Quien hiciera en los últimos días sesión doble con los capítulos "Wentworth Prison", de "Outlander", y "Unbent, unbowed, unbroken", de "Juego de tronos", quizás luego necesitó terapia de grupo, o un abrazo, o beber para olvidar. Aunque hemos insistido a menudo que seguir comparando ambas series ya no es justo para ninguna de las dos, tampoco puede negarse que a veces tienen puntos de contacto realmente curiosos. El que unía esos dos episodios era el lado brutal y desasosegante que las dos tienen, y que las expone a que algunos espectadores se pregunten si no se están pasando de la raya, o a punto de hacerlo. George R.R. Martin y Diana Gabaldon pueblan los libros en los que se basan las series de personajes enfrentados a situaciones peligrosas, personajes que pueden ser héroes o villanos dependiendo de la decisión que tengan que tomar, y en medio de ellos sueltan a algunos que son malos más allá de toda redención y entendimiento, sádicos psicópatas que disfrutan humillando y sometiendo psicológica y físicamente a sus semejantes.
En el caso de "Outlander", desde el principio se identifica como el gran villano a Black Jack Randall, el capitán del ejército inglés que emplea métodos un poco más extremos de lo habitual para aplastar cualquier conato de rebelión entre los highlanders escoceses. Su sombra pende siempre sobre las acciones de Jaime Fraser, torturado y marcado por Randall como su gran némesis, el rival al que debe "romper" para afianzar su posición de dominio en la zona. Sus métodos implican una violencia física extrema y un nivel de manipulación emocional sumamente sofisticado y brutal, y aunque la serie dedicó el sexto episodio a explicarnos un poco mejor quién es él, a intentar que comprendiéramos su modus operandi, queda muy claro que Jack Randall es el malo malísimo de la serie.
En "Juego de tronos", mientras tanto, ha habido varios de estos villanos dispuestos a masacrar a toda una familia en una boda sólo para arañar un poco más de poder. Con cuatro temporadas y media a sus espaldas, la serie ha tenido más tiempo para indignar a sus espectadores con las acciones de esos malvados y para dejarlos preguntándose en qué tipo de infierno viven sus personajes. Sin embargo, aunque Joffrey Baratheon era bastante despreciable, la serie se supera a sí misma con Ramsay Bolton, el bastardo de Roose Bolton presentado en la tercera temporada. Es de los pocos malos de una pieza de "Juego de tronos", alguien cuya única motivación es la tortura y la humillación de quienes considera sus inferiores (no vamos a entrar en terreno de spoilers sobre la última crueldad cometida por Ramsay, pero podéis leerlo aquí). En los libros de Martin ya es un personaje un poco problemático por esa maldad total que lo define, y porque no conoce el límite en las barbaridades que puede llevar a cabo, y esa misma cualidad se traslada a televisión.
Tanto Randall como Ramsay ponen a prueba la resistencia de los espectadores con sus acciones, lo que en parte es algo que buscan ambas series. Se presentan como actos terribles perpetrados por personas horribles, y no es extraño que generen debate y que algunos espectadores se pregunten si es necesario que sean así de sádicos irredentos. Es una pregunta válida, que también hay que responder viendo su entorno en la serie, el mundo en el que se mueven y las consecuencias que tienen sus actos no sólo sobre los demás, sino también sobre ellos. Lo que está claro es que Ramsay ha sustituido a Joffrey como el personaje al que más espectadores fantasean con darle una muerte lenta y dolorosa.
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