28 febrero 2013

Sangre en televisión

El año pasado, "Juego de tronos" suscitó un interesante debate en Internet sobre el modo en el que se empleaban en ella las escenas de desnudos (femeninos en su mayoría) y de sexo, intentando dilucidar si eran gratuitas o tenían su propósito y, por ende, cómo se representaba el sexo, en general, en el resto de series de televisión. Este año, con el tiroteo de la escuela Sandy Hook de Newtown, el debate se ha trasladado hacia la presentación de la violencia en los productos de entretenimiento, ya sean películas o series de televisión, y se ha animado bastante con el estreno en FOX de "The Following".

La serie de Kevin Williamson tiene en su centro a un asesino en serie con una especie de secta de seguidores que harían cualquier cosa por él, además de matar de los modos más sangrientos y terribles para "obedecer" sus enseñanzas. Desde el piloto (en el que veíamos a un par de personas perdiendo los ojos), los críticos estadounidenses han sido muy duros con "The Following" por su gusto por la sangre y las vísceras gratuitas, y no ha sido la única a la que se ha criticado que haya elevado el nivel de violencia hasta los límites de lo que podría considerarse aceptable en televisión. Títulos de cable como "The Walking Dead", la propia "Juego de tronos", "Boardwalk Empire" o "Sons of Anarchy" se han visto sometidos al mismo escrutinio, y recientemente, en el Reino Unido, ha habido una polémica similar a raíz de ciertos actos cometidos por la malvada organización de "Utopia". En medio de todo esto, James Poniewozik, de la revista "Time", publica una reflexión sobre el tema en la que incluye unas interesantes declaraciones de Kurt Sutter, creador de "Sons of anarchy", sobre por qué algunas de las series mejor consideradas por los críticos tienen un alto comtenido de violencia explícita.

Sutter apunta que "creo que, al mismo tiempo que la audiencia se vuelve más específica y más exigente sobre todo lo que hay que ver y cómo van a verlo, parece haber una necesidad de que haya algún tipo de gancho. Tener un gran guión o tener grandes personajes a veces no sirve. Hay una palabra de las cadenas para eso. Les gustan cosas que sean 'ruidosas', lo que quiere decir que tienen algo que puede separarse de todo lo demás que hay similar a ellas. Así que tiene que haber algo, ya sea a vida o muerte, algo con grandes riesgos, algo que la distinga de otras cosas en antena". Puede ser que la violencia entre en ese algo diferente, en ese gancho que sirva para atrapar al público por el mero hecho de aportar algo distinto y fácilmente identificable con esa serie, como el sexo en "True Blood", o puede que sea la consecuencia de tratar de un modo realista el mundo en el que ese título está ambientado, caso de "Juego de tronos" y "Boardwalk Empire", por ejemplo. Cada caso es diferente, y por cada serie en la que los ríos de sangre tiene justificación, hay otras en las que se utilizan sólo para impactar (o como elemento paródico, que es algo muy de Tarantino).

Cuando la matanza de Newtown, hubo quienes se preguntaron si la vieja teoría de la aguja hipodérmica aún podía aplicarse a los medios actuales, aquella teoría de los años 20 que pensaba que los medios de comunicación podían tener un efecto inmediato en la población (era una teoría basada en estudios sobre propaganda bélica en la Primera Guerra Mundial). Si la aplicáramos a la actualidad, pensaríamos que, ver "Spartacus", nos veríamos motivados a despedazar con una espada a todo el que se nos cruzara por el camino, y tampoco es eso. Después llegaron otros puntos de vista que señalaban que una gran exposición a contenidos violentos en televisión, por ejemplo, nos desensibilizaba, y otra que decía que las cosas son mucho más complejas y que en esos efectos sobre el público había que contar el entorno social, la capacidad intelectual y madurez del individuo, etc. Por supuesto, es un tema sobre el que se debate constantemente y sobre el que no hay una respuesta clara y definida, pero que merece la pena tocar.

27 febrero 2013

El odio en los Oscar

Una vez que se entregan los Oscar, es bastante habitual que, durante los dos o tres días siguientes, las publicaciones especializadas se dediquen a hacer balance de la ceremonia, de las razones por las que determinadas categorías tuvieron esos ganadores y de cómo ha sido la campaña de relaciones públicas y lobbyings varios en los tres meses de temporada de premios (que confieso a mí me resulta de lo más entretenido). En HitFix, por ejemplo, presentan ocho cosas que han sacado en claro este año, desde que la política no debería mezclarse en la campaña para los Oscar a la importancia de los festivales que se celebran en septiembre (Telluride, Toronto y Nueva York), pasando por el hecho de que estrenar en diciembre es más contraproducente que beneficioso, que las entregas de premios de los sindicatos le quitan toda la emoción a los Oscar y que el sistema de voto preferencial para elegir mejor película necesita mejorar (a mí me recuerda mucho a la votación para elegir al MVP de la NBA).

Además, aunque ellos no lo incluyan, también habría que apuntar que la tendencia del hate-watching instaurada en televisión parece haberse trasladado al cine, y este año ha sido más habitual ver campañas negativas contra algunos candidatos que otras que cantaran sus virtudes. En concreto, lo habitual ha sido, como dice The Guardian, ver por todas partes que películas y actores que, antes de los Oscar, habían recibido buenas críticas, pasaban a ser vilipendiados y odiados sistemáticamente por llevarse unos cuantos premios y, finalmente, el Oscar. Le ha pasado a "Argo" a lo largo de ese mes de victorias consecutivas que la hizo parecerse a los Lakers de los playoffs de 2001, con sus 15 victorias, una sola derrota y el consiguiente campeonato de la NBA. Una película que a todo el mundo le parecía, como mínimo, bien hecha y entretenida en septiembre, ha sido criticada después casi como si fuera la peor ganadora del gran premio desde "Shakespeare in love". Y le ha pasado también a Jennifer Lawrence, cuya interpretación en "El lado bueno de las cosas" había sido saludada con nada más que elogios cuando la cinta se estrenó, y que ahora casi que se descarta como pasada de rosca y bastante normalita (en los comentarios de "El blog de Mr. Belvedere" hay una muestra de algunas de esas críticas).

En parte, es una reacción normal al gran favoritismo tanto de "Argo" como de Lawrence a lo largo de toda la temporada, pero también resulta ser un poco injusta y, lo más importante, tiende a ignorar las verdaderas razones detrás de esos Oscar, y el modo en el que los premios de Hollywood suelen funcionar. The Guardian apunta que "Hollywood ya no hace el tipo de películas que solían ganar premios de la Academia, es decir, historias épicas y humanitarias de término medio, presupuesto medio como "Bailando con lobos", "Gandhi" y "Paseando a Miss Daisy", sobre la eficacia moral del individuo; una persona creando una diferencia, en traje de época. Como género, la 'película de Oscar' está muerta". Lo que tiende a producirse son superproducciones orientadas a reventar la taquilla veraniega en su primer fin de semana o pequeñas cintas con presupuestos prácticamente de indie e historias sencillas y que presenten pocos desafíos para el público, dejando todo un abanico en el punto medio que ha asumido el cine independiente. "El lado bueno de las cosas", por ejemplo, habría sido una comedia romántica de estudio hace, a lo mejor, cinco años.

La situación actual de Hollywood impulsa en parte estos Oscar, pero eso no quiere decir que los ganadores no los merezcan (la mayoría de las veces). Es muy cierto que el nivel de obsesión con Jennifer Lawrence ha podido alcanzar niveles cansinos en estas últimas semanas, pero eso no oculta que es una actriz muy competente. En The Hollywood Reporter apuntaban que verla ganar fue un poco como ver ganar a Diane Keaton por "Annie Hall", en el sentido de que era la chica del momento y una estrella con una personalidad diferente que se llevaba el premio por una comedia (también apuntaba que Jessica Chastain bien podía terminar siendo como Meryl Streep), y cualquiera que la haya visto en "Winter's bone" o en su pequeño papel de "Like crazy" sabe perfectamente que no es flor de un día. Pero llevarse el Oscar lleva añadido las discusiones sobre si lo merecías o no. Y en la cuestión del premio a mejor actriz, aunque no me parece mal la victoria de Lawrence, yo sí habría preferido que se lo llevara Chastain (sobre todo por ese plano final de "La noche más oscura"), pero todo el jaleo de la investigación del Senado la hirió de muerte. y no deja de ser sospechoso que esa investigación se cerrara sin ruido al día después de los Oscar.

26 febrero 2013

Paciencia, pequeño padawan

Desde hace bastante tiempo, la cuestión de si el público actual sólo se mueve por la gratificación instantánea y si los recaps semanales contribuyen a aumentar esa sensación entre los espectadores de la series es uno de los temas más discutidos en los blogs estadounidendes especializados en televisión. Entre aquellas declaraciones de David Simon diciendo que el único modo de juzgar adecuadamente una serie era viendo una temporada completa antes de decir nada, y las respuestas que salieron por todas partes de críticos que se dedican justo a los recaps, es un asunto que, la verdad, resulta un objetivo muy fácil cuando tienes que escribir algo para el día y no se te ha ocurrido ningún tema interesante. Puedes descartarlo como algo ya trillado y que, teóricamente, está superado, pero siempre acaban apareciendo nuevos ejemplos de esta reclamación ipso facto de respuestas que parece ser la tónica general entre los espectadores seriéfilos con acceso a las redes sociales (no nos engañemos, blogs, Twitter, Facebook y demás se retroalimentan más que los magazines de Telecinco con "Gran Hermano").

Uno de esos últimos ejemplos lo tenemos todas las semanas con "The Walking Dead". No vamos a entrar ahora sobre si la tercera temporada es mejor que la segunda o si la serie realmente se ha convertido en el gran título que muchos esperaban, sino que vamos a quedarnos con algo más concreto, como la recepción de los fans hacia el personaje de Andrea. Tampoco vamos a entrar a discutir la percepción que los seguidores de la serie tienen de sus personajes femeninos, porque no es el tema que nos ocupa, sino que vamos a quedarnos con algo que Laurie Holden, su intérprete, expresa en esta entrevista concedida a "Vulture" con motivo de la emisión del último episodio hasta el momento, "I ain't a Judas". Holden cuenta que algunos fans se le acercan por la calle para quejarse del comportamiento de Andrea con el Gobernador y para preguntarle cómo es posible que ella no haga nada al respecto, a lo que la actriz responde que "siempre quiero decirles que sean pacientes. Es una narración compleja. Por supuesto que están enfadados porque esta mujer a la que apoyaban al final de la segunda temporada, y que adoraban en el cómic, se vaya con el villano sociópata de la serie". Y añade que Andrea no disponía de la misma información que los espectadores para tomar sus decisiones.

Como decimos, valorar si las acciones de Andrea están justificadas no nos interesa ahora, sino esa petición de paciencia de Holden a los fans. Porque parece que eso, la paciencia, ha sido desterrada del diccionario de los seriéfilos. Podemos frustrarnos con un capítulo de determinada serie porque, de repente, su trama no va a ninguna parte, o porque tal personaje se dedica a tomar decisiones estúpidas, o porque no nos dan las respuestas que esperábamos, pero todas estas preocupaciones pueden ser aplacadas en el próximo episodio (o aumentadas, nunca se sabe) y tenemos que comernos todas esas críticas que habíamos hecho antes. A veces resulta muy curioso leer opiniones sobre algunas series de gente que les ve semana a semana frente a otros que se enfrentan a la temporada completa cuando ésta ya ha terminado. Donde los primeros no ven más que tramas lentas que no van a ninguna parte y decisiones extrañas, los segundos descubren una construccion in crescendo de cierta línea argumental, y mientras los espectadores semanales no paran de encontrar agujeros en la trama, para los del maratón esos no son tan obvios.

Evidentemente, es un tema de percepción y de expectativas personales en uno y otro caso, pero ilustra cómo esa impaciencia lleva a la frustración y, como diría Yoda, al odio y al Lado Oscuro (que es más fácil, más rápido y más seductor), y tiene el potencial de arruinar nuestra experiencia viendo series. Pero tampoco vamos a dar lecciones de cuál es la mejor forma de verlas, que yo sigo viendo, y disfrutando, "Smash".

25 febrero 2013

El factor hollywoodiense

A veces nos olvidamos que los Oscar son unos premios de Hollywood y para Hollywood y que, en esa tesitura, las películas que de algún modo los académicos sienten que hablan más sobre ellos son las que tienen más oportunidades de ganar los premios más importantes. "The artist" fue la vencedora el año pasado porque, por muy francesa que fuera, en realidad hacía un homenaje a la época gloriosa del cine mudo en Hollywood, y por eso ya jugaba con ventaja sobre sus competidoras, y si en esta 85ª edición ha sido "Argo" la triunfadora, lo ha sido por incluir esa subtrama hollywoodiense y por apelar a los gustos más clásicos de la Academia, los de aquellos "steak eaters" que prefieren las películas de grandes dimensiones sobre temas importantes. Su victoria final (más las de guión adaptado y montaje) fue, evidentemente, de lo más anticlimático porque lo ganó todo en el mes previo a los Oscar (Globo de Oro, SAG, DGA, PGA, WGA, BAFTA...), y casi lo único interesante fue ver cómo Jennifer Garner se emocionaba al ver a su marido, Ben Affleck, recordar el sinuoso viaje que ha tenido desde que ganó su primer Oscar, en 1998 y junto a Matt Damon, por el guión de "El indomable Will Hunting". A Hollywood le encanta una buena historia de comeback.

Que Daniel Day-Lewis y Anne Hathaway se llevaran los Oscar a mejor actor y actriz secundaria tampoco fueron ninguna sorpresa, y por mucho que Emmanuelle Riva pareciera haber recuperado posiciones en las últimas semanas, la victoria como mejor actriz de Jennifer Lawrence tampoco estuvo tan en el aire. Sí resultó un poco más inesperado, pero poco más, el segundo premio a mejor secundario de Christoph Waltz, que debe estar ya poniéndole un altar a Quentin Tarantino y otro a Harvey Weinstein por el giro brutal que ha dado su carrera desde que se topó con ellos en "Malditos bastardos". Pueden considerarse más sorpresa los cuatro galardones de "La vida de Pi", incluido el de mejor director para Ang Lee, pero los oscarólogos llevaban desde que se anunciaron las nominaciones avisando de que había más apoyo en la Academia para esa película de lo que parecía. Eso sí, menos mal que "Lincoln" vio subir a Day-Lewis al escenario (y marcarse un discurso muy simpático, además de hacer historia como único actor en ganar tres estatuillas como protagonista), porque Steven Spielberg estuvo muy cerca de revivir aquella aciaga noche de las once nominaciones sin premio de "El color púrpura".

Por lo que ha ido apareciendo publicado por ahí, da la sensación de que la gala no fue especialmente memorable y que se echó de menos la labor que Tina Fey y Amy Poehler hicieron en los Globos de Oro. Los homenajes a los musicales sí fueron bien acogidos, sobre todo el de "Los miserables" y Jennifer Hudson reeditando la canción de "Dreamgirls" que le consiguió su Oscar, pero el que se hizo a la saga de James Bond dejó al respetable un poco frío. ¿Un vídeo recopilatorio y Shirley Bassey cantando "Goldfinger"? Aunque, todo sea dicho, Bassey demostró que quien tuvo, retuvo, y al menos "Skyfall" se llevó un par de premios técnicos y, sorprendentemente, la primera victoria en la historia de esta saga a la mejor canción. Jennifer Lawrence presentó a Adele como "imparable", y lo cierto es que ha ganado todos los galardones a los que ha estado nominada (el EGOT está cada vez más cerca), y dio un discurso de agradecimiento, junto con Paul Epworth, realmente adorable.

Los vestidos y la alfombra roja ya está comentada y analizada hasta la saciedad, así que lo único que vamos a destacar son esas parejas de presentadores curiosas, como Channing Tatum y Charlize Theron bailando a lo Ginger Rogers y Fred Astaire; los dos directores de "Brave", recogiendo el Oscar a mejor película de animación que se llevaron por sorpresa, la "power couple" femenina de Jennifer Garner y Jessica Chastain, Michael Douglas y Jane Fonda, poniendo el toque de realeza de Hollywood y los ídolos de las últimas franquicias teen más taquilleras, Daniel Radcliffe y Kristen Stewart.

P.D. podcastero: En "Yo disparé a JR" no hablamos de los Oscar, pero sí de las series que nos parecen más interesantes o que están más de actualidad. El menú de esta semana es el que sigue:

Ir a descargar

- 0':"Cult"
- 15': "The Following" (spoilers hasta el 1x05)
- 33': "Girls" (spoilers hasta el 2x06)
- 49': "The good wife" (spoilers hasta el 4x14)
- 66': "Utopia" (con spoilers)

24 febrero 2013

Cultos utópicos y esclavos libres

Es muy curioso ver cómo aparecen de repente series sobre una misma temática en canales diferentes. Pueden estrenarse tres sitcom sobre parejas en diferentes situaciones sentimentales o, como ha ocurrido este año, dos títulos sobre psicópatas con un grupo de seguidores extendido por todo Estados Unidos y que son capaces de hacer cualquier cosa que su líder les pida. Mientras "The Following" se centra en algo más del estilo de Hannibal Lecter, lo que "Cult" intenta es una especie de juego a lo matrioshka y muy meta, en el que el protagonista, el periodista Jeff, investiga a los fans de una serie de televisión llamada "Cult" que, tal vez han llevado su obsesión con la serie más allá de lo razonable. Y que, probablemente, lo único que hacen es descubrir las oscuras pistas que el misterioso creador de la serie deja para ellos, pistas que les llevan al secuestro y parece que al asesinato. En "Salon" apuntaban que "Cult" operaba bajo la premisa de que el showrunner todopoderoso de la serie es el villano, el verdadero líder de la secta, algo así como una versión en serie B e inquietante de Matthew Weiner, y aunque es una idea que puede ser interesante, en el piloto no se traslada así a la pantalla. El juego de espejos podría remitir a los mejores momentos de "Scream" (otro punto de contacto más con "The Following"), pero no termina de cuajar ni como entretenimiento de serie B. Eso sí, es muy curioso ver que el cerebro detrás de este puzzle es Rockne S. O'Bannon, el creador de "Farscape".

Mientras tanto, en el Reino Unido, ha terminado "Utopia", esa serie que es más un cómic trasladado a la tele, con esos encuadres geométricos y con mucho aire, esa fotografía que juega con el color, esa Red omnipotente y nebulosa con planes megalómanos y genocidas y ese Mr. Rabbit cuya historia de origen parece en ocasiones la de V en "V de Vendetta". En esta serie, la forma es tan importante, o más que el fondo, buscando dar esa sensación de irrealidad que sus protagonistas sienten al verse enfrentados a los malvados planes de Rabbitt, Corvadt y compañía, y esa relevancia del aspecto formal puede a veces "comerse" la historia y hasta apartar a parte de los espectadores, que la descarten como una "modernez". Es una crítica válida, pero también tiene cosas interesantes, como el papel final de los niños en la resolución de todo y cierta reflexión indirecta sobre las consecuencias que puede tener en ellos la violencia. El modo en el que se va desenredando la madeja tiene sus giros, pero no se puede decir que salgan de la nada (los dos últimos, sobre Janus y la identidad de Rabbitt) pueden imaginarse antes de que ocurran, y en su apuesta comiquera, "Utopia" resulta bastante curiosa.

A Quentin Tarantino le gusta el cine de los 70, y cuando decimos eso no estamos refiriéndonos a los thrillers políticos o a los dramas tipo "Cowboy a medianoche", sino a todo el cine que se hacía en aquella década y, en concreto, a los géneros más populares. Desde el terror de serie B a la blaxpoitation y el spaghetti western, Tarantino es una esponja que los absorbe todos y los mezcla todos en sus películas, aunque la más hecha claramente siguiendo ese molde es, muy posiblemente, "Django desencadenado". Desde la estética (esos zoom a las caras de los actores...) a la temática de la venganza y hasta a los tiroteos muy sangrientos, toda la cinta estaba pidiendo a gritos ser rodada en el desierto de Tabernas, en Almería, para terminar de redondear el homenaje.Lo que también queda muy claro es que está escrita para Christoph Waltz, que le imprime una energía y un carisma que se echan en falta cuando no aparece en pantalla. "Django desencadenado" no se toma a sí misma demasiado en serio, razón por la que, probablemente, ha levantado tanta polvareda con su tratamiento de la esclavitud, y eso ayuda a que, si no te la tomas más que como un divertimento, puede ser realmente entretenida. Aunque, la verdad, es que yo habría visto otras dos horas de Django y King Schultz simplemente persiguiendo fugitivos.

Música de la semana: Ya que hemos hablado de "Cult", vamos a quedarnos con una de las canciones que suenan en el piloto. Ellos no utilizan a Marilyn Manson, como en el primero de "The Following", sino que inclinan por The xx y "Crystalised".

22 febrero 2013

Viernes musical (20): "American Horror Story: Asylum"



Que a Ryan Murphy le encanta mezclar géneros y cualquier cosa que se le ocurra en sus series no se le escapa a nadie; simplemente viendo un capítulo de "Glee" ya es posible darse cuenta de ello. El nivel de mezcla y pastiche, sin embargo, alcanza su culmen en esa serie de antología de terror llamada "American Horror Story", en la que cada temporada cuenta una historia completamente diferente, y si en la primera estaba todo centrado en una casa encantada, en la segunda su foco de atención se pone en manicomio dirigido por monjas en los 60. Los críticos y buena parte del público han caído rendidos ante este "Asylum" y han repetido por todas partes el vídeo de arriba, una pequeña secuencia musical a mayor lucimiento de Jessica Lange, y con una pegadiza canción llamada "The name game", de Shirley Ellis. No era más que una ensoñación de una mente enferma, pero seguramente los espectadores acogieron con gusto un pequeño respiro en medio de la trama de la serie.

21 febrero 2013

El día que Ben Affleck se hizo director

Debería dejar de actuar y dedicarse a dirigir. Cualquiera que haya visto "Argo", la tercera película como director de Ben Affleck y principal favorita para llevarse el Oscar a mejor película el próximo domingo, habrá dicho eso a la salida del cine, o se lo habrá escuchado al resto del público como una de las opiniones más compartidas. Es la cinta que más se ha visto de las tres, superando los 125 millones de dólares sólo en Estados Unidos y mejorando los más de 90 que recaudó en su momento "The town", la historia de atracadores de bancos de Boston que Affleck había dirigido dos años antes, y ser un thriller con esa parodia escondida sobre Hollywood y haber arrasado en la temporada de premios le ha ayudado sin duda a terminar de cimentar su estatus como un director a tener en cuenta, mientras que como actor no pasa de correcto en sus mejores momentos. Sin embargo, a pesar de que "The town" es un estupendo entretenimiento y que "Argo" está bastante bien, ninguna de las dos llega todavía a la altura de su debut tras las cámaras, "Adiós pequeña, adiós", estrenada en 2007 y que apenas superó en la taquilla estadounidense los veinte millones de dólares.

La cinta adapta un libro de Dennis Lehane, el cuarto de la saga protagonizada por Patrick Kenzie y Angie Gennaro, dos detectives privados del barrio de Dorchester, un lugar de clase trabajadora de Boston donde casi todos sus habitantes llevan allí todas sus vidas, y donde el ocio más habitual es irse a un bar irlandés a beber pintas de cerveza acompañadas de un chupito de whiskey. Kenzie y Gennaro se conocen desde que son pequeños y conocen a casi todo el barrio, y la relación que hay entre ellos es complicada. En este libro, llamado en España "Desapareció una noche", son pareja, pero eso no es así al inicio de la serie (su relación sufre en el traslado del papel a la gran pantalla, pero algo tenía que hacerlo ante la historia que cuenta la película). Además, ambos acarrean a sus espaldas pasados difíciles marcados por abusos físicos y son conscientes de cómo está de podrido el mundo, aunque eso les lleva a tener visiones divergentes sobre algunas de las cosas que investigan y, en concreto, sobre el dilema moral sobre el que descansa toda "Adiós pequeña, adiós", y que la eleva por encima de "The town" y "Argo".

Lo que más destaca de la película es la autenticidad que desprenden las escenas en el barrio (Affleck rodó en Boston y utilizó a muchos habitantes del lugar como extras) y esa atmósfera tan de "Mystic River" y "The Wire" que logra crear, una atmósfera muy noir de gente que por no tener, no tiene ni la capacidad de decisión de salir del arroyo, gente que está dejada de la mano de Dios y de las instituciones. Kenzie es un poco como los detectives clásicos tipo Philip Marlowe o Lew Archer, en el sentido de que siempre acaba dejándose llevar por causas perdidas que espolean su sentido de la justicia, aunque no vaya a sacar casi ningún beneficio, mientras Angie tiende a ser más pragmática y realista, y esa motivación es la que lleva a Patrick a ir tirando del hilo de la desaparición de la pequeña Amanda McCready, a pesar de que pueda descubrir cosas que probablemente preferiría no haber descubierto.

"Adiós pequeña, adiós" fue mi puerta de entrada al mundo de esos dos investigadores privados, un mundo literario que merece la pena conocer (aunque igual es mejor que no sigáis mi ejemplo, pues tiempo después de ver la película leí "La última causa perdida", el último caso de Kenzie y Gennaro, y ahora me he puesto a leer el primero, "Un trago antes de la guerra"). Lehane es un escritor muy interesante, cuyas obras están llenas de capas, y en las que el peso del pasado tiene a jugar un rol importante en la trama y en las personalidades de sus protagonistas. La relación entre Patrick y Angie enseguida sobresale en ese libro de debut porque, aunque sólo son compañeros de trabajo, su amistad desde la infancia, y otras cosas que flotan implícitas entre ellos, ya le otorga un lado muy interesante, y su amplia red de contactos en el barrio da para situaciones realmente divertidas (como cualquiera en la que acabe involucrado ese matón llamado Bubba). Kenzie y Gennaro darían, desde luego, para una serie muy interesante y entretenida en FX.

P.D.: "Adiós pequeña, adiós", por cierto, inició esa especie de tradición de que cada película de Affleck ha logrado colar a un actor entre los nominados al Oscar a mejor secundario. Aquí fue una sensacional Amy Ryan, en "The town" le tocó a Jeremy Renner y, en "Argo", a Alan Arkin.

20 febrero 2013

Kathryn Bigelow, entre la taquilla y el Oscar

A principios de diciembre, cuando empezaron a entregarse los primeros premios de los círculos de críticos, parecía que había una favorita clara para dominar la próxima entrega de los Oscar; "La noche más oscura". En los primeros pases de prensa, los periodistas decían que superaba a "Argo" en su propio juego, que tenía probablemente la última media hora mejor rodada del año pasado y que su protagonista central, Jessica Chastain, era no sólo una nominada segura al Oscar, sino que tenía un 80% de posibilidades de llevárselo. Ya sabemos que pasa con las favoritas antes de tiempo, como bien puede atestiguar también "Los miserables"; aguantar ese favoritismo durante los tres meses de la temporada de premios puede convertirse en todo un Everest imposible de escalar.

En las campañas de los Oscar, las relaciones públicas y la imagen son muy importantes, y tampoco hay que despreciar la publicidad negativa, una táctica muy común y de la que mucha gente echa la culpa a Harvey Weinstein por su generalización en los últimos años. Desde las famosas cartas a favor y en contra de Martin Scorsese en la época de "Gangs of New York" al tumulto organizado este año alrededor de "La noche más oscura", las campañas de relaciones públicas que intentan desestabilizar al rival, como si fueran Michael Jordan y Reggie Miller en sus mejores momentos de trash talking, son parte habitual de la temporada, algo con lo que los publicistas de los nominados tienen que contar. Y las hay sobre todas las películas y para todos los gustos; a "Bestias del sur salvaje" y a "Django desencadenado" se las ha acusado de racistas; a "Argo", de manipular y tergiversar la historia; la canción nominada de "La vida de Pi" ha sido acusada de plagio y "El lado bueno de las cosas", de frivolizar el tratamiento de los enfermos mentales. Sin embargo, ninguna de ellas se ha visto sometida al escrutinio, la crítica y los odios como la cinta de Kathryn Bigelow, lo que evidentemente ha dañado sus opciones de ganar algún Oscar.

El punto en el que confluyen todas esas críticas es el mismo; el tratamiento que la película hace de las torturas empleadas por la CIA en sus cárceles secretas en los años siguientes al 11-S. Sí, ha habido investigaciones del Senado sobre si Mark Boal y Kathryn Bigelow recibieron información confidencial, pero en realidad son esas "tácticas aumentadas de interrogatorio" las que han levantado ampollas tanto entre demócratas como entre republicanos. La cinta ha sido acusada no sólo de no ser adecuada a los hechos, sino de ser un panfleto propagandístico a favor del uso de la tortura, una crítica de la que es muy difícil recuperarse cuando la gran favorita, "Argo", muestra otra misión de la CIA bajo una luz más benévola. Sin entrar a valorar si esa crítica es acertada o no (ya lo hice aquí), lo que es más interesante es ver cómo puso a su distribuidora, Sony, y al resto del equipo de la cinta ante una difícil tesitura que explica muy bien el diario "Los Ángeles Times": ¿Entraban al trapo de todas esas acusaciones, con lo que se arriesgaban a "asustar" al público medio que podía tener interés en verla? ¿O las dejaban pasar, con lo que se enfrentaban a la posibilidad de que su campaña para los Oscar quedara gravemente tocada?

Sony optó por lo primero, por anteponer la taquilla al Oscar, y así, ninguno de los responsables dijo esta boca es mía hasta que "La noche más oscura" empezó a estrenarse en más cines por todo Estados Unidos a partir del 11 de enero. Desde ese día, Boal, Bigelow y los jefes de Sony se han hecho escuchar, rebatiendo las críticas que se les han hecho y hasta la campaña lanzada por algunos académicos pidiendo que no se vote al film en los Oscar (algo similar a lo que ocurrió con "Brokeback Mountain"), pero probablemente ya sea tarde. Sus opciones de ganar mejor película se fueron al traste en cuanto Kathryn Bigelow se quedó fuera del quinteto de candidatos a mejor director, y el ascenso de Jennifer Lawrence (y la irrupción por sorpresa de "Amor") desde los Globos de Oro ha esfumado las posibilidades de ser nombrada mejor actriz de Jessica Chastain. Sin embargo, en taquilla, "La noche más oscura" ha funcionado mejor que bien, recaudando más de 85 millones de dólares en Estados Unidos. Es lo que Sony prefería, y es lo que ha pasado.

Otro asunto es intentar encontrar una razón detrás de todo el vitriolo vertido hacia la película y, especialmente, hacia la propia Bigelow. El artículo del "Los Ángeles Times" apunta que varios de los senadores más críticos con ella acababan de aprobar un informe secreto, en el comité de Inteligencia, en el que criticaban los métodos de interrogación de la CIA, por lo que "La noche más oscura" pudo convertirse en munición política por estar en el sitio adecuado en el momento más inoportuno, y un reciente artículo de "Esquire" indicaba más que, si Bigelow hubiera sido un hombre y su protagonista principal también, estas críticas no habrían alcanzado el nivel al que han llegado. En el "LA Times" citan a un académico que reconocía que el tema de la tortura había afectado su opinión sobre la película, y que aunque la había votado para que entrara como nominada a mejor película, no había hecho lo mismo con Bigelow (yo tampoco entiendo el argumento, pero sigamos), y al final es el propio Mark Boal el que ofrece la explicación más sencilla sobre todo este jaleo en el mismo periódico: "Hicimos una película seria, dura y adulta y recibimos una respuesta seria, dura y adulta. No todo (lo dicho) ha sido honesto, no todo ha sido justo y no todo ha sido correcto, pero al fin y al cabo, todo viene con la temática".

19 febrero 2013

El efecto perverso del 'hype'

"Niveles de hype desenfrenado que te hacen desdeñar una serie sólo para llevar la contraria. Pasa. Y mucho". Jaina reflexionaba de esta manera hace unos días por Twitter sobre las burbujas de expectación que puedenj crear por esa red social las acumulaciones de "capitulazo" asociadas a algunas series, y no le falta razón. Es uno de los daños colaterales y de las consecuencias indeseadas del hype; que en vez de animar a la gente a que vea algo, lo que provoca es que quieran mantenerse lo más alejados posible de ese algo. Y esto está, en su mayoría, desconectado de la calidad de la serie y de que, muy posiblemente, todos los escaldados por el hype desmesurado estarían enganchados a esas series si las vieran; aquí sólo importa la percepción exterior, y esa percepción nos dice que los fans de determinada serie dan mucho la lata con que es lo mejor que se ha visto sobre la faz de la tierra y, como reacción, no vamos a verla ni aunque nos pagaran.

Entiendo, por ejemplo, que quienes no vean "The Good Wife" (ellos se lo pierden) pueden acabar cansados de leer todos lunes loas y alabanzas generalizadas en Twitter hacia su último capítulo, pero en su caso pueden encontrar consuelo en el hecho de que, si se emitiera en AMC en lugar de CBS, sí que sabrían lo que es un hype agotador y estratosférico. Las series del cable son las más propensas a sufrir de esta "mal", y durante muchos años, confieso que ese amor desmedido por "Mad Men" retrasó que me decidiera a retomarla durante unas cinco temporadas. "Community" me provoca también ese efecto perverso, como si dijéramos, del hype; cuanto más cantan sus fans sus bondades y se preocupan por sus malas audiencias, menos me interesa a mí verla. ¿Irracional? Totalmente. Pero también, a veces, un poco inevitable.

Es, más o menos, lo mismo que ocurre todos los principios de año, una vez se conocen las nominaciones a los Oscar. Las películas con más candidaturas llegan tan infladas, después de meses y meses de leer a todo tipo de críticos sobre por qué son las mejores cintas del año anterior, que es muy habitual que la mitad del público que las ve ahora se decepcione. Ese "no es para tanto" surge muchas veces porque gran parte de los espectadores se enfrenta a ellas exactamente con ese ánimo, con la idea preconcebida de "veamos si se merecen tanto reconocimiento", y no hay película que pueda estar a la altura de esas expectativas. Es otra consecuencia perversa del hype, una probablemente más habitual. El exceso de elogios puede generar negatividad hacia el producto que se elogia.

P.D.: Podríamos hacer un listado de las series con más hype por Twitter, lo que las convierte en objetos susceptibles de provocar rechazo. Así, a ojo, y fiándome sólo de mi timeline (que es lo que tengo más a mano), diría que esa lista la componen cualquier serie que haga Aaron Sorkin (ahora "The Newsroom", claro, que está en antena), "Community", "Parks & Recreation", "Mad Men", "Breaking Bad", "The Good Wife", los capítulos con muchos zombies de "The Walking Dead" y "Girls". Y yo veo buena parte de estas series, así que soy culpable de contribuir a esas expectativas por las nubes.

18 febrero 2013

La excepción del cerdo


Con permiso de "Crítico en serie", le "robo" la expresión que encabeza esta entrada porque resume perfectamente una idea que me ronda la cabeza desde que vi "Be right back", el primer episodio de la segunda temporada de "Black Mirror". No es otra que la sensación de que "The national anthem", aquel provocador episodio que abría la serie, es realmente la excepción, en cuanto al tono, de la obra. Esa búsqueda del impacto un poco gratuito, de sacudir al espectador con imágenes todo lo provocadoras posibles, oculta después el propósito real del resto de episodios; sí, Charlie Brooker quiere explorar hasta dónde puede llegar nuestro "cuelgue" actual con la tecnología, pero también está explorando historias muy humanas y, en el fondo, mucho más ancladas en conceptos muy clásicos de la ciencia ficción de lo que parece a simple vista.

Probablemente, lo más destacable de "Black Mirror" sea justo eso, su capacidad de darle una ligera vuelta de tuerca a ideas como el control total del individuo o la existencia de clones ("ovejas eléctricas", que diría Philip K. Dick) para presentarlas como frescas y originales. Toda la buena ciencia ficción se ancla en las pulsiones más humanas, y a ese nivel es donde está lo realmente interesante de la serie (salvando mucho las distancias, ahí, en las emociones, estaba también el fuerte de "Fringe"). "15 million merits" iba más sobre los sueños por salir de una realidad opresiva, y "The entire history of you" era más el retrato de cómo los celos y la desconfianza minan a una pareja. "Be right back" nos mete de lleno en el duelo por un ser querido y en las estratagemas que podemos buscar para no afrontarlo, además de obligarnos a afrontar una cuestión que seguro que alguno os habéis hecho más de una vez (yo me la he hecho, por ejemplo): ¿Qué pasa con toda nuestra actividad en Internet cuando nosotros ya no estamos?

Es preferible no contar casi nada de esa espiral por la que se lanza el personaje que interpreta Hayley Atwell (de modo muy efectivo, por cierto) y dejarse sorprender, especialmente por el modo en el que Brooker logra que ese futuro muy cercano se vea real y posible. El hype alrededor de "Black Mirror" está basado en ese engañoso (y efectista) primer episodio y en el modo en el que lleva las innovaciones tecnológicas y nuestra dependencia de ellas al extremo, pero donde reside la calidad de la serie, y donde tiene de verdad cosas interesantes qué decir, es en la respuesta humana, en el modo en el que todos esos avances tecnológicos reflejan y amplifican determinados lados de nuestro corazón. George R.R. Martin cita siempre a William Faulkner cuando le preguntan por el realismo que hay en sus libros de fantasía, señalando que ese Nobel de literatura consideraba que el corazón humano en conflicto consigo mismo es la única cosa que merece la pena escribir. Y "Black Mirror" se guía por esa enseñanza, más que por la provocación de la historia del primer ministro y el cerdo.

P.D. podcastero:  Nuevo lunes, nueva edición de "Yo disparé a JR". Nuestro invitado esta vez es Alberto Carlos, alias Albertini, , de "El Noveno Podcast", con el que hablamos sobre "The Walking Dead". El resto del menú es el que sigue:

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- 0': "Community" y los problemas de "Up all night"
- 17': "Monday Mornings"
- 29': "The Walking Dead" (spoilers hasta el 3x09)
- 53': "Black Mirror"
- 67': "Utopia" (spoilers del 1x05)

17 febrero 2013

La redención de Ivy Lynn



ALERTA SPOILERS: Si el vídeo de arriba no os dice nada, es mejor que no sigáis leyendo, porque aquí se destriparán algunas cosas del comienzo de la segunda temporada de "Smash", para quien sea como Liz Lemon y siga viéndola.

Al finalizar la accidentada y decepcionante primera entrega de "Smash",había tres cosas que quedaban bastante claras; una, que había popularizado ese término del "hate-watching", formando la trinidad de esos visionados para destrozarlas junto con "The Killing" y "The Newsroom" (y "Girls"); dos, que las canciones de Marc Shaiman y Scott Wittman eran de lo poco salvable de la serie y tres, que hacernos creer que Karen Cartwright era más Marilyn que Ivy Lynn era un error insuperable, y la canción del vídeo que encabeza esta entrada bien lo prueba, una vez más. Sin embargo, su nuevo showrunner, Josh Safran, puede estar en camino de arreglar ese error de casting si, como parece, la segunda temporada se encamina hacia la producción de dos musicales rivales, como quien dice, con dos estilos musicales distintos y más acordes, respectivamente, con los estilos de sus dos protagonistas principales. "Hit List", ese proyecto aún en mantillas que desarrollan el nuevo interés romántico de Karen y su amigo, presenta unas canciones algo más pop y tipo "Rent" que pueden ser más el fuerte de Katharine McPhee, mientras el rollo de Broadway más clásico de "Bombshell" está más en el terreno de Megan Hilty.

Esa corrección de rumbo la está viviendo todo "Smash" a nivel general, con la desaparición de personajes que no funcionaban, como el marido de Julia y el novio de Karen, y la potenciación del drama alrededor del musical, pero tampoco nos engañemos; la serie no ha cambiado tanto que ahora es irreconocible. Julia sigue siendo un personaje complicado y demasiado encerrado en sí mismo y los intentos de hacer más interesante a Karen volviéndola un poco más "mala" se quedan un poco a medias. Del mismo modo, está bien que muestren a Ivy decidida a redimirse, pero tampoco acaban de emplearla del todo bien. Sólo llevan dos capítulos, así que es posible que todos estos hilos luego mejoren, pero da la sensación de que nunca veremos la serie que prometía el piloto. Y eso tampoco está mal, siempre y cuando Safran y compañía sepan qué serie están haciendo ahora y se olviden un poco de los metacomentarios; es divertido que Tom le pida a Julia que se deshaga de las bufandas que tantos chistes generaron por Twitter el año pasado, pero también tiene que llegar un momento en el que pasen de página.

Por ahora, no es mal punto de partida que Eileen y el resto del equipo de "Bombshell" sean los underdogs, la gente a la que nadie presta demasiada atención y de la que creen que, tras esa investigación federal sobre el origen de los fondos para producir el musical, nunca conseguirán llegar a ese teatro St. James que, en teoría, iba a ser su hogar en los siguientes meses. Así, ya tenemos los obstáculos que todos deben superar para ver algún día a Marilyn sobre las tablas de Broadway, obstáculos que centrarán más la trama en lo profesional y menos en el culebrón de lo personal, que fue uno de los peores defectos de esos primeros episodios. Que alguien esté dispuesto a verlo es otra cosa, porque el estreno doble de temporada tuvo apenas algo más de cuatro millones de espectadores y, a la semana siguiente, se cayó de la parrilla por el debate sobre el estado de la Unión, así que la NBC tiene otro motivo más de preocupación en este invierno televisivo.

Al menos, "Smash" ha optado por un tono más ligero y menos dramático que hace que estos capítulos iniciales se hayan visto más entretenidos, y ya le llegará su prueba de fuego cuando "Hit List" y "Bombshell" tengan que competir para conseguir a sus protagonistas, y uno le vaya robando intérpretes al otro, como seguro que va a suceder.

P.D.: Uno de los nuevos compositores de las canciones de "Smash", Joe Iconis, escribió "Broadway, here I come" originalmente para Krysta Rodríguez, la nueva compañera de piso de Karen en la segunda temporada, y la han interpretado en pequeños clubes antes de que llegara a la serie. Su versión, sólo de piano y voz, es bastante curiosa.

Música de la semana:  Ya que estamos con "Smash", hay que destacar que, excepto en contadas ocasiones, es cierto que Josh Safran ha eliminado los momentos karaoke, y casi todas las canciones tienen una justificación en la trama. La única ensoñación que hemos visto hasta ahora ha sido fruto de una borrachera de Derek, en la que ve a Karen, Ivy y el resto de bailarinas como si estuvieran en un videoclip de Robert Palmer, pero contando "Woud I lie to you", de Eurythmics.

15 febrero 2013

Viernes musical (19): "The Walking Dead"



No,"The Walking Dead" no es una serie que se permita capítulos con sueños locos y números musicales de zombies cantando "Thriller", de Michael Jackson, pero a veces sí tiene momentos de respiro para sus personajes en medio de la tensión que puede poner sobre ellos sobrevivir a ese mundo que los dioses abandonaron a su merced. En el primer capítulo de la tercera temporada, por ejemplo, el grupo de Rick consigue algo de tranquilidad en esa primera noche que pasa en la cárcel que les sirve de refugio (o que piensan que les va a servir de refugio), y aprovechan esa tranquilidad alrededor de una hoguera, cantando una canción tradicional irlandesa y escocesa llamada "The parting glass" (aquí en versión de Ed Sheeran, nuevo ídolo de jovencitas en Inglaterra), perteneciente a esa tradición céltica de los temas de despedida de amigos que se van o que mueren. Las que cantan en el vídeo son las actrices Emily Kinney y Lauren Cohan, que interpretan a las hijas de Hershel y que, curiosamente, paralelamente se dedican también a cantar. Kinney es cantautora y ha dado ya un par de conciertos, mientras Cohan todavía no ha dado ese salto a cantar en público, como contaba en esta edición del podcast "The Nerdist".

14 febrero 2013

Un aviso para Rick

ALERTA SPOILERS: Si no estás al día de esas cosas que Rick no debería estar viendo en el regreso de la tercera temporada de "The Walking Dead", ya sabes lo que tienes que hacer.

El Gobernador es una llamada de atención para Rick, un aviso de la persona en la que se puede convertir si no tiene cuidado. Está bastante claro desde el principio de la tercera temporada, cuando vemos cómo el grupo de supervivientes ha aceptado completamente que es su líder, y vuelve a quedarlo aún más justo después de la muerte de Lori, cuando el dolor por su pérdida y el estrés por tener que mantenerse constantemente alerta por si aparecen nuevas hordas de zombies lo lleva a tener alucinaciones. Primero es esa llamada telefónica con buena parte de los personajes que habían muerto con anterioridad, después está ese momento en el asalto de Woodbury en el que cree ver a Shane y luego, para poner el último clavo en el ataúd de su cordura, está esa visión de Lori vestida de novia en la cárcel. Ninguno de sus compañeros entiende qué le pasa a Rick, que de repente se pone a gritar "¡Vete!" y "¿Qué quieres de mí?" y actúa como si estuviera totalmente fuera de sí. Que lo está, evidentemente.

El lento descenso de Rick hacia la locura es uno de los asuntos que la serie ha ido tocando desde el principio, hasta en el enfrentamiento con Shane en la granja de Hershel, y ha sido lo que ha centrado el primer episodio de la segunda mitad de esta temporada, una segunda mitad que los fans esperan con gran expectación después de que todos afirmaran que, por fin, The Walking Dead" sí era ahora una gran serie. Sin embargo, y como hemos comentado ya muchas veces, la percepción que muchos fans tienen de cómo debe ser "The Walking Dead" resulta en ocasiones contraproducente para averiguar si realmente estamos ante una buena serie o no. Si leemos las reacciones en Twitter, parece que los únicos episodios buenos son aquellos en los que hay zombies a tutiplén y Rick y compañía se convierten en máquinas de matar, y cualquiera en el que la acción se ralentice, y los personajes tengan un momento de respiro para darse cuenta de dónde están, es calificado directamente de basura.

Pero son esos capítulos "de transición" los que dan la medida sobre si realmente estamos ante una gran serie o no. Y la verdad es que "The Walking Dead" está realmente bien, y alcanza algunos momentos muy buenos, pero nada más. Siempre ha sido así, aquejada de bajones de ritmo y pobres caracterizaciones de bastantes personajes, aunque sí es cierto que en esta tercera temporada ha sabido potenciar sus puntos fuertes y minimizar los débiles. Pero ni era tan mala en la segunda entrega ni ahora es la respuesta con zombies a "Mad Men". Es verdad que el enfrentamiento entre Rick y el Gobernador que se atisba en el horizonte apunta buenas maneras, y que Tyreese puede ser un gran añadido si logra ganarse la confianza del sheriff Grimes, pero como suele ocurrir, hay que ver la serie desde un punto de vista más medido y menos ciclotímico.

13 febrero 2013

El enemigo en casa

Hay películas que se producen y se ruedan con el objetivo de servir de denuncia. Casi siempre son documentales y casi siempre buscan esa denuncia sin muchas más expectativas de que la situación pueda cambiar. Ganadoras de pasados Oscar al mejor documental, como "Una verdad incómoda" o "Inside Job", tenían justo ese propósito, además de indignarnos sobre cómo es posible que las cosas funcionen así y que nadie haga nada para impedirlo, y directores como Michael Moore se han hecho famosos con estas películas-protesta ("Bowling for Columbine" seguro que tuvo buena parte de la culpa para que aparecieran más documentales del mismo estilo). Y luego están los títulos que no sólo tienen esa denuncia como objetivo, sino que además pretenden provocar un cambio inmediato en el statu quo y, lo que es más raro de todo, lo consiguen. Ese es el caso de "The invisible war", uno de los nominados al Oscar al mejor documental de este año, dirigido por un veterano en estas lides como Kirby Dick y que afronta un tema más bien desconocido para el gran público; las violaciones impunes que sufren no pocas mujeres en el ejército de Estados Unidos.

La cinta muestra a varias veteranas que sufrieron abusos sexuales mientras estaban de servicio, y sigue más de cerca especialmente a tres; una policía militar que estaba destinada a una remota base de Alaska, una marine que, tras dos estancias en Irak, pasa a formar parte del grupo de élite de marines asentado cerca de la Casa Blanca, en Washington, y una guardacostas que termina personificando buena parte de los problemas que estas mujeres (y un hombre) tienen que afrontar de que sus propios compañeros las violaran y, sobre todo, después de que sus mandos no sólo ignoraran sus denuncias, sino que en ocasiones hasta llegaron a castigarlas por "mentir" y por cometer adulterio (lo que no deja de ser paradójico cuando el que estaba casado era el asaltante). La sensación de desamparo y traición que sienten todas ellas es realmente potente y traspasa la pantalla de un modo sorprendentemente efectivo. En especial, esa sensación cristaliza con el testimonio del padre de una de ellas, también militar, que se derrumba por completo al recordar cómo, cuando su hija adolescente le dijo que se iba a alistar, él le dijo que no se preocupara, que el ejército cuidaría de ella.

Pero el ejército no ha cuidado de ninguna de ellas. Algunas ni siquiera pueden conseguir tratamiento médico de la oficina de veteranos para las secuelas físicas que les quedaron del asalto, y la sucesión de testimonios de víctimas, y de personas que han trabajado investigando estos casos, va creando un sentimiento de indignación en el público que persigue que las autoridades tomen de una vez cartas en el asunto y, al menos, faciliten que los asaltantes sean investigados y llevados a juicio. En ese aspecto, "The invisible war" ya ha tenido algo de éxito, pues el secretario de Defensa, Leon Panetta, instauró el pasado mes de abril nuevas medidas para perseguir con mayor eficacia a los culpables. Pero eso no le resta fuerza emocional al documental, incluso aunque haya quien pueda acusarlo de repetitivo, cuando en realidad no lo es. Si Dick y su productora, Amy Ziering, nos muestran tantos testimonios de víctimas en lugar de centrarse sólo en una o dos, es porque quieren demostrar que no es un problema aislado y que esa ignorancia de él que presentan los mandos no es excepcional. Buscan una respuesta emocional en su público dejando que sean sus protagonistas las que hablen, y lo logran.

Curiosamente, allá por noviembre, hubo un capítulo de una serie de televisión que tocaba este tema. Era "Big chicken dinner", de "Last resort", un episodio en el que uno de los tripulantes del submarino USS Colorado era acusado de violar a una chica de la isla en la que han buscado refugio, y le tocaba defenderlo de esa acusación a la teniente Shephard, la tercera en la línea de mando. Tal vez no se llegaba a profundizar todo lo que hubiera sido deseable, pero sí presentaba aspectos interesantes que lo convierten en un curioso añadido al visionado de "The invisible war".

12 febrero 2013

El caso a favor de "Justified"

Una de las series de cable estadounidenses que, curiosamente, pasa más desapercibida entre la blogosfera es "Justified", y digo curiosamente porque, a priori, tiene muchos ingredientes para que fuera una de las más seguidas. La emite FX, la cadena de la que salió "The Shield" y que ahora tiene una comedia tan bien considerada como "Louie"; su protagonista, Timothy Olyphant, fue uno de los actores de "Deadwood" y su antagonista, Walton Goggins, aparecía precisamente en "The Shield", y su productor ejecutivo, Graham Yost, fue uno de los productores de "Hermanos de sangre". Adapta a la pequeña pantalla un relato de Elmore Leonard, pero eso es más reclamo en Estados Unidos que en España, donde la novela negra no tiene tanto tirón. Y sin embargo, a pesar de todo eso, es raro encontrar más de dos blogs que le dediquen la misma cobertura que a otras series de la misma cadena como la propia "Louie" o "Archer" (también bastante minoritaria).

La razón detrás de esa escasa repercusión de "Justified" en España (¿se ve como demasiado americana?) fue uno de los temas que se tocó ayer en el coloquio que Calle 13 organizó para preestrenar la tercera temporada, que llega al canal mañana por la noche. Moderada por Alberto Rey, de "El Mundo", y con la participación de Alberto Nahum, de "Diamantes en serie", y de Juan Carlos Galindo, del blog de novela negra de "El País", "Elemental", en la charla se comentaron buena parte de los aspectos que hacen que "Justified" sea como es, desde la complicada relación entre Raylan y su padre, al escaso nivel intelectual de muchos de los delincuentes, a la fuerte personalidad de gran parte de las mujeres que se mueven alrededor de Givens (nunca hagas enfadar a Ava Crowder). Y al inteentar explicar por qué en España no había acabado de cuajar, y por qué a buena parte de la blogosfera no le interesaba, tampoco se podía encontrar una razón clara.

Tal vez no emitirse en HBO o AMC le reste aura de "imprescindible", o que en su arranque se la viera como una serie "de casos", lo que es letal para que se la tome en serio (erróneamente, creo yo), o vaya usted a saber por qué. Las únicas pretensiones que tiene "Justified" son las de ofrecer a su público el rato más entretenido que se pueda, habitado por personajes pintorescos y bien dibujados, diálogos llenos de ironía y una mezcla entre el western y el noir realmente afortunada, aunque igual eso también la aleja del radar blogosferil. Quizás también impide que los Emmy la reconozcan con más asiduidad, pues excepto en su segunda temporada, siempre le ha costado colarse entre las categorías importantes. Aquí influye mucho tener el factor cool, y los marshalls de Kentucky no lo tienen.

Para quien quiera acercarse por primera vez a "Justified", lo único que tiene que saber es que no hay que tener ideas preconcebidas ni esperar directamente otro "Breaking Bad". Esta serie sólo busca entretener y, desde el piloto, va construyendo un mundo propio y creciendo a partir de él. Las relaciones entre los personajes van evolucionando y todas las temporadas hay historias nuevas y personajes nuevos, que muchas veces arrojan nueva luz sobre los que ya conocíamos. Y si "Justified" os convence y queréis seguir viendo a policías rurales, aunque en vertiente más procedimental, siempre podéis darle una oportunidad a "Longmire".

11 febrero 2013

El castillo de naipes de Washington

Frank Underwood es un "fontanero", uno de esos políticos que resultan fundamentales para que el Congreso pueda funcionar y aprobar leyes porque su trabajo consiste en buscar, lejos de los focos de la atención pública, el mayor consenso posible para que dichas leyes salgan adelante. También debe asegurarse de que los congresistas de su partido están todos en la misma página a la hora de votar determinadas enmiendas, razón por la que su cargo se llama "majority whip", el látigo de la mayoría. El trabajo de Frank es crucial, pero clandestino (no muy diferente del de los tipos contratados por David Strathairn en "Lincoln" para asegurarse los apoyos que permitan aprobar la abolición de la esclavitud), y después de años y años de vivir a la sombra de los políticos que se llevan todos los reconocimientos, Frank quiere tener también sus quince minutos de fama.

Así que se convierte en uno de los principales sostenes logísticos, como quien dice, del nuevo presidente de Estados Unidos durante su campaña y, en ese proceso, le prometen ser secretario de Estado, que es algo así como ser ministro de Asuntos Exteriores pero con más poder (casi puede decirse que es un cargo más relevante que ser vicepresidente). El problema viene cuando, una vez están todos ya en la Casa Blanca y tienen que formar su equipo, esa promesa no se materializa, y Frank siente que lo han traicionado, negándole la recompensa a años y años de manipulaciones entre bambalinas para hacer que el Congreso funcione como una máquina bien engrasada. Así que, ¿qué es lo que queda a Frank? Vengarse. Su plan de venganza es la trama de "House of cards", esa serie cuyo novedoso método de "emisión" a través de Netflix ya comentamos hace unos días y que, como apuntamos también entonces, está eclipsando inicialmente a las críticas sobre la calidad del producto.

Con sólo un capítulo visto, lo que sí puede decirse es que el "estilo Fincher" se nota claramente tanto en los movimientos de cámara como en la fotografía, con los mismos tonos marrones y apagados que "La red social". La primera impresión que da "House of cards" es de ser tan fría y calculadora como su protagonista, cuyos monólogos a cámara nos ayudan a comprender mejor lo que hace y el contexto de las cosas que va a hacer. Todos los personajes tienen alguna agenda propia en todas sus interacciones con los demás, todos buscan manipular y aprovecharse de todos y todos se creen más listos que el resto. Pero tal vez sea cierto que el equipo que forman Frank y su mujer sí son más listos que el resto o, al menos, más despiadados y listos para hacer lo necesario para conseguir sus objetivos.

Como era de esperar, Kevin Spacey está muy bien como Frank, aportando cierta ironía en sus comentarios a cámara, y tengo mucha curiosidad por ver cómo caerá el castillo de naipes del presidente cuando su plan funcione a pleno rendimiento, y si un exceso de arrogancia acabará con él. Y también tengo curiosidad por ver si los Emmy se sacarán de la manga alguna excepción para que "House of cards" pueda ser elegible. ¿Dejarán pasar la oportunidad de tener en la gala a Kevin Spacey y David Fincher?

P.D. podcastero: Por supuesto, "House of cards" tenía que ser uno de los temas comentados en el nuevo "Yo disparé a JR", esta vez con la participación de Ramón Rey, del podcast "Esta peli ya la he visto". Pero hay más temas, claro:

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- 0': 'The Carrie Diaries'
- 14': "Enlightened"
- 27': "House of cards"
- 52': "New Girl" (spoilers hasta el 2x15)
- 65': "Utopia" (spoilers del 1x04)

10 febrero 2013

La cuestión racial

Entre los artículos que se escribieron durante la semana en la que terminó "30 Rock", unos cuantos situaron el modo en el que trataba los estereotipos raciales como uno de sus mayores logros, y ofrecían como ejemplos tres gags: en el primero, Liz rompe con un ligue, negro, que la aburre mortalmente, y él se queja diciendo que ella lo deja sólo por ser negro; en el segundo, Tracy se aprovecha de su complejo de culpa WASP y los peores estereotipos raciales para hacerle creer que no sabe leer y así escaquearse de los ensayos, y en el tercero, Toofer descubre que lo contrataron sólo para cubrir la cuota de diversidad de NBC, ya que no sólo es negro sino que, además, fue a Harvard. Y, por supuesto, está el sketch de "Alfie and Abner" del segundo capítulo en directo, en el que parodiaban un programa de radio de NBC protagonizado por dos personajes negros que, sin embargo, estaban interpretados por blancos (y el "blackface", que llaman allí a tener a un blanco con la cara pintada de negro, se ve como una de las cosas más ofensivas que se pueden hacer).

Todos esos artículos apuntaban que "30 Rock" había encontrado el modo de hablar sobre el racismo presente aún en Estados Unidos haciendo bromas sobre esos estereotipos (no deja de ser divertido que Grizz y Dotcom, el entourage de Tracy, sean dos tipos cultos, sensibles, inteligentes y a los que les guste patinar sobre hielo y hacer punto), y sin caer nunca en ellos, pero riéndose de esa "culpa blanca" de Liz y de cómo Tracy saca provecho de los prejuicios que otras personas pueden tener sobre él. La cuestión de la diversidad racial es uno de los principales temas de discusión alrededor de las series y los programas de televisión, con diversas voces pidiendo contenido que refleje mejor que el país no es sólo un país de WASPs (o lo que es lo mismo, blancos, anglosajones y protestantes). De ahí, por ejemplol, vienen las polémicas que hubo la pasada temporada con "Girls" y la que Shonda Rhimes montó a propósito de "Bunheads". Podemos decir que algunas de ellas son exageraciones, pero nos ayuda a entender que es un tema importante en la sociedad estadounidense.

Por ejemplo, al principio de todas las temporadas, en los periódicos y las webs se habla siempre sobre si los repartos de las nuevas series son diversos en cuanto a etnicidad o no y, si lo son, se habla sobre si los personajes que no son blancos están bien representados o no. Febrero, de hecho, es el mes de la historia negra, una celebración instaurada en 1926 con la idea de recordar la historia de esa comunidad y, al cabo del tiempo, eliminarla cuando la integración de ambas razas la hiciera irrelevante, algo que aún no ha ocurrido. La corrección política que impera desde hace años por todas partes puede, al mismo tiempo, llevar a que los retratos sean demasiado tímidos y no se ajusten a la realidad. Por eso resultaba refresante el casting de "Perdidos" y por eso, además, el 90% de las series americanas tiene mucho que aprender aún de "Doctor Who", que hemos comentado en otras ocasiones que no tiene ningún tipo de prejuicio racial, sexual ni de ningún tipo. Sus personajes no están determinados por el color de su piel y, como ocurre por otro lado con buena parte de la ficción británica, no tienen problema en mostrar parejas mixtas, que es todavía una asignatura pendiente en Estados Unidos. Pero la cuestión racial es algo en evolución, y todo esto puede cambiar.

Música de la semana: Otra semana más, la selección musical viene de "Girls", pero porque continúan utilizando títulos de canciones para nombrar sus capítulos. El del domingo pasado se llamaba "It's a shame about Ray", título del disco que hizo famosos a The Lemonheads. Ninguna canción de ellos sonaba en el episodio, pero podemos quedarnos con el tema que daba nombre a ese disco.

08 febrero 2013

Viernes musical (18): "Blackpool"



Acostumbrados a ver a David Morrissey como el Gobernador en "The Walking Dead", puede ser sorprendente, como mínimo, descubrirlo como el magnate de los casinos cutres de paseo marítimo Ripley Holden en "Blackpool", una serie de la BBC de 2004 que mezclaba la investigación de un asesinato con momentos humorísticos y ligeramente surrealistas, como ocurría cada vez que sonaba una canción y los personajes se ponían a cantar por encima de ella y a bailar, como si estuvieran en una versión de tres al cuarto de "Guys and dolls". Como se aprecia en el vídeo, a los sones de "Don't stop me now" de Queen, las canciones eran todas grandes éxitos pop de los últimos veinte o treinta años, y en YouTube podéis encontrar más vídeos en los que también canta y baila el otro protagonista de la serie, David Tennant. La CBS intentó hacer su propio remake, producido por Hugh Jackman, en 2007 con el título de "Viva Laughlin", pero fue uno de sus mayores fracasos de los últimos tiempos. Al menos dejó algunas muestras del talento como entertainer total de Jackman.

07 febrero 2013

Entre Chevy Chase y los Oscar

1. Con el regreso de "Community" a la parrilla de la NBC, los críticos estadounidenses han estado muy centrados en averiguar si la serie sigue mereciendo la pena sin su creador, Dan Harmon, despedido la temporada pasada por razones más complejas que dieron en su momento para escribir multitud de entradas. Gran parte de las críticas apuntan que sigue siendo divertida pero que es diferente ("es lo mismo, pero no es igual", que dirían Martes y Trece) bajo los nuevos showrunners, Moses Port y David Guarascio, lo que podría añadirse que es lógico y hasta inevitable. Harmon le prestaba una voz muy personal a "Community", razón de que tenga una audiencia mínima pero muy fiel y muy ruidosa, y al eliminar el ingrediente más idiosincrático, la serie tiene que resentirse por alguna parte, incluso aunque sus nuevos responsables intentan mantenerla más o menos igual. Además, han ido apareciendo algunos comentarios sobre la marcha de Chevy Chase, como éste de Joel McHale en el programa de radio de Howard Stern, y da la sensación de que el cómico nunca estuvo a gusto en el set y que su relación con Harmon era realmente mala.

2. Por cierto, que si lo que queréis es leer más historias de problemas entre bambalinas, pasaos por este reportaje en "BuzzFeed" sobre todo lo que salió mal en la primera temporada de "Smash", que como imaginábamos fue casi todo. Entre las dificultades de Theresa Rebeck para trabajar con una sala de guionistas, la vigilancia constante por parte de la cadena, que algunos productores no querían a determinados actores y alguna que otra cosa suelta por ahí, es milagroso que "Smash" no acabara como el remake de "Bionic Woman", que duró en antena nueve episodios y creo que tuvo en ellos hasta cuatro showrunners diferentes. Eso sí, si preferís leer algo más amable, pero nostálgico, podéis echar un vistazo al recordatorio que, en la misma web, hace Tom Ceraulo, guionista en "30 Rock", sobre sus años allí y el ambiente entre el equipo durante el rodaje de los últimos episodios.

3. Los Oscar se acercan cada vez más, y "Time" ha colgado su ya tradicional especial "Great performances", en el que un fotógrafo de renombre retrata a once actores destacados el año pasado, muchos de ellos nominados a estos premios. En cuanto falta ya menos de un mes para la ceremonia se incrementan los artículos que intentan adivinar qué candidatos son más favoritos o, en este caso, si "Lincoln" sigue yendo por delante de "Argo" y si Emmanuelle Riva puede ser la ganadora sorpresa del Oscar a la mejor actriz. Los oscarólogos hasta se dedican a "medir" la intensidad de los aplausos que reciben a los nominados en la comida que la Academia organiza para ellos. Sí, hasta esos niveles se llega.

4. Finalmente, no podía dejar pasar el que puede ser el capítulo final en la saga de Robin Sparkles en "Cómo conocí a vuestra madre"; el momento en el que se convirtió en Robin Daggers e inventó el grunge en Canadá con ese "P.S. I love you" que incluye todos los clichés de los videoclips del grunge de los 90. Y que está claramente inspirado (la canción y el estilismo) por "You oughta know", la canción que hizo famosa a Alanis Morissette. A Robin sólo le falta interpretar a Dios en una película de Kevin Smith, como hizo Alanis en "Dogma".

06 febrero 2013

Bajo demanda

El pasado viernes, Netflix puso a disposición de sus suscriptores, y en streaming, los 13 capítulos que componen "House of cards", el remake de la serie británica del mismo título que ha supervisado David Fincher. Es el movimiento más ambicioso que ha hecho hasta la fecha en su profundización del modelo de negocio del vídeo bajo demanda, y no porque sea su primera ficción de producción propia (ese honor le corresponde a "Lilyhammer", que estaba co-producida con Noruega), sino por el nivel de los implicados en ella y el modo en el que se ha promocionado no tanto su estreno, como la nueva manera en la que se produce ese estreno. Mientras en España la veremos, en Canal+ a partir del 21 de febrero, al modo tradicional de un capítulo por semana, en Estados Unidos está disponible para que los clientes de Netflix se la vean en un maratón de esos que te llevan a tragarte tres temporadas de "Perdidos" en dos semanas.

Es esta estrategia lo que más se está comentando estos días en los blogs yanquies, más que si la serie es buena o no. En "Forbes" resumían los riesgo que Netflix asumía con "House of cards" al apuntar que la emisión semanal de los episodios de una serie permita que se vaya creando cierto buzz, cierto boca a boca que anime a más gente a verla. Se puede generar sensación de anticipación semana a semana mientras los capítulos van poniendo las bases para una revelación al final, y todo eso puede ayudar a que el perfil mediático del programa sea mayor. Además, apunta que este esquema de programación también es más favorable a la interacción y discusión de la serie a través de las redes sociales. Por otro lado, el visionado en maratón cada vez se hace más popular, especialmente de los títulos del cable que la gente ve cuando se editan en DVD, y en Estados Unidos se ha hecho muy popular engancharse a determinadas series viendo sus temporadas completas gracias a los servicios en streaming de la propia Netflix, Hulu y Amazon. Evidentemente, la plataforma online está experimentando con cierto conocimiento de causa, pero lo interesante será saber si "House of cards" le sale rentable (se rumorea que la compañía pagó 100 millones de dólares por un total de 26 episodios, así que habrá segunda entrega).

"The Hollywood Reporter" recogía hace unos días unas declaraciones de Jeffrey Katzenberg, presidente de DreamWorks, en las que reconocía que "el hecho es que es una transición y cómo ven (los espectadores), a qué precios y en qué ventanas (de distribución) están en el centro de la historia ahora mismo. Es un momento sin precedentes de transición y transformación". ¿Puede Netflix cambiar el modelo de negocio en la televisión estadounidense? Desde luego, no es la única plataforma online creando sus propias series, pero está claro que sus proyectos son los de perfil más alto, entre esta "House of cards" y la resurrección de "Arrested development". Al parecer, decidieron lanzarse a la arena porque empezaron a cansarse de que las distribuidoras les subieran el precio de los derechos por colgar en streaming algunas producciones, y que retiraran otras o les impidieran emitirlas, así que optaron por pasar a la ofensiva.

¿Cuándo sabremos si el experimento ha salido bien? No es fácil adivinarlo. La ventaja para el espectador que tiene la disponibilidad de todos los capítulos es que puede verlos cuando quiera, y habrá quien los maratonee en un fin de semana, quien se los distribuya a lo largo de dos, quien decida ver uno a la semana (como si se viera de modo convencional) y quien los aparque hasta dentro de unos meses. Esta es la verdadera revolución de la televisión en los últimos años, el cambio que ha vivido el modo de verla, y en Netflix esperan que ese cambio les sea beneficioso. En la revista "Time" explicaban su estrategia diciendo que "Netflix está haciendo varias grandes apuestas al mismo tiempo: que a la gente que paga ocho dólares al mes para ver series viejas y películas le interesa el contenido nuevo; que las nuevas series le ayudarán a ampliar su base de suscriptores, y que un drama de una hora no necesita el suspense semanal, la especulación y la promoción mediática entre capítulos para entrar en la consciencia de la cultura popular". ¿Será realmente Netflix una amenaza para HBO?

05 febrero 2013

Hablar mucho para no decir nada

Es ya algo aceptado en la televisión estadounidense que hay dos guionistas cuyas series siempre van a destacar por una circunstancia muy clara; la velocidad de sus diálogos. Tanto Aaron Sorkin como Amy Sherman-Palladino, cada uno en sus estilos y sus intereses, pueblan sus series de personajes que hablan como si las ideas pelearan por salir de su cerebro todas al mismo tiempo, pero el propósito de esa verborrea no es siempre el mismo. En "The newsroom", por ejemplo, todos hablan así de rápido porque son todos muy listos y con egos muy saneados, y no pueden perder ni un minuto en discusiones que no sean importantes. Sin embargo, en "Bunheads", esa incontinencia verbal tiene otro objetivo, uno defensivo y más del estilo de los deflectores de la USS Enterprise; el de impedir que la conversación entre en un tema del que los personajes no quieren hablar.

No recuerdo en qué web estadounidense lo leí (igual fue "Salon"), y lo cierto es que, al ver después los nuevos capítulos de la serie en ABC Family, resultó ser un comentario muy acertado. Michelle es la que más utiliza esta táctica, teniendo en cuenta que cuando las cosas se pusieron realmente mal para ella en Paradise, su solución fue salir corriendo (y acabar trabajando para un mago del tres al cuarto en un pueblo cerca de Las Vegas), y hace un par de semanas ya vimos otro ejemplo de su dificultad para lidiar con sentimientos complicados cuando se encontró a una triste Sasha en la puerta de la academia de baile. La melancolía y sensación de derrota que subyacen debajo de las referencias a mil por hora y las absurdeces varias con que Michelle deleita a todo el mundo son parte de lo que la convierten en un personaje realmente interesante, y diferente de Lorelai Gilmore, en la que es inevitable no pensar cuando Michelle anda mencionando a Katniss o al contable de Lucky Luciano y Bugsy Siegel.

Con "Bunheads" ha ocurrido algo curioso, y es que he terminado haciéndome mucho más fan de Melanie y Ginny, la bailarina alta y la rubia (el clon de Megah Hilty, para entendernos), que tienen entre ellas unas conversaciones que suelen ser bastante divertidas, aunque casi siempre intrascendentes. Melanie, sobre todo, ha derivado a un personaje que funciona bien con prácticamente cualquiera de los otros habitantes de Paradise, con esa seriedad con la que dice todo y ese modo de, repente, hacer cosas inesperadas sin saber muy bien por qué. Además, confieso que me hacen gracia esos dos hermanos que saben hacer de todo que han llegado nuevos al instituto, sobre todo porque la sorpresa indignada de las cuatro chicas resulta simpática. Pero, como decíamos al principio, es esa táctica de hablar sin parar para evitar que te pregunten por cosas que duelen, y de las que no quieres hablar, lo más interesante de "Bunheads".

04 febrero 2013

Los grandes éxitos de Jenna Maroney

No iba a comentar nada sobre el final de "30 Rock" porque ya lo hice para "¡Vaya Tele!", pero teniendo en cuenta lo que me he divertido con esa serie, tampoco está mal que le hagamos un último homenaje centrado, esta vez, en todos los momentos musicales y absurdos que han hecho. Cuando el personaje de Jenna pasó de estar interpretado por Rachel Dratch en el primer piloto a Jane Krakowski, Tina Fey y compañía decidieron que iban a aprovechar todo lo posible la experiencia en los musicales de Broadway de Krakowski (que tiene un Tony a la mejor secundaria por "Nine"), así que transformaron a Jenna en una actriz/cantante cada vez más egocéntrica y narcisista capaz de cantar lo que fuera y en cualquier momento con tal de llamar la atención. Hay que reconocerle a Krakowski su voluntad por lanzarse de cabeza a todas las locuras de Jenna (una voluntad que ya hizo de Elaine una de las mejores cosas de "Ally McBeal"), sobre todo cuando implicaban canciones.



Evidentemente, Krakowski cantó la sintonía de la serie en los dos capítulos en directo que tuvieron (uno compartido por Cheyenne Jackson, otro veterano de Broadway), cada vez con letras diferentes adaptadas para la ocasión. El vídeo de arriba, correspondiente al último, dice algo así como "desde NYC, donde los liberales quieren destruir América". Hay que darle puntos extra en este aspecto al supervisor musical y compositor de la música de "30 Rock", Jeff Richmond, a la sazón marido de Tina Fey. La lista de "greatest hits" de Jenna empezó en la primera temporada con aquel éxito en Israel llamado "Muffin top", la primera de las absurdas canciones que han aparecido por la serie a lo largo de sus siete temporadas. Se convirtió en algo tan definitorio de la serie, que Krakowski la cantó en la ceremonia de entrega del premio Mark Twain de humor a la propia Fey.



Otra constante de "30 Rock" era su parodia constante de la NBC y sus intentos por conseguir mayor audiencia. Especialmente, se rieron bastante de su parrilla deportiva (aunque tienen "Sunday Night Football") durante los años en los que retransmitían los Juegos Olímpicos, y de ahí ese anuncio de "Tennis night in America" como si fuera el deporte estrella de la cadena. Jenna también tuvo que imitar a Michael McDonald y hasta cantó a cámara sus verdaderas intenciones hacia Liz en la última temporada. Aunque de todas las imitaciones y parodias, la de Janis Joplin se lleva la palma.



Lo que facilitó Jenna, desde luego, es que "30 Rock" se sacara de la manga sendas parodias de la moda de transformar viejas películas en musicales que eran realmente geniales. Una era "Mystic Pizza: The musical", y la otra era esa canción del ficticio musical de "The rural juror", con una letra totalmente sin sentido e incomprensible que "Vulture" logró transcribir, y que ponía la nota emocional y, al mismo tiempo, absurda del final de la serie. En el vídeo hay spoilers de ese final.



P.D.: Como era de esperar, el final definitivo de "30 Rock" es uno de nuestros temas en el nuevo programa de "Yo disparé a JR", entre estos otros:

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- 0': El anuncio del final de "Cómo conocí a vuestra madre"
- 12': "The Americans"
- 29': "Do no harm"
- 40': Final de "American Horror Story: Asylum"
- 53': La despedida de "30 Rock"
- 64': Capítulo 1x03 de "Utopia"