20 agosto 2015
El robot autosuficiente
Historias de robots autoconscientes e inteligencias artificiales que toman conciencia de su individualidad ha habido muchas a lo largo de la historia del cine y la televisión. Es una versión del monstruo de Frankenstein, de la responsabilidad de alguien que crea vida (aunque sea artificial) y de cómo se ve a sí misma esa vida, y es inevitable que uno y otro acaben chocando. Por eso, la trama de "Ex machina" tiene cierta sensación de inevitabilidad desde el principio, más todavía en cuanto nos damos cuenta que Ava es más Pinocho que la criatura de Frankenstein; ella sólo quiere ser una chica normal.
Es curioso asomarse a esta película, la primera como director de Alex Garland, guionista entre otras de "28 días después", después de ver "Ghost in the shell", un clásico anime de mediados de los 90 que influyó mucho a los Wachowski en su creación de "Matrix". Ahí seguimos a una cyborg que busca a un misterioso hacker que puede infiltrarse en los "fantasmas" de otros cyborgs, en lo que constituiría su mente y su alma si fueran seres humanos, y que tiene sus propias dudas sobre su identidad. ¿Es más que una máquina? ¿Está viva de de verdad? ¿Tiene alma? ¿Y cuál es el siguiente paso en su evolución? "Ghost in the shell" presenta un mundo en el que la gente puede implantarse miembros cibernéticos para mejorar su cuerpo, y en el que toda la población está conectada a una red virtual que va más allá de lo que nosotros entendemos por internet. Y en el que las máquinas pensantes han empezado a pensar en cuál es su verdadero lugar en el mundo.
En "Ex machina", teóricamente sólo va a realizarse un test de Turing en Ava para ver si podría pasar por una persona, si su inteligencia artificial es realmente inteligente y es capaz de aprender, de reaccionar ante lo que se le presenta y de utilizar todas sus capacidades para conseguir lo que quiere. Es una película bastante intelectual hasta en la evolución de Ava, y nunca terminamos de saber hasta qué punto ha habido algún engaño en la historia, o si simplemente la historia no podía seguir otro camino que no fuera ése. El diseño de la robot es impresionante, y aunque surgen las cuestiones éticas sobre el trato que recibe, todo queda más en el plano cerebral, teórico, como si dijéramos.
Separadas por más de veinte años, son dos películas que representan dos lados del tratamiento de estas inteligencias artificiales autoconscientes y autosuficientes. Unas quieren ser humanas (como los cylones) y otras quieren ser libres, y resultan dos visionados bastante interesantes hasta desde el punto de vista de, como decimos, del diseño de producción. El entorno urbano y las instalaciones de la Sección 9 de "Ghost in the shell" entraron en Hollywood gracias a los Wachowski, y a partir de ahí han estado siempre al fondo de unas cuantas historias futuristas. El remake con Scarlett Johansson para 2017 va a ser curioso de ver.
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