La manera en la que "Homeland" se ha ido reinventando desde el final de la tercera temporada es bastante interesante. Originalmente, la idea de Alex Gansa y Howard Gordon era que la trama inicial, la de las sospechas sobre el regreso a casa del sargento Brody, sólo durara la primera temporada. En su último capítulo, esa trama se resolvería y, a partir de la segunda, la serie iría siguiendo a Carrie Mathison en diferentes destinos fuera de Estados Unidos, casi siempre en Oriente Medio. Todos sabemos cómo se desviaron de ese plan original; les gustaba demasiado la relación entre Brody y Carrie, y cómo todo afectaba a la familia de él, para descartarlo tan rápido.
Las quejas por parte de los críticos se hicieron muy pronunciadas durante el tramo final de la segunda temporada y casi toda la tercera. "Homeland" había perdido parte de su atractivo, se había enredado en historias que no acababan de cuajar y, para cuando recuperó el rumbo, ya había demasiada gente o desencantada con ella, o protestado porque eso no es lo que ellos pensaban que iban a ver. El reboot de "Homeland" tardó dos temporadas más de lo previsto en hacer acto presencia, pero lo hizo. En la cuarta, la serie empezaba de nuevo. Carrie estaba destinada en Afganistán y la trama acrecentaba más el lado de historia de espías que siempre había tenido, y que siempre había funcionado.
Pero lo que se mantiene no sólo es el trastorno bipolar de Carrie y cómo, a veces, la pone en peligro, sino la sensación de que no va a poder seguir escapando de todo lo que ha hecho hasta ahora. Desde la temporada anterior, "Homeland" parece haber puesto su mirada en el propio funcionamiento interno de la CIA y de los servicios de inteligencia estadounidenses. Nunca va a librarse de las críticas sobre si es racista porque el trabajo de su protagonista se mueve, inevitablemente, en ese debate (que creo que es más complejo de lo que parece), pero lo interesante es justo ese comentario sobre las tácticas de espionaje actuales de la agencia y, sobre todo, sobre su política interna.
Carrie intenta escapar de todo eso, pero no puede. Nadie la toma en serio cuando afirma haber dejado esa vida atrás, y todo el mundo cree que forma parte de una táctica para extraer información o para reclutar a alguien como nuevo agente. Es muy curioso ver que la quinta temporada de "Homeland" se está armando a partir de meteduras de pata, huidas hacia delante, fallos de comunicación, gente que cree estar haciendo lo mejor cuando no está más que complicándolo todo enormemente. Sus personajes están buscando explicaciones muy rebuscadas a hechos que se deben a simples descuidos, y esas explicaciones están llevando a situaciones sumamente peligrosas.
Y en medio de todo, de diferentes muestras de cerrazón mental, está Carrie intenta llevar, finalmente, una vida normal. Pero no es posible. Alguien como ella no puede integrarse así como así de nuevo en la sociedad convencional. No después de todo lo que ha hecho.
Música de la semana: "The Flash" se ha puesto setentera esta semana con el gusto musical de Harrison Wells, que escucha a Linda Rondstadt y uno de sus grandes éxitos, "You're no good", en el laboratorio.
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