
(A partir de aquí, sintiéndolo mucho, habrá spoilers).
Para empezar, la fusión del bufete con el de Derrick Bond, de Washington, va a traer cola. Igual que Will, nosotros también sentimos que algo ahí no acaba de encajar, pero no hay modo de averiguar qué es. Su llegada ha traído consigo un nuevo investigador (Scott Porter está últimamente en todas partes) que, de rebote, ha acrecentado más si cabe el misterio que rodea a Kalinda. ¿Quién era ella cuando era Leela (no la protagonista original de "Futurama", eso seguro)? La competición entre los dos por ver quién es el más útil probablemente no se desarrolle por donde creemos que lo va a hacer, del mismo modo que intentar adelantarse al derrotero que pueda tomar la campaña de Peter a fiscal del distrito es muy difícil.
Con Eli Gold como personaje regular, tendremos asiento de primera al que puede ser el aspecto más árido de la serie, las estrategias y el clima político de Chicago, que muchos periodistas estadounidenses describen como sumamente complicado por todas las interconexiones, relaciones y cercanías entre políticos, jueces, empresarios, policías, delincuentes financieros... Las malas artes ya las hemos visto en marcha con los dos "rastreadores" que intentan sonsacar a Grace, y que el escándalo de Peter se repita en Colorado acabará volviéndose en su contra muy probablemente.
Y, mientras tanto, Alicia está en una nueva posición en la que aún no se encuentra muy segura. Gold intenta controlarlo todo (hasta sus mensajes del buzón de voz), así que su relación-no relación con Will le va a traer más de un dolor de cabeza. Y no nos olvidemos de Cary, que también debe moverse por un campo minado en la fiscalía del distrito, y va a sentir en sus propias carnes lo que es ser de verdad el "niño mimado" del jefe. La cosa pinta interesante y siguiendo el mismo camino que emprendió al final de la primera temporada. Sigo pensando que Patty Hewes no desentonaría en absoluto por ahí.