Es habitual que, al hablar de las series más influyentes y, si me apuráis, de las más revolucionarias de los últimos años, se reduzca la lista a las del cable. La mayor libertad creativa, la menor dependencia de audiencias y, sobre todo, de anunciantes y la necesidad de esas cadenas se crearan una imagen de marca diferenciada de la competencia llevó a que surgieran títulos que se han convertido en el estándar de excelencia con el que se mide prácticamente a todas las series que han llegado después, y que tienen ciertas aspiraciones. Sin embargo, a veces se olvida que las series más vistas también pueden ser muy influyentes. Al fin y al cabo, en Hollywood se intenta conseguir un éxito copiando el inmediatamente anterior.
Quince años más tarde de su estreno, quizás puede resultar un poco complicado imaginar lo que supuso "CSI" para la ficción de las networks. En 2000, "Los Soprano" acababa de finalizar su primera temporada en HBO, pero el maremoto más sensible fue el del estreno de esta serie, creada por Anthony Zuiker, sobre el turno de noche de los técnicos forenses de escenas del crimen de la policía de Las Vegas. De sus protagonistas sólo veíamos sus vidas en el trabajo, y éste pretendía darle un toque sexy a algo, a priori, tan poco espectacular como la recogida de pruebas y su análisis. El énfasis en esa parte, la del análisis, hizo que la serie popularizara un término, procedimental, que dominaría las parrillas en abierto estadounidenses durante buena parte de la década.
El bombazo que fue "CSI" (que aún hoy es de las pocas series extranjeras que han traducido su éxito a España) impulsó una horda de imitadores, spin-offs en Miami y Nueva York y permitió que la serie madre aguantara en antena 14 temporadas, sobreviviendo a la marcha de sus principales protagonistas y al envejecimiento natural de su audiencia. CBS anunció en su upfront que, el próximo 27 de septiembre, "CSI" terminaría con una tv movie especial de dos horas, y aunque muchos espectadores (como yo) hayan abandonado la serie, es seguro que le darán una oportunidad a esa película sólo porque representará el regreso de Gil Grissom.
Este personaje, jefe del turno noche, especializado en entomología y con una gran confianza en las pruebas forenses y el análisis científico, era en realidad la clave del éxito de "CSI". La personalidad de Grissom se trasladaba al resto de la serie, que bajo esa superficie de policiaco glossy, que dirían los anglos, tenía un lado un poco friki y un sentido del humor que le permitía no tomarse a sí misma demasiado en serio. Podían tener asesinos en serie realmente muy inquietantes como el de las Miniaturas de la séptima temporada, pero salpicaban siempre sus entregas de episodios con crímenes dignos de "Bones", con técnicos de laboratorio muy geeks y con una relación entre Grissom y Catherine Willows, su segunda, que era de las más entretenidas de la televisión más mainstream. En su momento, "CSI" representó una renovación del género policiaco tan presente en las parrillas, y aunque su fórmula acabó agotada, y ha tenido muchos imitadores, Grissom seguirá siendo un personaje a tener en cuenta.
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