02 julio 2014

El negocio de los rodajes

Cuando se estrenó la segunda parte de “Harry Potter y las reliquias de la muerte”, los medios británicos lloraban amargamente el final de la saga del joven mago no porque pensaran que era una obra maestra monumental en ocho películas, sino por el golpe que recibiría la industria cinematográfica del país. J.K. Rowling le vendió los derechos de sus libros a Warner con la condición de que las adaptaciones se rodaran en el Reino Unido y que tuvieran, en la medida de lo posible, actores británicos, aunque entre sus directores hubiera un estadounidense (Chris Columbus) y hasta un mexicano (Alfonso Cuarón, encargado de la mejor, “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”). Al calor de aquellas películas se formó toda una nueva clase de técnicos y trabajadores cinematográficos y se pusieron las semillas para que la industria audiovisual británica fuera más robusta. No es que el cine de las islas no existiera antes (al fin y al cabo, en los estudios Pinewood se han rodado todas las entregas de James Bond desde los 60), pero no había dado el salto para poder producir todos los años un blockbuster de un gran estudio de Hollywood.

La saga de Harry Potter llamó la atención de las instituciones británicas del negocio que podía hacerse atrayendo rodajes a los estudios del país (mientras, paradójicamente, recortaban la inversión pública en cine), y se lanzaron de cabeza al juego de las exenciones fiscales a los rodajes, un incentivo para las producciones cinematográficas (y televisivas) que lleva siendo desde hace años objeto de un agrio debate en el estado de California, que ve cómo pierde gran parte de los rodajes más importantes a favor de lugares con condiciones fiscales más favorables, ya sean Michigan, Louisiana, Nuevo México o Nueva York, en la que este año se han rodado, por primera vez, más pilotos televisivos que en Los Ángeles. La mudanza hacia Vancouver es otra tradición, aprovechando además que el dólar estadounidense tiene mayor poder adquisitivo que el canadiense, pero lo que ya es algo más que una moda es que las majors muevan sus producciones más mastodónticas a Londres.

Marvel se llevó allí “Guardianes de la galaxia” y “Thor, el mundo oscuro”, aprovechando unas exenciones fiscales por encima del 20% que todavía hacen más atractivo el rodaje en lugares bien comunicados, en los que no hay barrera idiomática para ellos y donde hay técnicos profesionales acostumbrados a trabajar en este tipo de producciones de grandes dimensiones. Con el anuncio de que “Juego de tronos” rodará parte de su quinta temporada en Sevilla (George R.R. Martin nunca ha ocultado que Al-Andalus fue su inspiración para crear el reino de Dorne), las conversaciones sobre incentivos fiscales han sustituido a los habituales debates sobre las subvenciones al cine, con los detractores quejándose de que se dedique dinero público a ello y los defensores, apuntando que se crea un tejido industrial que puede contribuir a reactivar económicamente esas zonas. Y eso que España no fue ajena en su momento a la presencia de estrellas de Hollywood en su suelo. Descontando los spaghetti westerns que se rodaban en Almería (en el mismo poblado donde después se rodó un episodio de “Doctor Who”), en los alrededores de Madrid tenía su “imperio” en los 50 el productor Samuel Bronston.

Evidentemente, la situación del país distaba mucho de la actual (para empezar, entonces todavía era una dictadura), y las grandes superproducciones que eran su especialidad resultaban mucho más baratas de rodar que en Los Ángeles. En España se produjeron en aquellos años “55 días en Pekín”, “Doctor Zhivago” (de la que se cuenta una anécdota impagable de los grises ante el rodaje de una escena en plena revolución bolchevique), “La caída del Imperio Romano” o “El Cid”, y aunque después hubo momentos aislados en los que algunas películas buscaron localizaciones españolas, tipo “Muere otro día” haciendo pasar Cádiz por La Habana o “Indiana Jones y la Última Cruzada”, nunca se ha logrado tener cierta continuidad. El desembarco de “Juego de tronos”, incluso aunque sea sólo por una parte pequeña, puede ser bueno para el negocio si se aprovecha bien. Canarias tiene un programa de incentivos fiscales que ha atraído a Ridley Scott para rodar su “Exodus”, y que pretende no quedarse solamente ahí. El cine y la televisión son también negocio e industria.

P.D.: En el Reino Unido, de hecho, están rodándose bastantes series estadounidenses últimamente. “Outlander” tiene su base en Escocia, “Penny Dreadful”, en Dublín, “Da Vinci’s Demons” está en Gales, “24: Live another day” se rodó en Londres y, claro, tenemos a “Juego de tronos” centrada en Irlanda del Norte. Entre éstas y las producciones que están en Nueva York (desde “The good wife” y “Orange is the new black” a “Gotham” o “The Following”), en Los Ángeles se preguntan cómo puede ser que en la Meca del Cine cada vez se rueden menos cosas.

2 comentarios:

Renaissance dijo...

Lo de las deducciones y bonificaciones a actividades cinematográficas es una forma bastante efectiva de crear un efecto llamada para las producciones grandes..Otra cosa son las subvenciones que tantas críticas provocan en el cine español.
Londres se ve que ha sabido aprovecharlo, de hecho todavía me acuerdo cuando Doctor Who se había trasladado casi al completo a Cardiff por ofrecer más ventajas y menos coste.

Unknown dijo...

Londres, desde luego, ha ido a degüello. Todo el Reino Unido, en general, aunque luego la BBC se va a Hungría a rodar Los tres mosqueteros :)