24 febrero 2007

La ratonera

En un principio, "Cartas desde Iwo Jima" iba a llamarse "Lámparas en el viento", haciendo referencia a la forma que tienen los japoneses de recordar a sus muertos, y era un título también bastante acertado para esta interesante película narrada con un estilo muy cercano al de la cinematografía japonesa, sin prisa, dejando que las cosas vayan transcurriendo y que vayan ocupando cada una su lugar. Porque Eastwood nos va introduciendo poco a poco en las tropas imperiales destinadas a Iwo Jima, mandadas por oficiales anclados en el pasado y formadas por jóvenes que, desde luego, no son soldados aunque lleven uniforme, y desde el principio se intuye que están solos en la ratonera.
Hay que decir que ese ritmo pausado puede cansar al principio, pero tiene su justificación, sobre todo porque la progresión dramática de la pelicula es imparable según avanza la trama y los japoneses van quedándose más atrapados en los túneles construidos para hacer frente a la invasión estadounidense. Aquí queda mucho más claro que en "Banderas de nuestras padres" el peso que la guerra transmite a unos hombres que sólo quieren volver a casa, pero de los que lo único que se espera es que mueran luchando con dignidad. Precisamente, dignos no eran los túneles bajo el monte Suribachi,

Tres cosas destacan en "Cartas desde Iwo Jima": la manera en que se recuerda a los soldados caídos en la isla, que conecta eficazmente pasado y presente; cómo, en las escenas de combate, no hay manera de distinguir a japoneses de estadounidenses y, por supuesto, el gran Ken Watanabe, un actor con una sólida presencia que "habita" a Kuribayashi. A todo esto, es una película que respira clasicismo por todas partes, y que se atreve con una fotografía muy lavada y, cuando la cámara se adentra en las cuevas, muy contrastada, en claro-oscuros perfectos para el tono de la película.

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