27 marzo 2016
La revindicación del episodio
Siempre que sale a colación la tan manida expresión de "la edad de oro de las series", se tiende a favorecer las historias del cable, y serializadas, como ejemplos de lo que esa edad de oro significa. Se concede más valor a series que cuentan una única historia a lo largo de toda su temporada que a las que se plegan más fielmente al modelo semanal tradicional de la televisión, con episodios autoconclusivos. Se considera que las primeras pueden contar narraciones más ambiciosas y dedicar más tiempo a construir dichas historias, preparándolas durante la primera mitad para que, cuando llega el final, el clímax tenga mucha más fuerza. Es un modelo que funciona a las mil maravillas y que, bien llevado, engancha al espectador a darse maratones locos para ver cómo termina todo, pero no es la panacea.
La consolidación de las plataformas de streaming como productoras y emisoras de sus propias ficciones, y de su modelo de lanzamiento de toda la temporada de una serie de una vez, ha dado todavía más relevancia a esa serialización. El binge-watching puesto de moda por Netflix ha hecho que los creadores se adapten a ese nuevo modo de consumo y estructuren sus temporadas pensando que son una larga historia en 13 horas, en lugar de 13 historias de una hora que, a lo mejor, tienen un hilo argumental de fondo que las va uniendo todas. Es la idea predominante entre los que están desarollando, sobre todo, dramas para Netflix, Hulu y Amazon, pero en Vox afirman que, al ignorar el principio fundamental de la ficción televisiva, no están consiguiendo temporadas de mejor calidad o, simplemente, de calidad más consistente durante sus diez o trece episodios.
Una crítica habitual a las dos temporadas de "Daredevil", y a la inaugural de "Jessica Jones", es que sus tramos intermedios parecen más estar matando el tiempo hasta llegar a los episodios finales que estar avanzando de verdad en la historia que quieren contar. Ambas siguen el "modelo Netflix" de organización narrativa de la temporada, un modelo que The New York Times llegó calificar como un nuevo género utilizando de ejemplo "Sense8", que necesitaba toda su primera temporada para presentar la historia que le interesaba narrar. Las series del streaming consideran que esa serialización extrema es gancho suficiente para atrapar al espectador, pero cosas como "Bloodline" o un título tan estimable como "The man in the high castle" prueban que es una idea que puede estar muy equivocada.
Si tienes que soportar cinco capítulos de introducción antes de engancharte realmente a la serie, ¿merece la pena verla? Es un dilema sumamente curioso porque los atracones de Netflix se popularizaron con títulos con los que los suscriptores estaban poniéndose al día para, después, sumarse al resto de espectadores que los veían semana a semana, como "Breaking Bad". Eran títulos que podían experimentar más o menos con la narración, pero que eran muy conscientes de que seguían una estructura episódica. Si tenéis Netflix, haced la prueba con "Prison Break". Su primera temporada arrancaba con Michael Scofield intentando fugarse de la cárcel con su hermano, lo que le daba su aspecto serializado, pero cada capítulo presentaba a Michael con una cosa que debía conseguir para su plan, o con un problema que debía resolver. Ahí conservaba su lado más autoconclusivo, y resultaba tremendamente adictiva.
El artículo de Vox acusa a Netflix, Amazon y Hulu de construir sus series sobre una base equivocada, y afirma que las mejores series de estas tres plataformas son las que, sin renunciar a contar esa única trama a lo largo de toda su temporada, se acuerdan de que una serie está formada por capítulos individuales. "Transparent" es muy consciente de ello, y "Master of none", en realidad, es más una colección de peripecias independientes de su protagonista que acaban unidas por su búsqueda de pareja. ¿Pero realmente las plataformas de streaming han matado a las series de televisión?
Música de la semana: Ya que ha salido mencionada "Daredevil", la elección de esta semana viene directamente del arranque de uno de los capítulos intermedios de su segunda temporada, en una secuencia en la que vemos a varios motoristas por las calles de Nueva York. La canción que sonaba en ella era "Date with the night", uno de los primeros éxitos de Yeah Yeah Yeahs.
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