31 julio 2014

Rescates estivales

El verano para un aficionado a las series suele ser sinónimo de maratones, de ponerse al día con títulos del invierno a los que no había dado una oportunidad hasta ahora, o con clásicos que se le habían escapado. Si no nos dedicamos a ver toda la programación de ficción estival (que hay bastante), no es nada raro que optemos por esa opción del rescate de series a las que hasta ahora no habíamos prestado atención, así que nunca es mal momento para recordar algunos títulos que pueden ser buenas opciones de visionado veraniego, aparte de “Twin Peaks”. Ver aunque sean los ocho capítulos de su primera temporada, aprovechando esa edición especial en Blu-Ray por su 25º aniversario, es realmente muy interesante, y no sólo porque resultan muy importantes para comprender cómo las series actuales han llegado a ser como son.


“Black Mirror” (Channel 4. 2011, 2013): Probablemente sea de las series con mayor hype y más discutidas de los últimos tiempos, pero realmente merece la pena ver sus seis episodios, divididos en dos temporadas de tres cada una. Creada por Charlie Brooker, estamos ante una serie de antología que explora nuestra relación y dependencia de la tecnología, cómo ilumina lados de nuestro ser que pueden no ser demasiado benévolos. “The entire history of you” y “Be right back” (más “15 million merits”) son capítulos que, al menos, merecen un vistazo.


“Restless” (BBC. 2012): El verano que viene, ABC estrenará “Agent Carter”, la serie centrada en Peggy Carter y los primeros pasos de la agencia SHIELD, y su protagonista será la misma actriz que interpretó al personaje en “Capitán América: El primer vengador”, Hayley Atwell. Atwell tiene ya una carrera bastante prolongada a sus espaldas, y entre sus últimos trabajos figura esta miniserie, de dos capítulos de 90 minutos cada uno, que cuenta la historia de una refugiada rusa reclutada por la inteligencia británica durante la Segunda Guerra Mundial. Vemos tanto sus primeras actividades como su convencimiento, treinta años más tarde, de que alguien ha descubierto su identidad secreta, y termina resultando una curiosa exploración de los efectos que el secretismo y la paranoia de los espías tienen en ella.


“Bleak House” (BBC. 2005): Otra miniserie británica, pero en este caso del subgénero costume drama y, además, adaptación de un libro de Charles Dickens (y clásico entre las recomendaciones de este blog). Con Gillian Anderson a punto de estrenar la segunda temporada de “The Fall” en otoño, y llevándose todo tipo de elogios por su retrato de Blanche DuBois en “Un tranvía llamado deseo” en Londres, no está mal recuperar la producción que la devolvió al primer plano televisivo, una historia de secretos familiares, pugnas por una herencia que arruinan las vidas de los aspirantes y una mezcla de géneros realmente peculiar que engancha irremediablemente. Anderson está sensacional como la triste y reprimida Lady Deadlock, y también anda por ahí Charles Dance intimidando sin necesidad de abrir la boca. El ramillete de actores británicos que reconoceréis en sus 15 episodios de media hora (menos el primero y creo que el último, que duran una) es bastante notable.

“30 Rock” (NBC. 2006-13): Son siete temporadas, sí, pero casi mejor, porque si entras en el mundo de Liz Lemon y Jack Donaghy, no querrás salir nunca. La comedia de Tina Fey sigue a la creadora de un programa de sketches (hilarantemente bochornosos) mientras lidia con sus caprichosas estrellas, con la posibilidad de tener una vida fuera del trabajo y, sobre todo, con su jefe, Jack Donaghy, un Alec Baldwin que nunca ha estado más divertido. Es una serie hecha por gente que adora la televisión, repleta de chistes y referencias a los programas de más éxito, a la actualidad estadounidense del momento, y llena de frases que pueden citarse sin parar. “¡Nerd rage!

“Alphas” (Syfy. 2011-12): Con tanta serie de superhéroes que se avecina, este pequeño título de Syfy, que no está basado en ningún cómic (aunque su co-creador es Zak Penn, guionista de alguna que otra película de “X-Men”), puede ser una buena opción para quien busque entretenimiento. Sus protagonistas son un grupo de personas con habilidades especiales, reclutados por un psicólogo que intenta ayudarles a convivir con sus poderes y, al mismo tiempo, que buscan a otros como ellos. Durante buena parte de sus dos temporadas fue un procedimental con el “alfa de la semana”, pero al fondo teníamos una facción de superhéroes que abogaba por el exterminio de las personas normales, y sus protagonistas fueron ganando matices con el paso de los capítulos. Se preocupaba por desarrollar la relación entre el grupo principal de alfas y por desarrollarlos a ellos individualmente, y fue de las series más entretenidas y con algo más de sustancia de la fase “USA fantástica” de Syfy.

30 julio 2014

El mal de Tom Bombadil


¿Os acordáis de lo que son las “serpientes de verano”? Son esas noticias absurdas y, generalmente, poco relevantes que en los meses estivales adquieren la misma importancia que un crack bursátil simplemente porque la actualidad no está tan activa como para llenar una hora de informativos todos los días. Esos temas se convierten en la comidilla de telediarios, programas matutinos y tertulias nocturnas durante semanas, y en cuanto llega septiembre y empieza de nuevo el curso político, nadie se acuerda de ellos. En el mundillo seriéfilo también hay algunos asuntos que parecen serpientes de verano, temas que aparecen entre temporadas y que se tratan como si la serie a la que se refieren acabara de ser cancelada abruptamente. Entre ellos, el más destacado últimamente bien puede ser el de los fans tiquismiquis de libros convertidos en series.

Y no estamos hablando de lectores que se quejan de los cambios que se han hecho en el traslado de la página escrita a la pantalla, sino de los que predicen los cambios que habrá en la próxima temporada basándose en los personajes de los que no se han anunciado los actores que los interpretarán. El fandom de las novelas de “Juego de tronos” está alcanzando cotas absurdas exactamente por esa razón, ejemplificada estos últimos días por el anuncio de parte de los nuevos actores que se incorporan a la quinta entrega. Entre ellos figuran tres Serpientes de Arena, las hijas bastardas de Oberyn Martell, pero no ha habido noticias de Arianne Martell, hija mayor y heredera del príncipe Doran, gobernante de Dorne y hermano de la Víbora de Roja. No sabemos si aún no han encontrado actriz para ella, o si es que parte de su historia se la darán a otro personaje ya visto con anterioridad (como Ellaria Arena), ¿pero para qué esperar cuando pueden emitirse juicios sumarísimos ya mismo?

La ausencia de Arianne en las menciones a la quinta temporada de “Juego de tronos” ha vuelto a desenterrar las acusaciones de misoginia y ha dado alas a aquellos fans de los libros a los que sólo les falta montar un grupo de Facebook que se llame “Game of Thrones in name only”, de tan airados que están porque los Reed aparecieron en la tercera temporada, en lugar de la segunda, o porque Jeyne Westerling se transformó en Talisa, o porque aún no se ha dicho nada de si veremos aparecer al resto de la familia de Theon y Yara Greyjoy (o porque Cersei y Daenerys tienen las cejas marrones, no nos olvidemos de ese clásico). Ayer, en Twitter, James Poniewozik, crítico de la revista Time, volvía a recordar la vieja máxima de que literatura y televisión son medios diferentes, regidos por normas y códigos diferentes, y que cuando un libro se adapta a la pantalla, se van a “traicionar” a la fuerza algunos de sus aspectos que no se trasladan bien a televisión, además de que dejaba de pertenecer exclusivamente a sus lectores.

Lo decía a cuenta de un artículo de Vanity Fair que se preocupaba por otra nueva adaptación de una saga literaria con muchos fans, “Outlander”,  habiendo visto nada más que los títulos de crédito y una breve escena del piloto. Con esas dos muestras, ya era suficiente para temer que la serie no iba a ser un éxito y que se iba a quedar en un romance de leyendas celtas desvaídas. Cuando veamos el capítulo entero el 9 de agosto sabremos si realmente puede funcionar, ¿no? Pero es la cruz de esta era de información y contenido continuos a través de Internet; hay que generar temas, buzz, expectación, trending topics. Lo más fácil para ello es soliviantar a una parte de un fandom diciendo que la serie que adapta su libro favorito va a cabrearlos, y sin saber todavía si eso va a pasar. Parece que de nada sirve recordar que las series tienen que tener su identidad independiente del libro y sostenerse por sí mismas, seguir su coherencia interna y sus normas. Tom Bombadil nunca salió en las películas de “El Señor de los Anillos”, y algunos fans jamás perdonarán a Peter Jackson por ello.

29 julio 2014

Los chicos de la bomba

Durante la primera mitad de la década de 1940, el ejército estadounidense supervisó un programa armamentístico secreto llamado Proyecto Manhattan. El objetivo era construir una bomba atómica antes de que la Alemania nazi pudiera tener la suya, y utilizarla para finalizar la Segunda Guerra Mundial y evitar que los soldados norteamericanos siguieran muriendo lejos de casa. Al menos, eso era lo que se repetían los miembros más idealistas del proyecto, los que creían que estaban trabajando por la paz, pese a lo paradójico que pueda sonar. En el aspecto teórico, en los cálculos que debían determinar cómo iba a ser esa bomba, trabajaron algunos de los físicos más brillantes de la época, desde el director del proyecto, Robert Oppenheimer, a Hans Bethe (que explicó los procesos internos que hacen al sol brillar) o Richard Feynman, y gran parte de ellos estaban encerrados en Los Álamos, una ciudad militar en medio del desierto de Nuevo México.

Ese asentamiento inicial, más que ciudad, es el lugar donde transcurre “Manhattan”, la segunda serie de producción propia del canal WGN, y una que se sale por completo de la línea marcada por las brujas (mamarrachas, añadirán algunos) de “Salem”. “Manhattan” es un drama de época en la línea de “Mad Men” y “Masters of Sex” (de donde procede su creador, Sam Shaw), en el que la carrera por conseguir la bomba es lo secundario ante la exploración de esos hombres brillantes que trabajan en un proyecto que no pueden contar ni a sus esposas, y éstas se ven arrastradas con sus hijos en medio de ninguna parte, a un lugar azotado constantemente por el viento y la arena donde apenas ven a sus maridos y, cuando lo hacen, no pueden hablar con ellos casi de nada. Visto el primer episodio, las mujeres parece que van a tener tanta importancia en la serie como los hombres, formando su propio ecosistema, como quien dice, en un poblado del que hasta su existencia y ubicación es confidencial.

El tema que trata “Manhattan” es interesante y tiene potencial para ser algo bastante digno. Ese primer capítulo ya deja claras algunas pautas estilísticas de esa elegante cámara de Thomas Schlamme, veterano de las series de Aaron Sorkin y experto en seguir a los personajes atravesando los espacios en los que se desarrollan principalmente sus vidas. Estos personajes (que no son los científicos reales que trabajaron en el proyecto, excepto Oppenheimer) todavía tienen que escapar del arquetipo a partir del que nacen (el físico tan inteligente y obsesionado con su trabajo, que muy probablemente está perdiendo la cordura, o el joven y ambicioso científico que encuentra complicado reconciliar sus ideales con la realidad del trabajo que está haciendo), pero hay algunos actores interesantes detrás, como John Benjamin Hickey, Olivia Williams o Harry Lloyd (aquí mucho más Familia de la Sangre que Targaryen), y se apuntan ciertos detalles que pueden culminar en cosas que merezcan la pena.

“Manhattan” tiene un juego con el sonido bastante curioso en ese capítulo inicial, y también apunta algunas de las reticencias éticas que se planteaban tímidamente sobre la bomba, pero aunque nosotros sabemos cómo terminó todo (con el lanzamiento de sendas bombas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki el 6 y el 9 de agosto de 1945), para los personajes no es más que un futuro hipotético. Trabajan sin saber cuándo podrán tener listas las bombas, sin saber si se utilizarán y creyendo que el objetivo es derrotar a Hitler. Para algunos, seguía siendo casi más un problema teórico, y otros estaban entregados a los ideales patrióticos que reforzó el ataque a Pearl Harbor. La serie apunta a centrarse más en el coste personal de ese trabajo, pero el toque de los crisantemos mutados del jardín de Olivia Williams también puede indicar otras implicaciones. Por ahora, “Manhattan” intriga.

28 julio 2014

Hollywood en San Diego



Otro mes de julio que está a punto de marcharse, otra Comic-Con de San Diego que se termina. La de este año podría resumirse en “la burbuja de los superhéroes”, porque tanto en cine como en televisión, las adaptaciones de los cómics de estos personajes son lo que está más de moda. Y no es un espejismo creado por la saturación informativa que la convención genera durante el fin de semana en Twitter; cada anuncio de Marvel Studios sobre su plan quinquenal de películas es recogido hasta en los medios más serios (es lo que tiene que Disney sea su propietaria). Y teniendo en cuenta que suyo ha sido uno de los éxitos de taquilla del año (la secuela de “Capitán América”), no es nada raro que los periodistas especializados en Hollywood presten mucha atención a los mastodónticos anuncios que Marvel suele hacer en Comic-Con.

Porque aunque Warner/DC intentara llamar la atención con un primer vistazo a “Batman V Superman: Dawn of justice”, el multitudinario panel de la secuela de “Los Vengadores” y el primer contacto de los fans con el equipo creativo de “Ant-Man” (aunque Edgar Wright ya no esté al frente) acabó centrando toda la atención. En televisión, Marvel aún está dando sus primeros pasos (faltan muchos meses para que se vea un solo minuto tanto de “Agent Carter” como de “Daredevil”, que parece que va a ser la primera de sus series de Netflix), pero en el cine, el estudio se está mostrando tan voraz como el monstruo de las galletas. ¿Puede llegar a haber una saturación, un punto de no retorno en cuanto a las películas de superhéroes del fondo de armario de la casa? De “Guardianes de la galaxia” ya hay anunciada una secuela para 2017 (la película se estrena el viernes). ¿Podrá mantener este dominio y este ritmo, o un solo fracaso puede dar al traste con todo?

Como ya hemos comentado muchas veces, en televisión es Warner/DC quien va por delante, pero aunque su evento conjunto con “The Flash”, “Gotham”, “Arrow” y “Constantine” fue uno de los más destacados del fin de semana, cualquier serie que vaya a Comic-Con siempre va a tener complicado robarle el buzz a las dos auténticas reinas actuales de la convención: “The Walking Dead” y, sobre todo, “Juego de tronos”. En el panel de ésta última se dio, al parecer, una curiosa circunstancia; los fans de los libros se dedicaron a pedir explicaciones de los cambios que David Benioff y D.B. Weiss habían introducido en la serie, hasta el punto que Craig Ferguson, que moderaba el encuentro, llegó a preguntar si es que los fans de los libros se sentían superiores. Es probable que esa “superioridad” se acentúe aún más en las próximas temporadas.

Hubo presentaciones de películas muy esperadas como “Interstellar” y “Crimson Peak”, hubo hueco para las series de animación (que tienen mucho tirón en Comic-Con), hubo desmayos colectivos con la presencia de Benedict Cumberbatch en los paneles de “Penguins of Madagascar” y “El hobbit” y, otra vez, algunos de los paneles más curiosos no se produjeron en el centro de convenciones de San Diego si no en el estadio de los Padres de la MLB, donde volvió a instalarse Nerd HQ. Zachary Levi ha montado un buen “chiringuito” ahí.

27 julio 2014

Sorpresas te dan las series

Uno de los pequeños placeres, como quien dice, de esta afición por las series es encontrar de repente una que resulta ser mejor de lo que parecía en un principio, una pequeña revelación en medio de los títulos que llegan con gran hype desde meses antes del estreno, o a los que todo el mundo va a dar una oportunidad sólo porque se emiten en HBO. Hace unas semanas, The AV Club publicaba una lista con las mejores estrenadas en 2014, hasta ahora, series que debían haber emitido la temporada completa (o casi) para poder entrar en dicha lista. En ella estaban los sospechosos habituales, de "True Detective" a "Fargo" o "Broad City", pero también había opciones muy curiosas, como "Playing house", "Vicious" (que en su primera emisión en el Reino Unido recibió unas críticas atroces) y, aún más curiosamente, "The 100", un título de ciencia ficción, protagonizado por adolescentes, de The CW.

Es muy interesante darse cuenta de que, mientras Syfy estaba todavía en los últimos coletazos de su fase "USA con tintes fantásticos", esta cadena ha terminado convertida en el reducto en abierto de la ciencia ficción, orientada el público joven, y todavía es más curioso que algunos de sus títulos funcionen mejor que otros teóricamente más "serios" (y no hay más que echar un vistazo a "Under the dome" en CBS). "The 100" sigue a un centenar de jóvenes enviados a la Tierra casi un siglo después de que un holocausto nuclear obligara a los supervivientes a exiliarse a una estación espacial, pues las condiciones de vida en la superficie se hicieron imposibles. Esos jóvenes están encarcelados por delitos de lo más diverso, y la idea es que ellos transmitan si el planeta es de nuevo habitable, porque los sistemas de soporte vital de la estación ya están muy por encima de su fecha de caducidad.

Con esta premisa, viendo el piloto y su aire a lo "El señor de las moscas", comprobando la cadena en la que está y que buena parte del reparto son jovenzuelos de buen ver, no es extraño que muchos espectadores la descartaran pensando que no iba a aportar nada interesante. Pero lo interesante de esto es que sí lo hace. Su responsable, Jason Rothenberg, un guionista todavía muy desconocido, se acuerda de incluir triángulos románticos y chicos sin camiseta, pero también se atreve a seguir algunas de las ideas introducidas hasta sus últimas consecuencias, incluyendo una subtrama sobre la posibilidad de matar a una parte escogida de la población de la estación para que el resto pueda tener oxígeno durante dos meses más. Hay algunas cosas muy poco CW (en el sentido de la idea pre-concebida que se tiene del canal), como una protagonista femenina en general bastante coherente y no definida por su relación con un chico (aunque no se libra de ella, claro), y cuyo principal dilema es decidir si quiere ser la líder de los 100, y qué implica serlo.

Repartiendo la atención entre las dificultades que los chicos encuentran en la Tierra, y las tensiones por el poder entre los adultos de la estación, "The 100" termina debiendo mucho más a "Battlestar Galactica" y escondiendo algo bastante más oscuro bajo un envoltorio de verdes bosques, adolescentes guapos aventuras buscando refugios anti-radiación. Esa voluntad de tomarse en serio su premisa es lo que la ha convertido en una de las revelaciones del año, una que, tal vez, no habría podido ser posible en otra cadena. A veces, emitirse en The CW puede ser una bendición y una maldición.

Música de la semana: Este fin de semana ha estado marcado por la celebración de la Comic-Con de San Diego, y qué mejor de cerrarlo que con "These aren't the droids", una canción humorística y paródica que Neko Case y Kelly Hogan han escrito para "2776", un disco cómico sobre el pasado, el presente y el futuro de Estados Unidos. Este tema en concreto, con participación especial en el vídeo de Ellie Kemper, se ríe un poco de eso de que lo geek es ahora mainstream.

25 julio 2014

La cúpula del misterio

 ALERTA SPOILERS: Si alguno estáis viendo la segunda temporada, o pretendéis verla, de "Under the dome" y no habéis llegado al tercer episodio, igual preferís no leer más. Ahora, si os da igual espoilearos cosas de esta serie, adelante.

Un hachazo, un chorro de sangre y una mano ensangrentada en una taquilla. Esa imagen cierra el primer episodio de la segunda temporada de “Under the dome” (o “La cúpula”, como la emite Antena 3 en España), y puede representar perfectamente lo que está siendo esta serie en su regreso; muy obvia, buscando giros de guión que enganchen al espectador (aunque no estén justificados más que por el mero giro), y algo más dispuesta a ir a por todas. Ese “ir a por todas” significa cosas diferentes en series distintas, y para “Under the dome” quiere decir que no le va a temblar la mano a la hora de matar personajes un poco más centrales a la acción, y que va a trabajar mejor el misterio; al menos, lo ha hecho más complejo. ¿Quiere esto decir que ahora es una buena serie, con unos mejores personajes? Tampoco nos pongamos estupendos.

“Under the dome” es lo que es, un entretenimiento veraniego en el que no hay que pararse a pensar, pero parecer haberse dado cuenta de algo, y es que si no es capaz de dar profundidad a sus personajes, se va a dedicar a hacer que pasen muchas cosas en cada episodio. Confían en lograr tensión por acumulación, algo que no les acaba de funcionar, y la verdad es que la muerte de Angie que cierra ese primer episodio puede muy bien estar forzada más por la participación de Britt Robertson en “Tomorrowland”, la película supersecreta de Brad Bird y Damon Lindelof, que por otra razón. Sacude un poco la serie y le da una subtrama que impulse un poco a los adolescentes, y sirve para introducir otro misterio; el de la joven que aparece de repente en el lago, y que estaba clarísimo desde el primer momento que está muerta. En la sala de guionistas de “Under the dome” han estado haciendo maratón de “Les Revenants”.

Esa joven, que no recuerda quién es, también está conectada con la madre de Junior y el reverendo trastornado del pueblo, que parece saber mucho más sobre la cúpula (si nos fiamos de la otra revelación de la temporada, que la madre de Junior está viva y coleando). No puede ser casualidad que ella esté en el anuario del instituto de 1988 y que Barbie y Julia encuentren una foto de Pauline, el reverendo y el hermano de ella de ese mismo año. ¿Se avecina un “Sé lo que hicisteis el último verano”? ¿Cuál es la finalidad de esta chica? ¿Y quién mató de verdad a Angie? Junior, no vayas ahora de inocente, que bien que la encerraste en un búnker antirradiación porque creías que te iba a dejar. Y, además, tenemos nuevo personaje de “tía rara”, y tal vez hasta nueva villana, en esa profesora que empieza a pasar mucho tiempo con Big Jim, comiéndole la oreja con cuentos de liderazgo y de cómo hay que tomar medidas desesperadas para garantizar que alguien en Chester’s Mill puede sobrevivir. Esto ya lo ha hecho “Los 100”, y algo mejor.

“Under the dome” no va a mejorar, es como es. Sólo puede verse si se abraza su falta de sutilidad, si nos dejamos llevar por los misterios que van soltando en cada episodio, si suspendemos por completo nuestra incredulidad y si abrazamos su propuesta de entretenimiento sin demasiado sentido, pero que puede picarnos la curiosidad. Algunos personajes hasta están encontrando su papel, como Norrie, que como adolescente sarcástica que siempre pregunta las cosas más obvias, ésas que los demás pasan convenientemente por alto, hasta es divertida.

24 julio 2014

Las otras películas del verano

Los meses estivales son sinónimos para el cine de la temporada de los blockbusters. Como hace calor y la gente está de vacaciones, Hollywood cree que lo que menos les apetece es sentarse en una sala oscura (pero climatizada) y ver una película que les “haga pensar”, así que intentan atraer al público con superproducciones espectaculares que permitan pasar dos horas sin tener que prestar siquiera demasiada atención a lo que pasa en la pantalla. Es una visión muy reduccionista, cierto, pero el 80% de la oferta cinematográfica en verano se mueve por ahí. En cuanto llega mediados de abril, los estudios empiezan a lanzar la artillería pesada, sus secuelas de pasados éxitos, películas de superhéroes y comedias tirando a tontorronas.

Lo curioso es que, en los últimos dos años, funcionan mejor las películas estrenadas al principio de la temporada estival (en abril y mayo, cuando aún estamos en primavera) que las que llegan a partir de junio, y la taquilla estadounidense presenta una tendencia a la baja este año. Lo poco que se ha salvado de la debacle ha sido “X-Men: Días del futuro pasado”, “Maléfica” y uno de los sleepers del verano, “Bajo la misma estrella”, que en realidad sólo es un sleeper si únicamente se presta atención a la audiencia masculina y adolescente. Hollywood parece haber redescubierto este año que las cintas dirigidas al público femenino pueden funcionar igual de bien. Pero esa cinta venía ya avalada por los fans del libro de John Green y por esa ola de adaptaciones young adult; los verdaderos sleepers son esas películas independientes que encuentran su público en verano.

Es una táctica particular que algunos distribuidores llevan ya un tiempo poniendo en marcha; estrenan sus títulos en verano (en julio, por ejemplo), confiando en que llamarán la atención de los espectadores adultos que no tienen ganas de ir a ver “Transformers: La era de la extinción”, y escapando de los estrenos con posibilidades de Oscar que empiezan a llegar ya en septiembre. Woody Allen lleva siguiendo está táctica ya varios años, y con “Midnight in Paris” no pudo irle mejor. Mientras “Mil maneras de morder el polvo” ha sido un fracaso, “Boyhood” está repitiendo el éxito de “El Gran Hotel Budapest”, al menos inicialmente. Con una calificación R, según Box Office Mojo, la cinta de Richard Linklater experimentó una ganancia del 200% en su segunda semana en cartel, y el pasado fin de semana fue la 15ª más vista en Estados Unidos. Por constraste, “Sex tape”, la comedia con Jason Segel y Cameron Diaz, se quedó la cuarta ese mismo fin de semana, que era el de su estreno, lo que no augura nada bueno para ella.

El éxito en el circuito independiente de “Boyhood” puede posicionarla bien de cara a los próximos Oscar, aunque las previsiones pueden cambiar en cuanto se empiecen a ver las películas que se presentarán en los festivales de Telluride y Toronto, pero su buena acogida en taquilla confirma la táctica de algunas de esas distribuidoras alejadas del juego de los taquillazos, que saben que no sólo los adolescentes van al cine en verano, y que películas un poco más complicadas, como quien dice, pueden funcionar casi mejor en julio que en noviembre. El estío ha dejado históricamente algunos sleepers bastante notables en Estados Unidos, de “Ghost” a “District 9” o “Bridesmaids”, y hasta algunas ganadoras de Oscars como “Crash”.

23 julio 2014

Abajo con los audímetros

El modo en el que se miden las audiencias en Estados Unidos lleva bastante tiempo puesto en cuestión. A todo el mundo se le llena la boca hablando de nuevas plataformas de contenido, de la irrupción de Netflix y de los cambios en los hábitos de consumo de programas de los espectadores, pero los éxitos y fracasos siguen midiéndose a través de las audiencias dadas al día siguiente, y obtenidas extrapolando los datos de una pequeña muestra representativa de familias con un audímetro en casa. El panorama empezó a cambiar durante la huelga de guionistas de 2007/08, cuando se notó una caída muy notable de espectadores en las series que volvieron a emitirse después. La televisión perdió pares de ojos que ya no recuperó, y que probablemente empezaron a derivarse hacia Netflix y otros servicios similares que les permitían ver lo que quisieran cuando quisieran, y las cadenas empezaron poco a poco a prestar atención a esas nuevas formas de consumo, buscando el modo de monetizarlas (es decir, de vendérselas a los anunciantes, que es de donde sacan sus ingresos).

El panorama ha tardado bastante en moverse, pero desde hace un par de años, está haciéndolo con bastante fuerza. Los canales integran en sus datos de audiencias no sólo las del mismo día, sino las de los visionados en diferido de hasta siete días más tarde (los famosos Live+3 y Live+7 que salpican tantas noticias sobre series), hay listados de lo más visto y de lo más grabado (que no siempre coinciden) y las descargas legales y los visionados en las webs de las cadenas han cobrado igualmente más importancia de la que tenían hace cuatro años. El asunto culminó en la última gira de la TCA (la Asociación de Críticos de Televisión de Estados Unidos), cuando FX anunció que iba a dejar de hacer públicos los datos de audiencias del mismo día de la emisión, y que sólo iba a anunciar los Live+3 en adelante. Para ellos, esos reflejan más acertadamente la audiencia total de un programa, pues recogen la cada vez más acusada tendencia de no ver los capítulos en el momento de su emisión.

En Vulture, por ejemplo, analizaban hace muy poco las audiencias de “Under the dome”, el éxito veraniego de la CBS, que en su segunda temporada han experimentado un notable descenso. Del primer episodio al cuarto, han pasado de 9,4 millones a 6,8, un 40% menos que la que tuvo el cuarto capítulo de la primera temporada. Sin embargo, eso sólo son los ratings del mismo día.  El 2x01 subió hasta los 14 millones al contar la audiencia Live+7, y teniendo en cuenta el lucrativo acuerdo que CBS firmó con Amazon para la repetición de episodios, y las ventas internacionales, es más que suficiente para seguir considerando la serie un éxito (por ahora, al menos). Las cadenas de cable también dan cifras de audiencia acumuladas cuando una serie acaba su temporada, en las que se suman todos los pases que cada capítulo ha tenido. Así es como “Juego de tronos” tuvo una audiencia media acumulada superior a los 18 millones de espectadores, o “Downton Abbey” superó en PBS los veinte.

La medición de espectadores sólo teniendo en cuenta cuántos de ellos sintonizan un programa el día de su primera emisión se ha quedado anticuada. Aunque siga siendo el método principal para conseguir inversiones publicitarias, la rentabilidad de la serie se mide ya por otros factores. El modelo de negocio de The CW, que puede mantener en antena títulos con audiencias mínimas porque los producen alguno de los dos estudios propietarios de la cadena y, por tanto, los rentabilizan por otro lado, bien puede ser un ejemplo de este nuevo panorama televisivo. Ahora casi se da más importancia a las cifras del Live+3 que a las tradicionales, y todo el mundo intenta diversificar las maneras en las que se puede hacer dinero de una serie (antes de que llegue a la sindicación, por lo menos). La era de los audímetros está llegando a su final.

22 julio 2014

Demasiado drama


La serialización no siempre es una buena idea. Que un procedimental decida marcarse un arco continuado de seis episodios, en los que los policías protagonistas persigan a un asesino que les toca muy de cerca, no tiene por qué elevar automáticamente el interés de la serie. Hay títulos que llevan mejor esos arcos, y títulos que los llevan peor. La subtrama de Gormogón en la tercera temporada de “Bones” puede ser un buen ejemplo, o los múltiples asesinos en serie que han tenido a partir de la séptima entrega, o así. Una serie cuyo fuerte es la ligereza autoconclusiva no siempre es capaz de manejar bien el salto a una serialización que acarrea inevitablemente un drama mucho más serio, tal vez hasta demasiado serio. Las temporadas sexta y séptima de “The Closer” sufrían igualmente de este problema, y estamos viéndolo otra vez en acción en la tercera entrega de “Longmire”.

El título policial de A&E ha sido una serie “de casos” de manual desde el principio, con el sheriff y sus ayudantes resolviendo diferentes asuntos por el condado de Absaroka (Wyoming). Esos asuntos podían ser bastante serios (casi todo lo relacionado con la reserva india lo acaba siendo), pero el elemento melodramático, como si dijéramos, estaba controlado. Una frase en el momento inapropiado de Ferg o una mirada acusadora de Vic servían para rebajarlo. Sin embargo, “Longmire” siempre ha tenido una subtrama serializada de fondo que es algo así como su propia mitología; la muerte de la mujer de Walt. Conforme pasan los capítulos vamos sabiendo más cosas de aquel momento, hasta que en la segunda temporada descubrimos que no ocurrió como el sheriff pensaba. Las cosas se complican enormemente porque realmente es un asunto con muchas ramificaciones y porque la costumbre de Longmire de actuar por su cuenta, sin contar con nadie más, termina afectando a su círculo más cercano.

En aquellos capítulos ya se apreciaba que la serie tiende a cargar demasiado las tintas cuando se pone seria. La subtrama sobre ese pasado de Vic que vuelve para hacerle daño, por ejemplo, camina constantemente por una línea muy fina entre lo interesante y lo maridrama, como quien dice, y muchas veces cae más del último lado (lo que es una pena, porque permite a Katee Sackhoff hacer algo más que lanzarle puyas a Walt). Pero la cosa ha terminado por desbordarse en la tercera temporada, en la que Hunt Coveny y John Baldwin han decidido que sea la investigación alrededor de la mujer del sheriff, y sus daños colaterales, lo que impulse todos los episodios. Como estrategia, no es mala; es algo muy importante para Longmire, algo en lo que por fin acepta que más gente le ayude, así que centrar más la entrega en esa trama es un cambio de ritmo interesante. Sin embargo, hay demasiadas otras tramas muy dramáticas ocurriendo al mismo tiempo, desde lo que aún colea de Vic y la nueva obsesión de Branch (que apunta a que no va a acabar bien).

El drama muy serio no se le acaba de dar bien a “Longmire”, que cae en la misma trampa que “Castle” al crear conspiraciones alrededor de los traumas de sus protagonistas. Es un tropiezo habitual en los procedimentales, en los que muy pocos logran manejar el salto a la serialización de un modo que sea interesante para el espectador y que revele nuevas facetas de los personajes. Eso sí, la relación entre Vic y Walt ha adquirido bastante más peso, aunque en ese modo sobrio característico del sheriff, y lo que sí es cierto es que están adquiriendo mucha más confianza en la dirección de los capítulos, y que menos Branch (que siempre ha sido demasiado intenso), realmente la oficina del sheriff es muy entretenida de ver en acción.

21 julio 2014

La convención de San Diego

Con cada año que pasa, Comic-Con confirma que, más que las películas, son las series las que atraen a más gente. No es que los paneles que anuncian los próximos proyectos de Marvel y DC no interesen al público (seguro que el de “Avengers: Age of Ultron” es de los más populares del evento), pero todos los veranos se repite la misma cantinela de cadenas llevando a todas las series que encajan en Comic-Con (incluso aunque sea muy tangencialmente, tipo “Glee”) y, por el otro lado, estudios de Hollywood dejando algunos de sus grandes títulos en casa. El año pasado, por ejemplo, Warner prefirió guardarse la segunda parte de “El hobbit”, y la tercera compartirá panel la semana que viene con “Jupiter ascending” y otros títulos, en lugar de tener un evento para ella sola.

En el lado televisivo, sin embargo, todos los pilotos de género pasarán por San Diego, y los pases de algunos de ellos servirán para dar el chupinazo a la convención el miércoles por la noche. Ya hemos señalado otras veces que, en el aspecto de la fidelización de los fans y de crear una comunidad de seguidores que vuelve a ellas año tras año, las series se parecen bastante a los cómics. Los fans de “The vampire diaries” pueden ser mucho más numerosos y más ruidosos en ese evento que los de la película de “Los Vengadores”. Las estrellas televisivas han ido ganando presencia y relevancia en Comic-Con en los últimos años, hasta el punto de que, para Warner/DC, “Arrow” puede resultar tan importante allí como un adelanto de la próxima “Batman v Superman: Dawn of justice”.

Para que os hagáis una idea no sólo de la cantidad, sino de la enorme variedad de series y programas de televisión que van a la convención, sólo el jueves 24 habrá paneles de “24: Live another day”, “Under the dome”,  la nueva “Dig”, “Scorpion”, “Legends”, “Reign” (sí, habéis leído bien), “The last ship”, “Community”, “Outlander”, “Teen Wolf”, “Hannibal”,  “Witches of East End”, “Penny Dreaful” y “Children’s Hospital”. A esto hay que añadir que Hall H, la sala más grande de la convención, dedicada habitualmente a las grandes películas, lleva un par de años albergando paneles televisivos, con “The Walking Dead” y “Juego de tronos” a la cabeza. Warner, que es de los estudios más activos en San Diego, va a dedicar una presentación entera a “The Flash”, “Constantine”, “Gotham” y la nueva temporada de “Arrow”, y el domingo seguirá siendo el día más dominado por la tele, porque los estudios de Hollywood ya se marcharon de la ciudad el sábado por la noche.

Incluso sin ir a San Diego, siguiéndolo desde casa a través de Internet, los cuatro días de Comic-Con están llenos de cosas interesante, divertidas y curiosas. Allí, el gran público podrá ver por primera vez si el hype alrededor de “Gotham”, por ejemplo, está justificado, y Marvel podrá enseñar por fin algo de “Agent Carter”, previsiblemente. Los periodistas estadounidenses solían quejarse de que, como la gira veraniega de la TCA tiene lugar más o menos por las mismas fechas, Comic-Con les “robaba” bastantes historias o exclusivas, o que para cuando guionistas y actores llegaban a ellos, ya estaban cansados de repetir las mismas cosas. Para el aficionado a las series, Comic-Con es uno de los grandes momentos del verano, el mayor hasta que se entregan los Emmy, y una manera de ir preparándose para la próxima temporada.

20 julio 2014

Noche de juegos

Los concursos con famosos son un subgénero más complicado de sacar adelante de lo que parece. En España estamos acostumbrados al giro Telecinco, como quien dice; utilizar un concurso, a ser posible un reality show, que ponga a los participantes en alguna situación extrema y, simplemente, sueltan ahí a famosos, aunque sean de tres al cuarto. "Supervivientes", "La granja", "Hotel Glam", hasta una especie de "Hell's kitchen"; ninguno de ellos merece la pena para las cadenas españolas a no ser que Paquirrín (perdón, Kiko Rivera), María Patiño, Karmele Marchante y Alessandro Lecquio participen en él. Fuera de nuestras fronteras también hay casos así, como ese "I'm a celebrity... Get me out of here!" de la británica ITV, pero generalmente, se busca que los realities o concursos con famosos saquen partido exactamente a eso, a que son famosos, a que si vas a ver el programa, es porque sus concursantes son actores de Hollywood, por ejemplo.

Porque, ¿quién querría ver a seis amigos de Los Ángeles a los que no conoce nadie, con trabajos normales y corrientes, jugando a adivinar qué canción es ésa que están tarareando sólo con la palabra "doo"? Pero si esos "amigos" son famosos, la cosa cambia. Ése es el esquema de "Hollywood Game Night", un programa-concurso que NBC estrenó el verano pasado y que acabó funcionando tan bien, que regresó para esta midseason. Creado por Sean Hayes, la mecánica del concurso es muy sencilla; los seis famosos se dividen en dos equipos, cada uno capitaneado por un concursante anónimo que compite para ganar 25.000 dólares, y juegan a diversos juegos similares a los que podrían jugar las familias estadounidenses que organicen noches de juegos con su familia, o con sus amigos. Es muy fácil y, realmente, en principio no debería funcionar, pero lo cierto es que lo hace.

El truco está en tener a unos participantes dispuestos a pasarlo bien y comprometidos con el hecho de que, tal vez, en alguna que otra ocasión van a hacer el ridículo si no adivinan que esa foto distorsionada es la de Macauley Culkin saliendo de una discoteca en París. Los concursantes pueden beber, así que ya tenemos parte de la diversión al ver, por ejemplo, a Julie Bowen dándolo absolutamente todo, o descubriendo que Michael Chiklis, en el fondo, es muchísimo menos intenso que Vic Mackey y le gusta hacer chistes malos. Además, la presentadora, Jane Lynch, está totalmente en su papel, llevando el programa con ritmo y mejorando cualquier broma que le escriban los guionistas sólo por el giro especial que les da al leerlas.

"Hollywood Game Night" es un espacio ligero, sin ninguna pretensión, y en la que el buen rollo que llevan quienes participan en él suele notarse cuando se ve. Se puede jugar en casa, y lo único que se necesita es participantes que no tengan ningún sentido del ridículo y no se tomen demasiado en serio a sí mismos. Ése es el truco para hacer un programa con famosos que resulte entretenido y que funcione.

Música de la semana: El salto de un lado al otro de la frontera entre Estados Unidos y México que hace "The Bridge" queda muy claro en las canciones que suenan en los capítulos. En el primer episodio de la segunda temporada, por ejemplo, la policía de Chihuaha hace una redada en una casa en la que suena "Patada", de un trío multicultural de Texas llamado Master Blaster Sound System.

18 julio 2014

¿Cuándo mejora esta serie?

Es una de las frases más habituales cada vez que alguien empieza a ver una serie que le hemos recomendado, o se anima con alguna de las que más se discuten por Twitter. No es extraño que, después de haber visto los dos o tres primeros episodios, aparezca ea pregunta, ¿cuándo empieza a mejorar?, indicando que lo que se ha visto hasta ahora no les termina de convencer, pero que están dispuestos a continuar si quienes han seguido con ella les aseguran que, para el capítulo 10, aparecerá por fin la gran serie de la que todo el mundo habla. No es nada extraño que pase algo así; todos somos conscientes de que las series van "inventándose" sobre la marcha, que sus responsables van haciendo ajustes dependiendo de lo que ven que funciona mejor o lo que, de repente, no cuaja, y es algo bastante común en las comedias. Ahí está "Parks and recreation", por ejemplo; no comenzó a ser la serie que es ahora hasta la segunda temporada, y sus responsables necesitaron los ocho capítulos iniciales para darse cuenta de que, como supuesto spinoff de "The Office", no funcionaba.

También tenemos el caso de "Fringe", que arrancó siendo un procedimental de ciencia ficción con cierta mitología de fondo, sin que terminaran de encajar todas sus piezas y donde sólo Walter Bishop era realmente interesante. Pero, para la mitad final de esa primera entrega, esa mitología fue permeando más y más el tejido de la serie, y ésta fue adquiriendo más confianza en sí misma hasta para contar casos de la semana entretenidos y que aportaran algo a los personajes, al menos. Sin embargo, hay otras series que son así desde el principio, que lo tienen todo muy claro desde que empieza su piloto, y que lo único que hacen con el paso de las temporadas es evolucionar, crecer, dar más cancha a los aspectos que resultan mejor y, de vez en cuando, sacudir un poco su status quo para que el público no se aburra. "The good wife" es uno de esos ejemplos. Ya viene plenamente formada desde el piloto y no "mejora", no en el sentido que se le da cuando se hace esa pregunta.

Sus primeros capítulos no están buscando la identidad de la serie, no hay un protagonista central que lleve todo el peso de la historia mientras el resto de la serie tiene aún que ponerse a su altura, como pasa con los capítulos iniciales de "Life". "The good wife" sabe desde el principio lo que está haciendo y lo que quiere contar, y lo que ocurre es que va creciendo al mismo tiempo que lo hace Alicia Florrick. Al fin y al cabo, sus creadores, Robert y Michelle King, dicen siempre que la serie podría llevar el subtítulo de "la educación de Alicia". En estos casos, si los cuatro o cinco primeros episodios no nos gustan, lo más probable es que ello no vaya a cambiar cuando lleguemos al 20. Y en la misma situación está "Verónica Mars", otro título que mucha gente empezó a ver el año pasado, cuando se anunció el rodaje de su película, y que también suscitaba esa cuestión de si mejoraba, y cuándo lo hacía. El piloto ya anuncia qué tipo de serie va a ser y cómo es su protagonista principal, no es que Verónica necesite seis capítulos para ser el personaje el que todos sus fans se enamoraron sin remedio.

Esta pregunta aún tiene menos sentido cuando se aplica a títulos de HBO, títulos que renuncian conscientemente a la costumbre de presentarnos a los personajes y los elementos básicos en el primer capítulo. "The Wire" o "Deadwood" nos sueltan en medio de la situación, con la historia ya en marcha, y deja que seamos nosotros los que vayamos atando cabos. No es que "mejoren", sino que nosotros nos familiarizamos con ellas y sabemos qué esperar.

17 julio 2014

El secreto de la astronauta

Que cada vez hay más actores y, en concreto, actrices principalmente cinematográficas que se pasan a la televisión se ha vuelto tan común, que casi ya ni sorprende. Desde que Glenn Close se animó a ponerse el uniforme de la policía de Los Ángeles en la cuarta temporada de “The Shield”, las mujeres de Hollywood han ido fijándose más en las series conforme veían que Hollywood apenas tenía papeles para ellas que no fueran de mera comparsa del protagonista masculino principal. En el cine independiente no hay hueco para todo el mundo, así que no es extraño que las mujeres por encima de los 40 hayan encontrado su refugio en la tele. Y esto ya era así antes de “Mujeres desesperads” o “Weeds”. En las soap operas de prime time de los 80, los personajes más relevantes eran los malos, y éstos tendían ser siempre mujeres (y casi siempre, veteranas de Hollywood, de Jane Wyman a Joan Collins).

La tendencia es ya tan acusada, que Grantland publicó no hace mucho la segunda parte de un artículo en el que determinaban si Halle Berry, Clive Owen o John Malkovich habían acabado en televisión demasiado pronto, demasiado tarde o justo a tiempo. En el caso de Berry, se inclinaban por la última opción porque “Extant”, la serie veraniega de CBS que protagoniza, está hecha para aprovechar su cualidad de estrella (aquí sé que habrá quien disienta conmigo, pero considerémosla así aunque sólo sea por su Oscar por “Monster’s ball”). La gran protagonista es ella, su personaje es el eje del misterio que la serie va a ir desenredando poco a poco (muy poco a poco, si el ritmo del piloto es indicativo de algo) y le ofrece mayor variedad de matices que cualquier papel que le hayan ofrecido en el cine en los últimos años. La carrera de Berry cayó presa de esa maldición post-Oscar que sobreviene a algunos ganadores (buscad su discurso de “aceptación” del Razzie que se llevó por “Catwoman”), así que no está mal intentar revivirla, o continuarla, a través de una producción estival de Steven Spielberg en la que ella es la gran estrella.

“Extant” tampoco está mal. Todo depende de hacia dónde vaya la historia más adelante, pero los secretos que rodean la misión de Molly en la estación espacial privada, y los trabajos de su marido con ese niño androide muy a lo “Inteligencia artificial” pueden, al menos, despertar la curiosidad para que veamos más episodios. El futuro próximo en el que está ambientada está bastante bien construido, un poco al estilo de la ambientación ochentera de “The Americans”, o del futuro que veíamos en “Almost human”. No hace falta que “Extant” grite cada dos por tres que es ciencia ficción; las pantallas táctiles y los coches sin conductor ya nos lo están indicando sin necesidad de pasar al primer plano. Es cierto que, como apuntan también varios críticos, su punto de partida no es en absoluto original, pues parece estar tomando prestadas cosas de “Solaris”, “La semilla del diablo” y, a veces, el marido de Molly suena como Daniel Graystone de “Caprica”, pero con ese toque contemporáneo de que los malvados ahora trabajan para grandes corporaciones, en lugar de para el gobierno.

Halle Berry es un buen centro para “Extant”, y su llegada a CBS puede ser un interesante preludio al otoño, cuando Viola Davis haga lo propio en ABC con “How to get away with murder”, la nueva arma de Shonda Rhimes en su conquista total de la parrilla de las networks americanas. Antes de estar nominada al Oscar, Davis se había ganado la vida en televisión (era una agente del FBI en la muy breve y malograda “Traveler”, por ejemplo), y el éxito en el cine que parecía que podía darle “Criadas y señoras” no ha terminado de materializarse. Da la sensación de que Hollywood no sabe qué hacer con ella, aparte de darle secundarios de gente con poder, y con muy poco que hacer en la película, como el de “El juego de Ender”, así que no es nada extraño que Davis haya decidido regresar a televisión, a una serie en la que su personaje pinta más que buena parte de los que ha hecho hasta ahora en el cine.

16 julio 2014

Todo lo que está mal con los trailers honestos



Desde hace algún tiempo, algunos de los vídeos más populares en YouTube son los Honest Trailers o la serie Everything wrong with. Ambos se dedican a desmontar películas o series muy valoradas por los críticos, o que han tenido mucho éxito y que, tal vez, están un poco sobredimensionadas y hacen un poco de humor con ello. Especialmente, los Honest Trailers pueden resultar bastante certeros a la hora de hacernos ver que determinados títulos no son tan maravillosos como parecen, o simplemente para hacer unos cuantos chistes más a costa de blockbusters poco inspirados (la saga “Transformers” es una mina). Al mismo tiempo, la voracidad de los medios digitales para encontrar noticias (cualquiera) que mantengan actualizadas sus páginas durante 24 horas, constantemente, ha hecho que cualquier tontería, vídeo mono de gatitos o falsificación aceptablemente hecha reciba el tratamiento de una información seria y se convierta en viral. ¿A quién le importa que, en el fondo, esa historia sea mentira, o esté tergiversada, si la web que la ha colgado rompe su récord de visitas mensuales en un día?

Dejando de lado la crítica hacia el estado actual del periodismo que podría hacerse aquí, lo que esos Honest Trailers y Everything wrong with están reafirmando es la popularidad de la defenestración como forma de crítica y comentario hacia obras audiovisuales. Es un poco la evolución natural del “no es para tanto”, de la reacción que suele acarrear que nos llegue una serie o una película acompañadas de un enorme hype crítico, o de multitud de nominaciones a los Oscar (como si recibir trece candidaturas te convierta en favorito por encima de alguien que tiene las seis de verdad importantes). Si todo el mundo dice que esta serie es buenísima, la vemos ya con las defensas altas, listos para rebatir con un “pues no sé qué le han visto los americanos a la primera temporada de “Mad Men”, me parece un culebrón”. Ya los comentarios inmediatos en las redes sociales oscilan, como hemos comentado muchas veces, entre el amor incondicional y el odio desmedido, como si no existiera ninguna otra posibilidad, como si fuéramos los hinchas de los Cavaliers en 2010, cuando LeBron James se fue a Miami, o la semana pasada, cuando anunció que volvía a Cleveland.

¿Qué aporta un vídeo de tres minutos que te dice todo lo que han hecho mal en el piloto de “The Flash”? Evidentemente, no es más que un divertimento, pero justo eso, que no es más que una manera de pasar el rato, tendemos a obviarlo convenientemente. Incluso los creadores de Everything wrong with, la web Cinema Sins, ya dejan claro ese propósito y apuntan que una cosa no tiene necesariamente que ver con la calidad de la película o la serie. Se puede hacer crítica de muchas maneras, pero la tendencia de quedarse sólo con lo negativo aporta más bien poco. Algo similar pasa con esos artículos sobre “cómo arreglar esta serie” que aparecen cuando algún estreno televisivo del otoño da la sensación de ir dando tumbos, de no saber cómo desarrollar lo presentado en su piloto. La mitad de las veces, esas listas de cosas a solucionar no son más que nuestros gustos personales, no una plantilla que garantiza que la serie será mejor, o tendrá éxito, si la sigue al pie de la letra.

Al final, lo único que queda es un montón de gente apuntando en su iPad todos los fallos que creen que tiene determinada serie, por ejemplo, listos para lanzárselos a la cara en cuanto alguien ose decir que está bien. Estamos todos agazapados  a la espera del momento en el que, por ejemplo, “Mad Men” tenga un desliz. Entonces, la derribamos de su pedestal con la misma rapidez con la que fue encumbrada. El esnobismo está muy de moda.

15 julio 2014

La ciencia de la intimidad

ALERTA SPOILERS: Sólo por si acaso, he de avisar de que van a contarse algunas cosas del primer episodio de la segunda temporada de "Masters of Sex". Creo que, como "Mad Men", es una serie bastante resistente a los spoilers, pero avisados quedáis.

“Cuando una fuerza irresistible como tú se encuentra con un viejo objeto inamovible como yo”. Ese verso inicial de “Something’s gotta give”, una de las canciones más conocidas del compositor Johnny Mercer, es una expresión muy extendida en la cultura popular estadounidense, o lo era, y desde luego puede aplicarse perfectamente al arranque de la segunda temporada de “Masters of Sex”, la serie de Showtime que dramatiza la vida y obra de William Masters y Virginia Johnson, pioneros en la investigación científica sobre el sexo. La primera temporada sirvió para presentarnos no sólo a los personajes, sino al estudio de Masters, ese estudio que prácticamente es lo único que le importa en la vida, y asistimos también a como la fuerza irresistible que es Virginia mueve poco a poco la roca que es Masters. Él es hermético, con un don de gentes más bien escaso y está aterrorizado ante la posibilidad de que su esposa pueda quedarse embarazada, pero el soplo de aire fresco que representa Ginnie le va a obligar a replantearse algunas cosas.

 Y no sólo porque pasen de acostarse juntos por el bien de la ciencia, bajo las asépticas luces del hospital y con el cuerpo lleno de electrodos y cables, a hacerlo en un momento de vulnerabilidad emocional, en la oscuridad del dormitorio de Virginia y en plena noche de tormenta. No hace falta saber con antelación hacia dónde se encaminarán sus vidas para darse cuenta de que ambos se sienten atraídos el uno por el otro, pero se dedican a buscar peregrinas excusas para no tener que reconocerlo abiertamente. Esa conversación al final del episodio sobre por qué no están teniendo una aventura es muy representativa del autoengaño en el que ambos viven, y de lo que realmente desean de esa relación. Y lo más divertido de todo es que hacen DTR (“define the relationship”, que diría Tamara de “Awkward”) en el hall de un hotel a media hora de St. Louis, un hotel en el que piden una habitación bajo la falsa identidad de un matrimonio.

Johnson y Masters son fascinantes de ver juntos. Lo eran cuando se trataban con distancia profesional (incluso cuando participaban en el estudio) y seguro que van a serlo aún más ahora que su relación se ha trasladado al terreno íntimo. ¿Hasta cuándo podrán seguir diciendo que acostarse clandestinamente en hoteles de Illinois forma parte también de su investigación científica? De todos modos, el arranque de la segunda entrega apenas mueve las piezas lo suficiente para despachar a los personajes de la primera temporada que ya no veremos más, y para presentarnos a los que serán los jefes y compañeros de Masters a partir de ahora. Eso quiere decir que no vamos a volver a sufrir con la familia Scully, pero Barton y Margaret ya se encargan de encogernos otra vez el corazón antes de desaparecer de la serie, al menos de momento. Y lo mismo hace la doctora DePaul, que continúa siendo un gran personaje en sí misma, y no sólo por su interacción con Virginia.

“Masters of Sex” regresa hasta con una dirección más segura y hasta más “The Good Wife”, como si dijéramos, algo que queda ejemplificado en ese plano de Masters de pie ante el pasillo que lleva a la habitación de su hijo. Hasta los toques de humor están integrados de la misma manera fluida (el doctor Langham nunca falla en ese aspecto), y lo que todavía se acentúa más es la importancia que las mujeres tienen en esta historia. A finales de los 50 estaban todavía muy sometidas a las normas de la sociedad y a sus maridos, pero Libby, Jane, Virginia, Lillian DePaul y hasta Betty, casada ahora con el Rey de los Pretzels, son en realidad el motor de la serie, no sólo su corazón, sino también su cerebro.

P.D.: Es curioso que “Masters of Sex” se haya convertido casi en una cantera para proyectos que veremos esta temporada, o que empezaron el pasado otoño, lo que tiene la culpa de que haya una amplia rotación de secundarios. Allison Janney y Beau Bridges tienen  sus comedias en CBS (“Mom” y “The Millers”), Nicholas D’Agosto tenía el piloto fallido de “How I met your dad”, Rose McIver estará en “iZombie”, Julianne Nicholson aparece igualmente en "The red road" y Heléne Yorke está en la versión musical de “Balas sobre Broadway” en Nueva York. Al menos, Broadway devuelve a Annaleigh Ashford, que el año pasado estuvo nominada a un Tony a la mejor secundaria por “Kinky Boots”.

14 julio 2014

La turbulenta muerte de una serie

Esta mañana, en el programa “Hoy empieza todo” de Radio 3, han dedicado un pequeño espacio a hablar de series canceladas que, sin embargo, han conseguido aguantar muy bien el paso del tiempo, ganando un buen número de fieles después de su cancelación y convirtiéndose al final en verdaderos títulos de culto. Además de repasar algunos de esos títulos, como “Freaks & Geeks”, lo que se apuntó también en el programa es que no todas esas series fueron canceladas y ya. Algunas vivieron una azarosa “vida después de la muerte” hasta que sus responsables, o su estudio, se convenció de que, realmente, eral el momento de tirar la toalla y declararlas finalizadas. No todas son “Community”, por cuya supervivencia Sony ha llegado a extremos tales, que ha terminado encontrándole acomodo en Yahoo! después de que la NBC la cancelara esta primavera.

Los rumores de cambio de cadena son los más habituales. Los fans de “Firefly” se preguntaron en su momento por qué Syfy no se quedaba con ella después de su fin en FOX, pero no todas las series pueden ser “Stargate SG-1”, que acabó en esa cadena después de haber empezado a emitirse, entre todos los canales, en Showtime. El paso de una serie en abierto al cable básico no es nada fácil simplemente desde un punto de vista presupuestario; Syfy no puede gastar el mismo dinero que FOX. Cuando “Southland” encontró un segundo hogar en TNT, después de una rocambolesca cancelación por parte de NBC, tuvo que deshacerse de gran parte de su reparto y encontrar el modo de abaratar costes, algo que centró más la serie y que, para no pocos fans, contribuyó a elevar su calidad, de paso. La mudanza/resurrección de “Friday Night Lights” a cargo de DirecTV, compartiendo gastos y emisión con NBC, llegó sólo porque esa serie no era tan cara de producir. Y “Medium” se pasó de la cadena del pavo a CBS solamente porque la segunda era la encargada de producirla.

Lo más habitual, sin embargo, es que el canal decida soltar lastre y cancelar la serie, que sus responsables aseguren que van a buscarle otro hogar, que surjan rumores sobre DirecTV, Amazon o Netflix como posibles salvadores, y que dichos rumores queden en nada, con lo que la serie sigue estando igual de cancelada que en los upfronts de su anterior cadena. Por cada “Buffy, la cazavampiros” que se va de The WB a UPN, hay tres “Dollhouse” a las que otras cadenas no le ven sentido acercarse si FOX no ha querido seguir con ella. Todo depende de si se considera que la recuperación tiene sentido desde el punto de vista del negocio, y pocas veces lo hace. Es verdad, no obstante, que el nuevo panorama de las plataformas en streaming ha alterado en parte este panorama. Todas quieren tener su propio contenido original para atraer nuevos clientes, animadas por el éxito de Netflix, y en ocasiones les da igual que ese contenido venga reciclado, en lugar de ser una creación enteramente original.

Con la sexta temporada de “Community”, Yahoo! no sólo llama la atención de su fiel comunidad de fans, por muy pequeña que sea, sino que va probándose en el juego de las series antes de animarse a desarrollar sus propios proyectos. Netflix puede resucitar “The Killing” y darle una última temporada exclusivamente en su sitio (tras haber compartido la tercera con AMC) porque ve posibilidades de negocio en las ventas internacionales y porque, probablemente, las otras entregas habrán funcionado lo suficientemente bien entre sus suscriptores como para darle a Veena Sud y los suyos seis episodios adicionales para terminar la historia de Linden y Holder. “Star Trek” también fue cancelada por CBS al final de su tercera temporada, sólo para convertirse al cabo de unos años en, tal vez, la mayor serie de culto de la historia, pero necesitan darse las condiciones adecuadas en el momento propicio para que esto ocurra. Que una serie cancelada tenga una segunda vida puede ser tan complicado como encontrar pruebas irrefutables y definitivas de que un planeta extrasolar posee formas de vida.

Música de la semana:  Con un día de retraso, la selección musical de esta semana va a ser una de las nominaciones al Emmy más peculiares, la de "Sons of Anarchy" a la mejor canción original por "Day is gone", que Noah Gundersen and The Forest Rangers interpretan al final de la sexta temporada. Kurt Sutter está entre los nominados aquí por su aportación en la letra.

10 julio 2014

El Emmy viste el naranja


A los Emmy no les gusta la ciencia ficción y, una vez que te caes de los nominados, es muy complicado regresar a ellos. Esas dos características del funcionamiento de los Emmy son las más repetidas después de que se anunciaran las candidaturas a la 66º edición de estos premios, que Carson Daly y Mindy Kaling leyeron este mediodía. Y son las más repetidas para explicar por qué Tatiana Maslany ha vuelto a quedarse fuera de las nominadas a mejor actriz de drama (¿Una serie sobre clones? Para los Emmy, es como si la emitieran en Corea del Sur) y por qué, a pesar de haber tenido una temporada sensacional y que ha hecho mucho ruido en los medios, “The good wife” no ha logrado desbancar a “Downton Abbey” ni a “House of cards” de las nominadas a mejor drama. Probablemente haya sido la gran damnificada de la inclusión de “True detective”.

Curiosamente, este año sí ha habido renovación en las categorías de comedia y parece que todas las predicciones de que “Orange is the new black” puede ser quien destrone a “Modern family” podrían terminar convirtiéndose en realidad. Pero la renovación tampoco ha sido total. Al igual que en drama, los Emmy siguen votando constantemente a las series y los nombres con los que están más familiarizados, y por eso buena parte de las candidaturas podrían estar copiadas de las de 2012, y casi no nos daríamos cuenta (¿Don Cheadle? ¿Todavía?). Sin embargo, hay alguna cosa interesante en las categorías principales, que es lo que vamos a comentar a continuación. Para ver el listado completo, podéis hacerlo en la web oficial de los Emmy.

DRAMA: Como se venía prediciendo desde que HBO decidió enviarla a esta categoría, “True Detective” ha entrado entre las candidatas, convirtiéndose automáticamente en la mayor amenaza de la defensora del título, “Breaking Bad”. Ni “Masters of sex” ni “The americans” han podido quitarle el puesto a “Downton Abbey”, y aquí está también “Juego de tronos”, que ha vuelto a arrasar en nominaciones técnicas (es la que tiene más candidaturas en total, junto con “Fargo”).

ACTORES: Tanto Woody Harrelson como Matthew McConaughey han entrado como protagonistas, así que es muy probable que el premio acabe en manos de uno de los dos. El resto de candidatos son los previsibles, incluido Jeff Daniels. Y en los secundarios, Josh Charles da aquí una de sus pocas alegrías a “The good wife”, del mismo modo que Jon Voight representa a “Ray Donovan”. Voight es la principal novedad de una categoría en la que Jim Carter parece ya congelado en carbonita.

ACTRICES: Maslany no ha podido colarse, pero al menos sí lo ha hecho Lizzy Caplan (“Masters of Sex”), que aporta el soplo de aire fresco en medio de las mismas candidatas que el año pasado. Y lo mismo ocurre en secundarias, con Lena Headey recibiendo el reconocimiento que merecía desde el principio de “Juego de tronos” en medio de las “sospechosas habituales”. Si hasta repite Maggie Smith. Eso sí, que Christine Baranski también figure aquí hace pensar que, tal vez, “The good wife” se ha quedado a las puertas de volver a la categoría grande.

COMEDIA: Al final, la renovación que apenas se ha visto en drama ha alcanzado por fin a esta categoría, con dos novatas como “Orange is the new black” y “Silicon Valley” entrando en la terna final. “Modern family” y “The Big Bang Theory” siguen ahí, sí, y que haya entrado “Louie” significa que, quizás, le ha quitado el sitio a “Girls”.

ACTORES: La estrategia de “Shameless” de mudarse de categoría ha salido bien al menos en esta categoría, porque William H. Macy se ha colado entre los actores principales. ¿Podrá él arrebatarle el premio a Jim Parsons? Donde sí ha habido cambio de escenario ha sido en secundarios, que bien puede ser una de las categorías más estimulantes de esta edición. Andre Braugher (que los Emmy adoran), Adam Driver y Fred Armisen se meten todos en las nominaciones.

ACTRICES: La candidatura más segura para “OITNB”, la de Taylor Schilling, se ha materializado, siendo la única novedad en unas nominaciones en las que Lena Dunham no ha desaparecido. Y donde ha entrado aún más sangre fresca, relativamente, es en las secundarias, con Kate Mulgrew, Allison Janney (por “Mom”, y ésta es otra adorada por los Emmy) y Kate McKinnon (tal vez la actriz más querida ahora mismo de “Saturday Night Live”)  dejando fuera a Merritt Weaver, la ganadora del año pasado. Así que veremos a alguien diferente subir a por la estatuilla, y probablemente ese alguien tampoco será Julie Bowen, única representante de “Modern Family”.

En el resto de categorías, Janney tiene otra nominación como invitada de drama por rompernos el corazón en “Masters of Sex”, y ojo que Dylan Baker podría mantener el racha de victorias de “The good wife” en estas categorías, tras la de Carrie Preston el año pasado. Y la candidatura de “OITNB” a ganar mejor comedia se refuerza con las nominaciones como invitadas de Uzo Aduba, Laverne Coz y Natasha Lyonne. En el apartado de miniseries y tv movies, “Fargo” es la gran favorita, con la debutante Allison Tolman candidata a mejor secundaria, pero la gran noticia es que “Treme” ha tenido que presentarse como miniserie para conseguir, finalmente, una nominación (su cuarta temporada sólo fueron cinco episodios). Y sólo como curiosidad, entre los nominados a mejor sintonía están “Black sails”, “Cosmos” y “Sleepy Hollow”, y “Sons of Anarchy” tiene una candidatura, un poco bizarra, a mejor canción original.

09 julio 2014

Fargo contra Louisiana

En más de una ocasión hemos hablado por aquí del hype y la sobrevaloración, y de cómo suelen venir acompañados por un backlash que busca compensarlos. La serie que ha vivido más claramente ese ciclo esta temporada ha sido “True Detective”, pero hace unas semanas le salió una competidora muy dura en “Fargo”, la serie de FX que primero todo el mundo despreció por intentar adaptar a televisión la película de los hermanos Coen, y que luego todo el mundo alabó como si fuera la segunda venida de Tony Soprano. En Twitter, lo más habitual era que se repitiera un tuit similar a este: “Fargo > True Detective”, o que bastantes periodistas estadounidenses afirmaban que, si HBO hubiera enviado el título a Nic Pizzolato a miniserie en los Emmy, como debería, habría sido derrotado por “Fargo”.

Lo cierto es que la serie creada por Noah Hawley ha heredado en primavera-verano la hipérbole que acompañó a “True Detective” en invierno. Si el plano secuencia del cuarto episodio de la segunda fue alabado como si acabara de inventar ese recurso, los elogios vertidos hacia la primera llevaron  a que Matt Zoller Seitz, el crítico de Vulture, escribiera un artículo titulado directamente “No seamos tan rápidos situando Fargo como la próxima gran serie”. La moderación no es la virtud más común en esta época de juicios rápidos y categóricos en las redes sociales, pero es muy necesaria para no crear burbujas seriéfilas, falsas expectativas o charlas sobre segundas edades de oro y cosas similares que, a lo mejor, están vendiendo la piel del oso antes de cazarlo.

“True Detective” y “Fargo” se están comparando mucho, y enfrentando, entre sí porque las dos son más miniseries en el que unos policías investigan un único caso, pero guardan bastante poco más en común. La de HBO, de hecho, casi está más en la línea, en cuanto a inspiraciones, de “Penny Dreadful”, aunque el título de Showtime toma prestadas cosas de la literatura gótica de terror decimonónica, mientras “True Detective” está más interesada en el horror cósmico de Lovecraft y Hope Hodgson. Ambas, no obstante, están fascinadas por los conceptos que el intelecto humano nunca puede comprender, aunque esté a punto, y aquellos famosos monólogos de Rust Cohle sobre la naturaleza circular del tiempo podría haberlos dicho perfectamente el doctor Frankenstein en “Penny Dreadful”.

Sí es cierto que la resolución del caso no es tan fundamental para ambas como podría parecer. En “Fargo” es más importante que veamos operar a sus personajes, que comprobemos lo que las pequeñas mezquindades, y los intelectos poco brillantes, pueden hacer cuando se meten en una trama criminal, y cómo no es nada fácil ser una persona inteligente y con sentido común en medio de toda esa gente. Los trapos sucios tapados por la nieve de Minnesota son el auténtico centro de interés, más que comprobar si Molly logrará atrapar a Lorne Malvo, y del mismo modo, la malsana atmósfera de los pantanos de Louisiana y los efectos que el caso tiene en Rust y Marty es más importante que conseguir desvelar hasta dónde se extiende esa podredumbre moral que lleva a utilizar chicas a las que nadie echará de menos en rituales brutales. “True Detective” y “Fargo” tienen sus puntos fuertes y sus puntos débiles, se benefician de que Pizzolato y Hawley han escrito todos sus capítulos (algo muy poco habitual en Estados Unidos), tienen una identidad visual muy clara y, realmente, han sido de los estrenos más estimulantes de la temporada. Pero no las endiosemos ni las crucifiquemos tan alegremente. Y no nos empeñemos en utilizar una para defenestrar a la otra. Qué malas consecuencias tiene el hype por Twitter.

08 julio 2014

Nominados, ciclistas y la Proposición 8

Sólo quedan dos días para que se anuncien las nominaciones de los próximos Emmy, y en Gold Derby se han animado con sus propios candidatos, elegidos por los comentaristas de sus foros. Más o menos, siguen la lógica de bastantes de los nominados más previsibles el jueves, pero también se salen de la norma de los Emmy al repartir más candidaturas de interpretación entre el reparto de “Juego de tronos” más allá de Peter Dinklage, por ejemplo, y se olvidan por completo de “Downton Abbey”, cosa que la academia de televisión sorprendería si lo hiciera. De todos modos, es una lista de nominados bastante potente, que sería realmente muy interesante si la viéramos repetida en los Emmy (por si acaso, no nos hagamos demasiadas ilusiones).

Es posible que acierten en que “Masters of Sex” se quede sólo con candidaturas para actores invitados, pero “Hitting the fan”, de “The good wife”, no puede entrar entre los guiones de drama porque no lo han propuesto para ello. También mantienen la unión de miniseries y tv movies, que los Emmy han separado, y le dan en esas categorías una merecidísima nominación a Olivia Colman por “Broadchurch”. Sería interesante que los premios reales se acordaran de ella con “Gracepoint”, el remake de FOX, a la vuelta del verano. Habrá a finales de esta semana muchos artículos hablando de olvidos, de aciertos y de favoritos, pero no olvidemos que los Emmy tienen sus propias idiosincrasias. Así no nos llevaremos otro disgusto si Tatiana Maslany sigue sin aparecer entre las mejores actrices de drama, o Emmy Rossum entre las de comedia.

La mentira de Lance Armstrong” y “The case against 8” son dos interesantes documentales no sólo por los temas que tratan, sino por la diferente manera en los que los abordan. En el primero, su director, Alex Gibney, es hasta más protagonista que su sujeto, Lance Armstrong, pues la película casi acaba contando más su desencanto al descubrir la trama de trampas, amenazas y mentiras del ciclista, que el ascenso y caída del ex heptacampeón del Tour de Francia. Gibney empieza a seguir a Armstrong mientras se prepara para correr de nuevo el Tour, cuatro años después de su retirada y cuando empiezan a surgir las acusaciones por dopaje contra él, y termina mostrando desde dentro la difícil personalidad del ciclista y cómo se desenredó toda la historia.

En el segundo, un documental de HBO, sus dos directores, Ben Cotner y Ryan White, optan por quitarse de en medio y dejar que sean sus protagonistas los que cuenten la historia. Ésta sigue el largo camino de la demanda que la Fundación Americana por los Derechos Civiles interpuso contra la Proposición 8 de California, que prohibía el matrimonio homosexual meses después de que una ley de ese estado lo hubiera aprobado. El centro del documental está en los abogados que preparan y defienden la demanda y en las dos parejas que dan el paso delante de convertirse en los demandantes; dos mujeres que estaban casadas cuando se aprobó la Prop. 8 (con lo que su matrimonio quedó anulado), y dos hombres que querían hacerlo.

Todos sabemos cómo termina la película (el Tribunal Supremo terminó derogando la norma en 2013), pero eso no quita para que no sea bastante interesante de ver. Se preocupa por ponerle cara y corazón a los afectados por esa proposición, al mismo tiempo que cuenta, del modo más claro posible, los vericuetos judiciales que los abogados tuvieron que pasar para poder llevar a buen puerto su demanda. En ese aspecto, a veces es como si estuviéramos viendo un caso de “The good wife” desde dentro de las salas de reuniones de Lockhart / Gardner después de que las cámaras dejen de rodar.