Esta misma noche, HBO (y Canal+ Series en España) estrena la segunda temporada de "True Detective", aquella serie que llegó como un huracán a principios de 2014, que contribuyó al "McConnaissance", o lo que es lo mismo, al regreso a la cima de Hollywood de Matthew McConaughey y que pasó de ser el segundo advenimiento del Mesías televisivo a lo más sobrevalorado de la historia con la misma rapidez. O lo que es lo mismo, en cuanto los críticos encontraron otro estreno que poner por las nubes (en este caso, 'Fargo'). El sorprendente éxito que tuvo aquella primera temporada, con grandes audiencias para HBO y teorías de fans totalmente salidas de madre, hizo que su creador, Nic Pizzolatto, entrara enseguida en el panteón de los autores televisivos, los David Simon, Vince Gilligan, Dan Harmon o Matthew Weiner que se idolatran como los verdaderos popes de la ficción en la pequeña pantalla, aquellos cuya palabra es ley y a los que Vanity Fair dedica perfiles exhaustivos.
La condición de gurú, sin embargo, parece tener asociado, indefectiblemente, un carácter fuerte y que algunos podrían definir como complicado. Todo el libro de Brett Martin, "Hombres fuera de serie", se basaba en esa asociación y, de hecho, su título en inglés lo dejaba todavía más claro: "Difficult men". Los hombres difíciles que están considerados como los grandes renovadores de las series han adquirido la misma consideración de autor que la revista Cahiers du Cinema otorgó a los directores de cine en los 60 y los 70, y esa elevación a las alturas conlleva sus riesgos. El mayor de ellos es que los críticos les estén esperando con el hacha detrás de la espalda; mientras sus series sean buenas, no hay problema, pero en cuanto se les encuentre la más mínima grieta, se lanzarán a destrozarla.
Tal vez el caso más paradigmático de esto en los últimos años sea Matthew Weiner, a quien "Mad Men" situó merecidamente en lo más alto, pero cuyo saneado ego probablemente no ayudó cuando, en la quinta temporada de la serie, los críticos empezaron a sacarle más defectos que virtudes. Daba la sensación de que había ganas de que Weiner tuviera un patinazo, aunque fuera leve, para poder criticar a gusto su obra, más después de las muy públicas, y muy poco amistosas, negociaciones con Lionsgate y AMC para renovar su contrato, y "Mad Men", al final de la cuarta entrega. La situación se repitió con el final de la serie, aunque aquí entró en juego ese snobismo que está ahora de moda a la hora de hablar de cierres de series, y una vez que "Mad Men" se ha terminado, hay que buscarle un heredero a Weiner en el apartado de autores difíciles.
Y Nic Pizzolatto se ha quedado con el puesto sin mayor problema. En él se ejemplifican perfectamente las etapas de ese culto al autor desatado hace tiempo en la crítica televisiva; elogios desmedidos para el arranque de la serie y, por tanto, endiosamiento de su creador. A ese hype le sigue el inevitable backlash, la reacción contraria de quienes creen que la serie no está a la altura de aquellos beneplácitos iniciales, y se empieza a comentar que si ese creador es un tipo de trato difícil, que si tiene problemas con la cadena o con sus actores... Para cuando llega la segunda temporada, sólo hay dos opciones posibles: o es mejor que la primera, o como se aprecie en ella el más mínimo desliz, serie y autor serán vapuleados. La sombra que esa primera y exitosa temporada arroje sobre la siguiente simpre va a ser muy alargada, e incluso aunque sean totalmente diferentes, se utilizará una como arma arrojadiza contra la otra.
Las primeras críticas que han aparecido de esa segunda entrega de "True Detective" van en esa línea; lamentan que se haya perdido el toque del terror cósmico del principio (que a otros espectadores aburría mortalmente) y señalan que se ha vuelto una serie de policías en ciudades corruptas más convencional. Y aunque no deja de ser cierto (del mismo modo que no deja de ser cierto que tratar con Pizzolatto no debe ser nada fácil), tampoco hay que ser tan rápidos en ofrecerla en sacrificio a R'hllor. No va a ser tan distinta y con una personalidad propia tan fuerte como la primera temporada, pero puede ser interesante en sus propios méritos. Esperemos a ver cómo va evolucionando el caso.
Música de la semana: Aprovechemos que hablamos de "True Detective" para apuntar que los títulos de crédito siguen siendo estupendos, y que ahora hay una nueva canción en ellos, "Nevermind", de Leonard Cohen.
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