El pasado martes, volvían a enfrentarse cara a cara dos de las series superheroicas de la temporada. En ABC, "Agents of SHIELD" tenía un capítulo que, básicamente, se dedicaba a preparar el terreno a "Vengadores: La era de Ultrón", que en Estados Unidos se estrena mañana. En The CW, por su parte, "The Flash" afrontaba uno de los episodios cruciales en su trama del Flash Reverso, el asesinato de la madre de Barry y las verdaderas intenciones de Harrison Wells. Como vemos, una de las dos integraba parte de su trama en el universo compartido con la que es una de las películas más esperadas del año (y de la que se espera también que rompa todos los récords de taquilla), mientras la otra seguía su camino independientemente de lo que su casa madre esté haciendo en el cine.
La batalla de la audiencia joven, la del demográfico de los chicos entre 12 y 34 años, cayó del lado de... ¡Sorpresa! "The Flash", con un 1,7 frente al 1 de "Agents of SHIELD". Medio en broma, medio en serio, el periodista Joe Adalian preguntaba en Twitter: "¿Cuándo se estrena la película de "The Flash"?" La serie de The CW ha funcionado muy bien en audiencia desde su estreno; comparativamente, probablemente mejor que "SHIELD", pero su caso es una particularidad dentro de la estrategia global de DC/Warner con sus superhéroes. Para el próximo programa de Yo disparé a JR, hemos querido que los oyentes nos preguntaran cosas, y una de las que nos hicieron iba precisamente por ahí, sobre esa separación que hace DC de sus películas y sus series de justicieros.
La integración total de Marvel puede ser una buena idea, a priori. Cine y televisión forman parte de un único universo, y aunque las películas tienen más puntos de contacto entre sí que éstas y las series, ofrecen un todo cohesivo al fan. Por otro lado, esa obsesión por hacer que todo esté conectado puede limitar algunos proyectos. La identidad propia "Agents of SHIELD", por ejemplo, se diluye por culpa de esa obligación de ofrecer continuidad a unas cintas para las que la serie no existe (sólo "Capitán América. El soldado de invierno" funcionó bien en ese aspecto), y si "Daredevil" funciona en Netflix, es porque mantiene cierta independencia con respecto al universo cinematográfico.
Sin embargo, la decisión de DC de separar categóricamente sus series de sus películas lleva a algunas decisiones realmente peculiares, como mantener el rodaje de una película de Flash cuando tiene una serie que está teniendo bastante éxito y, para más inri, hacer que el actor que dé vida a Barry Allen no sea Grant Gustin, al que su público objetivo ya conoce como el Velocista Escarlata, sino otro hombre diferente (y ya puestos, igualmente desconocido para el gran público hollywoodiense), Ezra Miller. La película de "The Flash" no llegaría hasta 2018; ¿pretende Warner haber terminado para entonces una serie que estaría, teóricamente, al final de la cuarta temporada, y así dejar campo libre al Flash cinematográfico? Los planes de DC para la gran pantalla siempre han contemplado la separación con unas series que, hasta ahora, era lo que mejor les funcionaba, pero esa duplicidad de Flashes sigue siendo un poco confusa.
¿Qué es mejor, la integración total de Marvel o la separación a rajatabla de DC? Una acarrea el riesgo de que series y películas no sean más que eslabones en una cadena de montaje, con poca personalidad propia; la otra conlleva la posibilidad del absurdo de tener héroes duplicados en cine y televisión, pretendiendo que las audiencias para uno y otro vayan a ser completamente diferentes. Las series, hasta ahora, eran el punto débil en la estrategia de Marvel, pero su alianza con Netflix parece estar a punto de cambiar esa tendencia, mientras DC va un poco por detrás en el cine y lo fía a todo a que el camino que abra "Batman v Superman. Dawn of justice" le permita sacar un poco de pecho. ¿Y qué pasará si la burbuja de los superhéroes explota antes de 2020?
30 abril 2015
29 abril 2015
Auge y caída de Kalinda Sharma
El primer Emmy importante que ganó "The Good Wife" fue en la primera temporada, y recayó en Archie Panjabi como mejor secundaria de drama. El premio reconocía la impresión que había causado en los espectadores su personaje, Kalinda Sharma, la investigadora de Lockhart & Gardner. Era una mujer reservada, llena de recursos, capaz de encontrar las pruebas más difíciles para ganar un caso y toda una aliada para Alicia Florrick en sus primeros momentos trabajando otra vez como abogada. De hecho, la amistad entre las dos mujeres fue uno de los pilares fundamentales de la serie durante sus primeras dos-tres temporadas. Hasta cuando Alicia descubrió la "traición" de su amiga con Peter, la posibilidad de que pudieran reconciliarse continuó impulsando buena parte de las tramas.
Sin embargo, algo cambió en la cuarta temporada. Desde hace tiempo se rumorea que las relaciones entre Archie Panjabi y Julianna Margulies no son precisamente las mejores, y hace mucho que no comparten escenas, pero lo que cambió no sólo fue eso. De hecho, si no supiéramos nada de lo que se cuece entre bastidores (y realmente no sabemos nada, que aquí no se airean los trapos sucios como en "Anatomía de Grey"), podríamos identificar un momento muy concreto como el inicio del declive de la importancia de Kalinda en "The Good Wife", y ése es la introducción de su marido, en la cuarta temporada. En ninguna otra ocasión han recibido Michelle y Robert King críticas más feroces que en ésa; a los periodistas no les gustaba en absoluto la dirección que llevaba esa historia, y todavía menos que aislara a Kalinda de lo que pasaba en el bufete. Los guionistas reaccionaron terminándola antes de lo previsto, pero el daño ya estaba hecho.
La señorita Sharma no ha vuelto a ser el mismo personaje desde entonces. Con su relación con Alicia seriamente tocada ("Santa Alicia" no es un personaje que perdone fácilmente lo que considera traiciones personales), se quedó sólo para resolver casos. Intentaron darle alguna línea argumental para ella, como su investigación del abogado que interpretaba Jason O'Mara, pero se había perdido parte de la chispa. Ha seguido funcionando muy bien en determinados momentos, como en el final de Will, pero se ha potenciado la sensación de que opera a otro nivel, de que está en otra serie diferente al resto de personajes (algo que ya se veía en la segunda temporada con Blake Calamar).
Panjabi comentaba, durante la promoción de la segunda temporada de "The Fall", que había tenido un instante rodando esa serie en el que se había dado cuenta de que Kalinda había "parasitado" demasiado su personalidad, y que había llegado la hora de decirle adiós. Su despedida de "The Good Wife" puede haber visto diluido su impacto emocional por culpa de esa pérdida de relevancia en la vida de Alicia, pero todo apunta a que Kalinda no va a dejar de ser recordada por los fans de la serie. Desde luego, yo seguiré pidiendo un spin-off en el que ella y Robin trabajen para Eli Gold.
28 abril 2015
Las ganadoras de la temporada
En un par de semanas, la temporada televisiva 2014/15 echará el cierre en Estados Unidos. En cuanto llegan los upfronts, con sus presentaciones de la programación para el año que viene, la atención de todo el mundo se centra en los estrenos del próximo mes de septiembre y los movimientos de parrilla más destacados. Poca gente seguirá comentando la polémica entre Eddie Huang y los responsables de "Fresh off the boat" por la adaptación de sus memorias, y sin embargo intentarán averiguar si "Supergirl" funcionará realmente en la programación de CBS. En la televisión norteamericana, mayo es tanto sinónimo de fin de temporada, como comienzo de otra, y no sólo la veraniega del cable.
Se van a hacer bastantes balances de lo que han dado de sí estos nueve meses, incluso aunque las fronteras entre temporadas cada vez están más difusas, y es probable que se hable de los mismos temas. Por ejemplo, de cómo The CW ha tenido un año realmente notable gracias a sus series de superhéroes, a la ciencia ficción de "Los 100" y al primer Globo de Oro en su historia gracias a Gina Rodríguez y "Jane the virgin". Estas dos últimas series han figurado entre algunas de las favoritas de los críticos, así que la joven cadena parece estar consiguiendo que se la tome más en serio. Por supuesto, se hablará también de Shonda Rhimes, la todopoderosa, y no tanto por sus decisiones para despedir personajes en "Anatomía de Grey", como por el gran éxito que han tenido en ABC sus jueves monotemáticos.
El trío de la veterana Grey, "Scandal" y "How to get away with murder" le ha permitido a la cadena dominar en audiencia esa noche, y ni siquiera la mudanza de "The Blacklist" a ese día en NBC ha servido para gran cosa. La serie protagonizada por Viola Davis fue la obsesión de crítica y público estadounidense hasta que FOX dio el gran pelotazo de la temporada con "Empire". Desde hacía décadas, no se veía a una serie ganar audiencia cada semana, y con los one-liners de Cookie Lyon y la comedia peculiar de "Last man on Earth", la cadena ha podido respirar un poco después de un otoño bastante deprimente, con la única excepción de "Gotham". Es curioso que, sólo con el fenómeno que ha sido el culebrón de Lee Daniels y Danny Strong, sea suficiente para incluir a FOX entre las ganadoras de la temporada, pero junto a su nombre hay unos cuantos asteriscos.
Fuera de las networks, 2014/15 ha sido la temporada en la que a Netflix le ha salido mucha competencia y en la que Amazon dio un puñetazo en la mesa con "Transparent", y también ha sido el momento en el que otro canal que era más el hazmerreír de los críticos que otra cosa, Starz, comienza a requerir un poco más de atención. "Spartacus" tenía unos cuantos defensores, pero es "Outlander" la que está ganándole a la cadena los artículos sesudos diseccionando su valor en la sociedad estadounidense. El sexo bien utilizado puede ser muy poderoso.
Se van a hacer bastantes balances de lo que han dado de sí estos nueve meses, incluso aunque las fronteras entre temporadas cada vez están más difusas, y es probable que se hable de los mismos temas. Por ejemplo, de cómo The CW ha tenido un año realmente notable gracias a sus series de superhéroes, a la ciencia ficción de "Los 100" y al primer Globo de Oro en su historia gracias a Gina Rodríguez y "Jane the virgin". Estas dos últimas series han figurado entre algunas de las favoritas de los críticos, así que la joven cadena parece estar consiguiendo que se la tome más en serio. Por supuesto, se hablará también de Shonda Rhimes, la todopoderosa, y no tanto por sus decisiones para despedir personajes en "Anatomía de Grey", como por el gran éxito que han tenido en ABC sus jueves monotemáticos.
El trío de la veterana Grey, "Scandal" y "How to get away with murder" le ha permitido a la cadena dominar en audiencia esa noche, y ni siquiera la mudanza de "The Blacklist" a ese día en NBC ha servido para gran cosa. La serie protagonizada por Viola Davis fue la obsesión de crítica y público estadounidense hasta que FOX dio el gran pelotazo de la temporada con "Empire". Desde hacía décadas, no se veía a una serie ganar audiencia cada semana, y con los one-liners de Cookie Lyon y la comedia peculiar de "Last man on Earth", la cadena ha podido respirar un poco después de un otoño bastante deprimente, con la única excepción de "Gotham". Es curioso que, sólo con el fenómeno que ha sido el culebrón de Lee Daniels y Danny Strong, sea suficiente para incluir a FOX entre las ganadoras de la temporada, pero junto a su nombre hay unos cuantos asteriscos.
Fuera de las networks, 2014/15 ha sido la temporada en la que a Netflix le ha salido mucha competencia y en la que Amazon dio un puñetazo en la mesa con "Transparent", y también ha sido el momento en el que otro canal que era más el hazmerreír de los críticos que otra cosa, Starz, comienza a requerir un poco más de atención. "Spartacus" tenía unos cuantos defensores, pero es "Outlander" la que está ganándole a la cadena los artículos sesudos diseccionando su valor en la sociedad estadounidense. El sexo bien utilizado puede ser muy poderoso.
27 abril 2015
Las bodas de Sansa Stark
ALERTA SPOILERS: Permitidme que, esta vez, esta entrada esté vedada no sólo a quienes no hayan visto "High Sparrow", el tercer episodio de la quinta temporada de "Juego de tronos", sino también a quienes no hayan leído "Festín de cuervos" ni "Danza de dragones". Lo siento, pero no hay otro modo de comentar a gusto ese "están arruinando la trama de Sansa" del que se quejan los lectores de los libros.
Como aperitivo del muy esperado "Winds of winter", George R.R. Martin publicó online hace tiempo un capítulo de ese libro dedicado a Sansa. La mayor de las hijas Stark no había vuelto a aparecer desde "Festín de cuervos", donde estaba de incógnito en el Valle, y no se sabía qué planes tenía Meñique para ella. Por otro lado, en "Danza de dragones" se cuenta la añagaza con la que Roose Bolton pretende legitimar su toma de Invernalia, casando a su bastardo Ramsay precisamente con una Stark. Pero como nadie sabe dónde está Sansa, y el mundo parece haber olvidado definitivamente a Arya (o cree que está muerta), Roose utiliza a Jeyne Poole, la amiga de Sansa. La disfraza de Arya y la casa con Ramsay, pero sus planes se tuercen porque Stannis Baratheon ataca el castillo (aunque el resultado de esa batalla no se sabe con certeza al final de ese libro).
Para los libros, es una línea argumental que puede funcionar; especialmente, continúa profundizando en la caracterización de Hediondo y como poco a poco va recuperando su antiguo ser como Theon Greyjoy, pero para "Juego de tronos" la serie, puede ser un problema. Para empezar, ¿quién es Jeyne Poole para los espectadores? Nadie. Su historia es, ciertamente, trágica en los libros, pero en HBO casi sólo la vimos de pasada en la primera temporada, y nada más. La Sansa de la serie, además, es un personaje más evolucionado que la de las novelas (aquí voy a decir que no he leído ese capítulo filtrado, así que no sé por dónde quiere llevarla Martin), y mantener durante mucho tiempo la tapadera de que es Alayne, la sobrina de Meñique, no funciona igual de bien en televisión. Es como el truco de las gafas de Clark Kent y Superman. ¿Sólo porque va teñida de morena nadie en el Norte va a reconocerla?
Para David Benioff y D.B. Weiss, abre un camino mucho más interesante que Meñique conspire para casarla con Ramsay. Si es parte de su venganza cpntra los Bolton por la Boda Roja, es un plan peculiar cuanto menos, pero la llegada de Sansa a Invernalia deja varias escenas que prometen grandes cosas; en concreto, ese plano de las jóvenes en el patio, que no sabemos qué pretenden (¿una de ellas era la novia de Ramsay?), y ese "el Norte recuerda" que le dice la mujer que la acompaña a sus habitaciones. Sabiendo que se avecina el asedio por parte de Stannis, que surja la posibilidad de una revuelta interna, motivada por la presencia de Sansa allí, puede elevar el interés de esas tramas.
Además, esa confluencia de personajes en el castillo lleva de nuevo a la serie a lugares y temas que ha tocado antes, algo que se hace mucho en televisión para reforzar impactos emocionales o para dar algún tipo de cierre a las historias. Aunque no lo parezca (y si las intenciones de Benioff y Weiss se mantienen), "Juego de tronos" está entrando en su recta final. Si de verdad pretenden llegar hasta la séptima temporada, y no más allá, hay que ir reduciendo la escala de la serie, en lugar de desperdigarla todavía más. Hay personajes que tienen que cruzar sus caminos (como Dany y Tyrion) y hay otros de los que tiene que apreciarse que su camino realmente va a alguna parte, que todo lo que les ha pasado vale para algo.
Sansa no puede estar más tiempo como una espectadora-prisionera del juego de tronos de otros, tiene que empezar a jugarlo. A los lectores de los libros les habrá salido un sarpullido al verla de regreso a Invernalia; para la serie, es un momento con mucho peso emocional, y que abre nuevas e interesantes posibilidades para el desarrollo de esa trama. "Juego de tronos" se debe a sí misma, no es "Canción de hielo de fuego", aunque beba del mismo manantial.
Como aperitivo del muy esperado "Winds of winter", George R.R. Martin publicó online hace tiempo un capítulo de ese libro dedicado a Sansa. La mayor de las hijas Stark no había vuelto a aparecer desde "Festín de cuervos", donde estaba de incógnito en el Valle, y no se sabía qué planes tenía Meñique para ella. Por otro lado, en "Danza de dragones" se cuenta la añagaza con la que Roose Bolton pretende legitimar su toma de Invernalia, casando a su bastardo Ramsay precisamente con una Stark. Pero como nadie sabe dónde está Sansa, y el mundo parece haber olvidado definitivamente a Arya (o cree que está muerta), Roose utiliza a Jeyne Poole, la amiga de Sansa. La disfraza de Arya y la casa con Ramsay, pero sus planes se tuercen porque Stannis Baratheon ataca el castillo (aunque el resultado de esa batalla no se sabe con certeza al final de ese libro).
Para los libros, es una línea argumental que puede funcionar; especialmente, continúa profundizando en la caracterización de Hediondo y como poco a poco va recuperando su antiguo ser como Theon Greyjoy, pero para "Juego de tronos" la serie, puede ser un problema. Para empezar, ¿quién es Jeyne Poole para los espectadores? Nadie. Su historia es, ciertamente, trágica en los libros, pero en HBO casi sólo la vimos de pasada en la primera temporada, y nada más. La Sansa de la serie, además, es un personaje más evolucionado que la de las novelas (aquí voy a decir que no he leído ese capítulo filtrado, así que no sé por dónde quiere llevarla Martin), y mantener durante mucho tiempo la tapadera de que es Alayne, la sobrina de Meñique, no funciona igual de bien en televisión. Es como el truco de las gafas de Clark Kent y Superman. ¿Sólo porque va teñida de morena nadie en el Norte va a reconocerla?
Para David Benioff y D.B. Weiss, abre un camino mucho más interesante que Meñique conspire para casarla con Ramsay. Si es parte de su venganza cpntra los Bolton por la Boda Roja, es un plan peculiar cuanto menos, pero la llegada de Sansa a Invernalia deja varias escenas que prometen grandes cosas; en concreto, ese plano de las jóvenes en el patio, que no sabemos qué pretenden (¿una de ellas era la novia de Ramsay?), y ese "el Norte recuerda" que le dice la mujer que la acompaña a sus habitaciones. Sabiendo que se avecina el asedio por parte de Stannis, que surja la posibilidad de una revuelta interna, motivada por la presencia de Sansa allí, puede elevar el interés de esas tramas.
Además, esa confluencia de personajes en el castillo lleva de nuevo a la serie a lugares y temas que ha tocado antes, algo que se hace mucho en televisión para reforzar impactos emocionales o para dar algún tipo de cierre a las historias. Aunque no lo parezca (y si las intenciones de Benioff y Weiss se mantienen), "Juego de tronos" está entrando en su recta final. Si de verdad pretenden llegar hasta la séptima temporada, y no más allá, hay que ir reduciendo la escala de la serie, en lugar de desperdigarla todavía más. Hay personajes que tienen que cruzar sus caminos (como Dany y Tyrion) y hay otros de los que tiene que apreciarse que su camino realmente va a alguna parte, que todo lo que les ha pasado vale para algo.
Sansa no puede estar más tiempo como una espectadora-prisionera del juego de tronos de otros, tiene que empezar a jugarlo. A los lectores de los libros les habrá salido un sarpullido al verla de regreso a Invernalia; para la serie, es un momento con mucho peso emocional, y que abre nuevas e interesantes posibilidades para el desarrollo de esa trama. "Juego de tronos" se debe a sí misma, no es "Canción de hielo de fuego", aunque beba del mismo manantial.
26 abril 2015
La Caballería
La agente Melinda May es presentada, al principio de "Agents of SHIELD", como el personaje misterioso del grupo. Parca en palabras, tiene todavía menos expresiones faciales que Chuck Norris y no participa en ninguna de las misiones de campo, excusándose en que sólo es la piloto del avión. Sí, todos los agentes a su alrededor la llaman la Caballería, un apodo que ella detesta, y hasta la temen, pero la serie no hizo demasiado por retratarla mejor en su arranque. Con el paso de los episodios aprendimos que se ganó ese mote en una misión tan imposible, que la traumatizó durante años, una misión que adquirió casi el estatus de leyenda urbana dentro de SHIELD, y descubrimos que el vínculo que la une a Phil Coulson es fuerte. Y ahora es cuando vamos a ver ese vínculo a prueba.
Cuando una serie decide explicar algo que los personajes refieren como un hecho enorme, con repercusiones imprevistas, es difícil que lo que nos enseñen esté a la altura de lo que nosotros hemos podido imaginar. La historia de cómo la tripulación de Pegasus se aprovechó de unas indefensas naves civiles tenía gran fuerza en la segunda temporada de "Battlestar Galactica", cuando nos la cuentan, y perdía un poco de su gancho en "Razor", la tv movie en la que vemos ese hecho desde los ojos de un tripulante de Pegasus. Que "Agents of SHIELD" decidiera, finalmente, mostrarnos qué pasó en Bahrein para que Melinda se convirtiera en la Caballería tenía el mismo riesgo, pero les sale bastante mejor de lo esperado.
No vamos a entrar en terreno spoilers (ya lo haremos cuando acabe la segunda temporada), así que no vamos a comentar nada de lo que pasa con Skye (aunque su trama se interconecta bien con la historia de May), ni del nuevo giro de película de espías que se ha dado en SHIELD, pero sí podemos apuntar que ayuda a que comprendamos mejor a Melinda y que la dibuja de un modo bastante más interesante que a buena parte del resto de personajes. También se da una circunstancia bastante curiosa en este episodio, y que indicaban en The AV Club, y es que este "Melinda" está dominado por las mujeres. No sólo es que el foco de atención esté en el personaje de Ming-Na Wen, sino que son las féminas las que trazan el plan a seguir dentro de la nueva situación de SHIELD, y también las que tienen el control en la otra gran subtrama de esta recta final de la temporada.
Es una circunstancia que se apuntaba porque al Universo Cinemático de Marvel se le suele acusar de no sacar todo el partido posible de sus personajes femeninos. La Viuda Negra pedía a gritos su propia película en "Capitán América. El soldado de invierno", pero el estudio se resiste a dársela, y aunque "Agent Carter" tiene una mujer como gran protagonista, es cierto que en "Daredevil" tienen un papel más secundario (por ahora). Em aquella película, sin embargo, se daba la curiosa circunstancia de que el círculo de confianza más cercano a Nick Furia lo formaban Natasha Romanoff y Maria Hill, y en "Agents of SHIELD", May y Bobbi son las que han ganado más protagonismo en la nueva trama dentro de la agencia. Cuando decimos que la serie ha mejorado bastante en su segunda entrega, lo ha hecho en parte porque la evolución de sus mujeres (especialmente, Skye, y hasta Simmons) ha sido de lo más destacable.
Música de la semana: No está haciendo demasiado ruido en Internet, pero "iZombie" es una de las series más disfrutables que hay ahora mismo en emisión. Sí, tiene sus toques de "Veronica Mars", incluyendo una sintonía que le va muy bien, "Stop, I'm already dead", de un grupo de Louisiana llamado Deadboy & The Elephantmen.
Cuando una serie decide explicar algo que los personajes refieren como un hecho enorme, con repercusiones imprevistas, es difícil que lo que nos enseñen esté a la altura de lo que nosotros hemos podido imaginar. La historia de cómo la tripulación de Pegasus se aprovechó de unas indefensas naves civiles tenía gran fuerza en la segunda temporada de "Battlestar Galactica", cuando nos la cuentan, y perdía un poco de su gancho en "Razor", la tv movie en la que vemos ese hecho desde los ojos de un tripulante de Pegasus. Que "Agents of SHIELD" decidiera, finalmente, mostrarnos qué pasó en Bahrein para que Melinda se convirtiera en la Caballería tenía el mismo riesgo, pero les sale bastante mejor de lo esperado.
No vamos a entrar en terreno spoilers (ya lo haremos cuando acabe la segunda temporada), así que no vamos a comentar nada de lo que pasa con Skye (aunque su trama se interconecta bien con la historia de May), ni del nuevo giro de película de espías que se ha dado en SHIELD, pero sí podemos apuntar que ayuda a que comprendamos mejor a Melinda y que la dibuja de un modo bastante más interesante que a buena parte del resto de personajes. También se da una circunstancia bastante curiosa en este episodio, y que indicaban en The AV Club, y es que este "Melinda" está dominado por las mujeres. No sólo es que el foco de atención esté en el personaje de Ming-Na Wen, sino que son las féminas las que trazan el plan a seguir dentro de la nueva situación de SHIELD, y también las que tienen el control en la otra gran subtrama de esta recta final de la temporada.
Es una circunstancia que se apuntaba porque al Universo Cinemático de Marvel se le suele acusar de no sacar todo el partido posible de sus personajes femeninos. La Viuda Negra pedía a gritos su propia película en "Capitán América. El soldado de invierno", pero el estudio se resiste a dársela, y aunque "Agent Carter" tiene una mujer como gran protagonista, es cierto que en "Daredevil" tienen un papel más secundario (por ahora). Em aquella película, sin embargo, se daba la curiosa circunstancia de que el círculo de confianza más cercano a Nick Furia lo formaban Natasha Romanoff y Maria Hill, y en "Agents of SHIELD", May y Bobbi son las que han ganado más protagonismo en la nueva trama dentro de la agencia. Cuando decimos que la serie ha mejorado bastante en su segunda entrega, lo ha hecho en parte porque la evolución de sus mujeres (especialmente, Skye, y hasta Simmons) ha sido de lo más destacable.
Música de la semana: No está haciendo demasiado ruido en Internet, pero "iZombie" es una de las series más disfrutables que hay ahora mismo en emisión. Sí, tiene sus toques de "Veronica Mars", incluyendo una sintonía que le va muy bien, "Stop, I'm already dead", de un grupo de Louisiana llamado Deadboy & The Elephantmen.
25 abril 2015
La paradoja del maratón de Netflix
¿Os acordáis del binge-watching? ¿De cómo se dijo que el método de Netfllix de lanzar toda la temporada completa de una serie iba a cambiar el modo en el que se ve la televisión? Hubo quien se atrevió a aventurar que hasta cambiaría el modo en el que se hace televisión (Kevin Reilly lo intentó. No salió bien). Es cierto que la entrada de la plataforma de contenidos online en la arena de la ficción televisiva ha conllevado la aparición de nuevos actores que siguen sus pasos, como Amazon o Yahoo, y también es verdad que estos nuevos proveedores han logrado plantar cara a las cadenas tradicionales en los premios, pero la cruz del modelo Netflix (que se atisbaba cuando "House of Cards" entró por primera vez en nuestras vidas) está ya convirtiéndose en algo habitual.
Esa cruz es que las series maratoneables (las que se estrenan con toda la temporada de golpe) pierden muy rápido su puesto en el zeitgeist, en la conversación del momento. Se vuelven irrelevantes casi a la misma velocidad con la que se situaron en lo más alto de la lista de títulos para ver. Ojos que no ven, corazón que no siente, que diríamos. La maniobra de Netflix de ampliar su catálogo de series propias, estrenando una nueva temporada cada dos semanas, parece haber causado una saturación que lleva más a que se vean los programas por obligación (tachándolos de una lista), más que porque tengan algo que ofrecer, o porque nos gusten. Está más relacionado con el tema de los visionados por inercia de los que hablamos hace un tiempo, pero el término purge-watching es una de las consecuencias más claras de todo esto. Hay que hacer "purga" de la pila de pendientes, y esa manera de ver las series no contribuye a que se cree una conversación sobre ellas, a que destaquen, a que creen imagen de marca, que es al final lo que se está buscando.
La famosa burbuja seriéfila ,el crecimiento exponencial en el número de series producidas y emitidas ya simplemente en Estados Unidos, obliga a que las series tengan que trabajar mucho más duro para llamar la atención, y a veces la emisión semanal de episodios puede ayudar más a ello que el lanzamiento de la temporada completa. Puede ayudar a que la serie se mantenga viva en la conversación durante más tiempo (fijaos en la omnipresencia de "Mad Men" y "Juego de tronos" durante los tres meses en los que están en antena, en lugar de sólo dos semanas, como ha pasado con "Daredevil"). Imaginad cómo sería el fenómeno de "Orange is the new black" con un capítulo nuevo cada semana que Twitter pudiera diseccionar durante los siete días de espera hasta el próximo. "Bosch", el drama detectivesco de Amazon, quizá podría haber ido generando un poco más de ruido con el paso de los episodios; el modelo del binge-watching lo ha hecho pasar mucho más desapercibido.
Sin embargo, puede ocurrir lo que le está pasando a Yahoo con la sexta temporada de "Community", y es que nadie le está prestando atención. En realidad, nadie está comentándola en Internet, cuando sus cinco anteriores temporadas eran el tema favorito de Twitter y blogs televisivos variados. El esquema de emisión es el mismo que en NBC, aunque ahora hay que ver la serie en Yahoo Screen y, paradójicamente, esa salvación de las garras de la cancelación la ha condenado al limbo de las series que se emiten sin que nadie hable de ellas en ninguna parte. ¿Habría sido diferente si se hubiera soltado la temporada completa? Habría habido un pico de interés durante la primera semana, seguro. ¿Y después?
Esa cruz es que las series maratoneables (las que se estrenan con toda la temporada de golpe) pierden muy rápido su puesto en el zeitgeist, en la conversación del momento. Se vuelven irrelevantes casi a la misma velocidad con la que se situaron en lo más alto de la lista de títulos para ver. Ojos que no ven, corazón que no siente, que diríamos. La maniobra de Netflix de ampliar su catálogo de series propias, estrenando una nueva temporada cada dos semanas, parece haber causado una saturación que lleva más a que se vean los programas por obligación (tachándolos de una lista), más que porque tengan algo que ofrecer, o porque nos gusten. Está más relacionado con el tema de los visionados por inercia de los que hablamos hace un tiempo, pero el término purge-watching es una de las consecuencias más claras de todo esto. Hay que hacer "purga" de la pila de pendientes, y esa manera de ver las series no contribuye a que se cree una conversación sobre ellas, a que destaquen, a que creen imagen de marca, que es al final lo que se está buscando.
La famosa burbuja seriéfila ,el crecimiento exponencial en el número de series producidas y emitidas ya simplemente en Estados Unidos, obliga a que las series tengan que trabajar mucho más duro para llamar la atención, y a veces la emisión semanal de episodios puede ayudar más a ello que el lanzamiento de la temporada completa. Puede ayudar a que la serie se mantenga viva en la conversación durante más tiempo (fijaos en la omnipresencia de "Mad Men" y "Juego de tronos" durante los tres meses en los que están en antena, en lugar de sólo dos semanas, como ha pasado con "Daredevil"). Imaginad cómo sería el fenómeno de "Orange is the new black" con un capítulo nuevo cada semana que Twitter pudiera diseccionar durante los siete días de espera hasta el próximo. "Bosch", el drama detectivesco de Amazon, quizá podría haber ido generando un poco más de ruido con el paso de los episodios; el modelo del binge-watching lo ha hecho pasar mucho más desapercibido.
Sin embargo, puede ocurrir lo que le está pasando a Yahoo con la sexta temporada de "Community", y es que nadie le está prestando atención. En realidad, nadie está comentándola en Internet, cuando sus cinco anteriores temporadas eran el tema favorito de Twitter y blogs televisivos variados. El esquema de emisión es el mismo que en NBC, aunque ahora hay que ver la serie en Yahoo Screen y, paradójicamente, esa salvación de las garras de la cancelación la ha condenado al limbo de las series que se emiten sin que nadie hable de ellas en ninguna parte. ¿Habría sido diferente si se hubiera soltado la temporada completa? Habría habido un pico de interés durante la primera semana, seguro. ¿Y después?
23 abril 2015
La tele en libros
Hoy se celebra el Día del Libro. Es San Jorge, el día del libro y la rosa en Cataluña y, en la blogosfera dedicada a la televisión, es el día en el que se recopilan algunos de los libros sobre series aparecidos en los últimos tiempos. En España, éste es un sector que está empezando a vivir un pequeño boom; todavía estamos lejos de Estados Unidos, donde las companion guide, los libros oficiales de cocina y los ensayos sesudos sobre series teen son muy habituales en las librerías, pero ya es más habitual encontrarse títulos sobre personajes concretos de series (como los últimos sobre Sheldon Cooper y Peggy Olson) o libros colectivos sobre creadores como Joss Whedon o sobre los últimos fenómenos críticos y de público, tipo "Breaking Bad" o "Juego de tronos" (o hasta "Doctor Who").
Se puede leer sobre televisión sin tener que recurrir por defecto a libros o cómics que han sido trasladados recientemente a la pequeña pantalla, un fenómeno que nunca va a detenerse, y también es posible encontrar ensayos para los que hay más vida fuera de HBO, y más series dignas de analizar fuera de "Los Soprano" y "The Wire". La variedad de títulos y temáticas en español sobre series empieza a ser ya más o menos amplia, aunque si nos manejamos medianamente bien con el inglés encontraremos muchísimas más opciones, pero que nuestro mercado literario local haya decidido apostar por las series es una buena noticia.
Recomendaciones de libros pueden hacerse muchas, tanto si queremos leer algún ensayo como si preferimos buscar el material de partida de alguna serie de éxito. Está "The revolution was televised", el libro de Alan Sepinwall (sólo en inglés) sobre las series que contribuyeron a cambiar para siempre la ficción televisiva en Estados Unidos desde finales de los 90, y si seguimos en el inglés, está también "Showrunners", el libro que acompaña al documental del mismo título sobre esa figura del guionista-creador-productor ejecutivo que dirige los designios de las series y que está empezando a saltar de la televisión estadounidense a las europeas.
Y luego, claro, tenemos los libros y cómics que se han convertido en series. Una buena opción puede ser "Alias", el cómic en el que se basa la próxima serie de Marvel en Netflix, "AKA Jessica Jones", o incluso "Predicador", que va a transformarse en serie en AMC, supervisada por Seth Rogen. Los títulos más insospechados están basados en libros, como "Los 100", de la que se compraron los derechos de la novela de Kass Morgan antes de que estuviera siquiera en las estanterías de las tiendas, y otros reciben un notable empujón en ventas gracias a la nueva visibilidad que les da la serie, como está ocurriendo con la saga de "Forastera", de Diana Gabaldon, por culpa de "Outlander". Lo interesante sería ver si, animados por "Penny Dreadful", más espectadores se ponen a leer "Frankenstein", "Drácula" o "El retrato de Dorian Gray". O las historias de fantasmas de Sheridan Le Fanu.
Se puede leer sobre televisión sin tener que recurrir por defecto a libros o cómics que han sido trasladados recientemente a la pequeña pantalla, un fenómeno que nunca va a detenerse, y también es posible encontrar ensayos para los que hay más vida fuera de HBO, y más series dignas de analizar fuera de "Los Soprano" y "The Wire". La variedad de títulos y temáticas en español sobre series empieza a ser ya más o menos amplia, aunque si nos manejamos medianamente bien con el inglés encontraremos muchísimas más opciones, pero que nuestro mercado literario local haya decidido apostar por las series es una buena noticia.
Recomendaciones de libros pueden hacerse muchas, tanto si queremos leer algún ensayo como si preferimos buscar el material de partida de alguna serie de éxito. Está "The revolution was televised", el libro de Alan Sepinwall (sólo en inglés) sobre las series que contribuyeron a cambiar para siempre la ficción televisiva en Estados Unidos desde finales de los 90, y si seguimos en el inglés, está también "Showrunners", el libro que acompaña al documental del mismo título sobre esa figura del guionista-creador-productor ejecutivo que dirige los designios de las series y que está empezando a saltar de la televisión estadounidense a las europeas.
Y luego, claro, tenemos los libros y cómics que se han convertido en series. Una buena opción puede ser "Alias", el cómic en el que se basa la próxima serie de Marvel en Netflix, "AKA Jessica Jones", o incluso "Predicador", que va a transformarse en serie en AMC, supervisada por Seth Rogen. Los títulos más insospechados están basados en libros, como "Los 100", de la que se compraron los derechos de la novela de Kass Morgan antes de que estuviera siquiera en las estanterías de las tiendas, y otros reciben un notable empujón en ventas gracias a la nueva visibilidad que les da la serie, como está ocurriendo con la saga de "Forastera", de Diana Gabaldon, por culpa de "Outlander". Lo interesante sería ver si, animados por "Penny Dreadful", más espectadores se ponen a leer "Frankenstein", "Drácula" o "El retrato de Dorian Gray". O las historias de fantasmas de Sheridan Le Fanu.
22 abril 2015
Castor contra Leda
ALERTA SPOILERS: "Orphan Black" acaba de estrenar su tercera temporada, y si no sabéis que pasó en Helsinki, es mejor que dejéis esta entrada para más adelante.
La trama de "Orphan Black" ha sido siempre bastante complicada desde el final de su primera temporada. En cuanto Sarah descubre que ella y sus hermanas son la propiedad intelectual de una empresa llamada Instituto DYAD, las ramificaciones detrás de esa, en apariencia, simple afirmación llevan a que la serie tenga una mitología que, como señalaba no hace mucho The AV Club, siempre amenaza con colapsarlo todo bajo su propio peso. Los agentes dobles, las conspiraciones y las diferentes facciones que compiten por hacerse con la investigación del doctor Duncan, artífice de los clones, pueden ser como las cabezas de una hidra, pero algo que la serie ha conseguido mantener casi siempre es el centro de atención en Sarah y sus hermanas, las clones originales del proyecto Leda.
Con ellas nos adentramos al principio en este mundo, y con ellas vamos descubriendo el entramado de ambiciones corporativas que constituyen, en gran parte, esa mitología de la que hablábamos. Es bastante curioso que, en "Orphan Black", los villanos se muevan únicamente siguiendo los protocolos de una gran empresa, y que ninguno tenga delirios megalómanos o quiera "salvar" el mundo. En realidad, lo que pretenden es conseguir un ascenso, ganar más dinero y tener un jet privado. El problema es que está dispuestos a matar por conseguirlo y, en concreto, no les importa matar a unos pocos clones a los que, en realidad, ven como cosas, y no como personas. Las mujeres del proyecto Leda se han visto acechadas y atacadas desde el arranque de la serie, y no parece que las tornas vayan a cambiar en la tercera temporada. Por qué quieren eliminarlas ahora es, no obstante, una pregunta que aún no tiene respuesta.
Hay bastantes enigmas en este primer capítulo, como qué quieren en realidad los clones del proyecto Castor, los chicos "engendrados" por el ejército, y cuyo estado mental hace parecer a Helena una persona estable y digna de confianza. Introducidos al final de la segunda temporada, parece haber un grupo de ellos que actúa por libre y que busca la investigación del doctor Duncan en manos de Cosima. Para qué, aún es pronto para saberlo. Pero si tratar de seguir el ritmo de las ramas de la conspiración alrededor de DYAD puede ser difícil, los altibajos de la relación entre las componentes del Clone Club continúan ofreciendo la mayor diversión. Además, ahora tienen a un agente en el interior de DYAD, como quien dice, con el ascenso de Delphine, que parece que va a sacrificar bastante más de lo que ella esperaba por proteger a Cosima, y tienen que seguir huyendo de quienes intentan acabar con ellas, ya sean otras facciones del instituto o los clones de Castor.
En la mitología griega, Castor y su hermano gemelo Pólux eran engendrados por Leda después de que Zeus la sedujera disfrazado de cisne. No parece que los clones masculinos y militarizados (y trastornados) guarden ningún afecto por las mujeres de Leda, que crecieron y evolucionaron en entornos controlados, sí, pero llevando vidas normales. Nunca queda del todo claro qué pretendía Duncan con el experimento (y si lo está, lo he olvidado), pero lo que sí es cristalino es el pacto de protección y amor entre todas las hermanas de Sarah. Ver las interacciones entre ellas, cómo una a veces se tiene que hacer pasar por otra, o esa versión de "Mujeres desesperadas" que habitan Alison y Donnie, es desde el inicio lo mejor de "Orphan Black", y no sólo por la clase semanal de interpretación de Tatiana Maslany en esos momentos. Son unos personajes tan bien dibujados y tan diferenciados, que la dinámica que tienen todas juntas (y con Felix y Delphine) resulta sumamente entretenida y ayuda a que entendamos qué está en juego para ellas. No son cosas, son personas.
20 abril 2015
El Diablo de Hell's Kitchen y de las Highlands
ALERTA SPOILERS: ¿Habéis terminado de ver "Daredevil"? ¿Y habéis visto el capítulo 11 de "Outlander", el del juicio por brujería? Si no es así, ya sabéis lo que pasará si seguís leyendo.
De la primera temporada de "Daredevil" en Netflix se ha hablado mucho en las últimas semanas, desde su mezcla entre los thriller de los 70 y las películas de Marvel actuales, al acierto del retrato en paralelo del conflicto interior en Matt Murdock y en Wilson Fisk. Pero la serie también hace algo muy interesante acerca de lo que, igualmente, se ha estado hablando mucho recientemente, y es el hecho de que la identidad secreta de Matt enseguida se desvela para un par de personas. Una de ellas es Claire, la enfermera que se dedica a curar sus heridas, y la otra es su amigo Foggy, que lo descubre por casualidad. Ese descubrimiento daña seriamente su amistad, y la manera en la que vemos cómo ambos se enfrentan a esa situación aporta una nueva complicación a una serie en la que su héroe siempre está metiéndose en situaciones complicadas.
La posibilidad de que más gente descubra a Matt se insinúa también en uno de los últimos planos de la temporada, cuando Karen le ofrece la mano para entrar en la oficina. De repente, lo mira como si reconociera en él a ese enmascarado misterioso que lo salvó la vida al inicio de la serie, pero no es más que una mirada. Eso sí, es una mirada que abre la puerta a que la segunda temporada (si la hay, que parece lo más probable) explore caminos realmente interesantes, y no sólo porque Matt ya es oficialmente Daredevil, con su traje rojo y todo. Han pasado muchas más cosas en la serie, pero ya las comentaremos en otro momento.
A "Outlander" se la comparó constantemente con "Juego de tronos" cuando se estrenó, por aquello de ser una ficción histórica, y sobre todo, por el punto de vista femenino desde el que presenta las aventuras de Claire. Por lo demás, no guarda demasiado parecido con el título de HBO, excepto en la bomba que suelta en el capítulo 11 de la primera temporada, una bomba que nos desvela quién es realmente Geilis, uno de los personajes más misteriosos de la serie por el momento. Además de servir un poco de moraleja para Claire (utilizar hierbas y "pociones" para curar está a un paso de ser considerado brujería por los supersticiosos habitantes del pueblo), parece ser también una antecesora suya en esto del viaje en el tiempo, como prueba la cicatriz de la vacuna de viruela que tiene en el hombro.
Ese momento, más el susurro de "1968", es quizás la revelación más inesperada de lo que llevamos de primera temporada de "Outlander". No parecía que las causas detrás del viaje al pasado de Claire fueran a tocarse otra vez, pero Geilis aporta un punto de vista en el que nuestra protagonista no había caído. ¿Habrá más mujeres como ella en 1743? ¿Hay algún propósito para esos desplazamientos temporales? Esa sorpresa, más la confesión de Claire a Jaime de quién es ella en realidad, dan un giro a la relación entre ambos, y a la trama de la serie, que la introduce en un terreno que puede ser muy interesante de cara al final de la temporada. Las aventuras de los Fraser están poniéndose más serias.
Música de la semana: Es curioso cómo, a veces, una canción puede calar tanto en el subconsciente colectivo, o en el acervo cultural de los músicos de un país. Una de esas canciones es "One", de Nilsson, que no sólo ha conocido multitud de versiones, sino que ha sido utilizada en bastantes películas y series. Por ejemplo, la primera cinta de "Expediente X" usaba de fondo en un bar una versión de Filter, y Aimee Mann hizo otra muy conocida para "Magnolia", de Paul Thomas Anderson. Nos vamos a quedar con ésa porque hace poco me llevé una gran sorpresa al escucharla en "Bella Block", una serie policiaca alemana en la que homenajeaban justo aquella escena de la película de Anderson.
De la primera temporada de "Daredevil" en Netflix se ha hablado mucho en las últimas semanas, desde su mezcla entre los thriller de los 70 y las películas de Marvel actuales, al acierto del retrato en paralelo del conflicto interior en Matt Murdock y en Wilson Fisk. Pero la serie también hace algo muy interesante acerca de lo que, igualmente, se ha estado hablando mucho recientemente, y es el hecho de que la identidad secreta de Matt enseguida se desvela para un par de personas. Una de ellas es Claire, la enfermera que se dedica a curar sus heridas, y la otra es su amigo Foggy, que lo descubre por casualidad. Ese descubrimiento daña seriamente su amistad, y la manera en la que vemos cómo ambos se enfrentan a esa situación aporta una nueva complicación a una serie en la que su héroe siempre está metiéndose en situaciones complicadas.
La posibilidad de que más gente descubra a Matt se insinúa también en uno de los últimos planos de la temporada, cuando Karen le ofrece la mano para entrar en la oficina. De repente, lo mira como si reconociera en él a ese enmascarado misterioso que lo salvó la vida al inicio de la serie, pero no es más que una mirada. Eso sí, es una mirada que abre la puerta a que la segunda temporada (si la hay, que parece lo más probable) explore caminos realmente interesantes, y no sólo porque Matt ya es oficialmente Daredevil, con su traje rojo y todo. Han pasado muchas más cosas en la serie, pero ya las comentaremos en otro momento.
A "Outlander" se la comparó constantemente con "Juego de tronos" cuando se estrenó, por aquello de ser una ficción histórica, y sobre todo, por el punto de vista femenino desde el que presenta las aventuras de Claire. Por lo demás, no guarda demasiado parecido con el título de HBO, excepto en la bomba que suelta en el capítulo 11 de la primera temporada, una bomba que nos desvela quién es realmente Geilis, uno de los personajes más misteriosos de la serie por el momento. Además de servir un poco de moraleja para Claire (utilizar hierbas y "pociones" para curar está a un paso de ser considerado brujería por los supersticiosos habitantes del pueblo), parece ser también una antecesora suya en esto del viaje en el tiempo, como prueba la cicatriz de la vacuna de viruela que tiene en el hombro.
Ese momento, más el susurro de "1968", es quizás la revelación más inesperada de lo que llevamos de primera temporada de "Outlander". No parecía que las causas detrás del viaje al pasado de Claire fueran a tocarse otra vez, pero Geilis aporta un punto de vista en el que nuestra protagonista no había caído. ¿Habrá más mujeres como ella en 1743? ¿Hay algún propósito para esos desplazamientos temporales? Esa sorpresa, más la confesión de Claire a Jaime de quién es ella en realidad, dan un giro a la relación entre ambos, y a la trama de la serie, que la introduce en un terreno que puede ser muy interesante de cara al final de la temporada. Las aventuras de los Fraser están poniéndose más serias.
Música de la semana: Es curioso cómo, a veces, una canción puede calar tanto en el subconsciente colectivo, o en el acervo cultural de los músicos de un país. Una de esas canciones es "One", de Nilsson, que no sólo ha conocido multitud de versiones, sino que ha sido utilizada en bastantes películas y series. Por ejemplo, la primera cinta de "Expediente X" usaba de fondo en un bar una versión de Filter, y Aimee Mann hizo otra muy conocida para "Magnolia", de Paul Thomas Anderson. Nos vamos a quedar con ésa porque hace poco me llevé una gran sorpresa al escucharla en "Bella Block", una serie policiaca alemana en la que homenajeaban justo aquella escena de la película de Anderson.
18 abril 2015
Los fans de "Star Wars"
Entre los fans de "Star Wars", las precuelas (los episodios I, II y III) tienen muy mala reputación, descartadas como demasiado infantiles y acusadas de diluir el legado de la trilogía original (que ya sabéis que son los episodios IV, V y VI). Sin embargo, en su momento, merecía la pena verlas en el cine el día de su estreno, rodeados de fans disfrazados, porque siempre había algún momento que se ganaba el aplauso de la sala. En concreto, pocos momentos pueden igualarse a la escena, casi al final de "La venganza de los Sith", en la que Anakin Skywalker está siendo operado por los servidores de Palpatine la mismo tiempo que su mujer, Padmé Amidala, da a luz a los gemelos Luke y Leia. Vemos cómo lo convierten en un hombre biónico para que sobreviva a las heridas que le causa la pelea en el volcán contra Obi-Wan Kenobi, y la cámara se acerca a su cabeza mientras desciende sobre ella un brillante casco negro que tiene que ayudarle a respirar. La escena se queda en silencio, y entre el público no se oye masticar ni una sola palomita porque todos saben lo que viene a continuación. El casco se ajusta sobre la cabeza de Anakin y se escucha una única respiración mecánica; así, no sólo nace Darth Vader, sino que los fans se arrancaron a aplaudir como si aquello fuera lo mejor que habían visto nunca.
Ese nivel de excitación es similar al que el fandom de la saga ha sentido al ver el segundo trailer de "Star Wars VII: El despertar de la Fuerza". De hecho, permitidme que adopte un punto de vista más personal en este asunto, porque "La guerra de las galaxias" es mi fandom. No las vi en el cine en su momento porque yo aún no era ni una idea cuando se estrenó la primera en 1977, y para las otras dos era demasiado pequeña. Pero con 12 años, o así, mis padres trajeron a casa una caja azul con las tres películas en VHS, y mi destino quedó sellado, como quien dice. He perdido la cuenta de las veces que las he visto desde entonces, de las partes que me sé de memoria (no me preguntéis por qué, pero recuerdo ese "toronto bosh, toronto bosh" con el que C3-PO les explica a los ewoks sus aventuras), y cuando se reestrenaron en cine en 1997, con aquellas versiones remasterizadas y con escenas añadidas, no podía perdérmelas. La experiencia de ver una película como "Star Wars" en pantalla grande, si siempre la has visto en vídeo, es algo que no hay que pasar por alto.
Y allí, en una sala del ya extinto Palacio de la Música de Madrid, asistí a la primera entrada en escena del Crucero Imperial, atravesando todo el cine desde detrás hasta la pantalla, y aunque sabía perfectamente todo lo que venía después, no me importó. A veces, no hay que subestimar las series, los libros o las películas que te hacen sentir como si tuvieras otra vez diez años. "Doctor Who" o la saga de Harry Potter tienen esa capacidad, y seguramente ahí reside buena parte de su éxito. La saga "Star Wars", por mucho que queramos analizarlas sesudamente, juegan en esa misma liga, la de las aventuras que te transportan a otros mundos increíbles, con héroes dispuestos a sacrificarlo todo en su lucha por el Bien, y con villanos malísimos cuya derrota parece imposible la mitad del tiempo. George Lucas intentó dar una lectura un poco más seria, y con reminiscencias al fin de la República y el inicio del Imperio en Roma, a las precedas, pero perdió ese factor de la maravilla que hizo que la trilogía original marcara tanto a toda una generación de chavales.
Porque es también bastante probable que ser fan fatal de "Star Wars" sea un poco una cuestión generacional. A mí, por ejemplo, Harry Potter ya me pilló un poco mayor (aunque estoy dispuesta a discutir con quien haga falta que Hermione, y Snape, son los mejores personajes de la saga), y "Star Trek", demasiado joven (pero he visto "Star Trek IV: Misión salvar la Tierra" una cantidad indecente de veces), pero "Star Wars" cayó en mis manos en el momento justo. Ésa es la clave. Así que a mí no me suscitan el mismo nivel de emoción todas las películas de superhéroes de Marvel y DC, o la tercera de "Star Trek" (aunque las dos primeras dirigidas por J.J. Abrams me gustaron bastante), que el episodio VII de "La guerra de las galaxias". A ése sí que iré el día del estreno, dispuesta a que la fanfarria inicial de John Williams ponga de nuevo la carne de gallina. Éste siempre será mi fandom.
14 abril 2015
Los puntos fijos del tiempo
ALERTA SPOILERS: Si habéis visto el final de la primera temporada (y el cameo de Jordi Hurtado) de "El Ministerio del Tiempo" (o "Department of Time", como va a llamarse en inglés para su venta internacional), podéis seguir leyendo.
En la cuarta temporada de "Doctor Who", el Décimo Doctor y Donna viajan a Pompeya unos días antes de que entre en erupción el volcán que la arrasó por completo. Donna le pregunta al Doctor si no pueden hacer nada por evitarlo, por avisar a los habitantes de la ciudad y evacuar a todos los que puedan, pero él le responde que hay puntos fijos en el tiempo que no se puede cambiar. De hecho, aunque acaban intentando "salvar" Pompeya, no sólo no son capaces de conseguirlo, sino que sus acciones acaban contribuyendo a que el volcán lo destruya todo de todos modos. En todas sus charlas sobre la naturaleza circular del tiempo, sobre la naturaleza wibbly wobbly time wimey del continuo temporal, el Doctor siempre cuela esa mención a los puntos fijos, mojones en el camino que se mantienen inalterables a cualquier cambio que pueda producirse a su alrededor. ¿Qué determina que sean esos acontecimientos, y no otros, los que no puedan cambiarse? No parece seguro que ni siquiera el Doctor lo sepa; simplemente, es así.
La muerte de Maite, la mujer de Julián, es uno de esos puntos. Y no tiene ninguna justificación ni explicación, como ocurre habitualmente en la vida. Por mucho que intentes influir en el desarrollo de determinados hechos, no hay manera de hacerlo; éstos siempre acaban, inexorablemente, en el punto al que iban dirigidos desde el principio. Esa naturaleza determinista de los viajes temporales es una de las aproximaciones que "El Ministerio del Tiempo" ha tenido con sus historias, pero sólo una de ellas, porque Alonso sí que consigue cambiar, aunque sea un poco, el devenir de la historia sin él. Su trama, con su descubrimiento de "Don Juan Tenorio" y el boxeo, ha sido el toque ligero de un capítulo que ha abocado a todos los demás personajes a la tragedia, y que ha afianzado aún más ese lado oscuro del Ministerio del que tanto Lola Mendieta como Leiva avisan a los agentes, y que acaba haciendo mella en Irene. La institución los utiliza, los manipula, les oculta información y cambia a su antojo las reglas del juego para ellos, y la serie acaba mostrando que Salvador es el verdadero villano en todo esto, no Lola.
Los grises que se han dado a la caracterización de todos los personajes ha sido lo mejor conseguido de esta primera temporada. Es cierto que la evolución de Irene Larra puede haber estado un poco más acelerada de lo que habría sido deseable, pero la evolución de la relación entre Amelia y Julián y el descubrimiento de ella de buena parte de su futuro ha sido todo un acierto. ¿Ese futuro todavía tiene opción de ocurrir? ¿Podrá Julián superar su fracaso a la hora de salvar a Maite? ¿Olvidará Amelia esos sentimientos hacia él que empieza a notar en este episodio, sacados a la luz en parte al conocer a su nieta? ¿Se rebelarán de algún modo contra el Ministerio? Hay muchas preguntas de cara a la segunda temporada, una temporada en la que las relaciones entre todos los personajes han cambiado, y que tendrá por delante la difícil tarea de afianzar la posición de "El Ministerio del Tiempo" como una de las mejores series españolas estrenadas últimamente.
Cuida a sus personajes (y tiene un don especial para los episódicos, como demuestra el Federico García Lorca del último episodio), cuida sus tramas y se preocupa por darle al espectador el mejor entretenimiento posible. Ha conseguido establecer con gran rapidez a un trío protagonista con una gran dinámica y una relación compleja y entretenida de ver, y las posibilidades que se abren para la segunda temporada son sumamente interesantes. Aunque la serie se llame "El Ministerio del Tiempo", lo que importa son sus funcionarios, no la institución. La institución es el verdadero malo de la función.
De todas maneras, en ese punto del cuidado de las tramas habría que aclarar ese jaleo que hay en Twitter desde el primer episodio, con espectadores obsesionados en que sí se puede ir al futuro, aunque la serie haya establecido que no puede viajarse más allá de 2015. Algunos fans afirman que se han saltado sus normas cuando vemos las fotos de la boda, y de la hija, de Julián y Amelia, algo que está en el futuro de ambos personajes. Pero lo que olvidamos es que esas fotos son de entre 1883 y 1885, no de 2020. El futuro de Julián está en el pasado.
P.D.: Por cierto, el título del último episodio, "La leyenda del tiempo", viene de una canción de Camarón de la Isla, que pone música a un poema de Lorca con un verso que dice "el tiempo va sobre el sueño, hundido hasta los cabellos. Ayer y mañana comen oscuras flores de duelo".
13 abril 2015
El nuevo juego de Poniente
"Yo no soy una política, soy una reina". Esta frase de Daenerys en el arranque de la quinta temporada de "Juego de tronos" encapsula bastante bien gran parte de los conflictos que hemos visto asolar Poniente a lo largo de estos cinco años. Los reyes están convencidos de que deben ser obedecidos sin rechistar, sin que se cuestionen sus caprichos, aunque esas decisiones pongan en peligro no sólo su reino, sino hasta su propia cabeza. Los políticos, sin embargo, saben que a veces hay que ceder, hay que llegar a acuerdos que parecen a priori una derrota, pero que a la larga pueden resultar mucho más beneficiosos e incluso pueden afianzarlos en su posición de poder. De la manera en la que un gobernante se mantiene, o se aferra, al poder ha extraído "Juego de tronos" petróleo, porque es uno de sus temas más importantes.
La diferencia entre conquistar y reinar, y entre reinar y gobernar, es la lección que Dany tiene que aprender en Meereen, pero no es lo único que hemos visto en ese primer episodio. Como toda serie de HBO que se precie, la de David Benioff y D.B. Weiss utiliza siempre sus capítulos iniciales para resituar al espectador, para recordarle dónde se quedó todo al final de la temporada anterior y para echar a rodar las nuevas tramas. Antes de ver qué decidirá Tyrion o hacia dónde van Sansa y Brienne, tenemos que ver cuál es su situación. Uno no puede jugar al ajedrez si antes no coloca adecuadamente las piezas en el tablero, aunque da la sensación de que este juego va a ser ligeramente diferente del que hemos visto hasta ahora. Hay nuevos jugadores que están ausentes del primer episodio y otros de los que empezamos a ver algo, y las normas van a cambiar, principalmente porque otros las dictarán.
Stannis y Melisandre en el Muro y Margaery en Desembarco del Rey se mueven hacia esas posiciones en las que establecen las reglas del nuevo juego (o una nueva variación del mismo de siempre), mientras gente como Varys continúa moviéndose entre las líneas de dichas reglas. Esta temporada parece que va a desvelar, definitivamente, cuál es el plan completo del Eunuco y cuál es el papel que pretende que desempeñe Tyrion en él. Desde que el Enano fue Mano del Rey, Varys ha estado cerca de él, asesorándolo y probablemente juzgando si merece ser incluido en sus maquinaciones, y que haya llegado el momento de poner dichas maquinaciones en marcha no hace más que apuntar a que esta quinta entrega puede ser realmente muy interesante, aunque su arranque parezca tener sobre él la sombra de la controversia.
Dejando de lado la filtración de los cuatro primeros capítulos, donde viene la polémica (un poco de baratillo) es en el hecho de que "Juego de tronos" vaya a comenzar a espoilear los próximos libros de George R.R. Martin. El sexto, "Winds of winter", podría publicarse el año que viene, pero la serie está adaptando al mismo tiempo el cuarto y el quinto y no puede permitirse el lujo de esperar a que Martin acabe su saga. Como decían los creadores de "24", una serie es un tren del que vas construyendo las vías mientras está en marcha, y que nunca puede detenerse. Un fenómeno como "Juego de tronos" no puede tomarse un año sabático (por mucho que se quisiera llenar con una miniserie o una tv movie, o lo que fuera), sino que tiene que continuar hasta su final, que Weiss y Benioff parecen haber marcado para la séptima temporada.
El drama alrededor de que van a "inventarse" tramas que los lectores de las novelas aún no conocen es absurdo porque llevan haciéndolo desde el principio. Se ha vuelto más habitual conforme la serie ha ido avanzando y estaba cada vez más segura en sus propias posibilidades y en su narración, y no hace más que resaltar algo que se repite desde abril de 2011, cuando debutó "Juego de tronos", pero que parece que todavía resulta difícil de enter: serie y libros son cosas distintas, entes independientes, por mucho que tengan la evidente conexión del mundo creado por George R.R. Martin. "Juego de tronos", como serie, tiene sus propias reglas. Es un juego diferente.
P.D.: Durante esta semana, este blog va a tener un ritmo de actualización más errático de lo habitual. Con un poco de suerte, podremos comentar los finales de "El ministerio del tiempo" y "Bajo sospecha", pero voy a estar por tierras centroeuropeas y los deberes blogueriles no van a ser tan prioritarios. En todo caso, volveremos a leernos más asiduamente en unos diez días.
La diferencia entre conquistar y reinar, y entre reinar y gobernar, es la lección que Dany tiene que aprender en Meereen, pero no es lo único que hemos visto en ese primer episodio. Como toda serie de HBO que se precie, la de David Benioff y D.B. Weiss utiliza siempre sus capítulos iniciales para resituar al espectador, para recordarle dónde se quedó todo al final de la temporada anterior y para echar a rodar las nuevas tramas. Antes de ver qué decidirá Tyrion o hacia dónde van Sansa y Brienne, tenemos que ver cuál es su situación. Uno no puede jugar al ajedrez si antes no coloca adecuadamente las piezas en el tablero, aunque da la sensación de que este juego va a ser ligeramente diferente del que hemos visto hasta ahora. Hay nuevos jugadores que están ausentes del primer episodio y otros de los que empezamos a ver algo, y las normas van a cambiar, principalmente porque otros las dictarán.
Stannis y Melisandre en el Muro y Margaery en Desembarco del Rey se mueven hacia esas posiciones en las que establecen las reglas del nuevo juego (o una nueva variación del mismo de siempre), mientras gente como Varys continúa moviéndose entre las líneas de dichas reglas. Esta temporada parece que va a desvelar, definitivamente, cuál es el plan completo del Eunuco y cuál es el papel que pretende que desempeñe Tyrion en él. Desde que el Enano fue Mano del Rey, Varys ha estado cerca de él, asesorándolo y probablemente juzgando si merece ser incluido en sus maquinaciones, y que haya llegado el momento de poner dichas maquinaciones en marcha no hace más que apuntar a que esta quinta entrega puede ser realmente muy interesante, aunque su arranque parezca tener sobre él la sombra de la controversia.
Dejando de lado la filtración de los cuatro primeros capítulos, donde viene la polémica (un poco de baratillo) es en el hecho de que "Juego de tronos" vaya a comenzar a espoilear los próximos libros de George R.R. Martin. El sexto, "Winds of winter", podría publicarse el año que viene, pero la serie está adaptando al mismo tiempo el cuarto y el quinto y no puede permitirse el lujo de esperar a que Martin acabe su saga. Como decían los creadores de "24", una serie es un tren del que vas construyendo las vías mientras está en marcha, y que nunca puede detenerse. Un fenómeno como "Juego de tronos" no puede tomarse un año sabático (por mucho que se quisiera llenar con una miniserie o una tv movie, o lo que fuera), sino que tiene que continuar hasta su final, que Weiss y Benioff parecen haber marcado para la séptima temporada.
El drama alrededor de que van a "inventarse" tramas que los lectores de las novelas aún no conocen es absurdo porque llevan haciéndolo desde el principio. Se ha vuelto más habitual conforme la serie ha ido avanzando y estaba cada vez más segura en sus propias posibilidades y en su narración, y no hace más que resaltar algo que se repite desde abril de 2011, cuando debutó "Juego de tronos", pero que parece que todavía resulta difícil de enter: serie y libros son cosas distintas, entes independientes, por mucho que tengan la evidente conexión del mundo creado por George R.R. Martin. "Juego de tronos", como serie, tiene sus propias reglas. Es un juego diferente.
P.D.: Durante esta semana, este blog va a tener un ritmo de actualización más errático de lo habitual. Con un poco de suerte, podremos comentar los finales de "El ministerio del tiempo" y "Bajo sospecha", pero voy a estar por tierras centroeuropeas y los deberes blogueriles no van a ser tan prioritarios. En todo caso, volveremos a leernos más asiduamente en unos diez días.
12 abril 2015
El hombre sin miedo
"A la tercera va la vencida". Así subtitulaba Entertainment Weekly su crítica de "Daredevil", la tercera serie superheroica de Marvel y la primera de su acuerdo millonario con Netflix. Tras la decepción inicial, y la mejora posterior, de "Agents of SHIELD" y el encanto retro de "Agent Carter", las peripecias a pie de calle del abogado ciego Matt Murdock se escoran más hacia el lado de "Batman begins" y, si salvamos las distancias, hasta de "Arrow"; aquí tenemos un héroe en el proceso de convertirse en él, dudando sobre si lo que hace realmente está bien y metido de lleno en los problemas y en el pulso de una ciudad que siente como suya y que quiere salvar (en ese aspecto, no se diferencia demasiado de lo que Bruce Wayne y Oliver Queen sienten sobre Gotham y Starling City, respectivamente).
Sin embargo, "Daredevil" no está en una cadena en abierto como ABC o The CW, sino en Netflix, y eso le permite dar un paso más complejo, oscuro y violento. Su punto de partida, además, debe ser el que mejor aprovecha las conexiones del Universo Cinemático Marvel, pues la Hell's Kitchen de la serie no es ese sitio donde, como ironizaban algunos críticos estadounidenses hace meses, lo peor que te puede pasar es que no consigas una reserva para cenar un sábado por la noche, sino que, por culpa de la destrucción causada por la batalla final de "Los Vengadores", es un hervidero de corrupción y crimen organizado que intenta sacar beneficio de los trabajos de reconstrucción. Así, se acerca un poco más a como era el barrio en los 70 y los 80, cuando su nombre de Cocina del Infierno realmente significaba algo.
En esas calles se mueve Matt Murdock, de quien enseguida sabemos cómo se quedó ciego, lo fundamental que es el catolicismo y su sentimiento de culpa en su personalidad superheroica y cómo le influenció también su padre, un boxeador capaz de aguantar las mayores lluvias de golpes imaginadas. La serie empieza a contarnos sus aventuras cuando él ya lleva un tiempo repartiendo justicia por las noches (primero vestido enteramente de negro, todavía no con su famoso traje rojo) y la operación criminal de Wilson Fisk (alias el que no debe ser nombrado, como Voldemort) está ya en marcha. Lo que veremos a lo largo de la temporada es hasta dónde llegan sus tentáculos y si Murdock realmente puede ser capaz de detenerlos.
"Daredevil" tiene una gran personalidad visual propia, especialemente en las escenas de peleas (en el segundo capítulo hay una en un pasillo digna de "The Raid"), y también ha encontrado en Charlie Cox a un protagonista que puede transmitir el conflicto interno de Murdock y, al mismo tiempo, ser tremendamente encantador cuando lo vemos como abogado. De hecho, el trío que forman Matt, su colega Foggy Nelson y Karen Page podrían protagonizar su propia serie legal y sería muy entretenido ver a los tres juntos poner en pie su bufete. Fisk y su asistente Wesley son, por otro lado, unos villanos muy efectivos, sobre todo porque el futuro Kingpin cree de verdad que está salvando la ciudad, mejorándola, y presentan una amenaza lo suficientemente fuerte como para que el reto para Daredevil sea realmente importante. Hay componentes de cinta de acción, de thriller de conspiraciones y de historia de gángsters, y todos funcionan. Sí que es verdad que a la tercera ha ido la vencida para Marvel en televisión.
Música de la semana: Entre tanto estreno de Netflix y anuncios de reboots de series de los 90, parece haberse quedado un poco perdido el regreso a televisión de Darren Star, creador de "Sexo en Nueva York". Puede ser que parte de la culpa la tenga que es una comedia para TV Land, "Younger", que también es la vuelta de Sutton Foster tras "Bunheads", interpretando a una cuarentona que se hace pasar por una mujer de 26 años para lograr trabajo en una editorial. Con esa premisa, no es raro que una de las canciones que suene en el piloto sea "Birth in reverse", de St. Vincent.
Sin embargo, "Daredevil" no está en una cadena en abierto como ABC o The CW, sino en Netflix, y eso le permite dar un paso más complejo, oscuro y violento. Su punto de partida, además, debe ser el que mejor aprovecha las conexiones del Universo Cinemático Marvel, pues la Hell's Kitchen de la serie no es ese sitio donde, como ironizaban algunos críticos estadounidenses hace meses, lo peor que te puede pasar es que no consigas una reserva para cenar un sábado por la noche, sino que, por culpa de la destrucción causada por la batalla final de "Los Vengadores", es un hervidero de corrupción y crimen organizado que intenta sacar beneficio de los trabajos de reconstrucción. Así, se acerca un poco más a como era el barrio en los 70 y los 80, cuando su nombre de Cocina del Infierno realmente significaba algo.
En esas calles se mueve Matt Murdock, de quien enseguida sabemos cómo se quedó ciego, lo fundamental que es el catolicismo y su sentimiento de culpa en su personalidad superheroica y cómo le influenció también su padre, un boxeador capaz de aguantar las mayores lluvias de golpes imaginadas. La serie empieza a contarnos sus aventuras cuando él ya lleva un tiempo repartiendo justicia por las noches (primero vestido enteramente de negro, todavía no con su famoso traje rojo) y la operación criminal de Wilson Fisk (alias el que no debe ser nombrado, como Voldemort) está ya en marcha. Lo que veremos a lo largo de la temporada es hasta dónde llegan sus tentáculos y si Murdock realmente puede ser capaz de detenerlos.
"Daredevil" tiene una gran personalidad visual propia, especialemente en las escenas de peleas (en el segundo capítulo hay una en un pasillo digna de "The Raid"), y también ha encontrado en Charlie Cox a un protagonista que puede transmitir el conflicto interno de Murdock y, al mismo tiempo, ser tremendamente encantador cuando lo vemos como abogado. De hecho, el trío que forman Matt, su colega Foggy Nelson y Karen Page podrían protagonizar su propia serie legal y sería muy entretenido ver a los tres juntos poner en pie su bufete. Fisk y su asistente Wesley son, por otro lado, unos villanos muy efectivos, sobre todo porque el futuro Kingpin cree de verdad que está salvando la ciudad, mejorándola, y presentan una amenaza lo suficientemente fuerte como para que el reto para Daredevil sea realmente importante. Hay componentes de cinta de acción, de thriller de conspiraciones y de historia de gángsters, y todos funcionan. Sí que es verdad que a la tercera ha ido la vencida para Marvel en televisión.
Música de la semana: Entre tanto estreno de Netflix y anuncios de reboots de series de los 90, parece haberse quedado un poco perdido el regreso a televisión de Darren Star, creador de "Sexo en Nueva York". Puede ser que parte de la culpa la tenga que es una comedia para TV Land, "Younger", que también es la vuelta de Sutton Foster tras "Bunheads", interpretando a una cuarentona que se hace pasar por una mujer de 26 años para lograr trabajo en una editorial. Con esa premisa, no es raro que una de las canciones que suene en el piloto sea "Birth in reverse", de St. Vincent.
10 abril 2015
Steven y las Joyas de Cristal
De vez en cuando hay una serie de animación para niños que da el salto a los universitarios, los veinte y treintañeros y que se convierte en una de las favoritas de los blogs televisivos estadounidenses (si hacen recaps en The AV Club, esos dibujos animados son oficialmente cool y no sólo infantiles). No son tantas series como podría parecer, pero desde el verano de 2013, una de las que se ha ganado a pulso su inclusión en esa lista es "Steven Universe". Sus credenciales ya le ayudaban; su creadora, Rebecca Sugar, trabajó previamente en "Hora de aventuras", la animación infantil más cool que podamos encontrar actualmente, y el hecho de que fuera la primera serie de Cartoon Network creada íntegramente por una mujer aumentaba la curiosidad que podían tener por ella webs como The Mary Sue. Luego hacía falta que la serie tuviera algo mínimamente interesante para que el público un poco más talludito se interesara por las peripecias de Steven, y hasta que pudiera llegar a obsesionarse con ella.
Y lo tiene. Por eso, dos años después de su estreno, bien puede ser la nueva joya de Cartoon Network (en España se emite en Boing). La mezcla de influencias de Sugar (que se encargó de algunas de las canciones más pegadizas de "Hora de aventuras", por cierto) hace de "Steven Universe" algo con unas grandes dosis de encanto, humor y sentido de la aventura, y también tiene un subtexto emocional muy interesante. Al fin y al cabo, Steven es un niño cuya madre mágica tuvo que abandonar su forma física para poder traerlo al mundo. Él crece y se cría con el resto de las Joyas de Cristal, un trío de guerreras a lo "Salir Moon" que intentan protegerlo, comprenderlo y, al mismo tiempo, enseñarle a manejar sus poderes, pero que la mitad de las veces no terminan de entender a un niño más humano que mágico.
Steven también es una Joya (o una Gema, no sé cómo lo habrán traducido al español) y, en algún momento, tendrá que ayudar a la ordenada Pearl, la alocada Amethyst y la estoica Garnet a salvar el mundo, pero todavía es un niño que quiere ayudar a su padre en el lavadero de coches, al que le gusta pasar la tarde en el salón de recreativos y que no puede evitar emocionarse mucho cuando se va de misión con sus tres protectoras, por muy peligrosa que sea dicha misión. El entusiasmo de Steven es contagioso, del mismo modo que son muy pegadizas todas las canciones que salpican la serie y en las que se nota otra gran influencia de "Steven Universe", los videojuegos. A veces, recuerda un poco a "Scott Pilgrim contra el mundo" justo por esos detalles de "Super Mario Bros", y por su colorido, pero también por el modo en el que trata las emociones de sus personajes.
Hay un lado melancólico muy curioso en "Steven Universe", que se potencia cada vez que se habla de Rose Quartz, la madre de Steven, y vemos no sólo cómo la echan de menos las Joyas, sino también el padre del protagonista, que es humano. Ahí se nota el paso de Sugar por "Hora de aventuras", que puede ponerse bastante serie cuando quiere (como en la historia del Rey Hielo y Marceline). Evidentemente, es posible hacer una lectura en clave feminista de la serie (hay un momento en el que Steven canta literalmente "realmente quiero ser una mujer gigante"), pero tampoco es necesario. "Steven Universe" tiene el suficiente encanto e inventiva como para atraparnos sin que busquemos una explicación trascendental. Ya me diréis si sois capaces de no pasaros dos semanas canturreando sin parar "we are the Crystal Gems".
09 abril 2015
Cuando los guionistas graban podcasts
En el documental "Showrunners", Damon Lindelof cuenta cómo, de golpe, se vio convertido en la cara visible de "Perdidos" junto con Carlton Cuse, que tenía que encargarse no sólo de escribir y supervisar cada episodios de la serie, sino de interactuar con los fans a traves de Internet, de explicar las cosas que no terminaban de estar claras y, básicamente, promocionarla del mismo modo que lo hacían los actores. Los dos showrunners llegaron a grabar un podcast oficial a partir de la segunda temporada. En él, comentaban cada episodio y, a veces, entrevistaban a algunos miembros del reparto o del equipo técnico. El público estaba tan ansioso por saber más de "Perdidos", por conocer a las personas detrás del telón, que todo lo que Lindelof y Cuse hacían relacionado con la serie era seguido al milímetro.
No sé si fue ése el primer podcast oficial desde dentro de una serie, pero probablemente debe ser el mejor ejemplo de una tendencia que, aunque no es tremendamente popular entre los showrunners, sí que es más habitual que hace, simplemente, seis años. Porque podcasts de fans siempre hay; la gran diferencia es que éstos los graban y publican trabajadores de la serie, ya sean sus productores ejecutivos, algún guionista, o quien sea. No hay demasiados, eso es cierto, pero para los seguidores de uno de esos programas, son a veces un vistazo muy interesante no sólo a cómo se hace la serie, sino a lo que sus responsables pretendían transmitir con ella. Algunos tienen un tono muy serio y otros derivan más hacia conversaciones distendidas, y lo más interesante que tienen es justo ofrecer esa mirada desde dentro.
Uno de los más veteranos en esto es Ronald D. Moore, que ya grababa un podcast-audiocomentario sobre cada episodio de "Battlestar Galactica" y que ahora repite la experiencia con "Outlander". Va comentando cosas de cada capítulo según los va viendo y también suele tener algún invitado relacionado con la serie. El más común es su mujer, Terry Dresbach, diseñadora de vestuario del programa y que también intervenía de vez en cuando en los podcasts de "BSG" (en los foros de Syfy era conocida como "Mrs. Ron"). El showrunner no siempre es el presentador y participante principal del programa. El podcast de "Better call Saul" lo lleva una de sus montadores, Kelley Dixon, mientras el de "The Americans" (puesto en marcha por la web Slate) lo modera su editora de guión, Molly Nussbaum. Éste, por cierto, dura como mucho media hora y es más una conversación relajada entre los showrunners de la serie, Joel Fields y Joe Weisberg, y algún invitado.
Y luego hay otros que no lleva nadie de la serie, sino de la compañía que la produce. De "Agents of SHIELD", por ejemplo, hay un podcast que lleva directamente un editor de Marvel.com, y que entrevista a alguien relacionado con la serie, preguntándole sobre los eventos del episodio de esa semana. Probablemente haya más oficiales que yo no tengo fichados, porque sí que son casi imposibles de llevar la cuenta son los de fans. Esos, a veces, consiguen la colaboración de alguna estrella de su serie favorita, como logró Quiver (dedicado a "Arrow") con Stephen Amell.
No sé si fue ése el primer podcast oficial desde dentro de una serie, pero probablemente debe ser el mejor ejemplo de una tendencia que, aunque no es tremendamente popular entre los showrunners, sí que es más habitual que hace, simplemente, seis años. Porque podcasts de fans siempre hay; la gran diferencia es que éstos los graban y publican trabajadores de la serie, ya sean sus productores ejecutivos, algún guionista, o quien sea. No hay demasiados, eso es cierto, pero para los seguidores de uno de esos programas, son a veces un vistazo muy interesante no sólo a cómo se hace la serie, sino a lo que sus responsables pretendían transmitir con ella. Algunos tienen un tono muy serio y otros derivan más hacia conversaciones distendidas, y lo más interesante que tienen es justo ofrecer esa mirada desde dentro.
Uno de los más veteranos en esto es Ronald D. Moore, que ya grababa un podcast-audiocomentario sobre cada episodio de "Battlestar Galactica" y que ahora repite la experiencia con "Outlander". Va comentando cosas de cada capítulo según los va viendo y también suele tener algún invitado relacionado con la serie. El más común es su mujer, Terry Dresbach, diseñadora de vestuario del programa y que también intervenía de vez en cuando en los podcasts de "BSG" (en los foros de Syfy era conocida como "Mrs. Ron"). El showrunner no siempre es el presentador y participante principal del programa. El podcast de "Better call Saul" lo lleva una de sus montadores, Kelley Dixon, mientras el de "The Americans" (puesto en marcha por la web Slate) lo modera su editora de guión, Molly Nussbaum. Éste, por cierto, dura como mucho media hora y es más una conversación relajada entre los showrunners de la serie, Joel Fields y Joe Weisberg, y algún invitado.
Y luego hay otros que no lleva nadie de la serie, sino de la compañía que la produce. De "Agents of SHIELD", por ejemplo, hay un podcast que lleva directamente un editor de Marvel.com, y que entrevista a alguien relacionado con la serie, preguntándole sobre los eventos del episodio de esa semana. Probablemente haya más oficiales que yo no tengo fichados, porque sí que son casi imposibles de llevar la cuenta son los de fans. Esos, a veces, consiguen la colaboración de alguna estrella de su serie favorita, como logró Quiver (dedicado a "Arrow") con Stephen Amell.
08 abril 2015
Los de Asuntos Internos
En todas las series de policías hay siempre un momento en el que los protagonistas se enfrentan a una investigación del departamento de Asuntos Internos. Y eso es prácticamente lo peor que les puede pasar, justo por debajo de que el FBI se haga cargo del caso en el que estaban trabajando. Los policías que investigan a otros policías siempre son los que tienen peor imagen de toda la comisaría, los que suelen presentarse como tipos arrogantes y engreídos que solamente quieren empapelar a los detectives, y a los que se acusa habitualmente de no ser realmente policías. Hay muy pocos casos en los que los agentes de Asuntos Internos son los protagonistas de las historias y no los villanos, y cuando algún protagonista es trasladado allí, se lo toma como el peor castigo posible. Desarrollar una serie alrededor de esos policías que velan por las buenas conductas de sus compañeros no es lo más común, pero como Jed Mercurio demuestra en "Line of duty", es un terreno muy fértil para construir historias que se mueven en los grises éticos y morales de la "televisión de prestigio".
Esta serie, que emitió el año pasado su segunda temporada en la BBC, es una de las favoritas en los próximos premios BAFTA de televisión, con tres nominaciones a mejor drama, actriz principal y actriz secundaria para Keeley Hawes y Vicky McClure, y es también uno de los títulos que más pasa desapercibido en ese renacido fervor por la ficción británica que vive la blogosfera seriéfila hispana desde hace un par de años. El punto de partida de la serie puede no sonar demasiado sexy: sus protagonistas son agentes de AC-12, el cuerpo anticorrupción policial, en el que empieza a trabajar un agente procedente de Narcóticos y donde hay una policía que se dedica a infiltrarse en los departamentos que se están investigando. Ellos dos y su jefe son el trío principal de la serie, pero aunque su labor sea determinar si ciertos inspectores son corruptos, ellos tampoco se libran de saltarse algunos principios éticos y de actuar a veces de forma poco ortodoxa. Ahí, en las propias dudas de sus supuestos "héroes" están las principales virtudes de "Line of duty".
Como buen policiaco británico, sus escenarios son más realistas, sus comisarías dan más el pego de comisarías reales y es muy habitual ver a los inspectores enredarse en la burocracia del trabajo, algo que es una nota muy distintiva de series como "Scott and Bailey", por ejemplo. Pero además, "Line of duty" ha tenido hasta ahora dos casos cuya investigación estaba, en general, bien construida y bien llevada, y en la segunda temporada (que es la que ha recibido las nominaciones a los BAFTA) ha dejado a un gran personaje como la inspectora Lindsay Denton. Por ver en acción a Keeley Hawes ya merece la pena ver toda la serie (el investigado en la primera entrega es Lennie James, Morgan en "The Walking Dead"), porque consigue componer un personaje lleno de dobleces, alguien que parece ser al mismo tiempo víctima y perpetrador, que acaba empujado hasta unos extremos que harían romperse a cualquiera. Denton parece frágil, pero es también resistente; parece como decimos una víctima, pero es más lista de lo que sus compañeros creen, y durante toda la temporada, el espectador no está seguro de quién es ella realmente, y de si hizo lo que parece que hizo.
Denton obliga a los agentes de AC-12 a mirarse en el espejo, a enfrentarse a sus propias faltas éticas, y la investigación está llena de sorpresas muy bien administradas. "Line of duty" funciona porque Mercurio desarrolla bien su trama y se acuerda de que los seis capítulos tienen que ser atractivos en ese aspecto, pero son las aristas de sus personajes las que le dan el toque diferente. Ninguno de los tres protagonistas resistiría una revisión de su comportamiento desde el punto de vista ético, por mucho que se esfuercen por seguir el protocolo durante sus investigaciones, y ver esas pequeñas trampas que hacen en su vida diaria (como ligar con una testigo, por ejemplo) los acerca a los sujetos de sus investigaciones, pero sin equipararlos a ellos. ¿Son realmente mejores?
07 abril 2015
El lado oscuro del Ministerio
ALERTA SPOILERS: ¿Cómo vais con "El Ministerio del Tiempo"? ¿Habéis caído en la ministeria? Si no es así, y no sabéis dónde estaba Julián en lugar de irse a una misión a 1844, no sigáis leyendo.
En "Torchwood" y "Warehouse 13", los agentes que trabajaban para esas dos organizaciones sabían que sobre sus cabezas pesaba la alta probabilidad de que sus vidas descarrilaran en cualquier momento o, lo que es peor, que fueran a morir jóvenes. A Gwen Cooper, a Pete y a Myka les recordaban a menudo que no sólo tenían un trabajo lleno de riesgos, sino que además era secreto y nadie de su entorno podía ni siquiera sospechar que no eran meros agentes de policía rasos, o miembros del Servicio Secreto. De todos modos, al menos ellos tenían unas profesiones "tapadera" un poco más acordes con su verdadera dedicación, porque, ¿cómo pueden justificar un enfermero del SAMUR, una universitaria del siglo XIX o una funcionaria normal del Ministerio de Asuntos Exteriores que lleven una pistola?
Desde la primera vez que Lola Mendieta se cruza con la nueva patrulla de "El Ministerio del Tiempo", Alonso, Julián y, sobre todo, Amelia son advertidos de que no deben creer todo lo que Salvador les cuente, de que el Ministerio también tiene sus propios secretos. En una serie de este tipo, la organización para la que trabajan los protagonistas tiene que guardar alguna sorpresa desagradable para darle más emoción al asunto. No es previsible que de repente se convierta en el SD-6, pero sí que da la sensación que el Ministerio va a romper algunos corazónes en el próximo capítulo, el último. Aunque el de Julián ya está bastante destrozado de por sí.
"Tiempo de venganza", el séptimo episodio de esta primera temporada, presenta lo que parece un paralelismo posible con la historia de Julián. El agente Armando Leiva intentó convencer a Salvador de que le dejara utilizar la medicina del siglo XXI para salvar a su hijo, enfermo de leucemia en el XIX, y como no obtuvo el permiso, lideró una revuelta y, más tarde, perdió la cabeza en sus ansias de venganza. Leiva juega el papel del terrorista de "24" (serie a la que el capítulo homenajea con sus pantallas partidas), mientras a Irene, su antigua protegida, le toca ser Jack Bauer, especialmente en la parte de que sus seres queridos acaben siempre como daños colaterales de sus misiones y sus secretos. Ambos son una moraleja para Julián, un ejemplo de lo que puede pasar si sigue enganchado a la posibilidad de regresar a 2012 a ver a su mujer, y de las consecuencias que puede tener que empiece a pensar en intentar salvarla.
Es una posibilidad de cara al cierre de la temporada, que Julián se obsesione, como Leiva con su hijo, con la salvación de su esposa. El trabajo en el Ministerio tiene el problema de que nunca dejas atrás del todo tu pasado; éste no sólo puede regresar para vengarse de tí en cualquier momento, sino que puede ser también un lastre que te impida seguir adelante, que te atrape en un bucle del que no puede salir nada bueno. ¿Cómo no vas a aprovechar la oportunidad de cambiar un trauma de tu pasado, y a la mierda con las consecuencias? ¿Veremos algún tulipán blanco en el último episodio?
En "Torchwood" y "Warehouse 13", los agentes que trabajaban para esas dos organizaciones sabían que sobre sus cabezas pesaba la alta probabilidad de que sus vidas descarrilaran en cualquier momento o, lo que es peor, que fueran a morir jóvenes. A Gwen Cooper, a Pete y a Myka les recordaban a menudo que no sólo tenían un trabajo lleno de riesgos, sino que además era secreto y nadie de su entorno podía ni siquiera sospechar que no eran meros agentes de policía rasos, o miembros del Servicio Secreto. De todos modos, al menos ellos tenían unas profesiones "tapadera" un poco más acordes con su verdadera dedicación, porque, ¿cómo pueden justificar un enfermero del SAMUR, una universitaria del siglo XIX o una funcionaria normal del Ministerio de Asuntos Exteriores que lleven una pistola?
Desde la primera vez que Lola Mendieta se cruza con la nueva patrulla de "El Ministerio del Tiempo", Alonso, Julián y, sobre todo, Amelia son advertidos de que no deben creer todo lo que Salvador les cuente, de que el Ministerio también tiene sus propios secretos. En una serie de este tipo, la organización para la que trabajan los protagonistas tiene que guardar alguna sorpresa desagradable para darle más emoción al asunto. No es previsible que de repente se convierta en el SD-6, pero sí que da la sensación que el Ministerio va a romper algunos corazónes en el próximo capítulo, el último. Aunque el de Julián ya está bastante destrozado de por sí.
"Tiempo de venganza", el séptimo episodio de esta primera temporada, presenta lo que parece un paralelismo posible con la historia de Julián. El agente Armando Leiva intentó convencer a Salvador de que le dejara utilizar la medicina del siglo XXI para salvar a su hijo, enfermo de leucemia en el XIX, y como no obtuvo el permiso, lideró una revuelta y, más tarde, perdió la cabeza en sus ansias de venganza. Leiva juega el papel del terrorista de "24" (serie a la que el capítulo homenajea con sus pantallas partidas), mientras a Irene, su antigua protegida, le toca ser Jack Bauer, especialmente en la parte de que sus seres queridos acaben siempre como daños colaterales de sus misiones y sus secretos. Ambos son una moraleja para Julián, un ejemplo de lo que puede pasar si sigue enganchado a la posibilidad de regresar a 2012 a ver a su mujer, y de las consecuencias que puede tener que empiece a pensar en intentar salvarla.
Es una posibilidad de cara al cierre de la temporada, que Julián se obsesione, como Leiva con su hijo, con la salvación de su esposa. El trabajo en el Ministerio tiene el problema de que nunca dejas atrás del todo tu pasado; éste no sólo puede regresar para vengarse de tí en cualquier momento, sino que puede ser también un lastre que te impida seguir adelante, que te atrape en un bucle del que no puede salir nada bueno. ¿Cómo no vas a aprovechar la oportunidad de cambiar un trauma de tu pasado, y a la mierda con las consecuencias? ¿Veremos algún tulipán blanco en el último episodio?
06 abril 2015
Desde los ojos de Jamie
ALERTA SPOILERS: ¿Habéis visto ya el regreso de "Outlander"? Si no es así, y no sabéis cómo llegó Jaime a esa ventana, dejad esta entrada para cuando lo sepáis.
Desde el primer momento en el que Claire Randall viaja de 1946 a 1743 en "Outlander", una de las principales fuentes de conflicto es su mayor conocimiento histórico de lo que le va a pasar a los highlanders en años venideros y, al mismo tiempo, su nula familiaridad con las costumbres del lugar. En sus tratos con Geillis ya se aprecia que Claire no puede ser ella misma (segura y dispuesta a ayudar en lo que haga falta) porque eso puede hacerla susceptible no tanto a los cotilleos del pueblo, sino a ser el objeto de rumores y supersticiones que pueden ser muy perjudiciales para ella. Los lectores del libro saben qué giro da la trama de Geillis, un giro que en parte viene preparándose desde una de las primeras veces que Claire pone sus conocimientos médicos del siglo XX al servicio de la gente del Castillo Leoch, y dicho giro es una continuación de la tendencia que inició el capítulo antes del largo parón en medio de la primera temporada; Claire está ahora constantemente en situaciones de peligro, y ya no es tan fácil librarse de ellas como antes.
Lo más destacado de este episodio del regreso de la serie, "The reckoning", es como Ron Moore decide que, por una vez, veamos la acción a través de los ojos de Jamie Fraser. Si en el capítulo anterior teníamos una larga mirada a los esfuerzos de Frank, en 1946, por averiguar qué había pasado con su mujer, aquí varía la perspectiva desde la que se nos cuenta la historia (que siempre es la de Claire) para hacernos comprender algunas de esas tradiciones a las que la nueva señora Fraser no acaba de acostumbrarse, y que propician uno de los pasajes más controvertidos del libro, y que los fans más esperaban ver en pantalla después de la famosa boda. Ese pasaje son los azotes que Jamie le da a Claire por haber desobedecido sus órdenes de quedarse donde él le dijo, una desobediencia que le lleva a ser capturada por Black Jack y a que los escoceses tengan que ir a rescatarla, poniéndose en peligro.
Desde la óptica de Claire (y de la nuestra de espectadores modernos), esa escena es una barbarie, es abuso físico y podría interpretarse como una muestra de la brutalidad de Jamie. El episodio, sin embargo, se esfuerza mucho por hacernos ver la manera en la que los highlanders entienden la justicia. Si haces algo que pone en peligro al grupo, eres castigado, y ese castigo siempre implica violencia física. Lo vimos cuando Jamie se ofrece a ser azotado en lugar de Laoghaire (por algo que ahora no recuerdo), y lo vemos en el mismo episodio con otro de los compañeros de Fraser. El cinturón (cuando no directamente el látigo, o un bastón) es el método correctivo favorito de estos personajes, y a eso se le añade que Jamie no deja de ser un hombre del siglo XVIII, un hombre para el que su esposa pasa a ser de su propiedad. En este mundo, las mujeres tienen muy poco margen de maniobra y menos independencia, y su ámbito de actuación se reduce y, al mismo tiempo, su esfera de poder puede ejercerse de manera más indirecta. Cersei y Margaery en "Juego de tronos" son dos buenos ejemplos de esto.
Situar a Jamie en el centro de este episodio no sólo es un movimiento inteligente para presentar ese castigo físico a Claire, sino que permite ir profundizando un poco más su retrato. En estos nuevos episodios, él va a ganar casi tanta relevancia como ella, así que "Outlander" tiene que ir dándole mayor presencia. Además, él es el catalizador indirecto de otra trama muy esperada por los lectores de los libros, y que deja una de las mayores sorpresas de la primera temporada hasta ahora, y si Claire va a empezar a enamorarse de él, tenemos que ver que hay más ahí que un cuerpo fornido y una mirada que puede ser gentil. Tenemos que empezar a conocer al Jamie de verdad.
Desde el primer momento en el que Claire Randall viaja de 1946 a 1743 en "Outlander", una de las principales fuentes de conflicto es su mayor conocimiento histórico de lo que le va a pasar a los highlanders en años venideros y, al mismo tiempo, su nula familiaridad con las costumbres del lugar. En sus tratos con Geillis ya se aprecia que Claire no puede ser ella misma (segura y dispuesta a ayudar en lo que haga falta) porque eso puede hacerla susceptible no tanto a los cotilleos del pueblo, sino a ser el objeto de rumores y supersticiones que pueden ser muy perjudiciales para ella. Los lectores del libro saben qué giro da la trama de Geillis, un giro que en parte viene preparándose desde una de las primeras veces que Claire pone sus conocimientos médicos del siglo XX al servicio de la gente del Castillo Leoch, y dicho giro es una continuación de la tendencia que inició el capítulo antes del largo parón en medio de la primera temporada; Claire está ahora constantemente en situaciones de peligro, y ya no es tan fácil librarse de ellas como antes.
Lo más destacado de este episodio del regreso de la serie, "The reckoning", es como Ron Moore decide que, por una vez, veamos la acción a través de los ojos de Jamie Fraser. Si en el capítulo anterior teníamos una larga mirada a los esfuerzos de Frank, en 1946, por averiguar qué había pasado con su mujer, aquí varía la perspectiva desde la que se nos cuenta la historia (que siempre es la de Claire) para hacernos comprender algunas de esas tradiciones a las que la nueva señora Fraser no acaba de acostumbrarse, y que propician uno de los pasajes más controvertidos del libro, y que los fans más esperaban ver en pantalla después de la famosa boda. Ese pasaje son los azotes que Jamie le da a Claire por haber desobedecido sus órdenes de quedarse donde él le dijo, una desobediencia que le lleva a ser capturada por Black Jack y a que los escoceses tengan que ir a rescatarla, poniéndose en peligro.
Desde la óptica de Claire (y de la nuestra de espectadores modernos), esa escena es una barbarie, es abuso físico y podría interpretarse como una muestra de la brutalidad de Jamie. El episodio, sin embargo, se esfuerza mucho por hacernos ver la manera en la que los highlanders entienden la justicia. Si haces algo que pone en peligro al grupo, eres castigado, y ese castigo siempre implica violencia física. Lo vimos cuando Jamie se ofrece a ser azotado en lugar de Laoghaire (por algo que ahora no recuerdo), y lo vemos en el mismo episodio con otro de los compañeros de Fraser. El cinturón (cuando no directamente el látigo, o un bastón) es el método correctivo favorito de estos personajes, y a eso se le añade que Jamie no deja de ser un hombre del siglo XVIII, un hombre para el que su esposa pasa a ser de su propiedad. En este mundo, las mujeres tienen muy poco margen de maniobra y menos independencia, y su ámbito de actuación se reduce y, al mismo tiempo, su esfera de poder puede ejercerse de manera más indirecta. Cersei y Margaery en "Juego de tronos" son dos buenos ejemplos de esto.
Situar a Jamie en el centro de este episodio no sólo es un movimiento inteligente para presentar ese castigo físico a Claire, sino que permite ir profundizando un poco más su retrato. En estos nuevos episodios, él va a ganar casi tanta relevancia como ella, así que "Outlander" tiene que ir dándole mayor presencia. Además, él es el catalizador indirecto de otra trama muy esperada por los lectores de los libros, y que deja una de las mayores sorpresas de la primera temporada hasta ahora, y si Claire va a empezar a enamorarse de él, tenemos que ver que hay más ahí que un cuerpo fornido y una mirada que puede ser gentil. Tenemos que empezar a conocer al Jamie de verdad.
05 abril 2015
Una televisión sin Don Draper
En 2011, AMC empezó a asomarse a lo que podía ser su parrilla sin "Mad Men". Aquel año, las negociaciones para renovar el contrato de Matthew Weiner y, por tanto, garantizar una quinta temporada de la serie se alargaron más de lo habitual, atascadas en las pretensiones económicas de ambas partes (y una defensa de la integridad artística de la serie que se creyó poca gente). AMC podía, en realidad, vivir sin "Mad Men"; acababa de estrenar "The Walking Dead" el año anterior y "Breaking Bad" se encontraba iniciando el espectacular salto en cuanto a número de espectadores que siguieron sus últimas entregas, pero al mismo tiempo, no podía dejar escapar la serie que la había puesto en el mapa en 2007, cuando no era más que un canal de reposiciones de películas y del Fearfest de Halloween. Los Emmys a mejor drama, las críticas hiperbólicas y la atención de las revistas de tendencias propulsaron a AMC, con una única serie, a las mismas alturas que HBO, así que era beneficioso para todo el mundo que Don Draper finalizara sus peripecias en el canal que lo vió "nacer".
Ahora, sin embargo, sí que estamos más cerca de una televisión sin "Mad Men", una serie que, en ocho años en emisión, ha sido testigo de un gran cambio en la ficción estadounidense. Alan Sepinwall apunta que, del mismo modo que Don, Peggy y compañía vivieron el paso del orden y el Sueño Americano de los 50 a la contracultura y las protestas sociales de finales de los 60, también "Mad Men" ha servido un poco de puente entre el final de la Gran Revolución impulsada por "Los Soprano" (que había terminado en 2006) y la explosión de cadenas y plataformas que se animan todas a producir y emitir sus propias series. De todas las que han intentado seguir el ejemplo de AMC, sólo Netflix lo ha conseguido, gracias a "House of Cards", "Orange is the new black" y una masa de público ya creado de sus años como videoclub por correo, primero, y después ya enteramente como servicio de vídeo bajo demanda. También ha habido intentos de imitar "Mad Men" en las networks, ambientando series en los 60 pero dándoles un "motor" para las tramas que Draper y compañía no tienen, como el asesinato con el que arranca "The Playboy Club", los viajes de las azafatas de "Pan Am"o las tramas mafiosas de "Vegas" y "Magic City" (que fue el intento de Starz por conseguir un drama de prestigio).
Casi puede decirse que "Mad Men" vio nacer justo esa etiqueta, la de "drama de prestigio", la serie con ciertas aspiraciones temáticas, con un personaje central lleno de contradicciones y en crisis (y que suele ser un hombre blanco de edad ya madura), y con un estilo visual que tiende a gritar al espectador que tiene que tomársela en serio, y busca claramente que los críticos y los Emmy se fijen en ella. La etiqueta está tan gastada, que se ha convertido en un cliché (un cliché del que se cachondean en "The Good Wife" con esa "Darkness at noon"), y ha derivado en esa otra evolución de la ficción televisiva que se aglutinó bajo el paraguas de "televisión de serie B", y de la que ya hemos hablado lo suficiente como para no repetirlo otra vez. El panorama televisivo, y de consumo televisivo, ha cambiado tanto desde 2007, que parece que el principio del final de "Mad Men" está haciendo mucho menos ruido del que debería, como si la serie se hubiera convertido en Roger Sterling, un resto fósil de otra era.
Cuando das a luz a muchos imitadores, y cuando surgen otras series que te suceden en el trono del "mejor drama del año", es inevitable que se pierdan un poco tus logros. Siete temporadas siguen siendo muchas hasta para la que no pocos críticos consideran la mejor serie de la última década, y da la sensación también de que la supernova que fue el final de "Breaking Bad" ha generado unas expectativas poco realistas con los últimos episodios de "Mad Men". A Don Draper no lo persigue la policía y no tiene un montón de enemigos generados por su negocio de fabricación y venta de cristal de metanfetamina. A Don Draper lo persigue el tiempo, la vida, una década de los 60 que avanza como un tren sin frenos y que ya no tiene hueco para el tipo de persona que él representa. Ahora Peggy es la nueva Don.
Música de la semana: Como estamos despidiendo a "Mad Men", no está mal quedarnos con la canción que AMC está utilizando en sus promos anunciando sus capítulos finales. Si en el trailer de la primera temporada usaba "You know I'm no good", de Amy Winehouse, para este último anuncio ha optado por el rock-soul de Alabama Shakes y "I found you", con ese "I travelled a long way, and it took a long time to found you".
Ahora, sin embargo, sí que estamos más cerca de una televisión sin "Mad Men", una serie que, en ocho años en emisión, ha sido testigo de un gran cambio en la ficción estadounidense. Alan Sepinwall apunta que, del mismo modo que Don, Peggy y compañía vivieron el paso del orden y el Sueño Americano de los 50 a la contracultura y las protestas sociales de finales de los 60, también "Mad Men" ha servido un poco de puente entre el final de la Gran Revolución impulsada por "Los Soprano" (que había terminado en 2006) y la explosión de cadenas y plataformas que se animan todas a producir y emitir sus propias series. De todas las que han intentado seguir el ejemplo de AMC, sólo Netflix lo ha conseguido, gracias a "House of Cards", "Orange is the new black" y una masa de público ya creado de sus años como videoclub por correo, primero, y después ya enteramente como servicio de vídeo bajo demanda. También ha habido intentos de imitar "Mad Men" en las networks, ambientando series en los 60 pero dándoles un "motor" para las tramas que Draper y compañía no tienen, como el asesinato con el que arranca "The Playboy Club", los viajes de las azafatas de "Pan Am"o las tramas mafiosas de "Vegas" y "Magic City" (que fue el intento de Starz por conseguir un drama de prestigio).
Casi puede decirse que "Mad Men" vio nacer justo esa etiqueta, la de "drama de prestigio", la serie con ciertas aspiraciones temáticas, con un personaje central lleno de contradicciones y en crisis (y que suele ser un hombre blanco de edad ya madura), y con un estilo visual que tiende a gritar al espectador que tiene que tomársela en serio, y busca claramente que los críticos y los Emmy se fijen en ella. La etiqueta está tan gastada, que se ha convertido en un cliché (un cliché del que se cachondean en "The Good Wife" con esa "Darkness at noon"), y ha derivado en esa otra evolución de la ficción televisiva que se aglutinó bajo el paraguas de "televisión de serie B", y de la que ya hemos hablado lo suficiente como para no repetirlo otra vez. El panorama televisivo, y de consumo televisivo, ha cambiado tanto desde 2007, que parece que el principio del final de "Mad Men" está haciendo mucho menos ruido del que debería, como si la serie se hubiera convertido en Roger Sterling, un resto fósil de otra era.
Cuando das a luz a muchos imitadores, y cuando surgen otras series que te suceden en el trono del "mejor drama del año", es inevitable que se pierdan un poco tus logros. Siete temporadas siguen siendo muchas hasta para la que no pocos críticos consideran la mejor serie de la última década, y da la sensación también de que la supernova que fue el final de "Breaking Bad" ha generado unas expectativas poco realistas con los últimos episodios de "Mad Men". A Don Draper no lo persigue la policía y no tiene un montón de enemigos generados por su negocio de fabricación y venta de cristal de metanfetamina. A Don Draper lo persigue el tiempo, la vida, una década de los 60 que avanza como un tren sin frenos y que ya no tiene hueco para el tipo de persona que él representa. Ahora Peggy es la nueva Don.
Música de la semana: Como estamos despidiendo a "Mad Men", no está mal quedarnos con la canción que AMC está utilizando en sus promos anunciando sus capítulos finales. Si en el trailer de la primera temporada usaba "You know I'm no good", de Amy Winehouse, para este último anuncio ha optado por el rock-soul de Alabama Shakes y "I found you", con ese "I travelled a long way, and it took a long time to found you".
03 abril 2015
La decisión de Paige
ALERTA SPOILERS: Por si no vais al día con la tercera temporada de "The Americans" (vergüenza debería daros), es mejor que no sigáis leyendo si no sabéis en qué nueva situación familiar están los Jennings.
Antes de que FX empezara a emitir la tercera temporada de "The Americans", HitFix entrevistó a Keri Russell y le preguntó por el efecto emocional que el trabajo para el KGB estaba empezando a tener en Elizabeth, especialmente desde que, al final de la segunda temporada, los Jennings se enteraron de que la Central quería que reclutaran a su hija Paige. Russell reconocía que la temporada estaba siendo difícil para ella precisamente por las decisiones que Elizabeth estaba tomando a ese respecto, pero con diez capítulos ya emitidos (y a falta de sólo tres para el cierre), es fácil ver que no es sólo ese frente doméstico el que la preocupa. Sin ir más lejos, en el capítulo de la semana pasada (que tenía el genial título de "Do mail robots dream of electrical sheep?"), a Elizabeth le costaba más de la cuenta eliminar a una potencial testigo de sus andanzas que no era más que una anciana enferma del corazón.
La situación con Hans, el joven sudafricano al que entrenan para luchar contra el apartheid y, en concreto, contra el apoyo de la Administración Reagan al gobierno de aquel país, es otra gota en el vaso colmado de Elizabeth, lo mismo que saber que su madre está enferma en Rusia y que no puede ir a verla, o que Philip tiene que seducir a una niña de quince años para poder acercarse a su padre, involucrado en el grupo de la CIA que daba apoyo a los muyahidines que luchaban contra la URSS en Afganistán. La muerte de sus amigos al principio de la segunda temporada fue el inicio de una crisis para Elizabeth no en su compromiso con la Madre Patria, sino en los métodos que utilizan para realizar su trabajo. Y ahora, de remate, llega el momento que ella buscaba pero que, al mismo tiempo, le da pánico: Paige sabe que sus padres son espías de la KGB.
La recta final del capítulo "Stingers" es de las cosas más tensas que se han visto este año en la televisión estadounidense, y lleva a su culminación un par de tramas que llevan toda la tercera temporada construyéndose. Por un lado, está la presión de la Central para que recluten a Paige para la causa, algo a lo que Philip no sólo se niega en redondo, sino que le horroriza que su mujer se muestre más dispuesta a ello. Por otro, tenemos la entrega de Paige a su fe cristiana y su relación con el Pastor Tim y con su iglesia, que lo mismo protestan contra la proliferación de armas nucleares que se van a construir una escuela en Kenia. Elizabeth se da cuenta que su hija está buscando algo en lo que creer, su propia causa, como quien dice, y cree que el trabajo de espía puede ser una solución. Pero esa conversación en la mesa de la cocina muestra que, en realidad, es mucho fácil decirlo que llevarlo a cabo.
Las sospechas que Paige alberga desde la temporada anterior sobre esa doble vida que llevan sus padres culminan en su exigencia de que le digan la verdad, aunque la verdad es algo probablemente demasiado difícil de creer. La confesión de Elizabeth (que intenta mostrar que están haciendo algo bueno por el mundo) y de Philip y la cara de Paige escuchándola, más su reacción todavía un poco incrédula, apuntan a unos últimos episodios que pueden ser realmente explosivos. Paige tiene el destino de sus padres en su mano (la manera en la que vemos cómo mira a Stan, dándose cuenta de repente de lo que significa que él pase tanto tiempo en su casa, no tiene precio), lo que es otra situación más en la que ellos se ven envueltos sin poder controlarla. Y ésa ha sido la tónica general de buena parte de sus misiones.
El oficial paquistaní Yousaf, Martha, Kimmy, Hans... Los Jennings se han encontrado en todos los casos con gente que se vuelve imprevisible, que hace cosas con las que ellos no contaban y que los pone en cada vez más peligro de que los descubran. John Landgraf, el presidente de FX, afirmaba no hace mucho que veía "The Americans" llegando a la quinta temporada. Cuarta sí que van a tener, y no sería extraño que, tal y cómo están evolucionando Elizabeth y Philip, no sería extraño que la serie terminara recuperando el conflicto inicial entre ellos; si desertar o no. Que Paige sepa la verdad introduce otra variable en la ecuación, una que, probablemente, puede determinar cómo acabarán las andanzas de los Jennings.
Antes de que FX empezara a emitir la tercera temporada de "The Americans", HitFix entrevistó a Keri Russell y le preguntó por el efecto emocional que el trabajo para el KGB estaba empezando a tener en Elizabeth, especialmente desde que, al final de la segunda temporada, los Jennings se enteraron de que la Central quería que reclutaran a su hija Paige. Russell reconocía que la temporada estaba siendo difícil para ella precisamente por las decisiones que Elizabeth estaba tomando a ese respecto, pero con diez capítulos ya emitidos (y a falta de sólo tres para el cierre), es fácil ver que no es sólo ese frente doméstico el que la preocupa. Sin ir más lejos, en el capítulo de la semana pasada (que tenía el genial título de "Do mail robots dream of electrical sheep?"), a Elizabeth le costaba más de la cuenta eliminar a una potencial testigo de sus andanzas que no era más que una anciana enferma del corazón.
La situación con Hans, el joven sudafricano al que entrenan para luchar contra el apartheid y, en concreto, contra el apoyo de la Administración Reagan al gobierno de aquel país, es otra gota en el vaso colmado de Elizabeth, lo mismo que saber que su madre está enferma en Rusia y que no puede ir a verla, o que Philip tiene que seducir a una niña de quince años para poder acercarse a su padre, involucrado en el grupo de la CIA que daba apoyo a los muyahidines que luchaban contra la URSS en Afganistán. La muerte de sus amigos al principio de la segunda temporada fue el inicio de una crisis para Elizabeth no en su compromiso con la Madre Patria, sino en los métodos que utilizan para realizar su trabajo. Y ahora, de remate, llega el momento que ella buscaba pero que, al mismo tiempo, le da pánico: Paige sabe que sus padres son espías de la KGB.
La recta final del capítulo "Stingers" es de las cosas más tensas que se han visto este año en la televisión estadounidense, y lleva a su culminación un par de tramas que llevan toda la tercera temporada construyéndose. Por un lado, está la presión de la Central para que recluten a Paige para la causa, algo a lo que Philip no sólo se niega en redondo, sino que le horroriza que su mujer se muestre más dispuesta a ello. Por otro, tenemos la entrega de Paige a su fe cristiana y su relación con el Pastor Tim y con su iglesia, que lo mismo protestan contra la proliferación de armas nucleares que se van a construir una escuela en Kenia. Elizabeth se da cuenta que su hija está buscando algo en lo que creer, su propia causa, como quien dice, y cree que el trabajo de espía puede ser una solución. Pero esa conversación en la mesa de la cocina muestra que, en realidad, es mucho fácil decirlo que llevarlo a cabo.
Las sospechas que Paige alberga desde la temporada anterior sobre esa doble vida que llevan sus padres culminan en su exigencia de que le digan la verdad, aunque la verdad es algo probablemente demasiado difícil de creer. La confesión de Elizabeth (que intenta mostrar que están haciendo algo bueno por el mundo) y de Philip y la cara de Paige escuchándola, más su reacción todavía un poco incrédula, apuntan a unos últimos episodios que pueden ser realmente explosivos. Paige tiene el destino de sus padres en su mano (la manera en la que vemos cómo mira a Stan, dándose cuenta de repente de lo que significa que él pase tanto tiempo en su casa, no tiene precio), lo que es otra situación más en la que ellos se ven envueltos sin poder controlarla. Y ésa ha sido la tónica general de buena parte de sus misiones.
El oficial paquistaní Yousaf, Martha, Kimmy, Hans... Los Jennings se han encontrado en todos los casos con gente que se vuelve imprevisible, que hace cosas con las que ellos no contaban y que los pone en cada vez más peligro de que los descubran. John Landgraf, el presidente de FX, afirmaba no hace mucho que veía "The Americans" llegando a la quinta temporada. Cuarta sí que van a tener, y no sería extraño que, tal y cómo están evolucionando Elizabeth y Philip, no sería extraño que la serie terminara recuperando el conflicto inicial entre ellos; si desertar o no. Que Paige sepa la verdad introduce otra variable en la ecuación, una que, probablemente, puede determinar cómo acabarán las andanzas de los Jennings.
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