17 agosto 2017

Una galaxia de mujeres


Con el final de "Orphan Black", bastantes medios estadounidenses han publicado reportajes que glosan el legado de la serie, que se centran en el impresionante trabajo de su protagonista, Tatiana Maslany, y que destacan la "agenda" feminista que la historia de Sarah y sus sestras ha tenido desde el principio. De hecho, ése ha sido casi el nexo de unión entre todos los artículos que se han ido publicando en la internet anglosajona en las últimas semanas. Ante una sociedad cada vez más entregada alegremente a discriminaciones que parecían superadas, una serie como "Orphan Black", que toma partido de un modo tan decidido, tenía que llamar la atención de los periodistas, aunque lo haya hecho ya en la última entrega y casi más como daño colateral por el Emmy a mejor actriz dramática que ganó Maslany el año pasado.

Pero toda atención es bienvenida para esta pequeña joya de la televisión de serie B, como la llamó en su momento una crítica estadounidense. Es la gran ignorada en todos los reportajes sobre series feministas que han aparecido a España a raíz de las nominaciones a los Emmy de "The Handmaid's Tale", quizás porque estar sólo en Netflix le ha dado poca visibilidad en nuestro país, cuando probablemente sea la más atrevida a la hora de mostrar sus credenciales, y tal vez que haya llegado a su final definitivo contribuya a sacarla de las penumbras. Porque la verdad es que merece la pena. En algunas críticas sobre su cierre se lamentaban de que quizás era demasiado pulp, demasiado abiertamente thriller y se zambullía con demasiado entusiasmo en el lado oscuro de la ciencia avanzada como para que sea incluida en un canon de series que favorece la austeridad y el tener ya aspecto de "serie importante". Que justo su falta de pretensiones, más allá de ser lo más entretenida posible, coarta las probabilidades de que la crítica sesuda se la tome en serio.

Y "Orphan Black" merece ser tomada en serio. Lo merece ya prácticamente sólo por su dedicación a construir un mínimo de cuatro protagonistas femeninas diversas, claramente distintas entre sí, cada una con sus personalidades y sus problemas, perfectamente tridimensionales y con el añadido de que todas están interpretadas por la misma actriz. El retrato individual de Sarah, Alison, Cosima y Helena, y la relación entre ellas, es el verdadero motor de la serie y lo que le permitió superar los baches creativos que fue atravesando (como su tercera temporada). Es también donde está ese legado feminista del que hablan todas las críticas. La mera existencia de esos cuatro personajes es toda una declaración de intenciones.

La construcción de la galaxia de mujeres, como afirma Felix, que puebla la serie es lo que la sitúa como una obra abiertamente feminista. Hay también personajes masculinos bien definidos, como el propio Felix, Art, el entrañable Scott o el impagable Donnie, pero son sus féminas lo que acaba definiendo "Orphan Black". Y las que acaban impulsando un final más centrado en los viajes emocionales de sus personajes que en la acción pura y dura.

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