14 junio 2016
Arya Stark begins
ALERTA SPOILERS: Si no habéis visto el octavo episodio de la sexta temporada de "Juego de tronos", "No one", no sigáis leyendo.
Origin stories, historias de orígenes, hay muchas. Todos los superhéroes tienen una. Suele ser una historia de superación de dificultades, de algún trauma muy importante que no sólo les otorga sus superpoderes (si los tienen), sino que los sitúa en el camino de hacer el bien, de ayudar a la gente, de repartir justicia allí donde es más difícil que pueda llevarse a cabo. La primera de las películas de la trilogía de Batman de Christopher Nolan, "Batman begins", se dedicaba justo a eso, a contar cómo Bruce Wayne pasaba de ser el millonario que había visto de niño cómo asesinaban a sus padres, a ese Caballero Oscuro dispuesto a combatir el crimen en Gotham.
Y el proceso no era sencillo. Involucraba, entre otras cosas, un duro entrenamiento en un remoto lugar con un tipo como Ra's al-Ghul y la asunción de cuál era su verdadera identidad, de quién era Bruce realmente. Curiosamente, durante la quinta y la sexta temporadas de "Juego de tronos", podemos decir que Arya Stark ha estado en su propia "Batman Begins". Huye de un enorme trauma personal (o varios, porque ve cómo ejecutan a su padre y se queda a las puertas de los Gemelos mientras masacran a casi toda su familia en la Boda Roja) y acaba en manos de los Hombres sin Rostro en Braavos, un lugar muy alejado de su hogar, y donde la adiestran en las artes de asesinar sin ser vista. Para sobrevivir, Arya tiene que renunciar a su identidad, a su pasado, tiene que asumir ser nada más que un arma en manos del Dios de Muchos Rostros (y de la gente que les pague por matar a alguien), pero eso no es tan sencillo de conseguir.
Por mucho que los hayan humillado e intentado doblegarlos, los Stark no se rinden tan fácilmente. Sansa y Jon acaban asumiendo sus roles como las dos cabezas más visibles de la familia, los dos con la suficiente legitimidad como para reclamar Invernalia de manos de los Bolton, y Arya no puede ser "nadie" porque su padre no la educó así. Sí, desea vengarse de todos los que han hecho daño a su familia, pero no está en su naturaleza asesinar por encargo, y mucho menos a alguien que no lo merece. Ned creía que quien dictaba la sentencia de muerte debía blandir la espada que la ejecutaba, y esa sentencia no casa demasiado bien con el modo de actuar de Jaqen H'qhar y sus secuaces. Así que no es extraño que, por mucho lo intente, Arya no pueda dejar de ser quien es. Se puede sacar a una chica de Invernalia, pero no se puede sacar Invernalia de la chica.
Su enfrentamiento final con la acólita de Jaqen es el paso definitivo hacia esa superheroína Arya. Para algunos fans, el camino ha estado demasiado dilatado, ha sido excesivamente largo sólo para que ella decida regresar a casa, a Poniente, pero si ella va a acabar jugando un rol importante en la lucha final, tenía que vivir su propia historia de origen. Al igual que Sansa y Jon, Arya deja de esconderse y de ocultar su identidad y asume quien es. Se acabó deambular de un lado a otro huyendo o buscando un sitio donde refugiarse, que era lo que Arya intentó conseguir Braavos. Su sitio está en Invernalia. Pero ella aún no lo sabía.
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