ALERTA SPOILERS: Este aviso de spoilers es doble; manteneos alejados si no habéis visto el final de media temporada de "Fear the Walking Dead" o el de la segunda temporada de "iZombie". Ya está.
"Fear the Walking Dead" puede ser una serie muy frustrante. Que los espectadores sepamos más de ese nuevo mundo en el que se mueven los personajes que ellos mismos no es ninguna ventaja en este caso, no crea suspense ni aporta ningún toque extra. Lo único que consigue es que tengamos cada vez menos paciencia con gente como Nick, que se cree las patrañas de Celia sobre que los zombies no están muertos, que sólo están cambiados, y que siguen siendo las personas que eran antes. Nick es un adicto que va sustituyendo las drogas por otras cosas que le proporcionen el mismo subidón y, en este caso, su descubrimiento de que pasa desapercibido entre los caminantes su va cubierto de la sangre de uno de ellos le hace sentirse invencible y nubla su juicio.
El principio de la segunda temporada del spin off de "The Walking Dead" prometía un nuevo escenario al situar a todos sus personajes en un barco, pero sigue pesando demasiado sobre ella la sombra de su serie madre. La hacienda de Celia ha sido una versión concentrada de la granja de Hershel, con la persona al mando creyendo que los zombies pueden contenerse (o curarse) y los protagonistas preguntándose si son buenas personas, si están preparados para sobrevivir en este mundo apocalíptico. Y todo eso genera fracturas profundas entre el grupo principal, que nunca estuvo demasiado unido.
No ha sido un final de media temporada demasiado memorable, y lo peor es la importancia que se le sigue dando a Chris, uno de los personajes más irritantes que hay actualmente en la televisión estadounidense. El traslado de la egolatría adolescente a un escenario donde uno se juega constantemente la vida no está dejando momentos interesantes y, francamente, hace a su padre quedar como un tipo bastante tonto por no darse cuenta de que su hijo ni siquiera es un psicópata; es un niño demasiado terco y demasiado mimado para apreciar que el mundo no se ha acabado para fastidiarle la vida precisamente a él.
Es curioso que, mientras "The Walking Dead" siempre se lleva grandes elogios cuando decide lanzar a hordas de zombies contra sus protagonistas, haya dos series que consigan en ocasiones ser más eficaces que ella en los escasos momentos en los que han hecho escenas parecidas. "Juego de tronos" le saca mucho provecho al ejército de muertos de los Caminantes Blancos, mientras que "iZombie" acaba su segunda temporada en plan película de terror: una fiesta en un parking cerrado, un grupo de zombies desatados y tres protagonistas que cada vez tienen menos opciones para escapar de allí con vida. Esa lucha por sobrevivir la masacre del sótano de Max Rager lleva todas las líneas argumentales que la serie ha manejado desde el principio a su punto de ebullición.
No sólo se resuelve el asunto de los efectos "indeseados" de esa bebida energética, sino que Clive sabe, por fin, el secreto de Liv, se nos presenta a los malos de la próxima temporada y, de remate, Blaine va camino de convertirse en el Spike de "iZombie", como decía un crítico norteamericano. "Veronica Mars" sabía hacer finales de temporada como las mejores series, y Rob Thomas (el guionista, no el cantante) y compañía no han perdido el toque en este título. Los tres últimos episodios de la temporada se suceden sin descanso, enfrentando a sus personajes a secretos que ya no pueden ocultar por más tiempo, y llevándolos por un camino que puede cambiar la serie por completo el año que viene.
La revelación de que hay muchos más zombies funcionales ahí fuera, y de que están planeando un verdadero apocalipsis (y uno distinto del del universo de "The Walking Dead") es un cierre a la altura para una tanda de episodios sumamente entretenida, y que ha profundizado en el retrato de todos sus personajes. "iZombie" está acercándose a la mezcla perfecta de humor, referencias pop, tramas de fondo bien construidas y personajes a los que no te cansas de ver, y la amenaza zombie le da, además, un componente de acción y terror que estaba muy bien llevado en su último episodio. Sin que nadie le preste demasiada atención, The CW tiene entre manos un producto muy sólido.
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