al fondo, y que o no ofrece respuestas a los interrogantes que plantea, o los seguidores consideran que las que ofrece no son satisfactorias. Era la crítica que se hacía más a menudo contra "Perdidos", obviando que la televisión se hace así, sobre la marcha, y que dada la naturaleza del negocio, es imposible tener perfectamente planeado el final antes siquiera de haber estrenado el piloto. Como mucho, se puede tener una idea general de hacia dónde se quiere ir, pero ya hemos comentado en unas cuantas ocasiones anteriores que las series son algo vivo, que va evolucionando con el corrre de los años, y hay muchos factores que influyen en que terminen siendo como son.
A no ser que se esté haciendo una miniserie, cualquier guionista que diga que no sólo sabe cómo será el último episodio, sino que tiene planeadas cinco temporadas de historia está, muy probablemente, o exagerando enormemente o, directamente, mintiendo. El ejemplo que siempre se pone de serialización y planificación extremas es "Babylon 5", que J. Michael Straczynski diseñó para tener cinco entregas, y ni una más, pero tuvo también que idear varios planes alternativos por si se la cancelaban antes de tiempo (como casi le ocurrió en la cuarta), o si algún actor se marchaba. Sin embargo, eso es una excepción, y no la norma. Los guionistas pueden tener un cierre pensado por si, al final, su serie no pasa del 13º capítulo (algo que Shawn Ryan y Karl Gadjusek están haciendo en "Last resort", por ejemplo), pero la idea es que dure varias temporadas en antena, por lo que hay que ir adaptando las ideas que se puedan tener a la marcha de la serie.
A cualquier showrunner le preguntan, cuando su serie termina, si lo tenía todo planeado desde el principio, y no tienn problema en reconocer que no. David Chase, por ejemplo, cuya "Los Soprano" es saludada como la mejor serie de la historia (con permiso de "The Wire"), no sabía cómo iba a terminar hasta que no tuvo que ponerse a pensar seriamente en ello, y así lo ha contado en las entrevistas en las que le preguntan sobre el tema. Lo hemos mencionado más veces, pero el libro de Alan Sepinwall, "The revolution was televised", ayuda mucho a comprender cómo es el proceso y la cultura en la que se desarrollan las series a través del capítulo que dedica, precisamente, a "Perdidos". Ahí vemos que los creadores no pueden pemitirse el lujo de pensar más allá del final de temporada porque no saben si pasarán de ahí, que suelen estar abiertos a dejarse influenciar por las cosas interesantes que surjan durante la escritura o rodaje de los capítulos porque saben que la televisión no funciona igual que el cine, y que es una carrera de fondo, y no un sprint.
Lo que se les pide, claro, es que cuando vayan a cerrar la historia definitivamente, que ese punto y final tenga coherencia con lo que han estado contando hasta ese momento. Las series se planifican temporada a temporada, no como un conjunto de x temporadas, porque la televisión es también incertidumbre. Un ejemplo muy bueno es el de, paradójicamente, "Juego de tronos". La serie de HBO tiene, hasta el momento, cinco libracos de los que extraer la trama, pero funciona con el mismo esquema que cualquier otra, que es el de ir temporada a temporada. El propio George R.R. Martin ha explicado que si no se incluyen, por ejemplo, todas las profecías que se le hacen a Daenerys es porque no saben si podrán contarlo todo. Porque, ¿quién sabe hasta cuándo podrán estar en antena?
Música de la semana: "El lado bueno de las cosas" es una de las películas más nominadas a los próximos Oscar, pero su banda sonora fue descalificada porque no tenía suficiente material original. Lo cierto es que está compuesta en su gran mayoría por canciones ya preexistentes, como este "Fell in love with a girl" de The White Stripes.
A no ser que se esté haciendo una miniserie, cualquier guionista que diga que no sólo sabe cómo será el último episodio, sino que tiene planeadas cinco temporadas de historia está, muy probablemente, o exagerando enormemente o, directamente, mintiendo. El ejemplo que siempre se pone de serialización y planificación extremas es "Babylon 5", que J. Michael Straczynski diseñó para tener cinco entregas, y ni una más, pero tuvo también que idear varios planes alternativos por si se la cancelaban antes de tiempo (como casi le ocurrió en la cuarta), o si algún actor se marchaba. Sin embargo, eso es una excepción, y no la norma. Los guionistas pueden tener un cierre pensado por si, al final, su serie no pasa del 13º capítulo (algo que Shawn Ryan y Karl Gadjusek están haciendo en "Last resort", por ejemplo), pero la idea es que dure varias temporadas en antena, por lo que hay que ir adaptando las ideas que se puedan tener a la marcha de la serie.
A cualquier showrunner le preguntan, cuando su serie termina, si lo tenía todo planeado desde el principio, y no tienn problema en reconocer que no. David Chase, por ejemplo, cuya "Los Soprano" es saludada como la mejor serie de la historia (con permiso de "The Wire"), no sabía cómo iba a terminar hasta que no tuvo que ponerse a pensar seriamente en ello, y así lo ha contado en las entrevistas en las que le preguntan sobre el tema. Lo hemos mencionado más veces, pero el libro de Alan Sepinwall, "The revolution was televised", ayuda mucho a comprender cómo es el proceso y la cultura en la que se desarrollan las series a través del capítulo que dedica, precisamente, a "Perdidos". Ahí vemos que los creadores no pueden pemitirse el lujo de pensar más allá del final de temporada porque no saben si pasarán de ahí, que suelen estar abiertos a dejarse influenciar por las cosas interesantes que surjan durante la escritura o rodaje de los capítulos porque saben que la televisión no funciona igual que el cine, y que es una carrera de fondo, y no un sprint.
Lo que se les pide, claro, es que cuando vayan a cerrar la historia definitivamente, que ese punto y final tenga coherencia con lo que han estado contando hasta ese momento. Las series se planifican temporada a temporada, no como un conjunto de x temporadas, porque la televisión es también incertidumbre. Un ejemplo muy bueno es el de, paradójicamente, "Juego de tronos". La serie de HBO tiene, hasta el momento, cinco libracos de los que extraer la trama, pero funciona con el mismo esquema que cualquier otra, que es el de ir temporada a temporada. El propio George R.R. Martin ha explicado que si no se incluyen, por ejemplo, todas las profecías que se le hacen a Daenerys es porque no saben si podrán contarlo todo. Porque, ¿quién sabe hasta cuándo podrán estar en antena?
Música de la semana: "El lado bueno de las cosas" es una de las películas más nominadas a los próximos Oscar, pero su banda sonora fue descalificada porque no tenía suficiente material original. Lo cierto es que está compuesta en su gran mayoría por canciones ya preexistentes, como este "Fell in love with a girl" de The White Stripes.
19 enero 2013
El tulipán blanco
ALERTA SPOILERS: Tulipanes blancos, Gene, Olivia "Kitty Pryde" Dunham... Si no sabéis si todo esto ha jugado algún papel en el final de "Fringe", mejor volved por aquí cuando lo hayáis visto.
Uno de los mejores capítulos de "Fringe" es "White tulip", de la segunda temporada, en el que el equipo busca a un científico que se ha transformado él mismo en una máquina del tiempo en miniatura para intentar viajar al pasado y salvar a la mujer que ama. Ese científico reflejaba el comportamiento de Walter cuando cruzó al otro Universo para salvar inicialmente y finalmente robar al otro Peter, después de que su hijo hubiera muerto, un comportamiento espoleado por una mezcla del indescriptible dolor que Walter sentía por la pérdida de su hijo y por su arrogancia intelectual, su convencimiento de que si puede doblar las leyes de la física en su beneficio, tiene que hacerlo. El título de aquel episodio, el tulipán blanco que el doctor Bishop veía como una señal de que Dios le había perdonado por sus acciones pasadas, ha terminado convirtiéndose en un símbolo de la serie; Peter y Olivia se conocen de niños en un campo lleno de estas flores, y el tulipán blanco vuelve a jugar un significativo papel en los planes que Donald/Septiembre y Walter traman para derrotar a los Observadores, y hasta es el último mensaje que Walter le envía a Peter después de haber tenido éxito en su empresa.
Como de costumbre, no merece la pena ponerse a buscar incongruencias y agujeros en una trama que involucra viajes y paradojas temporales porque son, simplemente, ganas de estropear la diversión. Lo que importa aquí es que ese tulipán blanco representa el lado emocional de la serie, que es el que ha dominado toda su temporada final y, lógicamente, también sus dos últimos episodios, en los que nos han regalado varios guiños a eventos fringe de las primeras temporadas y hasta hemos vuelto a visitar el universo alternativo (BOlivia se merece un spin-off para ella sola). Y aunque el final ha pertenecido a Walter, con su decisión de sacrificarse para llevar al pequeño Observador al futuro y cambiar la historia a partir de 2015, no hay que olvidar que la vuelta de esa Olivia mutante dopada de cortexiphan ha proporcionado algunos de los mejores momentos del capítulo. Sólo le faltó advertirle a Windmark aquello de "no me enfades, no te gustaría que me enfadara". SuperOlivia también ha sido siempre una de las partes más entretenidas y molonas de "Fringe", igual que la relación entre Walter y Astrid ha sido muchas veces parte de su corazón ("Es un nombre muy bonito"). El corazón y sus sentimientos han resultado, como preveíamos, muy importantes en el desarrollo de los acontecimientos, y ha sido realmente simpático comprobar que aquellos doce Observadores originales acabaron siendo un poco como los cylones "pellejudos" infiltrados entre los humanos en "Battlestar Galactica"; de tanto pasar tiempo con ellos, acaban desarrollando sus mismas emociones (algo que también les pasaba a los cambiaformas de Walternate).
En estos últimos días antes de la emisión en FOX del final, bastantes críticos estadounidenses han comentado que, con su cierre definitivo, se acaba la mejor de las series que intentaron subirse al carro de "Perdidos" (recordemos que "Fringe" se estrenó en 2008) y también una época en la que las networks no tenían miedo de programar programas de ciencia ficción (no de fantasía, son cosas diferentes) que se atrevían a lidiar con conceptos clásicos del género como las interferencias en el continuo del espacio-tiempo, la identidad humana, la responsabilidad de los grandes genios por no creerse semidioses capaces de todo, conceptos que podían plantear cuestiones éticas y filosóficas disfrazadas de cuentos de monstruos modificados genéticamente o de padres que cruzan universos para rescatar a sus hijos. La televisión es cíclica, y si "Fringe" es digna heredera de "Expediente X" (y "Alias"), es porque también hubo un momento, después del fin de la creación de Chris Carter, en la que parecía que la ciencia ficción no volvería a la televisión en abierto.
Pero acaba volviendo, aunque ahora lo que se lleve sean los vampiros y los cuentos de hadas, y cualquier intento de ciencia ficción más o menos seria apenas dura en Syfy dos temporadas (como "Alphas", que tenía el potencial de ser una nueva "Fringe"). La serie de J.J. Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci, primero, y J.H. Wyman y Jeff Pinkner después, será recordada por su voluntad por probar cosas nuevas y no tener miedo de evolucionar, por su esfuerzo por anclar cualquier giro loco de trama en las emociones y los traumas de sus personajes, y por crear a un personaje tan sensacional como Walter Bishop. Evidentemente, el arco de la tercera temporada que alternaba entre los dos universos es su punto más alto (y uno de los más destacados de la televisión americana, en general, de los últimos años), pero en buena parte de sus capítulos había siempre algo entretenido o divertido. Al final, el viaje ha sido una experiencia porque, como decían también varios críticos yanquies, pocas veces sabías qué te ibas a encontrar cuando veías un episodio, y porque la familia que terminaron formando todos sus personajes, incluida Gene, siempre tuvo un algo que te ayudaba a regresar todas las semanas. Y si no, siempre quedaban los experimentos de Walter con el LSD. Como dirían él y Belly en los 70, paz, hermanos.
Uno de los mejores capítulos de "Fringe" es "White tulip", de la segunda temporada, en el que el equipo busca a un científico que se ha transformado él mismo en una máquina del tiempo en miniatura para intentar viajar al pasado y salvar a la mujer que ama. Ese científico reflejaba el comportamiento de Walter cuando cruzó al otro Universo para salvar inicialmente y finalmente robar al otro Peter, después de que su hijo hubiera muerto, un comportamiento espoleado por una mezcla del indescriptible dolor que Walter sentía por la pérdida de su hijo y por su arrogancia intelectual, su convencimiento de que si puede doblar las leyes de la física en su beneficio, tiene que hacerlo. El título de aquel episodio, el tulipán blanco que el doctor Bishop veía como una señal de que Dios le había perdonado por sus acciones pasadas, ha terminado convirtiéndose en un símbolo de la serie; Peter y Olivia se conocen de niños en un campo lleno de estas flores, y el tulipán blanco vuelve a jugar un significativo papel en los planes que Donald/Septiembre y Walter traman para derrotar a los Observadores, y hasta es el último mensaje que Walter le envía a Peter después de haber tenido éxito en su empresa.
Como de costumbre, no merece la pena ponerse a buscar incongruencias y agujeros en una trama que involucra viajes y paradojas temporales porque son, simplemente, ganas de estropear la diversión. Lo que importa aquí es que ese tulipán blanco representa el lado emocional de la serie, que es el que ha dominado toda su temporada final y, lógicamente, también sus dos últimos episodios, en los que nos han regalado varios guiños a eventos fringe de las primeras temporadas y hasta hemos vuelto a visitar el universo alternativo (BOlivia se merece un spin-off para ella sola). Y aunque el final ha pertenecido a Walter, con su decisión de sacrificarse para llevar al pequeño Observador al futuro y cambiar la historia a partir de 2015, no hay que olvidar que la vuelta de esa Olivia mutante dopada de cortexiphan ha proporcionado algunos de los mejores momentos del capítulo. Sólo le faltó advertirle a Windmark aquello de "no me enfades, no te gustaría que me enfadara". SuperOlivia también ha sido siempre una de las partes más entretenidas y molonas de "Fringe", igual que la relación entre Walter y Astrid ha sido muchas veces parte de su corazón ("Es un nombre muy bonito"). El corazón y sus sentimientos han resultado, como preveíamos, muy importantes en el desarrollo de los acontecimientos, y ha sido realmente simpático comprobar que aquellos doce Observadores originales acabaron siendo un poco como los cylones "pellejudos" infiltrados entre los humanos en "Battlestar Galactica"; de tanto pasar tiempo con ellos, acaban desarrollando sus mismas emociones (algo que también les pasaba a los cambiaformas de Walternate).
En estos últimos días antes de la emisión en FOX del final, bastantes críticos estadounidenses han comentado que, con su cierre definitivo, se acaba la mejor de las series que intentaron subirse al carro de "Perdidos" (recordemos que "Fringe" se estrenó en 2008) y también una época en la que las networks no tenían miedo de programar programas de ciencia ficción (no de fantasía, son cosas diferentes) que se atrevían a lidiar con conceptos clásicos del género como las interferencias en el continuo del espacio-tiempo, la identidad humana, la responsabilidad de los grandes genios por no creerse semidioses capaces de todo, conceptos que podían plantear cuestiones éticas y filosóficas disfrazadas de cuentos de monstruos modificados genéticamente o de padres que cruzan universos para rescatar a sus hijos. La televisión es cíclica, y si "Fringe" es digna heredera de "Expediente X" (y "Alias"), es porque también hubo un momento, después del fin de la creación de Chris Carter, en la que parecía que la ciencia ficción no volvería a la televisión en abierto.
Pero acaba volviendo, aunque ahora lo que se lleve sean los vampiros y los cuentos de hadas, y cualquier intento de ciencia ficción más o menos seria apenas dura en Syfy dos temporadas (como "Alphas", que tenía el potencial de ser una nueva "Fringe"). La serie de J.J. Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci, primero, y J.H. Wyman y Jeff Pinkner después, será recordada por su voluntad por probar cosas nuevas y no tener miedo de evolucionar, por su esfuerzo por anclar cualquier giro loco de trama en las emociones y los traumas de sus personajes, y por crear a un personaje tan sensacional como Walter Bishop. Evidentemente, el arco de la tercera temporada que alternaba entre los dos universos es su punto más alto (y uno de los más destacados de la televisión americana, en general, de los últimos años), pero en buena parte de sus capítulos había siempre algo entretenido o divertido. Al final, el viaje ha sido una experiencia porque, como decían también varios críticos yanquies, pocas veces sabías qué te ibas a encontrar cuando veías un episodio, y porque la familia que terminaron formando todos sus personajes, incluida Gene, siempre tuvo un algo que te ayudaba a regresar todas las semanas. Y si no, siempre quedaban los experimentos de Walter con el LSD. Como dirían él y Belly en los 70, paz, hermanos.
18 enero 2013
Viernes musical (15): "Anatomía de Grey"
El gran descubrimiento de Sara Ramírez antes de "Anatomía de Grey" fue en Broadway, en "Spamalot", una obra por la que se llevó el Tony a la mejor secundaria y en la que quedó patente el vozarrón que se gasta. En una de esas ideas de capítulos especiales que se le ocurren a Shonda Rhimes de vez en cuando, decidió que estaría bien hacer un episodio musical, en la línea del de una de sus series favoritas, "Buffy, cazavampiros". Y así surgió la idea de este "Song beneath the song" que la guionista llevaba persiguiendo desde la tercera temporada, y no consiguió rodar hasta la séptima, y en la que las canciones usaban de "excusa" el accidente que sufría Callie Torres. La canción que Ramírez canta en el vídeo, "The story", es original de Brandi Carlile y ya había sonado con anterioridad en "Anatomía de Grey". En ese capítulo musical, por cierto, canta prácticamente todo el reparto, y Kevin McKidd y Chandra Wilson no lo hacen nada mal.
17 enero 2013
Fantasmas y marginados
En el subgénero de películas de instituto hay otra categoría, como quien dice, que se centra en los chicos más inadaptados, en los marginados, en los que se mueven fuera del "ecosistema" del instituto y de los chicos populares y de los raros. Más o menos, "Las ventajas de ser un marginado" se centra en ese grupo de adolescentes, en los que no encajan en ningún sitio más que entre ellos mismos, chicos que son más cultos, o más sensibles, o más maduros o con más secretos que el resto, y que sólo están a gusto en compañía de otros chicos como ellos, que los comprenden. Con la diferencia de que el trío protagonista arrastra unas heridas emocionales que hacen que la película tenga un tono distinto de lo que podríamos suponer si leemos su sinopsis, sobre todo por cómo es Charlie, la wallflower del título original en inglés, que en realidad hace referencia a alguien que está ahí sin llamar la atención, pero que escucha y que sabe lo que está pasando.
El caso es que Charlie necesita ser escuchado más que escuchar. El modo en el que Logan Lerman y Stephen Chbosky (director y autor del libro en el que se basa la película) nos van presentando y van desvelando todas las capas que hay en él, las cosas que arrastra en su "mochila de las piedras" (como la directora Gracia Querejeta llama al sentimiento de culpa), es uno de los mejores hallazgos de la cinta, junto al trío que Lerman forma con un carismático Ezra Miller y una Emma Watson que empieza a dar pasos en la dirección correcta para no quedarse atascada en Hermione Granger. El modo en el que "Las ventajas de ser un marginado" cuenta lo que cuenta es delicado, sin necesidad de explicitar cosas que ni siquiera sus propios personajes se atreven a contar, pero que quedan perfectamente claras. Sí, es una película protagonizada por adolescentes, pero los sentimientos que despliega son bastante adultos. El problema es que ellos no saben todavía cómo manejarlos.
"Los otros" recuperó para el género de terror las historias de fantasmas más clásicas, en las que las presencias sobrenaturales casi no se ven durante buena parte de la película y en las que importa casi más el trauma o los problemas que tenga el protagonista que el miedo que den los fantasmas. Además, también recuperó un cierto estilo en esas historias que ha influenciado bastante algunas de las películas posteriores sobre el tema, como "La maldición de Rookford", una historia de fantasmas centrada en un internado para chicos en la Inglaterra de 1921, todavía traumatizada por las enormes pérdidas humanas que sufrió en la Primera Guerra Mundial. De hecho, su protagonista es una joven que perdió a su novio en la guerra, y que se gana la vida desmontando fraudes de supuestos videntes que afirman que pueden conectar a los familiares con sus muertos.
Por supuesto, cuando la llaman para que investigue si el fallecimiento de uno de los alumnos del internado se debe al fantasma de un niño que pulula por allí, ya podemos suponer que sus creencias van a ponerse a prueba, y aunque la película tiene alguna cosa interesante, y entretiene, no termina de despegar. Le falta algo de personalidad propia (además de que el final es una variación de cosas ya demasiado vistas), lo que es una lástima porque los traumas de la guerra que llevan consigo todos los personajes da, por lo menos, para un par de momentos interesantes y algo más reflexivos de lo habitual. Pero "La maldición de Rookford" se queda al final en una cinta de fantasmas más bien tirando a genérica, aunque con una Rebecca Hall siempre consistente.
El caso es que Charlie necesita ser escuchado más que escuchar. El modo en el que Logan Lerman y Stephen Chbosky (director y autor del libro en el que se basa la película) nos van presentando y van desvelando todas las capas que hay en él, las cosas que arrastra en su "mochila de las piedras" (como la directora Gracia Querejeta llama al sentimiento de culpa), es uno de los mejores hallazgos de la cinta, junto al trío que Lerman forma con un carismático Ezra Miller y una Emma Watson que empieza a dar pasos en la dirección correcta para no quedarse atascada en Hermione Granger. El modo en el que "Las ventajas de ser un marginado" cuenta lo que cuenta es delicado, sin necesidad de explicitar cosas que ni siquiera sus propios personajes se atreven a contar, pero que quedan perfectamente claras. Sí, es una película protagonizada por adolescentes, pero los sentimientos que despliega son bastante adultos. El problema es que ellos no saben todavía cómo manejarlos.
"Los otros" recuperó para el género de terror las historias de fantasmas más clásicas, en las que las presencias sobrenaturales casi no se ven durante buena parte de la película y en las que importa casi más el trauma o los problemas que tenga el protagonista que el miedo que den los fantasmas. Además, también recuperó un cierto estilo en esas historias que ha influenciado bastante algunas de las películas posteriores sobre el tema, como "La maldición de Rookford", una historia de fantasmas centrada en un internado para chicos en la Inglaterra de 1921, todavía traumatizada por las enormes pérdidas humanas que sufrió en la Primera Guerra Mundial. De hecho, su protagonista es una joven que perdió a su novio en la guerra, y que se gana la vida desmontando fraudes de supuestos videntes que afirman que pueden conectar a los familiares con sus muertos.
Por supuesto, cuando la llaman para que investigue si el fallecimiento de uno de los alumnos del internado se debe al fantasma de un niño que pulula por allí, ya podemos suponer que sus creencias van a ponerse a prueba, y aunque la película tiene alguna cosa interesante, y entretiene, no termina de despegar. Le falta algo de personalidad propia (además de que el final es una variación de cosas ya demasiado vistas), lo que es una lástima porque los traumas de la guerra que llevan consigo todos los personajes da, por lo menos, para un par de momentos interesantes y algo más reflexivos de lo habitual. Pero "La maldición de Rookford" se queda al final en una cinta de fantasmas más bien tirando a genérica, aunque con una Rebecca Hall siempre consistente.
16 enero 2013
Los detalles de "Fringe"
A estas alturas, ya estáis todos hartos de leer que "Fringe" llega a su punto y final el próximo viernes. También estáis más que cansados de leer sobre ella en este blog, pero desde el ya lejano otoño de 2008 es uno de los títulos que he seguido con más interés y que, al final, hasta ha acabado siendo una de las series de cabecera de este rinconcito. Su quinta y última temporada ha vuelto a generar una respuesta bastante polarizada entre los fans, algunos de los cuales parecen esperar el final casi con el cuchillo entre los dientes, como el de "Perdidos", consecuencia en gran parte del salto al futuro que han dado. Por mi parte, a pesar de todos los problemas que queramos buscarle a esta tanda última de capítulos, me ha parecido una última tanda bastante interesante, que situaba a los personajes frente a dilemas emocionales especialidad de la casa, y que tocaba buena parte de los temas más clásicos de la ciencia ficción.
El caso es que, para recordar la serie antes de su cierre, en "¡Vaya Tele!" hemos empezado un pequeño especial en dos partes (la segunda se publica mañana) con nuestros diez episodios favoritos y, al mismo tiempo, en "Zona Fringe" tienen una simpática lista de 40 eventos (in)significantes que repasa toda la serie. Además, "Carrusel de series" tiene un especial con varias promos (aunque falta el grandísimo trailer noir de "Brown Betty" y la promo que anunciaba su mudanza a los viernes, aún mejor) y "Spoiler Alert" tiene un concurso de fotografía relacionado con "Fringe", por si queréis ver más homenajes. Aquí, lo que vamos a hacer es indicar momentos que echaré de menos cuando la serie se acabe, para entregarnos un poco a la nostalgia:
- Gene y las diversas referencias que Walter hace sobre ella.
- Las continuas equivocaciones de Walter con el nombre de Astrid. Mi favorita siempre será Astérix.
- Los regalices rojos y la necesidad constante de Walter de comer marranadas en el laboratorio.
- El otro universo, y las interacciones entre todos los döppelgängers, con mención especial a las dos Astrid y las dos Olivias en la cuarta temporada.
- Los homenajes a "El prisionero" en "Olivia" y "Letters of transit" (y a Obi-Wan Kenobi).
- La presentación, también en la cuarta temporada, de Etta, que nos da pistas de quién es ella sin que nos digan nada.
- Las locas y divertidas digresiones de los capítulos 19.
- Olivia a lo X-Men, saltando entre universos, parando balas... Ese tipo de cosas.
- La querencia de Walter y Belly por el rock de los 70 y el LSD.
- El accidente de coche de Olivia.
- Y los títulos de crédito cambiantes, sobre todo los ochenteros de "Peter".
El caso es que, para recordar la serie antes de su cierre, en "¡Vaya Tele!" hemos empezado un pequeño especial en dos partes (la segunda se publica mañana) con nuestros diez episodios favoritos y, al mismo tiempo, en "Zona Fringe" tienen una simpática lista de 40 eventos (in)significantes que repasa toda la serie. Además, "Carrusel de series" tiene un especial con varias promos (aunque falta el grandísimo trailer noir de "Brown Betty" y la promo que anunciaba su mudanza a los viernes, aún mejor) y "Spoiler Alert" tiene un concurso de fotografía relacionado con "Fringe", por si queréis ver más homenajes. Aquí, lo que vamos a hacer es indicar momentos que echaré de menos cuando la serie se acabe, para entregarnos un poco a la nostalgia:
- Gene y las diversas referencias que Walter hace sobre ella.
- Las continuas equivocaciones de Walter con el nombre de Astrid. Mi favorita siempre será Astérix.
- Los regalices rojos y la necesidad constante de Walter de comer marranadas en el laboratorio.
- El otro universo, y las interacciones entre todos los döppelgängers, con mención especial a las dos Astrid y las dos Olivias en la cuarta temporada.
- Los homenajes a "El prisionero" en "Olivia" y "Letters of transit" (y a Obi-Wan Kenobi).
- La presentación, también en la cuarta temporada, de Etta, que nos da pistas de quién es ella sin que nos digan nada.
- Las locas y divertidas digresiones de los capítulos 19.
- Olivia a lo X-Men, saltando entre universos, parando balas... Ese tipo de cosas.
- La querencia de Walter y Belly por el rock de los 70 y el LSD.
- El accidente de coche de Olivia.
- Y los títulos de crédito cambiantes, sobre todo los ochenteros de "Peter".
15 enero 2013
La inercia
La inercia es una de las tendencias más acusadas en el mundo seriéfilo en los últimos tiempos. No es que antes no "existiera", pero no era lo mismo hacer zapping y acabar viendo "Embrujadas" que bajarla todas las semanas y verla más activamente. Con la popularización de las opciones que Internet ofrece para seguir 300 series al mismo tiempo, la inercia se esgrime como crítica hacia series que perdieron hace tiempo la chispa que las hacía interesantes, pero cuyos fans siguen viendo con desgana. "La veo por inercia" es una de las explicaciones más comunes cuando se le pregunta a alguien por qué está viendo una serie de la que no para de quejarse de que ya no es lo que era. Todos caemos en esa trampa; resulta curioso que, por mucho que digamos que, al ver tantas series, nos volvemos más exigentes con ellas, luego no somos capaces de abandonar aquellas que ya no nos hacen gracia, o que nos indignan, o que directamente hemos empezado a odiar. Y no, esto no es lo mismo que el hate-watching. Ahí entra un elemento de placer en el odio que no está en la inercia; lo de ésta es más seguimiento desinteresado.
Sin embargo, la inercia tiene una consecuencia indeseada (o bueno, indeseada dependiendo de para quién), que es ir poniendo cada vez más expectativas sobre el final último y definitivo de la serie, esperando contra toda lógica que ese final compense por todos los años de aburrimiento y decepción. Evidentemente, esto es una tarea imposible. El último episodio será producto de todas esas temporadas que hemos sufrido en nuestro afán por no dejar de ver la serie y, por lo tanto, esperar tanto de él lleva directamente a la sensación de que nos han timado y que, como decía Lorelai Gilmore sobre "Magnolia", queremos que nos devuelvan esas horas de nuestra vida. Dos de los títulos cuyo visionado más se excusa con la inercia, "Sobrenatural" y "Cómo conocí a vuestra madre", están experimentando esa situación, la de fans descontentos que las ven sólo para llegar al final, con lo que terminan enfadándose también cuando las cadenas deciden renovarlas por una temporada más.
Es decir, que la inercia termina siendo la causa de muchas frustraciones y robándonos la principal motivación por la que empezamos a ver series, que no es otra que el entretenimiento y la diversión. La sensación de que seguir algunas de ellas se vuelve una obligación la hemos comentado ya varias veces, pero también se encuentra detrás de esta inercia. Entre las series a las que teníamos cariño y no queremos abandonar, las que vemos porque todo el mundo habla de ellas o las que seguimos porque son las consideradas clásicos contemporáneos, hay muchas opciones para que sigamos algo por inercia. Por otro lado, a veces da la sensación de que la inercia es la excusa que ponemos para no reconocer que todavía nos gusta una serie en la que la moda es decir que debería haber terminado hace cinco temporadas, porque de otro modo se habría caído de nuestra rotación televisiva hace tiempo. Pero todo esto depende de nuestro umbral del dolor con las series.
Sin embargo, la inercia tiene una consecuencia indeseada (o bueno, indeseada dependiendo de para quién), que es ir poniendo cada vez más expectativas sobre el final último y definitivo de la serie, esperando contra toda lógica que ese final compense por todos los años de aburrimiento y decepción. Evidentemente, esto es una tarea imposible. El último episodio será producto de todas esas temporadas que hemos sufrido en nuestro afán por no dejar de ver la serie y, por lo tanto, esperar tanto de él lleva directamente a la sensación de que nos han timado y que, como decía Lorelai Gilmore sobre "Magnolia", queremos que nos devuelvan esas horas de nuestra vida. Dos de los títulos cuyo visionado más se excusa con la inercia, "Sobrenatural" y "Cómo conocí a vuestra madre", están experimentando esa situación, la de fans descontentos que las ven sólo para llegar al final, con lo que terminan enfadándose también cuando las cadenas deciden renovarlas por una temporada más.
Es decir, que la inercia termina siendo la causa de muchas frustraciones y robándonos la principal motivación por la que empezamos a ver series, que no es otra que el entretenimiento y la diversión. La sensación de que seguir algunas de ellas se vuelve una obligación la hemos comentado ya varias veces, pero también se encuentra detrás de esta inercia. Entre las series a las que teníamos cariño y no queremos abandonar, las que vemos porque todo el mundo habla de ellas o las que seguimos porque son las consideradas clásicos contemporáneos, hay muchas opciones para que sigamos algo por inercia. Por otro lado, a veces da la sensación de que la inercia es la excusa que ponemos para no reconocer que todavía nos gusta una serie en la que la moda es decir que debería haber terminado hace cinco temporadas, porque de otro modo se habría caído de nuestra rotación televisiva hace tiempo. Pero todo esto depende de nuestro umbral del dolor con las series.
14 enero 2013
Lena Dunham toma la alternativa
Eran los Globos de Oro de las mujeres. Se veía ya en las nominaciones y en la elección de presentadoras (unas Tina Fey y Amy Poehler que se salieron, así, directamente. Sólo les faltó un "bitches get stuff done") y se terminó de confirmar en los galardones televisivos, especialmente, y en la sensación de que, para unas cuantas premiadas, estos galardones han sido su espaldarazo, la confirmación de que lo "han hecho", como dicen los anglos, y de que se han instalado firmemente en la lista A de Hollywood. Eso va para Jennifer Lawrence y Jessica Chastain, que se repartieron los premios a mejor actriz de comedia y drama en cine y que dirimirán el próximo Oscar entre ellas, y va por encima de todo para Lena Dunham, que consiguió un doblete a lo Tina Fey al ganar el Globo a mejor actriz de comedia y el de mejor comedia para su criatura, "Girls", la serie con la que se tienen las discusiones más encendidas desde que terminó "Perdidos". Ver a Fey mencionándola en el monólogo inicial, y luego cómo Dunham se acordó de ella cuando fue premiada como actriz, fue un poco como presenciar el paso de la antorcha de una a otra.
Las victorias de la comedia de HBO (y de "Game change") no fueron demasiado sorprendentes, como tampoco lo fue que "Homeland" repitiera los reconocimientos que recibió en los Emmy, y los fans de "Breaking Bad" tuvieron que conformarse con ver a Bryan Cranston subir al escenario cuando "Argo" se llevó el premio a la mejor película de drama, consuelo no sabemos si escaso después de que Ben Affleck no lograra estar nominado al Oscar al mejor director. Los dobles Globos en película y director de la cinta eclipsaron un poco a la otra gran vencedora de la noche, "Los miserables", que acaparó la atención en el apartado de comedia o musical no sólo llevándose el premio gordo o viendo reconocida a Anne Hathaway por tres minutos de devastadora canción en primer plano (más o menos, lo mismo por lo que Jennifer Hudson recogió premios por doquier por "Dreamgirls"), sino haciendo que Hugh Jackman batiera al teóricamente favorito, Bradley Cooper, lo que compensó por que una cachonda Adele y "Skyfall" le arrebatara el Globo a mejor canción.
Al final, se ha hablado menos de los ganadores que de los discursos (con destacado para Jodie Foster, que jamás ha sido tan sincera encima de un escenario), las incesantes bromas de Fey y Poehler siempre que aparecían en pantalla o, especialmente, de algunas de las declaraciones que los premiados hicieron en la sala de prensa. Realmente, leyendo esos resúmenes del backstage, sorprende que alguien permita que se hagan a veces preguntas tan estúpidas como si bailar no es lo suficientemente masculino (se la hicieron a Hugh Jackman), pero también acaba habiendo espacio para que, después de que 2012 viera la institucionalización del término hate-watching, algunos actores comentaran con bastante honestidad cómo veían algunas de las críticas que se les habían hecho. Christoph Waltz, ganador a mejor secundario por "Django desencadenado", lo expresó muy bien al señalar que "debería ser polémico si haces una película sobre una historia con la esclavitud de fondo. Tienes que estar preparado para una discusión polémica. Me gustaría que más películas nos dieran la oportunidad de hablar sobre temas que nos preocupan hoy", unas declaraciones que podrían adscribirse igualmente a "La noche más oscura".
Hay tantos resúmenes y análisis de los Globos de Oro, lo que la gala dio de sí y lo mejor y lo peor de la alfombra roja, que es redundante seguir hablando de ellos. Si queréis saber quiénes fueron todos los ganadores, en Imdb podéis verlos, y también podéis echar un vistazo aquí al festival del negro que fue esa alfombra roja. Yo sólo voy a comentar la "cota de malla" de Emily Mortimer, lo bien que fueron siempre Tina Fey y Amy Poehler, la elegante familia Fox, las supergafas de sol de Daniel Craig, Damian Lewis y Helen McCrory, estupendos, el saludo entre George Clooney y Julianna Margulies, o Ben Affleck y Sofía Vergara haciendo un poco el tonto. Y una cosa sí se ha comentado en todos los blogs estadounidenses; Seth MacFarlane tiene ahora un listón muy alto que superar.
Las victorias de la comedia de HBO (y de "Game change") no fueron demasiado sorprendentes, como tampoco lo fue que "Homeland" repitiera los reconocimientos que recibió en los Emmy, y los fans de "Breaking Bad" tuvieron que conformarse con ver a Bryan Cranston subir al escenario cuando "Argo" se llevó el premio a la mejor película de drama, consuelo no sabemos si escaso después de que Ben Affleck no lograra estar nominado al Oscar al mejor director. Los dobles Globos en película y director de la cinta eclipsaron un poco a la otra gran vencedora de la noche, "Los miserables", que acaparó la atención en el apartado de comedia o musical no sólo llevándose el premio gordo o viendo reconocida a Anne Hathaway por tres minutos de devastadora canción en primer plano (más o menos, lo mismo por lo que Jennifer Hudson recogió premios por doquier por "Dreamgirls"), sino haciendo que Hugh Jackman batiera al teóricamente favorito, Bradley Cooper, lo que compensó por que una cachonda Adele y "Skyfall" le arrebatara el Globo a mejor canción.
Al final, se ha hablado menos de los ganadores que de los discursos (con destacado para Jodie Foster, que jamás ha sido tan sincera encima de un escenario), las incesantes bromas de Fey y Poehler siempre que aparecían en pantalla o, especialmente, de algunas de las declaraciones que los premiados hicieron en la sala de prensa. Realmente, leyendo esos resúmenes del backstage, sorprende que alguien permita que se hagan a veces preguntas tan estúpidas como si bailar no es lo suficientemente masculino (se la hicieron a Hugh Jackman), pero también acaba habiendo espacio para que, después de que 2012 viera la institucionalización del término hate-watching, algunos actores comentaran con bastante honestidad cómo veían algunas de las críticas que se les habían hecho. Christoph Waltz, ganador a mejor secundario por "Django desencadenado", lo expresó muy bien al señalar que "debería ser polémico si haces una película sobre una historia con la esclavitud de fondo. Tienes que estar preparado para una discusión polémica. Me gustaría que más películas nos dieran la oportunidad de hablar sobre temas que nos preocupan hoy", unas declaraciones que podrían adscribirse igualmente a "La noche más oscura".
Hay tantos resúmenes y análisis de los Globos de Oro, lo que la gala dio de sí y lo mejor y lo peor de la alfombra roja, que es redundante seguir hablando de ellos. Si queréis saber quiénes fueron todos los ganadores, en Imdb podéis verlos, y también podéis echar un vistazo aquí al festival del negro que fue esa alfombra roja. Yo sólo voy a comentar la "cota de malla" de Emily Mortimer, lo bien que fueron siempre Tina Fey y Amy Poehler, la elegante familia Fox, las supergafas de sol de Daniel Craig, Damian Lewis y Helen McCrory, estupendos, el saludo entre George Clooney y Julianna Margulies, o Ben Affleck y Sofía Vergara haciendo un poco el tonto. Y una cosa sí se ha comentado en todos los blogs estadounidenses; Seth MacFarlane tiene ahora un listón muy alto que superar.
13 enero 2013
La música de los Oscar
Las categorías de banda sonora y canción original en los Oscar siempre han sido bastante propensas a las inclusiones extrañas, a los premios de consolación y a las ideas de bombero raras que de vez en cuando tiene la Academia para intentar "arreglarlas" o para darle más ritmo a la ceremonia. Ha habido años en los que se han interpretado todas las bandas sonoras nominadas y las canciones (impagable Jerry Orbach cantando "Be our guest", de "La bella y la bestia", en la gala de 1992), otros en los que se han hecho extraños mashups y otros en los que se han ignorado por completo, y también ha habido ediciones en las que las nominadas dejaban bastante qué desear. La Academia intentó solucionarlo estableciendo un sistema de puntuaciones por el que sólo las canciones que pasaran de determinada nota serían candidatas, lo que derivó en el bochorno de tener sólo dos nominadas el año pasado.
En esta edición, sin embargo, las cosas han vuelto a su cauce y en realidad hay un grupo de candidatas bastante decente, tanto en banda sonora como en canción. No todas coinciden con los Globos de Oro, que se entregan esta noche, pero son una decena de competidoras que tienen un buen nivel, y en gran parte compuestas por veteranos que ya se han visto en esta tesitura con anterioridad. Entre los cinco nominados a mejor banda sonora, sólo Mychael Danna (por "La vida de Pi") es novato en estas lides, y encima es candidato también a mejor canción ("Pi's lullaby", que está cantada en hindi). Esa doble candidatura la también "Skyfall"; a la partitura de Thomas Newman y a la canción de Adele, que tiene la oportunidad de ser la primera canción de James Bond que gana el Oscar (la última nominada fue la de "Sólo para sus ojos"). Los otros tres compositores nominados ya saben lo que es estar en el Dolby Theatre; son Dario Marianelli ("Anna Karenina"), que ganó por "Expiación", Alexandre Desplat ("Argo") y el pope John Williams ("Lincoln"), que colecciona Oscars como quien colecciona sellos.
En el apartado de canciones, era inevitable que entrara "Los miserables", pues ya se sabe que estas adaptaciones de musicales de Broadway siempre incluyen una canción original nueva para poder participar en los Oscar (aquí es "Suddenly", cantada por Hugh Jackman), una estrategia que ya hicieron en su día "Chicago" y "Dreamgirls", pero curiosamente no ha entrado ningún tema de las películas de animación del año, que también es otra tendencia tradicional. En su lugar, tenemos a Seth MacFarlane nominado por la canción de "Ted" (que interpreta Norah Jones, y que es muy Hollywood clásico) y a Scarlett Johansson cantando un tema de un documental centrado en un glaciar islandés ("Chasing Ice"). Al menos son un grupo de candidatos divertido y sin claros favoritos.
Música de la semana: Una de las cintas indies de 2012 que, al final, no consiguió colarse en los Oscar (aspiraba a estar nominada en guión adaptado) es "Las ventajas de ser un marginado", una película muy interesante sobre un trío de amigos inadaptados, cada uno con sus propios problemas, que comparten un gran amor por la música. Su relación, y el "mensaje" de la cinta, se resumen en "Heroes", de David Bowie.
En esta edición, sin embargo, las cosas han vuelto a su cauce y en realidad hay un grupo de candidatas bastante decente, tanto en banda sonora como en canción. No todas coinciden con los Globos de Oro, que se entregan esta noche, pero son una decena de competidoras que tienen un buen nivel, y en gran parte compuestas por veteranos que ya se han visto en esta tesitura con anterioridad. Entre los cinco nominados a mejor banda sonora, sólo Mychael Danna (por "La vida de Pi") es novato en estas lides, y encima es candidato también a mejor canción ("Pi's lullaby", que está cantada en hindi). Esa doble candidatura la también "Skyfall"; a la partitura de Thomas Newman y a la canción de Adele, que tiene la oportunidad de ser la primera canción de James Bond que gana el Oscar (la última nominada fue la de "Sólo para sus ojos"). Los otros tres compositores nominados ya saben lo que es estar en el Dolby Theatre; son Dario Marianelli ("Anna Karenina"), que ganó por "Expiación", Alexandre Desplat ("Argo") y el pope John Williams ("Lincoln"), que colecciona Oscars como quien colecciona sellos.
En el apartado de canciones, era inevitable que entrara "Los miserables", pues ya se sabe que estas adaptaciones de musicales de Broadway siempre incluyen una canción original nueva para poder participar en los Oscar (aquí es "Suddenly", cantada por Hugh Jackman), una estrategia que ya hicieron en su día "Chicago" y "Dreamgirls", pero curiosamente no ha entrado ningún tema de las películas de animación del año, que también es otra tendencia tradicional. En su lugar, tenemos a Seth MacFarlane nominado por la canción de "Ted" (que interpreta Norah Jones, y que es muy Hollywood clásico) y a Scarlett Johansson cantando un tema de un documental centrado en un glaciar islandés ("Chasing Ice"). Al menos son un grupo de candidatos divertido y sin claros favoritos.
Música de la semana: Una de las cintas indies de 2012 que, al final, no consiguió colarse en los Oscar (aspiraba a estar nominada en guión adaptado) es "Las ventajas de ser un marginado", una película muy interesante sobre un trío de amigos inadaptados, cada uno con sus propios problemas, que comparten un gran amor por la música. Su relación, y el "mensaje" de la cinta, se resumen en "Heroes", de David Bowie.
11 enero 2013
Viernes musical (14): "Medium"
Esta semana hacemos un poco de trampa porque, en esta escena de "Medium", Patricia Arquette no canta, pero nos sirve porque sí baila a los sones de "I will survive" con esas notas musicales dentro de los sueños que iniciaban todos los capítulos de la serie. Además, muestra cómo utilizaban el sonido para crear una situación desconcertante y potencialmente inquietante, algo a lo que también contribuía la manera en la que encuadraban a los sujetos de los sueños de Allison DuBois. Porque "Medium" era un drama familiar (muy creíble) disfrazado de procedimental con toques sobrenaturales, y que de vez en cuando podía ser realmente inquietante por obra y gracia de los sueños de Allison (y después de sus hijas), en los que no sólo podía haber pequeños números musicales, sino también breves y retorcidos cuentos de hadas, malsanas secuencias animadas protagonizadas por monos o encuadres fijos en los que todo pasaba fuera de campo, a lo Michael Haneke en "Funny games".
10 enero 2013
El día que Michael Haneke revolucionó los Oscar
A veces, la película en habla no inglesa que hace más ruido en la temporada de premios previa a los Oscars termina dando la campanada cuando se anuncian sus nominaciones. Cintas como "Tigre y dragón", "La vida es bella", "Hable con ella" (aunque España no la eligió como su representante a la categoría) o "El laberinto del fauno" escaparon de las fronteras de la película extranjera y se colaron en categorías como mejor director, mejor guión o hasta mejor maquillaje, y algunas de ellas incluso consiguieron el más difícil todavía, que es lograr la candidatura a mejor película. A todas ellas las ha dejado en mantillas "Amor", la nueva película de Michael Haneke, que ya estuvo nominado a mejor película en habla no inglesa por "La cinta blanca" (que perdió ante "El secreto de sus ojos") y que ahora ha entrado cual elefante en una cacharrería y, en conjunto con "Bestias del sur salvaje" (que recibe el reconocimiento a lo indie que parecía que se llevaría "Moonrise Kingdom", cuyo guión está nominado), ha dejado fuera de juego a candidatos tan prestigiosos como Ben Affleck, Kathryn Bigelow y Quentin Tarantino. En la web de los Oscar están todas las nominaciones (incluida la de Paco Delgado por el vestuario de "Los miserables"), y lo que sigue no es más que un comentario de lo más destacado.
PELÍCULA: Después de meses de premios de críticos, nominaciones de los gremios y especulaciones varias, al final se puede decir que las grandes favoritas son "Lincoln" y "El lado bueno de las cosas". A "La vida de Pi" nadie le hace mucho caso y ha acabado entrando, y lo mismo han hecho "Bestias del sur salvaje" y "Amor", dando la gran sorpresa. "Argo" y "La noche más oscura" lo tienen muy complicado, ya que sus directores no están nominados, y lo mismo le ocurre a "Los miserables".
DIRECTOR: Michael Haneke y Benh Zeitlin han descolocado por completo todas las previsiones hechas en los últimos días, y el asunto parece estar entre Steven Spielberg y David O. Russell, cuya "El lado bueno de las cosas" está producida por Harvey Weinstein. Spielberg debe tener pesadillas acordándose de lo que le pasó a "Salvar al soldado Ryan" con "Shakespeare in love".
ACTOR: El duelo Daniel Day-Lewis ("Lincoln") - Joaquin Phoenix ("The master") anima un poco esta categoría, más aún porque "The master" ha acabado teniendo mucha menos repercusión en estos premios de lo que parecía en septiembre. Bradley Cooper continúa acumulando parabienes por "El lado bueno de las cosas", que ha tenido nominaciones en las siete categorías principales, y Hugh Jackman por fin rasca una candidatura que no pudo conseguir con aquel vehículo descaradamente pro-Oscar como era "Australia".
ACTRIZ: El otro gran duelo de la temporada es el de Jennifer Lawrence y Jessica Chastain, y aquí "Amor" ha hecho otra vez de las suyas al colar a Emmanuelle Riva. Naomi Watts logra la única nominación para "Lo imposible", y también ha entrado otra que parecía favorita desde Sundance, Quvenzahné Wallis por "Bestias del sur salvaje".
ACTOR SECUNDARIO: Veinte años después de "El cabo del miedo", Robert de Niro vuelve a estar nominado, y parece ser uno de los rivales a batir, con permiso de Philip Seymour Hoffman y Tommy Lee Jones, porque da la sensación de que Alan Arkin ha ido perdiendo fuelle. Oh, y la mala suerte de Leonardo DiCaprio en los Oscar sigue; el que es candidato por "Django desencadenado" es Christoph Waltz.
ACTRIZ SECUNDARIA: Jackie Weaver y Amy Adams han dado un poco la sorpresa, porque pocos pensaban que entrarían en la pugna junto a Anne Hathaway, gran favorita, Helen Hunt y Sally Field. Aquí "Los miserables" tiene muchas opciones de endulzar un poco la ligera decepción que han representado estas nominaciones, menos de las que se esperaban.
En otros aspectos curiosos, Paco Delgado, que ha trabajado bastante con Pedro Almodóvar y Alex de la Iglesia, es candidato al mejor vestuario por "Los miserables", y entre las cintas de animación ha dado la sorpresa "Piratas", la nueva del estudio Aardman. Seth McFarlane, el presentador de la gala, ha acabado recibiendo una candidatura por la canción de "Ted", "Everybody needs a best friend", interpretada por Norah Jones, y aunque la carrera aún está bastante abierta en unos cuantos aspectos, sí parece que será cosa de dos; "Lincoln" y "El lado bueno de las cosas". Veremos si, este domingo, los Globos de Oro empiezan a aclarar más el panorama.
PELÍCULA: Después de meses de premios de críticos, nominaciones de los gremios y especulaciones varias, al final se puede decir que las grandes favoritas son "Lincoln" y "El lado bueno de las cosas". A "La vida de Pi" nadie le hace mucho caso y ha acabado entrando, y lo mismo han hecho "Bestias del sur salvaje" y "Amor", dando la gran sorpresa. "Argo" y "La noche más oscura" lo tienen muy complicado, ya que sus directores no están nominados, y lo mismo le ocurre a "Los miserables".
DIRECTOR: Michael Haneke y Benh Zeitlin han descolocado por completo todas las previsiones hechas en los últimos días, y el asunto parece estar entre Steven Spielberg y David O. Russell, cuya "El lado bueno de las cosas" está producida por Harvey Weinstein. Spielberg debe tener pesadillas acordándose de lo que le pasó a "Salvar al soldado Ryan" con "Shakespeare in love".
ACTOR: El duelo Daniel Day-Lewis ("Lincoln") - Joaquin Phoenix ("The master") anima un poco esta categoría, más aún porque "The master" ha acabado teniendo mucha menos repercusión en estos premios de lo que parecía en septiembre. Bradley Cooper continúa acumulando parabienes por "El lado bueno de las cosas", que ha tenido nominaciones en las siete categorías principales, y Hugh Jackman por fin rasca una candidatura que no pudo conseguir con aquel vehículo descaradamente pro-Oscar como era "Australia".
ACTRIZ: El otro gran duelo de la temporada es el de Jennifer Lawrence y Jessica Chastain, y aquí "Amor" ha hecho otra vez de las suyas al colar a Emmanuelle Riva. Naomi Watts logra la única nominación para "Lo imposible", y también ha entrado otra que parecía favorita desde Sundance, Quvenzahné Wallis por "Bestias del sur salvaje".
ACTOR SECUNDARIO: Veinte años después de "El cabo del miedo", Robert de Niro vuelve a estar nominado, y parece ser uno de los rivales a batir, con permiso de Philip Seymour Hoffman y Tommy Lee Jones, porque da la sensación de que Alan Arkin ha ido perdiendo fuelle. Oh, y la mala suerte de Leonardo DiCaprio en los Oscar sigue; el que es candidato por "Django desencadenado" es Christoph Waltz.
ACTRIZ SECUNDARIA: Jackie Weaver y Amy Adams han dado un poco la sorpresa, porque pocos pensaban que entrarían en la pugna junto a Anne Hathaway, gran favorita, Helen Hunt y Sally Field. Aquí "Los miserables" tiene muchas opciones de endulzar un poco la ligera decepción que han representado estas nominaciones, menos de las que se esperaban.
En otros aspectos curiosos, Paco Delgado, que ha trabajado bastante con Pedro Almodóvar y Alex de la Iglesia, es candidato al mejor vestuario por "Los miserables", y entre las cintas de animación ha dado la sorpresa "Piratas", la nueva del estudio Aardman. Seth McFarlane, el presentador de la gala, ha acabado recibiendo una candidatura por la canción de "Ted", "Everybody needs a best friend", interpretada por Norah Jones, y aunque la carrera aún está bastante abierta en unos cuantos aspectos, sí parece que será cosa de dos; "Lincoln" y "El lado bueno de las cosas". Veremos si, este domingo, los Globos de Oro empiezan a aclarar más el panorama.
09 enero 2013
Cuando FOX era salvaje
Las giras de la Asociación de Críticos de Televisión de Estados Unidos (la TCA) siempre suelen dejar cosas interesantes, más allá de las presentaciones de las series nuevas a cargo de las cadenas (cable incluido). Por ejemplo, a veces, pueden suscitar un comentario sobre cómo el panorama televisivo no es, ni de lejos, como era hace diez años y, de paso, pueden recordarnos de nuevo el caldo de cultivo en el que se forjó esa famosa segunda edad de oro de la ficción televisiva que empezó con "Oz" en HBO. Dicho caldo de cultivo, esa sensación de que el cable era una "ciudad sin ley" en la que los creadores podían hacer lo que quisieran porque no había gran cosa que perder, ya la comentamos no hace mucho, pero bien podría estar fraguándose de nuevo, en una versión más light, en FOX, un canal que ha tenido un otoño bastante horrible en cuanto a audiencias y que tiene un jefe de entretenimiento, Kevin Reilly, que suele ser bastante directo y honesto con los periodistas.
"The AV Club" recoge la conversación que Reilly tuvo en la gira invernal de la TCA, analizando lo que no funcionó en el arranque de la temporada para la cadena y dónde se habían equivocado (por ejemplo, se lamentó de no haber promocionado más "New Girl" para que pudiera de verdad anclar la noche de comedia de los martes), y expresó su convencimiento de que, para volver a ser la cadena más vista entre los jóvenes, tenían que regresar un poco a los origenes de FOX, allá por 1987, unos orígenes en los que destacaban por emitir cosas que ninguna otra cadena se habría atrevido ni a considerar. En sus primeros años de vida, FOX no era muy diferente de HBO cuando decidió empezar a desarrollar series propias; nadie la veía y tenía grandes competidoras con una imagen de marca ya muy formada y conocida, así que necesitaba proyectos que le hicieran diferenciarse de ella y que llamaran la atención de su público potencial. Las series que FOX programaba en su parrilla sólo podían estar en FOX (como "Matrimonio con hijos" o "Los Simpson"), y fue sólo después, conforme fue encontrando grandes éxitos y auténticas apisonadoras en audiencia como "American Idol" que fue acomodándose y dejando que al público joven lo persiguieran otras cadenas, como The CW (y las extintas The WB y UPN).
Reilly ya tiene experiencia en dirigir una cadena con malas audiencias (NBC), y parece que, si "American Idol" no vuelve a salvarles la media del año como lleva haciendo desde hace más de una década, empezará a tomar algunos riesgos más. Esos riesgos en ABC en 2004 nos dieron "Perdidos" y "Mujeres desesperadas", por ejemplo, así que será interesante comprobar cuánto va a volver FOX a parecerse a la que era a principios de los 90 si no logra recuperarse en la midseason. En el artículo de "The AV Club" se comenta que las networks van hacia un modelo en el que tienen un único éxito real de audiencia, y el resto de su programación original puede moverse siguiendo más los parámetros del cable, por lo menos en lo que concierne a dejar a las series encontrar su nicho y su audiencia con el tiempo. Las cadenas cada vez despliegan más paciencia con sus estrenos (excepto en fracasos clamorosos como "Lone Star") porque hay tanta oferta, que el público puede tardar en verlos, y tambiéhn intentan dar la oportunidad de que algunos de ellos sobrevivan gracias al boca a boca que puede generarse.
La estrategia no siempre funciona, claro, ni siquiera en el cable, pero ver cómo una cadena intenta levantarse de la lona tras ser noqueada por sus rivales puede ser muy interesante, hasta cuando el proceso acaba siendo el sainete que era la NBC bajo la supervisión de Jeff Zucker y Ben Silverman. En situaciones complicadas y desesperadas, o casi desesperadas, es cuando vuelve el Salvaje Oeste, cuando creadores con una voz muy personal y proyectos originales pueden encontrar mejor acomodo en las networks y cuando pueden volver a surgir esas series que revolucionan el panorama televisivo durante los siguientes años. En esos momentos es cuando de verdad puede aparecer la nueva "Perdidos".
"The AV Club" recoge la conversación que Reilly tuvo en la gira invernal de la TCA, analizando lo que no funcionó en el arranque de la temporada para la cadena y dónde se habían equivocado (por ejemplo, se lamentó de no haber promocionado más "New Girl" para que pudiera de verdad anclar la noche de comedia de los martes), y expresó su convencimiento de que, para volver a ser la cadena más vista entre los jóvenes, tenían que regresar un poco a los origenes de FOX, allá por 1987, unos orígenes en los que destacaban por emitir cosas que ninguna otra cadena se habría atrevido ni a considerar. En sus primeros años de vida, FOX no era muy diferente de HBO cuando decidió empezar a desarrollar series propias; nadie la veía y tenía grandes competidoras con una imagen de marca ya muy formada y conocida, así que necesitaba proyectos que le hicieran diferenciarse de ella y que llamaran la atención de su público potencial. Las series que FOX programaba en su parrilla sólo podían estar en FOX (como "Matrimonio con hijos" o "Los Simpson"), y fue sólo después, conforme fue encontrando grandes éxitos y auténticas apisonadoras en audiencia como "American Idol" que fue acomodándose y dejando que al público joven lo persiguieran otras cadenas, como The CW (y las extintas The WB y UPN).
Reilly ya tiene experiencia en dirigir una cadena con malas audiencias (NBC), y parece que, si "American Idol" no vuelve a salvarles la media del año como lleva haciendo desde hace más de una década, empezará a tomar algunos riesgos más. Esos riesgos en ABC en 2004 nos dieron "Perdidos" y "Mujeres desesperadas", por ejemplo, así que será interesante comprobar cuánto va a volver FOX a parecerse a la que era a principios de los 90 si no logra recuperarse en la midseason. En el artículo de "The AV Club" se comenta que las networks van hacia un modelo en el que tienen un único éxito real de audiencia, y el resto de su programación original puede moverse siguiendo más los parámetros del cable, por lo menos en lo que concierne a dejar a las series encontrar su nicho y su audiencia con el tiempo. Las cadenas cada vez despliegan más paciencia con sus estrenos (excepto en fracasos clamorosos como "Lone Star") porque hay tanta oferta, que el público puede tardar en verlos, y tambiéhn intentan dar la oportunidad de que algunos de ellos sobrevivan gracias al boca a boca que puede generarse.
La estrategia no siempre funciona, claro, ni siquiera en el cable, pero ver cómo una cadena intenta levantarse de la lona tras ser noqueada por sus rivales puede ser muy interesante, hasta cuando el proceso acaba siendo el sainete que era la NBC bajo la supervisión de Jeff Zucker y Ben Silverman. En situaciones complicadas y desesperadas, o casi desesperadas, es cuando vuelve el Salvaje Oeste, cuando creadores con una voz muy personal y proyectos originales pueden encontrar mejor acomodo en las networks y cuando pueden volver a surgir esas series que revolucionan el panorama televisivo durante los siguientes años. En esos momentos es cuando de verdad puede aparecer la nueva "Perdidos".
08 enero 2013
La era del blockbuster global
Los estudios de Hollywood llevan bastante tiempo obteniendo gran parte de los ingresos de taquilla de sus mayores estrenos a través de los mercados internacionales. Una película como "Mamma mia!" se convirtió en 2008 en uno de los éxitos rotundos del año gracias a la taquilla global, especialmente en el Reino Unido, más que al dinero que recaudó en Estados Unidos, y en 2009 había sobrepasado la friolera de los 600 millones de dólares en todo el mundo (por comparación, "Crepúsculo" había hecho en esa fecha algo más de 320 millones, y "El caballero oscuro", más de 1.000). Convencidos cada vez más de que el mercado estdaounidense no es suficiente para amortizar sus aspirantes a blockbusters, las majors se lanzaron en 2012 a una curiosa tendencia, la de estrenar algunas películas primero en Europa, confiando que sus buenas taquillas allí fueran otra arma promocional de cara al estreno en Estados Unidos.
"Los juegos del hambre", "Los Vengadores", la fallida "Battleship" y "Skyfall" siguieron todas esa táctica, y en general les salió bastante bien, excepto para la cinta de Peter Berg. Pero, evidentemente, son las películas no estadounidenses las que más se benefician de este estatus de blockbusters globales, pues a veces en Norteamérica apenas logran dejar huella. El diario "Los Ángeles Times" se preguntaba el otro día si títulos como "Lo imposible" o "Intocable" no eran los estándares para el nuevo modelo de éxito, aquel que no depende de cómo funcione en la taquilla estadounidense para determinar si es un blockbuster o no. Para nosotros, esto puede ser evidente, pero Hollywood está dándose cuenta de ello ahora. O, más en concreto, están dándose cuenta de que lo que ellos pensaban que iba más dirigido al mercado global que al interior (como "Battleship", Dios sabe por qué) no funciona, y que películas que ellos han dejado de hacer, como dramas emocionales del estilo de "Intocable", son las que terminan atrayendo la atención de los espectadores alrededor del planeta.
Las películas en idioma que no sea el inglés tienen una gran barrera en los cines de Estados Unidos porque al público medio no le gusta leer subtítulos (como en España, más o menos, pero sin el doblaje), y por eso ese mercado no es tan prioritario, a no ser que aspiren a estar nominadas al Oscar en lengua no inglesa. A sus distribuidores y productores les interesa más ver cómo funciona la cinta si empieza a estrenarse fuera de las fronteras de su país de producción, y parece que los estudios de Hollywood están imitando ese comportamiento cada vez más. Disney rezaba por que el mercado internacional pudiera salvar los muebles con "John Carter", en un ejemplo extremo y desesperado de esta tendencia. En su caso, la jugada no salió bien, pero es un camino que ya no tiene vuelta atrás.
P.D.: Por si alguien le interesan las nominaciones de los próximos premios Goya, podéis verlas aquí.
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