08 enero 2017
Las luces del viejo Hollywood
La última aparición pública de Bette Davis fue el Premio Donostia que el Festival de San Sebastián le concedió en 1989. La actriz tenía 81 años y una salud muy delicada, y planificó al dedillo todo el evento. Estuvo varios días sin salir de su habitación del hotel María Cristina y, cuando llegó el momento de recibir el premio, compartió anécdotas y se dejó llevar por la admiración y el cariño de todos los allí presentes. Moriría pocos días después, en París. Esa historia viene a le mente en bastantes momentos de "Bright Lights", el documental que HBO acaba de estrenar sobre Carrie Fisher y Debbie Reynolds y que, por cosas de la vida, ha acabado siendo un homenaje póstumo a la relación de esas dos mujeres, que fallecieron el pasado mes de diciembre con sólo un día de diferencia una de la otra.
Dirigida por Fisher Stevens (actor y amigo de Carrie Fisher) y Alexis Bloom, la película cuenta la historia de la familia Fisher y, sobre todo, de la manera en la que Reynolds concebía el show business, pero termina siendo más una obra sobre el amor entre una madre y su hija. Debbie y Carrie eran vecinas en Beverly Hills, y la hija se preocupaba constantemente porque su madre, ya con más de 80 años y una salud frágil, se empeñaba en seguir ofreciendo actuaciones en teatros y en Las Vegas, en lugar de retirarse definitivamente y descansar en los últimos años de su vida. Pero esa no era la manera en la que el Hollywood de los estudios, donde llegó desde Texas siendo una adolescente, la había criado. Cantar y actuar era lo que de verdad llenaba la vida de Debbie Reynolds y no pensaba dejarlo hasta que no fuera capaz de estar de pie sobre un escenario.
"Bright Lights" se mete en las casas de madre e hija, y en la del otro hijo, Todd, y muestra lo especial que era su vínculo. Las personalidades de las dos quedan bien reflejadas en el documental, desde el sarcasmo de Carrie a la nostalgia y la resistencia de Debbie, que en un momento recuerda algo de los viejos tiempos y añade "yo soy los viejos tiempos". En ella vivía todavía el espíritu del viejo Hollywood, el de ofrecer siempre al público tu mejor versión, el de que el espectáculo debe continuar aunque la procesión vaya por dentro. Que la película termine con una simpática versión casera de "There's no business like show business", justo en la noche en la que Reynolds recibe el premio a toda una carrera del SAG, es de lo más apropiado.
La sesión doble más apropiada con este documental es "Wishful drinking", el monólogo autobiográfico que Carrie Fisher representó en el teatro hace siete años, y que HBO grabó como si fuera uno de sus especiales de comedia. Y, después, podemos todos preguntarnos cómo nadie consiguió que toda la impresionante colección de memorabilia del Hollywood clásico de Debbie Reynolds nunca tuviera su propio museo.
Música de la semana: Hace unos días hablábamos de "Search Party", la muy particular comedia hipster de misterio de TBS. Su sintonía corre a cargo de Purity Ring, dúo canadiense de electro-pop, que aporta la canción "Obedear".
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