25 abril 2016

La mujer de rojo


ALERTA SPOILERS: Si no habéis visto "The red woman", el arranque de la sexta temporada de "Juego de tronos", o si pensáis que "la mujer roja" es la Pasionaria, en lugar de Melisandre, es mejor que no sigáis leyendo.

Los principios de temporada de  "Juego de tronos", como toda buena serie de HBO, son introductorios. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos en ese mundo, y nuestra memoria necesita un recordatorio. No se pueden lanzar las tramas hasta lo más alto sin afianzar primero sus cimientos. Brienne tiene que encontrarse, de nuevo, con Sansa y Theon, tenemos que ver a Arya en su nueva situación en Braavos, ciega y empezando un entrenamiento que parece diseñado para que utilice la Fuerza (o las enseñanzas de Scott Glenn en "Daredevil"), tenemos que asistir a la devastación de Cersei al recibir no a Myrcella desde Dorne, sino su cadáver amortajado, para que cualquier cosa que pase después tenga sentido y peso emocional.

En la sexta entrega de la serie, todo el mundo quería saber qué pasaba con Jon Nieve, pero incluso ahí hay que tomarse su tiempo y no precipitarse, sobre todo porque nos va a ofrecer un vistazo a Melisandre que, hasta ahora, no habíamos tenido. El episodio acaba con una verdadera sorpresa: el hecho de que la sacerdotisa roja, en realidad, siga el legado de esas brujas de los cuentos que se mantenían jóvenes mediante artes mágicas o sacrificios de bebés. En su caso, es ese collar que siempre lleva, y que disfraza que, en realidad, es una anciana débil y marchita, alguien que llega derrotado al Castillo Negro y, allí, aún se hunde más en una sensación de impotencia, de que es ella quien no sabe nada, en realidad.

El sacrificio de Shireen no sirvió para nada en Invernalia, y sus visiones de Jon en las llamas no evitan que el resto de la Guardia de la Noche lo apuñale como si fuera Julio César en los idus de marzo. Melisandre está derrotada, cansada de jugar al juego de las apariencias por el poder, de las maquinaciones en la sombra (y con la Sombra). Todo lo que ella pensaba que era verdadero, como que Stannis era el profetizado Azor Ahai, acaba siendo nada más que cenizas. ¿Cómo va a recuperarse de eso? Da la sensación de que esa responsabilidad va a recaer en Davos, que sería un Lord Comandante de la Guardia de la Noche bastante mejor que Ser Alliser Thorne, si vistiera el negro.

Ese desánimo en Melisandre, esa cura de humildad, se traslada a otros personajes de "Juego de tronos", en un estreno en el que, curiosamente, vemos a las mujeres asumir casi todo el protagonismo de la historia. Los hombres, que suelen ser los principales impulsores de este tipo de historias, están muertos o incapacitados, y son ellas las que han pasado al frente, las que han resistido todos los embates del juego y, ahora, están en posición de mover las piezas por sí mismas. Pero tampoco están en una situación muy boyante. En Poniente nadie puede permitirse el lujo de creer que está a salvo.

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