Hace unos días, alguien comentaba por Twitter que en los 80, durante el gobierno de Margaret Thatcher, el cómic británico había alumbrado cosas como Juez Dredd y "V de Vendetta", y que esperaba grandes cosas, en ese aspecto, de un país en el que había ganado la opción del Brexit (la salida del Reino Unido de la Unión Europea) gracias, en parte, al voto xenófobo y aislacionista. Algo similar puede aplicarse a la ficción televisiva en Estados Unidos con Donald Trump en la Casa Blanca. En Deadline se preguntaban recientemente si su inesperada victoria (también en gran parte gracias al voto más racista, machista y xenófobo, las cosas como son) motivaría un renacimiento en Hollywood del activismo que se vio en los años 70, cuando las protestas contra la guerra de Vietnam estaban en su pleno apogeo. ¿Podría también reorientar la ficción televisiva hacia metáforas más políticas?
Durante la década de los 80, por ejemplo, con Ronald Reagan de presidente de Estados Unidos y la sociedad de ese país dominada por una ola de gran conservadurismo (y una época de gran paranoia y temor a un ataque soviético), en su televisión aparecieron títulos como "V", a priori una historia de invasiones alienígenas y resistencia humana que, en realidad, contenía una metáfora sobre el peligro de los gobiernos muy conservadores y de las dictaduras que todavía había en el mundo en aquellos años (Pinochet, por ejemplo, estuvo en el poder en Chile hasta 1988). En aquella década se publicó, también, "El cuento de la criada", una novela de Margaret Atwood de la que Hulu estrenará una serie en abril, y que se sitúa en unos Estados Unidos distópicos y totalitarios en los que las mujeres quedan reducidas a animales de cría. La ficción (y especialmente la encuadrada en la ciencia ficción) respondía con esas historias al clima político que se vivía entonces.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca puede representar dos cosas para las series de televisión: o todas se pliegan al modelo de las comedias familiares pasadas de moda de CBS (tipo "Kevin can wait") o se animan a disfrazar comentarios sociales y políticos de tramas de invasiones alienígenas, que últimamente están bastante en boga tanto en el cine como en la pequeña pantalla. Con la toma de posesión de Trump en el horizonte (y conociendo decisiones suyas como nombrar a un jefe de estrategia apoyado abiertamente por el Ku Klux Klan), de repente se vuelve mucho más interesante ver series aparentemente tan inofensivas como "Steven Universe", "Modern family" o "Supergirl", que introducido un par de elementos realmente llamativos en su segunda temporada. Y lo son por las declaraciones que Trump ha hecho, durante la campaña electoral, sobre sus intenciones de deportar a tres millones de inmigrantes indocumentados en el país, y la creencia de su vicepresidente, Mike Pence, en las terapias de "curación" de la homosexualidad.
Profundizar en la metáfora de los alienígenas como inmigrantes en la Tierra (que está en el mismo origen de Superman) y tener a Alex Danvers descubriendo su orientación sexual se ve de otra manera sabiendo quién sucederá a Barack Obama como presidente de Estados Unidos el próximo 20 de enero. De repente, "Supergirl" se convierte en una serie política. Y será muy interesante ver cómo reaccionan también títulos con protagonistas negros como "Black-ish" o "Empire", o cómo vuelve "The Carmichael Show", que la temporada pasada se metió de lleno en asuntos como la brutalidad policial y el escándalo de las acusaciones de violación contra Bill Cosby. Sólo con los resultados de las elecciones del pasado martes 8, la ficción teóricamente más familiar y ligera de la televisión estadounidense puede convertirse en una herramienta de comentario social quizás más efectiva que un documental de protesta.
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