¿En qué momento se decidió colectivamente que el capítulo más importante en la historia de una serie era su final? ¿Tanto daño ha hecho la obsesión con "Perdidos" y con sobreanalizar hasta las canas en el pelo del 12º Doctor? Los días que precedieron a la emisión del último episodio de "Mad Men" estuvieron repletos de recordatorios a los mejores momentos de la serie y de predicciones de cómo podía acabar, ampliando la sensación de anticipación sobre lo que Matthew Weiner podía haber ideado para terminar su serie. Teniendo en cuenta lo influyente que "Mad Men" ha sido para la televisión estadounidense, y lo fascinados que han estado siempre los críticos con ella, era lógico que prácticamente no hubiera otro tema de conversación durante la semana pasada, pero también estaba poniendo una enorme presión sobre su final.
Si podemos estar todavía debatiendo qué quería decir David Chase con el cierre de "Los Soprano", el de "Mad Men" no iba a ser una excepción, y eso que aquí no hay una isla misteriosa cuyos enigmas hay que resolver. Sin embargo, esa obsesión por el final no hace más que dejar por el camino mucha insatisfacción; si no hacemos más que aventurar posibles cierres, e intentar ser más listos que el propio Weiner, todo lo que se salga de nuestra teoría va a parecernos terrible. El título de AMC no se libra de quienes consideran ese último episodio una "traición", aunque haya dejado una sensación generalizada más benévola, y llega un punto en que deberíamos plantearnos si somos nosotros, no las series.
Es decir, no puede ser que todos los finales nos parezcan, mayoritariamente, terribles (aunque haya algunos que realmente lo sean), y que sacrifiquemos todas las temporadas anteriores en el altar de un último capítulo que se juzga con unos estándares tan altos, que ni siquiera "El padrino II" podría cumplirlos. Esos estándares, además, son prácticamente iguales para todas las series, cuando no puede verse del mismo modo el último episodio de "Mad Men" que el de "Fringe", por ejemplo. No hay ninguna guerra contra opresores del futuro que ganar. Otras veces nos hemos preguntado si de verdad un mal final desautoriza de inmediato toda la serie, y si fiar a ese cierre nuestro visionado de una serie que nos aburre no es justo lo que nunca se debería hacer.
Pero no escarmentamos. Es probable que el último episodio de "Mad Men" no vaya a estar entre los mejores de la serie (no lo he visto, no puedo juzgarlo), del mismo modo que es muy posible que la exagerada presión puesta sobre él distorsione las opiniones en caliente. ¿Ha sido interesante el viaje que ha propuesto en sus siete temporadas? ¿Ha tenido un final coherente con el que hemos visto hasta ahora y con sus personajes? ¿Ha servido como despedida de una serie a la que hemos dedicado incontables horas de nuestra vida? Entonces, deberíamos parafrasear más a Starbuck en el final de "Battlestar Galactica": he completado el viaje, y se siente bien.
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