A "Masters of Sex" siempre le han hecho daño las comparaciones con "Mad Men". Están ambientadas en, aproximadamente, la misma época y tienen en su centro también a un personaje masculino complicado, con secretos y con sus dificultades para relacionarse con su esposa y con el resto de la gente que le rodea. "Masters of Sex" es también una serie más ligera que el título de AMC, y no pasa nada porque lo sea. Comparte con "Mad Men" los jardines en los que se mete cada vez que intenta integrar hechos históricos de los 60 con la trama de sus personajes, y su segunda temporada tuvo sus altibajos, pero también sus propias virtudes, que esperemos que se potencien más en una tercera temporada en la que Masters y Johnson están a punto de hacerse muy famosos.
La publicación de su estudio cambiará no sólo la manera en la que la sociedad estadounidense afrontaba el sexo, sino sus propias vidas. Éstas ya son suficientemente complicadas (básicamente, estamos viendo un matrimonio a tres en el que todos saben lo que está pasando, pero nadie lo dice abiertamente), y es probable que aún lo sean más en cuanto salgan de ese anonimato del que Masters ha luchado tanto por salir. El arranque de la tercera temporada apunta sólo a algunas de las complicaciones que se les van a presentar, y también adolece de uno de los puntos fuertes de la serie: sus secundarios.
Desde el principio, "Masters of Sex" tiene la misma facilidad que "The Good Wife" para presentar personajes secundarios y hacerlos interesantes en menos de un episodio. Betty es imprescindible porque, por ejemplo, ofrece otra energía a la dinámica entre Masters y Johnson, y su actitud pragmática de llamar a las cosas por su nombre resulta refrescante en un entorno en el que todo el mundo se mueve más por sobreentendidos. Los Scully, Jane, Lester, la doctora DePaul en la segunda temporada... Todos acaban robándole su parcela de la serie a los protagonistas y enriqueciéndola. Y teniendo en cuenta que la vida de Masters y Johnson entra en un terreno que puede ser muy interesante, será curioso ver si los personajes se apuntan también a esa revolución sexual que empezaba a aparecer en 1965.
La tercera temporada de "Masters of Sex" ha sustituido en Showtime a la segunda de "Penny Dreadful", que terminó dándonos, por fin, el enfrentamiento entre Vanessa Ives y Miss Poole que estábamos deseando ver. La segunda ha sido una villana entretenida, manipuladora y poderosa, y ha puesto a los protagonistas en suficientes dificultades para que nos preguntáramos en serio qué podían hacer para evitar que se saliera con la suya. Ha presentado una amenaza mucho más directa y menos etérea que el ente vampírico de la primera temporada, y justo por eso ha elevado un poco el nivel de la serie. Además, y como había quedado claro ya al principio, los ha obligado a enfrentarse más seriamente a los demonios que habitan en sus corazones, que son los verdaderos villanos.
En ese sentido, ha resultado muy interesante ver interactuar a Vanessa Ives con John Clare, alias la Criatura de Frankenstein. De una extraña manera, ambos se comprenden mucho mejor de lo que pueden hacerlo otros personajes, y él encuentra a alguien que lo trata como una persona más o menos normal, y no sólo como un monstruo cuyo destino es ser exhibido como una atracción de feria. Todas sus escenas (que no han sido muchas) han figurado entre lo mejor de la temporada junto con el episodio en el que descubrimos el origen de la Vanessa Ives que conocemos ahora, y ese momento "Carrie" en casa de Dorian Gray.
Eva Green va a ser la nueva Tatiana Maslany en cuanto a olvidos en los Emmy, más teniendo en cuenta que "Penny Dreadful" ha girado mucho más alrededor de su personaje. El duelo final ha sido un mano entre Green y Helen McCrory que resumía perfectamente los aspectos que mejor han funcionado de la temporada, pero ésta ha dejado algunos otros aspectos curiosos. Por ejemplo, el señor Lyle, el excéntrico y afeminado egiptólogo, ha resultado ser un personaje mucho más interesante (y divertido) de lo que aparentaba a simple vista, y todos los experimentos de Frankenstein por fin cobran sentido al final de la entrega. Da la sensación de que la tercera temporada nos va a contar una historia nueva, una en la que los rivales apuntan a ser también formidables porque aún tienen menos consideraciones morales.
Música de la semana: "Mr. Robot" está siendo una mina en cuanto a selecciones musicales. En su último episodio, una de las canciones que suenan durante las alucinaciones de Elliot es "Queen", del proyecto al alza de Mike Hadreas, Perfume Genius.
No hay comentarios:
Publicar un comentario