Nirvana grabó "Nevermind", uno de los discos más importantes de la historia del rock, en un estudio decadente de California, pero con una enorme calidad de sonido, llamado Sound City. Se había fundado a finales de los 60 en una nave industrial y había alcanzado su mejor momento en los 70, cuando se grabó allí el primer disco de Fleetwood Mac con la formación que todos conocemos ahora. A partir de ese momento, y atraídos por la fama de su artesanal, y analógica, mesa de mezclas, bastantes de los nombres más importantes del rock anglosajón de los 70 y los 80 (y los 90) pasaron por Sound City, desde Tom Petty and The Heartbreakers a Neil Young, Rage Against the Machine o Weezer. Pero el empuje de lo digital acabó por convertirlo en anticuado y lento, y el estudio cerró en 2012. Aquí entra Dave Grohl, batería de Nirvana y líder de Foo Fighters, que decidió comprar la mesa y hacer un homenaje en forma de documental a aquel lugar, un documental llamado "Sound City", dirigido poe el propio Grohl, y que se presentó en el festival de Sundance, donde tuvo una gran acogida.
Y no es difícil ver por qué. Las casi dos horas de película no sólo cuentan la historia de ese estudio y, por ende, la historia de los grandes cambios tecnológicos que ha vivido la industria, sino que acaban acercándonos al factor humano de la grabación y escritura de un disco, a cómo la conexión entre las diferentes personas involucradas en ese proceso resulta fundamental para que el producto final tenga cierta vida y cierta chispa. Además, cualquiera que haya visto un videoclip de Foo Fighters sabe que Grohl tiene sentido del humor, que se traslada a unas cuantas partes del documental, y éste está lleno de una energía muy rockera y de celebración de esa experiencia conjunta de hacer música rodeado de más gente. Para los mitómanos, es realmente interesante ver a toda esa gente hablar sobre sus experiencias en Sound City y sobre su particular modo de entender la música, y la guinda del pastel es la última media hora, en la que vemos cómo graban un disco "Real to reel", entre casi todos los participantes en la película. La reunión de Nirvana con Paul McCartney no tiene precio (en especial en el concierto benéfico a favor de las víctimas del huracán Sandy). Por cierto, que Grohl formó parte del supergrupo que se montó para la banda sonora de "Backbeat", una película que contaba el periodo en Hamburgo de The Beatles).
De vez en cuando hay siempre una serie que se pone de moda entre la blogosfera y que, por obra y gracia del boca a boca, se convierte en inevitable en el 90% de las entradas. En los últimos meses, esa serie ha sido "Les revenants", una producción de Canal+ Francia que adapta a televisión una película de 2004 y que se ambienta en un pueblo en los Alpes, cerca de un embalse y una central hidroeléctrica, en el que de repente empiezan a volver personas que habían muerto tiempo atrás. "Revenants", además de significar "los que regresan", hace referencia a una figura mitológica medieval más próxima a los vampiros que a los zombies, en la que un fantasma o un cadáver reanimado se dedica a aterrorizar a los vivos a los que conoció en vida. Y más o menos eso es lo que pasa en la serie, que en el primer episodio recuerda bastante también al punto de partida de "Los 4.400", con el añadido de que estos no muertos (pero no vivos) no saben qué les ha pasado y sólo quieren volver a casa.
Pero claro, imaginad qué pasaría si te pasas años y años esforzándote para superar la muerte de un ser querido y, cuando por fin parece que lo has conseguido, esa persona regresa sin darse cuenta de que ha transcurrido el tiempo, y sin saber que está muerto, claro. Esa exploración emocional parece que va a ser lo más interesante de la serie, que añade un elemento de misterio y casi hasta de terror bastante significativo. ¿Qué hay debajo de las aguas del embalse? ¿Y por qué vuelven esas personas ahora? ¿Qué quieren? ¿Y qué quiere ese inquietante niño (siempre tiene que haber un niño chungo en estas historias)? "Les revenants" crea una gran atmósfera, ayudada por la banda sonora ambiental de los escoceses Mogwai, y la verdad es que, cuando acaba el primer capítulo, es inevitable que no te pique la curiosidad por saber qué hay detrás de todo esto. Porque estos zombies no son como los abducidos de "Los 4.400" y no tienen superpoderes, ¿no?
Música de la semana: Como hemos hablado al principio de "Sound City", vamos a quedarnos con una de las canciones de ese disco grabado a raíz del documental, y que más han tocado en sus apariciones en diversos programas, "You can't fix this", con Stevie Nicks. Por cierto, que para colaboraciones peculiares, la que Foo Fighters hicieron hace tiempo con Norah Jones en una canción llamada "Virginia moon".
31 marzo 2013
29 marzo 2013
Viernes musical (25): "The Good Wife"
Uno de los comentarios más recurrentes sobre la última temporada de "The good wife" es que, con tanta estrella invitada procedente de Broadway que pasa por la serie, tiene que marcarse un número musical en algún momento. Christine Baranski (en "Mame" en 2006, por ejemplo, o en "Cybill") y Alan Cumming (aquí en "Ópera de tres peniques") son quizás los casos más claros entre los regulares, pero esta temporada han tenido también por ahí a Nathan Lane y Kristin Chenoweth, y en el capítulo del pasado domingo, "Death of a client", hasta vimos a Will Chase, el Joe DiMaggio de la primera temporada de "Smash". Y, sin embargo, por ahora, el único que ha cantado en pantalla ha sido Josh Charles, que se marcó el tema principal de "Los problemas crecen" como una broma hacia Diane. "The good wife" ha sido renovada por una quinta temporada, así que seguiremos viendo esa divertida y complicada relación entre Will y Diane.
28 marzo 2013
Los libros y la serie
Si algo nos ha enseñado la tercera temporada de "The Walking Dead" (o toda la serie, en realidad) es la espiral absurda que se puede alcanzar cuando las críticas a la serie se basan casi exclusivamente en si es fiel al cómic de Robert Kirkman o no. No es nada extraño que los espectadores desencantados descarten el título de AMC diciendo que si se plegaran más al material de partida sería mejor, aunque no sabemos si lo que piden es fidelidad viñeta por viñeta a lo "Watchmen" o si les vale algo más en la línea de "V de Vendetta", que respeta al espíritu del original pero toma otras decisiones que los responsables consideran más apropiadas para su traslado a la pantalla. Es un tema que hemos tratado otras veces, pero cada vez que se acerca una nueva temporada de "Juego de tronos" vuelve a ponerse de actualidad. A los actores y los guionistas siempre les preguntan hasta qué punto va a desviarse la trama de lo escrito por George R.R. Martin, y muchos fans intentan adivinar hasta qué libro va a llegar cada temporada de la serie.
A esos fans, probablemente, les dé un infarto cuando lean esta entrevista a Bryan Cogman de "Rolling Stone", guionista de la serie y responsable de mantener cierta coherencia en todo el material que se adapta de los libros a la televisión. Cogman habla principalmente sobre el resto de convertir el tercer y muy voluminoso tomo, "Tormenta de espadas", en diez episodios que se sostengan por sí mismos, y expone el quid de toda la cuestión sobre la serie de HBO y su relación con el material de George R.R. Martin: "debería apuntarse; a partir de ahora, estamos afrontándolo como que la serie de televisión es una gran adaptación de 'Canción de Hielo y Fuego', así que elementos de cualquiera de los libros puede aparecer en cualquier temporada, si es lo que se necesita". Es decir, que como se vio ya al final de la primera entrega, D.B. Weiss y David Benioff están llevando una planificación a más largo plazo, aunque vayan de diez capítulos en diez capítulos cada vez.
La charla con Cogman es interesante porque se mete en aspectos más específicos de la adaptación, como la dificultad de servir a tantos personajes sin que los episodios se vean demasiado deslavazados (un defecto de la serie que no hay modo fácil de corregir), o los problemas que puede plantear que, por ejemplo, Bran aparezca muy poco en el tercer libro, o que Tyrion y Daenerys estén desaparecidos en combate en "Festín de cuervos", el cuarto. Como hemos repetido muchas veces, las normas que rigen una serie son diferentes, y no pueden permitirse el lujo de que algunos personajes que han adquirido mucha relevancia desde el principio se pasen media temporada totalmente ignorados. Por supuesto, el dilema cada vez va a ser más grande, y será interesante ver cómo estructuran Weiss y Benioff las temporadas posteriores a esta tercera, cuando el mundo de Martin se amplía hasta unas dimensiones que hasta para HBO son prohibitivas.
A esos fans, probablemente, les dé un infarto cuando lean esta entrevista a Bryan Cogman de "Rolling Stone", guionista de la serie y responsable de mantener cierta coherencia en todo el material que se adapta de los libros a la televisión. Cogman habla principalmente sobre el resto de convertir el tercer y muy voluminoso tomo, "Tormenta de espadas", en diez episodios que se sostengan por sí mismos, y expone el quid de toda la cuestión sobre la serie de HBO y su relación con el material de George R.R. Martin: "debería apuntarse; a partir de ahora, estamos afrontándolo como que la serie de televisión es una gran adaptación de 'Canción de Hielo y Fuego', así que elementos de cualquiera de los libros puede aparecer en cualquier temporada, si es lo que se necesita". Es decir, que como se vio ya al final de la primera entrega, D.B. Weiss y David Benioff están llevando una planificación a más largo plazo, aunque vayan de diez capítulos en diez capítulos cada vez.
La charla con Cogman es interesante porque se mete en aspectos más específicos de la adaptación, como la dificultad de servir a tantos personajes sin que los episodios se vean demasiado deslavazados (un defecto de la serie que no hay modo fácil de corregir), o los problemas que puede plantear que, por ejemplo, Bran aparezca muy poco en el tercer libro, o que Tyrion y Daenerys estén desaparecidos en combate en "Festín de cuervos", el cuarto. Como hemos repetido muchas veces, las normas que rigen una serie son diferentes, y no pueden permitirse el lujo de que algunos personajes que han adquirido mucha relevancia desde el principio se pasen media temporada totalmente ignorados. Por supuesto, el dilema cada vez va a ser más grande, y será interesante ver cómo estructuran Weiss y Benioff las temporadas posteriores a esta tercera, cuando el mundo de Martin se amplía hasta unas dimensiones que hasta para HBO son prohibitivas.
27 marzo 2013
Series "borrachas"
Una de las escenas más habituales en muchas series es ver cómo uno de sus protagonistas llega a casa después del trabajo y se sirve un vaso de vino (o se abre una cerveza de la nevera, al gusto). Hasta la muy seria (al principio de "Expediente X") Dana Scully lo hacía, y si en muchas series es raro que veamos a la gente fumar, de beber no se priva nadie. Y "venenos" preferidos hay unos cuantos en la parrilla actual.
Por supuesto, se podría decir que la campeona es "Mad Men", en la que los publicistas tienen los despachos bien surtidos de whisky y vodka. Las curdas de Roger Sterling, especialmente, son realmente míticas, y una enorme borrachera de Don Draper nos dejó uno de los mejores capítulos de la serie, "The suitcase". En "Mad Men" no sólo se bebe en la oficina (y en horario de trabajo), sino que es muy habitual que los personajes queden a comer o cenar y siemprfe empiecen con un cóctel. Unos cuantos de ellos se recogen en esta web, incluido el favorito de Don, el Old Fashioned.
Lo de "Cougar Town" y el vino es mucho más que un gag recurrente, es parte integral de quiénes son sus personajes. Cada vez que se reúnen en alguna casa, sea la hora que sea, las botellas corren que da gusto, y cada uno tiene prácticamente su propia copa de generosas dimensiones. Aunque ninguna será nunca tan grande como Big Carl. Y esta comedia se toma el bebercio muy en serio.
Los chupitos de tequila que Kalinda y Alicia tomaban en "The Good Wife" hace tiempo que dejaron de ser lo más representativo de la serie en el apartado alcohólico. Diane y Will tienen guardadas por ahí botellas de whisky (o coñac, no está muy claro) y están opositando para suceder a Roger y Don como los bebedores en la oficina más cool de la televisión.
Siendo un bar tipo irlandés el clásico punto de reunión de los personajes de "Cómo conocí a vuestra madre", era inevitable que la cerveza fuera su bebida preferida, tanto en botella como en pinta, aunque Lily opta muchas veces por el vino y Robin y Barney no le hacen ascos al whisky. MacLaren's, el pub de la serie, está construido en un plató de Los Ángeles, pero el bar que lo inspiró sí es real; es un sports bar de Nueva York en la calle 55, entre las avenidas Octava y Novena, llamado McGee's.
"Bored to death" hace tiempo que ya no está en emisión, pero no se puede discutir con los posters que mostraba las bebidas favoritas de cada uno de sus protagonistas. Y sólo por cerrar la lista, no podemos olvidarnos de las borracheras salvajes de Frank Gallagher en "Shameless" y de los efectos que el vino del Rejo, o de Dorne, tiene en medio reparto de "Juego de tronos", aunque sea Cersei la que nos haya dejado la curda más memorable (y peligrosa) hasta ahora.
P.D.: ¿Quién es la borracha oficial de la televisión? Sue Ellen Ewing de "Dallas", claro.
Por supuesto, se podría decir que la campeona es "Mad Men", en la que los publicistas tienen los despachos bien surtidos de whisky y vodka. Las curdas de Roger Sterling, especialmente, son realmente míticas, y una enorme borrachera de Don Draper nos dejó uno de los mejores capítulos de la serie, "The suitcase". En "Mad Men" no sólo se bebe en la oficina (y en horario de trabajo), sino que es muy habitual que los personajes queden a comer o cenar y siemprfe empiecen con un cóctel. Unos cuantos de ellos se recogen en esta web, incluido el favorito de Don, el Old Fashioned.
Lo de "Cougar Town" y el vino es mucho más que un gag recurrente, es parte integral de quiénes son sus personajes. Cada vez que se reúnen en alguna casa, sea la hora que sea, las botellas corren que da gusto, y cada uno tiene prácticamente su propia copa de generosas dimensiones. Aunque ninguna será nunca tan grande como Big Carl. Y esta comedia se toma el bebercio muy en serio.
Los chupitos de tequila que Kalinda y Alicia tomaban en "The Good Wife" hace tiempo que dejaron de ser lo más representativo de la serie en el apartado alcohólico. Diane y Will tienen guardadas por ahí botellas de whisky (o coñac, no está muy claro) y están opositando para suceder a Roger y Don como los bebedores en la oficina más cool de la televisión.
Siendo un bar tipo irlandés el clásico punto de reunión de los personajes de "Cómo conocí a vuestra madre", era inevitable que la cerveza fuera su bebida preferida, tanto en botella como en pinta, aunque Lily opta muchas veces por el vino y Robin y Barney no le hacen ascos al whisky. MacLaren's, el pub de la serie, está construido en un plató de Los Ángeles, pero el bar que lo inspiró sí es real; es un sports bar de Nueva York en la calle 55, entre las avenidas Octava y Novena, llamado McGee's.
"Bored to death" hace tiempo que ya no está en emisión, pero no se puede discutir con los posters que mostraba las bebidas favoritas de cada uno de sus protagonistas. Y sólo por cerrar la lista, no podemos olvidarnos de las borracheras salvajes de Frank Gallagher en "Shameless" y de los efectos que el vino del Rejo, o de Dorne, tiene en medio reparto de "Juego de tronos", aunque sea Cersei la que nos haya dejado la curda más memorable (y peligrosa) hasta ahora.
P.D.: ¿Quién es la borracha oficial de la televisión? Sue Ellen Ewing de "Dallas", claro.
26 marzo 2013
"Bombshell", el metacomentario
En el documental "Los dos Escobar", Pacho Maturana, entrenador de la selección de Colombia que fue al Mundial de fútbol de Estados Unidos en 1994, resumía la situación que habían vivido los clubes de fútbol en ese país durante el ascenso al poder del narcotraficante Pablo Escobar con la frase: "El fútbol no es una isla". Extrapolando mucho la situación, y salvando mucho también las distancias, se puede decir que el proceso de producción de una serie tampoco es una isla. La burbuja sólo existe durante los trece primeros capítulos, cuando aún no se ha estrenado ni siquiera el piloto y guionistas y actores están trabajando en ella un poco para ellos mismos, y guiándose sólo por lo que ellos creen que funciona mejor. Una vez que público y crítica tiene la oportunidad de verlos, el riesgo de que los creadores se vean influenciados por las opiniones del exterior se convierte en algo muy palpable.
Alusiones a opiniones de los fans siempre hay, por supuesto. "30 Rock" jugó en varias ocasiones con los shippers de Liz y Jack, y en "Castle" han referencias al pasado de Nathan Fillion en "Firefly" siempre que pueden, pero lo que acaba siendo fascinante es ver cómo una serie bajo escrutinio constante como "Smash", y que atravesó un muy público culebrón detrás de las cámaras, acaba convirtiéndose en algo así como un metacomentario de las críticas que se le han hecho y de la situación que ha vivido. A estas alturas, no contamos nada nuevo si recordamos que "Smash" se estrenó en la pasada midseason como la gran esperanza de la NBC y que, tras un piloto que tuvo una buena acogida, terminó popularizando el hate-watching que, ahora mismo, va camino de convertirse en una plaga. La cadena la renovó de todas maneras y situó a un nuevo showrunner al frente, pero con su mudanza al sábado a partir de la semana que viene se puede dar por oficiosamente cancelada. Lo más interesante de esta segunda temporada no está siendo ver si la serie ha mejorado o no (os ahorro el suspense; en general, no, pero es mi "Ringer" particular), sino cómo buena parte de sus tramas han terminado haciendo un curioso metacomentario sobre las circunstancias en las que Josh Safran llegó y ha estado trabajando en "Smash".
Es muy probable que bastantes de esos comentarios sean inconscientes, pero no es difícil ver los cambios en la dirección de "Bombshell" como un reflejo de todos los que ha sufrido la serie (y cómo hay en ella un montón de productores ejecutivos y de jefes por encima del propio Safran), además de que resultaba muy claro que las críticas de que las canciones de Tom eran buenas, pero que el libreto de Julia debía mejorar, eran claras alusiones a las que se le hicieron a la primera temporada de "Smash" en su conjunto. Y algo similar ocurría con la subtrama de Ivy en esa adaptación musical de "Las amistades peligrosas" que cuenta con el protagonismo de una gran estrella de las sitcoms (interpretada por Sean Hayes); el modo en el que la obra acaba siendo espectacularmente mala, y los críticos sólo salvan a Ivy, recordaba a comentarios sobre la serie como éste de "New Yorker". Hasta en la cabecera se presenta a Anjelica Huston tirándole un martini a la cámara, uno de los gestos de Eileen que más burlas suscitó en los primeros episodios.
En ese aspecto "meta", "Smash" funciona perfectamente incluso a pesar de ser un poco obvia. En cuanto al otro, al que de verdad importa, el añadido de ese nuevo musical Off-Broadway no ha aportado ninguna chispa a la serie. Los problemas para montar "Bombshell" son más interesantes que el ascenso desde lo más bajo de Jimmy y Kyle y su "Hit List", y la mayor ligereza generalizada de la serie no ha arreglado las cosas que fallaban en la primera entrega. Eso sí, y esto es un spoiler, que finalmente las cosas se encaminen a lo que parecía lo lógico desde el principio (que Ivy protagonice "Bombshell" y Karen, "Hit List") puede convertir los últimos episodios en algo más entretenido. Safran explicó a "TV Line" que el último capítulo es un claro final de serie, y que veremos por fin el estreno en Broadway de "Bombshell". Y qué queréis que os diga; vosotros tenéis "Scandal", yo tengo "Smash".
Alusiones a opiniones de los fans siempre hay, por supuesto. "30 Rock" jugó en varias ocasiones con los shippers de Liz y Jack, y en "Castle" han referencias al pasado de Nathan Fillion en "Firefly" siempre que pueden, pero lo que acaba siendo fascinante es ver cómo una serie bajo escrutinio constante como "Smash", y que atravesó un muy público culebrón detrás de las cámaras, acaba convirtiéndose en algo así como un metacomentario de las críticas que se le han hecho y de la situación que ha vivido. A estas alturas, no contamos nada nuevo si recordamos que "Smash" se estrenó en la pasada midseason como la gran esperanza de la NBC y que, tras un piloto que tuvo una buena acogida, terminó popularizando el hate-watching que, ahora mismo, va camino de convertirse en una plaga. La cadena la renovó de todas maneras y situó a un nuevo showrunner al frente, pero con su mudanza al sábado a partir de la semana que viene se puede dar por oficiosamente cancelada. Lo más interesante de esta segunda temporada no está siendo ver si la serie ha mejorado o no (os ahorro el suspense; en general, no, pero es mi "Ringer" particular), sino cómo buena parte de sus tramas han terminado haciendo un curioso metacomentario sobre las circunstancias en las que Josh Safran llegó y ha estado trabajando en "Smash".
Es muy probable que bastantes de esos comentarios sean inconscientes, pero no es difícil ver los cambios en la dirección de "Bombshell" como un reflejo de todos los que ha sufrido la serie (y cómo hay en ella un montón de productores ejecutivos y de jefes por encima del propio Safran), además de que resultaba muy claro que las críticas de que las canciones de Tom eran buenas, pero que el libreto de Julia debía mejorar, eran claras alusiones a las que se le hicieron a la primera temporada de "Smash" en su conjunto. Y algo similar ocurría con la subtrama de Ivy en esa adaptación musical de "Las amistades peligrosas" que cuenta con el protagonismo de una gran estrella de las sitcoms (interpretada por Sean Hayes); el modo en el que la obra acaba siendo espectacularmente mala, y los críticos sólo salvan a Ivy, recordaba a comentarios sobre la serie como éste de "New Yorker". Hasta en la cabecera se presenta a Anjelica Huston tirándole un martini a la cámara, uno de los gestos de Eileen que más burlas suscitó en los primeros episodios.
En ese aspecto "meta", "Smash" funciona perfectamente incluso a pesar de ser un poco obvia. En cuanto al otro, al que de verdad importa, el añadido de ese nuevo musical Off-Broadway no ha aportado ninguna chispa a la serie. Los problemas para montar "Bombshell" son más interesantes que el ascenso desde lo más bajo de Jimmy y Kyle y su "Hit List", y la mayor ligereza generalizada de la serie no ha arreglado las cosas que fallaban en la primera entrega. Eso sí, y esto es un spoiler, que finalmente las cosas se encaminen a lo que parecía lo lógico desde el principio (que Ivy protagonice "Bombshell" y Karen, "Hit List") puede convertir los últimos episodios en algo más entretenido. Safran explicó a "TV Line" que el último capítulo es un claro final de serie, y que veremos por fin el estreno en Broadway de "Bombshell". Y qué queréis que os diga; vosotros tenéis "Scandal", yo tengo "Smash".
25 marzo 2013
El modelo nórdico
Las series policiacas nórdicas no fueron las primeras en rodearlo todo de una atmósfera inquietante y envolvente y de situar en su centro a un policía al borde de la autodestrucción (lo novedoso es que, últimamente, ese policía protagonista es una mujer). En cuanto a atmósfera, la reina indiscutible sigue siendo "Twin Peaks", y si queremos encontrar referentes de este tipo de series que no vengan de Suecia ni Dinamarca (ni de Estados Unidos, claro), tampoco hay que remontarse tan atrás en el tiempo; en Canadá se vio en 2007 "Durham County", que construía un ambiente enrarecido y enfermizo alrededor de un pueblo rodeado de torres de alta tensión. Sí que es cierto que las producciones escandinavas son las que mejor aprovechan dicha atmósfera, bebiendo de sus escritores de novela negra, pero producciones británicas como "Principal sospechoso" se preocupaban en sus primeras entregas de transmitirnos un entorno muy concreto, en su caso, austero y hostil hacia su protagonista, Jane Tennison, un entorno en general bastante masculino.
Con ese bagaje, y con la capacidad de crear ambientes de Jane Campion, su co-creadora y co-directora, llega a Sundance Channel "Top of the lake", una miniserie de siete episodios que se centra en la investigación de la desaparición de una niña de 12 años en un entorno rural y aislado de Nueva Zelanda que funciona bajo unas normas muy específicas. Como contaba "Crítico en serie", Campion tiene una mirada muy concreta sobre la situación de las mujeres y la "política", por decirlo de algún modo, de su relación con los hombres, y todo ese conjunto convierte los dos primeros episodios de "Top of the lake" en algo realmente interesante, y totalmente personal a pesar de todas las comparaciones a "The Killing" que los críticos estadounidenses hagan sólo para continuar metiéndose con la serie de AMC. Incluso la detective Robin Griffin, que entra dentro del arquetipo ya clásico de "policía con muchos secretos que vuelve a su pueblo a resolver un caso, con los recuerdos que eso despierta", consigue verse como particular de ese lugar y de esta historia, y tengo curiosidad por ver hasta dónde llega el tan publicitado cambio de registro de Elisabeth Moss.
Por otro lado, la miniserie ha traído de nuevo a la palestra la eterna discusión sobre la duración adecuada de algunos proyectos en televisión, y sobre si determinados temas no se cuentan mejor en formato miniserie que como una serie de 22 capítulos por año y varias temporadas por delante. "Think Progress" elabora más la idea, volviendo a esa vieja queja de los críticos estadounidenses de que las series de network deberían llevar más el modelo de temporadas cortas del cable, y de que algunas de ellas habrían tenido mucha más fuerza y habrían sido mejores si se hubieran quedado en una única temporada de, por ejemplo, diez episodios. Dan varios ejemplos, reconociendo que la logística de la producción marca la duración de la stemporadas en casi todos ellos, y es un buen punto de partida para generar cierta discusión. Desde luego, "Top of the lake" está pensada como una larga película de siete horas, más que como una miniserie cuyos episodios deben tener cierta entidad propia más allá de la serialización de la historia. Es un concepto bastante diferente del de "House of Cards", por ejemplo, que también está realizada por cineastas, como David Fincher, pero que sí presenta en cada capítulo una historia más o menos autoconclusiva, además de la trama general de las maquinaciones de Frank Underwood. En teoría, cada historia dicta el modo en el que debe ser contada.
P.D. podcastero: "Top of the lake" es uno de los temas de la nueva entrega de "Yo disparé a JR", que vuelve a tener invitado; en este caso, se trata de Juan Luis Sanguino, del podcast sobre los Oscar "La sexta nominada", y que comenta con nosotros "Scandal". Éste es el orden del día:
Ir a descargar
- 0':El éxito de "The Bible".
- 4': La cancelación de "Enlightened".
- 18': "Bates Motel".
- 30': "Top of the lake".
- 46': "Girls" (spoilers de la segunda temporada).
- 68': "Scandal" (spoilers hasta el 2x16).
Con ese bagaje, y con la capacidad de crear ambientes de Jane Campion, su co-creadora y co-directora, llega a Sundance Channel "Top of the lake", una miniserie de siete episodios que se centra en la investigación de la desaparición de una niña de 12 años en un entorno rural y aislado de Nueva Zelanda que funciona bajo unas normas muy específicas. Como contaba "Crítico en serie", Campion tiene una mirada muy concreta sobre la situación de las mujeres y la "política", por decirlo de algún modo, de su relación con los hombres, y todo ese conjunto convierte los dos primeros episodios de "Top of the lake" en algo realmente interesante, y totalmente personal a pesar de todas las comparaciones a "The Killing" que los críticos estadounidenses hagan sólo para continuar metiéndose con la serie de AMC. Incluso la detective Robin Griffin, que entra dentro del arquetipo ya clásico de "policía con muchos secretos que vuelve a su pueblo a resolver un caso, con los recuerdos que eso despierta", consigue verse como particular de ese lugar y de esta historia, y tengo curiosidad por ver hasta dónde llega el tan publicitado cambio de registro de Elisabeth Moss.
Por otro lado, la miniserie ha traído de nuevo a la palestra la eterna discusión sobre la duración adecuada de algunos proyectos en televisión, y sobre si determinados temas no se cuentan mejor en formato miniserie que como una serie de 22 capítulos por año y varias temporadas por delante. "Think Progress" elabora más la idea, volviendo a esa vieja queja de los críticos estadounidenses de que las series de network deberían llevar más el modelo de temporadas cortas del cable, y de que algunas de ellas habrían tenido mucha más fuerza y habrían sido mejores si se hubieran quedado en una única temporada de, por ejemplo, diez episodios. Dan varios ejemplos, reconociendo que la logística de la producción marca la duración de la stemporadas en casi todos ellos, y es un buen punto de partida para generar cierta discusión. Desde luego, "Top of the lake" está pensada como una larga película de siete horas, más que como una miniserie cuyos episodios deben tener cierta entidad propia más allá de la serialización de la historia. Es un concepto bastante diferente del de "House of Cards", por ejemplo, que también está realizada por cineastas, como David Fincher, pero que sí presenta en cada capítulo una historia más o menos autoconclusiva, además de la trama general de las maquinaciones de Frank Underwood. En teoría, cada historia dicta el modo en el que debe ser contada.
P.D. podcastero: "Top of the lake" es uno de los temas de la nueva entrega de "Yo disparé a JR", que vuelve a tener invitado; en este caso, se trata de Juan Luis Sanguino, del podcast sobre los Oscar "La sexta nominada", y que comenta con nosotros "Scandal". Éste es el orden del día:
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- 0':El éxito de "The Bible".
- 4': La cancelación de "Enlightened".
- 18': "Bates Motel".
- 30': "Top of the lake".
- 46': "Girls" (spoilers de la segunda temporada).
- 68': "Scandal" (spoilers hasta el 2x16).
24 marzo 2013
Las chicas, ¿están bien?
ALERTA SPOILERS: Probablemente, ya estaréis hartos de leer sobre el final de la segunda temporada de "Girls". Si es así, o si no sabéis por qué Marnie cantó una versión ralentizada de una canción de Kanye West, es mejor que os detengáis aquí.
La vista de Adam corriendo, a pecho descubierto, por medio Brooklyn para acudir al rescate de Hannah, encerrada en casa y sufriendo de un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) del que no sabíamos nada hasta tres episodios anteriores, ha llevado a que muchas críticas del cierre de la segunda temporada de "Girls" lo definan como un "final feliz" (aunque "The Independent" las desmonta con mucho sentido), un final que otros críticos han descrito como circular; volvemos a la situación al principio de la serie, con Shoshanna soltera, Jessa desaparecida por ahí, Hannah con Adam y Marnie con Charlie, pero ninguna de ellas es la misma que entonces. Shoshanna ya no es virgen, Jessa lleva a sus espaldas un matrimonio breve y fracasado, y Hannah y Marnie han visto cómo su amistad se desmoronaba y su relaciones respectivas con Adam y Charlie son ligeramente diferentes por todo lo que han experimentado en los meses que no estuvieron juntos. La frase que Marnie ve en el ordenador de Hannah, diciendo algo así como que la amistad entre dos chicas universitarias puede ser más complicada que un romance, es bastante significativa.
De todas ellas, resulta muy curioso que sea la superficialmente más ingenua Shoshanna la que tenga más claro lo que quiere en la vida. Su ruptura con Ray sigue las mismas directrices que hemos visto entre los dos a lo largo de los anteriores nueve episodios; por mucho que Marnie le diga a Charlie que ambos son más adultos ahora, sólo Ray y Shosh han hablado de su relación y sus diferentes situaciones vitales con toda la honestidad que pueden, y de modo más adulto que las demás. Porque las demás, sobre todo Hannah y Marnie, se llenan la boca diciendo que han madurado y que pueden hacer frente a las dificultades de la vida, pero no es cierto; ninguna de las dos sabe estar sola, las dos tienen miedo a avanzar y, como resultado, se refugian en lo que ya conocen. Más de una vez hemos comentado que "Girls" ve a sus personajes bajo una luz muy poco favorecedora, que no siente ninguna compasión por ellos y que nunca los deja irse de rositas de algunas de sus mezquindades. A mí me resulta muy interesante justo por eso, pero es comprensible que haya quien no pueda soportarla también por la misma razón (no sé si ya había enlazado esta entrevista con Lena Dunham que aporta el quid de la cuestión de "Girls" al explicar que quiere a sus amigos, pero que no todos le gustan).
Lo que sí es cierto es que esta segunda entrega se ha visto quizás menos cohesionada que la primera. Algunos episodios eran historias más autoconclusivas y centradas en un solo personaje o en un par de ellos (como la excursión de Adam y Ray a Staten Island), y ha tenido ese "One man's trash" que encierra el gran tema de "Girls": todas quieren ser especiales y se jactan de no ser como los demás, pero en el fondo, quieren lo mismo que todo el mundo, ser felices. Ese capítulo, que muchos han utilizado para acusar a la serie de egocéntrica (por estar tan centrada en Hannah, el personaje interpretado por Lena Dunham), nos sirve para ver cómo el momento en el que Hannah se da cuenta de que no es diferente del resto de la gente es, probablemente, el que la asoma a ese precipicio por el que acaba cayendo, con la vuelta de su TOC incluido. Darse cuenta de que no eres especial no es plato de gusto de nadie. Y no quería echar más leña al fuego de todo el ruido (exagerado y sobredimensionado, aunque también hay cosas que merece la pena leer) alrededor de la serie, pero creo que se puede decir que Dunham es mejor guionista que actriz y que, si "Girls" es egocéntrica, ¿qué son entonces "Louie" o "Seinfeld"?
Música de la semana: Y ya que estábamos con "Girls", la selección musical de esta semana va a ser "Elephant" de los australianos Tame Impala, que suena en un momento en el que Ray va al café donde trabaja dispuesto a hacer algo que le permita ganarse el respeto de Shoshanna.
La vista de Adam corriendo, a pecho descubierto, por medio Brooklyn para acudir al rescate de Hannah, encerrada en casa y sufriendo de un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) del que no sabíamos nada hasta tres episodios anteriores, ha llevado a que muchas críticas del cierre de la segunda temporada de "Girls" lo definan como un "final feliz" (aunque "The Independent" las desmonta con mucho sentido), un final que otros críticos han descrito como circular; volvemos a la situación al principio de la serie, con Shoshanna soltera, Jessa desaparecida por ahí, Hannah con Adam y Marnie con Charlie, pero ninguna de ellas es la misma que entonces. Shoshanna ya no es virgen, Jessa lleva a sus espaldas un matrimonio breve y fracasado, y Hannah y Marnie han visto cómo su amistad se desmoronaba y su relaciones respectivas con Adam y Charlie son ligeramente diferentes por todo lo que han experimentado en los meses que no estuvieron juntos. La frase que Marnie ve en el ordenador de Hannah, diciendo algo así como que la amistad entre dos chicas universitarias puede ser más complicada que un romance, es bastante significativa.
De todas ellas, resulta muy curioso que sea la superficialmente más ingenua Shoshanna la que tenga más claro lo que quiere en la vida. Su ruptura con Ray sigue las mismas directrices que hemos visto entre los dos a lo largo de los anteriores nueve episodios; por mucho que Marnie le diga a Charlie que ambos son más adultos ahora, sólo Ray y Shosh han hablado de su relación y sus diferentes situaciones vitales con toda la honestidad que pueden, y de modo más adulto que las demás. Porque las demás, sobre todo Hannah y Marnie, se llenan la boca diciendo que han madurado y que pueden hacer frente a las dificultades de la vida, pero no es cierto; ninguna de las dos sabe estar sola, las dos tienen miedo a avanzar y, como resultado, se refugian en lo que ya conocen. Más de una vez hemos comentado que "Girls" ve a sus personajes bajo una luz muy poco favorecedora, que no siente ninguna compasión por ellos y que nunca los deja irse de rositas de algunas de sus mezquindades. A mí me resulta muy interesante justo por eso, pero es comprensible que haya quien no pueda soportarla también por la misma razón (no sé si ya había enlazado esta entrevista con Lena Dunham que aporta el quid de la cuestión de "Girls" al explicar que quiere a sus amigos, pero que no todos le gustan).
Lo que sí es cierto es que esta segunda entrega se ha visto quizás menos cohesionada que la primera. Algunos episodios eran historias más autoconclusivas y centradas en un solo personaje o en un par de ellos (como la excursión de Adam y Ray a Staten Island), y ha tenido ese "One man's trash" que encierra el gran tema de "Girls": todas quieren ser especiales y se jactan de no ser como los demás, pero en el fondo, quieren lo mismo que todo el mundo, ser felices. Ese capítulo, que muchos han utilizado para acusar a la serie de egocéntrica (por estar tan centrada en Hannah, el personaje interpretado por Lena Dunham), nos sirve para ver cómo el momento en el que Hannah se da cuenta de que no es diferente del resto de la gente es, probablemente, el que la asoma a ese precipicio por el que acaba cayendo, con la vuelta de su TOC incluido. Darse cuenta de que no eres especial no es plato de gusto de nadie. Y no quería echar más leña al fuego de todo el ruido (exagerado y sobredimensionado, aunque también hay cosas que merece la pena leer) alrededor de la serie, pero creo que se puede decir que Dunham es mejor guionista que actriz y que, si "Girls" es egocéntrica, ¿qué son entonces "Louie" o "Seinfeld"?
Música de la semana: Y ya que estábamos con "Girls", la selección musical de esta semana va a ser "Elephant" de los australianos Tame Impala, que suena en un momento en el que Ray va al café donde trabaja dispuesto a hacer algo que le permita ganarse el respeto de Shoshanna.
22 marzo 2013
Viernes musical (24): "Nashville"
La última serie musical estrenada hasta el momento es "Nashville", el drama/culebrón que sigue a una estrella del country en la curva descendente y a una Carrie Underwood/Taylor Swift emergente que quiere su puesto en la cima, y que de paso nos muestra un vistazo panorámico al tejido musical e industrial de la ciudad de Nashville, una de las capitales musicales de Estados Unidos junto con Memphis y Detroit. Por supuesto, las canciones son uno de los aspectos más cuidados de la serie, contando con toda una luminaria como T. Bone Burnett para supervisarla (en este artículo del "Wall Street Journal" explican un poco el proceso de selección de compositores y de canciones, y el éxito que están teniendo en iTunes). Hasta han rodado un videoclip de "Telescope", el éxito de Juliette Barnes, aprovechando que Hayden Panettiere ya sacó un disco cuando aún estaba en "Héroes". Pero, de todos modos, uno de los fichajes más curiosos es el de Lennon y Maisy Stella, dos niñas que interpretan a las hijas de Rayna y que se hicieron célebres en YouTube por hacer versiones de canciones como "Call your girlfriend", de Robyn, utilizando envases de mantequilla como acompañamiento. A todo esto, la canción del vídeo, "Wrong song", la cantan realmente Panettiere y Connie Britton.
21 marzo 2013
HBO también tiene audiencia
También es verdad que HBO suele dar dos temporadas incluso a sus series más minoritarias (cuestiones de amortización de la inversión), y que para que cancele alguna en su primera entrega, ésta ha tenido que ser fracaso de dimensiones cósmicas, tipo "John from Cincinnati". Si no atrae la curiosidad de los suscriptores y los críticos no le dan la visibilidad, ese proyecto es inútil para la estrategia de negocio de la cadena y su imagen de marca, que es lo que está vendiendo a través de sus series. Tomemos por caso "Tell me you love me", una serie de 2007 sobre varias parejas que iban a terapia para intentar solucionar sus problemas, y que tuvo mucha publicidad antes del estreno por lo explícito de sus escenas de sexo. En el cuarto capítulo, la serie estaba renovada a pesar de que era muy poco vista, pero cuando llegó el momento de decidir las tramas de esa segunda entrega, la creadora, Cynthia Mort, y la cadena decidieron darle carpetazo porque no encontraban una dirección adecuada que seguir. En otras ocasiones, 250.000 espectadores terminan por convertir en muy poco rentable una serie tan aclamada por la crítica como "In treatment", que aun así aguantó tres temporadas, y que "Treme" apenas llegue al medio millón tiene buena parte de culpa de que vaya a terminar en una cuarta entrega de sólo cinco episodios.
Evidentemente, el modelo de negocio de HBO le permite alternar series de audiencias millonarias, como "Juego de tronos" y "True blood", con otras como "Girls", cuyo final de la segunda temporada atrajo a 630.000 espectadores (bastantes más que los de, por ejemplo, "Treme", aunque perdiera audiencia con respecto a su estreno), y que genera tal cantidad de ruido mediático, que HBO tendría que estar loca para no concederle una tercera entrega. Pero llega un momento en que gastos e ingresos no cuadran, y por mucho que la crítica adore "Carnivale", los casi 1,7 millones de espectadores de su segunda temporada no eran suficientes para sostener su alto presupuesto, de unos cuatro millones de dólares por episodio. Si dejamos de lado "Luck", cuyo fin estuvo rodeado de circunstancias especiales, vemos que a HBO sí le importan las cifras de audiencia, aunque sólo hasta cierto punto. Si no ven claro que potenciales nuevos suscriptores vayan a verse atraídos por esas series, se opta por soltar lastre. Hasta "The Wire" estuvo a punto de ser cancelada en la tercera temporada (nadie la vio hasta que sus DVDs no empezaron a venderse con más asiduidad, allá por la cuarta temporada).
HBO da más oportunidades a sus series para que encuentren su público y enganchen a la crítica, pero consideran que dos temporadas son más que suficientes para ello. Si sigues sin entrar en el zeitgeist, como dicen los anglos, y tus audiencias no mejoran, la paciencia se acaba. Y si sales por un ojo de la cara y no tienes cinco millones de espectadores, tampoco van a seguir dándote cuerda. Como hemos dicho muchas veces, esto no es una caridad.
20 marzo 2013
Norma y Norman
Hay ciertos personajes que acaban fagocitando la carrera de un actor y, en parte, hasta arruinándola con el tiempo. Kathy Bates y Anthony Hopkins lograron escapar de la sombra de Annie Wilkes y Hannibal Lecter, aunque siempre estarán asociados a ellos, pero Anthony Perkins no tuvo tanta suerte con Norman Bates. "Psicosis" fue un enorme éxito de taquilla en 1960 (que no de crítica inicialmente), ejerciendo una notable influencia sobre el género de terror posterior, y aunque Perkins participó después en películas notables, como "El proceso", "El juez de la horca" o aquella "Asesinato en el Orient Express" de reparto All-Star, Norman siempre estuvo a su espalda. Tal vez porque lo interpretó de nuevo en los 80, cuando su carrera languidecía, en tres secuelas de "Psicosis" totalmente olvidables, o tal vez porque es un personaje tan fuerte (y Perkins estaba tan bien en la cinta de Hitchcock) que resulta casi imposible darle la espalda por completo.
Esa imposibilidad bien puede ser la que ha llevado al canal A&E, que lleva un par de años produciendo procedimentales como "The Glades" o "Longmire", a probar suerte con una precuela de "Psicosis" centrada en los años mozos de Norman, cuando su madre Norma aún vivía y acababan de comprar el motel donde terminaría muriendo Marion Crane. "Bates Motel", que así se llama la serie, no presenta a los dos huyendo de lo que parece un pasado complicado, cuanto menos, e instalándose en una ciudad costera con la esperanza de empezar de cero. Pero, por supuesto, eso no va a ser tan sencillo como Norma esperaba (no tendríamos serie si lo fuera). Los dos responsables de la ficción son Carlton Cuse, a quien todo el mundo recuerda de su paso por "Perdidos" y Kerry Ehrin, ex guionista de "Friday Night Lights", y ambos utilizan el primer episodio para darnos a entender que ese pueblo oculta muchos secretos, en la mejor tradición de "Twin Peaks", y para presentar la relación entre madre e hijo, relación que va a ser el principal 'gancho' para los espectadores.
Norma y Norman están interpretados por Vera Farmiga (genuina 27%) y un crecido Freddie Highmore, y puede decirse que la elección de los dos es el mayor acierto de "Bates Motel". Farmiga nos hace llegar enseguida que Norma es una persona complicada, y Highmore tiene el mismo "aura", por decirlo de algún modo, que Norman tiene al principio de "Psicosis", cuando sólo es el amable, pero un poco raro, recepcionista de un olvidado motel de carretera. Juntos, además, crean desde el principio una relación que puede ser muy interesante de ver, demasiado próxima para que sea sana y que, de vez en cuando, tiene unos toques inquietantes que le vienen muy bien a la historia. El resto de la serie, sin embargo, con los alumnos del instituto al que va Norman y esos pequeños detalles de que allí pasan cosas enfermizas, no cuaja tan bien en el capítulo inicial, quizás porque se preocupa más por asentar las bases de los Bates antes de ponerse a dibujar con mayor interés el pueblo.
La primera temporada sólo van a ser diez capítulos y es muy pronto para decidir cómo va a ser "Bates Motel" cuando llegue al final. Su estreno ha sido un éxito de audiencia para A&E y, en general, a los críticos no les ha disgustado, aunque todos coinciden en señalar que el resto de la serie necesita ponerse a la altura del trabajo conjunto de Highmore y Farmiga. Y lo que todos han recordado también es un viejo intento de trasladar el universo de "Psicosis" a televisión, en 1987, que también se llamaba "Bates Motel", pero que no tuvo demasiada suerte. Antes de que se me olvide, sí, la serie de A&E hace unos pequeños guiños a la película de Hitchcock, especialmente al mostrar por primera vez el interior de la casa y la famosa escalera.
P.D.: De regalo, os dejo a la BBC Concert Orchestra interpretando la suite de "Psicosis", que Bernard Herrmann compuso para la película, en un concierto de los Proms dedicado al cine en 2011.
Esa imposibilidad bien puede ser la que ha llevado al canal A&E, que lleva un par de años produciendo procedimentales como "The Glades" o "Longmire", a probar suerte con una precuela de "Psicosis" centrada en los años mozos de Norman, cuando su madre Norma aún vivía y acababan de comprar el motel donde terminaría muriendo Marion Crane. "Bates Motel", que así se llama la serie, no presenta a los dos huyendo de lo que parece un pasado complicado, cuanto menos, e instalándose en una ciudad costera con la esperanza de empezar de cero. Pero, por supuesto, eso no va a ser tan sencillo como Norma esperaba (no tendríamos serie si lo fuera). Los dos responsables de la ficción son Carlton Cuse, a quien todo el mundo recuerda de su paso por "Perdidos" y Kerry Ehrin, ex guionista de "Friday Night Lights", y ambos utilizan el primer episodio para darnos a entender que ese pueblo oculta muchos secretos, en la mejor tradición de "Twin Peaks", y para presentar la relación entre madre e hijo, relación que va a ser el principal 'gancho' para los espectadores.
Norma y Norman están interpretados por Vera Farmiga (genuina 27%) y un crecido Freddie Highmore, y puede decirse que la elección de los dos es el mayor acierto de "Bates Motel". Farmiga nos hace llegar enseguida que Norma es una persona complicada, y Highmore tiene el mismo "aura", por decirlo de algún modo, que Norman tiene al principio de "Psicosis", cuando sólo es el amable, pero un poco raro, recepcionista de un olvidado motel de carretera. Juntos, además, crean desde el principio una relación que puede ser muy interesante de ver, demasiado próxima para que sea sana y que, de vez en cuando, tiene unos toques inquietantes que le vienen muy bien a la historia. El resto de la serie, sin embargo, con los alumnos del instituto al que va Norman y esos pequeños detalles de que allí pasan cosas enfermizas, no cuaja tan bien en el capítulo inicial, quizás porque se preocupa más por asentar las bases de los Bates antes de ponerse a dibujar con mayor interés el pueblo.
La primera temporada sólo van a ser diez capítulos y es muy pronto para decidir cómo va a ser "Bates Motel" cuando llegue al final. Su estreno ha sido un éxito de audiencia para A&E y, en general, a los críticos no les ha disgustado, aunque todos coinciden en señalar que el resto de la serie necesita ponerse a la altura del trabajo conjunto de Highmore y Farmiga. Y lo que todos han recordado también es un viejo intento de trasladar el universo de "Psicosis" a televisión, en 1987, que también se llamaba "Bates Motel", pero que no tuvo demasiada suerte. Antes de que se me olvide, sí, la serie de A&E hace unos pequeños guiños a la película de Hitchcock, especialmente al mostrar por primera vez el interior de la casa y la famosa escalera.
P.D.: De regalo, os dejo a la BBC Concert Orchestra interpretando la suite de "Psicosis", que Bernard Herrmann compuso para la película, en un concierto de los Proms dedicado al cine en 2011.
19 marzo 2013
La clase media en la tele
"El mejor cine se hace en la tele" es, probablemente, ya uno de los mayores clichés que se puede escuchar cada vez que se habla del enorme salto cualitativo que han dado las series de televisión en la última década, y la gran popularidad como entretenimiento de alto nivel, como quien dice, que han experimentado. Con el estreno en Sundance Channel de "Top of the lake", vamos a volver a leerlo por todas partes porque la principal creadora de esa miniserie es Jane Campion, directora de cine que saltó a la fama (y a los Oscar) con "El piano" y que parece que va a obtener con esta aventura las buenas críticas unánimes que eludieron a sus dos últimas películas, "Bright star" y "En carne viva".
Con el regreso de Campion al medio (pues "Un ángel en mi mesa" fue originalmente una miniserie) se repetirán los comentarios de que Hollywood ha dejado las historias adultas de lado, centrándose sólo en los taquillazos dirigidos a los adolescentes que van en bloque a verlos el fin de semana de su estreno, y que la televisión ha recogido el testigo en ese aspecto. Y eso, la verdad sea dicha, no es del todo falso. Más que que la televisión esté haciendo mejores cosas que el cine comercial, lo que ha habido es un desplazamiento de los temas que centraban las películas hace unos diez o quince años. Steve Buscemi lo explicaba hace tiempo en una entrevista y no le faltaba cierta razón; el cine independiente está produciendo las películas adultas y de presupuesto medio (o pequeño) que antes hacían los estudios, y la televisión está llevando a la pantalla las historias que, en los 90, contaba el cine independiente. Hasta Rob Thomas, al hablar sobre la película de "Veronica Mars", decía que en Hollywood ya no había esperanza para las cintas con un presupuesto menor de diez millones de dólares (él se refería a presupuestos rondando los cinco millones).
Tal vez por eso, no es extraño que cada vez veamos un mayor desembarco de cineastas en proyectos televisivos, generalmente para dirigir el piloto de alguna serie. Y ya no hace falta referirse únicamente a Martin Scorsese con "Boardwalk Empire", o a Neil Jordan con "The Borgias". Ang Lee se va a encargar del de "Tyrant", una serie para FX creada por Howard Gordon y Gideon Raff, y los dos realizadores de los remakes estadounidense y franco-británico de "The Bridge" serán Gerardo Naranjo y Dominik Moll. No es ya nada extraño que los directores alternen series y películas (como Juan José Campanella), y David Slade lo mismo salta del terror independiente a "Eclipse" que se pasa a dirigir episodios de "Awake" o "Hannibal". O "Breaking Bad", por cuyas sillas de dirección también ha pasado Rian Johnson, que además dirigió un capítulo de "Terriers". Últimamente, eso sí, lo más curioso es encontrarse en las series más insospechadas el nombre de John Dahl, un tipo que parecía que iba a comerse Hollywood con "La última seducción" y que ha pasado por "Justified", "Arrow", "Dexter", "Person of interest", "The vampire diaries", "Shameless" y hasta un capítulo de "Battlestar Galactica", por resumir su currículum en la pequeña pantalla. Y como mera curiosidad, "The good wife" ha contado en un par de episodios con Dean Parisot, responsable de "Héroes fuera de órbita", y todo un veterano de la televisión.
Con el regreso de Campion al medio (pues "Un ángel en mi mesa" fue originalmente una miniserie) se repetirán los comentarios de que Hollywood ha dejado las historias adultas de lado, centrándose sólo en los taquillazos dirigidos a los adolescentes que van en bloque a verlos el fin de semana de su estreno, y que la televisión ha recogido el testigo en ese aspecto. Y eso, la verdad sea dicha, no es del todo falso. Más que que la televisión esté haciendo mejores cosas que el cine comercial, lo que ha habido es un desplazamiento de los temas que centraban las películas hace unos diez o quince años. Steve Buscemi lo explicaba hace tiempo en una entrevista y no le faltaba cierta razón; el cine independiente está produciendo las películas adultas y de presupuesto medio (o pequeño) que antes hacían los estudios, y la televisión está llevando a la pantalla las historias que, en los 90, contaba el cine independiente. Hasta Rob Thomas, al hablar sobre la película de "Veronica Mars", decía que en Hollywood ya no había esperanza para las cintas con un presupuesto menor de diez millones de dólares (él se refería a presupuestos rondando los cinco millones).
Tal vez por eso, no es extraño que cada vez veamos un mayor desembarco de cineastas en proyectos televisivos, generalmente para dirigir el piloto de alguna serie. Y ya no hace falta referirse únicamente a Martin Scorsese con "Boardwalk Empire", o a Neil Jordan con "The Borgias". Ang Lee se va a encargar del de "Tyrant", una serie para FX creada por Howard Gordon y Gideon Raff, y los dos realizadores de los remakes estadounidense y franco-británico de "The Bridge" serán Gerardo Naranjo y Dominik Moll. No es ya nada extraño que los directores alternen series y películas (como Juan José Campanella), y David Slade lo mismo salta del terror independiente a "Eclipse" que se pasa a dirigir episodios de "Awake" o "Hannibal". O "Breaking Bad", por cuyas sillas de dirección también ha pasado Rian Johnson, que además dirigió un capítulo de "Terriers". Últimamente, eso sí, lo más curioso es encontrarse en las series más insospechadas el nombre de John Dahl, un tipo que parecía que iba a comerse Hollywood con "La última seducción" y que ha pasado por "Justified", "Arrow", "Dexter", "Person of interest", "The vampire diaries", "Shameless" y hasta un capítulo de "Battlestar Galactica", por resumir su currículum en la pequeña pantalla. Y como mera curiosidad, "The good wife" ha contado en un par de episodios con Dean Parisot, responsable de "Héroes fuera de órbita", y todo un veterano de la televisión.
18 marzo 2013
Los campos de la muerte
La autopista interestatal de Texas I-45 discurre por lo que se conoce en la zona como "the Killing Fields", los campos de la muerte, un páramo en el que, desde la década de los 70, la policía ha encontrado los cadáveres de parte de la cincuentena de mujeres jóvenes que habían desaparecido en la zona entre Houston y Galveston. Uno de aquellos casos fue el de Jessica Cain, una joven cuyo coche apareció abandonado en una cuneta de la carretera junto a esos campos, que también están apodados como "la autopista del infierno", y cuya desaparición investigaron dos detectives de Texas City, Mike Land y Brian Goetschius. En ese caso se inspira "Texas killing fields", la segunda incursión en la dirección de largometrajes de Ami Canaan Mann, hija de Michael Mann, con guión de Don Ferrarone, un ex policía que trabajó durante una temporada en esa zona de Texas y que escribió la historia hace más de una década.
Ami Mann lleva un tiempo en la industria (debutó en el cine en realidad en 2001), pero hasta el momento, sus trabajos se limitaban a un capítulo de "Friday Night Lights" y "Dakota", una webserie sobre una jugadora de póker para "Wigs", una página con varias series cuyas protagonistas son todas mujeres. En "Texas killing fields" cuenta con una historia realmente potente, la producción de su padre y un reparto realmente interesante con Jeffrey Dean Morgan y Sam Worthington al frente, y Chloe Moretz y Jessica Chastain completándolo. Logra construir una atmósfera inquietante y tiene un buen ojo para el uso de la fotografía, para componer algunos planos visualmente muy notables, y hasta para dirigir una persecución en coche digna de estar firmada por el apellido Mann, pero a la película le falta algo. Intenta mostrar una panorámica de la zona, de la estructura social que pemite que surjan lugares como los campos, pero, paradójicamente, a lo mejor le habría hecho falta algo más de metraje para que personajes como los tres policías protagonistas y la niña tuvieran más peso y se asentaran más. Al acabar la cinta, da la sensación de que se podría haber hecho una miniserie muy interesante con ella.
Por ejemplo, la personalidad de Brian, que se muda de Nueva York a Texas City porque quiere ayudar a resolver el misterio de la zona, o la relación entre Mike y Pam, policía del condado vecino y, a la sazón, su ex mujer, o la situación familiar de Anne, se habrían beneficiado de unos diez o veinte minutillos extra (la película dura unos 100) que habrían contribuido a que nos empapáramos más del ambiente y que nos situáramos más del lado de los protagonistas (Pam, sobre todo, es un personaje bastante desaprovechado). Es una lástima que no termine de cuajar ahí (y que haya algunos saltos en la trama un poco confusos), porque su reparto funciona muy bien y, visualmente, "Texas killing fields" está muy lograda y cuenta una historia con gran potencial para dar no sólo un buen thriller, sino una gran película. Por desgracia, se queda un poco a medias.
P.D. podcastero: Siempre que contamos con la visita de Irene Cívico, de ByTheWay, la duración de "Yo disparé a JR" se nos va un poco de las manos. Con ella hablamos de "Nashville" y "The Americans", pero tocamos también otros temas.
Ir a descargar
- 0': El proyecto de película de "Veronica Mars".
- 23': "Arrow" (spoilers hast el 1x17).
- 42': "Nashville"
- 62': "The Americans"
- 85': "Once upon a time".
Ami Mann lleva un tiempo en la industria (debutó en el cine en realidad en 2001), pero hasta el momento, sus trabajos se limitaban a un capítulo de "Friday Night Lights" y "Dakota", una webserie sobre una jugadora de póker para "Wigs", una página con varias series cuyas protagonistas son todas mujeres. En "Texas killing fields" cuenta con una historia realmente potente, la producción de su padre y un reparto realmente interesante con Jeffrey Dean Morgan y Sam Worthington al frente, y Chloe Moretz y Jessica Chastain completándolo. Logra construir una atmósfera inquietante y tiene un buen ojo para el uso de la fotografía, para componer algunos planos visualmente muy notables, y hasta para dirigir una persecución en coche digna de estar firmada por el apellido Mann, pero a la película le falta algo. Intenta mostrar una panorámica de la zona, de la estructura social que pemite que surjan lugares como los campos, pero, paradójicamente, a lo mejor le habría hecho falta algo más de metraje para que personajes como los tres policías protagonistas y la niña tuvieran más peso y se asentaran más. Al acabar la cinta, da la sensación de que se podría haber hecho una miniserie muy interesante con ella.
Por ejemplo, la personalidad de Brian, que se muda de Nueva York a Texas City porque quiere ayudar a resolver el misterio de la zona, o la relación entre Mike y Pam, policía del condado vecino y, a la sazón, su ex mujer, o la situación familiar de Anne, se habrían beneficiado de unos diez o veinte minutillos extra (la película dura unos 100) que habrían contribuido a que nos empapáramos más del ambiente y que nos situáramos más del lado de los protagonistas (Pam, sobre todo, es un personaje bastante desaprovechado). Es una lástima que no termine de cuajar ahí (y que haya algunos saltos en la trama un poco confusos), porque su reparto funciona muy bien y, visualmente, "Texas killing fields" está muy lograda y cuenta una historia con gran potencial para dar no sólo un buen thriller, sino una gran película. Por desgracia, se queda un poco a medias.
P.D. podcastero: Siempre que contamos con la visita de Irene Cívico, de ByTheWay, la duración de "Yo disparé a JR" se nos va un poco de las manos. Con ella hablamos de "Nashville" y "The Americans", pero tocamos también otros temas.
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- 0': El proyecto de película de "Veronica Mars".
- 23': "Arrow" (spoilers hast el 1x17).
- 42': "Nashville"
- 62': "The Americans"
- 85': "Once upon a time".
17 marzo 2013
Matrimonio de espías
Desde que "The Americans" se estrenó en FX, a principios de enero, sus dos protagonistas, Keri Russell y Matthew Rhys, no han dejado de repetir en todas las entrevistas que, aunque estemos viendo a dos espías del KGB infiltrados en suelo estadounidense en una época tan dada a la paranoia como principios de los 80, no son sus misiones lo que realmente importa, ni si tendrán éxito o no; al fin y al cabo, todos sabemos que "la guerra de las galaxias" de Ronald Reagan nunca salió adelante, que el telón de acero acabó cayendo al final de esa década y que la URSS terminaría desapareciendo. Lo que importa de verdad en esta serie es el retrato del matrimonio de Philip y Elizabeth Jennings, de dos personas que llevan casadas quince años, que tienen dos hijos, pero que en realidad están viviendo una farsa. ¿O no lo es? James Poniewozik, el crítico de "Time", lo expresaba bastante bien al traer a colación de nuevo la comparación con "Homeland" que se le había hecho a la serie antes de su estreno, sólo que "The Americans" le debe más a "Mad Men" que a los agentes de la CIA de Showtime.
Sí, los Jennings tienen que conseguir códigos del FBI, o tienen que secuestrar a alguien, o tienen que averiguar si John Hinckley, el hombre que atentó contra el presidente Reagan, representa algún tipo de golpe de Estado, o tienen que asegurarse de que su vecino, el agente del FBI Beeman, no descubra sus verdaderas identidades como agentes soviéticos encubiertos. Pero donde la serie pone más atención es en mostrar cómo sólo ahora, más de una década después de casarse, empiezan a conocerse y a intentar que esa relación de pega sea real, o lo más real que les sea posible, ya que sus hijos no saben quiénes son en realidad sus padres y si un vecino les pregunta que por qué vuelven tan tarde a casa, no pueden responder que porque habían ido a ver a su contacto en el KGB.
Como resultado, "The Americans" lleva un ritmo muy suyo y, probablemente, más de una historia de espías de finales de los 70. La exploración que hace de cómo todos tenemos caretas y "tapaderas" de nuestras verdaderas personalidades, y de cómo a veces no se puede conocer realmente a alguien aunque te acuestes a su lado durante años y años, es lo que la convierte en una serie muy interesante. Las misiones y operaciones que los Jennings tienen que llevar a cabo tampoco están mal resueltas, sobre todo mostrando el clima de desconfianza general y de paranoia que se respiraba en ambos bandos, cada uno intentando demostrar al otro que tenían la capacidad de aniquilarlo nuclearmente con sólo pulsar un botón y ante cualquier sombra de amenaza de ataque. El trabajo de ambientación es notable, y su reparto funciona muy bien. Quién diría que Keri Russell podría ser una agente del KGB tan fría y eficiente si se lo propone. Aunque, si queréis verla en otro registro diferente, podéis echar un vistazo a "La camarera", una simpática película en la que comparte protagonismo con Nathan Fillion.
Música de la semana: Como "Verónica Mars" ha dominado buena parte de la actualidad en estos últimos días, la selección musical va a llegar desde su segunda temporada, desde un capítulo que se llamaba igual que esta canción, "I am God", de Wannabes, un grupo de Austin (Texas) que empezó como una broma entre varios universitarios.
Sí, los Jennings tienen que conseguir códigos del FBI, o tienen que secuestrar a alguien, o tienen que averiguar si John Hinckley, el hombre que atentó contra el presidente Reagan, representa algún tipo de golpe de Estado, o tienen que asegurarse de que su vecino, el agente del FBI Beeman, no descubra sus verdaderas identidades como agentes soviéticos encubiertos. Pero donde la serie pone más atención es en mostrar cómo sólo ahora, más de una década después de casarse, empiezan a conocerse y a intentar que esa relación de pega sea real, o lo más real que les sea posible, ya que sus hijos no saben quiénes son en realidad sus padres y si un vecino les pregunta que por qué vuelven tan tarde a casa, no pueden responder que porque habían ido a ver a su contacto en el KGB.
Como resultado, "The Americans" lleva un ritmo muy suyo y, probablemente, más de una historia de espías de finales de los 70. La exploración que hace de cómo todos tenemos caretas y "tapaderas" de nuestras verdaderas personalidades, y de cómo a veces no se puede conocer realmente a alguien aunque te acuestes a su lado durante años y años, es lo que la convierte en una serie muy interesante. Las misiones y operaciones que los Jennings tienen que llevar a cabo tampoco están mal resueltas, sobre todo mostrando el clima de desconfianza general y de paranoia que se respiraba en ambos bandos, cada uno intentando demostrar al otro que tenían la capacidad de aniquilarlo nuclearmente con sólo pulsar un botón y ante cualquier sombra de amenaza de ataque. El trabajo de ambientación es notable, y su reparto funciona muy bien. Quién diría que Keri Russell podría ser una agente del KGB tan fría y eficiente si se lo propone. Aunque, si queréis verla en otro registro diferente, podéis echar un vistazo a "La camarera", una simpática película en la que comparte protagonismo con Nathan Fillion.
Música de la semana: Como "Verónica Mars" ha dominado buena parte de la actualidad en estos últimos días, la selección musical va a llegar desde su segunda temporada, desde un capítulo que se llamaba igual que esta canción, "I am God", de Wannabes, un grupo de Austin (Texas) que empezó como una broma entre varios universitarios.
15 marzo 2013
Viernes musical (23): "Girls"
Las situaciones incómodas son una de las especialidades de "Girls", y en esta segunda temporada, además, han decidido aprovechar los talentos ocultos de algunas de sus actrices, como la bonita voz que tiene Allison Williams (además de que esta temporada se ha explorado un poco más a Marnie, su personaje). En el penúltimo capítulo de esta entrega, Marnie se marca una incómoda, y muy divertida, versión a lo jazzy de "Stronger", de Kanye West, algo en lo que Williams tiene experiencia de su época en la universidad de Yale, que tiene un grupo de improvisación llamado "Just add water". Allí, y como acabó averiguando BuzzFeed, la actriz se marcó una cachonda versión totalmente en serio, y en plan baladón, de "Tik Tok", de Ke$ha, y hasta imitó a Kate Middleton en una serie de vídeos para "Funny or Die" realmente divertida.
14 marzo 2013
Dos millones para Verónica
A estas alturas, ya todos estaréis al tanto de las dos principales noticias de ayer; que hay nuevo Papa y que Rob Thomas y Kristen Bell, creador y protagonista de "Verónica Mars", habían lanzado una iniciativa a través de Kickstarter para financiar el rodaje de una película de la serie, una idea que lleva dando vueltas por los blogs y por las entrevistas a los dos desde que el proyecto fue cancelado por The CW, en 2007. Seguro que también habéis leído ya por todas partes que el objetivo que se habían marcado de recaudar dos millones de dólares en treinta días se cumplió apenas doce horas después de que la iniciativa de crowdfunding se pusiera en marcha, y ahora que ya es seguro que habrá película de "Verónica Mars", es cuando llegan los análisis, las críticas y los intentos de dilucidar si esto puede instaurar una nueva tendencia para sacar adelante proyectos que, de otro modo, estarían muertos, o si no será más que una curiosa singularidad.
Antes de lanzarnos a echar un vistazo a ese panorama de comentarios y posts sobre el tema, convendría recapitular por si queda alguien que no está muy al tanto de todo este asunto. La posibilidad de que la historia de esta adolescente aspirante a detective privado continuara de un modo u otro tras la cancelación de la serie siempre se le comentaba a Rob Thomas y a Kristen Bell, que no dejaban de expresar su interés por rodar una película si lograban reunir el dinero y, lo que es más importante, convencer a Warner Bros., el estudio que posee los derechos de la serie. Incluso antes de que ésta terminara, Thomas llegó a hacer una especie de pseudo-piloto de una cuarta temporada con Verónica en el FBI para que The CW considerara renovarla (fracasó, evidentemente), y años más tarde, él mismo afirma que llegó a reunirse con Warner para proponerles su idea de cómo podría ser la película en cuestión. Sin embargo, el estudio consideró que no había suficiente mercado para financiar, promocionar y distribuir un film sobre el personaje, y declinó el proyecto.
Thomas, no obstante, no se dio por vencido y, en connivencia con Bell, acabó por optar por el crowdfunding para lograr el dinero necesario para poder rodar la cinta. Al parecer, la idea lleva en marcha desde principios del año pasado, y en todo este tiempo tuvieron que conseguir que Warner apoyara esta nueva encarnación del proyecto (recordemos que son los dueños de la serie). Finalmente, el plan de Thomas es rodar este verano, durante el hiato de Bell de "House of Lies", incluir a todos los antiguos personajes de "Verónica Mars" que pueda y estrenar a principios del año que viene. La división digital de Warner se encarga de la distribución, con una vida limitada en cines y luego el pase a diversos servicios de vídeo bajo demanda, que es donde la película encontrará su público con mayor probabilidad. Y es en esta mezcla entre un presupuesto conseguido gracias a la contribución de los fans y una distribución a cargo de una major (que es la que se beneficiará si esto da dinero) donde han venido las críticas y las acusaciones de "inmoralidad".
Esencialmente, han surgido unas cuantas voces que se preguntan si Kickstarter no debería dedicarse sólo a buscar financiación para proyectos movidos por la pasión de sus impulsores y puestos en pie de modo independiente (aunque ahí también puede haber gente que no busque más que el beneficio económico sin asumir el riesgo), y están quienes se quejan de que los fans están dándole dinero a una multinacional que no necesita estas obras de caridad. Son críticas muy válidas, pero como suele ocurrir, terminan por generalizar y por obviar las circunstancias únicas de cada caso. No sería la primera vez que el movimiento de los fans permite que se ponga en pie la película de una serie muy poco vista; Joss Whedon convenció a Universal de rodar "Serenity" después de comprobar que los DVDs de "Firefly" (que, curiosamente, es propiedad de Fox) se vendían como las botellas de agua en el ardiente desierto, y esa película costó 40 millones de dólares en 2005.
En este caso, seguir en tratos con Warner es el peaje a pagar por sacar adelante "Verónica Mars: The movie" (y, además, no es lo mismo que te distribuya una major, aunque sea a pequeña escala, que tener que hacerlo tú de forma independiente). El proyecto está claro que es personal tanto para Rob Thomas como para Kristen Bell, y teniendo en cuenta lo rápido que alcanzó su objetivo en Kickstarter, también lo es para muchos fans. En "Salon" apuntaban a la mayor complejidad de todo el asunto al afirmar: "Bienvenidos a la América del siglo XXI, donde es muy probable que siempre estés pagándole a una gran corporación por algo que quieres", indicando que hemos llegado a un punto en el que lo cien por cien independiente y fuera del sistema es cada vez más difícil de encontrar. En especial, parece que esta peculiar manera de financiar una película que, como mucho, no pasará de título de culto para unos cuantos frikis (yo incluida) es una de las pocas maneras que hay de sacar adelante un proyecto en Hollywood sin sufrir ese programa informático que "proyecta" las posibles ganancias que puede hacer una película antes de que los ejecutivos decidan darle luz verde.
Proyectos para la web como "Husbands" se han financiado a través de Kickstarter con anterioridad, y muchos críticos han señalado que seguro que Joss Whedon lo habría utilizado para sacar adelante "Dr. Horrible's Sing Along Blog" si entonces hubiera estado en marcha. ¿Seguirán otras series como "Terriers" o "Las chicas Gilmore" el ejemplo de "Verónica Mars"? ¿Se aprovecharán los estudios de dicho ejemplo para eludir financiar otros proyectos pequeños? Sólo el tiempo lo dirá, pero lo que es seguro es que para mí sí es una buena noticia que vayamos a tener de vuelta a Verónica, Keith y compañía. Ya lo decían en la serie a menudo: "Veronica Mars is smarter than me".
P.D.: A todo esto, en "Bloopers", un programa de la radio del Círculo de Bellas Artes de Madrid, me han hecho una pequeña entrevista en la que no hablamos de "Verónica Mars", pero sí de "Perdidos". El programa estará colgado en la web en los próximos días.
Antes de lanzarnos a echar un vistazo a ese panorama de comentarios y posts sobre el tema, convendría recapitular por si queda alguien que no está muy al tanto de todo este asunto. La posibilidad de que la historia de esta adolescente aspirante a detective privado continuara de un modo u otro tras la cancelación de la serie siempre se le comentaba a Rob Thomas y a Kristen Bell, que no dejaban de expresar su interés por rodar una película si lograban reunir el dinero y, lo que es más importante, convencer a Warner Bros., el estudio que posee los derechos de la serie. Incluso antes de que ésta terminara, Thomas llegó a hacer una especie de pseudo-piloto de una cuarta temporada con Verónica en el FBI para que The CW considerara renovarla (fracasó, evidentemente), y años más tarde, él mismo afirma que llegó a reunirse con Warner para proponerles su idea de cómo podría ser la película en cuestión. Sin embargo, el estudio consideró que no había suficiente mercado para financiar, promocionar y distribuir un film sobre el personaje, y declinó el proyecto.
Thomas, no obstante, no se dio por vencido y, en connivencia con Bell, acabó por optar por el crowdfunding para lograr el dinero necesario para poder rodar la cinta. Al parecer, la idea lleva en marcha desde principios del año pasado, y en todo este tiempo tuvieron que conseguir que Warner apoyara esta nueva encarnación del proyecto (recordemos que son los dueños de la serie). Finalmente, el plan de Thomas es rodar este verano, durante el hiato de Bell de "House of Lies", incluir a todos los antiguos personajes de "Verónica Mars" que pueda y estrenar a principios del año que viene. La división digital de Warner se encarga de la distribución, con una vida limitada en cines y luego el pase a diversos servicios de vídeo bajo demanda, que es donde la película encontrará su público con mayor probabilidad. Y es en esta mezcla entre un presupuesto conseguido gracias a la contribución de los fans y una distribución a cargo de una major (que es la que se beneficiará si esto da dinero) donde han venido las críticas y las acusaciones de "inmoralidad".
Esencialmente, han surgido unas cuantas voces que se preguntan si Kickstarter no debería dedicarse sólo a buscar financiación para proyectos movidos por la pasión de sus impulsores y puestos en pie de modo independiente (aunque ahí también puede haber gente que no busque más que el beneficio económico sin asumir el riesgo), y están quienes se quejan de que los fans están dándole dinero a una multinacional que no necesita estas obras de caridad. Son críticas muy válidas, pero como suele ocurrir, terminan por generalizar y por obviar las circunstancias únicas de cada caso. No sería la primera vez que el movimiento de los fans permite que se ponga en pie la película de una serie muy poco vista; Joss Whedon convenció a Universal de rodar "Serenity" después de comprobar que los DVDs de "Firefly" (que, curiosamente, es propiedad de Fox) se vendían como las botellas de agua en el ardiente desierto, y esa película costó 40 millones de dólares en 2005.
En este caso, seguir en tratos con Warner es el peaje a pagar por sacar adelante "Verónica Mars: The movie" (y, además, no es lo mismo que te distribuya una major, aunque sea a pequeña escala, que tener que hacerlo tú de forma independiente). El proyecto está claro que es personal tanto para Rob Thomas como para Kristen Bell, y teniendo en cuenta lo rápido que alcanzó su objetivo en Kickstarter, también lo es para muchos fans. En "Salon" apuntaban a la mayor complejidad de todo el asunto al afirmar: "Bienvenidos a la América del siglo XXI, donde es muy probable que siempre estés pagándole a una gran corporación por algo que quieres", indicando que hemos llegado a un punto en el que lo cien por cien independiente y fuera del sistema es cada vez más difícil de encontrar. En especial, parece que esta peculiar manera de financiar una película que, como mucho, no pasará de título de culto para unos cuantos frikis (yo incluida) es una de las pocas maneras que hay de sacar adelante un proyecto en Hollywood sin sufrir ese programa informático que "proyecta" las posibles ganancias que puede hacer una película antes de que los ejecutivos decidan darle luz verde.
Proyectos para la web como "Husbands" se han financiado a través de Kickstarter con anterioridad, y muchos críticos han señalado que seguro que Joss Whedon lo habría utilizado para sacar adelante "Dr. Horrible's Sing Along Blog" si entonces hubiera estado en marcha. ¿Seguirán otras series como "Terriers" o "Las chicas Gilmore" el ejemplo de "Verónica Mars"? ¿Se aprovecharán los estudios de dicho ejemplo para eludir financiar otros proyectos pequeños? Sólo el tiempo lo dirá, pero lo que es seguro es que para mí sí es una buena noticia que vayamos a tener de vuelta a Verónica, Keith y compañía. Ya lo decían en la serie a menudo: "Veronica Mars is smarter than me".
P.D.: A todo esto, en "Bloopers", un programa de la radio del Círculo de Bellas Artes de Madrid, me han hecho una pequeña entrevista en la que no hablamos de "Verónica Mars", pero sí de "Perdidos". El programa estará colgado en la web en los próximos días.
13 marzo 2013
Los referentes
El último día de la X Muestra Syfy estuvo marcado por la recuperación de viejos clásicos de la ciencia ficción y la fantasía, de esos de los que no dejas de oír hablar o de leer bastante antes de que tengas un día la oportunidad de verlos, de los que en su momento supusieron toda una revolución o un gran éxito y que, muchos años después, han sido tan imitados, homenajeados y referenciados que puede haber espectadores a los que les parezca que "no son para tanto". En esa jornada final de la Muestra se vio, por ejemplo, "El mago de Oz" (que es de 1939), en una sesión matinal en la que sólo había fans de la película y niños que no la habían visto nunca, y por la tarde llegó el turno de la sesión doble Phenomena de "Alien, el octavo pasajero" y "Desafío total". La cinta de Ridley Scott es, probablemente, una de las que más influencia ha ejercido en el género de terror posterior, y no sólo porque Alien ha acabado adquiriendo vida propia más allá de las secuelas dirigidas por James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeunet, sino por todas las películas que vinieron después con un grupo de personajes atrapados en un entorno cerrado, y cazados uno a uno por la entidad malvada que esté de moda en ese momento.
Scott dirigió la película en 1979, y aunque aguanta perfectamente el paso del tiempo, es inevitable que ese esquema a lo "Diez negritos" no tenga el mismo impacto que tuvo entonces. Lo hemos visto repetido hasta la saciedad (aunque muy pocas veces al mismo nivel), y podemos estar tentados de perder de vista que "Alien" es el referente. Es, probablemente, una de las razones por la que "John Carter" fracasó el año pasado; las historias de Edgar Rice Burroughs en las que se basa han servido de punto de partida para multitud de obras posteriores, desde la saga de "La guerra de las galaxias" a "Babylon 5", "Avatar", "Star Trek" y un buen número de libros de ciencia ficción, por lo que todo lo que veíamos en la pantalla ya nos lo habían contado antes en un montón de sitios. Esa excesiva familiaridad con el material era un obstáculo que la película de Andrew Stanton no lograba superar.
En la percepción que parte del público tiene de muchos clásicos que siempre encabezan las listas de las mejores películas de la historia tiene mucha importancia ese hecho de presentar en su momento algo novedoso que, después, se convirtió en referente e influenció a muchas obras posteriores. No es nada extraño que quienes tarden mucho en ver "Casablanca" se descuelguen con un "no me parece para tanto" que está muy marcado por esa cualidad de referente que tiene la película. Algo similar puede ocurrir con "Sucedió un noche", molde de todas las comedias románticas que han venido después (se estrenó en 1934), y le puede pasar a "El silencio de los corderos", que trastocó el modo en el que se hacían thrillers y se presentaba a sus malos. El hecho de que sean referentes (y de que ocupen por ello un pedestal entre la crítica) puede poner grandes expectativas sobre ellas que, después, pueden no verse recompensadas. Es algo que también le ocurre a quien nunca ha visto "El sueño eterno" y le molesta que haya un cadáver sin asesino. Pero ése es parte de su encanto.
Scott dirigió la película en 1979, y aunque aguanta perfectamente el paso del tiempo, es inevitable que ese esquema a lo "Diez negritos" no tenga el mismo impacto que tuvo entonces. Lo hemos visto repetido hasta la saciedad (aunque muy pocas veces al mismo nivel), y podemos estar tentados de perder de vista que "Alien" es el referente. Es, probablemente, una de las razones por la que "John Carter" fracasó el año pasado; las historias de Edgar Rice Burroughs en las que se basa han servido de punto de partida para multitud de obras posteriores, desde la saga de "La guerra de las galaxias" a "Babylon 5", "Avatar", "Star Trek" y un buen número de libros de ciencia ficción, por lo que todo lo que veíamos en la pantalla ya nos lo habían contado antes en un montón de sitios. Esa excesiva familiaridad con el material era un obstáculo que la película de Andrew Stanton no lograba superar.
En la percepción que parte del público tiene de muchos clásicos que siempre encabezan las listas de las mejores películas de la historia tiene mucha importancia ese hecho de presentar en su momento algo novedoso que, después, se convirtió en referente e influenció a muchas obras posteriores. No es nada extraño que quienes tarden mucho en ver "Casablanca" se descuelguen con un "no me parece para tanto" que está muy marcado por esa cualidad de referente que tiene la película. Algo similar puede ocurrir con "Sucedió un noche", molde de todas las comedias románticas que han venido después (se estrenó en 1934), y le puede pasar a "El silencio de los corderos", que trastocó el modo en el que se hacían thrillers y se presentaba a sus malos. El hecho de que sean referentes (y de que ocupen por ello un pedestal entre la crítica) puede poner grandes expectativas sobre ellas que, después, pueden no verse recompensadas. Es algo que también le ocurre a quien nunca ha visto "El sueño eterno" y le molesta que haya un cadáver sin asesino. Pero ése es parte de su encanto.
12 marzo 2013
Manual de uso de la estrella invitada
Es bastante habitual que las series que llevan ya un tiempo en antena acaben siendo muy identificadas con algún aspecto en concreto en el que destacan más; en la franquicia "Ley y orden" son sus inspiraciones en la sección de sucesos del "New York Post"; en "Anatomía de Grey", sus Shondadas de final de temporada; en "Community", sus capítulos referenciales a, por ejemplo, el género de terror o las películas de acción de los 80, y en "The Good Wife", el uso de sus estrellas invitadas. El crítico Alan Sepinwall lo comentaba al hablar del último episodio, "Runnin' with the devil", y lo ejemplificaba en Wallace Shawn, asociado ya indisolublemente a sus "¡Inconcebible!" de "La princesa prometida" y que aquí era un abogado mucho menos inofensivo de lo que parecía (Avon Barksdale lo habría querido de su lado).
El stunt casting es una práctica muy común en las series, sobre todo cuando se acercan los sweeps de audiencia y hay que buscar cualquier truco que atraiga más espectadores. En esas épocas (noviembre, febrero y mayo) es cuando de repente tenemos plagas de bodas, muertes espectaculares y capítulos game-changing por doquier, y también cuando Britney Spears, Jennifer López, Ryan Lochte, Lindsay Lohan, Al Gore o alguna Kardashian se pasean por las series más necesitadas de un empujón promocional. No siempre estos cameos de famosos están bien integrados, y no hay que confundirlos con las estrellas invitadas, que tienen más papel y no hacen de sí mismas (si uno no hace de sí mismo, no es un cameo). Por supuesto, estas estrellas invitadas también pueden ser estrellonas, como ese desfile incesante que se pasea por "Ley y orden: UVE", o pueden estar bien utilizadas. Sepinwall ponía "30 Rock" como otro ejemplo de serie que, a pesar de tener hasta a Oprah Winfrey, en general siempre sabía cómo sacar partido de sus invitados.
Y así llegamos a "The Good Wife", de la que es cierto que grabarse en Nueva York le concede ventaja a la hora de acceder a una plantilla enorme de actores teatrales, pero que, como igualmente apunta Sepinwall, cuida hasta el mínimo detalle sus apariciones. En este último episodio, por ejemplo, teníamos a Audra McDonald, toda una veterana de Broadway cuyo último trabajo en televisión fue en "Private practice". Aquí la veíamos como una fiscal que había sido compañera en la universidad de Alicia, y aunque su papel era pequeño y no daba tiempo a que tuviera ciertos matices, lograban darle cierto peso. Comparémoslo con otra participación de McDonald como estrella invitada, esta vez en "Smash", en la que se quedaba atascada en el mismo cliché de madre sobreprotectora de su hija artista que Bernadette Peters (otra estrellona de Broadway) en la primera temporada.
"The Good Wife", sin embargo, sabe cómo utilizar a sus secundarios y a sus episódicos. Sus guionistas tienen la capacidad de dibujar a la perfección a un personaje con dos pinceladas desde el primer momento, y la elección del actor termina de redondear el efecto. Personajes como el juez Abernathy, Patty Nyholm, Louis Canning, Elsbeth Tascioni, Colin Sweeney, Josh Perroti o Lana Delaney están hechos a medida para Dennis O'Hare, Martha Plimpton, Michael J. Fox, Carrie Preston, Dylan Baker, Kyle MacLachlan o Jill Flint, y rara vez permiten que se coman a los protagonistas. Sí, han tenido algún que otro ejemplo en el que no terminaba de cuajar el retrato (como pasó con Sara Silverman), pero hasta la ex abogada militar Laura Hellinger le va a Amanda Peet como un guante (como ocurre también con Wendy Scott-Carr y Anika Noni Rose). Se preocupan de que esos personajes sean interesantes desde el primer momento y, si van a ser recurrentes, no es nada raro que tengan alguna característica peculiar. Para salir sólo en un par de episodios, el "In your opinion?" de la juez que interpretaba Ana Gasteyer es tal vez el ejemplo más exitoso de esto, y el que cimenta definitivamente la herencia que, en el retrato de los jueces, "The Good Wife" tiene con "Ally McBeal".
El stunt casting es una práctica muy común en las series, sobre todo cuando se acercan los sweeps de audiencia y hay que buscar cualquier truco que atraiga más espectadores. En esas épocas (noviembre, febrero y mayo) es cuando de repente tenemos plagas de bodas, muertes espectaculares y capítulos game-changing por doquier, y también cuando Britney Spears, Jennifer López, Ryan Lochte, Lindsay Lohan, Al Gore o alguna Kardashian se pasean por las series más necesitadas de un empujón promocional. No siempre estos cameos de famosos están bien integrados, y no hay que confundirlos con las estrellas invitadas, que tienen más papel y no hacen de sí mismas (si uno no hace de sí mismo, no es un cameo). Por supuesto, estas estrellas invitadas también pueden ser estrellonas, como ese desfile incesante que se pasea por "Ley y orden: UVE", o pueden estar bien utilizadas. Sepinwall ponía "30 Rock" como otro ejemplo de serie que, a pesar de tener hasta a Oprah Winfrey, en general siempre sabía cómo sacar partido de sus invitados.
Y así llegamos a "The Good Wife", de la que es cierto que grabarse en Nueva York le concede ventaja a la hora de acceder a una plantilla enorme de actores teatrales, pero que, como igualmente apunta Sepinwall, cuida hasta el mínimo detalle sus apariciones. En este último episodio, por ejemplo, teníamos a Audra McDonald, toda una veterana de Broadway cuyo último trabajo en televisión fue en "Private practice". Aquí la veíamos como una fiscal que había sido compañera en la universidad de Alicia, y aunque su papel era pequeño y no daba tiempo a que tuviera ciertos matices, lograban darle cierto peso. Comparémoslo con otra participación de McDonald como estrella invitada, esta vez en "Smash", en la que se quedaba atascada en el mismo cliché de madre sobreprotectora de su hija artista que Bernadette Peters (otra estrellona de Broadway) en la primera temporada.
"The Good Wife", sin embargo, sabe cómo utilizar a sus secundarios y a sus episódicos. Sus guionistas tienen la capacidad de dibujar a la perfección a un personaje con dos pinceladas desde el primer momento, y la elección del actor termina de redondear el efecto. Personajes como el juez Abernathy, Patty Nyholm, Louis Canning, Elsbeth Tascioni, Colin Sweeney, Josh Perroti o Lana Delaney están hechos a medida para Dennis O'Hare, Martha Plimpton, Michael J. Fox, Carrie Preston, Dylan Baker, Kyle MacLachlan o Jill Flint, y rara vez permiten que se coman a los protagonistas. Sí, han tenido algún que otro ejemplo en el que no terminaba de cuajar el retrato (como pasó con Sara Silverman), pero hasta la ex abogada militar Laura Hellinger le va a Amanda Peet como un guante (como ocurre también con Wendy Scott-Carr y Anika Noni Rose). Se preocupan de que esos personajes sean interesantes desde el primer momento y, si van a ser recurrentes, no es nada raro que tengan alguna característica peculiar. Para salir sólo en un par de episodios, el "In your opinion?" de la juez que interpretaba Ana Gasteyer es tal vez el ejemplo más exitoso de esto, y el que cimenta definitivamente la herencia que, en el retrato de los jueces, "The Good Wife" tiene con "Ally McBeal".
11 marzo 2013
Trío de Muestra (II)
El repaso por algunas de las películas que pudieron verse en la X Muestra Syfy de cine fantástico y de terror llega a su fin aquí (en "Los Extras" tienen un resumen mucho más detallado de los cuatro días), comenzando por una historia familiar íntima y sensible en la que da la casualidad que los dos hijos son licántropos. "Wolf Children", de Mamoru Hosoda, cuenta la historia de Hana, una joven universitaria que se enamora de un hombre lobo y acaba criando sola en el campo a sus hijos, una niña y un niño que deben decidir si abrazan más su lado humano o el animal. La película muestra el proceso de crecimiento y maduración de esos niños, de cómo las etapas de la vida por las que todos pasamos pueden complicarse enormemente si tenemos la capacidad de transformarnos en lobo cada vez que estamos enfadados o tremendamente felices. Esto no es una película de terror, sino un drama sobre las dificultades de una mujer joven para sacar adelante a su familia ella sola y cómo los hijos deben buscar su identidad propia. Eso sí, como todo el cine oriental, "Wolf Children" lleva su propio ritmo, pero resulta destacable cómo utiliza el silencio durante gran parte de la película.
Jennifer Lynch, Sofia Coppola, Jason Reitman y, ahora, Brandon Cronenberg; el número de hijos de directores de cine que deciden seguir los pasos de sus padres parece haberse incrementado en los últimos años. En algunos casos, la influencia de sus progenitores se nota bastante, como ocurre con Brandon Cronenberg, hijo de David, y "Antiviral", una película que lleva al extremo la obsesión por los famosos al presentarnos una clínica que ofrece a sus fans la posibilidad de inyectarse las mismas enfermedades que ellos sufren. El punto de partida es bastante enfermizo (y sus ramificaciones, todavía más), pero está envuelto en una atmósfera fría y aséptica, quirúrgica, muy acorde con las actividades de las corporaciones que se encuentran en su centro. La cultura de los paparazzi y lo despiadada que puede ser la industria farmacéutica se unen de un modo muy interesante en la cinta, que cuenta con un protagonista, Caleb Landry Jones, igualmente inquietante. Cronenberg sabe cómo crear una atmósfera. Su película fue de las que tuvo mejor acogida en la Muestra.
El plato fuerte del fin de semana, sin embargo, era "The cabin in the woods", una meta-película de terror cuyo calvario hasta lograr ser estrenada en Estados Unidos la pasada primavera (y funcionar bastante bien en taquilla) merece ser contado en otra película. Su co-guionista, Joss Whedon, tardó años en conseguir la financiación para rodarla, dirigida por Drew Goddard, antiguo colaborador suyo en "Buffy, la cazavampiros" y "Angel", y cuando al fin lograron que MGM les diera el visto bueno, en 2009, el estudio se declaró en bancarrota y la película estuvo durmiendo el sueño de los justos durante años. Sin embargo, tal vez animados finalmente por el hecho de que Whedon diera el pelotazo que dio con "Los Vengadores", "The cabin in the woods" acabó estrenándose, y donde ha reproducido todos esos problemas con la distribución ha sido en España, donde va camino de terminar como "Firefly", una serie muy vista por los "frikis" sin estar editada en DVD ni haber sido emitida por ningún canal de televisión. Con todo ese retraso, resulta muy curioso ver a Chris Hemsworth antes de "Thor", o a Fran Kranz muy poco después de que cancelaran "Dollhouse". También se pasean por ahí unos muy divertidos Richard Jenkins y Bradley Whitford (con unos diálogos a veces de Tarantino), y todos contribuyen a que la película sea, esencialmente, una experiencia muy divertida que juega con los clichés de las historias de terror de adolescentes aislados en el bosque y los desmonta a consciencia. Es tan ejercicio meta, en ese aspecto, como lo era "Scream".
P.D. podcastero: En medio de la Muestra, tuvimos tiempo de grabar una nueva edición de "Yo disparé a JR". En ésta comenzamos, además, una minisección mensual en la que recomendaremos alguna serie "vieja". Éste es el menú:
Ir a descargar
- 0':"Vikings"
- 16': "Golden Boy"
- 28': "Black Mirror"
- 42': "Bron/Broen"
- 59': "Battlestar Galactica"
Jennifer Lynch, Sofia Coppola, Jason Reitman y, ahora, Brandon Cronenberg; el número de hijos de directores de cine que deciden seguir los pasos de sus padres parece haberse incrementado en los últimos años. En algunos casos, la influencia de sus progenitores se nota bastante, como ocurre con Brandon Cronenberg, hijo de David, y "Antiviral", una película que lleva al extremo la obsesión por los famosos al presentarnos una clínica que ofrece a sus fans la posibilidad de inyectarse las mismas enfermedades que ellos sufren. El punto de partida es bastante enfermizo (y sus ramificaciones, todavía más), pero está envuelto en una atmósfera fría y aséptica, quirúrgica, muy acorde con las actividades de las corporaciones que se encuentran en su centro. La cultura de los paparazzi y lo despiadada que puede ser la industria farmacéutica se unen de un modo muy interesante en la cinta, que cuenta con un protagonista, Caleb Landry Jones, igualmente inquietante. Cronenberg sabe cómo crear una atmósfera. Su película fue de las que tuvo mejor acogida en la Muestra.
El plato fuerte del fin de semana, sin embargo, era "The cabin in the woods", una meta-película de terror cuyo calvario hasta lograr ser estrenada en Estados Unidos la pasada primavera (y funcionar bastante bien en taquilla) merece ser contado en otra película. Su co-guionista, Joss Whedon, tardó años en conseguir la financiación para rodarla, dirigida por Drew Goddard, antiguo colaborador suyo en "Buffy, la cazavampiros" y "Angel", y cuando al fin lograron que MGM les diera el visto bueno, en 2009, el estudio se declaró en bancarrota y la película estuvo durmiendo el sueño de los justos durante años. Sin embargo, tal vez animados finalmente por el hecho de que Whedon diera el pelotazo que dio con "Los Vengadores", "The cabin in the woods" acabó estrenándose, y donde ha reproducido todos esos problemas con la distribución ha sido en España, donde va camino de terminar como "Firefly", una serie muy vista por los "frikis" sin estar editada en DVD ni haber sido emitida por ningún canal de televisión. Con todo ese retraso, resulta muy curioso ver a Chris Hemsworth antes de "Thor", o a Fran Kranz muy poco después de que cancelaran "Dollhouse". También se pasean por ahí unos muy divertidos Richard Jenkins y Bradley Whitford (con unos diálogos a veces de Tarantino), y todos contribuyen a que la película sea, esencialmente, una experiencia muy divertida que juega con los clichés de las historias de terror de adolescentes aislados en el bosque y los desmonta a consciencia. Es tan ejercicio meta, en ese aspecto, como lo era "Scream".
P.D. podcastero: En medio de la Muestra, tuvimos tiempo de grabar una nueva edición de "Yo disparé a JR". En ésta comenzamos, además, una minisección mensual en la que recomendaremos alguna serie "vieja". Éste es el menú:
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- 0':"Vikings"
- 16': "Golden Boy"
- 28': "Black Mirror"
- 42': "Bron/Broen"
- 59': "Battlestar Galactica"
10 marzo 2013
Trío de Muestra
Este fin de semana se ha celebrado la X Muestra Syfy de cine fantástico y de terror en Madrid, un maratón de películas de género de todo tipo en el que entran desde la última experimentación de Francis Ford Coppola al taquillazo que suele abrir la muestra todos los años, la cinta de culto que todos los fans esperan ver o películas mudas con música en directo de grupos de electrónica indies. Como decíamos, el festival se abre, desde hace ya algunos años, con el preestreno de alguna película que pretende arrasar en la taquilla, tipo "Watchmen" o "John Carter" el año pasado, y esta vez la elegida fue "Oz, un mundo de fantasía", la precuela de "El mago de Oz" que Sam Raimi ha dirigido para Disney. Cuenta cómo el mago llega a Oz originalmente (homenajeando por cierto la primera parte de la cinta de 1939, cuando Dorothy aún está en Kansas) y cómo, una vez está allí, se ve envuelto en la lucha por el control de esa tierra que llevan las tres brujas, a las que dan vida Michelle Williams, Mila Kunis y una Rachel Weisz haciendo más de villana Disney y que está realmente divertida. La película no tiene más aspiraciones que ser un entretenimiento para toda la familia, con sus guiños a "El mago de Oz" por aquí y por allí, y en ese aspecto se puede decir que cumple con lo que pretende. Y eso que, aunque James Franco da el tipo de caradura con encanto, es cierto que igual habría hecho falta alguien con un carisma tipo Robert Downey Jr. para darle algo más de chispa. Raimi se pliega a lo que se supone que debe ser un blockbuster familiar de Disney, pero eso no impide que Bruce Campbell haga su tradicional cameo.
Tal vez algunos recordéis un anime que emitió Canal+ y cuyo protagonista era un samurai con una cicatriz en forma de cruz en la cara. En algunos países, esa serie era conocida como "Samurai X", pero en realidad su título es más como el de la película de acción real que lo traslada al cine, "Kenshin, el guerrero samurai", todo un éxito de taquilla en Japón y que nos lleva hasta finales del siglo XIX, cuando la época de los samurais se termina y muchos de ellos acaban sin amo y mendigando por las calles o robando para sobrevivir. Kenshin era un despiadado asesino conocido como Battosai que, después de participar,y perder, en una guerra contra el emperador que trae una nueva era, promete nunca más matar a nadie, y se dedica a vagabundear con una espada de filo invertido como toda arma. Pero, por supuesto, su pasado siempre va a volver, porque hay otro hombre asesinando por encargo y por placer y asumiendo el nombre de Battosai que él tuvo primero. Quienes vieran el anime o hayan leído el manga reconocerán a todos los personajes y las situaciones que aparecen en la película, que es una historia de espadachines, damiselas en apuros y malvados, y pasados de rosca, traficantes de opio. Las escenas de acción, por supuesto, son un espectáculo, y aunque la cinta tiene unos bajones de ritmo bastante acusados (y algunos diálogos muy cliché), es una aventura entretenida. Los fans del género probablemente la disfruten mucho.
Homenajes a las cintas de género de los 80 ha habido muchos en los últimos años, siendo uno de los últimos "Grabbers", una comedia de terror que nos lleva a una remota isla irlandesa siguiendo a una joven garda de Dublín que va a pasar allí dos semanas, sustituyendo a uno de los dos policías de la isla durante sus vacaciones. El otro agente es un alcohólico que se pasa los días sufriendo la resaca de la borrachera de la noche siguiente, y entre él y la joven de Dublín no parece que vayan a ser un equipo muy eficiente a la hora de resistir la llegada de unos misteriosos alienígenas que se dedican a comerse a la mitad del pueblo. Pero eso es hasta que los dos agentes descubren algo que puede salvarles la vida; que los extraterrestres son alérgicos al alcohol. Lo que sigue es una sucesión de chistes de borrachos a cada cual más divertido, y una sensación de diversión y falta de pretensiones bastante refrescante. "Grabbers" es, en ese aspecto, muy ochentera (con homenaje a "Gremlins" incluido) y está repleta de ese encanto un poco gamberro de los irlandeses en el pub. Porque, aquí, una pinta de Guinness es más efectiva que los virus informáticos de "Independence Day".
Música de la semana: "Vikings" ha sido uno de los estrenos de la semana, superando los doce millones de espectadores en History, así que nuestra elección musical va a ser la canción que se escucha en sus títulos de crédito, "If I had a heart", del sueco Fever Ray, que también sonó hace poco en "The Following".
Tal vez algunos recordéis un anime que emitió Canal+ y cuyo protagonista era un samurai con una cicatriz en forma de cruz en la cara. En algunos países, esa serie era conocida como "Samurai X", pero en realidad su título es más como el de la película de acción real que lo traslada al cine, "Kenshin, el guerrero samurai", todo un éxito de taquilla en Japón y que nos lleva hasta finales del siglo XIX, cuando la época de los samurais se termina y muchos de ellos acaban sin amo y mendigando por las calles o robando para sobrevivir. Kenshin era un despiadado asesino conocido como Battosai que, después de participar,
Homenajes a las cintas de género de los 80 ha habido muchos en los últimos años, siendo uno de los últimos "Grabbers", una comedia de terror que nos lleva a una remota isla irlandesa siguiendo a una joven garda de Dublín que va a pasar allí dos semanas, sustituyendo a uno de los dos policías de la isla durante sus vacaciones. El otro agente es un alcohólico que se pasa los días sufriendo la resaca de la borrachera de la noche siguiente, y entre él y la joven de Dublín no parece que vayan a ser un equipo muy eficiente a la hora de resistir la llegada de unos misteriosos alienígenas que se dedican a comerse a la mitad del pueblo. Pero eso es hasta que los dos agentes descubren algo que puede salvarles la vida; que los extraterrestres son alérgicos al alcohol. Lo que sigue es una sucesión de chistes de borrachos a cada cual más divertido, y una sensación de diversión y falta de pretensiones bastante refrescante. "Grabbers" es, en ese aspecto, muy ochentera (con homenaje a "Gremlins" incluido) y está repleta de ese encanto un poco gamberro de los irlandeses en el pub. Porque, aquí, una pinta de Guinness es más efectiva que los virus informáticos de "Independence Day".
Música de la semana: "Vikings" ha sido uno de los estrenos de la semana, superando los doce millones de espectadores en History, así que nuestra elección musical va a ser la canción que se escucha en sus títulos de crédito, "If I had a heart", del sueco Fever Ray, que también sonó hace poco en "The Following".
08 marzo 2013
Viernes musical (22): "Verónica Mars"
"Verónica Mars" pudo emitirse inicialmente en un canal pequeño UPN y tener unas audiencias tirando a discretas, pero la gran acogida que tuvo entre la crítica facilitó que fuera un poco el trampolín para su protagonista, Kristen Bell, una actriz que no parece que vaya a conseguir otro papel como el de aquella sosias de Philip Marlowe en un instituto de Neptune, California. Bell, con aptitudes para el teatro musical, cantó un par de veces en la serie, en la primera y en la última temporada, y esa primera vez es la que recoge el vídeo de arriba. La canción elegida, "One way or another", de Blondie, le servía a Verónica para lanzar una advertencia, como quien dice, a esa "secta" de los Tritones a la que estaba investigando. Como curiosidad, aunque Bell nunca fue nominada al Emmy por esta serie, sí apareció en una gala marcándose nada menos que "Fame", y entre los múltiples cameos que tuvo "Verónica Mars" (Joss Whedon y Kevin Smith incluidos) hasta hubo uno musical, el de Britt Daniel, cantante de Spoon, interpretando "Veronica", de Elvis Costello.
07 marzo 2013
Un cadáver en la playa
No sé si alguno llegásteis a ver "Five days" (en España se emitió por la extinta Localia), una corta serie cuya primera temporada contaba cinco días relevante en la investigación de la desaparición de una mujer. La serie no mostraba sólo el trabajo policial (interpretado por los solventes Hugh Bonneville y Janet McTeer), sino que se adentraba también en cómo se veía afectada la familia de la desaparecida y el papel que jugaba la prensa en su seguimiento del caso. Aunque inicialmente parecía que "The Killing" (tanto la danesa como la estadounidense) iba a dejar sentir su sombra sobre "Broadchurch", al final resulta ser "Five days" el antecedente más cercano a esta serie de ITV ambientada en un pequeño y tranquilo pueblo costero en el que una mañana aparece el cadáver de un niño en la playa. Posiblemente os suene su título porque la participación de dos veteranos de "Doctor Who" como David Tennant y Arthur Darvill le ha dado bastante repercusión, pero "Broadchurch" parece que va a seguir un esquema mucho más coral.
Tennant y Olivia Colman dan vida a los dos detectives que investigan la muerte de Danny, y además dre su perspectiva, vemos también la de sus padres, la de buena parte del resto del pueblo y la de un par de periodistas, uno local y otra que llega desde la gran ciudad dispuesta a probarse después de llevar demasiado tiempo reescribiendo notas de prensa. En el Reino Unido, el lado mediático de estos casos nunca puede desestimarse (era también muy importante en "Law & Order UK", más que en el original de la NBC, diría yo), y las consecuencias que el escrutinio de los tabloides tienen sobre los implicados seguro que aportarán un componente muy importante a "Broadchurch". ¿Se acercará el retrato a la locura desatada por el asesinato en Liverpool del pequeño James Bulger? En el primer capítulo, por ahora, nos han ofrecido pequeñas pinceladas del pueblo, que da la sensación de guardar unos cuantos secretos en el mejor estilo "Twin Peaks",y nos han insinuado que el personaje de Tennant lleva a sus espaldas un secreto que sus nuevos compañeros no conocen, pero sí la ambiciosa reportera de fuera (y probablemente ese caso de Sandybrook también implicara el asesinato de algún niño).
"Broadchurch" no ha empezado mal, y aunque el retrato del dolor de la familia del fallecido ya lo hemos visto antes en "Forbrydelsen" y su remake, apunta a que pueden construir un misterio interesante y, sobre todo, a que donde puede estar su fuerte es en el modo en el que presenten cómo el pueblo reacciona a la muerte de Danny y a la acción de la policía y de los medios. La originalidad no va a ser lo más destacable, de momento, pero eso no tiene por qué ser un problema si la serie está bien llevada y los personajes ganan peso (Tennant es un poco cliché; Colman tiene un personaje más interesante, a priori, por su conexión personal con la familia de Danny). Curiosamente, su estreno coincidió con el final de "Mayday", en el que Aidan Gillen investigaba la desaparición de una niña de 14 años durante el festival de mayo de un pequeño pueblo, y a finales de este mes se verá por fin "Top of the lake", la miniserie dirigida por Jane Campion en la que Elisabeth Moss investiga la desaparición de otra adolescente.
Tennant y Olivia Colman dan vida a los dos detectives que investigan la muerte de Danny, y además dre su perspectiva, vemos también la de sus padres, la de buena parte del resto del pueblo y la de un par de periodistas, uno local y otra que llega desde la gran ciudad dispuesta a probarse después de llevar demasiado tiempo reescribiendo notas de prensa. En el Reino Unido, el lado mediático de estos casos nunca puede desestimarse (era también muy importante en "Law & Order UK", más que en el original de la NBC, diría yo), y las consecuencias que el escrutinio de los tabloides tienen sobre los implicados seguro que aportarán un componente muy importante a "Broadchurch". ¿Se acercará el retrato a la locura desatada por el asesinato en Liverpool del pequeño James Bulger? En el primer capítulo, por ahora, nos han ofrecido pequeñas pinceladas del pueblo, que da la sensación de guardar unos cuantos secretos en el mejor estilo "Twin Peaks",y nos han insinuado que el personaje de Tennant lleva a sus espaldas un secreto que sus nuevos compañeros no conocen, pero sí la ambiciosa reportera de fuera (y probablemente ese caso de Sandybrook también implicara el asesinato de algún niño).
"Broadchurch" no ha empezado mal, y aunque el retrato del dolor de la familia del fallecido ya lo hemos visto antes en "Forbrydelsen" y su remake, apunta a que pueden construir un misterio interesante y, sobre todo, a que donde puede estar su fuerte es en el modo en el que presenten cómo el pueblo reacciona a la muerte de Danny y a la acción de la policía y de los medios. La originalidad no va a ser lo más destacable, de momento, pero eso no tiene por qué ser un problema si la serie está bien llevada y los personajes ganan peso (Tennant es un poco cliché; Colman tiene un personaje más interesante, a priori, por su conexión personal con la familia de Danny). Curiosamente, su estreno coincidió con el final de "Mayday", en el que Aidan Gillen investigaba la desaparición de una niña de 14 años durante el festival de mayo de un pequeño pueblo, y a finales de este mes se verá por fin "Top of the lake", la miniserie dirigida por Jane Campion en la que Elisabeth Moss investiga la desaparición de otra adolescente.
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