30 enero 2015

No hay Emmys para "Juego de tronos"

Los caminos de los premios son inescrutables. Intentar predecir qué serie va a ganar el próximo Emmy puede ser más complicado que adivinar si James Harden se llevará el próximo MVP de la NBA. Al fin y al cabo, con Harden hay estadísticas de todos sus partidos que pueden ayudarnos a ver si su rendimiento ha mejorado a lo largo de la temporada, la importancia que tiene en su equipo; en los Emmy todo depende de la percepción que los académicos tengan de una serie y de sus gustos personales. Esto viene un poco a cuento por un curioso artículo que Marabílias publica sobre las razones por las que "Juego de tronos", a pesar de ser un fenómeno mundial, no ha ganado más que premios técnicos y para Peter Dinklage (su Globo de Oro y su Emmy fueron ambos por la primera temporada). Sí, consigue arrasar en categorías técnicas y entra en las candidatas a mejor drama, hasta Emilia Clarke y Lena Headey han conseguido ser nominadas a mejor secundaria, pero cuando llega la gala principal, la serie se queda como mera comparsa de las "Mad Men", "Homeland" y "Breaking Bad" de turno.

En el artículo que comentamos, justo intentan enfocar el asunto desde la óptica numérica y analizando a sus rivales en cada una de las cuatro ediciones de los Emmy en las que aspiraba a ser el mejor drama del año. Intentar averiguar si había candidatas "mejores" que ella, lo que nos hace meternos en aguas pantanosas enseguida. La calidad no es, paradójicamente, el factor principal por el que se entrega un galardón. ¿Habría ganado "Breaking Bad" sus dos Emmys consecutivos si no hubiera experimentado una impresionante explosión en cuanto a número de espectadores y visibilidad durante la emisión en dos partes de su última temporada? ¿Habría desbancado "Homeland" a "Mad Men" si no hubiera sido por la obsesión con la que Hollywood recibió su debut? Sin embargo, y como bien se apunta también, "Juego de tronos" tiene a su favor la calidad, la popularidad y el marchamo HBO. ¿Qué está pasando entonces?

Puede haber varios factores que entren en juego. Uno es el género al que se adscribe la serie. Por mucho que se hable de sus referencias en la historia medieval inglesa, y de que el centro de la trama sean luchas por el poder, por subir al trono y mantenerse ahí, sigue siendo una serie de fantasía. Tanto los libros como su adaptación a televisión introducen los elementos fantásticos poco a poco, pero aquí hay dragones, sacerdotisas que ven visiones en el fuego, no-muertos helados y cuervos de tres ojos. Y el género nunca ha sido del gusto de los premios, por muy fenómeno que sea. "The Walking Dead" nunca contará para los Emmy, por muchos récords de audiencia que bata por el camino. Y siempre quedará la duda de si "Battlestar Galactica" habría sido más reconocida en ese aspecto si, en lugar de Syfy, la hubiera emitido HBO. Aunque ahí puede estar también otro de los problemas de "Juego de tronos", y es que HBO ya no es lo que era.

Tras el final de "Los Soprano", la todopoderosa cadena de cable premium perdió parte del tirón que tenía entre los críticos y entre los académicos. AMC y Showtime le robaron el foco de atención primero, y el factor cool se trasladó después a Netflix (aunque haya sido Amazon la primera en ganar premios importantes con "Transparent"). La competencia es tan dura para HBO, que en los pasados Globos de Oro vio cómo el premio a mejor drama se lo llevaba "The Affair", cuando a priori era un año para que "Juego de tronos" tuviera verdaderas opciones (y "The good wife", pero es harina de otro costal). Y tampoco hay que descartar que en una serie que puede ser bastante compleja de seguir, con multitud de personajes y localizaciones, y que no tiene ningún actor realmente famoso al frente, no hay una estrella que lidere su reparto, como ocurre con Kevin Spacey en "House of Cards", por ejemplo. Hay veces que ni ser una buena serie ni ser extremadamente popular sirven de cara a los Emmy. No si los académicos piensan que no eres más que una frikada glorificada con la que hay hacer demasiado esfuerzo para ir al día.

29 enero 2015

El experimento de 'Birdman'

Cuando a un director le da por incluir un tour de force técnico en alguna película, siempre existe el riesgo de que la cinta no sea más que el truco formal, que no haya nada que sustente el experimento. Y las reticencias pueden hacerse todavía mayores cuando dicha película se rueda toda en un largo plano secuencia, o en una serie de planos secuencias. Ha habido bastantes títulos en la historia del cine que se han servido de ese truco, desde "La soga" y su teatralidad hasta "El arca rusa" y su repaso por la historia de Rusia a través de una toma continuada, y todas presentan cierto grado de ambición. La última en llegar a este grupo es "Birdman", la cinta de Alejandro González Iñárritu que recupera la energía que el director mexicano imprimía a sus películas (y que fue perdiendo progresivamente hasta "Biutiful" y su terrorismo emocional) y que podría ser un experimento pretencioso y de moderneo si no fuera porque, precisamente, el largo plano secuencia (y falso) está al servicio de la historia.

Ésa no es otra que la del colapso mental de Reagan, un actor en horas bajas que se hizo famoso gracias a un superhéroe llamado Birdman, y que ahora quiere recuperar el prestigio y la atención montando una obra de teatro sobre Raymond Carver en Broadway. Pero la presión por ser un éxito, por demostrar a los críticos teatrales que no es otra estrella de Hollywood que busca la pátina de "seriedad" que dan las tablas neoyorquinas y por probarse a sí mismo que no está acabado, empujan a Reagan al borde del precipicio. uno en el que, a lo mejor, tiene demasiado interiorizado al Hombre Pájaro. Las tomas continuas siguiendo a los actores por el teatro y por las calles de Nueva York, más el impulso constante de la batería de Antonio Sánchez, nos mete de lleno en la inestable mente de Reagan, nos ayuda a que veamos el mundo a través de sus ojos.

Así, "Birdman" contiene dentro de ella un par de películas diferentes; una sobre los entresijos teatrales y otra que es la cinta de superhéroes que el personaje de Michael Keaton tiene dentro de su cabeza, y las dos funcionan a la perfección (las tres, si contamos la historia de Reagan con su hija). Por lo que todos los implicados han contado, el rodaje no debió ser especialmente fácil, con los actores teniendo que interpretar largas secuencias de ocho o diez minutos en las que la cámara se movía a su alrededor y se ponía delante de sus caras, y si se equivocaban tenían que empezar de nuevo. La conjunción técnica y creativa resulta perfecta, y el ritmo de toda la película, más su peculiar humor y sus toques metarreferenciales (no sólo sobre el pasado como Batman de Keaton) te llevan hasta el final sin que te dés cuenta.

28 enero 2015

El tirón de la Super Bowl

La Super Bowl es el evento televisivo más importante en Estados Unidos, lo suficientemente importante para que las cadenas se repartan su retransmisión cada año. Los casi cien millones de espectadores que la final de la NFL puede congregar frente al televisor son un activo demasiado goloso para que los canales los dejen pasar, así que, desde hace ya unas cuantas décadas, intentan aprovechar el tirón del partido para promocionar alguna de sus series de la temporada. Una práctica bastante habitual era, por ejemplo, emitir el primer episodio de alguna de ellas en el deseado horario post-Super Bowl, una táctica que se siguió con “Aquellos maravillosos años”, “Homicidio” y otras series para las que aquel escaparate no fue de ninguna ayuda a la hora de llamar la atención de la audiencia. También se siguió esta estrategia con programas como “Jimmy Kimmel Live!” y, más recientemente, “Undercover Boss” y “The Voice”, y la noción que se tenía de este hueco es que era el más prestigioso que se podía dar a una serie.

Se consideraba que las cadenas lo utilizaban para subir la audiencia de títulos en los que tenían confianza, títulos que podían emplear la Super Bowl como trampolín hacia el éxito masivo. A “Anatomía de Grey”, desde luego, ese empujón le vino muy bien, pero lo cierto es que no es una estrategia que funcione de verdad. O, al menos, no funciona igual para todas las series, y ya no es tan efectiva desde hace unos años. La serie que se emite después de la Super Bowl puede tener una exposición a la audiencia exponencialmente más grande que en su horario habitual, pero eso no garantiza que los espectadores vayan a ver el siguiente episodio. El caso reciente más claro lo vimos el año pasado con “New Girl”; su audiencia semanal apenas varió después de tener a Prince dando lustre a su episodio post-Super Bowl. Continuó siendo igual de pequeña.

En realidad, en la actualidad, el Partido por antonomasia en Estados Unidos sólo sirve para consolidar series que ya son un éxito. “Anatomía de Grey”, por ejemplo, ya estaba funcionando bien antes de emitirse en ese escaparate, y “Friends”, “Alias” y “Expediente X” se programaron como lead-outs cuando estaban, respectivamente, en la segunda (las dos primeras) y la cuarta temporadas, y cuando FOX utilizó la Super Bowl para lanzar “Padre de familia” y “American dad”, les puso a ambas series como paraguas capítulos especiales de “Los Simpsons”. Una serie que tenga un seguimiento muy escaso no va a verse especialmente beneficiada por el tirón de la NFL. Y hasta títulos que están yendo bien, como “Elementary”, tampoco consiguen aprovecharlo. Así que, en esa tesitura, lo que se busca es consolidar los éxitos, que es lo que NBC pretende este año con “The Blacklist”.

Es de los pocos éxitos de la temporada pasada que están manteniendo buenas cifras de audiencia en su segundo año en antena (el desplome de “Sleepy Hollow” es digno de estudio), y lo que la cadena confía es que la Super Bowl no sólo la acerque a un público todavía más amplio, sino que la mayoría de ese público la acompañe a su nuevo horario de los jueves, donde la competencia de las series de Shonda Rhimes en ABC da pánico. El perfil de la audiencia de “The Blacklist”, en teoría, le permite competir por un sector un poco diferente del que ve “Scandal”, pero nunca se sabe cómo funcionará un cambio de día después de casi tres meses fuera de la programación. La ventaja es que “The Blacklist” no es demasiado serializada y puede resultar más fácil que nuevos espectadores se suban al carro en el ecuador de la temporada. O eso es lo que espera NBC.

27 enero 2015

Lo real y lo verosímil

“El primer deber de la ficción es con el drama, no con los hechos”. Es una de las frases que se leen en un artículo que The Guardian publicó hace unos días sobre las críticas que se están haciendo en el Reino Unido a la segunda temporada de “Broadchurch”. La serie, que cuenta ahora el juicio por el asesinato de Danny Lattimer y las ramificaciones que éste tiene para todos los implicados, se está viendo sometida al mismo nivel de escrutinio con el que el público y los medios británicos se dedican últimamente a analizarlo todo, desde “Homeland” a “Downton Abbey” o “Call the midwife”, y que se resume en un “busquemos defectos”. Pero no defectos que vengan directamente de la serie, sino externos a ella, detalles que no se ajustan a la realidad y que no son verdad. Pongamos por caso a la misma “Broadchurch”; en lugar de criticar, por ejemplo, que las dos tramas que se manejan en estos capítulos están canibalizando lo que en teoría era la columna vertebral de la serie (la interacción de los personajes de esa comunidad), se dedican a apuntar que tal testigo nunca sería llamado a declarar en la vida real, o que nunca se harían esas preguntas. Como dicen en The Guardian, tal vez no, pero también es posible que, entonces, la realidad fuera demasiado aburrida.

Es muy curiosa la confusión que suele haber entre lo realista y lo verosímil. Aunque lo parezca , no son sinónimos; una obra de ficción debe regirse por la verosimilitud, por mostrar cosas que, dentro de su lógica interna, tengan la apariencia de verdad. Y esas cosas no tienen por qué ser realistas. Lo que tienen que hacer es ser verdad dramáticamente, tener un sentido dentro de la ficción. Todos sabemos que una antropóloga forense como Temperance Brennan no acompañaría a un agente del FBI como Booth a interrogar sospechosos, pero si en la ficción no lo hace, “Bones” pierde el drama, pierde lo que puede darle interés. Un análisis de ADN no tarda horas, sino días. ¿Quién quiere ver un capítulo de “CSI” en el que estén simplemente matando el tiempo hasta que lleguen los resultados?

Aquí entra el espinoso tema de las licencias dramáticas, la kryptonita de cualquier película con aspiraciones al Oscar que cuente un hecho histórico. ¿Hasta dónde puede uno tergiversar la realidad para que salga una mejor película, o una mejor serie? Evidentemente, no todo es legítimo, pero tampoco hay que ser unos talibanes del rigor con los hechos (a no ser que sea un documental, en ese caso las reglas del juego son otras). Volviendo a “Broadchurch”, la trama de Hardy intentando resolver el caso de Sandbrook puede hacer aguas por la cabezonería y cerrazón mental del detective, pero no porque “un policía en la vida real nunca haría eso”. Tal y como hemos visto actuar anteriormente a Hardy, las cosas que hace son perfectamente verosímiles, aunque no sean realistas. De hecho, The Guardian da en el clavo de los problemas que pueden tener estos nuevos capítulos al apuntar que está apartándose de la radiografía de la comunidad, de las interacciones entre los personajes (donde sigue funcionando bastante bien), a favor de giros de guión y revelaciones sorprendentes.

De hecho, Beth, la madre de Danny, puede ejemplificar perfectamente todo esto que estamos comentando. Su reacción ante Ellie puede ser muy realista y muy coherente con lo que debe sentir una madre en su situación; dramáticamente, empieza a resultar irritante y sumamente cargante, y nos pone muy difícil que la entendamos. Ficción y realidad operan bajo diferentes normas.

26 enero 2015

Contra el Imperio Galáctico

¿Puede nombrarse 2015 como “el año Star Wars”? El estreno para diciembre de la séptima película de la saga, “The Force awakens”, e inicio de una nueva trilogía, ha vuelto a desempolvar el interés por el mundo puesto en marcha por George Lucas en 1977. No hay más que pasarse por una tienda de cómics o de memorabilia variada de la cultura pop para comprobar cómo los cascos de Darth Vader y  C3-PO, los muñecos de R2-D2 y los Lego del Halcón Milenario han vuelto a los escaparates diez años después de “La venganza de los Sith”, la última cinta de la saga estrenada hasta el momento. La compra de Lucasfilm por parte de Disney levantó muchas preguntas sobre cuánto tardaría el gigante mediático en empezar a exprimir a los Jedi, y aunque de la nueva película sólo se ha visto hasta ahora un tráiler, donde ha empezado a verse la sinergia empresarial es en televisión.

No, por desgracia no es aquella serie de acción real que, en teoría, Lucas estuvo años desarrollando sin tener una cadena que se interesara por ella, sino una animación que busca seguir el éxito que tuvo en su momento “The Clone Wars”, una serie de Cartoon Network que mostraba los eventos entre “El ataque de los clones” y “La venganza de los Sith”. La historia de la emisión de esa serie es un poco complicada (se vio en dos etapas, una en 2003 y otra a partir de 2008), pero basta saber que se ganó un nutrido grupo de fans por su voluntad por meterse en asuntos oscuros y complejos para un título de animación infantil. “The Clone Wars” fue cancelada el año pasado (Netflix se quedó con su sexta y última entrega) justo para que Disney retomara la marca y la ubicara en sus propios canales, en este caso, en Disney XD. El resultado es “Star Wars Rebels”, la primera muestra fehaciente de la integración de Lucasfilm en el entramado industrial del “tío Walt”, que ejerce de algún modo de puente entre los eventos del Episodio III y los del IV, que es la “La guerra de las galaxias” que lo inició todo.

Aquí seguimos a un chaval huérfano, Ezra, que entra en contacto por casualidad con la tripulación de la nave Ghost, una suerte de contrabandistas que podrían haber trabajado a las órdenes del capitán Malcolm Reynolds sin problema. Su líder es Kanan, y aunque sobreviven haciendo diversos trabajos para diversos tipos de moralidad dudosa, también se dedican a entorpecer las operaciones del Imperio Galáctico siempre que pueden, lo que les pone en el punto de mira del Agente Kallus y del malvado Inquisidor, un Sith dedicado al exterminio de toda la orden Jedi que vimos comenzar al final de “La venganza de los Sith”, y que está prácticamente completo para cuando empieza el Episodio IV. Por supuesto, Ezra descubrirá que tiene el potencial para ser alguien especial, y lo hará al mismo tiempo que asistimos al nacimiento de la Alianza Rebelde para la que después lucharán Luke, Leia y Han.

Hay unas cuantas cosas curiosas detrás de “Star Wars Rebels”. Una es que buena parte de los personajes y los entornos están basados en el arte conceptual original de Ralph McQuarrie, y la otra concierne a la trayectoria profesional de sus productores ejecutivos. Su creador es Simon Kinberg, guionista de “X-Men: Días del futuro pasado” y del próximo reboot de “Los Cuatro Fantásticos”,  y sus guionistas son veteranos de la animación de superhéroes y de “The Clone Wars”. Realmente, aunque la serie se vendió como una versión más ligera de ésta última, “Star Wars Rebels” se mete en aguas procelosas con tramas como la de la persecución de los Jedis a cargo del Inquisidor. Su grupo de protagonistas tarda un poco en coger forma, con Ezra atascado a veces en el papel del adolescente arrogante y pesado y sin que terminemos de ver qué tienen Kanan y los demás de especial para que vayamos a seguirlos todas las semanas. Pero con el paso de los capítulos (he visto cinco), el retrato de todos se va haciendo más claro y su dinámica empieza a ser mucho más entretenida. El eslabón débil más claro es Chopper, el pseudo R2-D2 que bordea peligrosamente el terreno de Jar-Jar Binks, pero en maleducado.


Es curioso que “Star Wars Rebels” pueda ser el primer contacto con este universo de algunos espectadores, porque da la sensación de que si no se ha visto la trilogía original (con la que comparte el tono de sus aventuras, más o menos) no se puede comprender bien qué está pasando ahí. Las conversaciones sobre la Fuerza, sobre los actos todavía aislados de rebelión contra el Imperio o los pequeños cameos de gente como el senador Bail Organa (padre adoptivo de Leia, recordemos), C3-PO, Obi-Wan Kenobi o el mismo Vader van dirigidos al público que ya está familiarizado con el universo de Star Wars. Los paralelismos entre Ezra y Luke Skywalker son demasiado claros para obviarlos, por ejemplo, aunque Kanan está bastante lejos de ser Obi-Wan. Disney XD ya ha renovado “Star Wars Rebels” por una segunda temporada, seguramente confiando en que el Episodio VII será un exitazo, pero lo cierto es que la serie tiene interés por sus propios méritos.

25 enero 2015

El príncipe de Cromwell

En BBC, casi todos los años suele haber una serie "de prestigio", una adaptación literaria de algún autor muy estimado y cuya obra es muy celebrada. Esa serie, o miniserie, puede ser "Parade's end", hace unos años, o "Wolf Hall", opción de calidad de este 2015 que, además, ha sido el mejor estreno de BBC Two desde hace una década, con casi cuatro millones de espectadores. Puede parecer extraño que un título protagonizado por Damian Lewis, sí, pero también por un actor tan asociado al teatro como Mark Rylance haya atraído tanta curiosidad del público, pero hay que tener en cuenta que las dos novelas de Hilary Mantel en las que se basa han tenido bastante éxito en el Reino Unido (la tercera de la trilogía se publica este año). No sólo eso sino que, además, hasta han sido trasladadas al teatro antes que al cine o a televisión.

Lo que todo esto quiere decir es que, aunque Enrique VIII sea una figura muy importante en la serie, esto no es "Los Tudor". En el primer capítulo se habla de sexo y de consumaciones matrimoniales, pero piel se ve muy poca, si descontamos los escotes de Ana Bolena y sus doncellas. Lo que más se trata son las intrigas políticas dentro de la Corte de Enrique y, sobre todo, alrededor del cardenal Wolseley y su asesor, Thomas Cromwell, encargados de interceder ante el Papa para pedir la nulidad del matrimonio del rey con Catalina de Aragón, que no le había dado ningún heredero varón. Las complicaciones que se derivan de esa petición, más las guerras constantes entre las potencias europeas de la época, más la ambición de Enrique y, sobre todo, de sus consejeros termina llevando a la ruptura de Inglaterra con la Iglesia de Roma y al nacimiento del anglicanismo.

Dicho así, puede parecer un tema un poco árido para conseguir una serie interesante y que no aburra sin tener a Jonathan Rhys-Meyers en plan perdonavidas, pero lo curioso del primer episodio de "Wolf Hall" es que lo consigue. El protagonista de la historia es Thomas Cromwell, principal artífice de la Reforma en Inglaterra y futuro asesor de Enrique VIII, del que vemos cómo empieza estando justo en el bando contrario a los intereses del rey. Vamos a asistir a su ascenso y caída dentro de la Corte, como es uno de los impulsores de esa Reforma religiosa que buscaba corregir todos los peores defectos de la Iglesia católica, y como el favor del rey es tan fácil de ganar como de perder. Rylance tiene una gran presencia como Cromwell y lo convierte en un personaje inteligente e interesante, del que puede resultar entretenido seguir sus evoluciones en un lugar tan lleno de trampas como aquel Londres de 1529.

Música de la semana: Los Arctic Monkeys suenan últimamente en bastantes series estadounidenses. Una de las últimas fue "Gotham", en la que su "R U mine?" sonaba en el interrogatorio de Jim Gordon a los internos de Arkham.

23 enero 2015

El ascenso de Black Canary

ALERTA SPOILERS: ¿Ya sabéis qué le pasa a Oliver y al resto de su equipo después de verse las caras con Ras' al Ghul en "Arrow"? Si es así, podéis continuar.

Desde que "Arrow" empezó en The CW, hace tres temporadas, los fans del cómic no dejaban de recordar al resto de espectadores que Laurel Lance era Black Canary, y se preguntaban cuándo se convertiría en ella. En aquellos capítulos iniciales era la ex novia de Oliver, su interés amoroso principal y el tercer lado del triángulo que formaban el héroe, ella y su amigo Tommy. Sin embargo, la introducción de Felicity, y la divertida química que desarrolló enseguida con Oliver y Diggle, secuestró en gran parte las tramas que parecía que iba a tener Laurel. Ya hemos comentado en otras ocasiones que la señorita Smoak no sólo se quedó los mejores one liners, sino que fue la que acabó teniendo tensión romántica con Oliver, así que el personaje tenía que ser recalibrado.

La aparición de su hermana Sara como la Canary original, ya en la segunda temporada, aún la dejó en una posición más secundaria. Katie Cassidy, su intérprete, ha afirmado en varias entrevistas que los guionistas le comentaron durante el rodaje del piloto que acabaría siendo Black Canary en el futuro cercano de la serie, pero que primero tendría que vivir su propia historia de origen antes de vestir el cuero negro, la peluca rubia y utilizar el bastón mortífero de Sara. Esa historia ha necesitado tres temporadas, el asesinato de su hermana y la creencia de que Oliver está muerto, pero finalmente Laurel tiene un rol de cierto peso en la serie. Otra cosa es que vaya a resultar interesante de ver. En Vulture apuntaban que "Arrow" no nos pone nada fácil que la apoyemos, y no sólo por las reticencias que podamos tener ante el trabajo de Cassidy. Laurel ha estado vagando sin demasiado rumbo hasta ahora, y aunque su proceso a lo Kick-Ass para convertirse en justiciera puede ser entretenido, de momento no parece que emocione demasiado a los fans.

Una cosa sí hay que comentar de ese "Left behind" con el que "Arrow" ha vuelto de su parón invernal, y es lo bien manejada que está la reacción de Felicity a la incertidumbre sobre el destino de Oliver. De hecho, el mejor momento de Laurel es ése en el que les dice a Diggle y Roy que les promete que Oliver va a volver, y lo hace mirando directamente a Felicity. Esas dos deberían compartir escenas y tramas más a menudo, porque es probable que sea bastante beneficioso para Laurel. Realmente, la ausencia del señor Queen puede venir bien a todo el equipo. Y puede hacer maravillas para Thea si saben cómo utilizarla, porque después de la revelación de que ella mató a Sara bajo los efectos de una droga administrada por Malcolm Merlyn, ha vuelto a quedarse en el limbo.

22 enero 2015

Creciendo con Harry

Hay un concepto muy curioso alrededor de algunas formas de entretenimiento que es el de crecer con algo. Ese algo puede ser una serie (de televisión o de películas) o una saga literaria, pero es algo que te acompañó durante parte de tu infancia y adolescencia, hasta que llegó al final o te volviste demasiado mayor (y aburrido) para seguir disfrutándolo igual. También puede ser un grupo de música, cómics de superhéroes y hasta “Hannah Montana”, y no tienen por qué ser necesariamente productos orientados al público infantil y juvenil. En su crítica sobre “The legend of Korra” (sí, lo siento, tenía que salir otra vez), Crítico en serie hablaba sobre lo que debía haber sido ver “Avatar: The last airbender” siendo un niño de, pongamos, ocho años en 2005, seguirla durante tres temporadas y después, ya con 15 en 2012, ponerse a ver su continuación hasta que, cuando ésta alcanza su final, has cumplido 17. Es un largo viaje para compartir con Aang y Korra, y un viaje que ambas series van haciendo contigo. El tono de las dos es diferente porque sus creadores asumen que el público se ha hecho algo más mayor, y hasta los temas que se tratan de una temporada a otra se vuelven más maduros justo por la misma razón.

Probablemente, algo parecido tuvo que pasar con los fans de “Buffy, la cazavampiros” que se asomaran a ella siendo igualmente adolescentes, y que la terminaran ya con sus carreras universitarias terminadas. Puede aplicarse incluso a “Veronica Mars” y su regreso de entre los muertos el año pasado; cuando vimos aquellas primeras tres temporadas en televisión (o en el ordenador) podíamos ser veinteañeros todavía con la experiencia de la universidad (y hasta del instituto) relativamente reciente. Para cuando se estrenó la película, pasar de los 30 nos daba otra perspectiva del mundo, y Veronica maduró con nosotros. No puede desestimarse la importancia que una experiencia así tiene en el fan. La serie se convierte en parte inseparable de tu vida y de tus recuerdos pasados, como las discusiones en el instituto de los martes por la mañana sobre el último capítulo de “Expediente X”.

Probablemente, una de las últimas sagas que más ha aprovechado ese seguimiento a lo largo de años sea la de Harry Potter y, especialmente, más los libros que las películas. Una cosa que J.K. Rowling supo hacer bastante bien es volver las tramas y los conflictos más adultos y oscuros conforme no sólo Harry crece, sino que también sus lectores van creciendo con él. Entre “La piedra filosofal” y “Las reliquias de la muerte” pasaron doce años (de 1995 a 2007), y el transcurso de ese tiempo se trasladó a los libros. Los villanos a los que Harry tenía que enfrentarse, y las experiencias vitales que tenía que navegar, son muy diferentes del primer tomo al último, incluso aunque en todos sea Lord Voldemort el malo malísimo y se nos recuerde que asesinó a los padres de Harry. Es un aspecto de las novelas de Rowling que las películas nunca lograron replicar del todo, aunque siguieran paralelamente la maduración de la historia y de sus personajes.

21 enero 2015

Visibles

Una de las maneras en las que un colectivo empieza a salir de la marginación social es a través de la visibilidad. Esto no sólo hace referencia a que sus líderes convoquen manifestaciones o llamen la atención en los periódicos sobre sus problemas, sino a que dicho colectivo consiga una representación en la cultura popular, a que quienes pertenecen a él se vean en películas o series de televisión con ánimo de llegar al mayor público posible. Los debates y análisis sobre la diversidad en televisión que llevan meses protagonizando el discurso seriéfilo al otro lado del Atlántico hacen referencia en buena parte a esa visibilidad que los asiático-americanos, por ejemplo, pueden recibir gracias a una comedia como “Fresh off the boat”, visibilidad que puede ayudar a romper clichés y que, como ha demostrado “Empire”, puede demostrar que el público no-blanco también quiere verse en televisión.

La mayor diversidad racial en los repartos de las series es un tema que en Estados Unidos nunca se acaba, y está tan lleno de contradicciones, sutilezas y hasta pequeñas trampas, que comentarlo da para un blog dedicado exclusivamente a él. Sin embargo, el ejercicio de visibilidad más curioso que está dándose actualmente allí es el que se refiere a la orientación sexual. Vale, es cierto que series como “Queer as folk” y “The L Word” tenían una clara temática homosexual, pero ambas estaban emitidas por Showtime, una cadena de cable premium. Esa mayor visibilidad del colectivo LGTB (y, especialmente, de lesbianas y transexuales) se ha acrecentado en los últimos años en las networks y en programas orientados a un público más joven (y que no son sólo "Faking it"). En el blog Series de TV recuerdan hoy nueve títulos con protagonistas homosexuales, de “Ellen” y “Will y Grace” a “The new normal” y “Looking”, que apuntan a mediados de los 90 como el inicio, en parte, de esa mayor visibilidad progresiva. Pero el “movimiento”, como quien dice, se ha hecho bastante más notable en los últimos años.

Esa especie de respuesta a las series de prestigio protagonizadas por antihéroes que es tener títulos de misterio y aventuras, y comedias, centrados alrededor de mujeres quizás tenga parte de la culpa de esa amplitud de miras en la orientación sexual de los personajes. No estamos hablando sólo de “Orange is the new black”, aunque esa serie es un buen ejemplo de esa mayor representación de mujeres de todo tipo, extracción social, color de piel y gustos románticos. Esa famosa etiqueta de la “televisión de serie B”, de los títulos cuyas pretensiones no van más allá, en teoría, del entretenimiento inteligente de su audiencia, puede haber impulsado esta pequeña revolución que llega también a las mujeres heterosexuales y la presentación de sus deseos de una manera en la que no están supeditados al hombre (“The fall” y “Outlander” son los dos ejemplos que vienen enseguida a la mente).

Al animarse a poblar las series con mujeres, los guionistas se dedican también a crear personajes que no sean todos iguales, que den una variedad que permita a cada título tener su propia identidad. Si “Orphan Black” gira en torno a varios clones femeninos que se “sueltan” en medio de la sociedad convencional, y donde se intenta discernir hasta qué punto unas y otras evolucionan de modo diferente, es lógico que hubiera clones que prefieran a personas de su mismo sexo y otros que decidan cambiárselo. Si se busca una mayor representación de personajes femeninos, por fuerza tiene que haber lesbianas entre ellos, y este colectivo ha ido adquiriendo una visibilidad bastante notable recientemente en series tan mainstream como “Doctor Who”. La transexualidad está empezando a recorrer ese camino gracias, sobre todo, al enorme éxito de crítica de “Transparent”, pero todavía quedan “tabúes” en ese aspecto en la televisión estadounidense, como las parejas interraciales, heterosexuales incluidas. Por eso tantos críticos americanos le tienen bastante afecto a “The Fosters”.

20 enero 2015

Expediente X 3.0

Hace tiempo que la nostalgia es un gran negocio en todas las ramas de la industria del entretenimiento. No hace falta irse a un reestreno organizado por Phenomena Experience para darse cuenta de que hay un amplio sector de la población (que está por encima de los 25 años) que recuerda con cariño las películas, las series y las canciones que les gustaban cuando eran niños, y se gasta dinero en comprar las reediciones en DVD y las camisetas que Zara saca con Heidi o Vicky el vikingo. Quienes tienen edad para acordarse del cine y la tele de los 80 que idolatraban de pequeños están en posiciones de poder en la industria que les permiten recuperar aquellos títulos y animarse a hacer remakes y nuevas versiones, y aunque esa década continúa siendo la de la nostalgia por antonomasia en los últimos años, los 90 están empezando a sacar la cabeza en todo este negocio.

En el momento en el que se cumplen 20 años del lanzamiento del disco “Nevermind”, de Nirvana, ya queda claro que estamos listos para que el proceso de recuperación alcance a las ofertas del show business de aquellos años, y es en televisión donde parece que están tomándoselo más en serio. El anuncio de Showtime de producir nuevos episodios de “Twin Peaks” el año que viene es la confirmación más clara de esa vuelta a los 90 (aparte del regreso de las botas Doc Martens), y la tendencia aún podría ser mayor si FOX consigue resucitar de nuevo “Expediente X”. Los jefes de la cadena, Dana Walden y Gary Newman, apuntaron en la gira invernal de la TCA que, en su búsqueda de un éxito que saque al canal del pozo en el que anda metido, están planteándose no sólo continuar con “24” hasta sin Kiefer Sutherland, sino que están hablando con Chris Carter para que Fox Mulder y Dana Scully vuelvan a las pantallas.

Es una noticia bastante curiosa pero en absoluto inesperada. Desde el final de la serie, en 2002, siempre ha habido rumores sobre la posibilidad de que “Expediente X” continuara años más tarde. Es una serie que cuenta con un universo expandido de libros y cómics (IDW ha estado publicando así una décima temporada, al estilo de lo que han hecho “Buffy” y “Firefly”) y que produjo una segunda película en 2008, así que está claro que ni FOX ni sus responsables están tan cansados como para renegar por completo de ese universo. Hasta se ha llegado a hablar de un tercer filme, aunque el segundo no fue tan bien como para que alguien se planteara dar luz verde a otra continuación, y rumores de que podría haber un reboot sin David Duchovny y Gillian Anderson ha habido también unos cuantos a lo largo de los años.

Lo novedoso, sin embargo, es que Walden y Newman (que dirigían el estudio televisivo cuando “Expediente X” estaba en antena) afirman que lo que buscan es traer de vuelta a los tres principales involucrados, es decir, Carter, Duchovny y Anderson, sabiendo que eso sería el principal punto de venta para los fans. Eso sí, sería interesante saber qué tipo de “Expediente X” veríamos. La segunda película no convenció a nadie, en parte, porque la gente esperaba ver de nuevo aquellos “monstruos de la semana” de la época dorada de la serie, y no a unos Mulder y Scully que están en una situación vital derivada completamente del final. Que Mulder estuviera fuera del FBI y Scully trabajara como médico no era lo que los fans deseaban ver, probablemente. Sin embargo, y  como comentamos en el último podcast de Yo disparé a JR, una miniserie centrada en la Conspiración y en esa colonización alienígena de la Tierra que, teóricamente, tendría que haber llegado en 2012 podría ser interesante, aunque no sea mi parte favorita de “Expediente X”. Si la apuesta de Showtime por David Lynch y “Twin Peaks” funciona, trayendo de vuelta a Kyle MacLachlan y Sheryl Lee, más cadenas intentarán lo mismo que FOX está planteándose ahora.

19 enero 2015

La ciencia-ficción "vacía"

La ciencia-ficción puede hablar de los problemas del mundo actual mejor que un drama contemporáneo, pero no todas las obras de ciencia-ficción tienen por qué hacerlo. La semana pasada, aprovechando que se cumplían diez años del estreno de “33”, el primer episodio de la primera temporada de “Battlestar Galactica”, el blog Popwatch, de Entertainment Weekly, diseccionaba el estado del género en televisión en la actualidad, fijándose en la popularidad y la ambición temática de las series más destacadas. Apuntaba que, gracias a “The Walking Dead”, la televisión geek se había vuelto más mainstream que nunca, llegando a sectores del público que sólo se soñaba con alcanzar en 2005, pero que, al mismo tiempo, se había dejado por el camino los intentos de reflejar la sociedad actual.

Es cierto que buena parte de las series de ciencia-ficción y fantasía (y terror) actuales buscan más el entretenimiento y la diversión que otra cosa. “Sleepy Hollow” trazó al principio, a través del ajuste de Ichabod Crane al siglo XXI, algún que otro paralelismo entre los valores de la Revolución americana (muy influidos por los que llevarían a la Revolución Francesa) y los presentes en la sociedad actual de ese país, pero nunca fue algo que le interesara demasiado. Uno de los últimos estrenos de Syfy, la adaptación a televisión de “12 monos”, parece que va a dar más importancia a los científicos que se creen dioses (un tema que subyacía también en “Fringe”), pero aún está muy al principio para que sepamos si va a tratar ese tema como algo más que una conspiración malvada que el protagonista tiene que desactivar.

El artículo de Popwatch se queja de que no ha habido ninguna serie que se haya atrevido a seguir los pasos de “Battlestar Galactica” en cuanto a su interés por hacer que la audiencia se preguntara sobre la moralidad de utilizar terroristas suicidas, sobre los peligros del trabajo heredado, sobre lo que nos hace humanos y sobre si seríamos capaces de tomar las mismas decisiones difíciles que Laura Roslin y William Adama tomaban diariamente en la serie. Y aunque tiene parte de razón, también se olvida de algunos títulos que sí han estado haciéndolo desde que aquel programa terminó. El problema es que no son los que han ganado más popularidad. Está, por ejemplo, “Continuum” y cómo muestra el progresivo secuestro de las labores del estado por parte de las grandes multinacionales (todo encaminado a un futuro en el que Canadá está gobernada por un congreso corporativo). Es una serie de acción que en su país natal ha tenido cierto éxito, pero que fuera de allí no se ha visto demasiado (y que terminará en una cuarta temporada muy corta, de seis episodios).

Está también “The legend of Korra” con las alegorías políticas y sociales que sus villanos hacen (de esta serie ya hemos hablado suficiente en los últimos días), y está “Los 100” animándose a presentar a sus personajes con dilemas sobre si es necesario recortar libertades individuales, y hasta experimentar sobre humanos, por el bien de la mayoría. Atreverse a que los protagonistas se enfrenten a decisiones difíciles es uno de los caminos a seguir para que la ciencia-ficción empiece a reflejar algunas de la idiosincrasias éticas y morales de nuestro mundo. Por supuesto, está además “Person of interest”, su retrato de la vigilancia total de absolutamente todos nuestros movimientos y la creación de una inteligencia artificial de verdad inteligente y autoconsciente. Es cierto que no hay muchos ejemplos, y algunos sólo han intentado estas metáforas con cuentagotas (como “Defiance” y su trama de la enfermedad de los irathient), pero los hay. Lo que pasa es que el público, en general, responde menos ante ellos.

18 enero 2015

El viaje de Korra

En otras ocasiones en las que hemos hablado sobre el final de una serie, hemos recordado algo que las chicas de ByTheWay apuntaron cuando terminó "Battlestar Galactica", si no recuerdo mal: los finales no están para resolver nada, los finales están para despedirse. Sin embargo, los finales también están para que los arcos principales de la serie alcancen algún tipo de cierre, aunque no sea más que un punto y seguido que se prefiere no continuar. Generalmente, los finales de series que funcionan mejor son los que buscan que esos arcos que deben resolverse sean los de los viajes de sus personajes. Un título como "Friday Night Lights" puede tenerlo más "fácil" en ese aspecto que otro como "Perdidos", pero la clave para un último episodio satisfactorio está, a mi humilde entender, ahí en gran parte; tiene que conseguir que el trayecto vital de sus protagonistas alcance una conclusión coherente, que ofrezca algo más que el mero "he derrotado al malo y me llevo a la chica".

Cuando terminó "The legend of Korra" hace un mes en Nickelodeon, el rincón televisivo estadounidense de Internet explotó como si fuera la superarma de Kuvira. La última escena de una serie de un canal considerado el infantil por antonomasia (con permiso de Disney Channel) conseguía ser comentada no sólo en los lugares que tradicionalmente siguen series de animación con componentes de aventuras y fantasía (IGN e io9 han dedicado innumerables entradas a la serie durante los tres años que ha estado en antena), sino que saltó hasta a las webs más mainstream, como si dijéramos, como las de Vanity Fair, Entertainment Weekly, TV Line o hasta Forbes, The Wall Street Journal y CBS. El revuelo organizado por esos tres últimos minutos le dio una enorme exposición mediática a "The legend of Korra", exposición que puede animar a quienes no son consumidores habituales de animación infantil-juvenil a darle una oportunidad (culpable).

¿Pero a qué vino todo ese revuelo? En parte, viene por la manera en la que Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko han estructurado y desarrollado las cuatro temporadas de su serie. En todas hay claras alegorías y metáforas sobre temas políticos y sociales que no son habituales en animación para pre-adolescentes. La villana del libro 4, sin ir más lejos, tiene un ascenso al poder absoluto con unas claras connotaciones hitlerianas hasta en su deseo por desarrollar la bomba atómica, y el malo del libro 1 tiene un discurso sobre la igualdad y los privilegios de clase que es muy interesante. Sin embargo, lo que importa en la serie es el "viaje del héroe" que emprende Korra no sólo para ser el mejor Avatar y llevar el equilibrio al mundo, sino para convertirse en una persona completa y realizada, en alguien que tiene compasión y empatía por los demás, que lucha contra las injusticias y que es capaz de sacrificarse por un bien mayor que ella.

(En los siguientes dos párrafos va a haber spoilers sobre las dos últimas temporadas de la serie. No son demasiado importantes, pero si sois especialmente sensibles a ellos, mejor no continuéis leyendo).

En ese aspecto, el final del libro 3 y todo el libro 4 presentan una exploración sumamente interesante sobre el proceso de redescubrimiento de sí misma de Korra. Cerrar la tercera temporada con un plano de la heroína de la serie en una silla de ruedas, y con una lágrima cayendo por su mejilla, es bastante impactante, y abrir la siguiente entrega con un salto de tres años al futuro, y con Korra hundida en un estado de estrés postraumático (no muy diferente del de Katniss Everdeen, por cierto), ayuda a establecer claramente cuál es el tema de "The legend of Korra", que está ahí, bien explícito en su título. Ella es la serie; su evolución desde una adolescente impulsiva y algo ignorante de los problemas del resto del mundo, a la persona comprometida y más reflexiva del final. Se puede decir que esas dos últimas entregas se vuelven un poco más oscuras porque tocan temas más serios, pero lo hacen de un modo bastante adecuado a un título infantil, como mostrar el trauma de Korra a través de una representación externa de su versión en su punto más bajo.

Korra sólo consigue derrotar a Kuvira y salvar el mundo cuando se acepta a sí misma. Es en ese momento cuando logra desplegar todo su poder y cuando las inspiraciones orientales de la serie quedan, si cabe, más evidentes. Pero todo esto no habría hecho que "The legend of Korra" dominara de tal manera la conversación interneteril en fechas de listas de lo mejor del año si no fuera por esa última escena (con una música preciosa, por cierto) en la que el viaje tradicional del héroe se completa y la heroína de la serie se lleva a la chica. Que la relación entre Korra y Asami estaba volviéndose muy estrecha se empezaba a notar al principio del libro 3, y para cuando la trama final del libro 4 echó a rodar, los shippers de la pareja estaban totalmente revolucionados. Los propios creadores confirmaron, días después de la emisión del último episodio, que "Korrasami era canon" y que era una relación que se habían pasado 26 episodios cuidando y haciendo evolucionar hasta esa última mirada, cogidas de la mano, en el umbral del Portal de los Espíritus. Recordemos que para un canal como Nickelodeon (esto no es Cartoon Network con su bloque Adult Swim), esa escena es un paso realmente destacable.

(Estupendo, ya podéis regresar, si queréis saber qué pinta Yoda en "The legend of Korra")

Para que esta entrada no se vuelva todavía más larga de lo que ya es, concluyamos diciendo que "The legend of Korra" es una serie muy recomendable, y no sólo por las referencias a Buffy, el folklore oriental (chino y coreano, principalmente), el anime, "Dune", "El Imperio contraataca", el cine y la música de los años 20, "Iron Man" (ese guante de Asami) o, de entre todas las cosas, "El silencio de los corderos" y hasta "Kill Bill". Sus personajes están todos muy bien retratados (el reparto de voces es bastante impresionante), la animación raya a gran altura, es entretenidísima y divertida y tiene una gran protagonista central. Hay que acercarse a ella sin prejuicios, casi del mismo modo en el que uno se acerca por primera vez a "Doctor Who", y dejarse llevar por el viaje. Do the thing.

P.D.:  Algo que no he dicho antes es que "The legend of Korra" tiene una enorme capacidad de enganche. Yo he visto toda la serie en un mes, y el libro 1 lo terminé en un fin de semana. Maratones así sólo me los había dado antes con las dos primeras temporadas de "Battlestar Galactica", la primera de "Prison Break", la segunda de "Verónica Mars", la segunda de "The Wire" y la revisión de la tercera y la cuarta entregas de "Expediente X".

Música de la semana:"Glee" ha empezado su sexta y última temporada desterrada a los viernes, y siendo una sombra de la serie que era en cuanto a interés suscitado entre el público. Eso sí, siguen teniendo ojo para elegir canciones que versionar. Una de ellas, a cargo de una aspirante a entrar en los Warblers, es "Tightrope", de Janelle Monáe, que también ayudaba a Vince a entrenar en la quinta entrega de "Friday Night Lights".

16 enero 2015

Los 99 problemas de Lucious

Los culebrones de primetime no son un género que cotice al alza actualmente. En los 80 lo eran todo, con sus familias podridas del dinero del petróleo o los viñedos, las peleas por controlar la empresa familiar y los secretos que podían hundir reputaciones y por los que, a veces, hasta merecía la pena matar a alguien. En los últimos años, ha habido un intento por recuperar el género que no siempre ha salido bien (no creo ni que Jimmy Smits recuerde "Cane"), incluyendo remakes de viejos clásicos como "Dallas" o mezclas con historias de venganzas y misterio como "Revenge", pero son series que ya no son tan habituales en las parrillas como lo eran antes. Y no nos referimos a títulos que se deslizan hacia la soap opera, sino aquellos que nacen sabiendo que son una, y que abrazan el género con todas las consecuencias.

Eso es "Empire", el proyecto de Lee Daniels y Danny Strong para FOX que cambia el petróleo de los Ewing por la compañía de entretenimiento dirigida por Luscious Lyon, una compañía que empezó siendo una discográfica de hip-hop y terminó ampliándose a cubrir un espectro más amplio de cosas. Lusciuos era un camello de poca monta de Filadelfia que soñaba con ganarse la vida gracias a la música, pero no es un sueño barato ni fácil. El primer episodio, que FOX Life estrena en España el próximo día 28 (y que pudimos ver gracias a Birraseries), ya nos deja claro que Lucious y su entonces esposa, Cookie, hicieron todo lo posible por salir del barrio, aunque eso los situó en caminos diferentes; ella acabó en la cárcel y él, como artista multipremiado, multivendedor y presidente de todo un emporio del que ahora está a punto de ceder el mando a alguno de sus tres hijos.

En una de las primeras escenas del piloto, uno de los hijos hace una comparación con "El rey Lear" que podría estar más o menos acertada, pero que es demasiado pretenciosa para lo que "Empire" es, y eso queda muy claro en el primer momento en el que Taraji P. Henson y sus enormes pendientes de aro dorados entran en escena. Henson se "come" todas las escenas en las que aparece, dejando claro que Daniels y Strong tienen bien aprendida la lecciónde los culebrones ochenteros; ten una buena "villana", y ya tienes la serie. Aunque, aquí, nadie se libra de ser el malo. Hay muchos esqueletos en los armarios de todo el mundo, y todos se acumulan para que Lucious acabe teniendo tantos problemas como los que decía aquella canción de Jay-Z.

Los críticos estadounidenses han comentado todo eso de la serie, pero sobre todo, han dedicado un apartado especial a Jamal, el hijo mediano de Lucious y el más talentoso para la música. Sin embargo, su padre se empeña en hacer una estrella del pequeño, Hakeem, que vive la vida del rapero pero no quiere trabajar para ganársela, porque Jamal es homosexual. Y eso, a ojos de su padre, es una vergüenza. En webs como Slate han comentado que el retrato de ese personaje y de su relación con su madre, que siempre lo apoyó, puede resultar una aportación de "Empire" en una temporada en la que los periodistas ya se volvieron locos con las escenas de sexo gay de "How to get away with murder". Pero no os preocupéis, que esto no va a ser un drama serio y deprimente. El estilismo a lo LaToya Jackson y la fuerza que Cookie lleva a todas partes se encargarán de aportarle diversión.

15 enero 2015

¿Unos Oscars imprevisibles?



¿Es probable que aquella definición de que ésta era la carrera de los Oscars más abierta de los últimos años no fuera nada más que un cuento chino para conseguir más visitas en las webs especializadas en premios? Es verdad que no hay un favorito claro excepto en un par de categorías, pero quiénes iban a ser nominados empezó a quedar bastante claro en cuanto arrancó la temporada de premios. Por desgracia para algunas películas, también quedó claro que estrenarse muy tarde en diciembre ya no es garantía de nada, más que de que tienen que pelear más duro por hacerse notar entre las candidatas estrenadas entre septiembre y noviembre. No es garantía de nada a no ser que seas Clint Eastwood, que con “Million dollar baby” dio una de las mayores sorpresas recientes en la historia de estos premios, y que parece estar ganando cada vez más aceptación con “El francotirador”.

Las nominaciones a los Oscars 2015, que se han conocido esta tarde, han hecho buenas casi todas las predicciones que se estaban haciendo desde mediados del otoño, con la excepción de que, al final, sólo hay ocho candidatas a mejor película y entre ellas no está “Perdida”, probablemente demasiado malrrollera para ser una cinta producida por un gran estudio. Sí ha habido espacio para los “experimentos” más o menos independientes, pero también parece que, si “Boyhood” no es la gran favorita, lo serán las películas más convencionalmente “de Oscar”. Y, a ser posible, promocionadas por Harvey Weinstein. Echemos un vistazo a algunas de las cosas más curiosas de estas nominaciones.

PELÍCULA: Había serias dudas de si “Selma” conseguiría colarse entre las nominadas, después de ser una de las perdedoras en los pasados Globos de Oro y haber sido ignorada por los premios de los gremios. Finalmente, ha entrado, junto con otras que parecían favoritas para ser candidatas pero con las que también había dudas, como “Whiplash” o “El gran hotel Budapest”. ¿Serán “Boyhood” y “Birdman” las rivales a batir?

DIRECTOR: No habrá que subestimar, de todos modos, las opciones de “The imitation game” pues su director, Morten Tyldum, está nominado. Curiosamente, aquí se ha dado la circunstancia de que Bennett Miller es candidato, pero “Foxcatcher” no está entre las nominadas a mejor película, mientras “El francotirador” sí lo está y Clint Eastwood, sin embargo, no.

ACTORES: Pocas novedades aquí con respecto a lo que se ha ido viendo en los premios anteriores. Michael Keaton y Eddie Redmayne podrán pelear cara a cara, sin estar separados por la división entre drama y comedia, y salvo que la Academia decida reconocer la veteranía de Robert Duvall, parece que otro gran veterano como J.K. Simmons parte con ventaja por su tirano profesor de música de “Whiplash”. Para los que éramos seguidores de “The Closer”, sería un alegrón.

ACTRICES: También ha habido pocas sorpresas en estas categorías; si acaso,  la entrada finalmente de Marion Cotillard como mejor actriz por “Dos días y una noche”, que se quedó fuera del corte de pre-selección para mejor película extranjera. No obstante, y salvo cambio de idea de última hora, también parece que aquí hay dos claras favoritas: Patricia Arquette en secundarias y Julianne Moore en principales.

Las nominaciones, de todos modos, han dado varios grandes titulares, como que la candidatura a mejor película de “Selma” parece simplemente una palmadita en la espalda y poco más, pues ni David Oyelowo ni Ava DuVernay han conseguido llamar la atención de la Academia (la peculiar caída de esa película se explica bien aquí). Por otro lado, la polaca “Ida” ha hecho valer su fotografía en blanco y negro para colarse entre las candidatas a esa categoría, y la que parecía la gran favorita en las cintas de animación, “La LEGO película”, tiene que conformarse en su lugar con una nominación a mejor canción. Y algo parecido le ha pasado a “Into the Woods”, desterrada a las categorías técnicas junto con “Mr. Turner” y la que puede arrasar, “Guardianes de la galaxia” (que recordemos que ha sido nominada como mejor guión adaptado por la WGA). Para terminar, muy mal tienen que darse las cosas para que “CitizenFour”, el documental sobre Edward Snowden, pierda el Oscar en ese apartado una vez que “Life itself”, el de Roger Ebert, se ha quedado fuera. ¿Podría aguarle la fiesta “La sal de la tierra”?

P.D.:  El vídeo de arriba, por cierto, corresponde al arranque de la ceremonia de los Oscars de 2010, que contó con Neil Patrick Harris interpretando el número musical de apertura.

14 enero 2015

La "familia" unida

El mumblecore fue una especie de movimiento dentro del indie estadounidense en el que las películas se hacían de forma muy casera, con una cámara, cuatro actores que eran colegas del director y éste también actuaba, escribía y montaba la película. Buscaban retratar pedazos de la vida y tenían como rasgo común a casi todas diálogos entrecortados y naturalistas que parecían improvisados (a veces lo eran) y que, más que pronunciarse, se murmuraban. De ahí lo de mumblecore. De aquel cine de bajísimo presupuesto salió gente como Lynn Shelton, Joe Swanberg o los hermanos Mark y Jay Duplass, que poco a poco han ido adquiriendo una estatura cada vez mayor fuera de ese subgénero.

Los Duplass dirgieron "Jeff, who lives at home" con Jason Segel, Ed Helms y Susan Sarandon, que les dio cierto reconocimiento entre los circuitos "sundanceros", como quien dice, y a partir de ahí empezaron a extender su radio de influencia hacia públicos más amplios. Mark tuvo un secundario recurrente en "The Mindy Project", por ejemplo, y Jay es uno de los protagonistas de "Transparent", pero es su primera serie para HBO, "Togetherness", la que termina de afianzar su llegada algo parecido a la cima. En esta tendencia de comedias indies que la cadena inició con "Girls", la serie de los Duplass se ajusta perfectamente, aunque sus personajes están menos perdidos que Hannah y sus amigos. Bueno, sólo un poco. Seguimos a un matrimonio con tres hijos que están atravesando uin bache, al amigo del marido, actor fracasado al que echan de su casa, y la hermana de la mujer, que se muda con ellos después de una mala ruptura sentimental.

Todos están forzados a estar juntos, ya que comparten el mismo techo, y lo están también porque, de algún modo, son familia. No sólo a través de lazos de sangre, como las hermanas que interpretan Melanie Lynskey y Amanda Peet, sino también de la amistad que une a los dos hombres del reparto. Todos se sacan de quicio y, a veces, se comportan de manera egoísta, pero se dan apoyo unos a otros. Y está claro que vamos a asistir a la formación de una, a priori, improbable pareja mientras otra, que lleva mucho tiempo junta, tiene que pensar en maneras de mantener viva la llama, como si dijéramos. Un solo episodio es muy pronto para determinar si "Togetherness" va a ir a alguna parte, pero apunta maneras. Por lo menos, encaja perfectamente con "Girls" y "Looking".

13 enero 2015

Regreso a Broadchurch

Continuar una serie de éxito que no estaba pensada para ello es siempre un deporte de riesgo. Si la historia se cierra al final del último capítulo, tienes tres opciones para la segunda temporada; contar otra historia diferente, al estilo “True Detective” o “American Horror Story”; hace una especie de precuela, como hará “Fargo”, o continuar la trama, que es la elección que ha hecho “Broadchurch”. La serie de ITV fue uno de los mayores éxitos de la televisión británica de los últimos años, con fallido remake en Estados Unidos incluido (“Gracepoint”), pero sus primeros ocho capítulos daban una resolución al asesinato del pequeño Danny Lattimer que era bastante definitiva: el culpable es detenido y los dos detectives que lo encuentran quedan en situaciones personales delicadas, por decirlo de algún modo.

Seguir la evolución de esa trama puede ser tanto lo más lógico como lo más arriesgado para Chris Chibnall, su creador. Evidentemente, el futuro de Ellie Miller y Alec Hardy se quedaba en el aire al término de la primera temporada y podía seguir explorándose, pero lo complicado es mantener el interés en el juicio del acusado por la muerte de Danny, que es el camino que va a seguir la segunda entrega. Sus abogadas defensoras encuentran un hilo del que pueden tirar y que, como ya ocurrió con el asesinato, puede dividir todavía más al pueblo, en el que ni Hardy ni Miller tienen buena prensa. Para ambos es complicado no dejar el caso de Danny atrás (mucho más para ella), y las cosas aún se lían más cuando aquel episodio del pasado de Hardy que se mencionaba de pasada en la primera temporada, Sandbrook, pasa al frente de la serie.

Una de las mejores cosas que tiene “Broadchurch”, y que se mantiene en estos nuevos episodios, es la dinámica entre David Tennant y Olivia Colman, que siempre desliza algún toque de humor hasta en los momentos más oscuros. Parte del fracaso de “Gracepoint” descansaba en la incapacidad para reproducir una química igual de entretenida entre Tennant y Anna Gunn, que además estaba bastante descolocada. Hardy y Miller se encuentran en puntos muy vulnerables de sus vidas, así que va a ser muy interesante verlos trabajando de nuevo juntos, aunque sea a regañadientes. El juicio por la muerte de Danny puede reproducir todos los peores tics de la primera temporada y ampliarlos hasta el nivel de los que lastraron el caso de Rosie Larsen en “The Killing”, con esa promesa de que hay muchos secretos en el pueblo y de que el juicio puede sacar a la luz lo peor de sus vecinos. Chibnall tiene ante sí un curioso reto.

12 enero 2015

El brillo de lo nuevo

A los Globos de Oro les gustan las novedades, pero tal vez no se esperaba que se aplicaran con tanta fruición a dar rienda suelta a ese gusto este año. Los ganadores en televisión eran todos primerizos y, en buena parte de los casos, se veían reconocidos por estrenos de 2014, y en los apartados de cine hubo bastantes sorpresas, aunque teniendo en cuenta la incertidumbre que había hasta ahora en la carrera hacia el Oscar, tampoco puede decirse que sorprendieran demasiado. Para los oscarólogos sí que han saltado casi todas las alarmas ante la escasa tracción que está teniendo “Selma” en la temporada hollywoodiense. Entre los envíos tardíos de screeners que les costaron nominaciones en los SAG y los PGA, y que en los Globos de Oro sólo se llevó el de mejor canción, hay quien empieza a pensar que, pese a tratar un episodio importante de la historia reciente de Estados Unidos y a ser una de las películas mejor recibidas por los críticos, no tiene la suficiente fuerza detrás de ella como para poder hacer ruido de verdad en los Oscars.

Como decimos, las victorias de “Boyhood” a película, director y actriz secundaria (Patricia Arquette) hace tiempo que figuran entre algunas de las cosas seguras en estos meses de galas de entregas de premios, y lo mismo ocurre con los galardones a Julianne Moore (“Siempre Alice”) y Eddie Redmayne como actores dramáticos. Sin embargo, la división entre dramas y comedias sí que permite a los Globos tomarse licencias y dar sorpresas a la hora de reconocer a personas que luego no consiguen llamar la atención de los Oscars. “Birdman” se quedó sin el premio en esa categoría porque le adelantó “El gran hotel Budapest”, pero sí que hizo buena la candidatura de Michael Keaton (y la de su guión), mientras Amy Adams le dio una pequeña alegría a “Big Eyes”. En los secundarios, además de Arquette ganó el otro favorito, J.K. Simmons por “Whiplash”. Simmons, Keaton y Redmayne se estrenaban en esto de los premios de Hollywood (el último tiene un Tony por la obra “Red”), uniéndose a la pérdida de la virginidad en este sentido de todos los reconocidos en los apartados televisivos.

“The Affair” fue la gran sorpresa, pues casi nadie esperaba que le arrebatara el premio a mejor drama a “The good wife”, “House of cards” o “Juego de tronos”, pero la combinación de estreno de cable y truco narrativo original fue demasiado irresistible para la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood. También era difícil que no premiaran a Gina Rodríguez, que culmina así un año realmente interesante para The CW, o que dejaran escapar la posibilidad de reconocer a “Transparent” y a Jeffrey Tambor en una noche en la que las plataformas de streaming hicieron el mayor ruido con el premio a mejor actor dramático para Kevin Spacey. Quien lo acompañó en las fotos de la sala de prensa fue otra sorpresa, Ruth Wilson, una de las integrantes del nutrido contingente británico que llenó el salón del hotel Beverly Hilton. La otra fue una muy sorprendida Joanne Froggatt, que aquí hizo valer su trabajo en aquel trauma para Anna que todavía colea en “Downton Abbey”. Matt Bomer fue el otro premiado como secundario por “The normal heart” (sí, los Globos mezclan aquí todo lo mezclable. No preguntéis).

Aparte de la lista de premiados, la ceremonia suscitó bastante interés porque era la última que presentaban Tina Fey y Amy Poehler, que este año se mojaron en temas espinosos como las acusaciones de violación contra Bill Cosby o la ofensiva interneteril de Corea del Norte contra “The interview”. Sobre esos dos temas, por cierto, Fey ya hizo chistes de todo tipo en “30 Rock”, en la que Margaret Cho (que en los Globos fue esa norcoreana seria) parodiaba a Kim Jong-Il sin compasión. De todos modos, el mejor comentario que hicieron, y el más destacado, fue el que resumía algunos de los puntos álgidos del currículum de Amal Clooney como abogada especializada en derechos humanos, sólo para añadir que el premiado era su marido, no ella. El humor a costa de los dobles raseros entre hombres y mujeres siempre ha sido el punto fuerte de Fey y Poehler. Eso y terminar las galas vestidas de esmoquin.