Hace unos días, Alan Sepinwall, uno de los críticos de televisión más conocidos de Estados Unidos, publicaba un largo recordatorio a sus veinte años dedicados a escribir de series. En ese artículo repasaba cómo había cambiado la manera de ver y de hablar sobre las series desde 1996, recordando tecnologías que ya nos parecen casi prehistóricas como el VHS, y al repasar todos esos cambios, rememoraba también sus primeras veces yendo a la gira de la TCA, o sus primeros artículois haciendo seguimientos de determinados títulos, o el vértigo con el que se suceden los cambios en el negocio en los últimos tiempos. Yo no he estado tanto tiempo como él escribiendo de televisión y, en concreto, sobre series, pero al leer su artículo me acordé de que este humilde rincón bloguero, este Diario de Mr. MacGuffin, había cumplido el pasado mes de noviembre diez años y yo no me había dignado a mencionarlo, siquiera.
Entre 2005 y 2015 (o 2016, en este caso) ya se había producido la gran revolución del cable, pero estaba llegando el otro gran terremoto del sector, el de las redes sociales. La capacidad de comentar al segundo en Facebook y Twitter los episodios de nuestras series favoritas, y la facilidad de acceso a sus creadores, ha representado un maremoto mucho mayor que la irrupción de los blogs seriéfilos allá por 2004-2005. Entonces, se decía que iban a aparecer nuevas maneras de afrontar la crítica televisiva, que ésta se iba a democratizar. Lo cierto es que pocos blogs de aquellos años han sobrevivivido hasta ahora, metamorfoseados en live-tweeting o en gifsets en Tumblr, y lo que sí ha pasado es que la conversación seriéfila no sólo es ahora mucho más inmediata, sino que ha tenido que adaptarse a los propios cambios en el modo de producir y emitir series que han traído plataformas como Netflix.
Los periódicos debates sobre los spoilers, los comentarios sobre el excesivo número de series que todos tenemos siempre pendientes de ver, las polémicas tuiteras por la manera en que mueren determinados personajes... En estos diez años, las redes sociales han marcado, para bien y para mal, la manera en la que vemos y comentamos las series (además de las descargas ilegales, los servicios de streaming y la capacidad de ver lo que queramos, cuando queramos), pero al final, el objeto sobre el que todos nos obsesionamos, que amamos y odiamos en ocasiones tampoco es tan diferente a como lo era una década atrás. Sigue habiendo sitcoms grabadas con público en plató, dramas intensos con un hombre blanco de mediana edad en crisis en su centro, algún que otro fenómeno de público que, con suerte, también lo es de crítica (a la "Perdidos" de 2005 la han sucedido ahora "The Walking Dead" y "Juego de tronos") y, de vez en cuando, series realmente diferentes que contribuyen a renovar el panorama y que pueden llegar a impulsar que las cadenas se animen a salir, aunque sea ligeramente, de su zona de confort.
En estos diez años, en este blog he hablado de muchas series. Algunas perdieron su encanto muy rápido para mí, otras siempre serán de mis favoritas y otras las descubrí tarde, pero me engancharon para siempre. Así que, para celebrar con retraso el décimo aniversario de este Diario de Mr. MacGuffin, éstas son las diez series que conformarían mi top personal de estos años.
- "Perdidos"
- "Verónica Mars"
- "30 Rock"
- "Fringe"
- "Battlestar Galactica"
- "Friday Night Lights"
- "Juego de tronos"
- "The Americans"
- "The Wire"
- "The legend of Korra"
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