Justin Lubin/AMC |
Todas las temporadas se repite la misma cantinela sobre "The Walking Dead" en las redes sociales: que si no es más que un culebrón, que es un rollo cuando no sacan a los zombies a pasear, que si los únicos capítulos buenos son en los que muere medio reparto... Muchas de esas quejas vienen de la asunción de que el gran éxito de AMC es una serie de zombies, y no es así. Son los supervivientes los que importan, es en los humanos y en las decisiones que deben tomar para sobrevivir donde está el foco y el eje de todo, y ya es otro tema diferente si la serie es capaz de llevar bien esas tramas y esos episodios menos frenéticos y con menos presencia de los caminantes. Pero verla sólo por los zombies, es querer dedicarse al hate-watching como deporte.
Y esto se aplica, todavía con más razón, a "Fear the Walking Dead", el spin-off-precuela-serie paralela que se estrenó con enorme éxito en AMC el domingo, y que va a ser su principal arma para construir su marca a nivel global, también en España. Co-creada por Robert Kirkman y Dave Erickson, la serie tendrá una primera temporada de seis episodios que servirá también como calentamiento ante la sexta temporada de 'The Walking Dead', y contará el inicio del apocalipsis zombie en Los Ángeles, bien lejos de Atlanta y sus bosques, que son el escenario del título principal y del cómic de Kirkman. Para quien quiera ver en acción a esos primeros muertos vivientes, a esos zombies que nadie sabe qué demonios son y por qué reviven constantemente, el primer episodio de la serie ha debido ser una enorme decepción, porque esto no es una película gore; esto es un drama familiar.
Su familia protagonista va a ser puesta a prueba en las peores condiciones imaginables, pero es exactamente lo que "Fear the Walking Dead" es. El acento en el componente humano es más fuerte porque esos personajes están viviendo el principio del fin de la civilización sin saberlo. Es curioso ver cómo, mientras llegan a trabajar o visitan al hijo yonqui en el hospital, al fondo empieza a haber signos de que algo muy malo está pasando, y a los que nadie presta atención. El constante sonido de las sirenas por la calle y de los helicópteros sobre las calles, los parques infantiles progresivamente más vacíos de gente, el paciente en el hospital al que se llevan rápidamente "a la planta de abajo", la pareja de policías montando guardia a las puertas del instituto... Aunque, si para entrar en él hay que atravesar un detector de metales, eso no debe parecerte tan raro.
En ese aspecto, la idea sobre la que se construye "Fear the Walking Dead" es buena. En lugar de ver la llegada del apocalipsis en primera línea, con los policías, los médicos o los gestores de crisis gubernamentales, que es lo que pasaría en una película de zombies convencional, la vemos a través de la gente de a pie, la gente a la que nadie le dice qué está pasando y tiene que verlo en vídeos filtrados a YouTube. Lo que puede ser un problema es que los personajes no estén bien construidos desde el principio, que es el problema que siempre ha asediado a "The Walking Dead". Aquí, Kim Dickens prueba su condición de 27%, pero los conflictos de la familia se presentan, de inicio, muy con brocha gorda. Sin embargo, que vayan enfrentándose a esos primeros zombies puede ser muy interesante y puede ayudar a extraer matices y a profundizar en sus relaciones. Si "Fear the Walking Dead" es un drama familiar, hay que cuidar esa parte.
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