16 octubre 2017
Los que miran al abismo
Hay una frase de Nietzsche que se utiliza mucho (hasta la extenuación) cada vez que se habla de personas que tienen que perseguir a asesinos crueles y despiadados, a otras personas capaces de los actos más sanguinarios sin que se les acelere el pulso. Esa "quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti" se emplea como moraleja; ten cuidado de que ese ecosistema en el que estás moviéndote no te transforme en el mismo tipo de persona que estás intentando detener.
Dicha moraleja se ajusta como un guante a "Mindhunter", la serie que David Fincher y Charlize Theron han producido para Netflix y que adapta un libro sobre el nacimiento del profiling, de la elaboración de perfiles psicológicos para atrapar a asesinos en serie cuyas víctimas parecen, a simple vista, elegidas al azar y con las que no mantienen ningún tipo de lazo. Su autor es John E. Douglas, ex agente del FBI que puso en marcha esa técnica entrevistando a decenas de asesinos en serie para intentar comprender cómo funcionaban sus mentes, como hombres en apariencia "corrientes" podían perpetrar crímenes tan horribles.
"Mindhunter" nos lleva al principio de todo, a un joven instructor en la academia de la agencia que se obsesiona con la posibilidad de adelantarse a esos asesinos aprendiendo todo lo que puede de los modus operandi y personalidades de los que están ya encerrados en la cárcel. Si consiguen saber cómo piensan los locos, pueden adelantarse a los locos, según afirma su compañero en la empresa, un agente mucho más veterano en la Unidad de Ciencias del Comportamiento. A ellos se unirá más adelante una profesora de psicología en Harvard que tiene que dar estructura académica a su estudio, tiene que convertirlo en algo que pueda utilizarse prácticamente. El resultado es, como indicaban por Twitter, algo parecido a "Masters of sex", pero con asesinos en serie psicópatas.
Sobre todo, su parecido viene porque la serie tiene mucho interés en mostrarnos cómo la investigación afecta a los que la realizan. La psicóloga, por ejemplo, tiene dificultades para reconciliar la teoría de lo que están haciendo con la aplicación práctica, mientras Holden Ford, el artífice principal del proyecto, va creyéndose demasiado lo que otros le dicen de que es un genio. La vanidad, su propia arrogancia intelectual le convierte en alguien bastante más parecido a los Edmund Kemper del mundo (el primer psicópata al que entrevistan) de lo que le gustaría admitir. Y esas similitudes se trasladan a sus compañeros, y son lo más interesante de la serie.
Ford se obsesiona demasiado con el tema. Bill Tench es un agente de la vieja escuela con problemas en casa, y al que no le gusta nada depender de las entrevistas con esos asesinos para poder hacer su trabajo, y Wendy Carr es alguien que ha aprendido a compartimentalizar su vida de tal forma, que su cara pública no delate quien es realmente en privado. Tanto Jonathan Groff como Holt McCallany forman enseguida un dúo que nunca es aburrido, y la manera en la que el foco de poder va girando cuando entra en escena Anna Torv es bastante notable, y desvela el modo en el que los tres se ven afectados por el estudio.
"Mindhunter" rara vez enseña actos violentos, pero sí escuchamos a sus perpetradores contarlos con todo lujo de detalles. En la manera en la que se centra en la investigación y en sus investigadores, recuerda también bastante a "Zodiac", la película que David Fincher dirigió sobre el Asesino del Zodiaco, especialmente en la desconstrucción de su protagonista principal, alguien que está tan seguro de sí mismo, y que se cree tan listo, que su caída tiene que ser memorable.
10 octubre 2017
Esto no es ser un fan
"Rick y Morty" es una serie que ha ido ganando cada vez más adeptos con sus nuevas temporadas. Pasó de ser una rareza de humor muy irreverente y referencias muy frikis, a un título de culto en su segunda temporada y, en la tercera, a una comedia ampliamente elogiada por la crítica y que casi ha dado el salto al entretenimiento más mainstream. Con esta ampliación de su fandom ha acabado llegando algo que, por desgracia, parecía inevitable; que surjan algunos que crean que son los únicos fans auténticos de "Rick y Morty", que sólo ellos pillan todas sus referencias, y que la única interpretación válida de la serie es la suya. Y se lanzan a proteger la "pureza" de sus episodios incluso de sus propios guionistas.
Durante la emisión de la tercera entrega en Adult Swim, esos malos fans decidieron que que hubiera dos mujeres escribiendo "su" serie era un agravio de tal magnitud, que su deber era acosarlas por redes sociales, hasta compartiendo sus daros personales. Dan Harmon dio varias declaraciones despreciando a esos fans, criticando que "parte de ese comportamiento es una subcultura basada en la testosterona en la que se dan palmadas en la espalda por trolear a estas mujeres" y diciendo, directamente, que le parecían asquerosos.
Éste es, quizás, el ejemplo más extremo de un debate sobre si el fandom está roto que lleva bastantes meses dando vueltas por internet. No hablamos ya de guerras de shippers, o de espectadores que se quejan en redes sociales por la deriva que toma su serie favorita; hablamos de fans que orquestan campañas de acoso contra guionistas hasta que los obligan a abandonar Twitter, como ocurrió con una dibujante de storyboards de "Steven Universe", o con Damon Lindelof tras años de aguantar protestas airadas por el final de "Perdidos". Para ellos, las decisiones creativas de esas personas estaban "corrompiendo" su serie favorita. Se consideran los únicos dueños de sus tramas y de sus personajes. Todo lo que no encaje en su concepción de la serie es un travestismo y hay que atacarlo como si fuera una infección.
¿Es eso ser fan de algo? ¿De verdad es motivo para estar orgullosos? Si la visión del creador de la serie no encaja con la que tú te has montado en tu cabeza, ¿hay que presionarlo, perseguirlo por redes sociales y acosarlo para que cambie su serie y la ajuste a lo que tú quieres ver?
La crítica es perfectamente legítima. Un guionista puede meter la pata y cerrar en falso una historia, o no aprovechar bien a un personaje, o elegir un curso de acción que, al final, no va a ninguna parte. Resaltarlo no es estar "traicionando" la serie. Opinar de manera diferente a otros fans, o a los mismos guionistas, es inevitable y no es algo que haya que reprimir. Llevar esa divergencia de puntos de vista al extremo, creer que sólo uno de ellos es válido y que no hay espacio para más opiniones es donde está el problema y donde llegan los comportamientos más sectarios.
"Rick y Morty" puede ser presa más fácil de estos malos fans por su construcción, porque apela en la superficie al humor más borrico, pero hay una capa muy compleja de sentimientos sobre la familia y sobre la valía de uno mismo que la convierten en algo más que una mera comedia friki de ciencia ficción. Hay quien aprecia todas sus capas y quien sólo se queda con la que más le gusta. Ninguna de las dos opciones es más "correcta" que la otra.
03 octubre 2017
Las series del otoño
La temporada televisiva 2017/18 ya lleva unas cuantas semanas de estreno, semanas en las que las networks estadounidenses han empezado a dejar ver sus remakes de series coreanas e israelíes, sus peripecias de corte militar y patriótico, sus sitcoms más o menos tradicionales, sus superhéroes, sus procedimentales menos ingeniosos de lo que ellos mismos se creen y, ocasionalmente, hasta algún estreno con cierto potencial para acabar siendo una ficción interesante, como mínimo.
En medio de los episodios piloto que ya han podido verse, destaca la ternura que desprende, sorprendentemente, "El joven Sheldon", especialmente en la relación entre ese Sheldon Cooper niño y su madre, y que abre un camino a lo "Aquellos maravillosos años" que podría de verdad despegarla de su serie madre, "The Big Bang Theory", y ofrecer algo diferente. También hay conexión entre los dos protagonistas de la comedia sobrenatural "Ghosted" (Adam Scott y Craig Robinson), y aunque no va a verse en CBS hasta noviembre (y poco después en España en AXN), el episodio de presentación más logrado, y que apunta a tener en su interior una serie mucho más interesante de lo que debería, es "SWAT", el remake de "Los hombres de Harrelson" que cuenta con Shawn Ryan entre sus productores. La sombra de "The Shield" se nota al centrar el conflicto en cómo Harrelson, un hombre negro criado en las calles del sur de Los Ángeles, tiene que reconciliar su apego al barrio con su deber como agente de operaciones especiales. Entre tanta serie militar (algunas tan convencionales y tan de "esto ya lo hemos visto muchas veces, y mejor, en 'Homeland'"), destaca que "SWAT" tenga la aspiración de meterse en asuntos sociales y raciales; por lo menos, es lo que se insinúa en el piloto.
Eso puede ser lo más notable en el lado de las cadenas en abierto, pero el que quizás sea el mejor estreno del otoño está en HBO y es "The Deuce", la ficción de David Simon y George Pelecanos sobre el ascenso de la industria del porno en el Nueva York degradado y arruinado de los 70. Como es habitual en las series de Simon, es el entramado económico detrás del asunto lo que más le interesa explorar, y lo hace con su habitual ojo por el detalle. Más sencilla de seguir de primeras que "Treme", "The Deuce" se centra en las prostitutas que se movían por Times Square y la calle 42, en sus chulos, en los mafiosos que controlaban los bares, en los tipos que utilizaban como cara visible de dichos negocios y en los policías que patrullaban sus calles siguiendo el lema del laissez faire.
Los personajes están perfectamente construidos y las conversaciones entre las prostitutas recuerdan a las que tenían los camellos de "The Wire" en las esquinas de Baltimore. Su primera temporada tarda en lanzar su historia principal (en el cuarto episodio vemos a los mafiosos comprar el edificio en el que, previsiblemente, instalarán un burdel, y sólo hemos tenido un vistazo al porno casi amateur de la época en un capítulo), pero compensa por ver a todos esos personajes navegar los peligros de una vida y un trabajo en las calles, de noche.
Otro día hablaremos de "Star Trek: Discovery", que también tiene pinta de ser uno de los estrenos del otoño, pero en otro nivel.
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