ALERTA SPOILERS: Un año más, el especial de Navidad pone fin a la temporada de "Downton Abbey", en este caso, la cuarta. Si no sabéis qué es eso de "la temporada londinense", mejor no continuéis leyendo.
Está claro que el mejor especial navideño de los tres que ha hecho "Downton Abbey" hasta la fecha es el de la segunda temporada. El compromiso de Mary con Richard Carlisle y la posibilidad de que, por fin, éste se rompiera para que pudiera estar con el primo Matthew le dio a aquel capítulo un propósito detrás de todas sus escenas. El de la tercera parecía estar simplemente haciendo tiempo hasta el final, para mostrarnos la cruel muerte de Matthew muy poco después de ver nacer a su primer hijo, y en éste de la cuarta parece que Julian Fellowes ha optado simplemente por dejarse llevar y entretenernos. Sí, colea todavía el asunto de los hombres de Mary, como los llama su abuela, pero en realidad sólo importa mostrarnos la presentación en sociedad de Lady Rose y que pasemos una hora y media viendo cómo el hermano de Cora no acaba de adaptarse a esos ingleses de la alta sociedad con sus extrañas y rígidas normas, o como la señora Hughes "juega" con Carson para convencerlo de que el servicio pase su día libre en la playa.
Sí se avanza en dos frentes; por un lado, el asunto de Bates y el hombre que violó a Anna parece cerrado en cuanto Lady Mary quema el billete de tren que muestra que sí fue a Londres y, por el otro, Edith ya ha vuelto de su "viaje" por Suiza, donde entregó a su hija a una familia local y, ahora, se arrepiente profundamente de no tener ningún contacto futuro con ella. Es una mala idea traerla de vuelta a Inglaterra, y está claro que estallará todo en la quinta temporada. ¿Matarían a Gregson en Munich esos simpatizantes del incipiente nacionalsocialismo alemán? Hay que tener en cuenta que esta cuarta temporada transcurre en 1924, por lo que el fallido putsch, o golpe de estado, de la cervecería de Munich se había producido el año anterior, así que el plan de Gregson de irse a Alemania para poder divorciarse de su mujer no pudo llegar en peor momento. Pero mientras el bebé de Edith y los pretendientes de Mary seguirán dando qué hablar el año que viene, el resto del especial resultó muy divertido. Hasta toda esa trama casi de espías que monta Lord Robert para recuperar una carta comprometedora del Príncipe de Gales está contada con un deje irónico, de "vamos a pasar un buen rato" y poco más (que Bates sea también falsificador ya es demasiado).
¿Que podían haber aprovechado un poco más a Martha Levinson y su hijo? Sí. ¿Que Mary podría haberse decidido por uno de sus dos pretendientes, o rechazarlos definitivamente a ambos? También, pero esta especie de Juegos del Hambre que pueden montar Lord Gillingham y Mr. Blake puede resultar muy entretenida (siempre y cuando no sea la única trama que tenga Mary), y luego tenemos esa escena final en la que la señora Hughes convence a Carson de que se meta un poco más en el mar con ella. El ama de llaves y el mayordomo son dos de los personajes más entretenidos de ver juntos (tienen también sus propios shippers), y ha sido ciertamente entrañable que el capítulo se cierre con los dos, de la mano, en la playa.
P.D. podcastero: Y Yo disparé a JR cierra también el año con un especial, un resumen de lo que 2013 ha dado de sí en cuanto a series. Está estructurado en varios bloques temáticos, divididos por el comentario de cada una de las cinco series que más han dado qué hablar este año, y la duración se nos ha ido un poco de las manos. Pero bien lo valía, gracias sobre todo a vuestras aportaciones al programa.
30 diciembre 2013
29 diciembre 2013
El Doctor en Pemberley
Las navidades en la televisión británica son sinónimo de capítulos especiales de las series de más éxito, y de miniseries cuya emisión se concentra en la semana de Navidad y el Boxing Day (26 de diciembre), un día de fiesta muy tradicional allí en el que, por ejemplo, la Premier League se reserva algunos de los partidos más esperados. También son sinónimo, desde la época victoriana, de historias de fantasmas, pero ya llegaremos a eso. Lo que nos interesa es que, en los últimos años, la noche de Navidad suele ser el momento en el que se emite el especial de "Doctor Who" que suele cerrar una etapa en la serie y abrir otra, incluso aunque el Doctor y sus acompañantes continúen siendo básicamente los mismos. También se ha utilizado últimamente para despedir a un Doctor y presentar al siguiente; es lo que pasó cuando David Tennant cedió el testigo a Matt Smith (aunque aquello fue más en Año Nuevo) y es lo que ha sucedido cuando ha llegado el momento de que Smith deje los mandos de la TARDIS a Peter Capaldi. "The time of the Doctor" ya venía con toda aquella profecía de que Trenzalore sería el fin de Once, y lo que hemos visto es, precisamente, esa batalla de la que tanto se ha hablado en esta primera etapa de Steven Moffat como responsable de la serie. Ha sido un capítulo que ha ido más por el lado emocional, trayendo de vuelta unos cuantos de los "grandes éxitos" de la era Smith y, con algunos de ellos, jugando con la inexperiencia de Clara con ellos, y finalmente ha dejado una despedida final emotiva y una regeneración, de nuevo, más escorada hacia el humor. Desde luego, hay mucha curiosidad por ver cómo funcionarán juntos Doce y Clara.
Las adaptaciones literarias de época son otra de esas pequeñas tradiciones invernales de la BBC y, este año, la opción elegida es una realmente curiosa; "Death comes to Pemberley", o "La muerte llega a Pemberley", una novela que PD James escribió hace un par de años en la que reunía una secuela de "Orgullo y prejuicio" con una de sus historias de misterio y asesinatos. Aquí no está su policía poeta Adam Dalgliesh, pero están los Darcy y, en concreto, Elizabeth, que es un poco la persona a través de la que vemos desarrollarse el drama. El libro es una mezcla muy curiosa entre el estilo de Jane Austen y el gusto de PD James por contar, más que quién es el asesino, las circunstancias en las que esa muerte se ha producido, y cómo reaccionan a ella todos los involucrados. En este caso, el escándalo lo ponen, cómo no, Lydia, la hermana pequeña y totalmente egoísta y alocada de Lizzy, y Wickham, su marido, con el que se casa después de haberse fugado con él. La investigación de esa muerte en la que Wickham está implicado sirve para mostrarnos cómo son ahora Elizabeth y Darcy, cómo es su matrimonio y, sobre todo, cómo ella se ha adaptado a ser la señora de una casa con gran tradición como Pemberley siendo, socialmente, inferior a su marido. Matthew Rhys y Anna Maxwell Martin están realmente muy bien como centro alrededor del que gira la miniserie, de tres capítulos, y la durección de Daniel Percival (que hasta ahora había hecho títulos más políticos y de thriller) es muy efectiva.
Como decíamos, una de las tradiciones navideñas inglesas desde la época victoriana es contar historias fantasmas alrededor del fuego. La ghost story fue un género muy popular que luego fue derivando hacia lo gótico y lo excesivo, y que en el siglo XIX tuvo en el Reino Unido varios exponentes fundamentales como Joseph Sheridan Le Fanu, Charlotte Riddell o M.R. James, un erudito de lo medieval que se movió toda su vida en los círculos universitarios de Cambridge y en Eton, y que sólo escribió una treintena de cuentos de fantasmas. Su finalidad era, en un principio, sólo leerlos en Nochebuena en reuniones con los amigos, pero terminaron publicados en diferentes volúmenes (en España, la editorial Valdemar los tiene todos recogidos en uno solo, si yo no recuerdo mal). Lo que distinguía a los fantasmas de James de todos los demás era su escenario, alejado de los castillos en ruinas y situado en la vida cotidiana, aunque casi todos sus protagonistas eran o historiadores o particulares que se encontraban con libros antiguos. Y, además, esos fantasmas eran corpóreos; con él no había apariciones ectoplásmicas en una torre en medio de una noche de tormenta, sino figuras achaparradas y horrendas que podían agarrarte de la mano en tu habitación de Londres. Una de esas historias, "The tractate Middoth" ("El tratado Middoth"), ha sido adaptada por Mark Gatiss para BBC2, y aunque apenas supera la media hora de duración, encapsula bastante bien lo que hacía destacar a los cuentos de M.R. James. Hay por enmedio, un viejo libro, un anciano muy retorcido y un joven bibliotecario que se ve envuelto en todo el asunto por casualidad, y aunque no da sustos a granel, sí resulta interesante.
Música de la semana: "Treme" termina esta noche en HBO, así que vamos a dedicarle la sección de esta semana a una de las canciones que sonó en el penúltimo capítulo, "Concrete (Fish out of water)", de The Revivalists.
Las adaptaciones literarias de época son otra de esas pequeñas tradiciones invernales de la BBC y, este año, la opción elegida es una realmente curiosa; "Death comes to Pemberley", o "La muerte llega a Pemberley", una novela que PD James escribió hace un par de años en la que reunía una secuela de "Orgullo y prejuicio" con una de sus historias de misterio y asesinatos. Aquí no está su policía poeta Adam Dalgliesh, pero están los Darcy y, en concreto, Elizabeth, que es un poco la persona a través de la que vemos desarrollarse el drama. El libro es una mezcla muy curiosa entre el estilo de Jane Austen y el gusto de PD James por contar, más que quién es el asesino, las circunstancias en las que esa muerte se ha producido, y cómo reaccionan a ella todos los involucrados. En este caso, el escándalo lo ponen, cómo no, Lydia, la hermana pequeña y totalmente egoísta y alocada de Lizzy, y Wickham, su marido, con el que se casa después de haberse fugado con él. La investigación de esa muerte en la que Wickham está implicado sirve para mostrarnos cómo son ahora Elizabeth y Darcy, cómo es su matrimonio y, sobre todo, cómo ella se ha adaptado a ser la señora de una casa con gran tradición como Pemberley siendo, socialmente, inferior a su marido. Matthew Rhys y Anna Maxwell Martin están realmente muy bien como centro alrededor del que gira la miniserie, de tres capítulos, y la durección de Daniel Percival (que hasta ahora había hecho títulos más políticos y de thriller) es muy efectiva.
Como decíamos, una de las tradiciones navideñas inglesas desde la época victoriana es contar historias fantasmas alrededor del fuego. La ghost story fue un género muy popular que luego fue derivando hacia lo gótico y lo excesivo, y que en el siglo XIX tuvo en el Reino Unido varios exponentes fundamentales como Joseph Sheridan Le Fanu, Charlotte Riddell o M.R. James, un erudito de lo medieval que se movió toda su vida en los círculos universitarios de Cambridge y en Eton, y que sólo escribió una treintena de cuentos de fantasmas. Su finalidad era, en un principio, sólo leerlos en Nochebuena en reuniones con los amigos, pero terminaron publicados en diferentes volúmenes (en España, la editorial Valdemar los tiene todos recogidos en uno solo, si yo no recuerdo mal). Lo que distinguía a los fantasmas de James de todos los demás era su escenario, alejado de los castillos en ruinas y situado en la vida cotidiana, aunque casi todos sus protagonistas eran o historiadores o particulares que se encontraban con libros antiguos. Y, además, esos fantasmas eran corpóreos; con él no había apariciones ectoplásmicas en una torre en medio de una noche de tormenta, sino figuras achaparradas y horrendas que podían agarrarte de la mano en tu habitación de Londres. Una de esas historias, "The tractate Middoth" ("El tratado Middoth"), ha sido adaptada por Mark Gatiss para BBC2, y aunque apenas supera la media hora de duración, encapsula bastante bien lo que hacía destacar a los cuentos de M.R. James. Hay por enmedio, un viejo libro, un anciano muy retorcido y un joven bibliotecario que se ve envuelto en todo el asunto por casualidad, y aunque no da sustos a granel, sí resulta interesante.
Música de la semana: "Treme" termina esta noche en HBO, así que vamos a dedicarle la sección de esta semana a una de las canciones que sonó en el penúltimo capítulo, "Concrete (Fish out of water)", de The Revivalists.
27 diciembre 2013
El antihéroe ha muerto
Cuando terminó definitivamente "Breaking Bad", un crítico estadounidense decía que, después de Walter White, ya no podía haber más antihéroes en televisión, que él había representado la versión definitiva de esa figura y que, con su desaparición de las pantallas, daba por cerrada la época en la que se construía un drama de prestigio alrededor de un hombre blanco en crisis de la mediana edad, y que se dedica a algún tipo de actividad no demasiado legal o ética, o que tiene muchos demonios personales. Lo decía también porque parece que esto a lo que se ha dado en llamar "segunda edad de oro de la televisión" (gran cliché a estas alturas) sólo se aplica a series de cable con antihéroes en su centro, siguiendo el camino que abrió en su momento "Los Soprano", y en cuanto esa figura ha dado síntomas de estar agotada y más que superada, los críticos rápidamente proclaman que esa edad de oro de la originalidad y los riesgos se ha acabado.
La caída del antihéroe se ha escenificado este año con las críticas tibias, o directamente malas, que sufrieron dos estrenos veraniegos del cable, "Ray Donovan" y "Low winter sun". La primera encontró más defensores conforme avanzaba la temporada pero, en general, los críticos las han utilizado de ejemplo de los dramas de prestigio hechos siguiendo una plantilla, en los que a veces se cree que el trabajo está hecho teniendo un protagonista masculino central que no sea el clásico héroe, y llevándolo a que tome decisiones cuestionables. En la primera entrada de su resumen de la televisión en 2013, en Slate apuntan, precisamente, que la repetición ad infinitum de lo externo del antihéroe ha terminado por agotarlo, pero que es erróneo pensar que eso es sinónimo de que la ficción televisiva está viviendo una época de decadencia, porque no es cierto. El artículo recupera la idea de la televisión de serie B de Maureen Ryan, apuntando que series con menos ínfulas de trascendencia, pero igualmente bien hechas, han tomado el testigo como renovadoras del panorama.
Curiosamente, muchas de ellas están protagonizadas por mujeres y, en gran parte, supervisadas por mujeres, en lo que parece un movimiento de reacción al dominio masculino, delante y detrás de las cámaras, que marcó este renacimiento de la ficción en la pequeña pantalla. Entre los títulos que se repiten en casi todas las listas de lo mejor del año aparecidas al otro lado del Atlántico están "Orange is the new black" (Jenji Kohan), "Masters of sex" (Michelle Ashford), "The good wife" (Michelle King, en conjunto con su marido Robert), la inevitable "Scandal" (Shonda Rhimes) o hasta "Enlightened" (co-creada por Laura Dern y Mike White). Y aunque sus showrunners sean hombres, es innegable la relevancia de los personajes femeninos en "Orphan Black", "The Americans" y "Juego de tronos". Lo único que ha pasado en 2013 es que la ficción televisiva, en su conjunto, ha evolucionado y ha ido probando cosas nuevas, y lo que sí es curioso es comprobar como los críticos estadounidenses cada vez están más abiertos a las series no sólo extranjeras, sino en idiomas que no son el inglés y, por tanto, que hay que ver con subtítulos.
Gracias a Hulu y Netflix y sus necesidades de engordar sus catálogos son posibles listas que, hace tres años, serían impensables, como ésta de The Hollywood Reporter de series internacionales para maratonear en Navidad. Hay que agradecer a escandinavos y franceses que esa puerta se haya abierto por fin.
La caída del antihéroe se ha escenificado este año con las críticas tibias, o directamente malas, que sufrieron dos estrenos veraniegos del cable, "Ray Donovan" y "Low winter sun". La primera encontró más defensores conforme avanzaba la temporada pero, en general, los críticos las han utilizado de ejemplo de los dramas de prestigio hechos siguiendo una plantilla, en los que a veces se cree que el trabajo está hecho teniendo un protagonista masculino central que no sea el clásico héroe, y llevándolo a que tome decisiones cuestionables. En la primera entrada de su resumen de la televisión en 2013, en Slate apuntan, precisamente, que la repetición ad infinitum de lo externo del antihéroe ha terminado por agotarlo, pero que es erróneo pensar que eso es sinónimo de que la ficción televisiva está viviendo una época de decadencia, porque no es cierto. El artículo recupera la idea de la televisión de serie B de Maureen Ryan, apuntando que series con menos ínfulas de trascendencia, pero igualmente bien hechas, han tomado el testigo como renovadoras del panorama.
Curiosamente, muchas de ellas están protagonizadas por mujeres y, en gran parte, supervisadas por mujeres, en lo que parece un movimiento de reacción al dominio masculino, delante y detrás de las cámaras, que marcó este renacimiento de la ficción en la pequeña pantalla. Entre los títulos que se repiten en casi todas las listas de lo mejor del año aparecidas al otro lado del Atlántico están "Orange is the new black" (Jenji Kohan), "Masters of sex" (Michelle Ashford), "The good wife" (Michelle King, en conjunto con su marido Robert), la inevitable "Scandal" (Shonda Rhimes) o hasta "Enlightened" (co-creada por Laura Dern y Mike White). Y aunque sus showrunners sean hombres, es innegable la relevancia de los personajes femeninos en "Orphan Black", "The Americans" y "Juego de tronos". Lo único que ha pasado en 2013 es que la ficción televisiva, en su conjunto, ha evolucionado y ha ido probando cosas nuevas, y lo que sí es curioso es comprobar como los críticos estadounidenses cada vez están más abiertos a las series no sólo extranjeras, sino en idiomas que no son el inglés y, por tanto, que hay que ver con subtítulos.
Gracias a Hulu y Netflix y sus necesidades de engordar sus catálogos son posibles listas que, hace tres años, serían impensables, como ésta de The Hollywood Reporter de series internacionales para maratonear en Navidad. Hay que agradecer a escandinavos y franceses que esa puerta se haya abierto por fin.
26 diciembre 2013
Quince películas en 2013
Y con el repaso a mis películas favoritas de las que he visto en 2013 se terminan los resúmenes del año en este rincón bloguero. Tras las series y los capítulos, la lista cinéfila era la última que faltaba, aunque es a la fuerza incompleta. Hay bastantes películas de 2013 que todavía no he podido ver (como "12 años de esclavitud", sin ir más lejos) y hay otras que están aquí porque, aunque son en realidad de 2012, no llegaron a España hasta este año. Estas quince son, de las que he visto, las que más me han llamado la atención, por las razones que sean, y no están numeradas porque no hay ningún orden de preferencia. Y con el trailer de "Sound City" arriba, un documental realmente entretenido sobre un mítico estudio de grabación de California, vamos a ello:
- "Mud": Jeff Nichols, director de "Take shelter", se pone aquí el traje de Mark Twain en esa historia de maduración de un chaval que vive en las orillas de un río. Es uno de los mejores trabajos de Matthew McConaughey este año, aunque no tenga tanta promoción.
- "The East": El dúo Brit Marling- Zal Batmanglij entrega un thriller de espías privados y ecoterroristas muy interesante y que pasó injustamente desapercibido en su momento.
- "Efectos secundarios": En teoría, es el último trabajo en cine de Steven Soderbergh, y es un thriller psicológico de engaños, y hasta con su punto de crítica a la industria farmacéutica, muy bien llevado.
- "La cabaña en el bosque": Probablemente estéis ya hartos de oír hablar sobre ella, pero digámoslo una vez más; el ejercicio metacinematográfico más divertido estrenado en España este año.
- "Grabbers": Esta comedia de invasiones extraterrestres en una isla irlandesa es una debilidad personal por su clara influencia ochentera (con homenaje a "Gremlins" incluido) y la diversión que proporciona.
- "Sobran las palabras": Una comedia romántica que no está protagonizada por veinteañeros guapísimos ya es digna de mención, pero además, es una película bien interpretada y muy entretenida.
- "Blue Jasmine": La disección que Woody Allen y Cate Blanchet hacen de la protagonista es demoledora, pero no es lo único destacable de este drama cómico.
-"Stories we tell": Sarah Polley indaga en algunos secretos familiares, sobre todo concernientes a su madre, y entrega un documental atípico y muy emocional.
- "Los juegos del hambre: En llamas": Sin Jennifer Lawrence, esta saga no existiría. El plano final de esta segunda parte, que da un notable salto cualitativo, está entre lo más destacado del año.
- "La vida de Adèle": Ha sido una de las cintas polémicas de 2013 tanto por algunas de sus imágenes como por la escalada de declaraciones entre su director y sus actrices. También es un muy naturalista retrato de la maduración de una chica a través de su muy intenso primer amor.
- "Mucho ruido y pocas nueces": La versión que Joss Whedon hace de la obra de Shakespeare es ligera, divertida y está anclada en los estupendos Amy Acker y Alexis Denisof.
- "Gravity": Decir que es una experiencia está muy manido, pero es lo que proporciona, la experiencia de estar con Sandra Bullock perdidos en el espacio. Técnicamente apabullante, y con una gran tensión que nunca afloja.
- "Rush": La rivalidad entre los pilotos James Hunt y Nikki Lauda se cuenta en una película entretenidísima y transmite a la perfección las diferentes concepciones vitales que tenían ambos.
- "El lado bueno de las cosas": La gran exposición que tuvo en los Oscars puede hacer pensar que es algo más que una buena comedia romántica realmente divertida, y con dos actores que se complementan a la perfección.
- "La noche más oscura": La caza de Bin Laden se cuenta dejando que el espectador juzgue las acciones de todos los implicados, y utilizando como centro a una Jessica Chastain sensacional, con otro plano final que es el único momento en el que la película parece, finalmente, tomar partido.
De toda esta lista tenéis la ya inevitable lista de Spotify.
Menciones especiales: El vals inicial de "Anna Karenina", Inma Cuesta en "Tres bodas de más", el trío protagonista de "Las ventajas de ser un marginado", el duelo dialéctico de Smaug y Bilbo en la segunda parte de "El hobbit", el vistazo al engranaje de Hollywood de "Casting by", el lado familiar de "Wolf Children", la relación entre Kirk y Spock en "Star Trek: En la oscuridad", la estética malrrollera de "Antiviral", el tramo de Django y Schultz trabajando de cazarrecompensas en "Django desencadenado", "Let it go" sin haber visto aún "Frozen" y, como mención mamarracha y trash,la última pelea cuerpo a cuerpo contra un tiburón de "Sharknado".
25 diciembre 2013
Entre bodas, secretos y amores de mediana edad
Hay una generación de jóvenes directores españoles que se ha formado viendo lo que se conoce como nueva comedia americana; las películas de Judd Apatow y David Gordon Green protagonizadas por freaks y geeks y con un humor que alterna entre lo inteligente, lo entrañable y lo más cafre desde "Algo pasa con Mary". Javier Ruiz Caldera es uno de esos directores, y se notan claramente sus influencias en todas sus películas, desde la primera, "Spanish movie", hasta la última "Tres bodas de más", que parece estar "robando" ideas de "La boda de mi mejor amiga" y cruzándolas con "Cuatro bodas y un funeral" y Bridget Jones. Su protagonista, Ruth (una muy divertida Inma Cuesta), es un poco como Bridget en el sentido de que su vida personal es un desastre y ella no para de meter la pata y liarse con cualquier tío extraño que tenga cerca cuando se emborracha demasiado. En medio de una racha realmente penosa en su vida, le toca ir a las bodas de tres de sus ex novios, y en ellas va encontrándose con sus propias versiones de Hugh Grant y Colin Firth en "El diario de Bridget Jones", interpretados por Quim Gutiérrez y un Martiño Rivas que es, de lejos, lo peor de la cinta, contrastando su envaramiento con la entrega de Cuesta al personaje o esa Rossy de Palma muy Rossy de Palma, y que pone algunos de los momentos más divertidos. "Tres bodas de más" tiene, además, unos chistes bastante inspirados utilizando las canciones de la banda sonora, empezando por "Pavo real" de El Puma.
Uno de los mayores fracasos en taquilla del año ha sido "El quinto poder", la película con Benedict Cumberbatch y Daniel Brühl que dramatiza la historia de WikiLeaks, cómo publicaron los documentos internos del ejército estadounidense que exponían la verdadera naturaleza de las guerras de Irak y Afganistán y, después, aquellas comunicaciones del servicio diplomático norteamericano que convirtieron a Julian Assange tanto en el enemigo público número uno de la Casa Blanca como en un símbolo de la libertad de expresión y la transparencia. Ni la crítica ni el público mostraron demasiado interés en una cinta cuya principal competencia era un documental de Alex Gibney, titulado "We steal secrets", que exponía las miserias y los aciertos de todos los implicados, desde el propio Assange hasta Bradley Manning, el soldado destinado en Afganistán que facilitó todos esos documentos. Gibney ganó un Oscar por "Enron, los tipos que estafaron a América" y, después, se ha fijado en temas tan controvertidos y serios como los escándalos de pederastia de la Iglesia católica ("Mea maxima culpa") o las torturas realizadas por los militares estadounidenses a los detenidos en Irak y Afganistán ("Taxi al lado oscuro"), así que cuenta la historia de WikiLeaks con la misma seriedad. Resulta un documental muy interesante por cómo desmonta la figura pública de Assange a través de entrevistas con colaboradores cercanos suyos y también muestra las prácticas oscuras de Estados Unidos contando la historia del soldado Manning, que termina siendo un poco la figura trágica de toda la historia.
Nicole Holofcener es una realizadora con cierto nombre en los círculos indies, conocida por sus películas sobre las peripecias de grupos de amigos ya de una cierta edad y de clase media alta. No es ninguna debutante, y en su haber tiene también varios capítulos de series de HBO y hasta de "Las chicas Gilmore", pero quizás no había tenido tanta visibilidad hasta su última cinta, "Sobran las palabras", una comedia romántica que ha terminado siendo uno de los últimos trabajos de James Gandolfini. La nominación al Globo de Oro a mejor actriz de comedia de Julia Louis-Dreyfus ha ayudado también a darle algo más de relevancia a esta historia de dos divorciados que ya pasan de los 40, cuyas hijas están a punto de irse a la universidad, y que se conocen de casualidad en una fiesta. Los dos están mirando de frente a un futuro muy cercano en el que van a quedarse solos y, además, ya tienen tras de sí la suficiente experiencia vital para saber lo que tienen entre manos. O no, porque lo interesante de Eva es que no es la típica protagonista femenina de comedia romántica. No es adorable ni dulcemente patosa, sino que tiene muchos defectos y tiende a autosabotearse, pero también es una persona normal. Realmente, sus dos protagonistas funcionan muy bien juntos y son muy divertidos, y esta película podría haber ayudado a Gandolfini a dar un giro en su carrera e interpretar a tipos más humanos y hasta dulces como Albert.
Uno de los mayores fracasos en taquilla del año ha sido "El quinto poder", la película con Benedict Cumberbatch y Daniel Brühl que dramatiza la historia de WikiLeaks, cómo publicaron los documentos internos del ejército estadounidense que exponían la verdadera naturaleza de las guerras de Irak y Afganistán y, después, aquellas comunicaciones del servicio diplomático norteamericano que convirtieron a Julian Assange tanto en el enemigo público número uno de la Casa Blanca como en un símbolo de la libertad de expresión y la transparencia. Ni la crítica ni el público mostraron demasiado interés en una cinta cuya principal competencia era un documental de Alex Gibney, titulado "We steal secrets", que exponía las miserias y los aciertos de todos los implicados, desde el propio Assange hasta Bradley Manning, el soldado destinado en Afganistán que facilitó todos esos documentos. Gibney ganó un Oscar por "Enron, los tipos que estafaron a América" y, después, se ha fijado en temas tan controvertidos y serios como los escándalos de pederastia de la Iglesia católica ("Mea maxima culpa") o las torturas realizadas por los militares estadounidenses a los detenidos en Irak y Afganistán ("Taxi al lado oscuro"), así que cuenta la historia de WikiLeaks con la misma seriedad. Resulta un documental muy interesante por cómo desmonta la figura pública de Assange a través de entrevistas con colaboradores cercanos suyos y también muestra las prácticas oscuras de Estados Unidos contando la historia del soldado Manning, que termina siendo un poco la figura trágica de toda la historia.
Nicole Holofcener es una realizadora con cierto nombre en los círculos indies, conocida por sus películas sobre las peripecias de grupos de amigos ya de una cierta edad y de clase media alta. No es ninguna debutante, y en su haber tiene también varios capítulos de series de HBO y hasta de "Las chicas Gilmore", pero quizás no había tenido tanta visibilidad hasta su última cinta, "Sobran las palabras", una comedia romántica que ha terminado siendo uno de los últimos trabajos de James Gandolfini. La nominación al Globo de Oro a mejor actriz de comedia de Julia Louis-Dreyfus ha ayudado también a darle algo más de relevancia a esta historia de dos divorciados que ya pasan de los 40, cuyas hijas están a punto de irse a la universidad, y que se conocen de casualidad en una fiesta. Los dos están mirando de frente a un futuro muy cercano en el que van a quedarse solos y, además, ya tienen tras de sí la suficiente experiencia vital para saber lo que tienen entre manos. O no, porque lo interesante de Eva es que no es la típica protagonista femenina de comedia romántica. No es adorable ni dulcemente patosa, sino que tiene muchos defectos y tiende a autosabotearse, pero también es una persona normal. Realmente, sus dos protagonistas funcionan muy bien juntos y son muy divertidos, y esta película podría haber ayudado a Gandolfini a dar un giro en su carrera e interpretar a tipos más humanos y hasta dulces como Albert.
23 diciembre 2013
La vida imaginada de Jasmine
Jasmine no está bien de la cabeza. Es algo que queda muy claro desde que arranca "Blue Jasmine", la nueva película de Woody Allen, con Jasmine dándole la tabarra a su compañera de fila en el avión que la lleva de Nueva York a San Francisco. Una pija de manual de Park Avenue, acostumbrada a las vacaciones en los Hamptons y en Saint Tropez, y a gastar sin mirar el precio, que de la noche a la mañana se encuentra arruinada y teniendo que recurrir a la buena voluntad de su hermana, que es lo contrario a ella; divorciada de un "chapuzas" y con dos hijos, está acostumbrada a vivir prácticamente al día, cogiendo casi cualquier trabajo que le pueda surgir. O, en realidad, Ginger y Jasmine no son tan diferentes; las dos buscan un hombre, aunque a una le vale con que la trate bien, mientras la otra tiene aspiraciones más altas. ¿Pero son esas aspiraciones realistas, o una fantasía construida para no tener que afrontar la realidad?
Donde destaca la película es en el retrato de su protagonista, con una Cate Blanchet entregada al papel (y a veces pasada de rosca, sí, Jasmine lo requiere). En todo momento vemos ese empeño suyo de agarrarse a una vida que ya no tiene, y que nunca fue demasiado real, y cómo esa ilusión va haciendo que pierda poco a poco el sentido de la realidad. Jasmine vive casi más en su idea de cómo era el pasado que en un presente que no es demasiado halagüeño para ella, pero en el que podría salir adelante si quisiera adaptarse. Y eso está por ver. Con cada nueva mención a "Blue moon", Jasmine se aleja un poco más, hasta llegar a un final... Mejor no decimos mucho más. Parte de la gracia de "Blue Jasmine" es ir descubriendo poco a poco, a través de lo que otros personajes cuentan y de flashbacks a tiempos más "felices", toda la historia de la caída desde la cima de Jasmine.
Sin ser un drama a lo "Match Point", Allen mantiene un buen equilibrio entre los toques de humor y lo serio, y aunque Jasmine puede a veces generar algunas risas, su historia realmente es dramática. La exploración que se hace de ella es muy interesante porque ni Allen ni Blanchet ahorran al espectador los momentos en los que ella se ve como una narcisista egoísta que vive engañada. Además, está muy bien rodeada por, sobre todo, Sally Hawkins como su hermana, y toda la cinta lleva un ritmo muy ágil, como de comedia ligera, que no hace más que contrastar con la seriedad del retrato de Jasmine. Y esa imagen final...
Donde destaca la película es en el retrato de su protagonista, con una Cate Blanchet entregada al papel (y a veces pasada de rosca, sí, Jasmine lo requiere). En todo momento vemos ese empeño suyo de agarrarse a una vida que ya no tiene, y que nunca fue demasiado real, y cómo esa ilusión va haciendo que pierda poco a poco el sentido de la realidad. Jasmine vive casi más en su idea de cómo era el pasado que en un presente que no es demasiado halagüeño para ella, pero en el que podría salir adelante si quisiera adaptarse. Y eso está por ver. Con cada nueva mención a "Blue moon", Jasmine se aleja un poco más, hasta llegar a un final... Mejor no decimos mucho más. Parte de la gracia de "Blue Jasmine" es ir descubriendo poco a poco, a través de lo que otros personajes cuentan y de flashbacks a tiempos más "felices", toda la historia de la caída desde la cima de Jasmine.
Sin ser un drama a lo "Match Point", Allen mantiene un buen equilibrio entre los toques de humor y lo serio, y aunque Jasmine puede a veces generar algunas risas, su historia realmente es dramática. La exploración que se hace de ella es muy interesante porque ni Allen ni Blanchet ahorran al espectador los momentos en los que ella se ve como una narcisista egoísta que vive engañada. Además, está muy bien rodeada por, sobre todo, Sally Hawkins como su hermana, y toda la cinta lleva un ritmo muy ágil, como de comedia ligera, que no hace más que contrastar con la seriedad del retrato de Jasmine. Y esa imagen final...
22 diciembre 2013
Más amor que sexo
ALERTA SPOILERS: Si no habéis oído cantar a Virginia Johnson, o no habéis escuchado la presentación de William Masters de su estudio, quiere decir que no habéis visto el final de la primera temporada de "Masters of sex", y quizás no deberíais seguir leyendo.
Que la relación entre Bill Masters y Virginia Johnson es complicada queda claro desde el primer momento en el que se conocen en "Masters of sex". Profesionalmente, se complementan a la perfección; él es muy sistemático y tiene grandes ideas, pero le cuesta comunicarlas, mientras ella le aporta el encanto personal que necesita para tratar con los voluntarios que participan en su estudio. Hasta personalmente son un caso de opuestos que se atraen, con Bill siendo distante y raro en el trato, y Gini aportando carisma y una mejor conexión con la gente. Por eso, no es extraño que lo que hemos visto de los dos juntos en esta primera temporada haya respondido a esa dificultad para expresar el afecto y el respeto que sienten el uno por el otro, especialmente por parte de Masters. Termina reconociéndolo al colocar el nombre de Virginia al lado del suyo como firma del estudio, pero necesita sentir que todo el mundo a su alrededor se derrumba para confesarle que ella es su constante, un poco al estilo Desmond Hume, pero con menos romanticismo desatado.
Y eso que su confesión en la puerta de la casa de Gini, en medio de la lluvia, es muy de "Love Actually", pero no viene de ninguna parte. Que siente algo por ella se notaba desde el primer capítulo, cuando le propone que ambos participen juntos en el estudio. En ese sentido, resulta muy curioso ver las respuestas de Bill cuando Libby le pregunta por esa pareja que participó 23 veces en el estudio, sin que ninguno de ellos tuviera otros compañeros, y todavía es más claro comprobar en qué punto están ambos al final de la temporada; Libby tiene su hijo y no quiere avisarlo, y Bill acaba en la puerta de Virginia. Hay quien cree que, con estas historias, "Masters of sex" no es más que un culebrón que utiliza el sexo para diferenciarse,. para impactar, casi. El sexo en esta serie no es tan importante; claro que lo vemos, más como un acto que se estudia científica y experimentalmente, despojado de todo sentimentalismo o erotismo, y simplemente como el objeto de estudio al que Masters y Johnson dedicaron buena parte de sus vidas. A "Masters of sex" le interesa más el amor, las relaciones que se desarrollan alrededor del sexo y, en concreto, la habilidad o incapacidad de las personas por conectar con otras.
Tal vez por eso, la historia del matrimonio Scully haya terminado robando el show. Barton y, sobre todo, Margaret (una Allison Janney espectacular) encapsulan a la perfección el tema de la serie con sus dificultades para encontrar un terreno común entre ambos, sin saber qué es lo que la otra persona necesita para ser feliz. Barton y su homosexualidad oculta, y sus intentos de "curarse", sirven también para ir preparando el terreno para algunos desarrollos futuros en la historia de Masters y Johnson, aunque no sabemos si la serie llegará hasta ese punto en sus vidas. Pero, por otro lado, "Masters of sex" ha terminado girando más sobre las aspiraciones y ambiciones de las mujeres de la época, desde los esfuerzos de la doctora DePaul (otra secundaria estupenda) a las ganas de Jane de sentirse útil por sí misma, de hacer algo importante. Evidentemente, Virginia ha sido un importante foco de las historias, con una Lizzy Caplan sensacional que amenazaba con comerse toda la serie.
Pero Michael Sheen ha terminado mostrando las contradicciones, debilidades y puntos fuertes de Masters del mismo modo, aunque, al ser un personaje mucho más hermético, resulta más complicado que el espectador lo siga con el mismo interés que a Gini. Eso sí, es muy cierto que "Masters of sex" ha pecado muchas veces de forzar sus metáforas y de tener unos diálogos demasiado explicativos, pero ni ha intentado ser "Mad Men" ni se ha despeñado por las trampas de "Anatomía de Grey", incluso aunque fuera más convencional de lo que se podría esperar siendo de Showtime y llevando la palabra sexo en su título. Ha presentado un retrato muy interesante de todos sus personajes, especialmente del trío Bill-Virginia-Libby, y hasta ha tenido sus momentos divertidos y entrañables (entre Betty, Lester y Jane, además de Margaret, tiene un don para introducir secundarios que dejan una impresión enseguida). Su principal logro es tratar el sexo con naturalidad, y concentrarse en las relaciones personales de sus protagonistas. Y tal y como acaba la temporada, será interesante ver los cambios que traen los nuevos capítulos.
Música de la semana: Uno de los grupos que más han sonado este año en las series ha sido Haim, trío de Los Ángeles cuyo "Days are gone" se escuchó en uno de los últimos capítulos de "Revenge" antes del parón invernal.
Que la relación entre Bill Masters y Virginia Johnson es complicada queda claro desde el primer momento en el que se conocen en "Masters of sex". Profesionalmente, se complementan a la perfección; él es muy sistemático y tiene grandes ideas, pero le cuesta comunicarlas, mientras ella le aporta el encanto personal que necesita para tratar con los voluntarios que participan en su estudio. Hasta personalmente son un caso de opuestos que se atraen, con Bill siendo distante y raro en el trato, y Gini aportando carisma y una mejor conexión con la gente. Por eso, no es extraño que lo que hemos visto de los dos juntos en esta primera temporada haya respondido a esa dificultad para expresar el afecto y el respeto que sienten el uno por el otro, especialmente por parte de Masters. Termina reconociéndolo al colocar el nombre de Virginia al lado del suyo como firma del estudio, pero necesita sentir que todo el mundo a su alrededor se derrumba para confesarle que ella es su constante, un poco al estilo Desmond Hume, pero con menos romanticismo desatado.
Y eso que su confesión en la puerta de la casa de Gini, en medio de la lluvia, es muy de "Love Actually", pero no viene de ninguna parte. Que siente algo por ella se notaba desde el primer capítulo, cuando le propone que ambos participen juntos en el estudio. En ese sentido, resulta muy curioso ver las respuestas de Bill cuando Libby le pregunta por esa pareja que participó 23 veces en el estudio, sin que ninguno de ellos tuviera otros compañeros, y todavía es más claro comprobar en qué punto están ambos al final de la temporada; Libby tiene su hijo y no quiere avisarlo, y Bill acaba en la puerta de Virginia. Hay quien cree que, con estas historias, "Masters of sex" no es más que un culebrón que utiliza el sexo para diferenciarse,. para impactar, casi. El sexo en esta serie no es tan importante; claro que lo vemos, más como un acto que se estudia científica y experimentalmente, despojado de todo sentimentalismo o erotismo, y simplemente como el objeto de estudio al que Masters y Johnson dedicaron buena parte de sus vidas. A "Masters of sex" le interesa más el amor, las relaciones que se desarrollan alrededor del sexo y, en concreto, la habilidad o incapacidad de las personas por conectar con otras.
Tal vez por eso, la historia del matrimonio Scully haya terminado robando el show. Barton y, sobre todo, Margaret (una Allison Janney espectacular) encapsulan a la perfección el tema de la serie con sus dificultades para encontrar un terreno común entre ambos, sin saber qué es lo que la otra persona necesita para ser feliz. Barton y su homosexualidad oculta, y sus intentos de "curarse", sirven también para ir preparando el terreno para algunos desarrollos futuros en la historia de Masters y Johnson, aunque no sabemos si la serie llegará hasta ese punto en sus vidas. Pero, por otro lado, "Masters of sex" ha terminado girando más sobre las aspiraciones y ambiciones de las mujeres de la época, desde los esfuerzos de la doctora DePaul (otra secundaria estupenda) a las ganas de Jane de sentirse útil por sí misma, de hacer algo importante. Evidentemente, Virginia ha sido un importante foco de las historias, con una Lizzy Caplan sensacional que amenazaba con comerse toda la serie.
Pero Michael Sheen ha terminado mostrando las contradicciones, debilidades y puntos fuertes de Masters del mismo modo, aunque, al ser un personaje mucho más hermético, resulta más complicado que el espectador lo siga con el mismo interés que a Gini. Eso sí, es muy cierto que "Masters of sex" ha pecado muchas veces de forzar sus metáforas y de tener unos diálogos demasiado explicativos, pero ni ha intentado ser "Mad Men" ni se ha despeñado por las trampas de "Anatomía de Grey", incluso aunque fuera más convencional de lo que se podría esperar siendo de Showtime y llevando la palabra sexo en su título. Ha presentado un retrato muy interesante de todos sus personajes, especialmente del trío Bill-Virginia-Libby, y hasta ha tenido sus momentos divertidos y entrañables (entre Betty, Lester y Jane, además de Margaret, tiene un don para introducir secundarios que dejan una impresión enseguida). Su principal logro es tratar el sexo con naturalidad, y concentrarse en las relaciones personales de sus protagonistas. Y tal y como acaba la temporada, será interesante ver los cambios que traen los nuevos capítulos.
Música de la semana: Uno de los grupos que más han sonado este año en las series ha sido Haim, trío de Los Ángeles cuyo "Days are gone" se escuchó en uno de los últimos capítulos de "Revenge" antes del parón invernal.
20 diciembre 2013
Gracias, Linus
ALERTA SPOILERS: ¿Cómo vais con la novena temporada de "Cómo conocí a vuestra madre"? ¿Habéis conocido al diabólico cantante de la banda Superfreakonomics? Si es así, podéis seguir leyendo.
"Cómo conocí a vuestra madre" ya tiene fecha para su final. El 31 de marzo, CBS emitirá el último capítulo, doble, de la comedia, evitando así esa programación insufrible que solía tener la serie a partir de enero, con parones continuos y apenas dos capítulos seguidos hasta mayo. De este modo, la inercia que puede haberse iniciado con "Bass player wanted", el último episodio antes del hiato invernal, puede continuarse de una manera más o menos continuada, porque da la sensación de que, si hasta ahora hemos visto a la Madre con cuentagotas, en el último tramo de la temporada es posible que sea una presencia más importante.
O esas son las expectativas. Cristin Milioti tuvo su relevancia en el arranque de esta novena entrega y luego estuvo bastante desaparecida, pero los momentos en los que la hemos visto interaccionando con Lily, Barney y Marshall (y con el Ted del futuro) confirman las buenas vibraciones que daba al principio. Desde luego, da la sensación de ser realmente perfecta para Ted, y ahora que ya está en el Farhampton Inn van a empezar los jueguecitos de que ella y Ted no se crucen por muy poco, como ocurre con la invitación al whisky doble. Esos jueguecitos están en el ADN de la serie desde su estreno , y si la Madre tiene más momentos con el resto de personajes, pueden ser simpáticos. También dependerá del estado de ánimo con el que nos enfrentamos a la temporada final, claro. Si vamos con el hacha escondida detrás de la espalda, probablemente no les encontremos la gracia.
En estos primeros trece capítulos de su despedida, "Cómo conocía a vuestra madre" ha desempolvado algunos de sus grandes éxitos (piña misteriosa incluida) y ha añadido algunos running gags nuevos que, la verdad, están siendo realmente divertidos. La confusión "ring bear-ring bearer" es simpática, pero el "thank you, Linus" de Lily y el paquete Kennedy, al que se suma después la Madre, es uno de los mejores hallazgos de esta última temporada. También es que Lily ha estado sembrada hasta el momento, aprovechando perfectamente que se ha pasado estos episodios iniciales sin Marshall. De hecho, hasta el momento, es con ellos dos con quien la Madre ha tenido las interacciones más entretenidas, y será curioso ver cómo conoce a Robin, y si realmente Ted termina hablando con ella en el tren de vuelta a Nueva York.
No, todavía no se ha resuelto el tema de la mudanza de Ted a Chicago (aunque ahora Barney ya sabe por qué) ni que Marshall aceptara ser juez sin avisar a Lily, pero ese cliffhanger a media bofetada apunta a cosas interesantes en la segunda mitad de la temporada. Ya tengo curiosidad por saber qué será lo último que Ted le contará a sus hijos.
"Cómo conocí a vuestra madre" ya tiene fecha para su final. El 31 de marzo, CBS emitirá el último capítulo, doble, de la comedia, evitando así esa programación insufrible que solía tener la serie a partir de enero, con parones continuos y apenas dos capítulos seguidos hasta mayo. De este modo, la inercia que puede haberse iniciado con "Bass player wanted", el último episodio antes del hiato invernal, puede continuarse de una manera más o menos continuada, porque da la sensación de que, si hasta ahora hemos visto a la Madre con cuentagotas, en el último tramo de la temporada es posible que sea una presencia más importante.
O esas son las expectativas. Cristin Milioti tuvo su relevancia en el arranque de esta novena entrega y luego estuvo bastante desaparecida, pero los momentos en los que la hemos visto interaccionando con Lily, Barney y Marshall (y con el Ted del futuro) confirman las buenas vibraciones que daba al principio. Desde luego, da la sensación de ser realmente perfecta para Ted, y ahora que ya está en el Farhampton Inn van a empezar los jueguecitos de que ella y Ted no se crucen por muy poco, como ocurre con la invitación al whisky doble. Esos jueguecitos están en el ADN de la serie desde su estreno , y si la Madre tiene más momentos con el resto de personajes, pueden ser simpáticos. También dependerá del estado de ánimo con el que nos enfrentamos a la temporada final, claro. Si vamos con el hacha escondida detrás de la espalda, probablemente no les encontremos la gracia.
En estos primeros trece capítulos de su despedida, "Cómo conocía a vuestra madre" ha desempolvado algunos de sus grandes éxitos (piña misteriosa incluida) y ha añadido algunos running gags nuevos que, la verdad, están siendo realmente divertidos. La confusión "ring bear-ring bearer" es simpática, pero el "thank you, Linus" de Lily y el paquete Kennedy, al que se suma después la Madre, es uno de los mejores hallazgos de esta última temporada. También es que Lily ha estado sembrada hasta el momento, aprovechando perfectamente que se ha pasado estos episodios iniciales sin Marshall. De hecho, hasta el momento, es con ellos dos con quien la Madre ha tenido las interacciones más entretenidas, y será curioso ver cómo conoce a Robin, y si realmente Ted termina hablando con ella en el tren de vuelta a Nueva York.
No, todavía no se ha resuelto el tema de la mudanza de Ted a Chicago (aunque ahora Barney ya sabe por qué) ni que Marshall aceptara ser juez sin avisar a Lily, pero ese cliffhanger a media bofetada apunta a cosas interesantes en la segunda mitad de la temporada. Ya tengo curiosidad por saber qué será lo último que Ted le contará a sus hijos.
19 diciembre 2013
Adivina los casi famosos
Entre hiatos navideños y puestas al día, los temas para escribir en el blog escasean un poco (cuando termine la tercera temporada de "Homeland" hablaremos sobre si Saul tiene buenas intenciones, pero es un iluso que no se da cuenta del efecto tóxico que su plan tiene en sus colaboradores), así que vamos a proponer un pequeño juego de agudeza visual que hace ya algún tiempo que no hacíamos por aquí. ¿Sois capaces de adivinar quiénes son los buenos mozos de estas fotos, y a qué serie corresponden? Sí os puedo decir que no todos son casi famosos.
Actualización: Resolvamos el "misterio", auunque bastantes las habéis acertado.
1. Evangeline Lilly en "Smallville", uno de aquellos trabajos como extra que hacía para pagarse la universidad en Vancouver.
2. Diane Kruger, sin acreditar, como la primera "muerte" en el cold open de un capítulo de "Fringe".
3. Jon Hamm en "Las chicas Gilmore".
4. Nathan Fillion en "Perdidos", como el marido que Kate abandona durante sus flashbacks.
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Es muy fácil, aunque me temo que el único premio es la honra. Suerte. Mañana por la mañana desvelaremos las respuestas correctas.Actualización: Resolvamos el "misterio", auunque bastantes las habéis acertado.
1. Evangeline Lilly en "Smallville", uno de aquellos trabajos como extra que hacía para pagarse la universidad en Vancouver.
2. Diane Kruger, sin acreditar, como la primera "muerte" en el cold open de un capítulo de "Fringe".
3. Jon Hamm en "Las chicas Gilmore".
4. Nathan Fillion en "Perdidos", como el marido que Kate abandona durante sus flashbacks.
18 diciembre 2013
Por los pelos
No es que 2013 haya sido el año en el que, de repente, se ha puesto de moda que las series de televisión se gasten medio presupuesto en pelucas, pero sí que ha sido uno en el que se ha hablado mucho de ellas. Cada vez que se escribía sobre "The Blacklist", era inevitable que se mencionara la terrible peluca que lleva Megan Boone, y no hay que olvidar la diversión que hubo con las que Matthew Rhys y Keri Russell utilizaban en "The Americans" para asumir las diferentes personalidades que requería su labor como agentes encubiertos del KGB. El tema ha llegado a ser tan comentado, que TV Guide incluyó una lista de las mejores y peores pelucas en sus rankings de lo mejor y peor del año, y entre sus inclusiones estaban algunas que ya hemos discutido por aquí con anterioridad, como las de "Juego de tronos" o las muy finas de Julianna Margulies en "The Good Wife".
En la lista, evidentemente, hay hueco para otra serie de género que hace un uso muy extensivo de pelucas (y maquillajes extremos) como "Defiance", donde ver sin caracterizar a gente como Stephanie Leonidas, Tony Curran o Jaime Murray (o Treanna Keating, que interpreta a la doctora Yewll) puede ser un verdadero impacto. Entre las salvajes pelucas rojizas de los irathient y las rubias Targaryen style de los castithan, la serie va bien servida en ese aspecto. Sin embargo, lo más divertido es siempre ver los títulos que. en teoría, no necesitan de esas cosas y que acaban utilizando bastantes más pelucas de las esperadas. Muchas veces, la culpa de todo la tiene un desafortunado corte de pelo; Matt Smith se ha pasado el especial del 50 aniversario y el de Navidad de "Doctor Who" llevando una que imita el peinado que lucía durante buena parte de la séptima temporada, y todo por afeitarse la cabeza para "How to catch a monster", el debut en la dirección de Ryan Gosling.
Algo similar le ha pasado a Rob James-Collier, que hizo lo mismo que Smith por una película y luego tuvo que llevar una peluca para la cuarta temporada de "Downton Abbey". En esa serie, no obstante, las pelucas no son algo ajeno. Maggie Smith las lleva desde el principio, y también lo hace Phyllis Logan, que en alguna ocasión ha explicado que las pelucas de la señora Hughes han ido cambiando también con el paso de los años en la serie. Eso sí, ITV no escatima en gastos en ese aspecto, al igual que tampoco lo hacen "The Good Wife" y "Juego de tronos", que no es algo que pueda aplicarse a The CW. En series que tiran mucho de flashbacks históricos como "The Vampire Diaries" y "The Originals", no es nada raro encontrarse unas melenas postizas muy poco favorecedoras, y "Arrow" no ha conseguido dar con la peluca que le vaya bien a Stephen Amell cada vez que la acción se traslada a los cinco años que Oliver Queen pasó en aquella isla.
La foto de arriba, de todos modos, ejemplifica el dominio de "The Americans" este año en lo referente a las pelucas (siguiendo la estela de toda una profesional como "Alias"). Es difícil saber si Margo Martindale y Keri Russell van disfrazadas de Tootsie o de Sophia Petrillo.
En la lista, evidentemente, hay hueco para otra serie de género que hace un uso muy extensivo de pelucas (y maquillajes extremos) como "Defiance", donde ver sin caracterizar a gente como Stephanie Leonidas, Tony Curran o Jaime Murray (o Treanna Keating, que interpreta a la doctora Yewll) puede ser un verdadero impacto. Entre las salvajes pelucas rojizas de los irathient y las rubias Targaryen style de los castithan, la serie va bien servida en ese aspecto. Sin embargo, lo más divertido es siempre ver los títulos que. en teoría, no necesitan de esas cosas y que acaban utilizando bastantes más pelucas de las esperadas. Muchas veces, la culpa de todo la tiene un desafortunado corte de pelo; Matt Smith se ha pasado el especial del 50 aniversario y el de Navidad de "Doctor Who" llevando una que imita el peinado que lucía durante buena parte de la séptima temporada, y todo por afeitarse la cabeza para "How to catch a monster", el debut en la dirección de Ryan Gosling.
Algo similar le ha pasado a Rob James-Collier, que hizo lo mismo que Smith por una película y luego tuvo que llevar una peluca para la cuarta temporada de "Downton Abbey". En esa serie, no obstante, las pelucas no son algo ajeno. Maggie Smith las lleva desde el principio, y también lo hace Phyllis Logan, que en alguna ocasión ha explicado que las pelucas de la señora Hughes han ido cambiando también con el paso de los años en la serie. Eso sí, ITV no escatima en gastos en ese aspecto, al igual que tampoco lo hacen "The Good Wife" y "Juego de tronos", que no es algo que pueda aplicarse a The CW. En series que tiran mucho de flashbacks históricos como "The Vampire Diaries" y "The Originals", no es nada raro encontrarse unas melenas postizas muy poco favorecedoras, y "Arrow" no ha conseguido dar con la peluca que le vaya bien a Stephen Amell cada vez que la acción se traslada a los cinco años que Oliver Queen pasó en aquella isla.
La foto de arriba, de todos modos, ejemplifica el dominio de "The Americans" este año en lo referente a las pelucas (siguiendo la estela de toda una profesional como "Alias"). Es difícil saber si Margo Martindale y Keri Russell van disfrazadas de Tootsie o de Sophia Petrillo.
17 diciembre 2013
SHIELD en Starling City
La coincidencia en las parrillas de "Agents of SHIELD" y "Arrow" ha llevado a que ambas hayan sido comparadas constantemente, y no sólo por las estrategias de sinergias, dominios mundiales y demás ideas felices que se les ocurran en Marvel y DC (o Disney/ABC y Warner/CW). Es cierto que la primera no deja de referencias a los superhéroes encuadrados en los Vengadores, y hasta tuvo un capítulo que era algo así como una continuación de "Thor, el mundo oscuro", mientras la segunda está "robándole" villanos a Batman y sirviendo para presentar a Barry "The Flash" Allen antes de que éste tenga su serie propia, pero las comparaciones se están haciendo más en el nivel creativo, colocando "Arrow" como el estándar al que que "Agents of SHIELD" debería aspirar. No es una comparación muy justa, y no sólo porque la de The CW le lleva toda una temporada de ventaja a la de ABC, sino porque ambas están persiguiendo objetivos diferentes.
Entre las últimas entradas aparecidas en Estados Unidos al respecto figura ésta de Alan Sepinwall que, aunque está más centrada en la buena marcha de "Arrow" en su segunda temporada, aprovecha para lanzarle algún que otro recadito a "Agents of SHIELD", incluso aunque reconozca al final que las dos no están en el mismo punto como para poder compararlas con propiedad. Aunque la de The CW sí tenía una idea más clara cuando empezó de lo que quería contar y hacía dónde se dirigía, sus personajes tardaron unos cuantos capítulos en cuajar. De hecho, casi puede decirse que la serie no encontró su centro hasta que no se formó el trío de Oliver, Diggle y Felicity, cuya estupenda dinámica es una de las culpables de que estos nuevos capítulos hayan sido tan disfrutables. La presentación de Barry Allen, además, les ha servido para desvelar al gran villano de la temporada (uno que se veía venir hace tiempo) y para reforzar su condición de ser una de la series de network mejor dirigidas, en el sentido de aprovechar mejor los recursos a su disposición. Sus escenas de acción son, por lo general, muy efectivas y con ritmo.
Por contra, lo que se ha escrito en las últimas semanas (y meses) sobre "Agents of SHIELD" son esas famosas entradas sobre lo que deben hacer para "arreglarla". La serie ha ido perdiendo audiencia cada semana (aunque se recuperó notablemente en una semana en la que competía contra episodios repetidos en otras cadenas), y los fans no han dejado de criticar todas las cosas que no les gustan de la serie, y de proponer cómo debería ser. A veces, estos artículos se hacen desde el punto de vista de "esto no es lo que yo esperaba", y quienes se enrocan en esa posición es difícil que cambien de idea aunque la serie vaya limando esas cosas que no funcionaban, y también es verdad que un título tan dirigido desde el lado empresarial como "SHIELD" tenía que encontrarse con estas críticas. Sin embargo, mientras esta corriente iba detallando todos los errores de cada episodio, empezaba a surgir otra, muy lentamente, que reconocía que estaba comenzando a pillarle el truco a la serie y que la encontraba bastante entretenida.
Esa línea es la que sigue una entrada de TV Equals cuyo título ya es muy claro: "Cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar Marvel's Agents of SHIELD". Su autora era de las que no veían nada claro el rumbo de la serie cuando empezó pero que, con el tiempo y según seguía viéndola, se dio cuenta de que empezaban a interesarle algunos personajes y que hasta les tomaba cierto afecto a otros. En especial, el asentamiento de la relación entre Fitz y Simmons (y, probablemente, que sus dos actores, Iain de Caestecker y Elizabeth Henstridge, hayan ido sintiéndose más cómodos en sus papeles) y que nos hayan empezado a ofrecer vistazos a lo que hay bajo el hermético exterior de la agente May han contribuido a que el grupo de agentes comience a cuajar. También ha ayudado que, teniendo en cuenta que los casos de la semana no eran demasiado memorables, han ido introduciéndose en la trama serializada del Proyecto Ciempiés, que se conecta de algún modo con el pasado de Coulson.
"Arrow" es una serie muy comiquera (con una paleta de color verdosa muy característica), mientras "Agents of SHIELD" se encuadra más en la tradición whedonista de las familias heterodoxas, y la primera ha tenido, como hemos dicho, 24 capítulos de ventaja sobre la segunda para pulir defectos y potenciar la relación entre sus personajes. Están haciendo cosas diferentes, pero no es demasiado justo seguir comparándolas a estas alturas, incluso aunque sus respectivas productoras y cadenas las estén utilizando para expandir el mundo televisivo de las editoriales de cómics que poseen. "Arrow" ya está plenamente formada, mientras "Agents of SHIELD" parece ir encaminándose a ello en la segunda mitad de su primera temporada. Y las dos regresarán en enero con grandes cliffhangers que resolver, más en el caso del título de ABC.
Entre las últimas entradas aparecidas en Estados Unidos al respecto figura ésta de Alan Sepinwall que, aunque está más centrada en la buena marcha de "Arrow" en su segunda temporada, aprovecha para lanzarle algún que otro recadito a "Agents of SHIELD", incluso aunque reconozca al final que las dos no están en el mismo punto como para poder compararlas con propiedad. Aunque la de The CW sí tenía una idea más clara cuando empezó de lo que quería contar y hacía dónde se dirigía, sus personajes tardaron unos cuantos capítulos en cuajar. De hecho, casi puede decirse que la serie no encontró su centro hasta que no se formó el trío de Oliver, Diggle y Felicity, cuya estupenda dinámica es una de las culpables de que estos nuevos capítulos hayan sido tan disfrutables. La presentación de Barry Allen, además, les ha servido para desvelar al gran villano de la temporada (uno que se veía venir hace tiempo) y para reforzar su condición de ser una de la series de network mejor dirigidas, en el sentido de aprovechar mejor los recursos a su disposición. Sus escenas de acción son, por lo general, muy efectivas y con ritmo.
Por contra, lo que se ha escrito en las últimas semanas (y meses) sobre "Agents of SHIELD" son esas famosas entradas sobre lo que deben hacer para "arreglarla". La serie ha ido perdiendo audiencia cada semana (aunque se recuperó notablemente en una semana en la que competía contra episodios repetidos en otras cadenas), y los fans no han dejado de criticar todas las cosas que no les gustan de la serie, y de proponer cómo debería ser. A veces, estos artículos se hacen desde el punto de vista de "esto no es lo que yo esperaba", y quienes se enrocan en esa posición es difícil que cambien de idea aunque la serie vaya limando esas cosas que no funcionaban, y también es verdad que un título tan dirigido desde el lado empresarial como "SHIELD" tenía que encontrarse con estas críticas. Sin embargo, mientras esta corriente iba detallando todos los errores de cada episodio, empezaba a surgir otra, muy lentamente, que reconocía que estaba comenzando a pillarle el truco a la serie y que la encontraba bastante entretenida.
Esa línea es la que sigue una entrada de TV Equals cuyo título ya es muy claro: "Cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar Marvel's Agents of SHIELD". Su autora era de las que no veían nada claro el rumbo de la serie cuando empezó pero que, con el tiempo y según seguía viéndola, se dio cuenta de que empezaban a interesarle algunos personajes y que hasta les tomaba cierto afecto a otros. En especial, el asentamiento de la relación entre Fitz y Simmons (y, probablemente, que sus dos actores, Iain de Caestecker y Elizabeth Henstridge, hayan ido sintiéndose más cómodos en sus papeles) y que nos hayan empezado a ofrecer vistazos a lo que hay bajo el hermético exterior de la agente May han contribuido a que el grupo de agentes comience a cuajar. También ha ayudado que, teniendo en cuenta que los casos de la semana no eran demasiado memorables, han ido introduciéndose en la trama serializada del Proyecto Ciempiés, que se conecta de algún modo con el pasado de Coulson.
"Arrow" es una serie muy comiquera (con una paleta de color verdosa muy característica), mientras "Agents of SHIELD" se encuadra más en la tradición whedonista de las familias heterodoxas, y la primera ha tenido, como hemos dicho, 24 capítulos de ventaja sobre la segunda para pulir defectos y potenciar la relación entre sus personajes. Están haciendo cosas diferentes, pero no es demasiado justo seguir comparándolas a estas alturas, incluso aunque sus respectivas productoras y cadenas las estén utilizando para expandir el mundo televisivo de las editoriales de cómics que poseen. "Arrow" ya está plenamente formada, mientras "Agents of SHIELD" parece ir encaminándose a ello en la segunda mitad de su primera temporada. Y las dos regresarán en enero con grandes cliffhangers que resolver, más en el caso del título de ABC.
16 diciembre 2013
La codicia del dragón
Uno de los críticos de cine del diario The Guardian, Peter Bradshaw, escribía a propósito de "El hobbit: La desolación de Smaug", que esta segunda película de esta nueva trilogía en la Tierra Media había sido para él una revelación. Ahora entendía a qué venía tanta expectación y tanto éxito de las traslaciones a la pantalla que Peter Jackson hace de los libros de J.R.R. Tolkien, y comparaba estas cintas con las que se programaban en las matinés de los sábados en los cines de hace tiempo; estaban alimentadas por un espíritu aventurero que animó en su momento a George Lucas y Steven Spielberg a crear a Indiana Jones. Puede ser. También está claro que, a estas alturas, ya no ha lugar para que sigamos discutiendo si lo que cuenta "El hobbit" puede alargarse hasta "llenar" tres películas de más de dos horas y media de duración cada una. Los personajes nuevos que han añadido Jackson y sus guionistas, y los préstamos tomados desde los apéndices de "El retorno del rey" y "El Silmarillion", les dan trama de sobra para hacerlo. Otra cuestión es que lo hagan bien.
Este tramo intermedio tiene sus altibajos, pero va directo hacia lo que importa, que es la confrontación final entre el dragón Smaug y Bilbo. La introducción de los Elfos del Bosque (y la famosa escapada en los barriles), la persecución de los orcos, la investigación de Gandalf de las sombras que nacen en Dol Guldur, la llegada a Laketown... Todo está al servicio de esa batalla dialéctica entre el humilde hobbit y el poderoso dragón, y no decepciona en absoluto. La magnitud del tesoro de Smaug, de su poder y de la alta estima en la que se tiene a sí mismo queda perfectamente dibujada, y lo mismo el ingenio de Bilbo y cómo ese ser el hombre corriente, el héroe más inesperado, juega a su favor. Él no está cegado por el orgullo, o por el peso de la tradición y la historia o, simplemente, por la codicia, lo que le ayuda a mantener sus ojos en lo que realmente importa. Y eso que el anillo empieza a hacer mella en él...
Esa creciente influencia del anillo y cómo Bilbo se da cuenta de las cosas que le obliga a hacer es uno de los aspectos mejor logrados de la película. Martin Freeman es una gran elección para el hobbit porque transmite perfectamente esa sensación de persona normal metida de lleno en una situación que no tiene nada de normal, y además aporta unos toques de humor muy simpáticos y más frecuentes en esta secuela (el personaje de Stephen Fry es el mejor ejemplo). Teniendo en cuenta que "El hobbit" es mucho más épica en manos de Jackson de lo que nunca fue el libro, esos detalles más ligeros nunca vienen mal. Hasta Tauriel, esa elfa que se han sacado de la manga para tener algo de presencia femenina, y un poco de subtrama romántica, resulta entretenida de ver porque es menos estirada y fría que esta versión de Legolas, siendo igual de letal en el combate cuerpo a cuerpo que él. ese "There and back again" unirá definitivamente esta trilogía con la de "El Señor de los Anillos", con batalla épica entre el Bien y el Mal incluida, pero es más que probable que sea ese retrato de la codicia y de la ceguera causada por el poder lo que termine dando a "El hobbit" su personalidad propia dentro de este universo.
No sólo es la codicia de Smaug por el oro, o la que Bilbo empieza a sentir por el anillo, sino también la que Thorin siente por el trono de Rey Bajo la Montaña. Es el heredero legítimo, y la tradición familiar y el peso de la historia le llevan a querer recuperar esa posición, además de devolverle a su pueblo su reino subterráneo. Pero, al mismo tiempo, sus excesivos orgullo y sentido de sí mismo le impiden ver las consecuencias indeseadas que su empresa puede acarrear, y en parte hasta le impiden darse cuenta de la valía de quienes le acompañan en esa aventura. El viaje personal de Thorin es igual de importante que el físico por el interior de la montaña.
Este tramo intermedio tiene sus altibajos, pero va directo hacia lo que importa, que es la confrontación final entre el dragón Smaug y Bilbo. La introducción de los Elfos del Bosque (y la famosa escapada en los barriles), la persecución de los orcos, la investigación de Gandalf de las sombras que nacen en Dol Guldur, la llegada a Laketown... Todo está al servicio de esa batalla dialéctica entre el humilde hobbit y el poderoso dragón, y no decepciona en absoluto. La magnitud del tesoro de Smaug, de su poder y de la alta estima en la que se tiene a sí mismo queda perfectamente dibujada, y lo mismo el ingenio de Bilbo y cómo ese ser el hombre corriente, el héroe más inesperado, juega a su favor. Él no está cegado por el orgullo, o por el peso de la tradición y la historia o, simplemente, por la codicia, lo que le ayuda a mantener sus ojos en lo que realmente importa. Y eso que el anillo empieza a hacer mella en él...
Esa creciente influencia del anillo y cómo Bilbo se da cuenta de las cosas que le obliga a hacer es uno de los aspectos mejor logrados de la película. Martin Freeman es una gran elección para el hobbit porque transmite perfectamente esa sensación de persona normal metida de lleno en una situación que no tiene nada de normal, y además aporta unos toques de humor muy simpáticos y más frecuentes en esta secuela (el personaje de Stephen Fry es el mejor ejemplo). Teniendo en cuenta que "El hobbit" es mucho más épica en manos de Jackson de lo que nunca fue el libro, esos detalles más ligeros nunca vienen mal. Hasta Tauriel, esa elfa que se han sacado de la manga para tener algo de presencia femenina, y un poco de subtrama romántica, resulta entretenida de ver porque es menos estirada y fría que esta versión de Legolas, siendo igual de letal en el combate cuerpo a cuerpo que él. ese "There and back again" unirá definitivamente esta trilogía con la de "El Señor de los Anillos", con batalla épica entre el Bien y el Mal incluida, pero es más que probable que sea ese retrato de la codicia y de la ceguera causada por el poder lo que termine dando a "El hobbit" su personalidad propia dentro de este universo.
No sólo es la codicia de Smaug por el oro, o la que Bilbo empieza a sentir por el anillo, sino también la que Thorin siente por el trono de Rey Bajo la Montaña. Es el heredero legítimo, y la tradición familiar y el peso de la historia le llevan a querer recuperar esa posición, además de devolverle a su pueblo su reino subterráneo. Pero, al mismo tiempo, sus excesivos orgullo y sentido de sí mismo le impiden ver las consecuencias indeseadas que su empresa puede acarrear, y en parte hasta le impiden darse cuenta de la valía de quienes le acompañan en esa aventura. El viaje personal de Thorin es igual de importante que el físico por el interior de la montaña.
15 diciembre 2013
Colección 2013 de episodios
En diciembre, los domingos de este blog están reservados para las listas, y después de repasar algunas de la series más destacadas del año (para mí, claro), toca el turno de repetir algo que hice el año pasado; una recopilación de veinte episodios que hayan captado mi atención a lo largo de estos doce meses. Las listas de capítulos son siempre las que me parecen más interesantes porque ofrecen una mayor variedad que las de series, abriéndose muchas veces a títulos que, de otros modos, quedarían ignorados en los resúmenes anuales. La de The Futon Critic de los 50 episodios del año, por ejemplo, casi siempre es mejor repaso que cualquiera que se centre sólo en las diez mejores series. Así que, sin ningún orden particular, vamos con estas veinte selecciones personales en las que, antes de que empecéis con el tema, debo recordar que no está "Breaking Bad" porque no he visto su última temporada.
1. "Be right back" ("Black Mirror"): Este capítulo es el mejor ejemplo de lo que Charlie Brooker hace con esta serie. Es triste e inquietante al mismo tiempo. Y no se va de la cabeza.
2. "Insolence & wine" ("The Fall"): Sólo por ese discurso de Stella Gibson sobre cómo molesta que ella, por ser mujer, pueda tener un rollo de una noche sin comsecuencias, es uno de los episodios del año sin duda.
3. "Hitting the fan" ("The Good Wife"): La "Boda Roja" de la serie, como lo describieron sus responsables, no decepciona en absoluto. Está lleno de grandes momentos de tensión y de toques de humor marca de la casa.
4. "Catherine" ("Masters of Sex"): Es el primer vistazo que tenemos bajo la "armadura" de William Masters, y toca un tema muy delicado de una manera muy elegante y efectiva.
5. "Hide" ("Doctor Who"): El especial del 50 aniversario estuvo muy bien, pero esta historia de fantasmas en una casa encantada tiene un toque que la hace destacar.
1. "Be right back" ("Black Mirror"): Este capítulo es el mejor ejemplo de lo que Charlie Brooker hace con esta serie. Es triste e inquietante al mismo tiempo. Y no se va de la cabeza.
2. "Insolence & wine" ("The Fall"): Sólo por ese discurso de Stella Gibson sobre cómo molesta que ella, por ser mujer, pueda tener un rollo de una noche sin comsecuencias, es uno de los episodios del año sin duda.
3. "Hitting the fan" ("The Good Wife"): La "Boda Roja" de la serie, como lo describieron sus responsables, no decepciona en absoluto. Está lleno de grandes momentos de tensión y de toques de humor marca de la casa.
4. "Catherine" ("Masters of Sex"): Es el primer vistazo que tenemos bajo la "armadura" de William Masters, y toca un tema muy delicado de una manera muy elegante y efectiva.
5. "Hide" ("Doctor Who"): El especial del 50 aniversario estuvo muy bien, pero esta historia de fantasmas en una casa encantada tiene un toque que la hace destacar.
13 diciembre 2013
Una playlist de series
Este blog tenía hace algún tiempo una sección, llamada "Viernes musical", en la que todos los viernes había una entrada sobre, evidentemente, algún momento en una serie en el que los personajes cantaran o bailaran. La sección terminó teniendo un spin off en forma de Tumblr propio, pero para no perder la tradición, y abusando de vuestra paciencia con las listas de resumen del año (son mi debilidad, qué le vamos a hacer), puede ser un buen modo de repasar lo que más nos ha llamado la atención del 2013 seriéfilo utilizando canciones. Tienen que haber sonado en los capítulos, claro, que sino, no tiene gracia, ¿pero seríais capaces de encontrar trece canciones escuchadas en series de este año que pudieran incluirse en una especie de playlist? Siempre se puede intentar, ¿no?
1. "Hurricane season". Trombone Shorty ("Treme")
2. "Die stiefel sind zum wandern". Eileen ("Orphan Black")
3. "Milkshake". Kelis ("Orange is the new black")
4. "You don't know me". Lizzy Caplan ("Masters of Sex")
5. "The rural juror". Jane Krakowski ("30 Rock")
6. "Games without frontiers". Peter Gabriel ("The Americans")
7. "Don't forget me". Megan Hilty ("Smash")
8. "Stronger". Kanye West, en versión de Allison Williams ("Girls")
9. "The rains of Castamere". The National ("Juego de tronos")
10. "Makin' whoopee". Sam Phillips ("Bunheads")
11. "Simple song". The Shins ("Cómo conocí a vuestra madre")
Y dos selecciones operísticas:
12. "O mio babbino caro". Kiri Te Kanawa ("Downton Abbey")
13. "Piangerò la sorte mia". Magdalena Kozenà, en versión de Emily Klassen ("Hannibal")
Y como bonus curioso, "Terraform my heart", de "Defiance".
Actualización: Por petición popular, aquí tenéis la lista de Spotify de la playlist. Es un poco ecléctica, casi rozando lo esquizofrénico, y algunas canciones han tenido que ser sustituidas por otras más cercanas, pero para compensar también hay por ahí una versión de "Telescope" de "Nashville".
1. "Hurricane season". Trombone Shorty ("Treme")
2. "Die stiefel sind zum wandern". Eileen ("Orphan Black")
3. "Milkshake". Kelis ("Orange is the new black")
4. "You don't know me". Lizzy Caplan ("Masters of Sex")
5. "The rural juror". Jane Krakowski ("30 Rock")
6. "Games without frontiers". Peter Gabriel ("The Americans")
7. "Don't forget me". Megan Hilty ("Smash")
8. "Stronger". Kanye West, en versión de Allison Williams ("Girls")
9. "The rains of Castamere". The National ("Juego de tronos")
10. "Makin' whoopee". Sam Phillips ("Bunheads")
11. "Simple song". The Shins ("Cómo conocí a vuestra madre")
Y dos selecciones operísticas:
12. "O mio babbino caro". Kiri Te Kanawa ("Downton Abbey")
13. "Piangerò la sorte mia". Magdalena Kozenà, en versión de Emily Klassen ("Hannibal")
Y como bonus curioso, "Terraform my heart", de "Defiance".
Actualización: Por petición popular, aquí tenéis la lista de Spotify de la playlist. Es un poco ecléctica, casi rozando lo esquizofrénico, y algunas canciones han tenido que ser sustituidas por otras más cercanas, pero para compensar también hay por ahí una versión de "Telescope" de "Nashville".
12 diciembre 2013
Así son los Globos
Todos los años, cuando los Globos de Oro dan a conocer sus nominaciones, se repiten los mismos comentarios sobre ellos; desde que son, erróneamente, la "antesala" de los Oscar (que aún es el lugar común favorito de la prensa española) a que son muy fáciles de sobornar y se dejan llevar por el brillo de las estrellas de Hollywood y, en el caso de la tele, por cualquier cosa que se vea nueva e inesperada (que es cierto). También son muy propensos a las mamarrachadas y a premiar a opciones muy locas, pero al mismo tiempo, a veces son los únicos que se atreven a reconocer a gente que Oscars y Emmys deciden ignorar sistemáticamente. Ahí están los dos Globos de Jim Carrey por "Man on the moon" y "El show de Truman", que cumplen ambos supuestos.
En su edición de 2014, la HFPA (asociación de prensa extranjera de Hollywood) ha sido muy fiel a su modo de ser, y ha repartido tanto candidaturas merecidas a gente que otros premios olvidan, como nominaciones extrañas que sólo se explican porque el nombre del nominado les ha cegado (o porque Harvey Weinstein les haya regalado un apartamento en Palm Beach, que nunca hay que descartarlo). En televisión, han incluido unas cuantas de las series nuevas que más han gustado a los críticos este año, mientras en cine han servido para consolidar un poco más a los candidatos en algunas de las principales carreras al Oscar. Como siempre, esto que sigue no es un repaso por todas las nominaciones (la lista podéis verla en el Los Angeles Times), sino un pequeño comentario de algunas de las cosas que más llaman la atención.
PELÍCULAS: Todos los expertos apuntan que los Globos han dejado la carrera en cuestión de tres títulos; "Doce años de esclavitud", "Gravity" y "La gran estafa americana" (título en España de "American Hustle"). Ésta última es la dominadora en las categorías de comedia o musical, donde "Her" y "A propósito de Llewyn Davis" parecen ser su mayor competencia.
DIRECTORES: Los cinco favoritos están aquí, desde Steve McQueen ("Doce años de esclavitud") a Paul Greengrass, Alfonso Cuarón o David O. Russell. Alexander Payne logra contar por "Nebraska", que parece estar quedándose un poco atrás de cara a los Oscar.
ACTORES: Éste es el año de las interpretaciones de personajes reales, ya sea Chiwetel Ejiofor (que también es candidato en la categoría de miniseries por "Dancing on the edge"), Idris Elba ("Mandela") o Tom Hanks ("Capitán Phillips"). Da la sensación de que el premio estará entre esos tres, aunque Matthew McConaughey podría dar la sorpresa (da vida a otra persona real en "Dallas Buyers Club"). En comedia, por su parte, la veteranía de Bruce Dern ("Nebraska") puede darle ventaja, pero "Her" ha gustado bastante, especialmente por Joaquin Phoenix. ¿O será el año de Oscar Isaac?
ACTRICES: También están todas las favoritas, desde Cate Blanchet y Sandra Bullock en drama a Meryl Strep y Amy Adams en comedia. Aquí, no obstante, hay dos inclusiones más sorprendentes; Greta Gerwig ("Frances Ha") y Julia Louis-Dreyfus ("Sobran las palabras").
SECUNDARIOS: Todos los nombres que se han barajado a lo largo de la temporada de premios están aquí también, desde debutantes como Lupita Nyong'o y Barkhad Abdi a gente consagrada como Julia Roberts, Jared Leto, Michael Fassbender o el "huracán" del año pasado, Jennifer Lawrence. Y ha logrado colarse Daniel Brühl por "Rush", una película que ha recibido un impulso gracias a las nominaciones en los Globos.
Y, por cierto, que "The wind raises", la última película de Hayao Miyazaki, compite en mejor película extranjera contra "La vida de Adèle" o "La caza", en lugar de en la categoría de animación.
SERIES: La renovación que ha habido en drama ha sido muy destacable. Para empezar, ni "Homeland", ni "Mad Men", ni "Boardwalk Empire", ni "Juego de tronos" han tenido ni una nominación, y al claro favorititismo de "Breaking Bad" hay que sumar el regreso por todo lo alto de "The Good Wife" y la entrada de dos novedades; "House of Cards" y "Masters of Sex". En comedia, sólo "Brooklyn Nine-Nine" representa a los estrenos del año, y sigue la tendencia de que todas las candidatas ahí sean de network, menos "Girls".
ACTORES: De nuevo, en drama es donde ha entrado más savia nueva, aunque todos son nombres bastante reconocidos en Hollywood, desde James Spader a Liev Schreiber ("Ray Donovan") o el propio Kevin Spacey. El favorito es, de nuevo, Bryan Cranston. En comedia, nada nuevo bajo el sol, excepto por Andy Samberg y Michael J. Fox, que aprovecha más el tirón de su nombre que el de "The Michael J. Fox Show".
ACTRICES: Tatiana Maslany y Taylor Schilling ("Orange is the new black") han revolucionado el apartado de drama, en el que entra Robin Wright y donde Kerry Washington va camino de convertirse en una fija por "Scandal". ¿Pero será Julianna Margulies la favorita? En comedia, están las sospechosas habituales, pero sin Tina Fey. "30 Rock" terminó el pasado mes de enero y es demasiado tiempo para quelos Globos vuelvan a acordarse de ella.
SECUNDARIOS: Ya sabéis que estas categorías aquí son un completo cachondeo. Está todo mezclado, con Sofía Vergara, Hayden Panettiere y Rob Lowe (por "Parks and recreation" "Behind the candelabra") compitiendo contra Josh Charles, Jon Voight o Janet McTeer, que es una de las nominaciones que ha logrado "The White Queen". Puede pasar cualquier cosa, y probablemente vaya a ser la más loca.
En su edición de 2014, la HFPA (asociación de prensa extranjera de Hollywood) ha sido muy fiel a su modo de ser, y ha repartido tanto candidaturas merecidas a gente que otros premios olvidan, como nominaciones extrañas que sólo se explican porque el nombre del nominado les ha cegado (o porque Harvey Weinstein les haya regalado un apartamento en Palm Beach, que nunca hay que descartarlo). En televisión, han incluido unas cuantas de las series nuevas que más han gustado a los críticos este año, mientras en cine han servido para consolidar un poco más a los candidatos en algunas de las principales carreras al Oscar. Como siempre, esto que sigue no es un repaso por todas las nominaciones (la lista podéis verla en el Los Angeles Times), sino un pequeño comentario de algunas de las cosas que más llaman la atención.
PELÍCULAS: Todos los expertos apuntan que los Globos han dejado la carrera en cuestión de tres títulos; "Doce años de esclavitud", "Gravity" y "La gran estafa americana" (título en España de "American Hustle"). Ésta última es la dominadora en las categorías de comedia o musical, donde "Her" y "A propósito de Llewyn Davis" parecen ser su mayor competencia.
DIRECTORES: Los cinco favoritos están aquí, desde Steve McQueen ("Doce años de esclavitud") a Paul Greengrass, Alfonso Cuarón o David O. Russell. Alexander Payne logra contar por "Nebraska", que parece estar quedándose un poco atrás de cara a los Oscar.
ACTORES: Éste es el año de las interpretaciones de personajes reales, ya sea Chiwetel Ejiofor (que también es candidato en la categoría de miniseries por "Dancing on the edge"), Idris Elba ("Mandela") o Tom Hanks ("Capitán Phillips"). Da la sensación de que el premio estará entre esos tres, aunque Matthew McConaughey podría dar la sorpresa (da vida a otra persona real en "Dallas Buyers Club"). En comedia, por su parte, la veteranía de Bruce Dern ("Nebraska") puede darle ventaja, pero "Her" ha gustado bastante, especialmente por Joaquin Phoenix. ¿O será el año de Oscar Isaac?
ACTRICES: También están todas las favoritas, desde Cate Blanchet y Sandra Bullock en drama a Meryl Strep y Amy Adams en comedia. Aquí, no obstante, hay dos inclusiones más sorprendentes; Greta Gerwig ("Frances Ha") y Julia Louis-Dreyfus ("Sobran las palabras").
SECUNDARIOS: Todos los nombres que se han barajado a lo largo de la temporada de premios están aquí también, desde debutantes como Lupita Nyong'o y Barkhad Abdi a gente consagrada como Julia Roberts, Jared Leto, Michael Fassbender o el "huracán" del año pasado, Jennifer Lawrence. Y ha logrado colarse Daniel Brühl por "Rush", una película que ha recibido un impulso gracias a las nominaciones en los Globos.
Y, por cierto, que "The wind raises", la última película de Hayao Miyazaki, compite en mejor película extranjera contra "La vida de Adèle" o "La caza", en lugar de en la categoría de animación.
SERIES: La renovación que ha habido en drama ha sido muy destacable. Para empezar, ni "Homeland", ni "Mad Men", ni "Boardwalk Empire", ni "Juego de tronos" han tenido ni una nominación, y al claro favorititismo de "Breaking Bad" hay que sumar el regreso por todo lo alto de "The Good Wife" y la entrada de dos novedades; "House of Cards" y "Masters of Sex". En comedia, sólo "Brooklyn Nine-Nine" representa a los estrenos del año, y sigue la tendencia de que todas las candidatas ahí sean de network, menos "Girls".
ACTORES: De nuevo, en drama es donde ha entrado más savia nueva, aunque todos son nombres bastante reconocidos en Hollywood, desde James Spader a Liev Schreiber ("Ray Donovan") o el propio Kevin Spacey. El favorito es, de nuevo, Bryan Cranston. En comedia, nada nuevo bajo el sol, excepto por Andy Samberg y Michael J. Fox, que aprovecha más el tirón de su nombre que el de "The Michael J. Fox Show".
ACTRICES: Tatiana Maslany y Taylor Schilling ("Orange is the new black") han revolucionado el apartado de drama, en el que entra Robin Wright y donde Kerry Washington va camino de convertirse en una fija por "Scandal". ¿Pero será Julianna Margulies la favorita? En comedia, están las sospechosas habituales, pero sin Tina Fey. "30 Rock" terminó el pasado mes de enero y es demasiado tiempo para quelos Globos vuelvan a acordarse de ella.
SECUNDARIOS: Ya sabéis que estas categorías aquí son un completo cachondeo. Está todo mezclado, con Sofía Vergara, Hayden Panettiere y Rob Lowe (por
10 diciembre 2013
¿Puede Nueva Orleans cambiar?
"Yes we can". Sí podemos. El lema de la primera campaña presidencial de Barack Obama, y su discurso en la noche de su victoria sobre que el cambio había llegado a América, no sólo da el punto de partida a la cuarta, y última, temporada de "Treme", sino que también resalta uno de los aspectos que han aparecido siempre de fondo en la serie. ¿Puede sostenerse el respeto por la tradición de Nueva Orleans con la introducción de cambios en el modo de funcionamiento de la ciudad? ¿Realmente notarán esos cambios las gentes de a pie? La imagen final del cold open, con Kermit Ruffins saliendo de la fiesta de celebración de la victoria de Obama, y fijándose en los coches de policia aparcados a ambos lados de la calle, parece indicar que siempre habrá cosas que se mantendrán igual, demasiado arraigadas para que puedan cambiar (se supone que a mejor). ¿O existe la posibilidad de conseguir algo bueno si perseveras?
Con el salto hasta noviembre de 2008, "Treme" puede no llegar hasta la imagen que, para muchos, representaba el final lógico para una serie que ha contado la recuperación de los destrozos que causó el huracán Katrina; la victoria de los Saints en la SuperBowl de 2010, pero sí puede contrastar la sensación de esperanza y, sí, cambio que llevó Barack Obama al convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos con la situación real en la que vivían los personajes que celebran su victoria como si fuera suya propia. "Treme" ha presentado, por lo general, un tono ligeramente más optimista que "The Wire" (la otra gran serie creada por David Simon), pero al final, el mensaje que queda de ella es el de resistencia. Los habitantes de Nueva Orleans que nos muestra son conscientes de que muchas circunstancias e instituciones "conspiran" contra ellos, pero pelean por aguantar, por no dejar que los muevan de su sitio, por conservar su integridad (Janette y Annie están inmersas en esa pelea por alcanzar el éxito sin vender su alma al diablo).
También Nelson Hidalgo y Davis representan esa dicotomía entre el cambio y la tradición, y representan el modo en el que uno puede conseguirse sin olvidarse de la otra, sin eliminar el caldo de cultivo que permitió que la ciudad se convirtiera en una de las capitales musicales más vibrantes del mundo. ¿Es eso posible? ¿Interesa que lo sea? En el invierno de 2008 estamos, también, en el inicio de la crisis económica actual, y las promesas de riquezas (y chanchullos) que podía haber cuando se empezó la reconstrucción tras el paso del huracán se devalúan tan rápido como lo hicieron las acciones de Lehmann Brothers tras su quiebra. ¿Qué camino quiere seguir Nueva Orleans? La cuarta temporada de "Treme" sólo va a tener cinco capítulos, y parece que nos va a hacer sufrir por algunos de sus personajes. Pero la vida también es así, hay veces en que todo te va muy bien, y otras en las que pareces no salir del pozo, y por mucho que intentes cambiar, es probable que te quedes como estás. Sin embargo, hay que intentarlo.
Con el salto hasta noviembre de 2008, "Treme" puede no llegar hasta la imagen que, para muchos, representaba el final lógico para una serie que ha contado la recuperación de los destrozos que causó el huracán Katrina; la victoria de los Saints en la SuperBowl de 2010, pero sí puede contrastar la sensación de esperanza y, sí, cambio que llevó Barack Obama al convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos con la situación real en la que vivían los personajes que celebran su victoria como si fuera suya propia. "Treme" ha presentado, por lo general, un tono ligeramente más optimista que "The Wire" (la otra gran serie creada por David Simon), pero al final, el mensaje que queda de ella es el de resistencia. Los habitantes de Nueva Orleans que nos muestra son conscientes de que muchas circunstancias e instituciones "conspiran" contra ellos, pero pelean por aguantar, por no dejar que los muevan de su sitio, por conservar su integridad (Janette y Annie están inmersas en esa pelea por alcanzar el éxito sin vender su alma al diablo).
También Nelson Hidalgo y Davis representan esa dicotomía entre el cambio y la tradición, y representan el modo en el que uno puede conseguirse sin olvidarse de la otra, sin eliminar el caldo de cultivo que permitió que la ciudad se convirtiera en una de las capitales musicales más vibrantes del mundo. ¿Es eso posible? ¿Interesa que lo sea? En el invierno de 2008 estamos, también, en el inicio de la crisis económica actual, y las promesas de riquezas (y chanchullos) que podía haber cuando se empezó la reconstrucción tras el paso del huracán se devalúan tan rápido como lo hicieron las acciones de Lehmann Brothers tras su quiebra. ¿Qué camino quiere seguir Nueva Orleans? La cuarta temporada de "Treme" sólo va a tener cinco capítulos, y parece que nos va a hacer sufrir por algunos de sus personajes. Pero la vida también es así, hay veces en que todo te va muy bien, y otras en las que pareces no salir del pozo, y por mucho que intentes cambiar, es probable que te quedes como estás. Sin embargo, hay que intentarlo.
09 diciembre 2013
Series que inspiran canciones
Hace un par de días se anunciaron las nominaciones a los premios Grammy y, al igual que ocurrió el año pasado con "Smash" y "Let me be your star", este año ha vuelto a colarse una canción escrita para una serie entre las candidatas a la mejor escrita para un medio visual. Entre "Young & beautiful" de Lana Del Rey para "El gran Gatsby", "Skyfall" o la que Coldplay han compuesto para "En llamas" aparece, de repente, "You've got time", la sintonía de "Orange is the new black", a cargo de Regina Spektor. Es un reconocimiento bastante particular para la serie de Netflix, que está empezando a recopilar sus primeras nominaciones en la temporada de premios, pero además nos puede servir como excusa para hablar de otra cosa igualmente curiosa, que son las canciones inspiradas por algunas series y que nunca se compusieron para que sonaran en ellas (lo que, por ejemplo, "descalifica" "Negro y azul", el narcocorrido sobre Heisenberg de Los Cuates de Sinaloa, y que sí se escuchó en "Breaking Bad").
Uno de los casos más recientes es "Terrible things", de April Smith and The Great Picture Show, una canción inspirada por "Dexter" que, en un peculiar giro de los acontecimientos, acabó sonando en la promo de una de las últimas temporadas de "Weeds". Y todavía más reciente es "Los muertos vivientes", un tema de Parade que funciona tanto como comentario social como inspiración a partir de "The Walking Dead". Algunas de esas inspiraciones pueden no ir más allá del título, caso de "Laura Palmer", de Bastille, o de Catatonia y su "Mulder and Scully", y otras pueden hasta permitirse diferentes bromas con algunas de las cosas que aparecían en la serie. Nerf Herder, el grupo responsable de la sintonía de "Buffy, la cazavampiros", hacen algo así en "Mr. Spock", y en el vídeo abrazan por completo la estética de la "Star Trek" original.
Aunque si hablamos de parodias y homenajes (aunque sean de cachondeo), "Juego de tronos" es de las más activas últimamente porque cuenta, además, con los fans de los libros. Así encontramos "Write like the wind", dentro del canal de YouTube de Felicia Day (si no estoy mal informada) Geek & Sundry, que pone música a las habituales peticiones de los lectores a George R.R. Martin para que se dé más prisa escribiendo, y "Rage of thrones", en la que The Axis of Awesome se meten (con mucho cachondeo) con los fans de boquilla de la serie que no han leído los libros. Aquí, antes de The National y The Hold Steady interpretaran las dos canciones más conocidas de Poniente ("The rains of Castamere" y "The bear and the maiden fair"), muchos aficionados ya habían puesto su granito de arena con sus propias versiones de ellas, tipo ésta de Irish Moutarde.
Están, por otro lado, los grupos que surgen a partir del amo de sus integrantes por una serie, caso de The Timelords y "Doctor Who" (su "Doctorin' the Tardis', que utilizaba la sintonía original de la serie, llegó a hacerse relativamente conocida en los 80), y hace algunos años se vivió una verdadera explosión de bandas inspiradas por "Perdidos". Previously on Lost y sus recaps en canciones de los episodios quizás fueron los más conocidos, pero los que tenían mejor nombre tal vez fueran Sonic Weapon Fence. Aun así, pocos se acercaron al nivel de fanatismo de "Musica Ostium Innfernum: Liber Primus", un disco cuyas canciones cuentan los capítulos de la primera temporada de "Buffy" como si los cantara un testigo que los vivió en directo.
P.D. podcastero: El programa de esta semana de Yo disparé a JR vuelve a la normalidad, y lo hace aprovechando varios finales de media temporada.
- 5': "Treme", "Smash" y "Nashville"
- 17': "Babylon 5"
- 30': "The Blacklist" (spoilers hasta el 1x10)
- 40': "The Walking Dead' (spoilers hasta el 4x08)
- 50': "The Good Wife" (spoilers hasta el 5x10)
Uno de los casos más recientes es "Terrible things", de April Smith and The Great Picture Show, una canción inspirada por "Dexter" que, en un peculiar giro de los acontecimientos, acabó sonando en la promo de una de las últimas temporadas de "Weeds". Y todavía más reciente es "Los muertos vivientes", un tema de Parade que funciona tanto como comentario social como inspiración a partir de "The Walking Dead". Algunas de esas inspiraciones pueden no ir más allá del título, caso de "Laura Palmer", de Bastille, o de Catatonia y su "Mulder and Scully", y otras pueden hasta permitirse diferentes bromas con algunas de las cosas que aparecían en la serie. Nerf Herder, el grupo responsable de la sintonía de "Buffy, la cazavampiros", hacen algo así en "Mr. Spock", y en el vídeo abrazan por completo la estética de la "Star Trek" original.
Aunque si hablamos de parodias y homenajes (aunque sean de cachondeo), "Juego de tronos" es de las más activas últimamente porque cuenta, además, con los fans de los libros. Así encontramos "Write like the wind", dentro del canal de YouTube de Felicia Day (si no estoy mal informada) Geek & Sundry, que pone música a las habituales peticiones de los lectores a George R.R. Martin para que se dé más prisa escribiendo, y "Rage of thrones", en la que The Axis of Awesome se meten (con mucho cachondeo) con los fans de boquilla de la serie que no han leído los libros. Aquí, antes de The National y The Hold Steady interpretaran las dos canciones más conocidas de Poniente ("The rains of Castamere" y "The bear and the maiden fair"), muchos aficionados ya habían puesto su granito de arena con sus propias versiones de ellas, tipo ésta de Irish Moutarde.
Están, por otro lado, los grupos que surgen a partir del amo de sus integrantes por una serie, caso de The Timelords y "Doctor Who" (su "Doctorin' the Tardis', que utilizaba la sintonía original de la serie, llegó a hacerse relativamente conocida en los 80), y hace algunos años se vivió una verdadera explosión de bandas inspiradas por "Perdidos". Previously on Lost y sus recaps en canciones de los episodios quizás fueron los más conocidos, pero los que tenían mejor nombre tal vez fueran Sonic Weapon Fence. Aun así, pocos se acercaron al nivel de fanatismo de "Musica Ostium Innfernum: Liber Primus", un disco cuyas canciones cuentan los capítulos de la primera temporada de "Buffy" como si los cantara un testigo que los vivió en directo.
P.D. podcastero: El programa de esta semana de Yo disparé a JR vuelve a la normalidad, y lo hace aprovechando varios finales de media temporada.
- 5': "Treme", "Smash" y "Nashville"
- 17': "Babylon 5"
- 30': "The Blacklist" (spoilers hasta el 1x10)
- 40': "The Walking Dead' (spoilers hasta el 4x08)
- 50': "The Good Wife" (spoilers hasta el 5x10)
08 diciembre 2013
Teleadicciones de 2013 (y II)
Después de iniciar el resumen del 2013 seriéfilo en este rincón bloguero la semana pasada, ha llegado el momento de desvelar las últimas diez entradas en esa lista sin ningún tipo de orden y que, desde luego, no pretende ser ningún listado de lo mejor del año. No lo es porque, para empezar, no está "Breaking Bad" porque no he visto su última temporada (parad ese grupo de linchamiento), y las inclusiones responden más que a la calidad de la serie que en cuestión, a lo que yo haya disfrutado con ella.
- "Downton Abbey": Curiosamente, y como decía Crítico en serie, esta serie casi se ha convertido en un "lugar feliz". Cada episodio es muy disfrutable aunque no pasen grandes cosas, aprovechando lo bien que funciona todo su reparto. Además, han hecho de lo que podía ser problemático, como perder a dos de sus personajes principales, una de las principales virtudes de la temporada.
- "Sleepy Hollow": Es, probablemente, el estreno revelación del otoño porque nadie pensaba que una serie que mezcla historias de demonios y el inminente Apocalipsis con la Revolución americana fuera a resultar tan entretenida y, en general, tan sólida. Ayuda mucho que tengan una pareja protagonista que resulta muy divertida de ver en pantalla.
- "Cómo conocí a vuestra madre": El experimento de que toda su última temporada se centre en el fin de semana de la boda de Barney y Robin a veces está funcionando mejor que otras, pero la introducción de la Madre ha sido un hallazgo, y lo mismo algunos de los chistes recurrentes protagonizados, sobre todo, por Lily. "Gracias, Linus".
- "Continuum": Ciencia ficción ha habido bastante este año, de un modo u otro, y esta serie canadiense de viajes en el tiempo, policías robocopizadas y terroristas anti-multinacionales ha figurado entre lo más destacado por la ampliación de su mundo y el modo en el que han continuado dibujando a Keira, que es algo así como una superheroína llegada del futuro.
- "Longmire": Las series de policías tienen en sus personajes a sus principales activos para probar tramas un poco más serializadas, o historias con algo más de pegada emocional. Al sheriff Longmire le ha pasado algo así en la segunda temporada, en la que la relación con sus ayudantes (especialmente, Vic Moretti) se ha explorado un poco más.
- "Rectify": A veces, se dice que la televisión ha adoptado algunas de las cosas y de las formas que seguía el indie americano en los 90, y en esta serie de Sundance Channel queda muy clara esa afirmación. El seguimiento de ese hombre que sale de prisión tras 19 años en el corredor de la muerte se construye más a través de sensaciones que de una trama muy definida, y resulta muy interesante.
- "Orphan Black": Aunque "Doctor Who" sea su serie con mayor perfil, ha sido el thriller de los clones el que ha situado a BBC America en el centro de las conversaciones en Estados Unidos. No sólo es un título entretenidísimo que nunca da respiro, sino que buena parte de su éxito se debe a su protagonista, Tatiana Maslany, capaz de dar vida a varios personajes distintos y hacernos olvidar que estamos viendo a la misma actriz.
- "The Americans": Más que una historia de espías soviéticos en suelo estadounidense durante el primer mandato de Ronald Reagan, es una serie sobre un matrimonio. Lo que no quiere decir que no tenga sus momentos de tensión, de acción y su final a vida o muerte, pero saber si Philip y Elizabeth Jennings podrñán resolver sus diferencias es igual de importante.
- "Bunheads": Fue una de las cancelaciones más dolorosas del año porque, en el tramo invernal de su primera temporada, Michelle y las cuatro chicas evolucionaron hacia unas dinámicas muy interesantes y muy divertidas de seguir. Todas tenían que pasar por momentos emocionales importantes que, muchas veces, quedaban hábilmente ocultos tras la gran velocidad a la que podían hablar, y sus selecciones musicales eran realmente curiosas.
Menciones especiales: Los finales de "Fringe" y "30 Rock", Shoshanna en "Girls", la atmósfera de "Top of the lake", la relación entre David Tennant y Olivia Colman en "Broadchurch", la trama de Moriarty en "Elementary", las circunstancias alrededor del asesinato en "What remains", la noche del estreno de "Bombshell" en "Smash", el pasado de la doctora Yewll en "Defiance" y Taissa Farmiga con una motosierra en "American Horror Story: Coven".
Música de la semana: HBO ya ha estrenado la cuarta y última temporada de "Treme", y suprimer último episodio presentará una curiosa sensación de continuidad con el que abría la serie. Aquel se titulaba "Do you know what it means", y éste continuará el verso de esa canción al llevar el título "To miss New Orleans". Esa "Do you know what it means to miss New Orleans" se escribió originalmente para la película "New Orleans", de 1947, y la interpretaban allí Louis Armstrong y Billie Holiday.
- "Downton Abbey": Curiosamente, y como decía Crítico en serie, esta serie casi se ha convertido en un "lugar feliz". Cada episodio es muy disfrutable aunque no pasen grandes cosas, aprovechando lo bien que funciona todo su reparto. Además, han hecho de lo que podía ser problemático, como perder a dos de sus personajes principales, una de las principales virtudes de la temporada.
- "Sleepy Hollow": Es, probablemente, el estreno revelación del otoño porque nadie pensaba que una serie que mezcla historias de demonios y el inminente Apocalipsis con la Revolución americana fuera a resultar tan entretenida y, en general, tan sólida. Ayuda mucho que tengan una pareja protagonista que resulta muy divertida de ver en pantalla.
- "Cómo conocí a vuestra madre": El experimento de que toda su última temporada se centre en el fin de semana de la boda de Barney y Robin a veces está funcionando mejor que otras, pero la introducción de la Madre ha sido un hallazgo, y lo mismo algunos de los chistes recurrentes protagonizados, sobre todo, por Lily. "Gracias, Linus".
- "Continuum": Ciencia ficción ha habido bastante este año, de un modo u otro, y esta serie canadiense de viajes en el tiempo, policías robocopizadas y terroristas anti-multinacionales ha figurado entre lo más destacado por la ampliación de su mundo y el modo en el que han continuado dibujando a Keira, que es algo así como una superheroína llegada del futuro.
- "Longmire": Las series de policías tienen en sus personajes a sus principales activos para probar tramas un poco más serializadas, o historias con algo más de pegada emocional. Al sheriff Longmire le ha pasado algo así en la segunda temporada, en la que la relación con sus ayudantes (especialmente, Vic Moretti) se ha explorado un poco más.
- "Rectify": A veces, se dice que la televisión ha adoptado algunas de las cosas y de las formas que seguía el indie americano en los 90, y en esta serie de Sundance Channel queda muy clara esa afirmación. El seguimiento de ese hombre que sale de prisión tras 19 años en el corredor de la muerte se construye más a través de sensaciones que de una trama muy definida, y resulta muy interesante.
- "Orphan Black": Aunque "Doctor Who" sea su serie con mayor perfil, ha sido el thriller de los clones el que ha situado a BBC America en el centro de las conversaciones en Estados Unidos. No sólo es un título entretenidísimo que nunca da respiro, sino que buena parte de su éxito se debe a su protagonista, Tatiana Maslany, capaz de dar vida a varios personajes distintos y hacernos olvidar que estamos viendo a la misma actriz.
- "The Americans": Más que una historia de espías soviéticos en suelo estadounidense durante el primer mandato de Ronald Reagan, es una serie sobre un matrimonio. Lo que no quiere decir que no tenga sus momentos de tensión, de acción y su final a vida o muerte, pero saber si Philip y Elizabeth Jennings podrñán resolver sus diferencias es igual de importante.
- "Bunheads": Fue una de las cancelaciones más dolorosas del año porque, en el tramo invernal de su primera temporada, Michelle y las cuatro chicas evolucionaron hacia unas dinámicas muy interesantes y muy divertidas de seguir. Todas tenían que pasar por momentos emocionales importantes que, muchas veces, quedaban hábilmente ocultos tras la gran velocidad a la que podían hablar, y sus selecciones musicales eran realmente curiosas.
Menciones especiales: Los finales de "Fringe" y "30 Rock", Shoshanna en "Girls", la atmósfera de "Top of the lake", la relación entre David Tennant y Olivia Colman en "Broadchurch", la trama de Moriarty en "Elementary", las circunstancias alrededor del asesinato en "What remains", la noche del estreno de "Bombshell" en "Smash", el pasado de la doctora Yewll en "Defiance" y Taissa Farmiga con una motosierra en "American Horror Story: Coven".
Música de la semana: HBO ya ha estrenado la cuarta y última temporada de "Treme", y su
06 diciembre 2013
Los episodios más comentados del año
Entre todas las listas recopilatorias sobre la mejor televisión de 2013, o la más destacada, las de capítulos suelen ser las más interesantes. Por lo general, permiten que entre más variedad que cuando se hace un top 10 sólo de series, pues quien las hace termina incluyendo algún episodio muy destacado de una serie que, igual, no ha tenido una temporada con un nivel medio tan alto como para situarla entre las más notables. Las famosas listas de "Time" funcionan un poco así; en la de los diez capítulos del año tienden a entrar otros títulos distintos, en su mayoría, de los que aparecen en la de las diez mejores series, y eso facilita que la conversación no se centre en las cuatro series de siempre. Eso sí, lo que sí resulta muy curioso es ver que, en todas esas selecciones de episodios, hay cuatro que se repiten en todas, y que bien pueden servir como repaso de lo que 2013 ha dado de sí, televisivamente hablando.
Esos cuatro capítulos han dominado las discusiones entre críticos y seriéfilos desde el mes de enero, cuando "One man's trash", de "Girls", tomó Internet al asalto. Fue un poco el bottle episode de su segunda temporada, un capítulo en el que veíamos a Hannah pasar un fin de semana con un médico de éxito, cuarentón, separado y que tiene todas las cosas de las que Hannah puede burlarse pero que, en el fondo, también quiere, como un buen trabajo bien pagado o una casa bonita. Era una disgresión en medio de lo que la serie estaba contando hasta ese momento, y generó una tormenta de comentarios y críticas, algunos más acertados que otros y algunos también exponiendo unas concepciones sociales bastante feas sobre cómo debe comportarse una chica joven y físicamente no demasiado agraciada. "Girls" siempre es recibida con un montón de entradas en blogs a favor y en contra, así que no es raro que este capítulo de estructura tan diferente al resto fuera uno de los más comentados del año.
En cuanto a expectación desmedida, sin embargo, pocos han superado a "The rains of Castamere", el ya famoso capítulo de La Boda en la tercera temporada de "Juego de tronos". Este serie, de hecho, ha cimentado este año su posición como fenómeno que trasciende los límites de su condición de serie de cable premium, y las reacciones que suscitó ese episodio, tanto entre lectores de los libros como en meros espectadores de la serie, bien lo probaron. Con "The rains of Castamere" también se pudo ver cómo se manejan los spoilers en las redes sociales (spoilers que tenían ya años, pues "Tormenta de espadas",el libro que adapta esta tercera temporada, en parte, se publicó en 2000), cómo los lectores de "Canción de Hielo y Fuego" creaban expectación, pero intentaban no desvelar más de la cuenta, y cómo ese efecto de conversación amplificado que ofrece Internet hizo que, durante un par de semanas después de su emisión, parecía que no existía otra cosa en televisión más allá de "Juego de tronos".
Hasta que llegó "Breaking Bad" con sus últimos capítulos y, en concreto, con "Ozymandias", el clímax de muchas de las cosas que la serie había ido preparando con anterioridad. De hecho, puede decirse que tuvo más repercusión que su episodio final, con todos los fans discutiendo sin para qué significaba todo lo que acababan de ver. El caso de "Breaking Bad" y el gigantesco salto en audiencia que dio con esos postreros ocho capítulos ha sido digno de estudio y de lo más notable de 2013; cómo una serie muy reverenciada, sí, pero más bien minoritaria se convirtió en apenas meses en todo un fenómeno. Y cuando las charlas sobre el destino de Walter Whote empezaban a diluirse, llegó su sucesor en el trono del capítulo más comentado desde donde menos se esperaba, desde CBS y "The good wife".
La quinta temporada de esa serie, de hecho, ha vuelto a situarla de lleno en las conversaciones sobre las mejores series en emisión ahora mismo, sirviendo también un poco para reivindicar a las networks y para llamar la atención sobre el cansancio que empieza a notarse alrededor de los títulos que sitúan a un antihéroe en su centro. "Hitting the fan" representa un destilado de todas las virtudes del título protagonizado por Alicia Florrick, y también ejemplifica el alto nivel con el que la serie ha arrancado una quinta entrega en la que ha cambiado el status quo de casi todos los personajes. No es que "The good wife" se haya vuelto "buena", porque lo ha sido siempre, sino que está revigorizada y yendo a por todas sin dárselas de drama de prestigio. Las charlas sobre estos cuatro episodios han dominado 2013 en cuanto a la seriefilia por Internet, así que no es raro que figuren en casi todas las listas de los mejores capítulos del año.
Esos cuatro capítulos han dominado las discusiones entre críticos y seriéfilos desde el mes de enero, cuando "One man's trash", de "Girls", tomó Internet al asalto. Fue un poco el bottle episode de su segunda temporada, un capítulo en el que veíamos a Hannah pasar un fin de semana con un médico de éxito, cuarentón, separado y que tiene todas las cosas de las que Hannah puede burlarse pero que, en el fondo, también quiere, como un buen trabajo bien pagado o una casa bonita. Era una disgresión en medio de lo que la serie estaba contando hasta ese momento, y generó una tormenta de comentarios y críticas, algunos más acertados que otros y algunos también exponiendo unas concepciones sociales bastante feas sobre cómo debe comportarse una chica joven y físicamente no demasiado agraciada. "Girls" siempre es recibida con un montón de entradas en blogs a favor y en contra, así que no es raro que este capítulo de estructura tan diferente al resto fuera uno de los más comentados del año.
En cuanto a expectación desmedida, sin embargo, pocos han superado a "The rains of Castamere", el ya famoso capítulo de La Boda en la tercera temporada de "Juego de tronos". Este serie, de hecho, ha cimentado este año su posición como fenómeno que trasciende los límites de su condición de serie de cable premium, y las reacciones que suscitó ese episodio, tanto entre lectores de los libros como en meros espectadores de la serie, bien lo probaron. Con "The rains of Castamere" también se pudo ver cómo se manejan los spoilers en las redes sociales (spoilers que tenían ya años, pues "Tormenta de espadas",el libro que adapta esta tercera temporada, en parte, se publicó en 2000), cómo los lectores de "Canción de Hielo y Fuego" creaban expectación, pero intentaban no desvelar más de la cuenta, y cómo ese efecto de conversación amplificado que ofrece Internet hizo que, durante un par de semanas después de su emisión, parecía que no existía otra cosa en televisión más allá de "Juego de tronos".
Hasta que llegó "Breaking Bad" con sus últimos capítulos y, en concreto, con "Ozymandias", el clímax de muchas de las cosas que la serie había ido preparando con anterioridad. De hecho, puede decirse que tuvo más repercusión que su episodio final, con todos los fans discutiendo sin para qué significaba todo lo que acababan de ver. El caso de "Breaking Bad" y el gigantesco salto en audiencia que dio con esos postreros ocho capítulos ha sido digno de estudio y de lo más notable de 2013; cómo una serie muy reverenciada, sí, pero más bien minoritaria se convirtió en apenas meses en todo un fenómeno. Y cuando las charlas sobre el destino de Walter Whote empezaban a diluirse, llegó su sucesor en el trono del capítulo más comentado desde donde menos se esperaba, desde CBS y "The good wife".
La quinta temporada de esa serie, de hecho, ha vuelto a situarla de lleno en las conversaciones sobre las mejores series en emisión ahora mismo, sirviendo también un poco para reivindicar a las networks y para llamar la atención sobre el cansancio que empieza a notarse alrededor de los títulos que sitúan a un antihéroe en su centro. "Hitting the fan" representa un destilado de todas las virtudes del título protagonizado por Alicia Florrick, y también ejemplifica el alto nivel con el que la serie ha arrancado una quinta entrega en la que ha cambiado el status quo de casi todos los personajes. No es que "The good wife" se haya vuelto "buena", porque lo ha sido siempre, sino que está revigorizada y yendo a por todas sin dárselas de drama de prestigio. Las charlas sobre estos cuatro episodios han dominado 2013 en cuanto a la seriefilia por Internet, así que no es raro que figuren en casi todas las listas de los mejores capítulos del año.
05 diciembre 2013
Todo sobre su madre
La madre de Sarah Polley murió cuando ella tenía 11 años. Ese hecho cambió fundamentalmente a su familia y afectó a la relación con su padre, volviéndola más cercana durante unos cuantos años. Pero la muerte de su madre también representó el acicate, mucho tiempo más tarde, para que Sarah iniciara un camino de descubrimiento de quién era ella. En realidad, es un camino emprendido para intentar resolver algunos interrogantes que flotan en la familia, interrogantes que no eran más que excusas para bromear durante las reuniones familiares, pero que la llevan a buscar a la gente que mejor conoció a su madre y pedirles a todos exactamente lo mismo: cuéntame toda la historia, en tus propias palabras, desde el principio hasta el final. Con todas esas historias se construye "Stories we tell", un documental que explora la historia familiar de los Polley y lo hace a través de esos recuerdos, a veces incompletos y a veces erróneos, que sus protagonistas tienen de Diane, la matriarca, y de las circunstancias que rodearon su vida.
Así dicho, puede parecer un ejercicio casi onanista de Sarah Polley, pero no es así. Hilado alrededor de un texto escrito por su padre, el documental intenta acercarse a Diane a través de todas las historias que se cuentan de ella, por muy contradictorias que sean, e intenta responder a esa pregunta que a veces nos hacemos los hijos sobre nuestros padres: ¿cómo eran antes de ser nuestros padres? ¿Qué otras características los definen aparte de ésa? Esa frase que Zach le dice a su madre, Alicia Florrick, en "The good wife", explicándole que a veces la ve como su madre y, otras, como una persona muy interesante que vive en su casa, expresa esa dicotomía que "Stories we tell" quiere superar. Diane era divertida, un desastre, muy trabajadora, muy fiestera y guardaba secretos. Todas esas descripciones son reales y todas se ajustan a la misma persona, ofreciendo el panorama más amplio posible de su personalidad. Pero, en realidad, son esos secretos los que se vuelven la fuerza principal detrás del documental.
Polley, de hecho, empieza a trabajar en "Stories we tell" porque quiere averiguar la verdad sobre uno de esos secretos, pero tardamos un poco en darnos cuenta de ello. Si no sabemos nada sobre la película, ni sobre la familia de la directora, mejor, porque así las diferentes revelaciones se van sucediendo ante nosotros sin que tengamos ideas preconcebidas sobre ellas, y se suceden de una manera muy natural y sin sensacionalismos. Diane era más cosas de las que parecía a simple vista, y el documental va mostrándolas todas alternando entrevistas a los hermanos de Sarah, su padre y amigos de su madre, con recreaciones que, en algunos casos, tiene un toque como de parodia de cine mudo, como para que no las tomemos demasiado en serio. Son recreaciones basadas, de nuevo, en recuerdos, así que no tienen por qué ser fieles y, probablemente, justo por eso se opta por ese tono ligeramente cómico.
Al final, todo el material recogido, en el que la propia Polley termina jugando un papel mucho más activo del que parecía inicialmente, es su intento por acercarse a la figura de su madre, por conocerla más de veinte años después de su muerte, y también una muestra del modo en el que nos contamos historias unos a otros. Están tamizadas por nuestros recuerdos, por el hecho de que las conozcamos de segunda o de tercera mano, y por nuestros propios sentimientos hacia esas historias. Con todo ese conjunto, "Stories we tell" resulta ser muy interesante, y muy emocionante.
Así dicho, puede parecer un ejercicio casi onanista de Sarah Polley, pero no es así. Hilado alrededor de un texto escrito por su padre, el documental intenta acercarse a Diane a través de todas las historias que se cuentan de ella, por muy contradictorias que sean, e intenta responder a esa pregunta que a veces nos hacemos los hijos sobre nuestros padres: ¿cómo eran antes de ser nuestros padres? ¿Qué otras características los definen aparte de ésa? Esa frase que Zach le dice a su madre, Alicia Florrick, en "The good wife", explicándole que a veces la ve como su madre y, otras, como una persona muy interesante que vive en su casa, expresa esa dicotomía que "Stories we tell" quiere superar. Diane era divertida, un desastre, muy trabajadora, muy fiestera y guardaba secretos. Todas esas descripciones son reales y todas se ajustan a la misma persona, ofreciendo el panorama más amplio posible de su personalidad. Pero, en realidad, son esos secretos los que se vuelven la fuerza principal detrás del documental.
Polley, de hecho, empieza a trabajar en "Stories we tell" porque quiere averiguar la verdad sobre uno de esos secretos, pero tardamos un poco en darnos cuenta de ello. Si no sabemos nada sobre la película, ni sobre la familia de la directora, mejor, porque así las diferentes revelaciones se van sucediendo ante nosotros sin que tengamos ideas preconcebidas sobre ellas, y se suceden de una manera muy natural y sin sensacionalismos. Diane era más cosas de las que parecía a simple vista, y el documental va mostrándolas todas alternando entrevistas a los hermanos de Sarah, su padre y amigos de su madre, con recreaciones que, en algunos casos, tiene un toque como de parodia de cine mudo, como para que no las tomemos demasiado en serio. Son recreaciones basadas, de nuevo, en recuerdos, así que no tienen por qué ser fieles y, probablemente, justo por eso se opta por ese tono ligeramente cómico.
Al final, todo el material recogido, en el que la propia Polley termina jugando un papel mucho más activo del que parecía inicialmente, es su intento por acercarse a la figura de su madre, por conocerla más de veinte años después de su muerte, y también una muestra del modo en el que nos contamos historias unos a otros. Están tamizadas por nuestros recuerdos, por el hecho de que las conozcamos de segunda o de tercera mano, y por nuestros propios sentimientos hacia esas historias. Con todo ese conjunto, "Stories we tell" resulta ser muy interesante, y muy emocionante.
04 diciembre 2013
Listas negras y Gobernadores
ALERTA SPOILERS: El aviso de hoy es doble, y atañe a los finales de media temporada de "The Blacklist" ("Anslo Garrick. Part 2") y "The Walking Dead" ("Too far gone"). Ya sabéis cómo funciona esto.
Un buscado terrorista internacional se entrega al FBI y le da una lista de 150 criminales a los que va a ayudar a capturar. Como punto de partida de una serie, es ciertamente intrigante, pero también impone sobre ella la estructura de la persecución de un miembro de esa lista por episodio, siempre con el terrorista colaborador entre rejas y ocultando cuáles son sus motivaciones reales detrás de todo, y con la amenaza de que esta excusa para montar la serie se agote más pronto que tarde. Bastantes series superan su punto de partida, y se salen de su estructura, al final de la primera temporada, y luego están otras como "The Blacklist", que deciden romperla en el final de media temporada de su entrega de debut; es decir, en el capítulo 10. En realidad, lo que quieren contar no es esa persecución de los 150 integrantes de la lista negra de Reddington, sino la conspiración urdida alrededor de él y de Elizabeth Keen, que ahora van a estar en una nueva situación que puede ser interesante.
El doble capítulo "Anslo Garrick" tenía los peores defectos de la serie (siempre buscando el giro sorpresa definitivo, siempre poniendo a sus personajes al borde del abismo, dándole a Red unos monólogos imposibles sólo para que James Spader pueda lucirse), pero también entregaba algunas cosas interesantes. Sobre todo, resulta realmente divertido ver a Keen convertida de repente en John McClane, y también comprobar que Red es lo suficiente fan de "Con la muerte de los talones" para tener a su propio señor Kaplan. Como es habitual desde el principio, son ellos dos y los enigmas a su alrededor lo más entretenido de "The Blacklist", porque los agentes del FBI continúan con su incompetencia general. Esa advertencia final de Reddington a Lizzy de que tenga cuidado con su marido, y la negación de que sea su padre (en otro dejá vù hacia Hannibal Lecter y Clarice), son realmente el cliffhanger con el que nos quedamos hasta enero. Y que los fans no sufran, que la NBC ya la ha renovado por una segunda temporada.
Los ocho capítulos iniciales de la cuarta temporada de "The Walking Dead" han estado articulados alrededor de los viajes paralelos de Rick y el Gobernador, unos viajes en los que, en teoría, intentan recuperar su esencia humana después de todas las brutalidades que llevaron a cabo durante el arco de Woodbury. El tema que más se ha repetido en ellos es el que Hershel ha estado expresando hasta el mismo momento de su muerte; que pueden volver a ser ellos mismos, que no están todavía tan perdidos como para que no lo sean. La serie dedicó dos capítulos en exclusiva al Gobernador para que viéramos su viaje y su esfuerzo por ser de nuevo Brian, pero la verdad es que nunca se vio como algo en lo que él pusiera especial empeño. Parecía más bien una huida hacia delante, un intento por dejar atrás el pasado y empezar de nuevo. Pero no es posible. Los sentimientos de venganza lo consumen. El Gobernador nunca podrá dejar de ser el Gobernador.
A la vez, hemos asistido a la lenta asunción de Rick de que no puede dedicarse a la vida contemplativa, a delegar la toma de decisiones complicadas en un consejo. Su reticencia a ejercer aquella "ricktadura", su desgana por actuar, lleva a que otros, como Carol, tomen la responsabilidad de pensar y actuar por el bien de la mayoría. Necesita despertar del letargo enloquecido en el que se sumió tras la muerte de Lori, porque la situación en la que se encuentran todos no es provisional. Ha resultado curioso ver cómo la principal diferencia de "The Walking Dead" bajo su nuevo showrunner, Scott Gimple, ha sido de ritmo. La acción se ha ralentizado, se ha intentado dejar que las cosas se coloquen en su sitio para que la resolución final tenga más fuerza, y se ha hecho un esfuerzo por enfocar mejor a unos personajes cuyo dibujo nunca ha sido el fuerte de la serie. Como de costumbre, ha tenido sus altibajos, pero es un acercamiento bastante interesante, uno que pone de relieve otra vez que son las personas, los vivos, los protagonistas y los villanos de la historia. Ahora que la prisión ha quedado atrás, veremos cómo se desenvuelve todo el grupo otra vez en la carretera, y si Rick despierta definitivamente.
Un buscado terrorista internacional se entrega al FBI y le da una lista de 150 criminales a los que va a ayudar a capturar. Como punto de partida de una serie, es ciertamente intrigante, pero también impone sobre ella la estructura de la persecución de un miembro de esa lista por episodio, siempre con el terrorista colaborador entre rejas y ocultando cuáles son sus motivaciones reales detrás de todo, y con la amenaza de que esta excusa para montar la serie se agote más pronto que tarde. Bastantes series superan su punto de partida, y se salen de su estructura, al final de la primera temporada, y luego están otras como "The Blacklist", que deciden romperla en el final de media temporada de su entrega de debut; es decir, en el capítulo 10. En realidad, lo que quieren contar no es esa persecución de los 150 integrantes de la lista negra de Reddington, sino la conspiración urdida alrededor de él y de Elizabeth Keen, que ahora van a estar en una nueva situación que puede ser interesante.
El doble capítulo "Anslo Garrick" tenía los peores defectos de la serie (siempre buscando el giro sorpresa definitivo, siempre poniendo a sus personajes al borde del abismo, dándole a Red unos monólogos imposibles sólo para que James Spader pueda lucirse), pero también entregaba algunas cosas interesantes. Sobre todo, resulta realmente divertido ver a Keen convertida de repente en John McClane, y también comprobar que Red es lo suficiente fan de "Con la muerte de los talones" para tener a su propio señor Kaplan. Como es habitual desde el principio, son ellos dos y los enigmas a su alrededor lo más entretenido de "The Blacklist", porque los agentes del FBI continúan con su incompetencia general. Esa advertencia final de Reddington a Lizzy de que tenga cuidado con su marido, y la negación de que sea su padre (en otro dejá vù hacia Hannibal Lecter y Clarice), son realmente el cliffhanger con el que nos quedamos hasta enero. Y que los fans no sufran, que la NBC ya la ha renovado por una segunda temporada.
Los ocho capítulos iniciales de la cuarta temporada de "The Walking Dead" han estado articulados alrededor de los viajes paralelos de Rick y el Gobernador, unos viajes en los que, en teoría, intentan recuperar su esencia humana después de todas las brutalidades que llevaron a cabo durante el arco de Woodbury. El tema que más se ha repetido en ellos es el que Hershel ha estado expresando hasta el mismo momento de su muerte; que pueden volver a ser ellos mismos, que no están todavía tan perdidos como para que no lo sean. La serie dedicó dos capítulos en exclusiva al Gobernador para que viéramos su viaje y su esfuerzo por ser de nuevo Brian, pero la verdad es que nunca se vio como algo en lo que él pusiera especial empeño. Parecía más bien una huida hacia delante, un intento por dejar atrás el pasado y empezar de nuevo. Pero no es posible. Los sentimientos de venganza lo consumen. El Gobernador nunca podrá dejar de ser el Gobernador.
A la vez, hemos asistido a la lenta asunción de Rick de que no puede dedicarse a la vida contemplativa, a delegar la toma de decisiones complicadas en un consejo. Su reticencia a ejercer aquella "ricktadura", su desgana por actuar, lleva a que otros, como Carol, tomen la responsabilidad de pensar y actuar por el bien de la mayoría. Necesita despertar del letargo enloquecido en el que se sumió tras la muerte de Lori, porque la situación en la que se encuentran todos no es provisional. Ha resultado curioso ver cómo la principal diferencia de "The Walking Dead" bajo su nuevo showrunner, Scott Gimple, ha sido de ritmo. La acción se ha ralentizado, se ha intentado dejar que las cosas se coloquen en su sitio para que la resolución final tenga más fuerza, y se ha hecho un esfuerzo por enfocar mejor a unos personajes cuyo dibujo nunca ha sido el fuerte de la serie. Como de costumbre, ha tenido sus altibajos, pero es un acercamiento bastante interesante, uno que pone de relieve otra vez que son las personas, los vivos, los protagonistas y los villanos de la historia. Ahora que la prisión ha quedado atrás, veremos cómo se desenvuelve todo el grupo otra vez en la carretera, y si Rick despierta definitivamente.
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