28 febrero 2014

Diez bandas sonoras de Oscar

El domingo se entregan los Oscars, y después de haber estado dilucidando si "12 años de esclavitud", "Gravity" o, en plan sorpresa de última hora, "La gran estafa americana" pueden terminar llevándose el premio a mejor película, y de preguntarnos si no se ha instalado cierto cansancio entre los encargados de cubrir la carrera, al final lo único que importa es si Ellen DeGeneres hará un buen trabajo presentando la gala por segunda vez, y si los ganadores se plegarán a las apuestas de Las Vegas o si habrá premios inesperados. Este año, la Academia ha inaugurado lo que puede ser una nueva tradición que muchos oscarólogos le pedían hace tiempo; un concierto con los nominados a mejor canción y mejor banda sonora, del estilo del de los nominados a los Grammy antes de la ceremonia. Esto nos va a dar la mejor excusa para recordar algunas de las bandas sonoras ganadoras del Oscar en su historia y, en concreto, para elegir diez de ellas (mis favoritas, por supuesto). Puede que alguna sea de Alfred Newman, que tiene el récord de galardones con nueve, o de John Williams, que ostenta el de candidaturas con 44.

  • "Robin de los bosques" (1938. Erich Wolfgang Korngold): Fue el primer Oscar entregado a su compositor, y no al jefe del departamento del estudio, como se había hecho desde 1934.
  •  "Recuerda" (1945. Miklós Rózsa): Rózsa era todo un clásico del Hollywood dorado de los estudios. Éste fue el primero de sus tres Oscars, incuido el último por "Ben-Hur".
  • "Candilejas" (1972. Charles Chaplin, Raymond Rasch y Larry Russell): Ese año, la banda sonora de "El padrino" fue descalificada porque se descubrió que Nino Rota había utilizado fragmentos de composiciones previas.
  • "La guerra de las galaxias" (1977. John Williams): Las bandas sonoras de las tres cintas iniciales de la saga de George Lucas estuvieron nominadas, pero sólo ganó la de la primera.
  • "La bella y la bestia" (1991. Alan Menken): La única película de animación nominada a mejor película continuaba con el dominio de Disney en las categorías de banda sonora y canción.
  • "El paciente inglés" (1996. Gabriel Yared): Se llevó el premio a mejor banda sonora de drama en unos años en los que los Oscar dividieron la categoría entre drama y comedia, que aqueñ año ganó Rachel Portman por "Emma".
  • "La comunidad del anillo" (2001. Howard Shore): Shore se llevaría un segundo Oscar en esta categoría por "El retorno del rey", que fue también la que logró el galardón a mejor película para la trilogía.
  • "Expiación" (2007. Dario Marianelli): El compositor italiano es colaborador habitual de Joe Wright, y sus tres nominaciones han llegado por sus películas con él.
  • "Up" (2009. Michael Giacchino): Este Oscar fue un ejemplo de cómo Pixar pasó a dominar las categorías donde antes lo hacía Disney, y representó un cambio generacional en Hollywood.
  • "La red social" (2010. Trent Reznor y Atticus Ross): Que una banda sonora más ambiental y electrónica ganara a pesos pesados como Hans Zimmer y "Origen" fue toda una sorpresa.

27 febrero 2014

Cómo Verónica Mars puede cambiar Hollywood

El próximo 14 de marzo es un día que los fans de "Verónica Mars", aquella pequeña serie que se estrenó el mismo día que "Perdidos" y que fue cancelada por The CW tres temporadas más tarde, tienen marcado en rojo en sus calendarios desde hace meses, porque es el día en el que la avezada detective privada de Neptune (o ex detective privada) volverá del olvido de la cancelación con una película financiada, precisamente, con el dinero de esos fans. Aquella exitosa campaña de Kickstarter, lanzada por Rob Thomas y Kristen Bell (creador y protagonista de la serie, respectivamente), era la única manera en la que podía haber una mínima posibilidad de "Verónica Mars" regresara en forma de película, y lo curioso del asunto es que algo que era minoritario, y que salía adelante por el empeño de sus responsables y de sus fans, se ha convertido en un experimento que se va a observar muy de cerca por parte de los principales medios estadounidenses y de Hollywood, en general. Que el proyecto lograra la portada de Entertainment Weekly por primera vez, siete años después de ser cancelada, es un indicativo del elevado perfil que ha adquirido de golpe Verónica.

El interés que la industria tiene en este pequeño film de apenas seis millones de dólares de presupuesto lo resume un artículo en The Wall Street Journal de un modo muy sencillo; es el primer estreno de una major que se va a saltar las ventanas de distribución, pues el día 14 no sólo se verá en 270 cines repartidos por Estados Unidos (y otros cuantos en Canadá, Alemania, Reino Unido y Francia, creo), sino que también estará disponible en las principales plataformas de vídeo bajo demanda (o VOD). Películas como "Bubble", de Steven Soderbergh, experimentaron con esta estrategia en 2005, cuando el vídeo en streaming estaba todavía lejos de la popularización que ha alcanzado en los últimos dos o tres años, pero eran básicamente producciones independientes de las que las cadenas de cines no iban a poner el grito en el cielo si se saltaban los 90 días que pasan tradicionalmente entre el estreno en salas y la publicación en DVD o en plataformas online, como ocurrió cuando Disney intentó hacer algo así con "Alicia en el País de las Maravillas" de Tim Burton.

En estos dos o tres últimos años, muchas películas independientes han encontrado un mercado precisamente gracias a los estrenos directamente en VOD (en España, se van muchas a Filmin, como el documental "Stories we tell"), y Warner va a utilizar "Verónica Mars" para poner a su nueva división de distribución digital a trabajar a pleno rendimiento. En Variety señalan que esos departamentos digitales pueden asumir el papel que hacían las divisiones independientes que los estudios tuvieron en la década de 2000, divisiones que, en el caso de Warner, permitieron por ejemplo que George Clooney hiciera "Buenas noches y buena suerte" y que se estrenara "Antes de atardecer", la segunda secuela de "Antes de amanecer". Con un modelo de negocio cada vez más orientado a lo que se denominan las tentpoles, las películas con presupuestos infladísimos dirigidas a reventar taquillas entre abril y agosto, y alrededor de las que gira toda la estrategia de estrenos del año, la única opción que tienen los filmes que cuestan lo que ha costado "Verónica Mars" es ser vistos a través de VOD.

Pero lo que veremos a partir del 14 de marzo será más bien un experimento, más que un cambio de modelo. A no ser que la película se convierta en un éxito sorpresa (lo que es dudoso), la exhibición en cines servirá más como maniobra publicitaria para los pases en streaming que otra cosa, y a lo mejor hasta aumenta las ventas de DVDs de la serie, una de las más disfrutables que ha dado la televisión estadounidense desde ese 2004 tan cacareado. Su plan de distribución es más modesto que el de "Serenity", así que será más fácil que cumpla las expectativas del estudio, y también está más en consonancia con ese auge de las plataformas de streaming tipo Netflix.

26 febrero 2014

El viejo truco del grupo separado


ALERTA SPOILERS: ¿Cómo vais con "The Walking Dead"? ¿Habéis visto "Claimed" y esas vías del tren que parecen llevar a algún sitio? Si la respuesta es afirmativa, podéis seguir leyendo.

Uno de los giros más clásicos en las historias de fantasía en las que un grupo de personas se une para luchar contra un Mal terrible que amenaza con invadir su tierra es hacerles pasar por un evento dramático que lo separe. El ataque de los orcos en Amon Hen al final de "La comunidad del anillo" divide a la Compañía que debía ir con Frodo al Monte del Destino a destruir el Anillo, y todas las obras del género posteriores se han preocupado siempre de que sus protagonistas pasen tiempo separados, lo que permite explorar otros aspectos de la historia y dar más cancha a personajes que, hasta ese momento, no habían tenido demasiadas oportunidades para brillar. No es que "The Walking Dead" siga la estela de "El Señor de los Anillos", pero sí que ha utilizado el truco de la disolución del grupo para sacudir un poco la narración. A partir de la última batalla contra el Gobernador por el control de la prisión, los supervivientes escapan de allí como y por donde buenamente pueden, y los emparejamientos posteriores apuntan a cosas interesantes.

En especial, el dúo Daryl-Beth, por imprevisto, puede ser de los más entretenidos de seguir. Ella, sobre todo, puede resultar de las más beneficiadas por esta separación forzosa del grupo, pues nunca ha sido más que alguien que estaba ahí al fondo, sin que hiciera mucho más que cuidar de Judith y cantar de vez en cuando canciones de Tom Waits. Mientras su hermana Maggie iba adquiriendo más relevancia (en gran parte por su relación con Glenn), y hasta Carol se volvía más resolutiva y rickiana, Beth parecía estancada. La muerte de Hershel puede servir también de acicate para darle un pequeño impulso, del mismo modo que el encuentro de Carol con Tyreese y las dos niñas es una bomba de relojería. Él no sabe lo que nosotros sí conocemos sobre la muerte de su novia, y ese conocimiento aporta una ligera capa de tensión que le viene muy bien al retrato de su grupo. De todos modos, a estos subgrupos los hemos visto todavía muy poco, al igual que a Maggie, Sasha y Bob, para saber si la táctica de separarlos va a funcionar o no.

A quienes hemos seguido un poco más es a Glenn y Tara, que se han topado con ese supuesto científico que en teoría sabe qué está pasando ahí, y a Rick, Carl y Michonne, que han tenido que reencontrar sus ganas de vivir para seguir adelante después de la debacle de la cárcel. A la experta en katanas han tardado casi dos temporadas en darle algo de tridimensionalidad, ocultándonos su pasado hasta ahora, y personalizando en ella ese dilema que atraviesan muchos de sus personajes de olvidar su vida pasada, y convertirse en otras personas diferentes de quienes eran, para sobrevivir, o mantener esos recuerdos de cómo era el mundo pre-apocalipsis para sentirse vivos, aunque tengan que adaptarse a esa nueva situación. El muy poco sutil plano de Michonne caminando entre los zombies dejaba bien clara esa dicotomía. Además, a "The Walking Dead" siempre le beneficia que sus protagonistas tengan un propósito claro, un objetivo en el horizonte al que dirigirse. Esa Terminus al final de las vías del tren, y la promesa de refugio, impide que, por ejemplo, Rick se dedique a autocompadecerse y le obliga a volver a la acción.

Lo mismo ocurre con el resto de miembros del grupo, que intentan reencontrarse con los demás. Un mero retrato de la "vida cotidiana" de ese mundo infestado de muertos vivientes no es tan interesante, pero que todos tengan una misión, un objetivo que perseguir, da un nuevo impulso a las tramas y las revigoriza. ¿Será la llegada a Terminus el final de la temporada? ¿Habrá realmente algo al final de las vías del tren?

25 febrero 2014

La apuesta de "Cosmos"

El próximo 9 de marzo, Fox se va adentrar en un terreno bastante particular para ella, el de la divulgación científica. Junto con National Geographic (que emitirá la serie en España a partir del día siguiente), estrenará una nueva versión de "Cosmos", la serie documental con la que Carl Sagan acercó la astronomía, y la historia de la ciencia, a toda una generación de espectadores en los 80, y que se ha convertido en todo un paradigma para quienes quieren seguir sus pasos. Si Richard Attenborough es sinónimo de documentales de naturaleza, no pueden hacerse programas referidos al universo sin traer a colación a Sagan. Esa apuesta de Fox, treinta años más tarde de la emisión de la serie original en PBS, es interesante porque la hacen sabiendo que, muy probablemente, no van a ganar demasiado dinero con ella y tampoco van a tener un gran éxito de audiencia, pero está claro que es una gran maniobra de imagen. Y si la nueva "Cosmos" es medianamente decente, la jugada les habrá salido más que bien.

Los nombres asociados a ella llaman, desde luego, la atención. Ann Druyan, viuda de Sagan y Steven Soter, guionistas de la primera serie, retoman sus papeles para pergeñar los 13 capítulos, y los productores ejecutivos son Brannon Braga, que también es el director, y Seth McFarlane, que tras la fachada de creador de "Padre de familia" y polémico presentador de los Oscars esconde una gran afición por la ciencia por el espacio. El presentador es Neil DeGrasse Tyson, considerado uno de los mejores divulgadores científicos de Estados Unidos (el equivalente allí del británico Brian Cox), y hasta para la banda sonora han reclutado a un compositor reconocido como Alan Silvestri, que tiene la difícil tarea de sacudirse la sombra de Vangelis. Desde luego, no se han hecho las cosas a medias para esta "Cosmos", y ahora sólo falta ver cómo responderá la audiencia a esta propuesta, que parece bastante a contracorriente en un país donde varios estados permiten enseñar el creacionismo en sus escuelas como si fuera una teoría científica aceptada, y donde un 26% respondió, en un sondeo de la Fundación Nacional de Ciencias, que el Sol giraba alrededor de la Tierra.

Los conocimientos científicos no se valoran lo suficiente en una sociedad, paradójicamente, cada vez más dependiente de los últimos avances tecnológicos, y todo lo que no tenga una aplicación práctica inmediata se descarta como una pérdida de tiempo y dinero. Por lo que se ha podido ver de "Cosmos. A spacetime odyssey", la serie va a intentar acercar lo que es el universo, la importancia de la Tierra y de los humanos en él y la historia de cómo hemos ido conociéndolo de una manera muy accesible para cualquier tipo de público, y apoyándose en un aspecto visual bastante espectacular, incluyendo la asistencia de secuencias animadas para mostrar determinadas cosas, como las teorías de Giordano Bruno en el siglo XVI. La apuesta de Fox por esta serie es de bajo y, al mismo tiempo, de alto riesgo. No sería nada extraño que las mismas asociaciones que claman al cielo con series con parejas homosexuales en su centro, como "The new normal", se rasguen las vestiduras cuando vean que en "Cosmos" se habla de la evolución y de la teoría del Big Bang, pero lo peor que le puede pasar es que las audiencias modernas se aburran y le den la espalda.

24 febrero 2014

La salvación de la animadora

Durante trece capítulos en el otoño de 2006, "Héroes" fue una de las series más adictivas, ingeniosas y entretenidas del panorama televisivo estadounidense. La NBC se adelantó algunos años a la moda de los superhéroes en pantalla grande y pequeña que vivimos actualmente, y lo hizo a través de una serie que utilizaba a personas normales y corrientes que tenían que asumir que eran especiales. El descubrimiento de la animadora Claire de su prodigioso poder de curación, la habilidad del pintor Isaac de ver el futuro, la capacidad de volar del candidato a congresista Nathan Petrelli o la dualidad Jekyll-Hyde de la ex-stripper Niki, más los viajes temporales del adorable friki Hiro, convirtieron a la creación de Tim Kring en un soplo de aire fresco en aquella temporada 2006/07, y un soplo que, además, se lanzaba a por todas desde el piloto. Enseguida sabíamos que iba a ocurrir un gran desastre, profetizado por Isaac, que había un villano que se dedicaba a perseguir y asesinar a estas personas especiales y que Claire tenía que ser protegida a toda costa tanto de él como de una misteriosa organziación que también los estaba buscando. "Save the cheerleader, save the world".

Aquellos primeros capítulos de "Héroes", además, se beneficiaron de la comparación que muchos espectadores hicieron con la tercera temporada de "Perdidos", cuyos ocho episodios iniciales, centrados en los Otros, habían creado gran controversia entre los fans y habían levantado críticas de que Lindelof, Cuse y compañía no sabían dónde iban y estaban dedicándose a retrasar artificialmente las respuestas a algunas de las preguntas planteadas por la serie. Luego, cuando ambas temporadas alcanzaron su final, las tornas se volvieron en favor de los náufragos de ABC, porque aquel "We have to go back!" tuvo mucho más impacto que la confrontación con Sylar que cerraba la entrega de "Héroes". De hecho, aquel último episodio hizo tambalear todo lo que los demás habían construido, y fue el canario en la mina que avisaba que estábamos ante una one hit wonder, un título que no sólo no fue capaz de mantener el nivel mostrado en su primdera temporada, sino que fue decayendo poco a poco, hasta que la NBC lo canceló en una cuarta entrega que muy pocos fans vieron hasta el final.

El recuerdo de ese declive es la razón porque la que "Heroes Reborn", la miniserie de 13 capítulos con la que NBC repescará la serie en 2015, ha sido saludada con escepticismo (además de presentar problemas potenciales con Marvel por el título). Tampoco ayuda demasiado que "Touch", la serie que Tim Kring creó justo después, pasó bastante desapercibida, y que el guionista que muchos fans consideran que fue instrumental en aquellos primeros episodios, Bryan Fuller, está ahora muy ocupado con "Hannibal" y desarrollando una posible serie para Syfy, "High Moon". Esta nueva "Héroes" estará protagonizada por personajes nuevos, y está claro que es el intento de NBC de aprovechar algo de todos esos proyectos que Marvel y DC están preparando para la próxima temporada, entre las series de la primera para Netflix y "The Flash" para The CW en el caso de la segunda. Es más fácil hacerlo resucitando un título que la audiencia que ya conoce, antes que desarrollar de cero algo completamente nuevo, pero veremos si los recuerdos del público son lo suficientemente agradables como para darle una segunda oportunidad.

23 febrero 2014

Los soldados del arte

El pasado otoño, cuando la carrera de los Oscars todavía estaba muy al principio, había dos películas con estreno previsto en diciembre que los críticos habían saludado como posibles candidatas a estos premios sin haber visto casi ni fotos del rodaje, sólo basándose en los nombres asociados con ellas y en su temática. Una era "El lobo de Wall Street", de Martin Scorsese, y la otra era "The Monuments Men", la nueva cinta dirigida por George Clooney que, después de llevarse el Oscar a mejor película como productor de "Argo", había levantado grandes expectativas. Era una historia ambientada en un lado poco conocido de la Segunda Guerra Mundial, el de los expertos en arte que intentaron salvar las obras más importantes que aún sobrevivían en Europa ya cerca del final de la contienda, y su reparto está repleto de nombres con tirón para la academia, desde el propio Clooney y Matt Damon a John Goodman, Cate Blanchett, Bill Murray y hasta Jean Dujardin (ganador por "The Artist") y un Hugh Bonneville lanzado gracias a "Downton Abbey".

Sin embargo, ambas películas empezaron a atravesar diversas dificultades que ponían en peligro su elegibilidad para los Oscars. Mientras en "El lobo de Wall Street" todo se reducía al montaje, que estuvo listo por fuera de juego para su estreno en Navidad, en "The Monuments Men" se dio la excusa de que los efectos especiales no estaban terminados y que no iba a dar tiempo a que lo estuvieran a tiempo para poder ser considerada por la academia de Hollywood, así que el estudio decidió retrasarla hasta febrero, una época en la que se suelen estrenar cintas descartadas de la carrera que no cumplían las expectativas puestas en ellas. A la última de Clooney le pasa algo así; tiene todos los ingredientes para ser una cinta muy interesante, y que podría haber llamado mucho la atención de los académicos, pero se queda a medias de prácticamente todo lo que busca, y especialmente de los referentes de "La gran evasión" y "Los violentos de Kelly" que él mismo ha reconocido en varias entrevistas promocionales.

La película sigue a un grupo de expertos en arte que son reclutados por Frank Stokes, en 1943 y en una misión aprobada directamente por el presidente Roosevelt, para aconsejar al ejército estadounidense sobre qué monumentos pueden bombardear y cuáles no en su avance a través de Europa. La misión, sin embargo, pronto cambia sus objetivos cuando descubren que los nazis han estado saqueando y llevándose sistemáticamente todo tipo de obras de arte de los museos, iglesias y colecciones privadas de las ciudades que han ido ocupando. Stokes y su grupo, formado por gente demasiado mayor para alistarse y sin entrenamiento militar, se dedica a moverse en la retaguardia del ejército aliado buscando esas obras de arte robadas. Todo esto se cuenta con un tono de aventuras ligeras que contrasta con el lado un poco más serio de la subtrama del personaje de Cate Blanchett, empleada en un museo parisino que ve de primera mano como Hermann Göring supervisa qué obras confiscar y enviar a Alemania para que formen parte de ese Museo del Führer que Hitler quería construir en Linz (Austria).

Esa subtrama toca también uno de los temas que Stokes utiliza para convencer a Roosevelt de que apruebe su misión; el hecho de que, si se destruyen las expresiones artísticas de un pueblo, de una cultura, es como si ésta nunca hubiera existido, y ahí entraban las apropiaciones, por parte de los nazis, de las posesiones artísticas de cierto valor de las familias judías que deportaban a los campos de concentración, y que constituían su historia a través de generaciones. Es un tema potente, pero que nunca acaba de cuajar, y tampoco termina de hacerlo el lado más de aventuras de la persecución de las obras robadas por Bélgica y Alemania. "The Monuments Men" se queda en algo ligero y entretenido, pero que tenía un potencial para ser algo más que queda desaprovechado. Y más cuando hay muchos de aquellos cuadros que siguen perdidos, tal vez para siempre, y otros han aparecido recientemente en sitios tan insospechados como un piso en Munich.

Se puede hacer una curiosa sesión doble con esta película y con "La hora de los valientes", una cinta que Antonio Mercero dirigió en 1998 sobre un vigilante del Museo del Prado que, cuando gran parte de sus obras son evacuadas por el gobierno republicano y enviadas a Valencia, para evitar su destrucción durante los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil, encuentra un autorretrato de Goya olvidado y se lo lleva a casa para protegerlo, y devolverlo cuando la guerra termine.

Música de la semana: Siempre que "Girls" está en emisión, ofrece un buen catálogo de canciones entre el que elegir la selección musical de la semana. Esta vez nos quedaremos con "There's a beast and we all feed them", del jovencito Jake Bugg, que suena en esa visita que Hannah hace al cementerio en el cuarto episodio.

21 febrero 2014

La campaña de la apatía

Sasha Stone, una de las oscarólogas de referencia a través de Awards Daily, tuiteaba hace unos días algo que parece resumir la sensación que se ha extendido sobre Hollywood en el último mes, o así: "Éste es realmente el primer año en el que siento más excitación alrededor de la televisión que del cine/la temporada de los Oscars". Ese tuit se une a un artículo del The New York Times con un título muy claro, "Para considerar: Apatía", que intenta explicar por qué da la sensación de que, a pesar de que los expertos no dejan de decir que estamos ante una de las carreras de los Oscar más abiertas de los últimos años, la gente está cansada y mira al 9 2 de marzo con más desinterés que curiosidad. A dos semanas días de la gran ceremonia de entrega de estos premios, es curioso que los medios estadounidenses estén más preocupados por hablar del posible mensaje subversivo de ese taquillazo que es "La LEGO película", de los giros de guión locos de la segunda temporada de "House of Cards" o del plano secuencia que cierra el cuarto capítulo de "True Detective" que de si "Gravity" tiene opciones reales de desbancar a "12 años de esclavitud" en el Oscar a la mejor película.

El diario neoyorquino apunta una de las posibles razones de esa apatía no sólo a que la campaña pre-Oscar acaba haciéndose larguísima (muchos candidatos la empiezan en septiembre, al fin y al cabo), sino a que las taquillas de bastantes de las nominadas más importantes son más bien mediocres, y que las más exitosas en ese aspecto son las que menos opciones tienen de llevarse el premio gordo, con la excepción de "Gravity". La gran favorita, "12 años de esclavitud", apenas ha llegado a los 50 millones de euros en Estados Unidos, según Box Office Mojo, y eso a pesar que The NY Times afirma que el estudio, Fox Searchlight, está muy contento con esos datos porque la película experimentó un aumento en la venta de entradas después de que se conocieran sus nominaciones, aunque sin llegar al nivel de una "Cisne negro" que acabó superando los 100 millones. Pero cintas como "Dallas Buyers Club", cuyos protagonistas podrían copar las categorías masculinas de interpretación, ni siquiera se ha acercado a los 25 millones de dólares de recaudación local.

Luego está también esa tendencia de basar más las campañas en la difamación y destrucción de los rivales que en las virtudes propias, y las tácticas cada vez se han vuelto más sucias y más sospechosas. Aquella investigación del Senado de Estados Unidos sobre "La noche más oscura", y cómo fue archivada sin demasiado ruido unos días después de los Oscar (y de que sus opciones de cara a esos premios se vieran seriamente comprometidas), es uno de los últimos ejemplos en esas historias sobre los fallos de las películas nominadas que acaban dominando la cobertura sobre la carrera. Es posible que el público, cansado de más de dos meses de entregas de galardones, de entrevistas de siempre la misma gente en todas partes y de leer sólo cosas negativas sobre los favoritos, termine desconectando. El factor novedad de Lupita Nyong'o, por ejemplo, ha perdido a estas alturas toda la frescura que pudo tener en diciembre, aunque vaya a encadenar la promoción de cara a los Oscars con la de su nueva película, "Non-Stop", o tal vez precisamente por eso.

The New York Times incluye un par de declaraciones de un ejecutivo de una empresa de relaciones públicas que suele estar implicada en la temporada de los Oscars, Joe Quenqua, que podrían apuntar a las posibles razones de que la apatía se haya adueñado de estas semanas previas a la gala. Se pregunta si la ampliación de cinco a un máximo de diez candidatas a mejor película no ha sido contraproducente y, en lugar de darle visibilidad a más títulos, o de integrar taquillazos que de otro modo se habrían quedado fuera (como "El caballero oscuro" en su momento), lo que ha provocado ha sido cansancio en el público, afirmando que "esto llevó a mucho más ruido y, potencialmente, arruinó lo especial. Te preguntas hasta qué punto el consumidor medio se agobia y se desconecta de todo".Y apunta también a algo muy extendido en esta era dominada por las redes sociales, y que es la velocidad a la que la gente deja de interesarse por las películas para pasar a centrarse en las últimas en llegar. "Gravity" lo fue todo en octubre, del mismo modo que "12 años de esclavitud" centraba todas las conversaciones en noviembre y "La gran estafa americana" y "El lobo de Wall Street" eran los temas favoritos de conversación en diciembre. Pero a estas alturas, ya casi en marzo, para el público ya son historia antigua; ahora lo que les interesa es el trailer de "Guardians of the Galaxy" y el reparto para el nuevo reboot de "Los Cuatro Fantásticos". Así es la naturaleza de la bestia.

20 febrero 2014

Si Romeo fuera un alienígena

"Romeo y Julieta", "Roswell" (aquella vieja serie de The WB) y "District 9", o hasta "Alien Nación". Con estos tres referentes es posible hacerse una idea de lo que es "Star-Crossed", otro de los estrenos de The CW en su apuesta por la ciencia ficción juvenil esta temporada, y uno que tiene un origen curioso porque nació a partir de una idea, "Oxígeno", que la compañía española Isla Producciones estaba desarrollando en un principio para la televisión nacional. Sin embargo, la cadena terminó descartándolo y la productora optó por llevárselo a Estados Unidos (como contaban en esta entrevista), donde acabó en manos de la guionista Meredith Averill y de The CW. Esa encarnación es la que se vio hace un par de días, protagonizada por Aimee Teegarden y Matt Lanter, y que parece querer integrar la historia de amor imposible en un fondo de xenofobia y luchas sociales que puede resultar interesante.

Pero pongámonos en situación primero. Los atrianos son una raza alienígena que se estrella en la Tierra huyendo de su planeta. Los humanos los toman por invasores y los encierran en un gueto llamado el Sector, donde se pasan diez años vigilados por fuerzas policiales especiales y con un toque de queda que les obliga a meterse en casa a las diez de la noche. Sin embargo, al cabo de ese tiempo, las autoridades permiten a siete jóvenes atrianos ir a un instituto humano, formando parte de un programa piloto que explora la posibilidad de que ambas razas puedan coexistir pacíficamente. Por supuesto, las cosas no van a ser tan sencillas, y aún menos lo van a ser para la humana Emery y el atriano Roman, que se reencuentran después de que se conocieran, siendo aún niños, en la noche en la que la nave de Roman se estrelló en un campo de Louisiana. Lo cierto es que el piloto establece con rapidez el punto de partida y las líneas básicas de quiénes son sus protagonistas y cómo es la situación a la que tienen que enfrentarse, y aunque no deja de ser bastante convencional, sí apunta alguna cosita que puede ser interesante más adelante.

La desconfianza entre atrianos y humanos, y la hostilidad que unos cuantos sienten hacia los otros, puede permitirle a "Star-Crossed" no sólo obstaculizar la relación entre Emery y Roman de todas las formas posibles, sino profundizar en un comentario racial y social que se toca de pasada en ese primer episodio. Éste es muy The CW con sus chicos guapos y su instituto muy convencional (a Emery hasta le dan una explicación de cómo funcionan sus grupos sociales muy parecida a la que David Krumholtz le da a Joseph Gordon Levitt en "Diez razones para odiarte"), además de emplear algunos de los trucos más viejos de las películas de llegadas de extraterrestres, como el escondite en el granero. Y, sin embargo, a pesar de ese típico matón del instituto, de la típica chica popular y del típico tímido al que le gusta la protagonista, la serie puede conseguir algo entretenido y, como decimos, hasta interesante si profundiza un poco más en su lado de ciencia ficción más social.

No es que en el piloto no se muestre, pero lo que vemos es muy de brochazo, algo muy evidente y muy poco sutil para que el espectador lo capte enseguida. Sus responsables, Meredith Averill y Adele Lim, se han mostrado en varias entrevistas conscientes de que "Star-Crossed" puede verse comparada constantemente con "Crepúsculo" y otras historias de romances entre humanos y vampiros, y se han mostrado dispuestas a separarse de esos paralelismos y a adentrarse en la cultura de los alienígenas. Veremos hasta donde lo llevan, pero potencial tiene para que sea una serie un poco más interesante y que aporte algo más que un amor imposible.

19 febrero 2014

Frodo en Poniente

Cuando George R.R. Martin empezó a publicar la saga de "Canción de Hielo y Fuego", allá por 1996, los críticos estadounidenses lo saludaron con uno de esos epítetos hiperbólicos que se asocian de vez en cuando a escritores cuya obra se convierte en todo un éxito; el Tolkien americano. La profundidad con la que había creado su nuevo mundo, hasta inventándose un par de lenguas como el dothraki y el alto valyrio, y la ambición que tenía su visión, además de compartir esa doble R en su nombre, hicieron inevitable la comparación en un país que, por ejemplo, siempre está buscando la Gran Novela Americana, y que es cierto que no había producido nada en el género fantástico que se acercara a "El Señor de los Anillos" (aunque puede argumentarse que Frank Herbert lo hizo con la saga de "Dune"). La enorme aceptación que los libros de Martin tuvieron enseguida, más la serie de HBO que ha terminado de convertirlos en un fenómeno pop global, no ha disipado los paralelismos, ni siquiera entre "Juego de tronos" y la trilogía cinematográfica dirigida por Peter Jackson. Y no es que a Martin le importe.

Él mismo ha comentado en muchas ocasiones que considera a Tolkien su maestro, una gran influencia, pero que pertenecía a otra época. Al fin y al cabo, el erudito inglés publicó "El hobbit" en 1937 y terminó de escribir "El Señor de los Anillos" en 1949, aunque no vio la luz hasta 1954. Su experiencia en las dos guerras mundiales (aunque sólo combatió en la Primera, en la batalla del Somme) y sus conocimientos académicos sobre lenguas antiguas y mitología finlandesa y sajona (además de su afición por Shakespeare), fueron sus principales influencias a la hora de crear la Tierra Media, buscando desarrollar una mitología propia inglesa en el estilo de los Edda nórdicos. Su historia del Bien contra el Mal, de un diabólico señor oscuro que regresa a la tierra para esclavizarla y contra el que se enfrentan unos pocos elegidos, ha sido el molde en el que se han desarrollado infinidad de obras fantásticas, muchas como meras fotocopias alicaídas. Lo interesante de Martin es que, aunque se nota la influencia de Tolkien, él se dedica a otra cosa, que ha definido como una mezcla entre ficción histórica y fantasía.

Por supuesto, el mundo de "Juego de tronos" no está tan dividido entre buenos y malos como el de "El Señor de los Anillos"; esa zona gris moral es lo que la diferencia de otras obras del género, pero los puntos contacto con la Tierra Media están ahí. Van desde los más evidentes, como el paralelismo entre Samwise Gamgee y Samwell Tarly, tipos corrientes que, en otros casos, serían nada más que meros alivios cómicos que van asumiendo grandes responsabilidades, a otros un poco más sutiles, como el que puede trazarse entre los dos reyes exiliados que vuelven para reclamar su trono, aunque Aragorn no lo tiene tan complicado como Daenerys. En ambas sagas, su mundo ha dejado atrás una época de magia y criaturas fantásticas y hubo unos primeros pobladores cuya memoria se perdió tiempo atrás (los Primeros Hombres y los  hombres de Númenor), además de que seres malignos que se creían erradicados vuelven de entre las sombras del pasado (aunque unos llegan del Norte y otros, del Sur). Sin embargo, también hay muchas diferencias, derivadas de las diferentes épocas y climas sociales y políticos en los que se crearon las dos.

De hecho, desde que la revista "Time" llamó a Martin "el Tolkien americano", ha habido no pocos artículos que buscaban rebatirlo, y con argumentos igualmente válidos. Éste de The American Spectator establece los principales puntos de separación, fundados sobre todo en el relativismo moral de sus personajes y en la enorme complejidad del mundo en el que se mueven. Martin utiliza como inspiración la historia medieval inglesa, llena de guerras entre familias que aspiraban al trono, traiciones brutales y grandes diferencias entre el pueblo llano y los nobles feudales. Y, por supuesto, lo que más lo diferencia de Tolkien es su voluntad por eliminar a personajes centrales.

18 febrero 2014

Ave, Tito Pullo

Antes de que "Juego de tronos" se convirtiera en todo un fenómeno en HBO, la cadena tuvo otra serie llena de guerra, sangre, sexo y conspiraciones en la sombra para derrocar a gobernantes. Esa serie era "Roma", que contaba el paso de la república al imperio romano sin escatimar en gastos, extras y en la representación más fiel posible a la realidad de la Roma antigua, una ciudad en la que, por ejemplo, las estatuas estaban pintadas de vivos colores y había muchas menos inhibiciones en lo referido a los desnudos. Sólo tuvo dos temporadas, emitidas en 2005 y 2007, y sus elevados costes, derivados en gran parte de su rodaje en Cinecittà, llevaron a la cadena a no renovarla. Sin embargo, hay quien piensa que allanó el camino para muchas de las cosas que la adaptación de los libros de George R.R. Martin está haciendo ahora, y no les falta parte de razón. De hecho, en Entertainment Weekly le preguntaban a su creador, Bruno Heller (sí, el de "El mentalista"), si pensaba que "Juego de tronos" les había "robado" la serie, como declaró James Purefoy hace unos años.

Heller no llega a tanto, pero sí apunta que, desde un punto vista logístico y empresarial, "Roma" sí sirvió de campo de pruebas para la gente de HBO. "Juego de tronos" también tiene un reparto muy extenso y se rueda fuera de Estados Unidos, y la experiencia de aquella serie les ha servido para aprender qué cosas no deben hacerse y cómo optimizar una producción tan grande y compleja para que funcione sin problemas, y dentro de un presupuesto razonable. La reivindicación de "Roma" es bastante acertada porque da la sensación de que su corta vida, el largo parón entre temporadas (forzado precisamente por cuestiones monetarias) y el hecho de que no fuera una serie de culto como, por ejemplo, "Carnivàle" la ha relegado un poco al olvido dentro de las ficciones de HBO. Era, evidentemente, un proyecto muy ambicioso, que disparó sus costes ya sólo por la construcción de un enorme decorado en los citados Cinecittà. decorado que utilizó después "Doctor Who" para rodar allí "The fires of Pompeii", en la cuarta temporada, y que convirtió en famosos a buena parte de sus actores.

Siempre siguiendo a los legionarios Tito Pullo (Ray Stevenson) y Lucio Voreno (Kevin McKidd), que aportaban el punto de vista de los ciudadanos de a pie, "Roma" nos llevaba hasta el corazón de las intrigas alrededor de la familia de Julio César, cuyo ascenso al poder y asesinato se cuenta en la primera temporada. La serie tenía personajes trágicos como la mujer de Voreno (Indira Varma) y dos auténticas perras del infierno manipuladoras como eran Atia (Polly Walker) y Servilia (Lindsay Duncan), cuyas maquinaciones dejaban en mantillas cualquier plan que se le ocurriera a Frank Underwood (y resultaban infinitamente más divertidas, especialmente en el caso de Atia). Aunque veíamos a César (Ciarán Hinds), a Bruto y a Marco Antonio (James Purefoy), era ese punto de vista más en las cloacas del poder y en la calle donde estaba la gracia de la serie. La segunda temporada se centraba, por su parte, en el ascenso de Octavio Augusto hasta ser el primer emperador, y sí puede ser que, por los temas que tocaba (como la tentación de Voreno por el poder), y la manera en que presentaba la historia de la Roma antigua fuera un claro precedente de "Juego de tronos". Desde luego, tebía también unos títulos de crédito estupendos, que ya nos dejaban claro que la ciudad que íbamos a ver estaba mucho más viva.

17 febrero 2014

Entre el virus negro y Asuntos Internos

ALERTA SPOILERS: ¿Estáis al día con "Helix"? ¿Habéis visto los "ojos de plata" y a la jefa de Hatake? Si es así, podéis seguir leyendo.

Al principio de "Helix", y ya simplemente con sus promos, la apariencia de ese virus negro que iba infectando a los trabajadores de esa base científica en el Ártico remitía inevitablemente al cáncer negro de "Expediente X". Siete episodios más tarde, bien puede ser que realmente sea el cáncer negro o, más en concreto, que vaya a jugar un papel similar al que aquel "aceite oscuro" desempeñaba en los planes de la conspiración entre el gobierno de Estados Unidos y los alienígenas. Lo que vemos de Constance Sutton, la jefa de la empresa que posee Arctic Biosystems, y para la que trabaja hasta el mayor Balleseros, da la sensación de ir un poco más allá que la mera multinacional farmacéutica ávida de pingües beneficios. Desde luego, Jeri Ryan la interpreta con una amenaza latente que apunta a que hay algo ahí que de momento se nos escapa, pero entre los "ojos de plata" y el pulido perfecto de sus dientes, no es descabellado especular con que quizás estamos ante los preparativos de una invasión extraterrestre.

Si acabara siendo así, la serie podría terminar con Mulder llegando a la base desierta e intentando averiguar qué pasó allí, avisado por uno de sus contactos de que se realizaban experimentos intentando obtener híbridos entre humanos y alienígenas, todo un clásico de "Expediente X". También puede ser que, simplemente, estemos ante humanos más evolucionados, mutados artificialmente, que quieren dominar el mundo porque se sienten semidioses. En cualquier caso, la doctora Walker va a ser clave en todo esto, pues ella parece unir esa subtrama de la desaparición de niños locales con los experimentos que Hatake ha hecho a espaldas de Sutton. La razón por la que los ha llevado a cabo todavía es un misterio. ¿Busca un plan B para enfrentarse a su jefa? ¿Cuál es el propósito de Julia Walker ahora, teniendo en cuenta que ella consigue sobrevivir allí donde Peter Farragut no pudo completar su transformación? La resolución de esta primera temporada de "Helix" apunta a ser bastante entretenida.

"Line of duty" es una serie policiaca de BBC que emitió su primera temporada en el verano de 2012, centrándose en la investigación que AC-12, una unidad especial anti-corrupción, hace de un laureado policía del que se cree que tiene tratos con un conocido gángster. Aquella primera entrega nos mostraba también cómo el nuevo agente llegado a esta especie de Asuntos Internos de elite se amolda al trabajo, intentando encajar su idea de la honestidad con un mundo mucho más gris, y ahora que ya los conocemos a todos bien, la segunda temporada puede permitirse arrancar a todo trapo, metiéndonos de lleno en una nueva investigación que involucra a una detective que nunca ha destacado en su trabajo y una operación urgente que sale terriblemente mal. Si en la primera temporada sabíamos más o menos desde el inicio que el objetivo de AC-12 tenía trapos sucios, aquí no estamos seguros aún de qué pasa con el personaje interpretado por Keeley Hawes.

Parece que estos nuevos capítulos van a mostrar más los compromisos éticos de todos los personajes, no sólo la posibilidad de que esa detective haya sido corrompida, y ahí, por ejemplo, es curioso ese nuevo añadido a AC-12 a la que da vida Jessica Raine, aprovechando bien el empujón que le ha dado "Call the midwife". Entre ella y el misterio habitual con el que se maneja Kate Fleming (culpa en parte de que se dedique principalmente a infiltrarse en los departamentos de los policías a los que investigan), el arranque de la segunda temporada va directamente al grano y nos obliga a no dar por sentado casi nada de lo que veamos. Por ahora, Arnott no está tan metido personalmente en la investigación como antes, pero ya veremos por dónde se mueve la trama, porque da la sensación de que puede dar bastantes vueltas, y puede salpicar todavía a alguno de los protagonistas.

Lo curioso es ver esta serie en contraste con "By any means", algo mucho más ligero y que busca más la diversión en su seguimiento de un grupo de personas que se dedica a montar elaborados montajes para atrapar a criminales que siempre están eludiendo a la justicia.

16 febrero 2014

La comunicación en 360º de "Babylon"

Desde hace ya años, no dejan de repetirnos que vivimos en un mundo en el que todo, y todos, estamos conectados. Internet es el cordón umbilical que nos une, haciendo que aquello que sonaba tan abstracto de la sociedad de la información se haya convertido en una realidad, hasta el punto de que se ha comprobado también esa vieja máxima periodística de que el exceso de información también es desinformación. Las redes sociales se han convertido en una parte muy importante de nuestras vidas, con los informativos utilizando Facebook para trazar perfiles de inmigrantes ahogados en su intento por entrar en Europa, pero es curioso que sea la televisión británica la que más se está animando a explorar un poco más detalle qué quiere decir exactamente eso de la sociedad de la información, el periodismo ciudadano y todas esas cosas que suenan tan rimbombantes. Si dejamos de lado "Black Mirror", que sí se centra más en el papel que juega la tecnología en nuestras vidas, puede ser "Babylon" una de las que mejor muestre lo que es intentar controlar el flujo informativo cuando a éste pueden hacer aportes multitud de actores que escapan a tu control.

"Babylon" es una serie de Channel 4 de la que sólo se ha emitido un piloto especial de casi 90 minutos, prólogo de los seis episodios que empezarán a rodarse en breve, y que ha llamado la atención porque está dirigido por Danny Boyle y escrito por Jesse Armstrong y Sam Bain, que no sólo han creado clásicos contemporáneos de la comedia británica como "Peep Show" o, en el caso de Armstrong, han escrito para "Black Mirror", sino que también son los responsables del guión de "Four Lions", una comedia negra sobre cuatro torpes terroristas suicidas. Los tres se lanzan a un comentario satírico sobre esa sociedad de la información en la que vivimos dirigiendo su mirada al departamento de policía metropolitana de Londres, en el que su comisionado decide contratar a una "niña prodigio" estadounidense de las relaciones públicas para que sea la nueva jefa de comunicación del departamento. Liz Garvey se gana su puesto gracias a una charla TED sobre lo que ella llama comunicación en 360º, o lo que es lo mismo, una apuesta por no ocultar casi ninguna información al público, creyendo que es mejor que ellos mismos la den, aunque sea potencialmente dañina, a que un particular termine colgándola en Twitter y creándoles un problema de imagen.

Liz se ve puesta a prueba en su primer día de trabajo, en el que un francotirador se dedica a disparar a transeúntes inocentes de forma aleatoria y por toda la ciudad, y el capítulo expone el lado menos heroico y más mundano de los agentes de policía, las puñaladas traperas y relaciones off the record con la prensa de los jefes de comunicación y hasta desmonta al comisionado y a Liz, evitando que los veamos de algún modo como los supuestos héroes o protagonistas del asunto. Pueden tener buenas intenciones, pero no son mejores que los policías de a pie demasiado obsesionados con las armas y con la ilusión de autoridad que les da el uniforme. Vemos desarrollarse el día a buen ritmo (como es de esperar de Boyle), y tanto desde el punto de vista de los mandos como de los agentes normales, y lo que tiene más importancia en todo esto es el modo en el que se maneja la información y se comercia con ella. Liz habla y habla sobre la importancia de la transparencia y de contar la verdad como una manera de adelantarse a posibles historias que se dediquen a exponer las miserias del departamento, pero siempre hay otro tipo de intereses con los que hay que lidiar.

Este piloto de "Babylon" deja claro su tono, que alterna entre el drama más serio, la sátira y los gags más tontorrones, y cuenta como punto a su favor con un buen reparto, encabezado por James Nesbitt y Brit Marling. El comentario sobre cómo puede manejarse una institución como la policía en una sociedad en la que cualquier delincuente puede tuitear su arresto es lo más interesante del episodio, que empieza a tejer una red de relaciones entre sus personajes, cada uno movido por sus propios intereses, que puede dar mucho juego. Pero habrá que esperar todavía unos meses para ver si cumple su promesa.

Música de la semana: Una de las cosas más notables de "Helix", como ya dijimos en su momento, es su utilización de música animada, a veces muy de sala de espera, en contraste con los momentos de tensión que vemos en pantalla. Una de sus últimas elecciones ha sido "Fever", de Peggy Lee, una de las grandes damas de la canción en Estados Unidos y alguien de quien pueden encontrarse un par de conexiones curiosas. La primera es su participación en "La dama y el vagabundo" poniendo voz a los gatos siameses, y la otra es el hecho de que sea una de las inspiraciones de esa especie de segunda carrera-hobby de Michelle Dockery, Lady Mary en "Downton Abbey", como cantante de jazz. Ese "Sans Souci" que puede encontrarse en YouTube es uno de los temas más conocidos de Lee.

14 febrero 2014

Las cuentas de The CW

Desde septiembre de 2006, cuando las cadenas The WB y UPN dejaron de existir como tal y se fusionaron en una nueva, The CW, no hay temporada en la que no aparezca algún artículo en la prensa estadounidense preguntándose cómo es posible que sobreviva, teniendo una media de audiencia en lo que llevamos de temporada que apenas llega a los dos millones de espectadores, según TV by the numbers. Casi es una nota al pie cuando se habla de las networks, y hasta resultaría un canal de nicho si estuviera en el cable (una mudanza que se ha rumoreado más de una vez, al igual que su cierre, sin que se haga realidad). Que una serie de The CW supere a una de las otras cadenas en la demo es sinónimo de que esa serie va derecha a la cancelación (y las comedias de los jueves de NBC lo saben muy bien), pero pese a todo esto, el canal continúa estrenando títulos nuevos, y eso que ya ha renunciado a programar los domingos. La idea original de que la nueva cadena podría fusionar los espectadores de The WB y UPN se demostró errónea casi enseguida, y todo el mundo duda de que la empresa sea medianamente rentable como para aguantar mucho más tiempo.

Pero lo hace, y sus ejecutivos siempre explican que no funciona como una network normal, y eso le permite estar ahí a pesar de que muy pocas de sus series llegan al 1 en los demográficos. Las recientes renovaciones de, entre otras, 'Reign' y 'The Originals' (especialmente de la primera) ha vuelto a suscitar esas dudas entre público y periodistas, pero la respuesta está en algo más que las meras cifras de audiencia. De hecho, The CW es el ejemplo más claro de que el modelo televisivo ya no es el que era, pues en su supervivencia intervienen factores que cada vez se discuten más en Estados Unidos, como las ventas en el mercado internacional y los acuerdos de emisión en plataformas online como Hulu y Netflix (y hasta Amazon). El truco en todo esto está en que los propietarios de la cadena, Warner y CBS, son también los propietarios de las series que emite, así que terminan ganando dinero con ellas.

En la última gira veraniega de la TCA, Les Moonves, presidente de CBS, explicaba la situación a los periodistas presentes diciendo que, como canal, The CW perdía dinero, pero que "sus dueñas son dos compañías que producen las series. Las series nos traen más dinero del que se pierde", como recogía en su momento HitFix. De este modo, el modelo de negocio tiene sentido para Warner y CBS. Tomemos el ejemplo de "Nikita", que ha sobrevivido cuatro temporadas en antena a pesar de que no ha dejado de perder espectadores temporada a temporada y que, desde la segunda, no ha alcanzado los dos millones en ninguna, y hasta cayó por debajo del millón al final de la tercera. Si la cadena hubiera aplicado la lógica, probablemente hubiera cancelado la serie ya cuando terminó la primera temporada, pero lo que "Nikita" tenía a su favor era que la producía Warner y que se vendió muy bien internacionalmente. Los DVDs no han funcionado mal, y todo el dinero que se ingresa de esa manera, más lo que se obtenga por publicidad en su emisión en directo, por poco que sea, acaba yéndose a las arcas de Warner (co-propietaria del canal, como ya hemos dicho).

Es decir, que la rentabilidad de las series va más allá del método tradicional de su audiencia en directo o, como mucho, de los famosos Live+3 y Live+7 (visionados en diferido en los siguientes tres días y siete días desde su emisión). Es una manera de decidir cancelaciones y renovaciones que cada vez es más importante en la televisión estadounidense, pero es en The CW donde se ve con mayor claridad. ¿Cómo si no fue posible que "Gossip Girl" tuviera seis temporadas a pesar de que sus audiencias eran directamente terribles en las últimas? Será interesante ver si esta apuesta por la ciencia ficción de corte juvenil que la cadena está haciendo le funciona mejor que los culebrones teen de hace unos años (y aun así, "90210" alcanzó la quinta temporada), porque si tienen potencial de cara al mercado internacional y en las ventas en DVD, habrán encontrado realmente un filón. "Arrow" podrá no ser un éxito en audiencias, pero en el resto de aspectos (incluido el de la visibilidad entre críticos y público general), está claro que es de lo más rentable para The CW.

13 febrero 2014

Los trapos sucios de la inteligencia americana

Hay un aspecto de "Intelligence" que puede convertirla en una serie más interesante y menos genérica, y es el hecho de que las misiones en las que Gabriel participa casi siempre acaban apuntando a alguna maniobra clandestina y oscura de alguna agencia del gobierno estadounidense. Ya pueden ser agentes de la CIA "disfrazados" de periodistas, narcotraficantes a sueldo del gobierno al norte del río Grande o contratistas privados del ejército llevando a cabo experimentos entre la población, es muy curioso que una serie de este tipo (y tan noventera en su forma) haya decidido que los malos o están conectados con alguien del gobierno, o forman parte directamente del gobierno. Es de suponer que, después de los escándalos de Abu Ghraib y las cárceles secretas de la CIA, el auge de los "ejércitos privados" y tras saberse que nadie está a salvo de la NSA (y mucho menos en suelo norteamericano), este clima tenía que acabar calando en las series de acción.

En los 90, los héroes se encontraban de vez en cuando con algún operativo estadounidense de inteligencia que hacía la guerra por su cuenta, pero en "Intelligence" es lo más habitual. Y no sólo eso, sino que la parte que pinta mejor es aquella en la que Lillian Strand, la jefa del Cibercomando (hasta en ese nombre es deudora de otras épocas), se ve envuelta en rencillas, operaciones secretas y juegos de poder variados entre las diversas agencias gubernamentales. Raro es el episodio en el que no tiene que enfrentarse con el director de la CIA o con un poderoso general para que le expliquen qué demonios está pasando allí, y aún más raro es el momento en el que no se nota que las demás están celosas del Cibercomando y de ese programa Clockwork supervisado directamente por la Casa Blanca. Pinta un panorama de desconfianza en la comunidad de inteligencia que le da un toque ligeramente diferente a la serie, y que podría ser uno de sus puntos fuertes si lo exploran en mayor profundidad.

"Intelligence", por ahora, no está yendo más allá de una serie de acción en la que sus protagonistas viajan a un lugar diferente cada semana, intentado detener una nueva amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos en cada episodio. Sí, el misterio alrededor de la mujer de Gabriel,  y el destino de esa versión suya en femenino, están al fondo, esperando el capítulo apropiado para volver a poner en aprietos a los personajes y, probablemente, para adentrarse aún más por ese lado oscuro de las agencias de inteligencia. Si las maniobras de Reddington, y su dúo con la agente Keen, son lo más entretenido de ver en "The Blacklist", aquí son los rencores y secretos entre departamentos lo que le otorga algo más de interés a "Intelligence". Porque es divertido ver a Gabriel y Riley "pincharse" mutuamente (Josh Holloway y Meghan Ory tienen una buena química), pero la serie necesita algo menos ligero a lo que agarrarse.

12 febrero 2014

¿Debería Rick Grimes morir?

Que "The Walking Dead" es todo un fenómeno es innegable. Desde la temporada pasada es una fuerza de la naturaleza en las audiencias, y el domingo regresó con la segunda mitad de su cuarta entrega con más de 15 millones de espectadores y un 8,2 en los demográficos, unas cifras por las que cualquier cadena en abierto sacrificaría a los primogénitos de sus ejecutivos. Buena parte de la culpa de que los zombies hayan sustituido a los vampiros en cuanto a los monstruos más populares la tiene esta serie, y sus responsables se han convertido todos en grandes celebridades. Al mismo tiempo, cada vez se hace más intenso el ruido alrededor de la serie, ruido que, curiosmante, tiende a amplificar más sus defectos, y no sólo por parte de los lectores de los cómics, eternamente insatisfechos con la adaptación.

Una de las tendencias que ha aparecido a raíz de "After", ese primer capítulo tras el hiato de media temporada, es la que se pregunta si Rick, el protagonista central de la serie y con el que empezamos a descubrir este nuevo mundo en el piloto, debería morir. Críticos como Alan Sepinwall sostienen que se ha vuelto un lastre, que su estancia en la prisión lo ha convertido en una versión de las peores cualidades de Jack Shephard, otro líder que siempre era muy criticado en las últimas temporadas de "Perdidos" porque tomaba malas decisiones y se empeñaba en cursos de acción que al resto del grupo no le convencían en absoluto. Rick siempre ha sido un líder reticente, que asumía ese puesto porque nadie más quería hacerlo, pero la espiral autodestructiva en la que cayó tras la muerte de Lori ha llevado al personaje a un pozo bastante deprimente. Y el mundo de "The Walking Dead" ya es muy deprimente sin necesidad de que Rick se empeñe en construir una ilusión de normalidad dentro de los muros de una cárcel asediada constantemente por los caminantes.

Esa incapacidad del ex sheriff para proteger a su grupo, para quitarse las anteojeras que le impiden darse cuenta de que debería actuar, en lugar de quedarse parado, impulsa a otros personajes a tomar cartas en el asunto. Carol es el ejemplo más evidente, pero este último episodio, que nos empieza a mostrar la situación en la que están todos tras el arco de la prisión, también muestra cómo Carl se ve afectado por ese periodo de inactividad de su padre. Rick podrá haber puesto a prueba la paciencia de los espectadores, pero también lo ha hecho con su propio hijo y con los demás supervivientes. Ese cansancio que sienten con respecto a Rick, y el intento de él de eludir cualquier responsabilidad, les lleva a asumir de un modo más activo las riendas de su futuro. En la cárcel ya vimos que Carol, Herschel y Glenn dieron un paso adelante, y es de esperar que otros personajes vivan una evolución similar en esa nueva situación en la que se ven envueltos.

¿Debería Rick morir? Independientemente de que Robert Kirkman haya asegurado que es el único personaje imprescindible de la serie, podrían proponerse argumentos tanto a favor como en contra, pero sigue siendo necesario en "The Walking Dead". Como ocurría con "Perdidos" (y como también señalan los críticos estadounidenses), en la serie se comenta a menudo sobre la capacidad de liderazgo de las personas, qué hace a alguien un buen líder o si de verdad hay que confiar ciegamente en una persona para que determine el futuro más próximo de un grupo. La confrontación entre Rick y el Gobernador era entre dos estilos de dirección diferentes, entre dos hombres que tenían concepciones distintas sobre lo que es ser un líder, y ahora Rick debe decidir si quiere seguir siendo así o si tiene que adaptarse finalmente al nuevo mundo en el que vive. Como le reconoce a Carl, las cosas no pueden volver a ser como antes.

Dicho todo esto, ese panorama que nos presenta "After" puede resultar un cambio interesante con respecto a lo que hemos visto hasta ahora, y a lo mejor hasta sirve para maquillar un poco el que realmente es el principal defecto de la serie, que es su pobre trabajo de construcción de personajes.

11 febrero 2014

Películas de ocho horas

"True Detective" se ha convertido en una de las series del año. Es así simplemente por el nivel de comentarios que han generado cada uno de sus cuatro episodios emitidos hasta ahora, un nivel elevado tras el plano secuencia de seis minutos que cierra precisamente el cuarto, y que ha magnificado los epítetos dedicados a la serie hasta tal punto, que parece que una toma así nunca se había intentado antes en televisión (títulos como "Urgencias", "Expediente X", "Battlestar Galactica" y hasta "Treme" la utilizaron de vez en cuando). Visual y temáticamente, está claro que "True Detective" está concebida como un todo. No es tanto de las partes de ese todo, como pasa a veces con las series, por muy serializadas que sean, como la suma de esas partes lo que configura la estructura de la creación de Nic Pizzolato. Además, el hecho de que Pizzolato escriba los ocho episodios, y Cary Fukunaga los dirija todos, le da una unidad temática y estilística muy alta, y una personalidad propia muy destacada.

En esta moda que parece haberse instalado en las cadenas norteamericanas de las series limitadas (como han decidido llamar a las miniseries de toda la vida), "True Detective" es un ejemplo de esas concebidas como una larga historia de ocho horas, del mismo modo que también lo estaba "Top of the lake", como si estuviéramos viendo una película. Pero aunque ambas series comparten director de fotografía (Adam Arkapaw), atmósfera y hasta esa oscuridad que los casos hacen aflorar en sus detectives, hay una diferencia muy clara entre ellas, y es que "True Detective" se preocupa de crear capítulos, se acuerda de que las divisiones de la historia en episodios tienen que tener cierta coherencia interna y sus propios principios y finales, aunque formen parte de algo mayor. "Top of the lake", por su parte, estaba dividida de una manera que daba la sensación de ser muy arbitraria, reforzando esa idea de que estábamos ante una película de seis horas que se había "troceado" sin demasiados miramientos para su emisión por televisión.

El auge de las miniseries va a traer una mayor serialización y, sobre todo, una mayor sensación de que no se puede juzgar la obra con propiedad hasta que no se llega al final, porque todos los capítulos son eslabones de una misma cadena. Será curioso ver qué hace M. Night Shyamalan con "Wayward Pines", esa miniserie de misterio para el verano de FOX que puede reactivar su carrera si tiene un poco de suerte. Tanto "Top of the lake" como "True Detective" muestran que puede utilizarse este formato para salirse un poco de los márgenes establecidos, para contar historias que, si estuvieran en una serie convencional, se diluirían con el paso de los capítulos porque su fuerza está en la concentración de la narración. Una temporada de "True detective" de 13 capítulos probablemente agotaría, pero en ocho pueden conseguirse cosas interesantes como ese plano secuencia del final del cuarto episodio (que en algún momento parecía "Grand Thef Auto", todo hay que decirlo), un plano secuencia que no sólo juega con la forma, sino que está al servicio de lo que nos están contando en ese momento.

10 febrero 2014

El cuadro de Leslie Knope

Uno de los aspectos por los que más destaca "Parks and recreation" es cómo consigue que el humor provenga siempre (o en la mayoría de las ocasiones) de sus personajes. Desde su segunda temporada, logró un equilibrio muy efectivo entre los gags y los momentos entrañables y cimentó a un grupo de personajes cuyas interacciones pueden salvar los episodios menos graciosos. Y, además, tiene un capítulo en la tercera entrega que ejemplifica cómo puede una comedia hacer un claro comentario social sin que sea excesivo ni haga a los espectadores sentirse como si acabaran de soltarles un discurso de tres horas sobre igualdad de género. "Jerry's painting" gira alrededor de un cuadro, expuesto dentro de un conjunto de obras de ciudadanos de Pawnee que serán colgadas en edificios municipales, en el que se ve una escena mitológica con una centauro cazando.

Dicho así, no parece algo demasiado sustancial como para anclar todo un capítulo, incluso aunque sea de 20 minutos, pero la cosa cambia cuando esa centaura se parece a Leslie y, además, está desnuda de cintura para arriba (como era habitual en estos seres mitológicos). Y aquí entramos en ese gran tabú de la televisión americana, que no son tanto los pechos femeninos como los pezones (acordaos del "Pezóngate" de Janet Jackson en la Super Bowl de 2004). Esa zona del cuadro, de hecho, aparece pixelada durante todo el episodio, y aunque nunca se menciona explícitamente, es evidente que es la razón por la que una ciudadana "preocupada" afirma que es pornográfico y debe ser destruido. Eso es lo curioso del capítulo. No aparece ningún personaje apuntando específicamente que lo que le molesta a esa mujer es la representación de los pezones (o igual se menciona, pero de pasada), y todo el conflicto viene del hecho que Leslie se siente honrada y poderosa al verse reflejada en la pintura de Jerry, y no quiere que nadie destruya esa sensación.

De este modo, lo que podría haber derivado en algo bastante maniqueo, lo esquiva al verse anclado en las emociones de sus personajes. Sí, "Parks and recreation" hace sus chistes a costa de la indignación de esa mujer (y utiliza a Tom y su disgusto por verse representado como un querubín regordete para ridiculizar algunas de las posturas contra el arte "indecente") y cuela alguna que otra defensa de la representación artística, pero son los efectos que todo esto tiene en Leslie lo que realmente importa. El cuadro le permite olvidarse un poco de sus frustraciones al no poder avanzar su relación con Ben, y así resulta menos "invasivo" criticar a esos supuestos defensores de la decencia que ponen el grito en el cielo si se ven pezones de mujer, pero no dicen esta boca es mía cuando los que se ven son los de un hombre (y dejemos el traje de "Batman y Robin" fuera de la discusión).

09 febrero 2014

Los dramas de Amazon

El año pasado, no fue sólo Netflix la plataforma online que se animó a producir y estrenar sus propias series. También lo hizo Amazon, aunque su método es un poco diferente al del resto de proveedores de contenidos. Ellos encargan varios pilotos, siempre divididos en comedias, dramas y programas infantiles, y dejan que sus usuarios voten los que más les gustan. Así, en la primera cosecha de series de Amazon sólo pasaron el corte dos comedias, "Alpha House" y "Betas" (de la que hablamos en el último Yo disparé a JR), y en este segundo intento, veremos cuántas reúnen los requisitos de que la plataforma quiera seguir con ellas y que a su público le parezcan interesantes. Todos los pilotos pueden verse gratis, si tenéis cuenta en Amazon, en su web de Instant Video, y parece que, este vez, los proyectos han llamado algo más la atención, especialmente porque han atraído algunos nombres interesantes.

Tomemos por caso sus dos dramas. Uno de ellos es "Bosch", adaptación de las novelas de Michael Connelly, protagonizadas por Harry Bosch, sobre un detective de policía de Los Ángeles con bastantes más oscuros que claros. Su principal responsable es Eric Overmyer, colaborador de David Simon en "The Wire", y tiene un reparto lleno de caras conocidas en el que destaca Titus Welliver como el detective titular. Welliver lleva años paseándose como secundario por series y películas de todo tipo, muchas veces haciendo de malo, y aquí interpreta a Bosch de una manera muy sobria, como si estuviera resignado a trabajar en Homicidios porque no sabe hacer otra cosa, y no sabe con qué llenar su tiempo cuando no está investigando un caso. Por eso, a pesar de que está suspendido hasta que se solucione un juicio por cierta acción pasada suya, decide aceptar una llamada en la que le dicen que un señor que paseaba a su perro ha encontrado un hueso que parece humano.

"Bosch" tiene un aire de noir californiano contemporáneo que va con su temática y construye rápidamente a Harry como un tipo peculiar, a la vieja usanza setentera, pero sin llegar a los niveles de particularidad de John Luther, por ejemplo. Bosch no es una gran mente deductiva, sino alguien tenaz y sistemático, que persigue sus casos hasta el final, lo que le ha llevado a meterse en problemas más veces de las serían recomendables. El episodio, dirigido por un veterano de al tele (y de la franquicia "Ley y orden") como Jim McKay, va estableciendo poco a poco la situación en la que se encuentra Bosch y por qué este caso le llama la atención, y atesora potencial para convertirse en una serie bastante digna, cuanto menos. En el caso del otro drama de Amazon, "The After", el interés llega porque su creador es Chris Carter, mente pensante detrás de "Expediente X" y "Millennium".

Es una serie post-apocalíptica de la que, la verdad, es mejor no contar demasiado. Empieza como si fuera una película de catástrofes de los 70 y va derivando hacia otra cosa, hasta llegar a un cliffhanger final cuyo objetivo es dejarnos con ganas de ver más. Y hasta aquí podemos leer. Alea iacta est.

Música de la semana: Pues ya que hemos mencionado "Betas", la selección de esta semana va a ser, precisamente, la canción de sus títulos de crédito, "Power lines", del grupo de Seattle, Telekinesis.

07 febrero 2014

El 084

ALERTA SPOILERS: Si no habéis visto "T.R.A.C.K.S.", el capítulo más Whedon hasta la fecha de "Agents of SHIELD", y el último hasta el próximo 4 de marzo, no sigáis leyendo. Luego no os sorprendáis si hablamos de Stan Lee.

Desde su piloto, "Agents of SHIELD" había construido en su ADN un enigma que podía ser problemático, y que giraba en torno a una pregunta que los espectadores se hacen enseguida: ¿Por qué es Skye tan especial? Coulson se encarga de reclutarla para SHIELD a pesar de que, al principio, sabe perfectamente que les está espiando para Rising Tide, y lo más que sabemos de ella es que es una hacker muy eficaz y que no sabe quiénes son sus padres. Todo eso no es demasiado interesante como para hacernos creer que Skye es la pieza más importante del equipo de Coulson, sobre todo teniendo en cuenta que el misterio de la resurrección de él, y el hermetismo de la agente May a la hora de explicar por qué ya no quiere entrar en combate nunca más, resultaban más atrayentes originalmente. Sin embargo, en esa progresiva whedonización y marvelización que la serie está experimentando con su regreso del parón navideño (como explican en Fuertecito no ve la tele), han logrado unir mejor a Skye a la mitología de fondo al convertirla en un 084, un objeto de origen desconocido.

Con eso, la presencia de la hacker en el Bus adquiere algo más interés. Siempre corre el riesgo de caer en el "problema de Karen Cartwright", de repetir constantemente que es especial sin que eso se traduzca luego en pantalla, pero al adjuciarle ese misterio sobre su propia naturaleza, es más sencillo comprender por qué Coulson tenía tanto interés en ella, incluso aunque al principio tampoco supiera él mismo la verdad. "Agents of SHIELD" no sólo ha hecho un retoque acertado con Skye, sino que lo ha hecho además con el propio Phil, resolviendo el enigma de su resurrección antes de que empezara a verse estirado de más. Y en lugar de optar por alguna solución fantástica que implicara clones, o el concurso del mismísimo Thor, optaron por algo más mundano, como quien dice, y que puede tener mayores implicaciones emocionales para el agente, como es saber que Nick Fury ordenó resucitarlo fuera al coste que fuera, incluso aunque tuviera que atravesar un dolor inimaginable y suplicara en varias ocasiones que lo dejaran morir.

Con estos dos retoques en la mitología de la serie y cómo afecta directamente a sus personajes, y con la mayor importancia que han adquirido tanto los secuaces del Clarividente como gérmenes de supervillanos como Mike Petersen, todo se ha vuelto mucho más entretenido. La dinámica entre el grupo de Coulson es más natural y lo que está en juego en sus misiones se ha elevado algo más, ya no es simplemente alguien con superpoderes al que hay que proteger. El último episodio emitido, "T.R.A.C.K.S." , se permite además jugar con la estructura en la que vemos la narración, siguiendo cada vez a un personaje, lo que le da un ritmo más trepidante a la acción y hasta cierta sensación de ligereza y diversión (y que "asalten" un tren no es el único dejà vú que el capítulo tiene hacia "Firefly"). Luego, cuando llega el clímax emocional y el cliffhanger, se los han ganado mucho más a través de todo lo que hemos visto antes, y la delicada situación en la que queda Skye adquiere un poco más de resonancia por el modo en el que afecta a sus compañeros.

Poco a poco, "Agents of SHIELD" va convirtiéndose en la serie que se esperaba desde el principio, pero como hemos dicho en otras ocasiones, necesitaba tiempo para encontrarse a sí misma. La comparación con "Arrow" puede ser curiosa porque da la sensación de que destá posicionándose para tener una recta final de temporada bastante mejor, y hasta para dar un salto cualitativo en una hipotética segunda entrega.

06 febrero 2014

Syfy vuelve a ser Sci Fi

Cuando este verano termine "Warehouse 13", podrá decirse que Syfy habrá llegado al final del camino que inició en 2009, un camino que la llevó a cambiarse el nombre y a alejarse de la ciencia ficción más tradicional, como quien dice (la de las space operas y las historias con sus toques de misterio) para intentar llegar a un público más amplio. Los agentes del almacén 13 continuaban la senda que, en realidad, había iniciado "Eureka" sustituyendo a "Stargate SG-1", y que representaba una apuesta por series de tono más ligero, a veces casi humorísticas, y con sus toques fantásticos. El fracaso de "Stargate Universe" todavía reforzó más la sensación de que había que continuar con esos transplantes evolucionados desde USA Network, pero como todo ciclo en la industria, ha llegado el momento en el que esas series ya no de más de sí y la cadena ha optado por volver al espacio y al tipo de proyectos que la hicieron conocida en un principio.

La última confirmación de que Syfy vuelve a entregarse por completo a la ciencia ficción más seria no es tanto el estreno de "Helix" como el anuncio de adaptación del cómic "DMZ", centrado en un Manhattan futuro convertido en zona desmilitarizada tras una segunda guerra civil americana, y a cargo de Andre y Maria Jacquemetton, dos guionistas que vienen de ser los niños bonitos de Matthew Weiner en "Mad Men". El tema no podría estar más lejos de "Haven", por ejemplo, y muestra que el cambio de tendencia que mostró el año pasado "Defiance" no se va a quedar en una anécdota. Y eso que no van a dejar de lado el aspecto fantástico; en desarrollo está "Dominion", esa serie sobre ángeles que adapta un fracaso de taquilla como "Legión", y entre los estrenos del mes pasado figura otra importanción canadiense, "Bitten", sobre mujeres lobo, pero sí parecen estar renovando su parrilla y acercándola más a los que antes era Sci Fi, en la que lo mismo veías "Farscape", que "Battlestar Galactica", que "Doctor Who" (hasta que se la llevó BBC America). Lo que es curioso es que, en los últimos meses, funcionaban casi mejor esas series canadienses que los productos propios de la cadena, con "Lost Girl" y después "Continuum" a la cabeza.

Syfy tiene que moverse en un panorama en el que tiene mucha más competencia, y no sólo por parte de FOX, que siempre fue la network más dada a emitir ciencia ficción. Están los superhéroes que proliferan en ABC, The CW y próximamente Netflix (género en el que no pudo aguantar "Alphas"), las series fantásticas juveniles de esa The CW y proyectos de TNT como "Falling skies" (a la que ya le queda poco) o "The last ship", y hasta Starz se anima a probarse de nuevo en el género, después de "Torchwood: Miracle day", con "Outlander" y su mezcla peculiar de novela romántica, trama histórica y viajes en el tiempo. La ciencia ficción, más seria o más light, está otra vez de moda, asñi que Syfy no podía quedarse atrás. Evidentemente, otra cosa es que algunos de los proyectos que tienen en desarrollo, como las colonias lunares de Bryan Fuller en "High Moon", se conviertan en series hechas y derechas, pero la vuelta a los orígenes, con un ojo puesto en las tendencias actuales, es clara.

05 febrero 2014

El Hollywood de los "jóvenes adultos"

El término young adult se ha popularizado mucho en los últimos años asociado a determinado tipo de ficción orientada al público adolescente. Es lo que siempre se ha conocido como juvenil pero que ahora, vaya usted a saber por qué, ha sido renombrada como "de jóvenes adultos" y conocida, sobre todo, por sus siglas inglesas, YA. Tal vez fuera el enorme éxito de la saga "Crepúsculo", tanto en libros como en formato cine, lo que impulsó el actual boom que vive el género, con estanterías en algunas librerías estadounidenses centradas exclusivamente en "romance sobrenatural YA", y la confirmación definitiva ha llegado con "Los juegos del hambre" y el enorme taquillazo que ha sido "En llamas". Todos los estudios de Hollywood quieren tener su propia saga juvenil que sanee sus cuentas de resultados durante cuatro o cinco años, reproduciendo las tácticas que siguieron con el final de las películas de Harry Potter, pero no todos consiguen su propósito.

De hecho, podríamos decir que las adaptaciones al cine de libros YA se encuadran en dos vertientes; la aventura/romance con toques fantásticos o de ciencia ficción, y la historia de amor imposible o llena de obstáculos. Este mismo año vamos a ver un ejemplo de cada,  y ambos protagonizados por la nueva reina de este subgénero, Shailene Woodley; "Divergente" y "Bajo la misma estrella". La primera quiere convertirse en la nueva saga juvenil distópica al adaptar los libros de Veronica Roth sobre un futuro en el que se encuadra a toda la población en cinco facciones dependiendo de su personalidad, mientras la segunda traslada al cine un best-seller de John Green sobre la historia de amor de dos adolescentes que se conocen en un grupo de terapia para pacientes de cáncer. El reto para esas dos cintas es no pasar a engrosar la lista de fracasos que el género YA lleva a sus espaldas en los últimos dos años. Ni "Hermosas criaturas" ni "Cazadores de sombras" llamaron la atención del público lo suficiente para asegurarse secuelas, pero Hollywood no deja de intentarlo.

El filón es tan atrayente, que The CW se ha entregado a él en cuerpo y alma en sus estrenos de esta temporada. "The Tomorrow People" y las próximas "The 100" y "Starcrossed" entran de lleno en el género fantástico juvenil, y la cadena aún abrazará más su nueva entidad como hogar de la ciencia ficción en la televisión en abierto con el desarrollo de otro drama post-apocalíptico más para 2014/15, "The Messengers", y la continuación de los planes televisivos de Warner con DC con "The Flash". "The Vampire Diaries" (que adapta una muy popular saga de libros YA) fue el título que puso a la cadena sobre la pista de este público, más veinteañero que adolescente, que es muy fiel y muy ruidoso si se engancha a tu serie o tu película, y al que se puede llegar sin dedicarse solamente a hacer cintas de superhéroes. Pero no es tan fácil conseguir un éxito de taquilla con ellos. Tras "Crepúsculo", sólo "Los juegos del hambre" la planta cara a los blockbusters veraniegos, y eso es, muy probablemente, porque han conseguido llegar a un público más amplio que el mero consumidor de ficción juvenil.

Y, por cierto, "Young adult" es también una estupenda película de Jason Reitman con una sensacional Charlize Theron.