31 mayo 2015

Un espejo del mundo


Las obras de ficción acaban reflejando siempre la sociedad en la que se producen y, por ende, el mundo en el que vivimos. Hasta las más fantásticas y, en teoría, alejadas del día a día contemporáneo lo hacen porque sus responsables están enraizados en ese mundo y no pueden evadirse de su entorno. "Battlestar Galactica" podía estar centrada en una guerra espacial entre humanos y robots, pero reflejaba mejor que nadie entonces cómo había quedado el mundo después del 11-S, del mismo modo que una saga literaria como la de "El Señor de los Anillos" estaba muy marcada por la Primera Guerra Mundial, principalmente. Estos ejemplos son los más habituales, pero no son casos aislados.

Una de las series recientes que mejor ha reflejado la situación social después del crack financiero de 2008 es "Continuum", un título en cuya premisa tiene ya todo un comentario sobre esta crisis económica: un grupo de terroristas viaja a 2012 desde 2077 con la esperanza de acabar con el Congreso Corporativo de grandes multinacionales que gobierna Canadá como si fuera un estado policial. A lo largo de las tres temporadas que lleva emitidas, vemos el nacimiento de esas grandes corporaciones futuras, cómo se espían entre ellas y operan al margen de la ley, siguiendo sus propios códigos casi mafiosos, y hasta cómo empiezan a forzar la privatización de la policía con la promesa de que ellos les darán los recursos necesarios que les niegan los recortes presupuestarios del gobierno.

Es curioso que una pequeña serie de ciencia ficción canadiense, poco conocida fuera de sus fronteras, sea hasta ahora la que mejor haya contado las consecuencias de la austeridad a rajatabla por la que se rigen los gobiernos desde 2008, del mismo modo que otro título del mismo género, y salido del mismo país, "Orphan Black", se atreve con un tema, el de la clonación humana, que toca algunos de los límites éticos que las empresas farmacéuticas y de investigación sanitaria pueden estar tentadas de saltarse para conseguir antes sus objetivos. La serie de BBC America está emitiendo la tercera temporada, en la que entra también en si los experimentos con fines militares deberían tener esos límites éticos, y que muestra a supervisores sin escrúpulos a los que no les importa involucrar a inocentes en esas pruebas porque el fin justifica los medios.

De todos modos, uno de los aspectos más inquietantes, y expuestos más recientemente, de la sociedad actual es la hipervigilancia de los ciudadanos de a pie por parte de sus gobiernos. La excusa de la seguridad nacional prácticamente les hace sentirse con carta blanca para espiar hasta el detalle más privado, y ahí entra "Person of interest". Su punto de partida, al igual que ocurre con "Continuum", ya explicita ese comentario sobre la actualidad: uno de sus protagonistas construyó una inteligencia artificial capaz de vigilarlo todo y de predecir quiénes van a verse involucrados en actos violentos. La crueldad con la que actúan las agencias de inteligencia que quieren hacerse con la Máquina y la impunidad con la que se sienten investidos resulta todavía más inquietante si nos damos cuenta de que no está demasiado alejada de la realidad. Esa frase con la que empiezan todos los capítulos, "you're beeing watched", no es ciencia ficción.

Música de la semana: "Grace and Frankie" es uno de los últimos estrenos de Netflix, una comedia dramática sobre dos mujeres, ya en los setenta años, a las que dejan sus maridos porque se han enamorado el uno del otro. En su cabecera suena una versión de Grace Potter de "Stuck in the middle with you", de Stealers Wheel, un tema que conoció una segunda vida gracias a su inclusión en una célebre escena de tortura de "Reservoir dogs".

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